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I-Introducción
1
La autora y el autor agradecen profundamente el extraordinario trabajo
colaborativo realizado por Candelaria García Reina.
* Abogada por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Doctoranda
en Derecho y Ciencias Sociales por la UNC. Becaria doctoral SECyT por
el Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales (CIJS-UNC).
** Abogado por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Doctorando
en Derecho y Ciencias Sociales por la UNC. Becario doctoral Conicet tipo
I, por el Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales (CIJS-UNC).
23
mientos feministas y por la diversidad sexual, acciones que
favorecieron la puesta en la agenda pública de los modos de
repensar los sentidos construidos que atraviesan las concep-
ciones tradicionales de reproducción y sexualidad. El surgi-
miento de estos nuevos actores en la arena pública se vio
favorecido por distintas circunstancias, entre ellas la relacio-
nada con la apertura que ofrecen los sistemas políticos insti-
tucionales democráticos. En Argentina la recuperación de la
democracia en 1983 marca un hito fundamental en torno a
la diagramación de políticas públicas en el área de los Dere-
chos Sexuales y Reproductivos -DDSSRR- (Moreno, 2008).
En el año 1986 se deroga vía decreto presidencial2, otro de-
creto que databa de la dictadura militar, restrictivo en mate-
ria de salud sexual y reproductiva, estableciéndose por pri-
mera vez a nivel nacional el derecho de las parejas a decidir
libremente acerca del número y espaciamiento de los/as hi-
jos/as (Gutiérrez, Gogna & Ramos, 1998).
Otro suceso que contribuyó a poner en la agenda
pública el debate por el reconocimiento de los DDSSRR se
remonta al año 1994, oportunidad en la que se llevó a cabo
en el país la última reforma constitucional. Esta instancia,
estuvo signada por fuertes confrontaciones en la asamblea
constituyente respecto de algunas de las temáticas vincula-
das al campo de los DDSSRR. Uno de los puntos de mayor
conflicto en este sentido, se produjo a causa del intento del
entonces presidente de la Nación, Carlos Menem, de in-
cluir en la reforma constitucional una cláusula que consa-
graba el derecho a la vida «desde la concepción hasta la muerte
natural». Este acontecimiento, marcó importantes enfrenta-
mientos entre los grupos a favor de este postulado, en línea
general vinculados con la Iglesia Católica y los sectores que
se oponían a tal inclusión en el texto constitucional. En esta
ocasión, el debate finalmente se zanjó por la no inclusión de
la cláusula propuesta por el ejecutivo nacional en el texto
2
Se trató del decreto N° 2.274.
24
aprobado por la Asamblea Constituyente de 1994 (Petracci
y Pecheny, 2007).
De este modo, el proceso de reforma constitucional
resultó ser en aquella instancia, el espacio propicio para (re)
visibilizar las posiciones y discursos que se articulaban en la
época en torno a cuestiones vinculadas a los DDSSRR, así
como el grado de legitimación social y cultural que estaban
adquiriendo estas temáticas en la sociedad argentina (Pe-
tracci y Pecheny, 2007).
Las primeras políticas públicas que abordan los dis-
tintos ejes vinculados a la salud sexual y reproductiva, co-
mienzan a gestarse en el país centralmente a fines de la déca-
da del 90, tiempo donde se dieron nueve iniciativas en la
materia, muchas de las cuales fueron modificadas o deroga-
das años después. El primer antecedente de un programa
integral en el área de la salud sexual y reproductiva data del
año 1987, se trató de una experiencia piloto en la Ciudad
de Buenos Aires, destinada a brindar asistencia en los servi-
cios públicos de salud en materia de anticoncepción (Pe-
tracci y Pecheny, 2007). Le siguieron en esta línea, La Pam-
pa en el año 1991, donde se crea el Programa Provincial de
Procreación Responsable (ley 1.363), y Santa Fe, donde en
el año 1992 se sanciona la Ley de Establecimientos Oficia-
les de Educación Sexual (Ley 10.947). De este modo, pro-
gresivamente las distintas provincias y ciudades del país fue-
ron sancionando leyes que incorporaban y reconocían el de-
recho a la salud sexual y reproductiva.
A nivel nacional, el proceso de sanción de la Ley
25.673 que crea el Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable (PNSSPR), se inicia con un pro-
yecto de ley que contó con media sanción en la Cámara de
Diputados de la Nación en el año 1995, proyecto que pier-
de estado parlamentario en el año 1997 (Petracci y Pecheny,
2007). En el año 2001, otro proyecto de ley adquiere nue-
vamente media sanción en la Cámara de Diputados y en el
mes de Octubre de 2002, su sanción definitiva en la Cáma-
25
ra de Senadores bajo el número de ley 25.673. La norma fue
promulgada por el poder ejecutivo nacional el 21 de No-
viembre de 2002 y reglamentada en el mes de Mayo del año
2003.
De este modo, la sanción de la ley que crea el PNSS-
PR se configuró por una lado en respuesta a una serie de
reclamos de distintos sectores de la sociedad que venían de-
mandando por ampliar y hacer público y visible el debate
por los DDSSRR, mientras que por el otro lado, esta políti-
ca permitió diagramar futuros escenarios y alianzas posibles
para la sanción de futuras políticas en la materia.
Vale en este punto aclarar que, tal como ocurrió en el
contexto de la reforma constitucional durante el gobierno
de Menem, el proceso de discusión, sanción y puesta en
marcha del PNSSPR, estuvo y continúa estando signado por
importantes disputas.
A instancias de su discusión parlamentaria, algunos
sectores sociales irrumpieron en el espacio público desple-
gando distintas estrategias con el objetivo de obturar la apro-
bación de la ley. Como veremos más adelante, la mayor con-
vergencia de argumentos en contra de la sanción de la nor-
mativa encuentra su fundamento en debates de raíz valóri-
ca.
Dentro de los escenarios donde se desarrollaron estos
procesos, los medios de comunicación se erigieron en espa-
cios claves desde los cuales se comenzó a integrar en los dis-
cursos públicos circulantes discusiones inscriptas en la agenda
de los DDSSRR. Además, la arena de los medios de comu-
nicación se configuró en un espacio público de confronta-
ciones de parte de sectores a favor y en contra de la política
(Laudano, 1998).
Desde este último abordaje, en la presente ocasión
indagaremos cuáles fueron los principales discursos y acto-
res que se articularon a favor y en contra en el proceso de
discusión y aprobación de la Ley 25.673, a partir del análi-
sis de tres medios de prensa escrita nacionales (Clarín, Pági-
26
na 12 y La Nación). De modo análogo al criterio seguido
para el abordaje de las otras políticas y temáticas que com-
prenden este trabajo, el criterio temporal que circunscribe
el análisis de la prensa comprende el período de comienzo
de discusión parlamentaria en el recinto de la Cámara de
Diputados de la Nación (cámara de origen), esto es, del 19
de Noviembre de 2001, hasta el 21 de Noviembre de 2002,
fecha en que el ejecutivo nacional promulga la ley. Vale acla-
rar, que la presente política objeto de análisis es la primera
en el tiempo entre las demás que serán objeto de estudio en
esta oportunidad. Desde aquí se evidencia que el corpus
periodístico en el que se sustenta este artículo, es notable-
mente menor al que abordan los relatos de discusión y/o
sanción de otras políticas públicas estudiadas en esta sec-
ción, más cercanas en el tiempo. Así, siguiendo idénticos
criterios de búsqueda y sistematización de la información
que los demás trabajos, logramos identificar un número de
notas periodísticas considerablemente menor respecto de la
mayoría de los otros casos de estudio, la sistematización de
la política objeto aquí de análisis, dio por resultado un total
de 15 notas periodísticas, de las cuales diez pertenecen a
Página 12, dos a la Nación, y tres a Clarín.
A los fines de la presentación de este material, en un
primer momento abordaremos los actores y discursos a favor
de la sanción de la política evidenciados en la prensa, para
luego retomar ejes análogos de análisis, desde los sectores
contrarios a la aprobación de la ley. Presentamos en este tra-
bajo también, un breve recorrido por los principales conte-
nidos normativos que contempla la ley y el decreto regla-
mentario que dan origen al PNSSPR.
27
II- Actores intervinientes en los debates legislativos en tor-
no a la ley de Salud Sexual y Procreación Responsable
28
común, difieren ante la coyuntura, por lo que es posible
encontrar argumentos contarios al avance de políticas de
promoción y reconocimiento de los DDSSRR articulados a
través de planteos de carácter científicos, biomédicos y/o le-
gales. Así, nos es dable ver cómo toda vez que los movimien-
tos feministas, de la diversidad sexual, y/o de derechos hu-
manos lograron avances en la materia, la Iglesia Católica y
sectores afines a ésta se reorganizaron para intentar frenar
posibles conquistas. Diversos análisis han puesto en eviden-
cia las formas en que el activismo conservador católico, en-
marcado en la arena de sociedad civil, defiende políticamen-
te una concepción tradicional de sexualidad vinculada con
inexorablemente a la reproducción (Mujica, 2007; Dides,
2006). En lo que refiere al PNSSPR, estos sectores fueron
activos durante todo el proceso de discusión y sanción de la
ley, así como luego de ésta, a través de la instauración de
numerosas estrategias de judicialización de la ley en general,
o en alguno de sus puntos en particular, con el fin de obtu-
rar la vigencia de la política (Bergallo, 2010).
Por otro lado, encontramos en estos procesos actores
que conciben a las instituciones sociales como producto de
la acción social y cultural. En este sentido, y en relación al
tema que nos convoca, cobran gran protagonismo la confi-
guración de «subjetividades colectivas emancipatorias» (Bo-
nan & Guzmán, 2007), las que en el ámbito de la lucha por
los DDSSRR, se personifican principalmente a través de los
movimientos de mujeres y de la diversidad sexual, quienes
han logrado posicionarse como actores/as claves en la politi-
zación de las discusiones, consiguiendo progresivamente re-
configurar a nivel social, el modelo de familia defendido por
la jerarquía de la Iglesia Católica, como modelo hegemónico
de dominación. Para este sector, podemos decir que fueron
condicionantes claves de la acción los recursos organizativos
y las dinámicas colectivas de los marcos interpretativos de
acción (De Barbieri, 2000), los que se vieron favorecidos y
en gran parte enmarcados, en hitos de cariz internacional,
29
como fueron las conferencias internacionales de derechos
humanos en la década del 90. A nivel internacional, el reco-
nocimiento de los DDSSRR identifica como antecedentes
centrales a la Conferencia Mundial de Derechos Humanos
(Viena, 1993), la Conferencia Internacional sobre Población
y el Desarrollo (El Cairo, 1994) y la IV Conferencia Mun-
dial sobre la Mujer (Beijing, 1995)3. En esta última, se esta-
bleció que «la salud y los derechos sexuales y reproductivos
son derechos humanos fundamentales» (Petracci y Pecheny,
2007).
Esta incorporación a los debates sociales y políticos,
implicó politizar y llevar a las esferas públicas aspectos de la
vida de las personas que tradicionalmente eran concebidos o
enmarcados en ámbitos privados o de orden natural (Ortiz,
2009). De allí que las discusiones no sólo refieren a la ad-
quisición (o no) de derechos, sino también al cuestionamien-
to de las nociones tradicionales desde la cuales se están pen-
sando o sosteniendo posiciones respecto a la sexualidad y
reproducción (De Barbieri, 2000; Miller, 2010).
Desde estos marcos cognitivos de análisis, podemos
observar cómo el tema de la sexualidad y reproducción es
una arena de alta conflictividad, que pone en evidencia dis-
tintas percepciones de lo social y cultural, así como intereses
y disputas de poder, en la que actores con posiciones hege-
mónicas de nociones de familia, sexualidad y reproducción
intentan limitar la capacidad de decidir de los/as individuos
(Vargas, 2000).
3
Estas reuniones internacionales adquieren especial relevancia, ya que al
ser ratificadas por los Estados (re) abren las discusiones en torno a la
legitimación de los DDSSRR, enmarcándola en el plexo fundamental de
los derechos humanos.
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III. Análisis del Contenido y puesta en marcha de la Ley
4
Decreto nacional 1282/2003.
5
Art. 2 Decreto Reglamentario 1282/2003.
6
Art. 2 de la ley 25.673. Serán Objetivos de este programa: a) alcanzar para
la población un nivel más elevado de salud sexual para que pueda tomar
«decisiones libres de discriminación, coacciones o violencia»; b) disminu-
ción de la morbimortalidad materno infantil; c) prevención embarazos no
deseados; d) promoción de la salud sexual de adolescentes; e) prevención
de enfermedades de transmisión sexual, VIH-Sida y patologías genital ma-
marias; f ) que la población tenga garantizado el acceso a la información
sobre salud sexual y procreación responsable; g) promover la participación
de las mujeres en las tomas de decisiones relacionadas a la salud sexual y la
procreación.
7
Art. 7 de la ley 25.673. Las prestaciones mencionadas en el artículo
anterior serán incluidas en el Programa Médico Obligatorio (PMO), en el
nomenclador nacional de prácticas médicas y en el nomenclador farmaco-
lógico./Los servicios de salud del sistema público, de la seguridad social de
salud y de los sistemas privados las incorporarán a sus coberturas, en igual-
dad de condiciones con sus otras prestaciones.
31
suministro de métodos anticonceptivos. En este sentido, el
Art. 6 inc. b, establece en lo relativo al suministro de anti-
conceptivos, que éste debe realizarse acorde a la demanda de
los/as beneficiarios/as, respetando sus convicciones, sobre la
base de estudios previos y sólo exceptuados en el caso de
contraindicación médica. En esta línea, se determina tam-
bién la necesidad de que los\as beneficiarios\as reciban in-
formación previa sobre métodos naturales 8. El organismo
oficial responsable de la determinación de los métodos con-
cordantes con la ley, en función de la determinación del
carácter reversible, no abortivo y transitorio de estos, es la
Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y
Tecnología (ANMAT).
En lo relativo al vínculo de la política con sectores de
la sociedad civil, en el año 2007, se crea a instancias de la
Secretaria de Programas Sanitarios del Ministerio de Salud
de la Nación, el Consejo Asesor del PNSSPR, órgano con-
formado por un núcleo de Organizaciones no Gubernamen-
tales de distintas provincias del país especializadas en el tra-
bajo relacionado al campo de la salud sexual y reproductiva.
Un dato para destacar en esta línea, es el relacionado a
las demandas que venían haciendo a las autoridades los co-
lectivos de la diversidad sexual quienes decían no verse re-
presentados/as en los delineamientos que venía sosteniendo
el PNSSPR. En el mes de Octubre de 2010, el Programa
Nacional de Prevención de Cáncer Cérvico-uterino y el
PNSSPR, convocaron a la conformación de una Mesa de
trabajo sobre Diversidad y Derechos Sexuales y Reproducti-
vos, integrada en forma conjunta por organizaciones de la
sociedad civil y organismos de Naciones Unidas. Desde ese
espacio el 14 de Diciembre del mismo año, se realizó una
8
En el texto de reglamentación del PNSSPR se establece «entiéndase por
métodos naturales, los vinculados a la abstinencia periódica, los cuales
deberán ser especialmente informados.» (Art. 6 Decreto Nacional 1282/
2003).
32
jornada que se dio en llamar «Estado de situación y líneas de
acción para promover el acceso a los servicios de salud sexual
y reproductiva de la población LGTB». En palabras del pre-
sidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bi-
sexuales y Trans (FALGBT), Esteban Paulón, esta iniciativa
constituye un avance sustancial en términos de políticas
públicas inclusivas del colectivo LGBT (Ministerio de Sa-
lud de la Nación Argentina, 2011).
En lo referente al nivel de aplicación y puesta en mar-
cha de la política, a la fecha podemos dar cuenta de la per-
sistencia de obstáculos en cuanto a la aplicación federal de la
misma. En este sentido, nos encontramos con que las pro-
vincias de Catamarca, Formosa, San Juan y Tucumán no cuen-
tan aún con legislación provincial sancionada sobre salud
sexual y reproductiva, mientras que en Salta la normativa
provincial se encuentra todavía sin reglamentar. A estos fac-
tores, que en la práctica devienen en condicionantes que ex-
ceden de lo meramente técnico y formal9, debemos sumarle
el hecho de que, como se apreciará en el artículo que aborda
el eje de educación sexual, las provincias de San Juan, Salta y
Tucumán, tampoco adhieren a la ley 26.150 (Programa
9
Entre los múltiples obstáculos que implica la falta de estatus legal de la
política, sea por la no adhesión de las provincias a la ley nacional, o por la
falta de normativa local al respecto, citamos algunos ejemplos de lo acon-
tecido en la provincia de San Juan, donde solo se ha ratificado algunos
artículos de la ley 25.673 a través de su incorporación en otra política, el
Plan Mujer. La realidad de la salud sexual y repr oductiva en la provincia de
San Juan ha sido noticia en más de una oportunidad a causa de las confron-
taciones acaecidas entre la provincia y la nación, y sectores sociales a favor
y en contra de la implementación de la política. En el año 2004 el gobierno
provincial ante la presión y presentación judicial de sectores conservadores
vinculados a la jerarquía de la Iglesia católica, prohibió a los hospitales y
salas de primeros auxilios de la provincia, la realización de charlas informa-
tivas, así como el suministro de métodos y elementos anticonceptivos (Pá-
gina 12, 2004, 12 de Junio; Notivida, 2004, 18 de Junio). En el año 2006,
el entonces secretario de Salud de la provincia, dio la orden de que no se
entregaran en los servicios de salud provinciales los dispositivos DIU, ni sus
kits de colocación (Página 12, 2006, 13 de Noviembre)
33
Nacional de Educación Sexual Integral), circunstancia que
complejiza aún más el panorama de la salud sexual y repro-
ductiva en estas localidades.
34
El apoyo que el entonces ministro de salud realizaba
a la agenda vinculada a la salud sexual y reproductiva, así
como a la educación sexual, implicaría, personal e institu-
cionalmente, fuertes enfrentamientos con la jerarquía de la
Iglesia Católica, (Clarín 2005, 4 de Noviembre; Página 12,
2005, 7 de Noviembre). Entre los choques más duros de
este enfrentamiento, se destacan los acontecimientos acaeci-
dos a causa de las desacertadas declaraciones de monseñor
Antonio Baseotto, quien en una carta dirigida al entonces
ministro de salud, sostenía que el funcionario «(…) merecía
ser arrojado al mar con una piedra colgada al cuello, por su
posición favorable a la despenalización del aborto en determi-
nadas circunstancia» (Página 12, 2005, 7 de Noviembre).
Siguiendo con los actores políticos que se pronuncia-
ron a favor de la sanción de la política, encontramos a quien
por entonces era primera dama y titular del Consejo Nacio-
nal Coordinador de Políticas Sociales, Hilda Duhalde, quien
si bien se mostró a favor de la sanción de la ley, destacó que
ante la falta de evidencias contundentes de la no consecuen-
cia abortiva de la anticoncepción hormonal de emergencia,
ésta no podía ser admitida dentro del catálogo de métodos
anticonceptivos que preveía el PNSSPR10. Por otro lado, las
declaraciones de Hilda Dualdhe retoman otro de los ejes de
análisis desde los cuales se aborda el estudio de los DDSS-
RR, esto es, el relacionado al rol de lo religioso en la esfera
pública y en su vinculación con el Estado: «tenemos que dejar
de ser hipócritas, es un tema que hay que tratarlo en el ámbito
escolar, sobre todo con las niñas a partir de los 12 años, porque
estamos viendo embarazos en chicas cada vez más pequeñas (…)»
[Q]ue la Iglesia ‘se ocupe de sus problemas» (Página 12, 2001,
1 de Noviembre). En esta misma línea, desde la sociedad
civil, algunas/os referentes desestimaban las declaraciones de
la jerarquía Católica contraria a la sanción de la política, por
10
La anticoncepción hormonal de emergencia, fue finalmente incluida en
el Programa Médico obligatorio en el mes Marzo de 2007.
35
entender que esto implicaba privilegiar un actor religioso
sobre las múltiples opciones religiosas existentes en el país.
Así, encontramos declaraciones como las de la investigadora
del Centro de Estudios de Estado y Sociedad, Silvina Ra-
mos : «(…) No me parece útil discutir estas cuestiones con el
Episcopado, que representa a una religión como las hay otras en
nuestro país (…) No veo por qué la opinión de la Iglesia Cató-
lica deba estar por encima de la de otros grupos» (Página 12,
2001, 1 de Noviembre). Otros sectores adherentes a la po-
lítica expresaban su preocupación en torno a cómo podían
influir las concepciones religiosas sobre la aplicación concre-
ta de la ley, por ejemplo en lo relativo a la objeción de con-
ciencia y la mención de excepción en materia de aplicación
de la ley respecto de instituciones privadas y/o confesiona-
les. (Página 12, 2001, 1 de Noviembre, Páginas 12, 2002,
31 de Octubre).
En las exposiciones vertidas en los medios de prensa,
distintos actores, tanto a favor como en contra, traían a cola-
ción en reiteradas oportunidades la relación entre la política
de salud sexual y reproductiva y la situación del aborto en el
país. Como veremos en el siguiente aparatado, mientras que
los actores contrarios argumentaban que el intento por ins-
talar esta política constituía un modo indirecto de incluir la
legalización del aborto, para algunas de las voces que se
mostraron a favor de la política, esta venía de algún modo a
atender la gravedad que constituía en el país la situación del
aborto para la salud y vida de las mujeres (Página 12, 2001,
1 de Noviembre; La Nación, 2002, 31 de Octubre). Los
discursos desde este eje tenían distintos enfoques elaborados
en base a indicadores de salud pública; en razones de equi-
dad de género; y los vinculados con los derechos humanos.
En esta última línea, aunque muchos/as planteaban el apo-
yo a la iniciativa, consideraban que ésta resultaba aún insu-
ficiente en miras del debido respeto por los derechos huma-
nos de las mujeres (Página 12, 2002 (a) – (c), 31 de Octu-
bre; La Nación, 2002, 31 de Octubre).
36
Para otros sectores, la aprobación de esta política cons-
tituía, de algún modo, una estrategia de intervención políti-
ca/ideológica en el ámbito de la salud pública, desde la cual
expresaban explícitamente que el apoyo a la ley constituía
una especie de moneda de cambio, a razón de no legislar
posteriormente sobre otros temas vinculados a la agenda.
En este sentido, se expresó el legislador nacional Juan Carlos
Passo (La Pampa), quien dijo que avalaba la iniciativa (la
aprobación de la ley 25.673) para no tener que aprobar en
el futuro una ley que legalizara el aborto (La Nación, 2002,
31 de Octubre).
El clima del debate por la aprobación de la ley y las
permanentes referencias al aborto, de parte de sectores a fa-
vor y en contra de la política, se agudizó a instancias de que
a pocos días de la aprobación de la ley por el Senado Nacio-
nal, el diputado socialista Rubén Giustiniani presentó un
proyecto de ley de despenalización del aborto en los casos
de violación, estupro y riesgo para la salud física y psíquica
de la mujer (Página 12, 2002, 13 de Noviembre). Las ten-
siones y criticas por este proyecto de ley traspasaron el ám-
bito partidario, en donde se fracturó la alianza que mante-
nían en esa época el socialismo y el partido Afirmación para
una República Igualitaria (ARI)11, trasladándose a diversos
sectores sociales y políticos. En este sentido, una serie de
voces tildaron a la iniciativa como políticamente inoportu-
na, por considerar que esta podría frustrar la aún pendiente
reglamentación y ulterior aplicación de la ley recientemente
aprobada (Página 12, 2002, 9 de Noviembre).
11
Esta alianza conformaba el bloque legislativo denominado «Alternativa».
37
IV- B Principales Voces en contra de la Aprobación de la
Política
38
recibir tanto información sobre salud sexual como también
anticonceptivos. También se mostró preocupación por el
permiso que se otorga a los colegios privados e institutos de
salud confesionales para el no cumplimiento de la ley, así
como por la falta de precisión en los métodos anticoncepti-
vos que el Estado se obligaba a suministrar a los/as habitan-
tes, lo que dejaría « (…) abierta la posibilidad de que aquellos
médicos que falsamente consideran al DIU como abortivo, no lo
suministren» (Página 12, 2002 (b), 31 de Octubre).
En esta postura también se enroló León Gindin, sexó-
logo y profesor titular de Sexualidad y Salud de la Universi-
dad de Belgrano, quien manifestó fundamentalmente que
se trataba de una ley que:
39
ductivos como la emergencia de un relativismo moral
que debe ser resistido». (2009: 141)
40
ción, también se hicieron oír en el debate. Es el caso de Pro
- Vida, una organización no gubernamental que se mostró
preocupada por las posibles consecuencias que esta ley trae-
ría aparejada. Al respecto, su vocero Roberto Castellano ex-
presó que esta ley atentaba «contra la salud pública en tanto
[presentaba] como «saludables» los fármacos abortivos que ile-
galmente ha autorizado el ANMAT junto con otros altamente
dañinos para la salud humana» (La Nación, 2002, 31 de
Octubre). Pero además de este argumento, consonante al de
la jerarquía de la Iglesia Católica, es interesante analizar el
otro razonamiento asociado, esta vez al plano del derecho.
Según Pro - Vida, la nueva legislación violaba «la reserva que
efectuara la Argentina en oportunidad de suscribir la Conven-
ción de los Derechos del Niño en el sentido de que todo lo atinen-
te a la planificación familiar atañe a los padres de manera
indelegable». En consecuencia, consideraron que esta nor-
mativa era inconstitucional «ya que busca satisfacer el ánimo
de lucro de algunos y los intereses de otros» (La Nación, 2002,
31 de Octubre; Página 12, 2002, 31 de Octubre).
Este argumento sería central para lo que vendría. A
partir de entonces, «[g]rupos minoritarios, ligados a los sectores
más conservadores de la Iglesia Católica, realizaron presenta-
ciones en diversos juzgados del país solicitando la no implemen-
tación del PNSSPR y la declaración de inconstitucionalidad de
las leyes sancionadas» (Petracci y Pecheny, 2007: 38). Estas
acciones judiciales tenían fundamentalmente dos propósi-
tos (Peñas Defagó, 2009): el primero era evitar la fabrica-
ción, distribución y comercialización de métodos anticon-
ceptivos de emergencia (conocidos como «la píldora del día
después).La judicialización en esta materia, tuvo una acogi-
da favorable en un criticado fallo de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en el año 200213, dictaminado con
anterioridad a la aprobación de la ley 25.673, el cual se
13
Expediente Judicial: Por tal de Belén. Asociación Civil sin fines de lucro c/
Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación s/amparo.
41
convirtió en un inexorable precedente judicial a nivel nacio-
nal y regional para las sucesivas demandas contra la distri-
bución de la anticoncepción hormonal de emergencia. (Pá-
gina 12, 2002, 6 -7 - 8 de Marzo). El segundo propósito se
vinculaba más a la declaración de inconstitucionalidad de
toda la ley de salud reproductiva, con el argumento de ser
violatorio de la patria potestad de los padres. Estas últimas
demandas también fueron acogidas en los tribunales porte-
ños y de la provincia de Córdoba entre otras. (Página 12,
2002, 8 de Marzo; Clarín, 2008, 7 de Septiembre).
Pero las posiciones disidentes no sólo se produjeron
fuera del Congreso. Al interior del mismo, hubo una pro-
longada discusión, y que no parece haber dejado a todos/as
conformes. Algunos de los ejes de disputa evidenciados en el
debate parlamentario, fueron los relacionados con: la deter-
minación de la objeción de conciencia (en beneficio de los/
as profesionales de la salud y de instituciones educativas y
de salud confesionales) y nuevamente aquí, el tema del re-
conocimiento de los derechos de los/as adolescentes al acce-
so a información y servicios de salud reproductiva. (Petracci
y Pecheny, 2007: 37). Finalmente, estas cuestiones fueron
zanjada en el Senado, donde se aprobó la ley.
En lo relativo a la Cámara de Senadores, quienes se
opusieron a la aprobación de la Ley se encuestaban, el hoy
gobernador de la provincia de San Juan, José Luis Gioja,
Pablo Walter, Nancy Avelín y una de las más férreas oposito-
ras en el año 2010 a la sanción de la reforma del Código
Civil, que permitió el matrimonio entre personas del mis-
mos sexo, Liliana Negre de Alonso, quien no votó, pero fir-
mó un dictamen en contra con anterioridad a la votación.
Los motivos de oposición a la ley, se fundaron en razones
«éticas y personales» (Clarín, 2002, 31 de Octubre). La se-
nadora sanjuanina Nélida Martín, del Partido Justicialista,
fundó su rechazo a la ley en cuestiones demográficas, ya que
consideraba que la normativa impactaba negativamente en
la natalidad poblacional argentina. La senadora consideró
42
que el uso de anticonceptivos «se contradice con las políticas
de Estado para promover la natalidad, que son necesarias
para recrear mercados internos» (Página 12, 2002, 31 de
Octubre) «[…] en un país con tan baja densidad de pobla-
ción» (Clarín, 2002, 31 de Octubre).
Reflexiones Finales
43
ción, en la falta de provisión de recursos necesarios para com-
pensar las desigualdades evitables, innecesarias e injustas,
en atención a sus DDSSRR. Para cerrar estas breves líneas,
creemos que hay temas que son de urgente abordaje políti-
co, como es lo referido a la situación de las/os adolescentes,
quienes en materia de salud sexual y reproductiva siguen sin
estar reconocidos/as como verdaderos/as sujetos/as de dere-
cho y continúan sometidos/as a una especie de paternalismo
médico y educacional que obtura el ejercicio pleno de sus
DDSSRR 14.
Bibliografía
14
No obstante lo establecido en el decreto 1282/2003, respecto del reco-
nocimiento explicito de la noción de las capacidades progresivas de niños/
as y del respeto de las instituciones por el principio constitucional del
interés superior del/a niño/a, la temática que involucra el acceso a la salud
sexual y reproductiva de los/as adolescentes, continúa siendo fuertemente
debatida, y obturada en la práctica, principalmente por parte de los equi-
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