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PROGRAMA NACIONAL DE SALUD

SEXUAL Y PROCREACIÓN RESPONSABLE


ANÁLISIS DE LOS DEBATES EN LOS MEDIOS DE PRENSA
DE LA SANCIÓN DE LA LEY 25.6731

MA. ANGÉLICA PEÑAS D EFAGO*


MAXIMILIANO C AMPANA**

I-Introducción

Para abordar el análisis de los debates sociales y polí-


ticos en los que se enmarcó la sanción de la ley 25.673,
creemos indispensable poder esbozar, aunque sea brevemen-
te, cuáles fueron los contextos socios históricos y políticos
en los cuales se imbrica la sanción de esta política.
Al abordar el surgimiento y configuración política de
las nociones relacionadas al campo de la salud sexual y re-
productiva en Argentina, no podemos dejar de mencionar el
trascendental rol que jugó el accionar político de los movi-

1
La autora y el autor agradecen profundamente el extraordinario trabajo
colaborativo realizado por Candelaria García Reina.
* Abogada por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Doctoranda
en Derecho y Ciencias Sociales por la UNC. Becaria doctoral SECyT por
el Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales (CIJS-UNC).
** Abogado por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Doctorando
en Derecho y Ciencias Sociales por la UNC. Becario doctoral Conicet tipo
I, por el Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales (CIJS-UNC).

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mientos feministas y por la diversidad sexual, acciones que
favorecieron la puesta en la agenda pública de los modos de
repensar los sentidos construidos que atraviesan las concep-
ciones tradicionales de reproducción y sexualidad. El surgi-
miento de estos nuevos actores en la arena pública se vio
favorecido por distintas circunstancias, entre ellas la relacio-
nada con la apertura que ofrecen los sistemas políticos insti-
tucionales democráticos. En Argentina la recuperación de la
democracia en 1983 marca un hito fundamental en torno a
la diagramación de políticas públicas en el área de los Dere-
chos Sexuales y Reproductivos -DDSSRR- (Moreno, 2008).
En el año 1986 se deroga vía decreto presidencial2, otro de-
creto que databa de la dictadura militar, restrictivo en mate-
ria de salud sexual y reproductiva, estableciéndose por pri-
mera vez a nivel nacional el derecho de las parejas a decidir
libremente acerca del número y espaciamiento de los/as hi-
jos/as (Gutiérrez, Gogna & Ramos, 1998).
Otro suceso que contribuyó a poner en la agenda
pública el debate por el reconocimiento de los DDSSRR se
remonta al año 1994, oportunidad en la que se llevó a cabo
en el país la última reforma constitucional. Esta instancia,
estuvo signada por fuertes confrontaciones en la asamblea
constituyente respecto de algunas de las temáticas vincula-
das al campo de los DDSSRR. Uno de los puntos de mayor
conflicto en este sentido, se produjo a causa del intento del
entonces presidente de la Nación, Carlos Menem, de in-
cluir en la reforma constitucional una cláusula que consa-
graba el derecho a la vida «desde la concepción hasta la muerte
natural». Este acontecimiento, marcó importantes enfrenta-
mientos entre los grupos a favor de este postulado, en línea
general vinculados con la Iglesia Católica y los sectores que
se oponían a tal inclusión en el texto constitucional. En esta
ocasión, el debate finalmente se zanjó por la no inclusión de
la cláusula propuesta por el ejecutivo nacional en el texto

2
Se trató del decreto N° 2.274.

24
aprobado por la Asamblea Constituyente de 1994 (Petracci
y Pecheny, 2007).
De este modo, el proceso de reforma constitucional
resultó ser en aquella instancia, el espacio propicio para (re)
visibilizar las posiciones y discursos que se articulaban en la
época en torno a cuestiones vinculadas a los DDSSRR, así
como el grado de legitimación social y cultural que estaban
adquiriendo estas temáticas en la sociedad argentina (Pe-
tracci y Pecheny, 2007).
Las primeras políticas públicas que abordan los dis-
tintos ejes vinculados a la salud sexual y reproductiva, co-
mienzan a gestarse en el país centralmente a fines de la déca-
da del 90, tiempo donde se dieron nueve iniciativas en la
materia, muchas de las cuales fueron modificadas o deroga-
das años después. El primer antecedente de un programa
integral en el área de la salud sexual y reproductiva data del
año 1987, se trató de una experiencia piloto en la Ciudad
de Buenos Aires, destinada a brindar asistencia en los servi-
cios públicos de salud en materia de anticoncepción (Pe-
tracci y Pecheny, 2007). Le siguieron en esta línea, La Pam-
pa en el año 1991, donde se crea el Programa Provincial de
Procreación Responsable (ley 1.363), y Santa Fe, donde en
el año 1992 se sanciona la Ley de Establecimientos Oficia-
les de Educación Sexual (Ley 10.947). De este modo, pro-
gresivamente las distintas provincias y ciudades del país fue-
ron sancionando leyes que incorporaban y reconocían el de-
recho a la salud sexual y reproductiva.
A nivel nacional, el proceso de sanción de la Ley
25.673 que crea el Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable (PNSSPR), se inicia con un pro-
yecto de ley que contó con media sanción en la Cámara de
Diputados de la Nación en el año 1995, proyecto que pier-
de estado parlamentario en el año 1997 (Petracci y Pecheny,
2007). En el año 2001, otro proyecto de ley adquiere nue-
vamente media sanción en la Cámara de Diputados y en el
mes de Octubre de 2002, su sanción definitiva en la Cáma-

25
ra de Senadores bajo el número de ley 25.673. La norma fue
promulgada por el poder ejecutivo nacional el 21 de No-
viembre de 2002 y reglamentada en el mes de Mayo del año
2003.
De este modo, la sanción de la ley que crea el PNSS-
PR se configuró por una lado en respuesta a una serie de
reclamos de distintos sectores de la sociedad que venían de-
mandando por ampliar y hacer público y visible el debate
por los DDSSRR, mientras que por el otro lado, esta políti-
ca permitió diagramar futuros escenarios y alianzas posibles
para la sanción de futuras políticas en la materia.
Vale en este punto aclarar que, tal como ocurrió en el
contexto de la reforma constitucional durante el gobierno
de Menem, el proceso de discusión, sanción y puesta en
marcha del PNSSPR, estuvo y continúa estando signado por
importantes disputas.
A instancias de su discusión parlamentaria, algunos
sectores sociales irrumpieron en el espacio público desple-
gando distintas estrategias con el objetivo de obturar la apro-
bación de la ley. Como veremos más adelante, la mayor con-
vergencia de argumentos en contra de la sanción de la nor-
mativa encuentra su fundamento en debates de raíz valóri-
ca.
Dentro de los escenarios donde se desarrollaron estos
procesos, los medios de comunicación se erigieron en espa-
cios claves desde los cuales se comenzó a integrar en los dis-
cursos públicos circulantes discusiones inscriptas en la agenda
de los DDSSRR. Además, la arena de los medios de comu-
nicación se configuró en un espacio público de confronta-
ciones de parte de sectores a favor y en contra de la política
(Laudano, 1998).
Desde este último abordaje, en la presente ocasión
indagaremos cuáles fueron los principales discursos y acto-
res que se articularon a favor y en contra en el proceso de
discusión y aprobación de la Ley 25.673, a partir del análi-
sis de tres medios de prensa escrita nacionales (Clarín, Pági-

26
na 12 y La Nación). De modo análogo al criterio seguido
para el abordaje de las otras políticas y temáticas que com-
prenden este trabajo, el criterio temporal que circunscribe
el análisis de la prensa comprende el período de comienzo
de discusión parlamentaria en el recinto de la Cámara de
Diputados de la Nación (cámara de origen), esto es, del 19
de Noviembre de 2001, hasta el 21 de Noviembre de 2002,
fecha en que el ejecutivo nacional promulga la ley. Vale acla-
rar, que la presente política objeto de análisis es la primera
en el tiempo entre las demás que serán objeto de estudio en
esta oportunidad. Desde aquí se evidencia que el corpus
periodístico en el que se sustenta este artículo, es notable-
mente menor al que abordan los relatos de discusión y/o
sanción de otras políticas públicas estudiadas en esta sec-
ción, más cercanas en el tiempo. Así, siguiendo idénticos
criterios de búsqueda y sistematización de la información
que los demás trabajos, logramos identificar un número de
notas periodísticas considerablemente menor respecto de la
mayoría de los otros casos de estudio, la sistematización de
la política objeto aquí de análisis, dio por resultado un total
de 15 notas periodísticas, de las cuales diez pertenecen a
Página 12, dos a la Nación, y tres a Clarín.
A los fines de la presentación de este material, en un
primer momento abordaremos los actores y discursos a favor
de la sanción de la política evidenciados en la prensa, para
luego retomar ejes análogos de análisis, desde los sectores
contrarios a la aprobación de la ley. Presentamos en este tra-
bajo también, un breve recorrido por los principales conte-
nidos normativos que contempla la ley y el decreto regla-
mentario que dan origen al PNSSPR.

27
II- Actores intervinientes en los debates legislativos en tor-
no a la ley de Salud Sexual y Procreación Responsable

Antes de entrar al análisis de los debates y actores que


se evidenciaron a través de la prensa en torno al proceso le-
gislativo de aprobación de la ley 25.673, consideramos con-
veniente delinear algunos puntos relativos a los principales
marcos cognitivos en los que se enmarcaron estos actores y
discursos.
Siguiendo en esta línea a Bonan (2004) podemos de-
cir que en Argentina, de modo similar a lo que sucede en el
resto de los países de la región, tradicionalmente las discur-
sividades relacionadas a las agendas vinculadas a la sexuali-
dad y reproducción han tenido como referentes principales
ciertos marcos cognitivos, fuertemente influenciados por
construcciones de raíz religiosa católica. La autora mencio-
nada anteriormente esquematiza estos marcos del siguiente
modo:
• Marcos religiosos sustentados en razones de orden
moral, según la doctrina cristiana;
• Marcos biomédicos sustentados en razones de orden
natural, físico y biológico;
• Marcos político-nacionales, articulados sobre razones
de orden social, razones del Estado y/o de la nación
(Bonan, 2004: 11)

El establecimiento de estos marcos cognitivos por un


lado, responde a la determinación de un tipo de poder so-
cial y cultural específico desde el cual los argumentos pue-
den compartirse, reapropiarse y actualizarse a las distintas
épocas y circunstancias socioculturales, por una tipología
no homogénea de actores que comparte una moral común
íntimamente ligada a la de la jerarquía de la Iglesia Católica
(Vaggione, 2009; Bonan, 2004). Las estrategias y discursos
desplegados por estos sectores, si bien poseen un trasfondo

28
común, difieren ante la coyuntura, por lo que es posible
encontrar argumentos contarios al avance de políticas de
promoción y reconocimiento de los DDSSRR articulados a
través de planteos de carácter científicos, biomédicos y/o le-
gales. Así, nos es dable ver cómo toda vez que los movimien-
tos feministas, de la diversidad sexual, y/o de derechos hu-
manos lograron avances en la materia, la Iglesia Católica y
sectores afines a ésta se reorganizaron para intentar frenar
posibles conquistas. Diversos análisis han puesto en eviden-
cia las formas en que el activismo conservador católico, en-
marcado en la arena de sociedad civil, defiende políticamen-
te una concepción tradicional de sexualidad vinculada con
inexorablemente a la reproducción (Mujica, 2007; Dides,
2006). En lo que refiere al PNSSPR, estos sectores fueron
activos durante todo el proceso de discusión y sanción de la
ley, así como luego de ésta, a través de la instauración de
numerosas estrategias de judicialización de la ley en general,
o en alguno de sus puntos en particular, con el fin de obtu-
rar la vigencia de la política (Bergallo, 2010).
Por otro lado, encontramos en estos procesos actores
que conciben a las instituciones sociales como producto de
la acción social y cultural. En este sentido, y en relación al
tema que nos convoca, cobran gran protagonismo la confi-
guración de «subjetividades colectivas emancipatorias» (Bo-
nan & Guzmán, 2007), las que en el ámbito de la lucha por
los DDSSRR, se personifican principalmente a través de los
movimientos de mujeres y de la diversidad sexual, quienes
han logrado posicionarse como actores/as claves en la politi-
zación de las discusiones, consiguiendo progresivamente re-
configurar a nivel social, el modelo de familia defendido por
la jerarquía de la Iglesia Católica, como modelo hegemónico
de dominación. Para este sector, podemos decir que fueron
condicionantes claves de la acción los recursos organizativos
y las dinámicas colectivas de los marcos interpretativos de
acción (De Barbieri, 2000), los que se vieron favorecidos y
en gran parte enmarcados, en hitos de cariz internacional,

29
como fueron las conferencias internacionales de derechos
humanos en la década del 90. A nivel internacional, el reco-
nocimiento de los DDSSRR identifica como antecedentes
centrales a la Conferencia Mundial de Derechos Humanos
(Viena, 1993), la Conferencia Internacional sobre Población
y el Desarrollo (El Cairo, 1994) y la IV Conferencia Mun-
dial sobre la Mujer (Beijing, 1995)3. En esta última, se esta-
bleció que «la salud y los derechos sexuales y reproductivos
son derechos humanos fundamentales» (Petracci y Pecheny,
2007).
Esta incorporación a los debates sociales y políticos,
implicó politizar y llevar a las esferas públicas aspectos de la
vida de las personas que tradicionalmente eran concebidos o
enmarcados en ámbitos privados o de orden natural (Ortiz,
2009). De allí que las discusiones no sólo refieren a la ad-
quisición (o no) de derechos, sino también al cuestionamien-
to de las nociones tradicionales desde la cuales se están pen-
sando o sosteniendo posiciones respecto a la sexualidad y
reproducción (De Barbieri, 2000; Miller, 2010).
Desde estos marcos cognitivos de análisis, podemos
observar cómo el tema de la sexualidad y reproducción es
una arena de alta conflictividad, que pone en evidencia dis-
tintas percepciones de lo social y cultural, así como intereses
y disputas de poder, en la que actores con posiciones hege-
mónicas de nociones de familia, sexualidad y reproducción
intentan limitar la capacidad de decidir de los/as individuos
(Vargas, 2000).

3
Estas reuniones internacionales adquieren especial relevancia, ya que al
ser ratificadas por los Estados (re) abren las discusiones en torno a la
legitimación de los DDSSRR, enmarcándola en el plexo fundamental de
los derechos humanos.

30
III. Análisis del Contenido y puesta en marcha de la Ley

El Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación


Responsable, es creado en el ámbito del Ministerio de Salud
de la Nación el que se instituye como la autoridad de aplica-
ción4. Desde allí que se establece a este Ministerio, como el
agente encargado del asesoramiento técnico a los programas
provinciales que se adhieran al PNSSPR. Además, se esta-
blece que la orientación de las acciones se promoverán ma-
yoritariamente desde un enfoque de carácter preventivo5 ,
aspecto observable a través de algunos de los objetivos gene-
rales propuestos por el PNSSPR6 .
También se explicita la incorporación de la política al
sistema de salud nacional, a través de la inserción de las prác-
ticas vinculadas a la salud sexual y reproductiva estipuladas
por la ley 25.673 al Programa Médico Obligatorio7 .
Por último, el texto prevé la posibilidad de que insti-
tuciones privadas de carácter confesional que brinden servi-
cios de salud puedan, apelando al fundamento de sus con-
vicciones, prescindir de lo establecido en la ley respecto al

4
Decreto nacional 1282/2003.
5
Art. 2 Decreto Reglamentario 1282/2003.
6
Art. 2 de la ley 25.673. Serán Objetivos de este programa: a) alcanzar para
la población un nivel más elevado de salud sexual para que pueda tomar
«decisiones libres de discriminación, coacciones o violencia»; b) disminu-
ción de la morbimortalidad materno infantil; c) prevención embarazos no
deseados; d) promoción de la salud sexual de adolescentes; e) prevención
de enfermedades de transmisión sexual, VIH-Sida y patologías genital ma-
marias; f ) que la población tenga garantizado el acceso a la información
sobre salud sexual y procreación responsable; g) promover la participación
de las mujeres en las tomas de decisiones relacionadas a la salud sexual y la
procreación.
7
Art. 7 de la ley 25.673. Las prestaciones mencionadas en el artículo
anterior serán incluidas en el Programa Médico Obligatorio (PMO), en el
nomenclador nacional de prácticas médicas y en el nomenclador farmaco-
lógico./Los servicios de salud del sistema público, de la seguridad social de
salud y de los sistemas privados las incorporarán a sus coberturas, en igual-
dad de condiciones con sus otras prestaciones.

31
suministro de métodos anticonceptivos. En este sentido, el
Art. 6 inc. b, establece en lo relativo al suministro de anti-
conceptivos, que éste debe realizarse acorde a la demanda de
los/as beneficiarios/as, respetando sus convicciones, sobre la
base de estudios previos y sólo exceptuados en el caso de
contraindicación médica. En esta línea, se determina tam-
bién la necesidad de que los\as beneficiarios\as reciban in-
formación previa sobre métodos naturales 8. El organismo
oficial responsable de la determinación de los métodos con-
cordantes con la ley, en función de la determinación del
carácter reversible, no abortivo y transitorio de estos, es la
Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y
Tecnología (ANMAT).
En lo relativo al vínculo de la política con sectores de
la sociedad civil, en el año 2007, se crea a instancias de la
Secretaria de Programas Sanitarios del Ministerio de Salud
de la Nación, el Consejo Asesor del PNSSPR, órgano con-
formado por un núcleo de Organizaciones no Gubernamen-
tales de distintas provincias del país especializadas en el tra-
bajo relacionado al campo de la salud sexual y reproductiva.
Un dato para destacar en esta línea, es el relacionado a
las demandas que venían haciendo a las autoridades los co-
lectivos de la diversidad sexual quienes decían no verse re-
presentados/as en los delineamientos que venía sosteniendo
el PNSSPR. En el mes de Octubre de 2010, el Programa
Nacional de Prevención de Cáncer Cérvico-uterino y el
PNSSPR, convocaron a la conformación de una Mesa de
trabajo sobre Diversidad y Derechos Sexuales y Reproducti-
vos, integrada en forma conjunta por organizaciones de la
sociedad civil y organismos de Naciones Unidas. Desde ese
espacio el 14 de Diciembre del mismo año, se realizó una

8
En el texto de reglamentación del PNSSPR se establece «entiéndase por
métodos naturales, los vinculados a la abstinencia periódica, los cuales
deberán ser especialmente informados.» (Art. 6 Decreto Nacional 1282/
2003).

32
jornada que se dio en llamar «Estado de situación y líneas de
acción para promover el acceso a los servicios de salud sexual
y reproductiva de la población LGTB». En palabras del pre-
sidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bi-
sexuales y Trans (FALGBT), Esteban Paulón, esta iniciativa
constituye un avance sustancial en términos de políticas
públicas inclusivas del colectivo LGBT (Ministerio de Sa-
lud de la Nación Argentina, 2011).
En lo referente al nivel de aplicación y puesta en mar-
cha de la política, a la fecha podemos dar cuenta de la per-
sistencia de obstáculos en cuanto a la aplicación federal de la
misma. En este sentido, nos encontramos con que las pro-
vincias de Catamarca, Formosa, San Juan y Tucumán no cuen-
tan aún con legislación provincial sancionada sobre salud
sexual y reproductiva, mientras que en Salta la normativa
provincial se encuentra todavía sin reglamentar. A estos fac-
tores, que en la práctica devienen en condicionantes que ex-
ceden de lo meramente técnico y formal9, debemos sumarle
el hecho de que, como se apreciará en el artículo que aborda
el eje de educación sexual, las provincias de San Juan, Salta y
Tucumán, tampoco adhieren a la ley 26.150 (Programa

9
Entre los múltiples obstáculos que implica la falta de estatus legal de la
política, sea por la no adhesión de las provincias a la ley nacional, o por la
falta de normativa local al respecto, citamos algunos ejemplos de lo acon-
tecido en la provincia de San Juan, donde solo se ha ratificado algunos
artículos de la ley 25.673 a través de su incorporación en otra política, el
Plan Mujer. La realidad de la salud sexual y repr oductiva en la provincia de
San Juan ha sido noticia en más de una oportunidad a causa de las confron-
taciones acaecidas entre la provincia y la nación, y sectores sociales a favor
y en contra de la implementación de la política. En el año 2004 el gobierno
provincial ante la presión y presentación judicial de sectores conservadores
vinculados a la jerarquía de la Iglesia católica, prohibió a los hospitales y
salas de primeros auxilios de la provincia, la realización de charlas informa-
tivas, así como el suministro de métodos y elementos anticonceptivos (Pá-
gina 12, 2004, 12 de Junio; Notivida, 2004, 18 de Junio). En el año 2006,
el entonces secretario de Salud de la provincia, dio la orden de que no se
entregaran en los servicios de salud provinciales los dispositivos DIU, ni sus
kits de colocación (Página 12, 2006, 13 de Noviembre)

33
Nacional de Educación Sexual Integral), circunstancia que
complejiza aún más el panorama de la salud sexual y repro-
ductiva en estas localidades.

IV- A. Principales Voces a favor de la Aprobación de la Polí-


tica

Como expresamos anteriormente, el debate social y


político que terminó con la aprobación de ley que crea el
PNSSPR, puso en evidencia una serie de discursos y actores
que apoyaban explícitamente la sanción de la Ley 25.673,
enrolados en distintos ámbitos no/gubernamentales. En esta
oportunidad intentaremos recuperar estas voces visibiliza-
das a través de la prensa escrita nacional objeto del presente
análisis.
Uno de los actores centrales en la formulación de los
lineamentos de la política, así como en su posterior sanción
y reglamentación, fue el entonces Ministro de Salud de la
Nación, Ginés González García, quien en diferentes opor-
tunidades se pronunció por la urgente necesidad en el país
de una política en materia de salud sexual y reproductiva
(Página 12, 2001, 1 de Noviembre; Página 12, 2002. 7 de
Octubre). La línea argumentativa central del entonces mi-
nistro ostentaba un carácter preeminentemente sanitario: «[el
Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsa-
ble] garantizará a toda la población el acceso a la información,
orientación, métodos y prestación de servicios referidos a la salud
reproductiva y procreación responsable, actuando preventivamente
y evitando la necesidad del aborto». Asimismo, el entonces
ministro de salud indicaba que el programa buscaba «dismi-
nuir los índices de morbimortalidad materno infantil, contri-
buir con la prevención y detección precoz de las enfermedades de
transmisión sexual, de VIH-SIDA y patologías genitales y ma-
marias» (Página 12, 2002,7 de Octubre).

34
El apoyo que el entonces ministro de salud realizaba
a la agenda vinculada a la salud sexual y reproductiva, así
como a la educación sexual, implicaría, personal e institu-
cionalmente, fuertes enfrentamientos con la jerarquía de la
Iglesia Católica, (Clarín 2005, 4 de Noviembre; Página 12,
2005, 7 de Noviembre). Entre los choques más duros de
este enfrentamiento, se destacan los acontecimientos acaeci-
dos a causa de las desacertadas declaraciones de monseñor
Antonio Baseotto, quien en una carta dirigida al entonces
ministro de salud, sostenía que el funcionario «(…) merecía
ser arrojado al mar con una piedra colgada al cuello, por su
posición favorable a la despenalización del aborto en determi-
nadas circunstancia» (Página 12, 2005, 7 de Noviembre).
Siguiendo con los actores políticos que se pronuncia-
ron a favor de la sanción de la política, encontramos a quien
por entonces era primera dama y titular del Consejo Nacio-
nal Coordinador de Políticas Sociales, Hilda Duhalde, quien
si bien se mostró a favor de la sanción de la ley, destacó que
ante la falta de evidencias contundentes de la no consecuen-
cia abortiva de la anticoncepción hormonal de emergencia,
ésta no podía ser admitida dentro del catálogo de métodos
anticonceptivos que preveía el PNSSPR10. Por otro lado, las
declaraciones de Hilda Dualdhe retoman otro de los ejes de
análisis desde los cuales se aborda el estudio de los DDSS-
RR, esto es, el relacionado al rol de lo religioso en la esfera
pública y en su vinculación con el Estado: «tenemos que dejar
de ser hipócritas, es un tema que hay que tratarlo en el ámbito
escolar, sobre todo con las niñas a partir de los 12 años, porque
estamos viendo embarazos en chicas cada vez más pequeñas (…)»
[Q]ue la Iglesia ‘se ocupe de sus problemas» (Página 12, 2001,
1 de Noviembre). En esta misma línea, desde la sociedad
civil, algunas/os referentes desestimaban las declaraciones de
la jerarquía Católica contraria a la sanción de la política, por

10
La anticoncepción hormonal de emergencia, fue finalmente incluida en
el Programa Médico obligatorio en el mes Marzo de 2007.

35
entender que esto implicaba privilegiar un actor religioso
sobre las múltiples opciones religiosas existentes en el país.
Así, encontramos declaraciones como las de la investigadora
del Centro de Estudios de Estado y Sociedad, Silvina Ra-
mos : «(…) No me parece útil discutir estas cuestiones con el
Episcopado, que representa a una religión como las hay otras en
nuestro país (…) No veo por qué la opinión de la Iglesia Cató-
lica deba estar por encima de la de otros grupos» (Página 12,
2001, 1 de Noviembre). Otros sectores adherentes a la po-
lítica expresaban su preocupación en torno a cómo podían
influir las concepciones religiosas sobre la aplicación concre-
ta de la ley, por ejemplo en lo relativo a la objeción de con-
ciencia y la mención de excepción en materia de aplicación
de la ley respecto de instituciones privadas y/o confesiona-
les. (Página 12, 2001, 1 de Noviembre, Páginas 12, 2002,
31 de Octubre).
En las exposiciones vertidas en los medios de prensa,
distintos actores, tanto a favor como en contra, traían a cola-
ción en reiteradas oportunidades la relación entre la política
de salud sexual y reproductiva y la situación del aborto en el
país. Como veremos en el siguiente aparatado, mientras que
los actores contrarios argumentaban que el intento por ins-
talar esta política constituía un modo indirecto de incluir la
legalización del aborto, para algunas de las voces que se
mostraron a favor de la política, esta venía de algún modo a
atender la gravedad que constituía en el país la situación del
aborto para la salud y vida de las mujeres (Página 12, 2001,
1 de Noviembre; La Nación, 2002, 31 de Octubre). Los
discursos desde este eje tenían distintos enfoques elaborados
en base a indicadores de salud pública; en razones de equi-
dad de género; y los vinculados con los derechos humanos.
En esta última línea, aunque muchos/as planteaban el apo-
yo a la iniciativa, consideraban que ésta resultaba aún insu-
ficiente en miras del debido respeto por los derechos huma-
nos de las mujeres (Página 12, 2002 (a) – (c), 31 de Octu-
bre; La Nación, 2002, 31 de Octubre).

36
Para otros sectores, la aprobación de esta política cons-
tituía, de algún modo, una estrategia de intervención políti-
ca/ideológica en el ámbito de la salud pública, desde la cual
expresaban explícitamente que el apoyo a la ley constituía
una especie de moneda de cambio, a razón de no legislar
posteriormente sobre otros temas vinculados a la agenda.
En este sentido, se expresó el legislador nacional Juan Carlos
Passo (La Pampa), quien dijo que avalaba la iniciativa (la
aprobación de la ley 25.673) para no tener que aprobar en
el futuro una ley que legalizara el aborto (La Nación, 2002,
31 de Octubre).
El clima del debate por la aprobación de la ley y las
permanentes referencias al aborto, de parte de sectores a fa-
vor y en contra de la política, se agudizó a instancias de que
a pocos días de la aprobación de la ley por el Senado Nacio-
nal, el diputado socialista Rubén Giustiniani presentó un
proyecto de ley de despenalización del aborto en los casos
de violación, estupro y riesgo para la salud física y psíquica
de la mujer (Página 12, 2002, 13 de Noviembre). Las ten-
siones y criticas por este proyecto de ley traspasaron el ám-
bito partidario, en donde se fracturó la alianza que mante-
nían en esa época el socialismo y el partido Afirmación para
una República Igualitaria (ARI)11, trasladándose a diversos
sectores sociales y políticos. En este sentido, una serie de
voces tildaron a la iniciativa como políticamente inoportu-
na, por considerar que esta podría frustrar la aún pendiente
reglamentación y ulterior aplicación de la ley recientemente
aprobada (Página 12, 2002, 9 de Noviembre).

11
Esta alianza conformaba el bloque legislativo denominado «Alternativa».

37
IV- B Principales Voces en contra de la Aprobación de la
Política

Como era de esperarse, la norma que crea el Programa


Nacional de Salud Sexual y Procreación responsable puso en
evidencia en los medios de prensa, fuertes críticas tanto den-
tro como fuera de los recintos legislativos. Para tratar esta
cuestión, y debido a la heterogeneidad de los argumentos
contrarios, nos parece importante realizar algunas distincio-
nes.
La primera se relaciona con las voces que se hicieron
oír fuera del Congreso de la Nación, vinculadas a distintos
sectores e instituciones de la sociedad civil. En este sentido,
Sonia Escudero, por entonces Senadora de la Provincia de
Salta por el Partido Justicialista plasmó esta cuestión mani-
festando «[y]o sé que las organizaciones feministas no están con-
formes, que consideran que éste es apenas un pequeño escalón.
Pero los sectores conservadores también se oponen. Por eso digo
que ésta es la ley posible» (Página 12, 2002 (a), 31 de Octu-
bre; Clarín, 2002, 31 de Octubre).
Y tal como la senadora lo expresó, la aprobación de
esta ley no conformó ni a sectores vinculados a movimientos
feministas, ni a sectores religiosos o vinculados a la Iglesia
católica. Es interesante notar, como adelantamos en el apar-
tado anterior, que sectores con agendas contrarias considera-
ron la nueva normativa como insuficiente, pero las razones
de desaprobación tenían distintos fundamentos.
Por el lado del feminismo, la voz de Cecilia Lipszyc,
del Movimiento de Mujeres, se escuchó en este debate, ex-
presando «[E]s una ley tibia y ambigua. La mayoría de las leyes
provinciales de salud sexual y reproductiva son mejores que ésta
[…]».Entre las principales críticas que le hacía, expresó su
desacuerdo, al mencionar la cuestión de la patria potestad
que habilitaría a los profesionales a exigir a los/as adolescen-
tes menores de edad, una autorización de sus padres para

38
recibir tanto información sobre salud sexual como también
anticonceptivos. También se mostró preocupación por el
permiso que se otorga a los colegios privados e institutos de
salud confesionales para el no cumplimiento de la ley, así
como por la falta de precisión en los métodos anticoncepti-
vos que el Estado se obligaba a suministrar a los/as habitan-
tes, lo que dejaría « (…) abierta la posibilidad de que aquellos
médicos que falsamente consideran al DIU como abortivo, no lo
suministren» (Página 12, 2002 (b), 31 de Octubre).
En esta postura también se enroló León Gindin, sexó-
logo y profesor titular de Sexualidad y Salud de la Universi-
dad de Belgrano, quien manifestó fundamentalmente que
se trataba de una ley que:

«[Tenía] que ver mucho más con la reproducción que


con el placer. Me da la sensación de que seguimos en las
películas viejas, con una educación sexual biologista. Una
verdadera educación sexual tendría que consistir en un
modelo mucho más dialógico y concientizador, en el que
debería tenerse en cuenta la capacitación docente. Hay
que ir por más. Embarazo, sida y reproducción no pue-
den ser los únicos puntos importantes sobre los que debe
basarse una ley de este tipo, no hay que quedarse en
repartir anticonceptivos sino que hay que hablar de una
educación sexual para el amor y para el placer». (Página
12, 2002 (b), 31 de Octubre).

El académico también manifestó su preocupación por


tornar facultativo para las instituciones religiosas impartir
educación sexual (Página 12, 2002 (b), 31 de Octubre).
Pero más resonantes fueron aún las críticas que vinie-
ron desde sectores de la Iglesia Católica y organizaciones
vinculadas a ésta. Y es que, como lo señala Vaggione (2009):

«[l]a Iglesia Católica, y algunos sectores identificados con


ella se movilizan para defender una concepción de la
sexualidad fuertemente unida a la reproducción matri-
monial, considerando a los derechos sexuales y repro-

39
ductivos como la emergencia de un relativismo moral
que debe ser resistido». (2009: 141)

Así, desde la Conferencia Episcopal Argentina se con-


sideró que detrás de esta ley en realidad se escondía princi-
palmente una «intención de despenalizar y hasta legalizar el
aborto» (Página 12, 2002, 1 de Noviembre), y que promo-
vía «la prescripción de elementos y métodos anticonceptivos no
conformes al orden natural, lesiona[ndo] la dignidad de la per-
sona [… siendo] moralmente inaceptable» (La Nación, 2002,
31 de Octubre).
Otras de las críticas contra de la ley, hacia parte de las
concepciones socioculturales circulantes atribuidas a jóve-
nes y adolescentes en relación con su capacidad sexual y re-
productiva. En este sentido nuevamente la Conferencia Epis-
copal en su comunicado apunta al hecho de que la nueva
normativa no salvaguardaba «efectivamente el ejercicio de la
patria potestad y el derecho natural de los padres a la educación
de los hijos, por cuanto omite especificar que los menores de edad
requieren la firma del consentimiento informado de sus padres,
tutores o responsables»12, y que tampoco incluía «explícitamente
la educación por la castidad, siendo la formación en esa virtud
el camino más seguro y eficaz para alcanzar la mayoría de los
objetivos explicitados» (Página 12, 2002, 1 de Noviembre).
Junto a la voz institucional de la Iglesia Católica, otros
actores de la sociedad civil, pero vinculados con esta institu-
12
Resulta interesante destacar que la cuestión de la patria potestad (es
decir, este poder que tienen los padres «sobre la persona y los bienes de sus
hijos») fue criticada desde diversos ángulos. Para par te del movimiento de
mujeres, la nueva normativa otorgaba demasiada importancia a los padres
en decisiones reproductivas de sus hijos e hijas (tales como consentimiento
para acceder a información o a los mismos métodos anticonceptivos), y en
ese sentido, no solo avasallaba las libertades individuales, sino que implica-
ba a la larga fallas en la efectividad del PNSSPR. P ara los sectores vincula-
dos a la Iglesia, por el contrario, este nuevo programa era demasiado «per-
misivo», y le preocupaba que a los padres no se les diera la incumbencia,
que consideraban, debían tener en materia de educación sexual y procrea-
ción responsable.

40
ción, también se hicieron oír en el debate. Es el caso de Pro
- Vida, una organización no gubernamental que se mostró
preocupada por las posibles consecuencias que esta ley trae-
ría aparejada. Al respecto, su vocero Roberto Castellano ex-
presó que esta ley atentaba «contra la salud pública en tanto
[presentaba] como «saludables» los fármacos abortivos que ile-
galmente ha autorizado el ANMAT junto con otros altamente
dañinos para la salud humana» (La Nación, 2002, 31 de
Octubre). Pero además de este argumento, consonante al de
la jerarquía de la Iglesia Católica, es interesante analizar el
otro razonamiento asociado, esta vez al plano del derecho.
Según Pro - Vida, la nueva legislación violaba «la reserva que
efectuara la Argentina en oportunidad de suscribir la Conven-
ción de los Derechos del Niño en el sentido de que todo lo atinen-
te a la planificación familiar atañe a los padres de manera
indelegable». En consecuencia, consideraron que esta nor-
mativa era inconstitucional «ya que busca satisfacer el ánimo
de lucro de algunos y los intereses de otros» (La Nación, 2002,
31 de Octubre; Página 12, 2002, 31 de Octubre).
Este argumento sería central para lo que vendría. A
partir de entonces, «[g]rupos minoritarios, ligados a los sectores
más conservadores de la Iglesia Católica, realizaron presenta-
ciones en diversos juzgados del país solicitando la no implemen-
tación del PNSSPR y la declaración de inconstitucionalidad de
las leyes sancionadas» (Petracci y Pecheny, 2007: 38). Estas
acciones judiciales tenían fundamentalmente dos propósi-
tos (Peñas Defagó, 2009): el primero era evitar la fabrica-
ción, distribución y comercialización de métodos anticon-
ceptivos de emergencia (conocidos como «la píldora del día
después).La judicialización en esta materia, tuvo una acogi-
da favorable en un criticado fallo de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en el año 200213, dictaminado con
anterioridad a la aprobación de la ley 25.673, el cual se

13
Expediente Judicial: Por tal de Belén. Asociación Civil sin fines de lucro c/
Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación s/amparo.

41
convirtió en un inexorable precedente judicial a nivel nacio-
nal y regional para las sucesivas demandas contra la distri-
bución de la anticoncepción hormonal de emergencia. (Pá-
gina 12, 2002, 6 -7 - 8 de Marzo). El segundo propósito se
vinculaba más a la declaración de inconstitucionalidad de
toda la ley de salud reproductiva, con el argumento de ser
violatorio de la patria potestad de los padres. Estas últimas
demandas también fueron acogidas en los tribunales porte-
ños y de la provincia de Córdoba entre otras. (Página 12,
2002, 8 de Marzo; Clarín, 2008, 7 de Septiembre).
Pero las posiciones disidentes no sólo se produjeron
fuera del Congreso. Al interior del mismo, hubo una pro-
longada discusión, y que no parece haber dejado a todos/as
conformes. Algunos de los ejes de disputa evidenciados en el
debate parlamentario, fueron los relacionados con: la deter-
minación de la objeción de conciencia (en beneficio de los/
as profesionales de la salud y de instituciones educativas y
de salud confesionales) y nuevamente aquí, el tema del re-
conocimiento de los derechos de los/as adolescentes al acce-
so a información y servicios de salud reproductiva. (Petracci
y Pecheny, 2007: 37). Finalmente, estas cuestiones fueron
zanjada en el Senado, donde se aprobó la ley.
En lo relativo a la Cámara de Senadores, quienes se
opusieron a la aprobación de la Ley se encuestaban, el hoy
gobernador de la provincia de San Juan, José Luis Gioja,
Pablo Walter, Nancy Avelín y una de las más férreas oposito-
ras en el año 2010 a la sanción de la reforma del Código
Civil, que permitió el matrimonio entre personas del mis-
mos sexo, Liliana Negre de Alonso, quien no votó, pero fir-
mó un dictamen en contra con anterioridad a la votación.
Los motivos de oposición a la ley, se fundaron en razones
«éticas y personales» (Clarín, 2002, 31 de Octubre). La se-
nadora sanjuanina Nélida Martín, del Partido Justicialista,
fundó su rechazo a la ley en cuestiones demográficas, ya que
consideraba que la normativa impactaba negativamente en
la natalidad poblacional argentina. La senadora consideró

42
que el uso de anticonceptivos «se contradice con las políticas
de Estado para promover la natalidad, que son necesarias
para recrear mercados internos» (Página 12, 2002, 31 de
Octubre) «[…] en un país con tan baja densidad de pobla-
ción» (Clarín, 2002, 31 de Octubre).

Reflexiones Finales

A partir de este primer análisis exploratorio, nuestra


intención fue denotar cuáles fueron los actores y las tramas
de intereses que surgieron en los medios de prensa escrita
objeto de análisis, a la hora de definir nociones vinculadas a
los DDSSRR imbricadas en la política que lleva adelante el
PNSSPR. Asimismo, se intentó identificar los marcos nor-
mativos que orientaron las prácticas de estos y otros actores
institucionales.
Las prácticas de movimientos sociales (como el caso
de los movimientos feministas y de la diversidad sexual) si-
guen insistiendo en la necesidad de instalar en la agenda
pública temas vinculados a la sexualidad y al ejercicio de la
autodeterminación procreativa libre y voluntaria, temas pos-
tergados por décadas de las discusiones públicas y de las
decisiones políticas, constituyéndose en deudas que a nivel
social, y luego de dos siglos de historia de nuestro país, si-
guen pendientes.
En base a lo expresado aquí, y en estricta relación con
los debates que se desarrollarán en los artículos que comple-
mentan este trabajo, podemos inferir que en Argentina, a
pesar de haberse avanzado en la sanción de políticas públi-
cas a nivel nacional y provinciales y conseguido instalar pú-
blicamente en un amplio marco de la sociedad argentina la
agenda vinculada a temas de sexualidad y reproducción, se
continúa denotando, luego de casi una década de la sanción
de la ley 25.673, la persistencia de obstáculos políticos y
simbólicos que se traducen, para un gran sector de la pobla-

43
ción, en la falta de provisión de recursos necesarios para com-
pensar las desigualdades evitables, innecesarias e injustas,
en atención a sus DDSSRR. Para cerrar estas breves líneas,
creemos que hay temas que son de urgente abordaje políti-
co, como es lo referido a la situación de las/os adolescentes,
quienes en materia de salud sexual y reproductiva siguen sin
estar reconocidos/as como verdaderos/as sujetos/as de dere-
cho y continúan sometidos/as a una especie de paternalismo
médico y educacional que obtura el ejercicio pleno de sus
DDSSRR 14.

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14
No obstante lo establecido en el decreto 1282/2003, respecto del reco-
nocimiento explicito de la noción de las capacidades progresivas de niños/
as y del respeto de las instituciones por el principio constitucional del
interés superior del/a niño/a, la temática que involucra el acceso a la salud
sexual y reproductiva de los/as adolescentes, continúa siendo fuertemente
debatida, y obturada en la práctica, principalmente por parte de los equi-
pos de salud (Página 12, 2009, 10 de Junio).

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