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La mayoría de los depósitos sedimentarios son el resultado del transporte de material en forma de
partículas. El movimiento de los detritos puede deberse únicamente a la gravedad, pero más
comúnmente es el resultado del flujo en agua, aire, hielo o mezclas densas de sedimentos y agua.
La interacción del material sedimentario con los medios de transporte da como resultado la
formación de bedforms (formas de lecho) las que pueden conservarse como estructuras
sedimentarias en las rocas y, por lo tanto, proporcionan un registro de los procesos que ocurren
en el momento de la depositación.
Si se conocen los procesos físicos que ocurren en diferentes entornos modernos y si las rocas
sedimentarias se interpretan en términos de esos mismos procesos, es posible inferir el probable
entorno de depositación. Por lo tanto, comprender estos procesos y sus productos es fundamental
para la sedimentología.
1.1- GRAVEDAD
El mecanismo más simple de transporte de sedimentos es el movimiento de partículas bajo
gravedad por una pendiente.
Las caídas de rocas generan sedimentos de detritos gruesos que se acumulan/depositan en la base
de las pendientes, los que posteriormente pueden ser re-trabajados por otros procesos.
La acumulación de detritos forma CONOS DE TALUD, los cuales tienen formas de abanicos cuya
superficie tiene un el ángulo máximo en el que el material es estable, evitando que los clastos
sigan transportándose más abajo por el talud. El ángulo de inclinación varía con la forma de los
clastos y la distribución de los tamaños de clastos, y van desde 30° para arena bien clasificada y
hasta alrededor de 36° para grava angulosa.
Estas acumulaciones se encuentran a lo largo de los valles en las zonas montañosas y
ocasionalmente a lo largo de las costas. Rara vez se conservan en el registro estratigráfico.
1.2.- AGUA
El transporte de material en el agua es el más significativo de todos los mecanismos de transporte.
El agua fluye en la superficie terrestre en canales y overland flow (flujo de agua que ocurre cuando
el exceso de agua de tormenta, agua de deshielo u otras fuentes; fluyen sobre la superficie de la
Tierra). También el agua es transportada por las corrientes en los mares, las que a su vez son
impulsadas por el viento, las mareas y la circulación oceánica.
Estos flujos pueden ser lo suficientemente fuertes como para transportar material grueso a lo
largo de la base del flujo y material más fino en suspensión. El material puede transportarse en el
agua cientos o miles de kilómetros antes de ser depositado.
1.3.- AIRE
El viento que sopla sobre la tierra puede recoger polvo y arena y transportarlo a grandes
distancias. Sin embargo, la capacidad del viento para transportar material está limitada por la baja
densidad del aire.
El contraste de densidad entre el medio fluido y los clastos es crítico para determinar la
efectividad del medio para mover el sedimento.
1.4.- HIELO
El agua y el aire son claramente medios fluidos, pero también podemos considerar el hielo como
un fluido, si pensamos que en períodos de tiempo largos el hielo se mueve sobre la superficie
terrestre, aunque muy lentamente.
Por lo tanto, el hielo es un fluido de alta viscosidad capaz de transportar grandes cantidades de
detritos clásticos. El movimiento de los detritos por el hielo es significativo dentro y alrededor de
los casquetes polares y en las zonas montañosas con glaciares. El volumen de material movido por
el hielo ha sido muy grande en momentos de glaciación.
Estas mezclas densas se comportan de manera diferente a los sedimentos dispersos en el agua y
se mueven bajo la acción de la gravedad sobre la tierra o bajo el agua, como flujos de detritos.
Las mezclas densas más diluidas también pueden moverse por la gravedad en el agua como
corrientes de turbidez.
Estos mecanismos de flujo impulsados por gravedad son importantes como medio para
transportar material grueso a las zonas profundas de los océanos.
En los flujos laminares, todas las moléculas dentro del fluido se mueven paralelas entre sí en la
dirección de transporte. Si el fluido es heterogéneo (agua y clastos) casi no se produce mezcla
durante el flujo laminar.
En flujos turbulentos, las moléculas en el fluido se mueven en todas las direcciones, pero con un
movimiento neto en la dirección de transporte: los fluidos heterogéneos se mezclan
completamente en flujos turbulentos.
A los flujos se les puede asignar un parámetro llamado número de Reynolds (Re). Esta es una
cantidad adimensional que indica hasta qué punto un flujo es laminar o turbulento.
El flujo de fluidos en tuberías y canales es laminar cuando el valor de Reynolds es bajo (<500) y
turbulento a valores más altos (> 2000). Con mayor velocidad, es más probable que el flujo sea
turbulento y se produzca una transición del flujo laminar al turbulento en el fluido.
El flujo laminar ocurre en flujos de detritos, en hielo en movimiento y en flujos de lava, todos los
cuales tienen viscosidades cinemáticas altas.
Los fluidos con baja viscosidad cinemática, como el aire, son turbulentos a bajas velocidades, por
lo que todos los flujos naturales en el aire que pueden transportar partículas son turbulentos.
Los flujos de agua son solo laminares a velocidades muy bajas o profundidades de aguas muy poco
profundas, por lo que los flujos turbulentos son mucho más comunes en los procesos de
deposición y transporte de sedimentos acuosos.
La mayoría de los flujos en agua y aire que probablemente transporten volúmenes significativos de
sedimento son turbulentos.
Rodando: los clastos se mueven rodando en la parte inferior del flujo de aire o agua, sin
perder el contacto con la superficie del lecho.
Suspensión: la turbulencia dentro del flujo produce suficiente movimiento hacia arriba
para mantener las partículas en el fluido y en movimiento más o menos continuamente.
A velocidades de flujo más altas, todo el limo y algo de arena se pueden mantener en suspensión,
con gránulos y guijarros finos que se saltan y materiales más gruesos rodando.
Estos procesos son esencialmente los mismos en aire y agua, pero en el aire se requieren
velocidades más altas para mover partículas de un tamaño dado, debido a la menor densidad y
viscosidad del aire en comparación con el agua.
Si se consideran las fuerzas que actúan sobre una partícula en un flujo, entonces se esperaría una
relación simple entre la velocidad crítica y la masa de la partícula. La fuerza de arrastre requerida
para mover una partícula a lo largo de un flujo aumentará si aumenta la masa de la partícula, al
igual que la fuerza de elevación requerida para subirla al flujo. Se puede aplicar una simple
relación lineal entre la velocidad del flujo y las fuerzas de arrastre y elevación a la arena y la grava,
pero cuando se trata de tamaños de grano fino, las cosas son más complicadas.
El diagrama de Hjulstrom de a continuación, muestra la relación entre la velocidad del flujo de
agua y el tamaño de grano y, aunque este diagrama ha sido reemplazado en gran medida por el
diagrama de Shields (Miller et al. 1977), muestra algunas características importantes del
movimiento de sedimentos en las corrientes.
Este grafico muestra la relación entre la velocidad del flujo de agua y el transporte de granos
sueltos. Una vez que un grano se ha depositado se requiere más energía para comenzar a moverse
que un grano que ya está en movimiento. Las propiedades cohesivas de las partículas de arcilla
implican que los sedimentos de grano fino requieren velocidades relativamente altas para
erosionarlos una vez que se depositan, especialmente una vez que se compactan.
En la parte central del grafico anterior, se describe los campos de estabilidad de las más comunes
bedform (forma de lecho), las que son estables en función de la granulometría y la velocidad de
flujo. Una forma de lecho es una característica morfológica formada por la interacción entre un
flujo y un sedimento sin cohesión en un lecho de un fluido.