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en Lacan
El niño: para él no existe el falo simbólico, no sabe que existe otra cosa más allá de él; él se cree el falo.
El falo: simbolizado en el inconsciente de la madre, que existe más allá del hijo; lo que completa a la madre, el deseo de la
madre.
El ternario imaginario
El Otro con mayúsculas: es el Otro como el lugar del
código. La única manera que tiene el niño de captar su
El otro necesidad es en términos del lenguaje, que no es de él,
sino que se aporta desde fuera que identifica a través de
los movimientos esbozados de la madre (transitivismo.- o
sea que lee lo propio en el otro, lo que le pasa al otro, le
pasa a él)
El otro: el semejante especular, con el cual el niño se
identifica y cree que ese otro es él.
En el primer tiempo del Edipo, es tanto objeto imaginario, y
simbolización de la madre.
La madre fálica
Si el hijo no se convierte, en la simbolización
de la madre, en el falo; ella no será la madre
El hijo fálica.
No obstante, el falo existe para esa madre,
referido a otra dupla madre-hijo.
El hijo entonces queda constituido como no-
falo (pues así lo determinó la madre), mientras
él lee su identidad en alguien externo a él, y
que por su dependencia de amor va a tomar
el deseo del otro como el propio; el deseo de
la madre entonces no es alcanzable, y es una
meta con la que el hijo no se podrá identificar.
Características generales del
primer tiempo del edipo
1. Se caracteriza por la posición de alguien sujeto al deseo de
otro. Es una relación dual, imaginaria, especular y asimétrica.
Son dos personas presos en la misma ilusión y cada uno
posibilita en el otro que se mantenga en ella. La madre es
determinante, exterior al niño; le preexiste, lo moldea y le
aporta el deseo, la identidad. La madre es el Otro (lugar del
código) y el otro (con quien se va a identificar). Puede haber
recaídas a lo largo de la vida en esta relación dual.
2. Los ejes teóricos alrededor de los que gira la “relación
primordial” son el deseo, el narcisismo y el concepto de ley.
Conclusión
La concepción del primer tiempo del Edipo según Lacan, es enriquecedora en
cuanto a que aclara la función y papel de la madre respecto al hijo, así como
del hijo respecto de la madre.
La importancia de que el hijo quede inscrito en el deseo de la madre, al
otorgarle la simbolización y significante de falo, radica en que el hijo pueda
desarrollar y adoptar una identidad y satisfacer el narcisismo de ambos.
Nuevamente me parece muy necesario aclarar que cuando hablamos del falo,
no necesariamente estamos hablando del pene, sino de una necesidad; en
este caso un deseo, que debe ser satisfecho para lograr la identidad a partir
del deseo del otro, a través de la necesidad de amor que el niño tiene
respecto a su madre.
referencia
Bleichmar, H. (1995)
Introducción al estudio
de las perversiones.
Nueva Visión
Ediciones.