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EDUCACIÓN, LITERATURA Y ANTROPOLOGÍA CULTURAL

SEMESTRE I
EJERCICIO DE LECTURA NO. 3
MITO Y TRAGEDIA: LA ORESTIADA DE ESQUILO
POR: KÁTHERIN JULIETH SIERRA OSPINA

Genealogía de Orestes: Orígenes de la desgracia en la familia.

PRIMERA PARTE

TÁNTALO Y SU HIJO PÉLOPE:


Tántalo era un hijo de Zeus y uno de los habitantes del Tártaro, la parte
más profunda del Inframundo, reservada al castigo de los malvados.

Fue padre de Pélope y se le conoce por haber sido invitado por Zeus a la
mesa de los dioses en el Olimpo. Presumía de ello entre los mortales,
revelando los secretos que había oído en la mesa y, no contento con eso,
robó algo de néctar y ambrosía y lo repartió entre sus amigos, incluso,
llegó a negar la divinidad de Apolo (el Sol) asegurando que sólo era una
bola de fuego.

Los dioses, que andaban de viaje por Asia Menor, le pidieron a Tántalo
hospedarse en su palacio. Este quiso corresponder a los dioses y les invitó
a un banquete que organizó en el monte Sípilo. Cuando la comida empezó
a escasear, decidió ofrecer a su hijo Pélope como un arquetípico rito de
iniciación chamánica: descuartizó a su hijo, coció sus miembros y los
sirvió a los invitados. Los dioses, que de inmediato lo advirtieron, evitaron
tocar la ofrenda. Zeus ordenó que se sacara el alma de Pélope del Hades (lo
oculto, el lugar o estado de los muertos) y que reconstruyeran el cuerpo
volviéndolo a cocer en un caldero sagrado. Las Moiras (personificaciones
del destino) le dieron vida de nuevo otorgándole nuevas cualidades. Para
reforzar su iniciación en los misterios divinos, Poseidón (dios de los mares
y terremotos) secuestró al nuevo Pélope y lo llevó al Olimpo, haciéndolo su
amante.

El último crimen de Tántalo terminó por colmar la paciencia de los dioses:


ocultó el mastín de oro de Zeus. Una vez pasada la alarma inicial sin que
se supiera nada del perro, Tántalo juró que nunca había oído hablar de él.
Escandalizado Zeus por el robo, aplastó a Tántalo con una roca que pendía
del monte Sípilo y arruinó su reino.

Después de muerto, Tántalo fue eternamente torturado en el Tártaro por


los crímenes que había cometido. Su castigo consistió en estar en un lago
con el agua a la altura de la barbilla, bajo un árbol de ramas bajas repletas
de frutas. Cada vez que Tántalo, desesperado por el hambre o la sed,
intenta tomar una fruta o sorber algo de agua, estos se retiran
inmediatamente de su alcance. Además pende sobre él una enorme roca
que amenaza con aplastarlo.

Tántalo cometió los tres grandes pecados de la mitología griega: ofender a


un huésped, hacer daño a un niño y desafiar a los dioses.

PÉLOPE E HIPODAMÍA:
Ya adulto, Pélope quiso casarse con Hipodamía (una de las mujeres más
hermosas de su generación). El padre de ella, Enómao, rey de Olimpia,
había matado a treinta pretendientes de la joven venciéndolos en una
carrera de carros. Haría esto porque una profecía afirmaba que moriría a
manos de su yerno. Pélope, fue a pedir la mano de Hipodamía y se preparó
para competir con Enómao. Preocupado por si perdía, Pélope fue a la orilla
del mar e invocó a Poseidón, su antiguo amante, y, le pidió ayuda.
Poseidón hizo aparecer un carro tirado por caballos grandes y alados.

Aún inseguro de sí mismo, Pélope convenció al cochero de Enómao,


Mírtilo, para que le ayudara a ganar, prometiéndole la mitad del reino y la
primera noche en el lecho de Hipodamía.

La noche anterior a la carrera, Mírtilo cambió las pezoneras de bronce que


sujetaban las ruedas al eje por unas falsas fabricadas con cera de abeja.
La carrera comenzó y justo cuando Enómao estaba alcanzando a Pélope y
preparándose para matarlo, las ruedas se soltaron y el carro se rompió.
Mírtilo sobrevivió, pero Enómao fue arrastrado por sus caballos hasta
morir.

Pélope entonces, mata a Mírtilo, al enterarse que este había intentado


violar a Hipodamía. Al morir, Mírtilo maldijo a Pélope por su traición, y la
maldición se cumplió: dos de los hijos de Pélope e Hipodamía, Atreo y
Tiestes, mataron a un tercero, Crisipo, que era su favorito y heredero del
reino. Atreo y Tiestes, fueron desterrados junto con Hipodamía, su madre,
quien se ahorcó. La maldición trascendió alcanzando a sus hijos, nietos y
bisnietos, incluyendo a Agamenón, Egisto, Menelao y Orestes.

ATREO Y TIESTES:
Atreo (padre de Agamenón y Menelao) y su hermano gemelo Tiestes fueron
exiliados por su padre al haber asesinado a su hermanastro Crisipo, en su
deseo de alcanzar el trono de Olimpia. Fueron a refugiarse a Micenas,
donde obtuvieron el trono debido a que el rey Euristeo rey de la Argólida
(región que comprendía a Micenas, Midea y Tirinto) muere en batalla.

Atreo juró sacrificar su mejor cordero a Artemisa (diosa de la caza) y,


mientras buscaba en su rebaño descubrió un cordero dorado que dio a su
esposa Aérope (princesa cretense, hija de Catreo y nieta de Minos). Ésta,
se lo dio a su amante Tiestes (hermano gemelo de Atreo) y lo convenció
para que aceptara, que aquel que tuviese el cordero fuese el rey. Tiestes
mostró entonces el cordero y reclamó el trono.

Pero Atreo recuperó el trono al Tiestes aceptar devolverlo cuando el sol se


moviese hacia atrás en el cielo, hazaña que Zeus llevó a cabo. Entonces,
Atreo desterró a Tiestes.

Atreo, supo del adulterio de Tiestes y Aérope, y planeando una venganza


mató a los hijos de Tiestes, los hirvió y los sirvió a la mesa. Al terminar la
comida, le presentó a Tiestes las cabezas, pies y manos de sus víctimas en
otra bandeja, para que se enterara de lo que había comido. Éste,
vomitando horrorizado por lo que tenía en su estómago lanzó una
maldición a los descendientes de Atreo. Un oráculo (respuesta dada por un
dios a una pregunta personal concerniente al futuro como método de
adivinación) aconsejó a Tiestes que si tenía un hijo con su hija (Pelopia),
esta mataría a Atreo. Así lo hizo y el hijo con Pelopia, Egisto, mató a Atreo.

AGAMENÓN Y CLITEMNESTRA:
Agamenón fue rey de Argos (Micenas) y se le conoce por dos
acontecimientos que se entremeten: la Guerra de Troya y su matrimonio
con Clitemnestra. Agamenón había puesto a Clitemnestra bajo la vigilancia
de un aedo (artistas que cantaban epopeyas acompañándose de un
instrumento musical, la cítara), pero Egisto, primo de Agamenón, se la
llevó a una isla desierta y la sedujo convirtiéndose así en su amante.
Clitemnestra había sido predispuesta a cometer adulterio debido a que
Nauplio (hijo de Poseidón) había recorrido Grecia para difundir a diversas
reinas que sus maridos estaban tomando concubinas durante la guerra de
Troya.
Terminada la guerra, después de diez años, Agamenón decide volver a casa
con el botín que había conseguido –Casandra, hija del rey de Troya- y
haciendo caso omiso al mal presagio que ésta tenía. Por su parte,
Clitemnestra espera a su marido con aires de venganza pues no había
perdonado que entregase la vida de su hija Ifigenia, matando al marido
que tenía para casarse y, asimismo, que trajese consigo a una concubina.

Al Agamenón regresar a Micenas, Clitemnestra recibe a su marido con una


alegría fingida, pero el rencor que sentía por él hace que lo asesine con
ayuda de su amante Egisto (primo de Agamenón), mientras éste se ponía
una túnica que carecía de orificios para los brazos y la cabeza. Luego,
también asesinaron a Casandra, princesa y adivina troyana que Agamenón
había traído consigo.

Sin duda, no pasará mucho tiempo para que regrese Orestes, hijo de
Clitemnestra y Agamenón para vengar el asesinato de su padre, y matará a
Clitemnestra su propia madre y a su amante Egisto.

LOS HIJOS DE AGAMENÓN Y CLITEMNESTRA:


Electra, permaneció en Micenas y cuando Orestes regresó con su primo y
amigo Pilades, le aconsejó vengarse de su madre y Egisto mientras
visitaban la tumba de su padre. Electra presenció el acto de venganza
final.

Crisótemis, Se mostró indulgente por el adulterio materno. No protestó ni


quiso vengarse de su madre a diferencia de su hermana Electra.

Orestes, era el único hijo varón. Al volver su padre Agamenón, de la


Guerra de Troya, fue asesinado bien por su propia esposa, y su amante
Egisto. Así, Orestes fue salvado de ser asesinado también por su hermana,
Electra, criándose en Fanote, en el monte Parnaso, bajo la tutela del rey
Estrofio. Estando aquí, Orestes trabó amistad con el hijo del monarca,
Pílades, quien lo acompañaría en muchas de sus dificultades. Al cumplir
veinte años, el oráculo de Delfos envió a Orestes de vuelta a su hogar, en
Micenas. Aquí se encontró con su hermana Electra delante de la tumba de
su padre, Agamenón. Luego de rendir honores, ambos comenzaron a
planear la venganza de su progenitor, que había sido ordenada por Apolo.
Así, Orestes se escabulló dentro del palacio y asesinó primero a Egisto y
luego a Clitemnestra, su propia madre. Por esta razón, las Erinias (diosas
de la venganza) comenzaron a atormentarlo, pues estos monstruos eran
los encargados de castigar los crímenes familiares.

Ifigenia, fue sacrificada por su padre Agamenón ante la diosa Artemisa, al


ganarse su cólera debido a que su gente caza a uno de sus venados
sagrados. Debido a esto, la flota aquea del rey que venía de luchar en
Troya estaba detenida en Aulide sin poder partir.
El adivino Calcante (poderoso adivino de la mitología griega, hijo de Téstor
y nieto del dios Apolo, quien le dio el don de la profecía) fue interogado
para saber cómo aplacar a la diosa, y la respuesta fue que se debía
sacrificar a Ifigenia en nombre de la diosa Artemisa, para que ésta los
dejara partir.
El rey al principio se negó, pero al no haber otra solución, consintió en
hacer el sacrificio.

Así, mandó a llamar a su hija que se encontraba en Micenas con su


madre, con el pretexto de prometerla al héroe Aquiles. Cuando llegara, el
adivino Calcante sería el encargado de ofrendarla en nombre de la diosa
encolerizada.

Cuando Ifigenia llegó y el sacrificio se iba a realizar, la diosa se apiadó de


la joven, y puso en su lugar una cierva. Se llevó a Ifigenia a Tauride, donde
la convirtió en su sacerdotisa.

SEGUNDA PARTE

A partir de la lectura de la tragedia griega La Orestiada de Esquilo, y con


base en Las Euménides, puedo inferir que los argumentos a favor del
asesinato cometido por Orestes hacia su de su madre, fueron justificados
en primera instancia al Apolo anunciarle en sus oráculos que los males lo
abrumarían si no vengaba en los culpables (Clitemnestra y Egisto) la
muerte de su padre. Orestes, después de ser desterrado tras la muerte de
Agamenón, mató a quién lo concibió, para castigarla por el asesinato de su
marido y por adulterio al tener un amorío con el primo de su esposo,
Egisto. A su favor también está, el que Apolo manifestara que no es madre
quién engendra, si no la nodriza del germen reciente; pues el que obra es
quién engendra, la madre recibe el germen y lo conserva si le place a los
Dioses. Además, puede haber padre sin madre tal como Zeus procreó a
Atenea.

Los argumentos que están en contra de los actos de Orestes, son el


cometer tal parricidio en contra de su propia madre, violando así los lazos
de piedad familiar y, por consiguiente las Erinias lo persiguieran para
atormentarlo. En su contra también está, el hecho de que su madre no era
de la sangre del hombre que mató, mientras Orestes perpetró un
matricidio, al derramar sangre de su sangre al matar a su madre.

Al realizarse el juicio por sus acciones, se ve justificándose ante entidades


sobrenaturales tales como Atenea, también conocida como Palas Atenea,
hija de Zeus nacida de su mismísima frente, diosa de la guerra, la
civilización, la sabiduría, la estrategia en combate, de las ciencias, de la
justicia y de la habilidad.

También lo acompaña como su abogado, Apolo hijo de Zeus y Leto, y


hermano gemelo de Artemisa; uno de los más importantes dioses
venerados en la antigüedad descrito como el dios de las artes, del arco y la
flecha. Era temido por los otros dioses y solamente su padre y su madre
podían contenerlo. Es también, el dios de la muerte súbita, de las plagas y
enfermedades, pero también de la curación y de la protección contra las
fuerzas malignas. Además, de ser el dios de la belleza, de la perfección, de
la armonía, del equilibrio y de la razón, estaba conectado a la naturaleza, a
las hierbas y a los rebaños, y es protector de los pastores, marineros y
arqueros.

También, apelando en su contra y a favor del espectro de Clitemnestra,


aparecen las Erinias, personificaciones femeninas de la venganza que
perseguían a los culpables de ciertos crímenes. También llamadas por
Atenea como Euménides, para aludir su lado benigno, luego del juicio de
Orestes.

Estos seres sobrenaturales, exponen sus juicios valorativos sobre las


acciones de Orestes; siendo Apolo su abogado mientras las Erinias actúan
como abogado de la fallecida Clitemnestra. Estas diosas de la venganza de
sangre, sostienen que, si no se condena a Orestes, en la ciudad se sentirán
libre de cometer cualquier tipo de acto por venganza propia. Durante el
juicio, Apolo convence a Atenea de que en un matrimonio, el varón es más
importante que la mujer, señalando que Atenea nació de Zeus sin
intervención de una madre. Atenea entonces, incita a que doce jueces,
ciudadanos de Atenas se presenten ante este tribunal, para valorar los
hechos mediante un juicio en el que intervengan humanos y no el
implacable desagravio sin consideración de los dioses. Se somete entonces
el homicidio a votación, y antes de que se cuenten, Atenea vota a favor de
Orestes indicando que los dos homicidios son de diferente gravedad: al
Orestes tener la misma sangre que su padre tenía el derecho de vengarlo,
defendiendo así por encima de matricidio, al varón.

Al hacer el recuento, y ser los votos son iguales en cada lado, las Erinias,
reprenden a Atenea por incumplir viejas leyes, pero al final se someten a la
decisión final. Atenea entonces, celebrando tal resignación, las nombra
Euménides (‘benevolentes’), siendo entonces honradas por los ciudadanos
de Atenas para augurar prosperidad. Atenea, y además declara luego de
absolver a Orestes de su culpa, que en adelante los empates entre los
jurados se resolverán en beneficio del acusado, puesto que la misericordia
deberá preponderar siempre sobre la inclemencia.
Orestes es concebido como un héroe trágico porque al presentarse como un hombre
enfrentado a las más terribles decisiones, pone a la vista del espectador su grandeza y su
miseria, dándole un sentido a la acción y de este modo se convirtiéndose en lección.

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