Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Felipe se puso alerta. Cada vez que venía una chica, él la miraba a los ojos,
como tratando de adivinar si una de ellas era Kloe. Vio venir a una muchacha
rubia, delgada y guapa. Deseó en el alma que fuera ella, pero no, la chica pasó
por su lado haciendo sonar sus tacos contra la superficie de la calzada y besó
a un adolescente de pantalón de cuero y botas vaqueras que esperaba
tranquilo a un costado de la estación.
Kloe sabía la descripción de Felipe. Él le había dado detalles de su apariencia
en un último e-mail, ella sólo había mencionado que era una mujer joven y
moderna.
Unos minutos más tarde se presentó ante él. Felipe se sorprendió al verla, era
bastante más tierna de lo que había imaginado, casi una adolescente; vestía
con pantalones anchos y cómodos como los que se usan para hacer deporte, y
venía acompañada por un perro chusco, pequeño y bastante juguetón.
Después, ella sugirió comer algo en McDonald’s. Había uno, ubicado en una
esquina, no muy lejos de donde se encontraban. Caminaron en silencio en
dirección sur, como quien va hacia Streatham Hill. Ella sujetaba al perro con
una cadena cromada, a veces Felipe se retrasaba a propósito, con el ánimo de
ver el vaivén que hacían sus nalgas al caminar.
Frente a la puerta, Kloe empuñó la mano e hizo una seña al perro. Shadow
automáticamente se sentó y se quedó quieto fuera del local. Felipe pensó en lo
bien entrenado que estaba aquel animal.
Voy a utilizar el dinero que me das para estudiar peluquería, estoy angustiada
antes de haberme siquiera matriculado. La escuela de peluquería queda a dos
cuadras de acá. Kloe apuntó la dirección de la escuela con la mano y apretó un
gatillo imaginario en el aire.
—No, no —dijo Felipe—, lo tuve una vez pero decidí cerrarlo, me pareció que
me quitaba mucho tiempo, me di cuenta que no era bueno para eso.
—Uso Skype, me sale económico, puedo hablar por horas con mis padres —
dijo Felipe. Ella se quedó mirándole a los ojos, como si se sintiera satisfecha
con la respuesta que le acababan de dar.
Él se había dado cuenta de que la suerte estaba de su lado. Kloe era una
enviada de Dios, hacía ya tres semanas que estaba de ilegal, no habían
querido renovarle la visa en los despachos del Home Office. Casarse con Kloe
era su última carta, el as brillante bajo la manga.
—Será la gran jugada de mi vida —estuvo pensando por unos segundos.
Felipe asintió con la cabeza. De su chaqueta sacó una botella pequeña, del
tamaño de su dedo pulgar, repleto de vino tinto. Lo mezcló lentamente con su
Coca-Cola y dio un sorbo largo. Ella se quedó mirando los eléctricos ojos
negros de él, como si fueran dos bolitas de carbón.
Felipe se imaginó por un momento que estaba en una cita a ciegas. Había
pensado una vez registrarse en match.com. Aún recordaba el anuncio en el
metro. Había una pareja a punto de besarse y más abajo en letras grandes
estaba inscrito find love with match.com, coloreada en dorado. No lo hizo por
timidez y flojera.
La escuchaba con atención, tenía una parte del dinero que habían acordado a
través de emails unos días atrás. La otra parte se la daría una vez casados.
Al cabo de una hora se despidieron con un beso en la mejilla. Felipe la vio salir
del McDonald’s. Pensó si Kloe no sería acaso un ángel y Shadow su ayudante
o un diminuto duende obediente y devoto.
Se lavó las manos, bajó las gradas, pensando en reemplazar un seis por un
dos mientras se disponía a salir del local.