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DESCENTRALIZACION DEL EJERCIC] Ve DE LA COERCION PENA Ecco YE LA COERCION PENAL Hemos, senalado en el capitulo anterior que nuestra Cons- tucion S¢ preocupa especialmente por establecer resguar- arantias frente al posible uso arbitrario del poder pe- dos 0 & - el Estado. Se ha destacado, también, que | = constituye una fuerza estatal de alta intensidad y, por tanto, todos los resguardos y garantias referidas a ella tie- nen una gran importancia politica, que debe ser tomada en cuenta en toda interpretacion constitucional. En nuestra ley fundamental existe, ademas, otro meca- incluid ———— nismo que no suele ser incluido dentro de la denominacién de “garantias procesales o penales” —quizas porque funcio- na de una manera diferente de éstas—, pero también cum- ple, sin embargo, la funcién de proteger a los individuos y grupos sociales del uso despotico del poder penal. Aeste mecanismo institucional podemos Il: izacio aunque se comprende mejor su funcionamiento si decimos que se trata de una distribucion del poder penal que busca evitar la con- centracion de tal poder en una sola mano 0 en uno solo de los sujetos constitucionales. jot existen cua’ TO Sujetos primarios o basicos. Ellos son “ovebiofentendlie t nto de habitantes de nues- lo (entendido como el conju que constituyen la organi- to pais); is); otros son los Gemaes ° non Politica basica de los ciudadanos (CN, art. 5°); luego hallan lo: (CN, arts. 121ly ss.) y, por timo, ! 1 Para ion en el ampli ic coercionen Proceso Pllat ver Carrerata Nores, José Ignacio: Medidas de Penal, Cordoba, 1983. ALBERTO m, BINDER 80 on penal se halla repartidg yer ci El ejercicio eel I estado nacional tiene el poder de es = s. El Esta 6 ta estos cuatro si penal que rige en toda Ja FECSO EN, an. 75, blecer un COTE Far esos delitos $0 ae inc. 12), y para los comete en determinados lugar, \do_S€. o materias, 0 cuant Los Estados provinciales tienen q i ‘al—. ——S SU —competencia feat de la Justicia penal en su territorio, vega cargo la ort aniz ficial provincial tiene el poder de juzgar los de. eon J tena eral (CN, ar 7 ne itos los Estados provinciales legis, Jar sobre a rovincia, son los jueces municipales quienes SE cas contravenciones. Ademas, los municipios suelen legelar 30 re otro tipo de faltas que también implican un eer. cio del poder penal, tales como las infracciones a las leyes de Ansito 0 a las que regulan las relaciones de vecindad. Por ultimo, en todo el territorio de nuestro pais, ya se te de delitos de competencia federal o provincial, todos los juicios criminales deben ser juzgados por jurados, es decir, por él pueblo de la Nacion (CN, art. 118). Todos y cada uno de los elementos_de_esta_ distribucién constitucional del poder penal han sido disefados para que, en nen un sistema armonico. La funcion de ese sis- ei SC e la de establecer es, garantizar liberta- des y preservar la dignidad de las personas. Por tal raz6n, po- lemos decir que esa distribucion —si bien no funciona del mismo modo que las otras garantias penales 0 nple la 3 s ‘a a procesales— cumple misma funcién que ellas S¢ nutre del mismo sentido politico. Mlentras en nuestra vida Tnstituclonsl eee Sen actual y no comience a respetarse la citada no son los prauenica, el poder penal transitara carriles que sacs Previstos por nuestra Constitucién Nacional. Onia garantizadora que ha buscado ‘amental se aprecia con mayor clari- Precision la funcién de cada uno de tados, Sin embargo, la arm disehar nuestra ley fund: dad si analizamos con los sujetos Politicos ci lL. Importanci, * ~ Clay signi: iti la participa ue Poeitde politico de inal clon el énfasis So Puesto por el texto con “esidad de establecer el juicio por jurada® Llama la aten clonal sobre la ne N AL DERECHO PROCESAL PENAL 81 dice que “el Congreso pro; pl oot Oe lacion en todos sus rae Palas See actual oe urados * Bl art. 75, ine. 12, determing ue oe a . ~ 9, inc. 12, determin: : we Pa de al Congreso Nacional dictar Tas leyes ee que requier@ el establecimiento del. Juicio por jurados. El art. 118 gice TUS ‘Todos los juicios criminales ordinarios, que no se derived del derecho de acusacién concedido a la Camara de Dip utados, se terminaran por jurados, luego que se establez- caen la Republica esta institucion”, y por ultimo el art. 121 cN establece el caracter concurrente de las facultades pro- vinciales y federales que permite a los Estados provinciales jr mas alla de la legislacién federal. Esta insistencia constitucional contrasta con el hecho de que lleva ya mas de cien afios de vigencia y atin no se ha jx 3c I > La insistencia constitucional responde a un plan con una clara distribu- cién de sentidos. El art. 24 es la norma general y establece un paralelo entre la reforma de la legislacién colonial y la reforma radical del siste- ma judicial de la colonia ya que en el lenguaje de aquella época, “juicio por jurados” no significaba solamente la institucién judicial del jurado sino el nombre genérico que anteponia el modelo de justicia republicano alos viejos moldes del sistema inquisitivo. Al mismo tiempo es clara la comprensién del constituyente originario que entiende que la reforma de la legislacion sustantiva no tiene sentido sin una reforma igual de los sistemas judiciales. Este camino lamentablemente fue abandonado casi inmediatamente en el desarrollo institucional de nuestro pais. El esta- blecimiento de las otras normas regula distintos aspectos y la cuarta norma que hace referencia A los jurados lo hace por omisi6n al estable- cer cuales son los poderes delegados a la Nacion. Observamos que noto- Hlamente el articulo que sigue la redaccion del art. 75, inc. 12, omite la mencién a la legislacion de jurados. De esta manera las provinelas ue: den ampliar la participacion ciudadana. No se debe olvidar que 5! Tora Constitucion hace referencia al caracter obligatorio de la inclusion co lo i ‘0 de las normas menciona al los jurados en materia criminal, en el resto de Tae eto estd ef Juicio por jurados sin referirse a la legislacion criminal. ee consonancla con el pensamiento de Tocqueville en La Demy América de indudable influencia en esa época, para quien © Att) 0 tural de los jurados no era la materia criminal. Sin® el ambit de Ta Jus ticia civil en aquellos casos donde las reglas de convivencia tem Sustento mas directo en la produccion cultural de Ce quperdida del Derecho, Canc Decteke de fos especialistas, ha Hevado a tt ara Significado cultural del programa normativo ¥ @ Um preg tye jurados en Clon del Derecho de su base cultural. El establec nn ee los tribunales civiles seria un excelente mecanisme Pee Mente los instramnentos normativos a la vida soclal Den Aiberto: Sobre el sentido constitucional de los Jurados Ve Juicio por jurados en Ja Constitucién Naclon®) to. Para la reforma de la Justicia, Ad-Hoc. Buenos O°" rear nueva ALBERTO M. BIND; 82 = . establece el juicio por jurados que aj sancionado Bs pea desde 1873 (afio en que fue presen se ordena, aa Ley de Jurados y Cédigo de Procedimientos fe Peaiee de Florentino Gonzalez y Victorino de la Plaza) se han presentado al Congreso diversos proyectos. Sin duda, detras de esta incongruenci® existe un proble- ma politico de singular importancia, que ha Promovido y si- gue promoviendo arduas discusiones. En este capitulo anali- zaremos la institucion del Jurado desde el punto de vista de su importancia y significado politicos; quedara para otro ca- pitulo la caracterizacion desde la perspectiva de su funcio- namiento judicial. Alexis de Tocqueville, en La democracia en América, se- fala: “La fuerza nunca es mas que un elemento pasajero de éxito; tras ella viene, inmediatamente, la idea del Derecho. Un gobierno reducido a no poder alcanzar a sus enemigos mas que sobre el campo de batalla, seria destruido muy pron- to. La verdadera sancion de las leyes politicas se encuentra, pues, en las leyes penales, y si la sancion falta, la ley pierde, tarde o temprano, su fuerza. El hombre que juzga al criminal es, pues, realmente, el dueno de la sociedad. Y la institucién del jurado coloca al pueblo mismo, o por lo menos a una clase de ciudadanos, en el sitial del juez. La_institucién del Jurado pone, pues, realmente la direccién de la sociedad en las manos del pueblo ode esa clase” (I, 1.12) a En este parrafo esta planteada con absoluta claridad la puponancie de la participacién popular en la justicia criml- eens posible distorsién hacia formas aristocra- ea aoa a eo en las que los jurados son elegidos Pero. gpor Rete de una clase o sector de pueblo. tar aquell a ongreso se ha empefiado tanto en evi- ar aquello que la Constitucién instaura con tanta insisten- Cia? Si existia desconfianza hacia el comin, 2 ue pueblo comun, por 4 no se i6 fucibn? be fee menos la forma aristocratica de esta inst a ae i: gacion exhann ett 2 estas preguntas supone una inves’ un anilisi le estas caracteristicns andlisis que no cabe en un curs? pucciON AL DERECHO PROCESAL PENAL NTRO! 83 eso de consolidacién nacional, y ello no si eltema no fuera importante, ya que para las eee de entonces, el concepto de soberania popular (ya sea en su ver- tiente rousseauniana o la inspirada en Francisco Suarez) — del que derivaba la institucién de la Participacion popular en la justicia— era un concepto politico troncal y de suma im- ortancia. Ademas, como ya vimos, los ejemplos de la Revo- jucion Francesa y Americana estaban atin vivos y en ambos rocesos la institucién del jurado habia estado presente o habia sido fortalecida. Se podria decir —con ciertas licencias— que los consti- tuyentes cometieron un error basico: al fijar el texto consti- tucional pensaron en los jurados mas como una institucién judicial que como una institucién y, ante las dificilés circunstancias en las que habia quedado el pais luego de tan- tos afios de guerras civiles, fueron excesivamente prudentes frente a las supuestas dificultades practicas de su implemen- tacién. La instauracion directa del jurado por parte de los constituyentes habria tenido una grande influencia en el de- sarrollo politico de nuestra sociedad. No obstante su excesiva moderaci6n, los constituyentes tenian perfecta conciencia de la importancia politica de esa institucion y de alli su énfasis e insistencia en que el Congre- so legislara sobre el tema no bien le fuera posible. Si cual- quiera de ellos hubiera sabido que luego de casi ciento cin- cuenta afios todavia estariamos debatiendo si el Congreso debe o no incorporar a los jurados a los juicios criminales, no habria dudado en establecer directamente en el texto cons- titucional la obligatoriedad de la participacién popular en las causas criminales. - 7 Lo cierto es que su instauracion quedé dele ada &teso y éste ha omitido hasta ahora la sancion ce Jurados. Jurados. . iversas y las fae, ZS tazones de esta postergacion ate apr vat. luerzas que las alimentaron se han man! un catalogo vas a lo largo de nuestra historia. No harem Oe a aie completo de las causas de esta demora, Pom .. entre las principales hayan estado las sigut oo e 1. Como ya sefalaba Tocqueville, el Le rea mortce “na institucién aristocratica —cuando los el proc ALBERTO M. BINDER 84 jonados solo entre ciertos grupos 0 clases sociales— 9 un teeitucion democratica. Como veremos, en nuestro pais, esta in: jon solo podia tener un caracter democratico y Popu- a ereaciaecs privilegiadas ya participaban activa y nial rcicio del poder— y por eso el jurado, en e] io-politico argentino, mas que una institucion conte tjoana necesariamente debia ser una institucion demo- cratica. Su vinculacion con Ja esencia democratica superaba su relacién.con la forma republicana. a ” Debemos tener en cuenta, pues, que Sl bien nuestra Constitucién admitid el sistema republicano, nuestras cla- ses politicas no adoptaron el sistema democratico, ni emo- cionalmente ni en cuanto estructura ideolégica. La relativa estabilidad institucional lograda luego de la pacificaci6n na- cional se basé en un modelo de Republica aristocratica y oligarquica, donde el pueblo comun nada tenia que decir res- pecto de la funcion de gobierno, que siempre quedé6 reserva- da a supuestas clases dirigentes, que se presentaban a si mismas como las unicas preparadas para gobernar. A partir de la organizacién constitucional de 1853 comienza un pro- ceso de democratizacién cuyos hitos mas importantes son la Ley Saenz Pejia de voto obligatorio (1912) y la ley que permi- tid el voto femenino (1951). Es decir, que solo a partir de esta ultima fecha tenemos, al menos, las estructuras formales para instaurar un sistema democratico. Desde ese ano en adelan- te, descontando golpes de Estado, y todo tipo de dictaduras militares y gobiernos surgidos de elecciones con proscrip- ciones, tenemos apenas algo mas de diez afos de sistema ronmalmente eee Eso significa, por un lado, que tocraticas u olf a tens politicas eran esencialmente aris- historia ast lo f igarquicas —y durante gran parte de nuestra an interne ron las clases privilegiadas no tenian nin- gun interés en instaurar el jurad rticipaban del poder y, en gran medid; © porque ya partic! papa te, también signific ‘a, del Poder Judicial. Por otra pat nuestras clases politicas ee mentees Ree a rque no tuvin a lo largo de casi ciento cincuen! _. Durante afios y eae democracia. . cin no era aplicable hemos escuchado que esta institu suficiente conciencia ponde® Nuestro pueblo carecia de ello. Esta falacia ese Civica y de la cultura necesarias Pa™@ Condia, en realidad una verdad de ™¥Y sivamente del eje anos fue po: i yr {OlON Al, DIRICHO PROCESAL PENAL 85 yrroDut a vel aigno: fueron nuestras clases poltticas las que care- ( on de ld cultura democratica sufictente para comprender el ilo de ta parlictpact6n cludadana en la admintstractén de ia justicla penal. g, Por otra parte, la corriente positivista tuvo un arralgo muy fuerte en nuestras clases dirlgentes. El positivismo, en ejaven del Derecho Penal, asumi6 dos formas claras: por un jado, nutrid a la nactente criminologia argentina, orfentan- qola hacta el modelo blologicista y clinico Italiano (Lombroso, err, Garofalo), Segtin esta concepetén, la lucha social con- tra la delincuencla eran pro! blema cientifico: la determina- gon clentifica de aquellas personalidades peligrosas y, en consecuencia, productoras de crimenes. Los jueces, entendi- como cientif oclales,_sélo-debian detectar estas per- sonalidades anormales y aplicarles las medidas curativas necesarias. Evidentementé, dentro del marco de esta concep- clon —que tuvo enorme vigencia dentro del sistema penal en su conjunto hasta, aproximadamente, la década del cincuenta y que continud influyendo en nuestra criminologia hasta prac- ticamente nuestros dias— los jurados po} i ninguna cabida. Carecian de la capacidad técnica y cientifi- ca para deteotar a las personas peligrosas, mucho mas atin sipertenecian a los sectores humildes de la sociedad, de donde Provenian “casualmente” esos mismos seres “peligrosos”. El Positivismo criminolégico alimenté una de las vertientes mas Virulentas de la critica hacia todas las instituciones de parti- “ipacion popular en la justicia criminal. __3. Sin embargo, el positivismo cientifico tuvo otra ve: ‘ante, que también influyd en la critica a los sistemas S° Jurades. A partir del nacimiento de 1a dogmatica moderna Nediados del siglo xix (Ihering), se difundié 1a je que lo nico que brindaba seguridad en la aplicacion del Dere 10 ales, cr, pe = .. senerales Y brmas ucida de los principios_generales 7 ode esta, nponian un sistema acabado y-Cerage. | cos de- “epeion, el jurad tenia cabida; ~ Deon redo pol = aquinas de subsumir’, nt nverlirse en algo asi como maqu s con los he- tes légicas, que entrelazaban los concepto: tay me ALBERTO M. BINDER 86 nicamente impecable. Los jurados —n¢. — no brindaban ninguna garantia.° cesariaments Irtoveniente de-esta concep’ én_es, sin duda, mucho ma seria que la originada en. Ja criminologia biologi. st ho mas sersenicos 0 fueces populares: ésta es la diseu. cise ie ncidad-tecnita Guridica) aparece Como un escy. frente-a_la posible intervencion de log una persona y decidir sobre chos de un. modo téc! sion. do. oe Ee gar a s (como si juzg SE era una operacion meramente logica) o frente a la arbitrariedad (como si conocimiento cientifico fuera lo mis- mo dad). El juez tecnico aparece, entonces, como un ser puramente racional. leno 3 Oe Sadana de: ajenoa las consideraciones sociales: una computadora de carne y hueso que —ivaya paradojal— nadie se animaria a cambiar por una verdadera computadora. Ahora bien: frente al juez técnico, el juez popular se ha presentado como un baluarte de la libertad, resultado def concepto basico de soberania politica;-garante dé una justi- cia que no se limite a aplicar el Derecho de un modo pura- mente ldgico. En realidad, bajo la discusion acerca de los jueces técni- cos y los jueces populares subyace la intencién de defender el ambito propio de actuacién de los juristas: son ellos quie- nes defienden a los jueces técnicos porque se defienden a si mismos. Por otra parte, en nuestro pais, donde el ambito ju- Tidico se ha constituido de un modo corporativo y esta exce- sivamente ligado al poder, este abroquelamiento se torna aun mas fuerte. mo, 2 SS detras de un presunto tecnicis- que no sélo han sido a x ie Is Jnchas populares; chee Puramente econémicos. ee eee Selo tena en nuestro pais ha sido la ba Se eee Oe democratico. Y los jueces fee y la defensa del sistema del tecnicismo €cnicos han utilizado el escude Para manteners, e- nos al combate por la democracig de esta lucha, aj * De algun: ‘a manera alo Teaparec s Jurados en Derecho a rode Rensamlento en la critica de Ferrwo - Aires, 1996. JON AL DERECHO PROCESAL PENAL rx 00008 87 9 obstante, la historia politica apentina aque a cumulo de razones teéricas para ee iacie cen ra 208 populares (porque constituyen, efectivamente, una va- ia frente 2 la concentracion de poder en manos del Estado y a traves de él, en manos de grupos determinados), se agre- an otras tantas razones concretas y situacionales. En efec- fp, un sistema participacién_ciudadana habria sido un eno para las.dictaduras militares y un cimiento importante para la estabilidad democratica. El Poder Judicial profesio- jizado no fue, historicamente, un freno a la tirania, ni co- nalizace — neate en la consolidacion democratica cazmente en la consolidacion democratica. Al con- labor6 efi e trario, sirvid de mascara legitimamente para el poder espurlo y convalid6é, en un pasado reciente, ya sea por accion directa o por el recurso a la omision disimulada tras la rutina, uno de los periodos mas atroces de violacion a la dignidad de los ciudadanos argentinos. Por el contrario, esos mismos ciuda- danos han demostrado que su propia adhesion al sistema democratico es mucho mas fuerte que la que puede exhibir la burocracia. En nuestro pais, evidentemente, las burocra- cias no son una garantia de la estabilidad democratica. En cuanto a los mecanismos.concretos de participacion, digamos que su importancia es secun: i ue cum- plan con las siguientes reglas: a) Deben ser mecanismos de participacion efectiva y no simbélica. Son mecanismos simbdlicos cuando solo son utilizados para un numero muy pequefio de cau- sas, mientras la gran mayoria egresa del sistema Ju- dicial por otras vias. b) No deben ser susceptibles de una apropiacion indi- fe- recta por parte de los sectores permanentes 0 pro ble- sionales, lo que ocurriria, Por clemplo, St ramos © si ci F icipacion eran minorias de part Pa Derecho solo a los Jue- se reservara la aplicacion ces técnicos. No deben ser mecanismos decir, deben garantizar que ae no esta motivada por 1 0 judicial. d 4) Deben establecer la responsabilidad nos por su tarea de Juzgar- de justicia- ©) No deben ee slicer eaaminsstracion J liticas ¢S de distorsion po Ja eleccion de los etuda zones politicas ajenas ¢ je los cludada- ALBERTO M. Bi 88 INDER sisten muchas configuraciones-posibles (el jurado ty angen el jurado escabinado,’ el escabinado puro, etc,), nad dos ellos preservan el sano principio de la participacién ciudada- nay cumplen.con-el-mandato.constitucional, pues son formas de. , jurado y nuestra Constitucion. no. opta por ningun sistema en especial. Todos ellos pueden, también, ser distorsionados 0 ge- nerar deficiencias en la administracién de justicia. Sin embargo, las distorsiones se corrigen; en cambio, la falta de participacién ciudadana origina en nuestra sociedad efectos cada vez mas di- ficiles de superar. A fin de evitar Jas distorsiones y la manipula- cion del sistema de jurados, y para acentuar su Caracter garan- tizador, el art. 118 de nuestra ley fundamental se preocupa por establecer la obligacion de que los juicios de jurados se lleven a cabo en la misma provincia donde se hubiese cometido el delito. Es decir, que cuando la Constituctén plensa en Jos jurado 5, piensa en “jurados de vecinos”, en cludadanos cercanos a quien se en- cuentra sometido a juicio oa Ia victima y. por Io tanto, represen- tantes mas directos de las valoraciones sociales afectada: preservar; personas que, en definitiva, tienen un interés directo en que el poder penal no se convierta, aunque sea en ambito de su propia comunidad, en un poder despotico. Sin duda, el jurado es también una institucién judicial __ cuyas diferentes formas de funcionamiento, su funcién en el juicio y su caracter garantizador, a jos mas ac te. En este capitulo s¢ ha Insistido, fundamentalmente, so- bre su importancia politica y sobre el hecho significativo de que, en la distribucién constitucional del poder penal, los ciudadanos son sujetos protagonistas y no meros observado- res de la fuerza que ejercen otros. 2. Las contravenciones penales (Nacién, coer y municipalidades en el ejercicio € la coercion penal de baja intensidad) Hemos sefalado que la coercién penal se caracteriza po un ejercicio de fuerza de alta densidad o por utilizar sanclo- ‘s ; materia de le palabra “escabino” ver Binper, Alberto. en Ideas ¥ con SSte sentido se prodk e la justicia, Ad-Hoc, Buenos Aires, en prens® A A ind 0 tal es el antec ee una curiosa evolucién historica, el escabl te del juez profesional. La posterior evoluciG? / » esto cuando si icion de las era” wroeracts dies copeanimemc ancl gta des b Yow AL DERECHO PROCKSAL, PENAL 89 spun’ WW ia, fan Sanclones Cenen dterer aynos Que UU. importante nime evrentan con sanctone: 1, Aeste conjunto de prohibiciones y mandatos se , suele denominar contravenciones o falta: “priate UNA YA LUA discusion acerea dela if 0 de prohibiciones o Penales de menor 0 baja cia entre los delitos. Algunos Srhascado wna ¢ neia cualitativa entre unas y otras; x js autores han atirmado que séld existe una diferencia a eltatiV en ta intensidad de la sancién. ‘ “Pejaremos de lado esta discusién para afirmar, simple- sive para resolver el proble travenciones, pero nos es util para lalegislacién contravencional o “de ica casi siem- peun ejercicio de la coercién penal; b) que, en la medida en qe unas y otras estan mucho mas cerca de la vida social jomal, los resguardos constitucionales frente al ejercicio de gecion penal no deben disminuir sino, al contrario, aumen- Ya que las posibi idades de captar arbitrariamente accio- *es socialmente aceptadas 0 correctas es mucho mayor. ey “CEMENTS quedam- en e- camino muchos problemas “Oresolver, Existen, por ejemplo, que “ieiimente podrian ser incluidas dentro del concepto de ejer- Bl de la coercion penal. Sin embargo, creo que lo dicho cena Para comprender el sentido y la importancia de esta “8 especial de la legislacion penal y procesal penal. trat Una vision errénea de este tema es la que considera oa No andose de conflictos menores y de penas menos severe: cing = ‘2 importante la vigencia de las garantias con ‘alt €s en este campo. Llega_a afirmarse a veces que es tig (ognttavenciones deberian ser consideradas come 2 paige -del Derecho penal, el cual solo deberia pi los dei; ocada “hitos y las penas tradicionales- Esta vision equiv ALBERTO y 90 SNe, ctos sociales muy dafiosos, poy eq lo efe e a protects Buenos Aires y en otros lugares de} ema, & la clu ‘aicion de muchas de las conductas prohibidas a de finict zgamiento, quedé en manos de las Fuerzas de sts, seg previendose solo una apelaci6n ante los jueces, Bata bien, este punto de vista el que ha fundado la idea e vege da de que el juicio de faltas debia ser una especie de tami administrativo, algo asi como el formulario a Ienar Para ¢ pago de un impuesto o tasa. También ha dado lugar a_afirmaciones erréneas coms por ejemplo, la de que, en nuestra legi lacién penal, ios ¢, io s de tos preparatorios de fos celitos no son unibles, a PeSar de que la simple lectura de Tos e iciales 0 los cOdigos de falfas demuestra que la mayoria de los actos prepara ‘Orios~ de los delitos constituyen contravenciones 0 faltas, que son efectivamente penados, incluso con pena de prision (que, para que parezca distinta, recibe el nombre de “arresto’). _.esta vision, que considera a las contrayencio-. \ separado del sistema _penal,-olvida que a tra-_ vés de ellas se Suele cjercer sobre la sociedad un control fuerte y efectivo y, lo que es peor atin, a partir de las contravencio- nes se establecen gran parte de los controles sociales selecti- determinados, SSS ar claro al lector, de contravenciones o faltas hal ue cuando hablamos amos generalmente de coer: jicacion Se ae orque, como se ha senalado.¢ con penal y, por To tanto, de politica criminal. Por esa razon. todo el sistema de garantias no sélo debe ser aplicado a est area de la politica criminal, sino que tal ai Son avo ee ctminal, “sino que tal aplicacion se hae con mayor cuidado aun ‘ we n es! egislacion sobre faltas, si tal legisiacl er" ; nes re 5 a Est Nacional (contravencio sobl' aoopacel © Si s6lo las provincias pueden legis?) yi la “Me es un poder no delegado a la Nacio®- ypciO AL DERECHO PROCESAL PENAL 004 jon eS amplia y el objeto especifico de este curso no nos ee adentrarnos en ella. Del mismo modo, el sistema de PE pjent0 de las faltas y contravenciones es confuso y aan ba establecido un criterio uniforme, municipalidades asumen una parte importante del as municipaTacss Ssimen una | _sgsmeto sobre faltas, y Jos etiterios para diferenciar fal- sunicipales”. de contravenciones policiales o “de orden” ae gon juzgadas genera mente por el sistema judicial pro- al—, no suelen quedar claros, ya que en muchas ocasio- sno existen_diferenclas apreciables entre unas y otras._ ue perderse en un analisis casuistico que poco apor- al conocimiento del alumno, prefiero analizar lo que, 2 zijuicio, deberia ser el papel de las municipalidades en el] =yzamiento de las faltas o contravenciones. El Municipio o la Comuna es la asociaci6n politica pri- 2 de nuestro Estado. Nuestra Constitucién Nacional se 2 a ella como condicién positiva de la existencia de una ncia reconocida como tal por la Naci6n. Un Estado pro- tal si asegura la existencia de un régimen munici- yos aleances deben estar previstos en las respectivas ‘uciones provinciales. ecesario destacar que el gobierno local cumple un importante en nuestra estructura institucional y que el deberia ser atin mayor. El proceso de centraliza- ue ha vaciado a nuestro federalismo de sustancia ver- ha producido también graves efectos en el régimen ‘pal: las comunas no son los centros primarios del po- no que, muchas veces, se convierten en meras distri- de servicios publicos, oficinas para tramites admi- o delegaciones del poder provincial. = 1 un régimen municipal revitalizado, el ejercicio de la penal de “baja intensidad” debe quedar en manos S municipales, que no por ello deben ser menos inde- gi caracteristicas de las faltas 0 contravenciones €s ave ‘a por ellas prohibida 0 mandada esta mucho mas = ucho mas amalgamada con la vida social comun que de los delitos. Por esa razon, ademas delas& a les _y penales previstas a Constitucion, un 6 tizadora” 7 ionamiento de la “distribucion arantizad rein pemal fadfea_que_sonlas Comunas quienes ALBERTO 92 M. BINDER deben asu' mir el juzgamiento de_estos llicitos, Posibtemen, existan casos especiales donde ello no sea posible; Subsist fe ademas, el problema de las contravenciones “federales: es que pueden existir tales—, o de las faltas ligadas mu ra rectamente a materias especificas (como, por ejemplo, mu. chas contravenciones laborales). No sera posible abordar a af el analisis de todo este rico y variado conjunto de problemas, El juicio penal que es utilizado para juzgar estos Hlicttos particulares no debe diferir, en sus elementos estructurales, del juicio penal admisible segun el diseno de nuestra Consti. tucién Nacional. El hecho de que la gran cantidad de infrac- ciones de este tipo obligue a establecer un juicio especial —que suele ser llamado “juicio de faltas"— no implica que las garantias constitucionales puedan ser abandonadas. La nece- saria brevedad y simpleza del juicio de faltas no se puede lo- grar afectando los derechos y garantias constitucionales. 3. La distribucién de poderes entre la Nacién ylas provincias (competencia federal y provincial) El art. 75, inc. 12 de la Constitucion Nacional establece que la facultad del Congreso para dictar los Cédigos Civil, Comercial, Penal, etc., no puede alterar las jurisdicciones locales, “correspondiendo su aplicacién a los tribunales fe- derales o provinciales, segtin que las cosas 0 las personas cayeran bajo sus respectivas jurisdicciones”. Esta regla ba- sica se completa con el art. 116 de nuestra ley fundamental. que expresa: “Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales infe- tlores de la Nacién el conocimiento y decision de todas Pe causas que versen sobre puntos regidos por la Constitucion y por las leyes de la Nacién, con la reserva hecha en el incis 12 del art. 75; y por los tratados con las naciones extranje- tas; de las causas concernientes a embajadores, ministros publicos y cénsules extranjeros; de las causas del almiran” ‘azgo y jurisdiccién maritima; de los asuntos en que !a Na" “ion sea parte; de las causas que se susciten entre dos 0 ™45 isco poe una provincia y los vecinos de ues o aa e diferentes provincias; y entre una prov 0S contra un Estado o ciudadano extranjero”: xtsODUCCION AL DERECHO PROCESAL PENAL 93 Nuestra Constitucién establece criminales se realice en do: uno le corresponde a las pre personas cayeren b: que el juzgamiento de las 's Ordenes o niveles dife- ovinclas “segtin las cosas ajo sus Tespectivas jurisdicciones"; otro en las causas que versen sobre aL ESt s ‘§ pun- ros regidos por la Constitucién y Por las leyes de la Nacion —con la reserva del art. 75, inc. 12— y en los demas casos especificos previstos por el art. 116 de la Constitucién Nacio- . Es decir que existe una competencia federal —en raz6n a materia. cuando se trata de determinados asuntos Ju- Gciales— y una competencia federal en razon del territorio —

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