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Introducción:
Que la extrema derecha europea y española utilice el terrorismo como arma política
para generar odio contra la comunidad musulmana es lo común. En sus discursos
suelen enmarcar este tipo de sucesos como una guerra entre civilizaciones (término
acuñado a partir de la polémica obra de Samuel P. Huntigtone, El Choque de
Civilizaciones), las cuales, argumentan, tienen formas antagónicas de concebir el
mundo. También es recurrente encuadrar el fenómeno del terrorismo yihadista como
la existencia latente del inicio de una nueva una guerra santa, donde se insta a las
autoridades y al conjunto de la ciudadanía a retornar a los tiempos de las Cruzadas y la
“lucha contra el moro invasor”. Hay que destacar que el fascismo español ya utilizó el
marco de “Guerra Santa” durante la Guerra de España (1936-1939), donde el bando
rebelde concebía la contienda como una lucha por la primacía de los valores cristianos
y en contra de “las salvajes hordas bolcheviques”, a la vez que los soldados alzados en
armas contra la legítima república asumían el papel que tiempos atrás habían ejercido
los cruzados en Tierra Santa.
Actualmente existe una vertiente dentro de la extrema derecha, en este caso sobre
todo en Estados Unidos ̶pero no solo̶ , que sin ser una ideología en sí misma se
caracteriza por tener un modo muy concreto de orientar su estrategia política. Estos, a
partir de acciones violentas e indiscriminadas, buscan tensar al máximo las
contradicciones de las sociedades capitalistas contemporáneas con el fin de desatar un
caos político y social que llegue a provocar el cambio político a posiciones
abiertamente fascistas (y supremacistas blancas). Este se podría producir mediante un
viraje ideológico a posiciones extremistas de derecha de la élite política actual o bien a
través de la sustitución de esta élite por una de ese perfil ideológico. Esta corriente
ideológica es conocida como aceleracionismo.
Los ataques terroristas pueden ir en dos direcciones distintas. En primer lugar, estarían
los atentados perpetrados por miembros de los grupos de la propia extrema derecha.
Ejemplos paradigmáticos de estos los tendríamos en la matanza que realizó el neonazi
Anders Breivik en el campamento juvenil del Partido Laborista Noruego en el año 2011
causando 77 muertos. También el tiroteo en marzo del 2019 en dos mezquitas de la
ciudad de Christchurch (Nueva Zelanda), perpetrado por Breton Terrant. Este era un
ciudadano australiano de 28 años que retransmitió su “hazaña” en directo por
Facebook, llevada a cabo con un fusil de asalto semiautomático, donde mató a 51
musulmanes que se encontraban en ese momento en los templos rezando. En ese
sentido, no es algo baladí que Breton Terrant retransmitiera la matanza en directo por
las redes sociales, ya que los seguidores del aceleracionismo, con sus actos, buscan
generar un efecto mimético que desencadene una suerte de “guerra racial” en la que
los ciudadanos “inconscientes y dormidos despierten de su letargo y se unan a los
guerreros arios con el fin de acabar con el sionismo mundial y los aliados de estos”, es
decir, personas de raza negra, comunidades no cristianas, judíos, comunistas,
homosexuales, etc.
Estos ataques son perpetrados por personas individuales sin aparente conexión con
una estructura organizativa formal, los llamados “lobos solitarios”, cuestión que
dificulta seriamente la previsión y prevención de este tipo de terrorismo por parte de
las autoridades. En cualquier caso, aun sin existir una organización en términos
clásicos, estos actos están amparados por una ideología de corte fascista y
supremacista. Según la inteligencia americana, este tipo de terrorismo se ha
convertido en el principal problema de seguridad de EEUU.
La mayor parte de los atentados realizados por supremacistas blancos están inspirados
en lo narrado en la novela publicada en 1978 por William Luther Pierce bajo el
pseudónimo de Andrew Macdonald, Los Diarios de Turner. Esta obra, de temática
distópica, narra las “hazañas” de un joven americano blanco, que, mediante ataques
organizados, consigue derrocar al gobierno federal de Estados Unidos y en última
instancia desatar una guerra racial a nivel planetario. Este es un libro muy consumido
por los seguidores de esta ideología y muchos de ellos imitan las prácticas del
protagonista buscando desencadenar los mismos acontecimientos y resultados.
Consideraciones finales:
Como se ha dicho anteriormente, estas son tan solo unas muestras de lo que han
expresado por Twitter algunos dirigentes de Vox en al suceso de Algeciras. Se podrían
exponer infinidad de manifestaciones públicas en estos mismos términos, no solo de
estos y otras cabezas visibles de la organización posfascista, sino también de
periodistas del entorno de Vox que incluso han ido más allá en sus expresiones. Odas
en pro de la defensa de España y Europa y el llamamiento a la movilización social en
favor a la lucha contra el islam fueron la tónica general durante esos días.
Dicho esto, en este artículo se ha expuesto la vinculación que existe entre Vox y
algunas tesis del movimiento aceleracionista. Dicha vinculación se manifiesta mediante
el uso que ambos hacen de la victimización como mecanismo de agregación étnico-
racial y de exclusión y confrontación hacia “los otros”, a los cuales les atribuyen la
voluntad de querer acabar con la cultura occidental mediante una guerra más o menos
explícita. En este sentido, no es baladí que algunos dirigentes de Vox hablen
abiertamente de un plan global de “sustitución demográfica” de la población europea
por parte de la africana, abrazando así las tesis de el gran remplazo o el Plan Calergui,
teorías defendidas también por los seguidores del aceleracionismo. En consecuencia,
las diferentes extremas derechas occidentales hacen una utilización maniquea de los
atentados yihadistas en suelo europeo, utilizados estos para avanzar en su particular
guerra de posiciones, la cual les permite legitimar socialmente los discursos de odio o
incluso, en el caso de los seguidores del aceleracionismo, las acciones de carácter
violento contra los quienes consideran sus enemigos. Si bien Vox dice rechazar la
violencia como medio para llegar al poder, no renuncia al rédito político que la
mediatización de esta le otorga cuando se producen este tipo de atentados.