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Al Cateo e La Laucha Libro PDF
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En medio de la conversación, y de la mano de profundas e
inspiradoras ideas, surgió la propuesta de pensar en derro-
teros que nos unían como chilenas y chilenos, esos espacios
en los que siempre hemos compartido, donde nos encontra-
mos o nos reconocemos como prójimos, como pares que le
dan vida y sentido a la tierra que nos acoge, a costumbres
y tradiciones.
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quien recogió el guante y se lanzó a la tarea de trabajar para
concretar el plan.
Porque es cierto que hoy nos toca bailar con la fea, pero para
qué buscarle el cuesco a la breva o la quinta pata al gato, si
sabemos que el que pestañea pierde. Ya nos cayó la teja.
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PRÓLOGO
DE LA ACADEMIA CHILENA DE LA LENGUA
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No es este un libro para eruditos. Es librito para gozarlo des-
de edades harto tempranas y hasta la vejez. No obstante,
hemos procurado dar las pistas necesarias para que un lector
interesado pueda profundizar.
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Tratándose de una muestra, necesariamente los dichos y re-
franes incluidos son pocos, pero muy usados en nuestro país.
Para afirmar esto hemos revisado libros, preguntado en las
redes sociales y, sobre todo, hemos contado con la colabora-
ción insustituible y variosísima de los miembros correspon-
dientes que la Academia tiene en todo Chile. Ellos corrobora-
ron que los dichos y locuciones se emplean hoy, si no en todo
el territorio, al menos en gran parte de él.
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Tendremos entonces sistemáticamente recogidos los dichos y
refranes que circulan entre nosotros, y podremos considerar
las variantes y precisar los significados.
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Es p es or h is t ór ic o
d e l os dic h os y r ef ra ne s
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Varios refranes de El Quijote son de uso habitual en Chile, a veces con
ligeras variaciones: “A Dios rogando y con el mazo dando”, “A otro
perro con ese hueso”, “Cada oveja con su pareja”, “De noche todos
los gatos son pardos”, “Dime con quién andas y te diré quién eres”,
“En otras casas cuecen habas y en la mía, a calderadas”, “Ir por lana
y volver trasquilado”. Muchos han dado para ilustraciones, como
por ejemplo “La codicia rompe el saco”, “Más vale pájaro en mano
que buitre volando”, “No es la miel para la boca del asno”, “No es
oro todo lo que reluce”, “No se ha de mentar la soga en casa del
ahorcado”, “Ojos que no ven, corazón que no siente”, “Por el hilo
se saca el ovillo”, “Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato”, “Una
golondrina no hace el verano”, “Nadie diga de esta agua no beberé”,
“Muchos pocos hacen un mucho”.
Antes del Quijote, cabe recordar los Refranes que dizen las viejas tras el
fuego, del Marqués de Santillana, de 1501. Hay en esta obra dichos
vigentes hoy en día en nuestro país, como “Al buen callar llaman
Sancho”, “A río revuelto, ganancia de pescadores”, “Codicia mala,
saco rompe” (en Chile, “la codicia rompe el saco”), “Cada uno dice
de la feria como le va en ella”, “Del río manso me guarde Dios, que
del fuerte yo me guardaré” (en Chile, “De las aguas tranquilas me
guarde Dios, mira que de las otras, me guardo yo.”) “En casa del
herrero, cuchillo mangonero” (mangonero quiere decir malo o que
no sirve; la versión chilena es “En casa de herrero cuchillo ‘e palo”),
“El perro del hortelano, ni come ni deja comer”, “No hay peor sordo
que el que no quiere oír”, “Obras son amores”, “Ojos que no ven,
corazón que no quiebra”, “Quien lengua tiene a Roma llega”, “Quien
al cielo escupe en la cara le cae”, “Si te he visto no me acuerdo” (tan
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común entre nosotros), “Todos los duelos con pan son buenos” (en
Chile, “las penas con pan son buenas”), “Una golondrina no hace
verano” y tantos más.
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Para pensar en el espesor de historia de la lengua que tienen los di-
chos y refranes, nada mejor que recordar “Adónde va el buey que no
are”, registrado ya en 1501 en España por el Marqués de Santillana.
Es precisamente el dicho que emplea con toda naturalidad, más de
quinientos años más tarde, Violeta Parra en una de sus canciones
más recordadas, más queridas y también más irónicas y violentas.
“Adónde va el buey que no are/ responde con prontitud / si no sabís
la contesta/ prepárate el ataúd”, dice en su célebre “El Albertío”. En
la misma canción, son muchos los ecos de dichos y refranes espa-
ñoles, tomados con una gracia muy suya de un acervo de sabiduría
popular que ha durado siglos. El famosísimo “Dios le da sombrero
/ a quien no tiene cabeza” se transforma en “Yo no sé por qué mi
Dios/ le regala con largueza/ sombrero con tanta cinta/ a quien no
tiene cabeza.” Y Violeta no se detiene ahí: el desventurado Alberto
recibe más recomendaciones de la sabiduría popular: “Al pasito por
las piedras/ cuidado con los juanetes/ que aquí no ha nacido naide
/ con una estrella en la frente”.
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trasciende y desdibuja las viejas distinciones entre la poesía docta
y la popular. El empleo que hace de los refranes remite a la riqueza
del idioma a la que se refería Juan de Valdés en los Diálogos de la Lengua
de 1535: “lo mejor que tienen los refranes es ser nacidos del vulgo”,
es decir, del pueblo, hecho que por sí solo vale “para considerar la
propiedad de la lengua castellana.”
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Refranes y dichos
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A na d i e l e f a l a D i o s
t
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A Dios rogando y con el mazo dando
24
Con las patas y el buche
25
Nunca falta un roto para un descosido
26
mer l a c o l o r
Co
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Calentar el agua para que otro se tome el mate
Picado ’e l’araña
A partir de un confite
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Buscarle el cuesco a la breva
Tirarse al dulce
Corazón de alcachofa
31
Arr e los b
egl ars i gote s
33
Más ladrón que gato ‘e campo
34
Calla’o el loro
35
Tirar la piedra y esconder la mano
Paga Moya
36
Saltarín bombín
Pagar el pato
Lo pillaron chanchito
37
De c h i n c o l a t e
jo
39
Más vale pájaro en mano que cien volando
40
Darle con el palo al gato
41
Pegarse como lapa
Ni chicha ni limoná
42
Ch
an
cho
a
en M i s
45
Sacar ciegos a mear
46
Poner la carreta delante de los bueyes
Peinar la muñeca
47
Faltarle tablas pa’l puente
48
Echarle la culpa al empedrado
Loco de patio
Rallar la papa
49
sp ac i to p o r l a s
p i e d ra s
De
51
Matar los piojos de a uno
52
Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente
Al cateo ‘e la laucha
53
Caerle la teja
La moda no incomoda
Pegarse el alcachofazo
54
o
Sac a r l o s p t
ies d el pl a
57
Sacarle la madre
58
Mear fuera de tiesto
Meter la pata
Mostrar la hilacha
59
Dar jugo
Importar un cuesco
60
a l l en a ,
atit co
Gu ra
zó n
o
conte n t
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Quedarse en una muela
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Entre ponerle y no ponerle, más vale ponerle
65
Estar como tuna
Mano ‘e monja
66
69
z
pe
P or l a bo
el
c a muer e
Preguntando se llega a Roma
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Contar el milagro pero no el santo
Avivar la cueca
Contárselo un pajarito
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Igual que el padre Gatica, predica pero no practica
No decir ni pío
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A otro perro con ese hueso
Ponerle pino
73
a cos a e s c
Otr on
g u i t a r ra
75
Pastelero a tus pasteles
Anotarse un poroto
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Más sabe el diablo por viejo que por diablo
77
Se han visto muertos cargando adobes
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Vamos arando dijo la mosca
79
Quien se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen
Mojarse el potito
Echársele la yegua
Dar el ancho
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a r mó l a r o s c
Se ad a
ijo l a m o s c
83
Sacarle la cresta
Ruido de sables
Parar el carro
Montarse en el macho
84
Cada uno pa’ su santo
85
El que no llora no mama
86
do
an
hi ch a r r
a ce c a mue
re can
t
en
qu
El
89
Enfermo que come no muere
90
La cabra tira pa’l monte
Estar frito
91
a suerte de l a
Al oll a
93
Donde menos se piensa salta la liebre
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Más viejo que el hilo negro
Ojo al charqui
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No tener ni pa’ hacer cantar a un ciego
Candil de la calle
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Posfacio
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“Los refranes son vox dei, por cuanto, según muchos,
son evangelios abreviados”.
Agustín Cannobbio
Ramón Laval
Oreste Plath
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U na vez recibido el encargo de realizar una selección de refra-
nes y dichos chilenos por parte del Ministerio de las Culturas,
las Artes y el Patrimonio, abordamos la tarea a partir de los estudios
clásicos sobre paremiología de los autores citados en los epígrafes.
Todos ellos procuraron rastrear cómo la tradición del refrán, tan
rica en la lengua castellana, se había afincado y transformado en
nuestro país, para constituir ese acervo de riqueza lingüística que
expresa, como pocos otros factores, el modo de ser de un pueblo. De
sus trabajos privilegiamos, precisamente, aquellos señalados como
originarios de Chile o con variaciones marcadas respecto del refra-
nero español, aunque no nos limitamos a ellos.
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Hay, por supuesto, cambios. La rica veta de dichos vinculados a la
vida campesina es mucho menos utilizada, porque ha cambiado ra-
dicalmente la composición de la población chilena; muchos refranes
y dichos han encontrado una formulación más simple, abreviada,
por así decirlo, sin perder nada de aquello que evocan o quieren sig-
nificar; y nuevos dichos han encontrado su carta de ciudadanía en
la lengua. También consultamos a los académicos correspondientes
de las regiones para verificar que nuestro listado incluyera dichos y
refranes vigentes en muchas partes del país y no solo en la capital.
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Obra s co n s u l ta d a s
Rodrigo Pinto
Editor
103
Un re c u e rd o d e l c a mp o
222222222222222222222222222
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A l ruego de Cirilo, agrego yo también el mío, porque yo sé que
dos ruegos hacen más que uno, y con el segundo martillazo
queda más enterrado el clavo que con el primero. Dígole esto ami-
go de mi alma, porque ya van dos años nuevos que no le hemos
convidado, y en ninguno de ellos se ha aportado usted por acá,
dejándonos con los crespos hechos. Pero a las tres va la vencida;
y yo me digo siempre: la gotera hace hoyo, y quien porfía mucho
alcanza, por lo cual agrego estas cuatro letras, pues lo que abunda
no daña, y más vale pecar por carta demás, que no de menos; y
hace más látigo y espuela que espuela sola. Contimás que nada se
pierde con explicar bien las cosas, y harto se lo dije a Cirilo. Pero
fue para lo mismo, pues ya usted sabe lo que es este hombre, que
siempre hace las cosas a medio morir saltando y a la buena de Dios
que es grande. Y ya le digo que no ha sido por falta de advertencia,
porque se lo dije y redije; y ahora vengo a ver que le ha escrito una
carta más seca que la lengua de loro. Con que, lo dicho, dicho, y
yo cuento con que vendrá para que nos alegremos unos días, que
nadie sabe si llorará mañana, y es bueno criar fuerzas para pasar los
malos tragos, pues quien fuerzas tiene bien se mantiene. No hay que
trabajar tanto, como usted lo hace, y más vale un día contento que
cien años carilargo. Solo la alegría mata a Ias penas, y el que se deja
morir se muere, y al que se muere lo entierren, y al que lo entierran
lo olvidan, y se acabó el cuento, como dijo el otro. Con lo cual se
despide su amiga,
Policarpa Valenzuela
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Agrad eci mi entos