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Introducción a la evolución biológica

Para comprender primero necesitamos saber sobre concepto de evolución que “es
la teoría unificadora que explica el origen de las diversas formas de vida como
resultado de cambios en su composición genética”. La teoría de la evolución postula
que los organismos modernos son modificaciones de formas de vida preexistentes.
A pesar de que se la llame teoría, la evolución es un hecho científico
comprobado, de la cual hay abundante evidencia en el mundo natural,
especialmente en el registro fósil. La idea de la evolución surgió en el siglo XIX, fruto
de diversos aportes en numerosas ciencias. Sin embargo, quien enunció la Teoría
de la Evolución fue Charles Darwin (1809-1882), naturalista británico, por cuyo
apellido esta teoría es también conocida como el Darwinismo, o teoría darwiniana.

Darwin, en medio de sus viajes por el globo, notó que muchas especies
de animales de lugares lejanos eran semejantes entre sí, excepto por significativas
diferencias físicas. También observó que usualmente dichas diferencias estaban
vinculadas con algún tipo de accidente o separación geográfica.

La evolución biológica es el proceso continuo de transformación de las especies,


a través de cambios producidos en sucesivas generaciones y dicho proceso se
refleja en el cambio de las frecuencias alélicas de una población. En el contexto de
las Ciencias de la vida, la evolución es un cambio en el perfil genético de una
población de individuos que puede llevar a la aparición de nuevas especies, a la
adaptación a distintos ambientes o a la aparición de novedades evolutivas.

En la actualidad, se entiende por evolución biológica el proceso de cambio y


diversificación de los organismos en el tiempo, y afecta todos los aspectos de su
vida: morfología, fisiología, comportamiento y ecología. La teoría moderna concibe
a la evolución como un proceso de dos pasos: en el primero, se genera la variación
por mutación y recombinación y, en el segundo, se selecciona a los organismos
cuyas variaciones les sean beneficiosas en la lucha por la persistencia de la vida.
Las instrucciones genéticas, los genes de todos los organismos son segmentos de
moléculas de ácido desoxirribonucleico. Ocasionalmente, el ADN sufre accidentes;
quizá una radiación incide de cierta manera sobre la molécula de ADN causando
una mutación y alterando así su contenido de información. Sin embargo, de vez en
cuando, las mutaciones pueden mejorar la capacidad de funcionamiento del
organismo. Como resultado de las mutaciones, muchas de las cuales se
presentaron hace millones de años y se han transmitido de padres a hijos, a través
de incontables generaciones, miembros de la misma especie tienden a ser un poco
diferentes unos de otros.
Diferentes especies poseen evidencia genética que los vincula con antepasados
comunes, como ocurre entre los seres humanos y nuestros primos, los chimpancés.
Se estima que nuestro ancestro común con ellos, es decir, la especie que se
diversificó y dio inicio tanto a la de ellos como a la nuestra, fue hace unos 13 millones
de años.

En promedio, los organismos que mejor enfrentan los retos de su ambiente son los
que dejan más progenie (dinastía). Los descendientes heredan los genes que
permitieron tener éxito a sus progenitores. Así, la selección natural preserva los
genes que ayudan a los organismos a prosperar en su ambiente.
Las estructuras, procesos fisiológicos o conductas que ayudan a la supervivencia y
la reproducción en un ambiente dado, se denominan adaptaciones. Casi todas las
características que tanto admiramos en otras formas de vida, como por ejemplo:
• El largo del cuello de las jirafas, adaptado para alcanzar la comida de los árboles
altos.
• El aumento de tamaño de los caballos, adaptado para hacer frente a los
depredadores de la pradera.
• Los dedos de los primates, adaptado para poder recoger las ramas de los
árboles.
• La capa de lanilla que cubre el cuerpo del camello, adaptado para evitar la
llegada directa de los rayos del sol a la epidermis del camello.
Las cuales son adaptaciones moldeadas por millones de años de mutación y
selección natural.
A lo largo de milenios, la interacción del ambiente, la variación genética y la
selección natural han dado como resultado la evolución: la modificación de la
composición genética de las especies. En ambientes que son razonablemente
constantes al paso del tiempo, como los océanos, persisten algunas formas bien
adaptadas que sufren relativamente pocos cambios y que muchos llaman “fósiles
vivientes”. El término fósil viviente es una expresión informal utilizada para
calificar especies no extintas que han evolucionado de manera lenta y conservan
rasgos de sus antepasados más antiguos. Ejemplos correctos para usar este
término son los “peces celacantos” o el pejelagarto que abarca siete especies y ha
tenido cambios mínimos desde hace 100 millones de años. En ambientes
cambiantes, algunas especies no experimentan la evolución genética que les
permite adaptarse. La rapidez con que se transforma el ambiente es mayor que la
de los cambios genéticos y esas especies se extinguen, es decir, desaparecen
todos los miembros de la misma.
El resultado de la evolución es una extraordinaria variedad de especies. Dentro de
hábitats específicos, dichas especies han desarrollado complejas relaciones entre
sí y con su ambiente inanimado. El término biodiversidad abarca la diversidad de
las especies y las complejas interrelaciones que las sustentan.

Teorías de la evolución
A principios del siglo XIX, se divulgó que los fósiles eran especies que vivieron en
el pasado y ya no existen en la Tierra. Se suscitó un gran debate entre dos formas
de interpretar el origen de la diversidad de especies, incluido el ser humano: frente
a la consideración de un planeta inmutable en el tiempo (fijismo) surgió la idea de
un planeta cambiante (transformismo).
Teorías fijistas. Los planteamientos de estas teorías sugerían que: “Las especies
se han mantenido fijas e inmutables tal y como las conocemos ahora”. Georges
Cuvier afirmaba que los restos fósiles pertenecen a especies que han desaparecido
como consecuencia de grandes catástrofes que ocurrieron en el planeta.
Teorías transformistas. Los teóricos de esta corriente afirmaban que: “Las
especies proceden unas de otras mediante cambios sucesivos en el tiempo”. La
idea de la transformación de los seres vivos se abrió paso progresivamente, a lo
largo del siglo XIX, coincidiendo con los trabajos de historia natural de clasificación
de seres vivos, asunto que preocupaba mucho a los sabios de la época.
Las especies pueden, por transformaciones graduales, dar lugar a otras especies.
Basaba su teoría en dos principios:
• La necesidad crea al órgano. Los cambios en el ambiente obligan a los
individuos a adoptar nuevos comportamientos de forma que, mediante el uso o
desuso de determinados órganos modifican su morfología.
• Transmisión de los caracteres adquiridos. El comportamiento o los nuevos
rasgos morfológicos adquiridos, se transmiten a sus descendientes a través de
la reproducción.

Evolución darwiniana
Charles Robert Darwin, justo al cumplir los 50 años de edad, publicó El origen de
las especies, una obra atrevida que iría a partir en dos la historia de la cultura
humana. Su teoría explica el origen de la diversidad de la vida. Y por lo tanto del rol
de la selección natural sobre el proceso de la evolución biológica. La teoría de la
evolución propone que las especies cambian con el tiempo. Que las especies
nuevas provienen de especies preexistentes. Y que todas las especies comparten
un ancestro común.
Lo más sorprendente es que el último antepasado común de toda la vida existente
en nuestro planeta vivió hace 3.800 millones de años. A este organismo
unicelular se lo conoce como LUCA (Last Common Universal Ancestor, o sea,
Último Antepasado Común Universal).

Al conjunto de estas teorías científicas, conocidas también como darwinismo o


el origen de las especies, aparecieron de los viajes de Darwin por el mundo. Pues,
en cada parada, él tuvo la oportunidad de estudiar y catalogar las plantas y los
animales de la localidad. Y empezó a observar patrones interesantes en la
distribución y las características de los organismos.

Teoría sintética de la evolución


La teoría sintética de la evolución también conocida como síntesis evolutiva, se
construyó en periodo 1930-1950, principalmente por las aportaciones de tres
disciplinas: la Genética, la Sistemática y la Paleontología.
La variación genética de las poblaciones surge por azar mediante la mutación (se
considera que está causada por errores en la replicación del ADN) y
la recombinación (la mezcla de los cromosomas homólogos durante la meiosis). La
evolución consiste básicamente en los cambios en la frecuencia de los alelos entre
las generaciones, como resultado de la deriva genética, el flujo genético y
la selección natural.
Esta teoría enfatiza la genética de las poblaciones constituidas por todos los
individuos de una especie que viven en una región determinada más que la de los
individuos, poniéndola como punto central de la evolución. Dada su importancia, ha
dominado las concepciones y la investigación de los biólogos de diversos campos
y ha dado por resultado un enorme conjunto de pruebas científicas que respaldan
la evolución por selección natural.

Evidencias de la evolución
El concepto de evolución es apoyado por un enorme cuerpo de pruebas
experimentales que incluyen observaciones acerca del registro paleontológico,
anatomía comparada, biología del desarrollo, biogeografía y biología molecular.
Algunas de las pruebas se describen a continuación:
• El registro fósil. Nos indica que muchos tipos de organismos extinguidos fueron
muy diferentes de los actuales, así como la sucesión de organismos en el
tiempo.
• Anatomía comparada. Al estudiar las modificaciones aparecidas en las especies
a lo largo del tiempo, como consecuencias del proceso adaptativo aparecen
similitudes entre órganos.
a) Órganos homólogos. Son aquellos órganos con un origen embriológico
común, con una organización y estructura anatómica similar, aunque su
función sea diferente.
b) Órganos vestigiales. Son piezas atrofiadas y carentes de función. Estas
estructuras indican la existencia de órganos funcionales en el pasado y están
en proceso de eliminación por haber cambiado las condiciones de vida.

• Desarrollo embrionario. La similitud de los embriones de vertebrados sugiere un


ancestro común, al comparar embriones de organismos de un mismo grupo es
posible observar, cambios similares en los diferentes embriones.
• Secuencias del ADN. El parecido de la estructura de los cromosomas entre
especies distintas es una evidencia genética ancestral común y, por
consiguiente, de evolución.
• pruebas biogeográficas. Consisten en la existencia de grupos de especies más
o menos parecidas, emparentadas, que habitan lugares relacionados entre sí
por su proximidad, situación o características

Selección natural y artificial


La selección natural es aquella que se realiza sin la intervención del ser humano
en la cual se manifiesta la supervivencia del más apto. La selección artificial es
lógicamente equivalente a la selección natural, pero la fuerza de la selección es
preferencia humana y no al ambiente. La selección artificial tiene, generalmente, el
efecto de reducir la diversidad genética natural en una población.
Los seres humanos crían los organismos domésticos con las cualidades más
deseables en un proceso conocido como crianza selectiva. El resultado es el
aumento en el número de organismos que poseen tales cualidades hasta que estos
genes dominan la poza genética de la población.

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