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MI CASA Y YO SERVIREMOS A JEHOVA

INTRODUCCIÓN

Un soldado le dijo a su teniente:

-Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a
buscarlo.

-Permiso denegado- replicó el teniente- No quiero que arriesgue su vida por un


hombre que probablemente ha muerto.

El soldado, sin hacer caso, salió. Una hora más tarde regresó, mortalmente herido,
transportando el cadáver de su amigo. Su superior estaba furioso:

-¡Le dije que había muerto! Dígame: ¿Valió la pena arriesgar su vida por un cadáver?

Y el soldado, casi moribundo, respondió:

-¡Claro que sí, señor! Cuando lo encontré todavía estaba vivo y pudo decirme:
“¡Estaba seguro de que vendrías!”

Que hermoso cuadro este, de un hombre que no le importó arriesgar su vida por
intentar salvar a su amigo. Hoy en día los matrimonios están muriendo y son muy
pocos aquellos que están dispuestos ir a la guerra y dar su vida para salvarlo. Josué
hijo de Núm y siervo de Moisés fue un gran hombre. Luego de la muerte de Moisés,
Dios le dio el gran privilegio y responsabilidad de guiar a su pueblo hacia la tierra
prometida, aquella tierra de la cual fluye leche y miel. Pero hoy no quiero mostrarles
a Josué en su etapa de jefe y guerrero de los escuadrones de Israel, sino en su etapa
de esposo y padre de familia, quien tuvo los pantalones para decirle a todo el pueblo
de Israel «decidan a quienes van a servir, si a los dioses de sus antepasados o
a los dioses de los amorreos, pero en lo que a mí respecta, mi familia y yo
serviremos a Jehová».

TEXTO

RV 1960 Josué 24:15 (Josué se dirige al pueblo de Israel) Y si mal os parece servir
a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros
padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya
tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
NVI Josué 24:15 Pero si a ustedes les parece mal servir al SEÑOR, elijan ustedes
mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro
lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora
habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al SEÑOR.

LA UNIDAD FAMILIAR

Puedo notar en las palabras de Josué que su familia era una familia unida. Y este es
el primer punto que deseo tratar “La unidad familiar”. Nos encontramos en tiempos
tan modernos donde la desintegración familiar es algo común. Ya no es extraño
escuchar a un joven decir: «Mis padres están separados». En otros tiempos esta idea
causaba miedo en el núcleo familiar y vergüenza ante la sociedad, pero hoy en día
ya no, porque se lo ha aceptado como algo “normal”. La unidad familiar ha perdido su
valor a tal punto que los matrimonios son cada vez menos comunes, parecería que
hay más divorcios que matrimonios.

«ESTADÍSTICAS»

Según el instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (INEC) Los ecuatorianos se


divorcian más y se casan menos, en el 2000 hubo 10.796 divorcios y en el 2010
existieron 18. 231. Esto representa un incremento de un 68,8% de divorcios en una
década.

Hoy en día las personas se unen con la idea de que si la relación no funciona,
entonces no existe ningún documento que los ate o que los comprometa el uno con
el otro. Es muy común escuchar decir: «Si el amor se acaba es mejor divorciarse».
Definitivamente los estándares del mundo y de los hombres son muy distintos a los
de Dios, los que NO conocen a Cristo ni su Palabra, cuando las cosas en el
matrimonio van mal dicen: «se me terminó el amor», «se me terminó la pasión», «ya
no te amo», «es mejor que nos divorciemos», «me voy a la casa de mamá». Pero
nosotros los cristianos no podemos pensar de la misma manera. El matrimonio es un
barco del cual nadie se puede bajar hasta que lleguen a tierra, y esta tierra es la
muerte o la venida de Cristo.

No creamos que el matrimonio fue un invento del hombre o de una cultura, sino algo
establecido por el propio Dios, Génesis 2:24 “Por tanto, dejará el hombre a su padre
y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Dios instituyó el
matrimonio, y NO con la idea de que cuando no funcione, entonces todo se termine.

A los creyentes, La biblia nos deja algo muy claro 1Timoteo 3:5 porque el que no
sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de
Dios?” ¡¡¡Tremendo!!! Pero muy cierto. Como podemos querer aconsejar a un hogar
destruido, si el nuestro se encuentra en un peor estado. Entendamos que si nuestro
hogar fracasa, también fracasaremos nosotros. No pretendamos ser espirituales
cuando nuestro hogar se encuentra destruido.

¿Cómo se encuentra tu hogar hoy día? ¿Puedes decir que tu familia está unida? O
¿necesitas un milagro? Cualquiera que sea tu respuesta, quiero decirte que Dios
puede intervenir en tu hogar y hacer algo grande.

LA RESPONSABILIDAD EN EL HOGAR

El segundo punto que deseo mencionar es la “responsabilidad en el hogar”. Esta


es una responsabilidad compartida entre el hombre, la mujer y los hijos (si los hay).

La responsabilidad del varón.- Esta responsabilidad compartida recae


primeramente sobre la cabeza del hogar, esto es el varón. Note las palabras de Josué
al pueblo de Israel: «Si no les parece bien servir a Jehová, ustedes elijan a quien
quieren servir, pero mi decisión está tomada, mi casa y yo serviremos a
Jehová». Josué no solo estaba decidiendo por él, sino también por toda su
familia. Así como el varón tiene la responsabilidad de ser el proveedor, también tiene
la responsabilidad de ser el sacerdote de su hogar y dirigir las riendas de la vida
espiritual de su familia, y es exactamente esto lo que hizo Josué. Esto NO le
corresponde a la mujer, sino al varón porque él es la cabeza del
hogar Efesios 5:23 «porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es
cabeza de la iglesia…». Cuando la biblia dice que el esposo es la cabeza del hogar,
lo que enseña es que el esposo es aquel que guía y dirige al cuerpo que es su familia;
Es el esposo quien tiene que guiar a su esposa y a sus hijos en los caminos de Dios.
Sobre él recae esta gran responsabilidad, y es él quien tendrá que rendirle cuentas a
Dios por todo su hogar. Es muy lamentable observar cómo han sido las mujeres
quienes han tomado las riendas de la vida espiritual de su familia y no los varones, y
aun es más lamentable ver como los esposos les impiden a sus mujeres congregarse
y participar en la iglesia.

Querido varón, Dios nos ha puesto como cabeza de nuestro hogar, no para ejercer
este derecho con tiranía y machismos, sino para al igual que Josué decir: «Mi casa y
yo serviremos a Jehová». Nosotros los varones somos aquellas gallinas que cuidan
de sus polluelos.

La responsabilidad de la mujer.- Esta responsabilidad compartida recae también


sobre la esposa, y aunque ella no es la cabeza, SI es el motor de familia Proverbios
14:1 “La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba”. Cierta
ocasión una madre me llamó muy preocupada porque temía que su hijo abandone la
iglesia y vuelva a su vieja vida. «Ayúdelo por favor, no quiero que mi hijo se aleje de
la iglesia» fueron las palabras de esta mujer. A continuación yo le pregunte: » ¿usted
se está congregando en alguna iglesia?», su respuesta fue: «No». Lo que yo le dije a
esta madre fue: «Como quiere usted que su hijo persevere en los caminos, si usted
como madre no le da el ejemplo, lo primero que usted debe hacer es volverse a Dios
y buscar una iglesia donde congregarse». Sin duda, esta era una mujer insensata.

¡Cuán equivocados solemos estar nosotros los padres! Y creemos que podemos
exigir santidad a nuestra familia, cuando nosotros no la practicamos. Imaginémonos
a Josué decir: «Que mi mujer y mis hijos sirvan a Jehová, yo aun NO lo haré, o lo
haré después». Aunque parezca gracioso, este es el pensamiento de muchos: «que
mi mujer sirva a Jehová», «Que mi marido sirva a Jehová», «Que mis hijos sirvan a
Jehová» yo, aun no lo haré.

Más bien deberíamos decir: “YO Y MI CASA SERVIREMOS A JEHOVÁ”

La responsabilidad de los hijos.- Ahora me dirijo a usted querido hijo, para decirle
que como hijos estamos llamados a honrar a nuestros padres. Y tal vez usted me
diga: «Usted no conoce a mi padres, ellos son malos». Es muy probable que usted
tenga razón, porque como padres solemos equivocarnos muchas veces. Pero… el
honrar a nuestros padres no es una opción para nosotros, sino un mandato de parte
de Dios. Honremos a nuestros padres y valoremos el esfuerzo que ellos hacen por
nosotros. Si usted como hijo es un estudiante, pues honre a sus padres teniendo
buenas calificaciones; si usted ya no vive con ellos, siga siendo un hijo obediente y
que ellos se puedan sentir orgullosos de usted.

Efesios 6:1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.

Efesios 6:2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con


promesa;

COMPROMISO

Como un tercer punto, quiero hablar sobre el “compromiso en la familia”. Aquel


compromiso que un hombre y una mujer tomaron cuando prometieron estar juntos
por siempre en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza; un
compromiso que hicieron el uno con el otro y también ante Dios. En las palabras de
Josué puedo notar un compromiso total con su familia “Mi casa y yo serviremos a
Jehová”. Como si dijese: «Pase lo que pase, venga lo que venga, juntos serviremos
a Dios».

Para poder tener una idea más clara del compromiso en la familia, les invito a observar
a Cristo crucificado. ¿Por qué no se bajó de aquella cruz? ¿Por qué no ordenó a los
ángeles que vinieran a servirle? ¿Por qué con su poder no se liberó de los clavos que
lo sujetaban al madero? Una de las respuestas es COMPROMISO. Fue el amor y el
compromiso hacia nosotros lo que mantuvo a Jesús en aquella cruz. No pensemos
que esto fue sencillo para Él. En Getsemaní Jesús les dijo a sus discípulos que su
alma estaba triste hasta la muerte, y orando al Padre le dijo: “Padre mío, si es posible,
pase de mi esta copa; pero no sea como yo quiero sino como tú”. Lo que Jesús le
pedía al Padre es que si había otra forma de salvar a los hombres que no sea por
medio de la copa amarga del martirio, que lo haga; pero sobre todo que se haga su
voluntad (No queriendo decir con esto, que el Señor quería evadir su misión
salvadora). Fue el amor y el compromiso que Jesús tuvo por nosotros lo que le dio
las fuerzas para beber de esta copa amarga y soportar tremenda tortura. Solo cuando
entendemos el compromiso de Cristo para con los hombres, es cuando podemos
aprender el compromiso para con nuestra familia.

«El compromiso sobrepasa la pasión, el sentimiento y la emoción»

Si hoy le preguntara: ¿Cómo está su matrimonio? Alguno me respondería: «Ya no


soporto ni entiendo a esta mujer o a este hombre, creo que es mejor que nos
separemos». Querido hermano y amigo, es muy probable que usted tenga un
concepto equivocado de lo que es el amor; ciertamente el amor empieza con una
atracción y con mucha pasión, pero esto no sostendrá por mucho tiempo a un hogar,
porque la pasión y la atracción pronto terminarán. La juventud se acaba y la
hermosura física también, y si su hogar estuvo fundamentado en estos factores,
entonces el amor tarde o temprano se terminará. Pero si su hogar está fundamentado
en el compromiso que Cristo tuvo por nosotros, entonces, aunque vengan ríos,
tempestades y fuertes vientos, este hogar NO caerá. Tal vez alguien me pueda decir:
«Usted no conoce a mi mujer o a mi marido, él/ella no merece mi amor». Es muy
cierto que ciertas mujeres y ciertos hombres no se han hecho merecedores del amor
de su conyugue.

«La gran lección de Cristo»

Pero he aquí la lección… Nosotros no merecíamos el amor de Dios, y aun así el


envió a su hijo único a dar su vida por nosotros. Queridos esposos y esposas, su amor
no debe estar condicionado a lo que el otro haga o deje de hacer por usted; o porque
se lo merece o no se lo merece; nosotros los varones debemos amar a nuestras
esposas y las mujeres deben amar a sus esposos como Cristo nos amó a cada uno
de nosotros; con nuestras imperfecciones y nuestros pecados. Cristo nos amó NO
porque lo merecíamos, sino por su gran amor y compromiso. NO pretendamos ser
exitosos y mucho menos espirituales cuando nuestro hogar está destruido. Satanás
es un homicida y especialista en destruir hogares, pero si usted edifica su hogar sobre
la roca que es Cristo Jesús, le aseguro que tendrá victoria aun en medio de la
adversidad.
PROMESA FUTURA

Por último meditemos en estas palabras “MI CASA Y YO SERVIREMOS A JEHOVÁ”.


Y ahora agarrémonos de ellas como una promesa para nuestra vida y nuestra familia.
Note que es un hecho futuro “SERVIREMOS”. Una promesa futura que un día será
presente, donde usted ya no dirá: «MI CASA Y YO SERVIREMOS A JEHOVÁ», sino
«MI CASA Y YO SERVIMOS A JEHOVÁ».

Pero hay algo que debemos entender, y esto es que, “YO” debo ser el primero en
servir a Jehová, para que luego lo haga “MI CASA”. Tal vez su esposo, esposa, hijos,
familia no caminan con usted, pero hoy le animo a que no pierda la esperanza; siga
caminando, siga adorando y sirviendo a un Dios vivo, que de seguro tras de usted
vendrá también su familia, ¡Aleluya!

CONCLUSIÓN

Queridos varones, es tiempo de decir al igual que Josué «MI CASA Y YO


SERVIREMOS A JEHOVÁ»; amadas mujeres es tiempo de decir «MI CASA Y YO
SERVIREMOS A JEHOVÁ»; apreciados hijos, es tiempo de decir «MI CASA Y YO
SERVIREMOS A JEHOVÁ». En la vida hay cosas que NO son negociables, y una de
estas es la FAMILIA. Cree en Jesucristo y serás salvo tú y tu casa. ¡Amen!

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