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4 lecturas sobre cuentos de economía

Libro: 25 Cuento de Economía de Fernando Correia da Silva.


Copyright. Editorial Guaymuras.
Texto de uso didáctico, no comercializable.

LECTURA N°1
SOY UN HOMBRE DEL PALEOLÍTICO

Mi tribu intenta cazar. A veces lo consigue. Entonces haceos una fiesta y comemos.
Nos hartamos para compensar la gran parte del tiempo en que pasamos hambre. Cuando
se nos acaban las piedras filosas y los palos, hacemos otros. Ayer dejamos de matar un
canguro porque las piedras y los palos se nos habían acabado. Hoy empezamos a pulir otras
piedras y a preparar nuevos palos. Después saldremos a cazar. Tenemos que cazar. Siempre
tenemos que cazar. Las mujeres recolectan algunos frutos y los hombres cazan.
Cuando se nos acaban los frutos y la caza, emigramos a otro territorio.

COMENTARIO
En la sociedad primitiva toda la producción era inmediatamente consumida por la población
hambrienta. No había nunca excedentes de producción. Toda la actividad económica se
resumía en conseguir alimentos. De no ser así, la comunidad hubiera muerto de hambre. Es
el inicio de la división del trabajo entre los sexos. No hay planeamiento de la actividad
económica. La carencia, la falta permanente de alimentos, conducía a la población a las
prácticas crueles pero indispensables como el infanticidio. Era una comunidad humana
totalmente sometida al poder de las fuerzas naturales.

LECTURA N°2
SOY UN HOMBRE DEL NEOLÍTICO

Los hombres de mi tribu cazan. Las mujeres recogen los frutos y preparan almácigos.
Las mujeres son prevenidas; en vez de comerse todos los granos de cebada, guardan
algunos para sembrar. Ellas también crían cabras y por eso tomamos leche todos los días; y,
cuando falta la caza durante mucho tiempo, matamos los cabritos y los comemos. Dice mi
abuela que su abuela le decía que antes nuestra tribu pasaba hambre; ahora empieza a haber
comida para todos y ya no es necesario que todos los hombres salgan a cazar todos los días.
Como ya estoy viejo, la mayor parte del tiempo me quedo haciendo hachas y flechas de
piedra para los cazadores de nuestra tribu. Otros se quedan preparando pieles de cabra para
vestirnos. Lo que todos producen es de todos.

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COMENTARIO
Es la revolución neolítica (piedra pulida). Los hombres dejan de estar enteramente sometidos
a las fuerzas de la naturaleza. Ya han aprendido a controlar, por la agricultura y la
domesticación de animales, la producción de alimentos. Se produce, entonces, un ligero
excedente en la producción que facilita la división social del trabajo y la planificación
económica, las cuales, a su vez, provocan nuevo aumento de excedente.

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LECTURA N°3
SOY UN CAMPESINO DE LA MESOPOTAMIA

Trabajo todo el año labrando las tierras, preparando diques y represas, como lo
manda mi señor, haciendo almácigos, regando y cosechando. Pero cada grano se multiplica
por cien y mi señor, que es muy rico, me da las herramientas de hierro, las ruedas de hierro
para la carreta que los bueyes halan y yo conduzco. Mi señor tiene en su palacio artistas que
hacen cerámicas, pinturas y esculturas; otros hacen música y versos. Mi señor conversa
mucho con los sacerdotes y, por los astros, sabe cuando el tiempo va a cambiar. Tengo
suerte de trabajar para un señor tan rico. Fui prisionero de guerra y, cuando ya esperaba la
muerte, él me compró. Ahora tengo que comer y hasta me han dado una mujer y ella me ha
dado dos hijos. Trabajamos para comer y comemos para trabajar. Francamente, tenemos
suerte de trabajar para un señor tan rico, pero nosotros vivimos para el trabajo y él vive de
nuestro trabajo.

COMENTARIO
Es el inicio de la civilización: el riego y las técnicas meteorológicas haciendo y promoviendo
la revolución de la agricultura y creando condiciones para un excedente permanente de
alimentos. Es este excedente, este plus-producto, el que facilita la división de la sociedad en
clases: una parte abandona el trabajo productivo y pasa a vivir ociosa a costa de la otra parte,
del trabajo de la otra parte; o sea, esclavos y siervos. Es este permanente plus-producto
social el que facilita la fundación de imperios. ¡señores y esclavos! Esclavos en cuya
alimentación y reproducción los señores invierten con el objeto de que se mantenga siempre
la clase de los explotadores. Pero la función de esta clase ociosa no solamente es negativa.
Ella también promueve el desarrollo de actividades socialmente necesarias, como las
técnicas meteorológicas y de irrigación, las técnicas metalúrgicas. Promueve el desarrollo de
las artes. En su interés propio, esta clase ociosa sigue promoviendo el desarrollo de
actividades humanas de las que un día toda la humanidad se beneficiará.

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LECTURA N°4
HISTORIA COMICA SOBRE EL EQUIVALENTE GENERAL

El dinero aún no ha sido inventado y un sol de primavera amanece sobre la ciudad.


Bajo hacia el mercado y me vienen ganas de comprarme un pescado para el almuerzo. En la
mano derecha llevo tres paquetes de cigarrillos y entro al mercado. Me acerco al puesto de
pescado y pregunto a la vendedora:
- Señora ¿cuánto cuesta el pescado?

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- Cuesta un litro de aceite por dos libras de pescado
- ¿Acepta tres paquetes de cigarrillos?
La señora me contesta:
- Señor yo no fumo.
Como yo quiero las dos libras de pescado, trato de conseguir aceite. Lo encuentro en uno
de los tramos del mercado y pregunto:
-Señora, ¿a como esta el litro de aceite?
- Está a cinco libras de papas el litro.
- ¿Y usted me acepta tres paquetes de cigarrillos por el litro?
- Pudiera ser. Pero ya tengo tabaco para más de una semana. Lo que necesito ahora son
papas.
Como lo que quiero es pescado, trato de buscar a la muchacha de las papas y me topo con
un monumento de mujer. Le pregunto:
- ¿A cómo están las papas, preciosa?
- Cinco libras de papa por cuatro de azúcar, mi amor.
- ¿Y tienes novio, corazón?
- ¿Por qué? -me pregunta
- ¡Ah!, es que si tuvieras te daría un regalo para él: tres paquetes de cigarrillo.
- Trato hecho. Deme los tres paquetes y se lleva las cinco libras de papas.
Agarro las papas y me voy a cambiarlas por el litro de aceite. Lo agarro y salgo corriendo al
puesto de mercado.
- Bueno, señora, aquí le traigo el aceite. Páseme el pescado.
- ¿Aceite? ¡ya no necesito aceite, señor! Tengo para un mes. Lo que necesito ahora es queso
fresco. Una libra de pescado por una libra de queso fresco. ¡Eso es!
A esta hora el mercado está a punto de cerrar. Me fui a la casa.
Durante toda la tarde me tuve que pasar mirando la garrafa de aceite, sin tener siquiera un
cigarrillo para consolarme.

COMENTARIO
Una historia cómica para evidenciar cómo la ausencia de un equivalente general dificulta
el cambio de mercancías. El equivalente general es también una mercancía. En esta historia
sí, por ejemplo, el aceite funcionase como equivalente general, quien fuera al mercado
cambiaría lo que llevará por aceite y después cambiaría el aceite por lo que necesitara. A
menos que sólo necesitaras aceite. De esta forma el aceite, aparte de ser un producto con
su especifico valor de uso, sería también la moneda, la mercancía frente a la cual todas
las demás expresan sus respectivos valores (de cambio). El aceite, además de servir para
freír el pescado con papas, sería también el equivalente general, la moneda, el dinero. Pero

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como la moneda también es una mercancía, su propio valor (de cambio) también está
determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlo. Si en esta
historia el aceite funcionara como moneda, podríamos organizar la siguiente lista de los
precios que, ese día, estaban rigiendo en el mercado:

1 paquete de cigarrillos 0.33 litros de aceite


1 libra de pescado 0.50 litros de aceite
1 libra de papas 0.20 litros de aceite
1 libra de azúcar 0.25 litros de aceite

Podemos, pues, definir el precio de una mercancía como la expresión monetaria del valor
de cambio de esa mercancía.

En cada época, cada sociedad ha tenido sus equivalentes generales. Fueron la sal, el té, las
pieles, el ganado, los cereales, las semillas de cacao, etc. Con la revolución metalúrgica y el
desarrollo del comercio internacional, los objetos metálicos comenzaron a ser usados como
equivalentes generales. Y después no solo los objetos, sino que también las laminas del
propio metal. El metal que más resiste al desgaste y a la oxidación es el oro. El oro es también
fácilmente divisible en fragmentos que pueden ser fácilmente fundidos. Además, su valor es
relativamente estable porque, en milenios, poco se ha avanzado en la técnica de su
extracción. O sea, poco ha variado en milenios, el tiempo y el trabajo socialmente
necesario para producir un kilo de oro. Hay que añadir aún que el oro tiene un peso
especifico elevado, lo que permite que en un pequeño volumen se puede concentrar un
elevado valor de cambio, circunstancia que facilita su transporte a largas distancias.
Por todo esto, el oro acabo siendo un equivalente general internacionalmente reconocido.

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