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Diócesis “San Carlos Borromeo” – Puno

Parroquia “Señor de los Milagros” – Juliaca


Comunidad “Santa Clara de Asís”

Mayor fue aún su iluminación la noche de aquel


El «hospicio del paraíso» N.º 3 domingo, cuando Clara, acompañada por Pacífica de
Santa María de los Ángeles se llamaba así porque,
Guelfuccio, bajó de Asís a la Porciúncula.
según decían, cuatro peregrinos habían oído
La esperaban en la entrada del bosque, con antorchas
hallándose allí el cantar de los ángeles.
encendidas, Felipe y Bernardo. Vestidas aun con traje
Se alzaba en medio del bosque, a los pies de Asís, y era
de fiesta y precedidas por los dos frailes silenciosos, las
una iglesia pequeña, lugar de cita de los primeros
jovencitas penetraron en la espesura.
compañeros de San Francisco.
Lodo junto, bosque e iglesia, formaban una pequeña
parcela, propiedad del abad benedictino del Subasio.
De ahí su nombre de Porciúncula, en comparación con
los grandes terrenos pertenecientes a la abadía que los
monjes benedictinos habían convertido en bosques y
tierras de labrantío.
Francisco había restaurado la iglesita con sus propias
manos y, ayudado por sus compañeros, había
levantado algunas cabañas de ramaje a la sombra del
bosque.
Pagaba cada año a los benedictinos, en concepto de
alquiler, un cestito de peces pescados en el vecino
torrente Tescio.
El ramaje se enredaba en sus largos y rozagantes
Santa María de los Ángeles estaba sola y desierta de
vestidos, pareciendo como si manos extrañas trataran
día, al encaminarse Francisco y sus compañeros al
de impedir su paso a través del bosque.
trabajo y a la predicación; pero de noche era iluminada
Algún pájaro nocturno, espantado por la luz de las
con ramas de pino encendidas, al par que resonaban
antorchas, pasaba rozando el velo, ya revuelto sobre la
en su recinto las alabanzas a María.
frente de las dos fugitivas.

Florecillas de Santa Clara de Asís Julio-agosto de 1953. Año 27. Director: Fr. Pacífico Torres,
OFM.
Diócesis “San Carlos Borromeo” – Puno
Parroquia “Señor de los Milagros” – Juliaca
Comunidad “Santa Clara de Asís”

En la misma puerta de la iglesita, Francisco, con el Y mientras se removía tanta belleza y vanidad
semblante desfigurado por la sombra y los ojos mundana, aquellos hombres, con la cabeza tonsurada,
enrojecidos por la vigilia y el humo de la resina, miró a tosco sayal y voces ásperas, cantaban recio el oficio de
Clara, que se le arrodilló delante. A su espalda se difuntos para la joven robada al mundo y prisionera
agrupaban otros hombres encapuchados y barbados. en el «hospicio del paraíso».
A cualquier extraño hubiera parecido aquella una
escena de bandidos. Hubiera imaginado, pensado, que En alabanza de Cristo, Francisco y Clara
aquellas dos jóvenes habían caído en manos de unos Amen…
forajidos. En realidad, manos, al parecer rapaces,
despojaron a Clara de joyas y ornamentos preciosos; le
quitaron su manto recamado; removieron de sus pies
las zapatillas de raso; le echaron encima una gruesa
túnica, y la sujetaron a la cintura con una ruda cuerda.
Así atada y con los pies descalzos fue introducida en la
iglesia ojival. Flores de retama adornaban con
profusión Santa María de los Ángeles; pero todo aquel
oro campestre quedaba oscurecido por la luz rojiza de
las antorchas y el humo que desprendía la resina
ardiente.
La condujeron al pie del altar, donde se arrodilló como
una condenada a muerte.
Francisco sacó fuera unas tijeras, las acercó al cuello
esbelto de Clara y cortó decidido, rodando sobre la
grada las trenzas de la joven, más doradas que las
flores del altar. Echó Francisco entonces sobre la
cabeza despojada un paño negro de tosca hechura.

Florecillas de Santa Clara de Asís Julio-agosto de 1953. Año 27. Director: Fr. Pacífico Torres,
OFM.

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