Detección precoz de la hipertensión arterial:
¿hay un lugar para las oficinas de farmacia?
M. Luque Otero
Unidad de Hipertensión. Hospital Clínico San Carlos. Madrid.
L
a hipertensión arterial es uno de los princi-
pales factores de riesgo cardiovascular y
constituye un grave problema sanitario en
nuestro país, donde 1 de cada 4 muertes, 1 de
2,5 muertes de causa cardiovascular, están rela-
cionadas con la elevación de las presiones arte-
riales1. Un control adecuado de la hipertensión
arterial retardaría considerablemente la presenta-
ción de eventos cardiovasculares, lo que se tradu-
ciría en más años de vida y con mejor calidad.
Para lograr este objetivo son necesarias dos cosas:
por una parte, detectar lo más pronto posible a los
pacientes hipertensos, y por otra, mejorar el control
de los pacientes que ya están diagnosticados y tra-
tados. El carácter asintomático de la hipertensión
arterial hace que el diagnóstico se realice en la ma-
yoría de los casos en el curso de un examen rutina-
rio, siendo frecuente que ello ocurra en los recono-
cimientos anuales que muchas empresas realizan a
sus empleados o durante los exámenes obligatorios
para obtener el carnet de conducir. Pese a todo, en
la mayoría de los hipertensos de nuestro país el
diagnóstico se realiza cuando ya ha pasado un
tiempo con las presiones elevadas como lo sugiere
la relativamente alta prevalencia de microalbumi-
nuria y de hipertrofia ventricular izquierda2 que se
encuentran en hipertensos españoles recién diag-
nosticados. Esta afectación de los órganos diana es
especialmente preocupante por dos motivos. En pri-
mer lugar implica un riesgo cardiovascular elevado,
con lo que, de acuerdo con las guías más común-
mente aceptadas3, 4, en la inmensa mayoría de estos
pacientes es necesario instaurar tratamiento farma-
cológico. Pero, además, la existencia de afectación
de los órganos diana implica una mayor resistencia
al tratamiento, y especialmente la hipertrofia ventri-
cular izquierda es un predictor de que las presiones
arteriales se van a controlar peor5. Por todo ello, un
diagnóstico de la hipertensión y una intervención
precoces, cuando todavía las alteraciones morfoló-
gicas causadas por la hipertensión son mínimas,
Correspondencia:
M. Luque Otero.
Unidad de Hipertensión.
Hospital Clínico San Carlos.
Profesor Martín Lagos, s/n.
28040 Madrid.
Hipertensión 2002;19(7):297-8
permitiría un mejor control de las presiones y
una reducción considerable del riesgo cardiovas-
cular absoluto que presenta usualmente el hiper-
tenso recién diagnosticado en el momento actual.
Obtener el control de las cifras tensionales es un
objetivo irrenunciable si se quiere reducir la mor-
bimortalidad cardiovascular asociada a la hiper-
tensión arterial. Las evidencias son ya tan clamo-
rosas que resulta imposible poder sostener que
exista algún grupo de pacientes en los que el ob-
jetivo del tratamiento no sea llevar las presiones
arteriales por debajo de 140 y de 90 mmHg. En
los diabéticos esos límites son 130 y 80 mmHg.
Aunque se ha repetido muchas veces, es necesario
volver a recordar que en conjunto en nuestro país
sólo alrededor del 20 % de los pacientes tratados
tienen presiones inferiores a 140 y 90 mmHg6,
aunque en cada encuesta que se realiza este porcen-
taje aumenta y en la última disponible el por-
centaje alcanza un espectacular aunque todavía
insuficiente 28 % (Coca, comunicación personal).
Las causas para explicar esta baja tasa de control
son muy variadas, habiéndose invocado desde la
falta de cumplimiento de los pacientes a la tole-
rancia de los médicos hacia presiones por encima
de las consideradas como control, reflejada en el
hecho de que la misma no se acompaña, como
parecería lo lógico, de una modificación del trata-
miento. Asimismo, la mayoría de los pacientes es-
tán tratados con monoterapia, y los últimos ensa-
yos en los que se perseguía el control de las
presiones arteriales han enseñado, sobre todo el
HOT7, que es necesario utilizar más combinacio-
nes de fármacos si se desean conseguir las pre-
siones adecuadas. Éste es un aspecto sumamente
importante porque personalmente estoy conven-
cido de que existe un importante hiato entre
lo que todos los profesionales conocen y compar-
ten sobre el control de las presiones arteriales y
lo que se hace para lograrlo, y también de que
por diversas razones, sobre todo invocaciones
al efecto de bata blanca y la esperanza de que
fuera de la consulta las presiones sean más ba-
jas, no se toman las decisiones que con el arsenal
terapéutico de que disponemos permitirían con-
trolar a la inmensa mayoría de los hipertensos.
Por tanto es importante perseguir los objetivos de
lograr una detección precoz de los pacientes y un
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 LUQUE OTERO M. DETECCIÓN PRECOZ DE LA HIPERTENSIÓN ARTERIAL: ¿HAY UN LUGAR PARA LAS OFICINAS DE FARMACIA?
control adecuado de las cifras tensionales. Ambos
además están muy ligados porque una detección
precoz implica una menor afectación de los órga-
nos diana y un control más fácil de las presiones
arteriales. Esto es especialmente importante en los
diabéticos, en los que alcanzar el control de la sis-
tólica es especialmente difícil cuando la enferme-
dad lleva ya un tiempo de evolución.
La detección precoz de los hipertensos es difícil
de realizar aun cuando los profesionales sanitarios
estuvieran muy concienzados para realizarla, por-
que su ámbito de actuación se limita a las perso-
nas que acuden a las consultas, que suelen consti-
tuir una pequeña parte de la población. Por ello se
ha pensado en otras opciones para realizarla, y
entre ellas, las oficinas de farmacia parecen ser lu-
gares muy adecuados por cuanto a ellas no sólo
acuden los pacientes para obtener los fármacos re-
cetados por sus médicos, sino también para adqui-
rir productos de mostrador, de parafarmacia o
sencillamente muchas veces para pedir conse-
jo. Además realizar la detección lejos del am-
biente sanitario tradicional (médicos y enferme-
ras) debería reducir el fenómeno de la bata blanca
y establecer con mayor precisión el diagnóstico.
Al igual que con cualquier otro ambiente donde
se pretenda detectar la hipertensión, los proble-
mas que se presentan para considerar válidas las
presiones registradas en una oficina de farmacia
dependen de las condiciones del lugar, del entre-
namiento del observador y de la fiabilidad del
aparato con el que se realicen las mediciones. La
presión debe registrarse sentado, en un lugar tran-
quilo, tras un período de reposo de al menos 10
minutos, por un observador entrenado y con un
aparato fiable, preferentemente un esfigmomanó-
metro de mercurio. La medición se ha simplifica-
do porque disponemos de aparatos semiautomáti-
cos de una gran exactitud y que permiten obviar
el error del observador. Pese a ello estas condicio-
nes en general no se dan en las farmacias, aunque
sí se consiguieron en el estudio de Carrión Valero
et al8, que se publica en este número y en el que
se ha explorado la posibilidad de realizar medidas
repetidas de la presión arterial para detectar hiper-
tensos en una serie de oficinas de farmacia que
accedieron a participar en el estudio y que reci-
bieron instrucciones precisas respecto a la metódi-
ca a utilizar en el mismo. Lo más llamativo del
diseño era que las personas que tenían presiones
por encima de 140 y/o 90 mmHg como media de
la segunda y tercera toma de las tres que se reali-
zaron, y que ignoraban ser hipertensos, eran cita-
das en la farmacia a otra visita, y si las presiones
seguían por encima de esos límites se les refería al
centro de salud para confirmar el diagnóstico, un
método que parece muy atinado para cumplir los
fines del estudio. En los resultados sorprende que
el 40 % de los sujetos en los que se detectaron
presiones por encima de límites en la primera visi-
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ta no volvieron a la segunda, lo que puede acha-
carse bien a que decidieran acudir a su médico,
bien al deficiente grado de educación sanitaria de
la población respecto a un problema tan grave co-
mo asintomático. En conjunto casi el 14 % de los
sujetos examinados presentaron presiones ≥ 140
y/o 90 mmHg, y de ellos en más del 50 % se con-
firmó la existencia de hipertensión en la visita al
médico, lo que resulta asimismo sumamente cu-
rioso porque si el médico ocasiona una reacción
de alerta el diagnóstico debería haberse confirma-
do en todos los sujetos enviados y no sólo en el
50 %, lo cual plantea la magnitud de la reacción
de alerta evocada en las oficinas de farmacia.
Lo que demuestra este trabajo es que una colabo-
ración más estrecha con las oficinas de farmacia
podría ser una forma eficaz de incrementar la de-
tección más temprana de la hipertensión arterial.
En los últimos años las farmacias de nuestro país
están intentando prestar más servicios a la comuni-
dad y tener una mayor colaboración con los médi-
cos para mejorar el control de los pacientes. Y aun-
que existe una gran reticencia por parte de los
médicos, creo que el colectivo farmacéutico desea
colaborar y darle más contenido técnico a sus tareas
diarias, sin realizar funciones de diagnóstico y tra-
tamiento que son trabajo exclusivo de los mé-
dicos. La experiencia del grupo de Albacete de-
muestra que pueden colaborar en la realización de
un diagnóstico precoz de la hipertensión arterial, y
el sistema sanitario debería intentar extenderla
para intentar llevar a cabo un diagnóstico más pre-
coz de la hipertensión arterial.
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