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Lectura 02

Capítulo 2: Problemas personales (Primera parte)


Tentación
“Se me está haciendo difícil decirle no al pecado”

La tentación emplea el engaño. Satanás, el mundo, y la carne conspiran para engañar al


creyente, para distorsionar el carácter de Dios y la seriedad y las consecuencias del pecado. La
base de la mentira es que Dios no es ni bueno ni justo. La persona tentada se siente privada de
algún placer que supuestamente merece. Además, se siente exenta del juicio de Dios y de las
consecuencias del pecado. Todo esto distorsiona el carácter santo, bueno y justo de Dios, y
menosprecia Su Palabra.

Principios generales:

Cada creyente experimenta tentación (1 Corintios 10:13).


Ser tentado no equivale a pecar (Santiago 1:12-15).
La tentación llega por medio de nuestras tendencias pecaminosas, de otras personas, o de
Satanás y sus huestes, pero nunca de Dios (Proverbios 1:10; Efesios 6:12; Santiago 1:13; 4:1;
1 Pedro 5:8).
La tentación siempre trae consecuencias negativas si sucumbimos a ella (Santiago 1:14-15).
Dios no permite que seamos tentados más allá de nuestra capacidad de resistir, y nos provee
recursos para que podamos vencer (1 Corintios 10:13; Efesios 6:10-18).
Pasajes relevantes: Génesis 3; 4:1-7; Mateo 4:1-11; 26:41; Marcos 1:12-13; Lucas 4:1-13;
11:4; 22:46; 1 Corintios 7:5; 10:12-13; Efesios 4:26-27; 1 Timoteo 6:3-10; Hebreos 2:18;
4:14-16; Santiago 1:12-18; 4:7-10; 1 Pedro 5:6-11; 2 Pedro 2:4-9; 3:14-18; 1 Juan 2:15-17.

Pasos posibles:

Restablezca un concepto correcto del Dios bueno y del plan maligno de Satanás, examinando
los siguientes pasajes:
La bondad de Dios: Salmo 25:8; 34:8; 135:3
La justicia de Dios: Génesis 18:25; Romanos 2:1-3; 1 Pedro 4:5
La astucia de Satanás: Efesios 6:10-18; Hebreos 2:14-15; 1 Pedro 5:8
Repase algunos pasajes que detallen las consecuencias del pecado (Génesis 3:8-19; Hechos
5:1-11; Romanos 8:12-13; 2 Corintios 5:9-11; Gálatas 6:7); y otros que detallen las
consecuencias de la obediencia (Josué 1:8-9; Salmo 1; 34:8-10; Gálatas 6:8-9; 1 Pedro 3:8-
12). ¿Cómo se aplican a esta situación?
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Examinen y mediten sobre los pasajes que hablan de los recursos de Dios y la posición
victoriosa del creyente (Romanos 6-8; Colosenses 1:3; 3:4; Hebreos 4:14-16; 1 Juan 1:5-2:2).
El creyente debe comprender los siguientes principios:
Hemos muerto y resucitado con Cristo: El texto no dice que tenemos que morir al pecado sino
que ya hemos muerto al pecado (Romanos 6:1-10).
Debemos contar con esta verdad: Creerla no la convierte en verdad, sino que la creemos
porque es verdad (Romanos 6:11).
Debemos entregar todo nuestro ser a Dios: Esto consiste en ¡decirle “no” al pecado y “sí” a
Cristo! Presentamos todo nuestro ser a Dios para sus propósitos (Romanos 6:12-14).
Podemos contar con el Espíritu Santo y el amor de Dios: El Espíritu Santo nos ayuda y Dios
nos guarda (Rom 8).
El creyente posee grandes riquezas en Cristo: Dios nos ha dado todo lo necesario para que le
agrademos (Efesios 1-3).
Dios provee ayuda en toda tentación: Dios no deja al cristiano solo en su batalla (1 Corintios
10:13).
Dios provee confesión para el pecado: El creyente puede recibir perdón confesando sus
pecados al Señor (1 Juan 1:5-2:2).
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Especifiquen las horas, los lugares, la forma en que ocurren las tentaciones, y escriban un
plan práctico para evitarlas. Por ejemplo: Si la persona se siente tentada en algún sitio
específico o con ciertas personas, se debe desarrollar un plan de acción para evitar estas
circunstancias y reemplazarlas con actividades positivas.
Ansiedad
“No tengo paz, tengo miedo y siento inquietud”

Todos experimentamos ansiedad por la naturaleza incierta de la vida. La ansiedad se centra en


lo que podría ocurrir en el futuro y en nuestra reacción a los posibles eventos. Esto resulta en
división o distracción mental y emocional. La solución espiritual incluye restablecer nuestra
confianza en el Dios que puede proveer para todas nuestras necesidades y que tiene nuestro
futuro en sus manos. Incluye comunicarle nuestras ansiedades y expresarle gratitud.
Nota: La ansiedad puede ser la causa de varios síntomas y problemas físicos, Por lo tanto hay
casos severos que deben remitirse al cuidado de un profesional.

Principios generales:

La ansiedad está relacionada con nuestro futuro bienestar o el de nuestras personas amadas
(Mateo 6:25).
La ansiedad resulta por falta de fe en el amor de Dios y su habilidad para proveer (Mateo
6:26, 30).
La ansiedad es una opción (Mateo 6:25-34; Filipenses 4:6).
La ansiedad indica prioridades mal colocadas (Mateo 6:32-33).
La ansiedad frena el desarrollo espiritual (Marcos 4:18-19).
Pasajes relevantes: Salmo 23, 34; 37; 55; Jeremías 29:11; Mateo 6:19-34; 7:7-11; Juan 14:1-
21; 16:33; Romanos 8; Filipenses 4:4-20; 1 Pedro 5:6-7; Hebreos 13:5-6; 1 Juan 1:5-2:2.

Pasos posibles:

Sugiera al aconsejado que haga dos listas: En una, que escriba todas las cosas que le
preocupan; en la otra, todas las bendiciones que Dios le ha dado. Entonces le hacemos
conocer a Dios nuestras ansiedades y le damos gracias por todas sus bendiciones.
Explore los proyectos y tareas que la persona no ha terminado. Desarrollen un plan específico,
eficaz, y razonable para completar las tareas no concluidas.
Examinen y practiquen los principios de confesión de pecado. Sugiera al aconsejado leer 1
Juan 1:5—2:2, meditar sobre los principios allí expuestos, y confesar sus pecados a Dios.
La ansiedad reemplaza a la fe y la acción por centrar la atención en el futuro incierto. Por lo
tanto, enseñe al aconsejado a vivir en el ahora, y no tanto en el futuro.
Depresión
“Estoy tan triste y desanimado que no puedo hacer nada”

La depresión a menudo proviene del enojo, del pecado, del pesar, de alguna pérdida, después
de un parto, de enfermedades crónicas, de ciertas drogas y de otras emociones no manejadas
correctamente. La persona generalmente se concentra en sí misma y poco a poco va cortando
sus relaciones con el mundo exterior. A veces fuerzas demoníacas están implicadas. Aunque
todos pasamos por períodos de tristeza que se pueden tratar sin medicina, hay casos de
depresión clínica que deben ser tratados por médicos y psiquiatras, ya que ocurre un cambio
en la química del cerebro, que requiere un tratamiento con medicamentos para evitar
consecuencias permanentes. Si ha pasado un tiempo prudencial y el aconsejado no se ha
recuperado de su depresión y presenta varias de las siguientes características, entonces debe
ser examinado por un médico o psiquiatra:

Cambios en su estilo de vida.


No poder trabajar.
Falta de interés y placer en las actividades agradables (en casi todas las actividades, casi todos
los días, el día entero).
Cambios en el peso (aumentar o bajar).
Cambios en los patrones de sueño (dormir mucho o muy poco).
Cambios en la manera de moverse (más rápida o más lentamente).
Falta de concentración.
Reflexionar en cosas que causan dolor emocional, muerte, y/o suicidio.
Sentimientos de culpabilidad, indignidad e inutilidad.
Poco ánimo y falta de energía.
No querer socializar.
Expresión facial inexpresiva.
La depresión clínica es causada por reprimir ya sea enojo, temor, o ansiedad; o por no tratar
debidamente con el pecado. Esta clase de depresión profunda y prolongada puede llevar
también al suicidio. Remita todos estos casos a un hospital, un médico, o un psiquiatra.

Principios generales:

La depresión la experimentan también los creyentes (David: Salmo 42; Elías 1 Reyes 19;
Pablo: 2 Corintios 1:8-9).
La depresión afecta el sueño (note la reacción de los discípulos en Lucas 22:45-46 y la de
Elías en 1 Reyes 19:4-5 como posibles ejemplos).
La depresión puede llevar a tener deseos de morir (1 Reyes 19:4).
La depresión provee oportunidad para que el poder de Dios se manifieste (2 Corintios 1:8-11).
Dios puede usar amistades cristianas para ayudamos en la depresión (2 Corintios 7:6).
Pasajes relevantes: 1 Reyes 19; Job 38-42; Salmo 23;32;42;51; 103; 107; Isaías 40.29; Hechos
23:11; 27:1-37; Romanos 12; 1 Corintios 12:12-31; 2 Corintios 1:1-11; 7:4-7; Efesios 4:17-
32; 2 Timoteo 1:6-10; Hebreos 4:14-16; 1 Juan 1:5-2:2 (véanse también: versículos en Enojo).
Pasos posibles:

Trate de descubrir la fuente de depresión del aconsejado, especialmente evaluando cualquier


episodio de enojo, de pecado, o de pérdida que haya ocurrido recientemente. Escriban una
lista de personas o situaciones que han motivado el enojo o la pérdida de alguna clase.
Evalúen la lista en oración y desarrollen un plan de acción para cada situación. El plan debe
incluir el perdón, la confesión y la reconciliación (si hubiera necesidad). Además se debe
hacer una lista de cualquier droga o medicina que el aconsejado ha estado tomando
últimamente con miras a referirlo a un médico o psiquiatra.
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Desarrollen un plan para completar metas pequeñas. Estas deben incluir lo siguiente:
completar tareas que no se hayan terminado, participar en actividad social limitada pero que
aumente progresivamente, dormir lo necesario (se recomienda ocho horas), desarrollar una
rutina de ejercicio, y tomar parte en esfuerzos para ayudar a otros.
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Determinen un plan para usar la música, la adoración, y la acción de gracias a fin de levantar
el ánimo de la persona deprimida.
Música: La música suave y de alabanza en meditación ayuda a calmar las emociones y a
animar a la persona (1 Samuel 16).
Adoración: La meditación en Dios, en su carácter y sus atributos contribuye a que lo temporal
se enfoque de manera diferente.
Acción de gracias: Un recuento de lo que Dios ha hecho y hace por nosotros ayuda a levantar
el ánimo y avivar la fe.
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Recomiéndele un examen médico al aconsejado. La falta de apetito, cambios en patrones de
sueño, y debilidad que dejan a la persona susceptible a enfermedades, son razones para una
visita al doctor. Remita todo caso de depresión clínica al cuidado médico. Estos casos
requieren tratamiento con medicinas adecuadas.
En casos de la muerte de un ser amado nuestra presencia consoladora con los que han perdido
familia o amistades a veces cuenta más que las palabras — en especial cuando aquellos que
han sufrido pérdida son creyentes y ya conocen las promesas de Dios acerca de la vida eterna
(Juan 3:16; 5:24), la resurrección (Juan 11:25-27), y la futura reunión con otros creyentes
cuando el Señor Jesucristo regrese por Su iglesia (1 Tesalonicenses 4:13-16). Además,
muchas veces las palabras de consuelo suelen parecer insensibles y hasta insensatas. Mejor
resistir la tentación de tener que “decir algo” y en su lugar ofrecer un abrazo, escuchar a la
persona que ha sufrido pérdida, y/o proveerle comida o algún servicio tal como cuidado de
niños, apoyo con transporte, o ayuda con gastos y arreglos fúnebres y asuntos financieros.
Por otro lado, la persona que ha sufrido alguna pérdida debe expresar sus emociones de
tristeza. Jesús mismo lloró (Juan 11:35). Así, se le debe permitir (y aún animar) al que ha
sufrido pérdida a no reprimir sus emociones. Debe saber que pasará por un proceso en el cual
poco a poco la tristeza disminuirá y la vida regresará a la normalidad. A veces cristianos con
buenas intenciones presionan al que está de luto a sentirse “en victoria” o que “se gocen” sin
reconocer tanto que un creyente puede sentir la paz de Dios y la tristeza a la misma vez.

En todos estos casos el “Dios de toda Consolación” (2 Corintios 1:3) suplirá suficiente
consuelo no sólo para los que han sufrido sino para que ellos mismos puedan ayudar a otros
que sufren (2 Corintios 1:3-4).

Inseguridad
“Siempre dudo de mis decisiones; me paraliza el temor”

La inseguridad minimiza los recursos y las promesas de Dios, y aumenta los temores y
flaquezas humanas. Surge por la falta de seguridad en nuestra relación con Dios como
también por no conocer nuestra posición y nuestros recursos como cristianos. El consejero
ayudará al aconsejado a descubrir sus privilegios y su posición como creyente, y le dirigirá
hacia la grandeza y el poder de Dios, a fin de que camine en fe.

Principios generales:

La inseguridad hace olvidar la grandeza de Dios (Números 13).


La inseguridad florece en el temor de la condenación (Romanos 8:28-39).
La inseguridad puede ser usada por Satanás (Hebreos 2:14-15).
La inseguridad resulta en pérdida de recompensas (Lucas 19:11-24).
La inseguridad se desarrolla si dudamos de nuestra salvación (Juan 5:24).
Pasajes relevantes: Números 13; 2 Reyes 6:8-17; Salmo 23; 34; 46; 91; 121; 125; Proverbios
3:5-8; Mateo 28:18-20; Juan 3:16-18; 5:24; 10:27-30; Hechos 1:8; Romanos 8; 1 Corintios
12; 2 Corintios 12:9-10; Efesios 1—2; 3:14-21; Colosenses 1:9-14; Hebreos 11:1-12:3; Judas
24-25.

Pasos posibles:

Dividan por la mitad una hoja de papel para hacer dos columnas. En una, escriban los
aspectos de la vida que causan temor e inseguridad. En la otra, atributos de Dios o versículos
bíblicos que responden a estos temores. Dividan otra hoja, y en un lado escriban las áreas
donde el aconsejado se siente seguro, y al otro lado, una alabanza a Dios por dichas áreas de
seguridad.
Tome la misma lista de inseguridades y escojan una o dos áreas que el aconsejado intentará
vencer empezando ese mismo día. Oren al Señor y escriban un plan de ataque. Pueden
comenzar con situaciones más fáciles y gradualmente llegar a las más difíciles.
Exploren el trasfondo familiar del aconsejado. Si ha habido divorcio en su familia, si es hijo
adoptivo, o sobre protegido puede que esto esté influyendo en su inseguridad. Mediten y
piensen sobre versículos que enfatizan el cuidado de Dios (especialmente por los que no
tienen familia) y otros pasajes que hemos incluido. Si se trata de niños o adolescentes,
exploren también áreas en las cuales el aconsejado ya debe tomar responsabilidad por sí
mismo sin el control o protección excesiva de parte de los padres.
Compararse con otros puede promover la inseguridad. Ayude a que el aconsejado participe
regularmente en una buena iglesia, (especialmente en grupos pequeños de oración, enseñanza,
y de ayuda a los necesitados) para que empiece a reconocer y apreciar el cuerpo de Cristo en
su diversidad. Haga énfasis en que Dios ha colocado en Su familia a cada creyente
(incluyendo al aconsejado, si es que ha creído en Cristo como Salvador) para cumplir una
función especial. ¡Todos nos necesitamos mutuamente!

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