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Ernst Jünger.
En el campo clínico en salud mental, cada época nos confronta con nuevos retos: problemáticas de
los sujetos, los grupos y las comunidades que desafían las construcciones teóricas y los abordajes
terapéuticos. En nuestros días y en los ámbitos clínicos públicos y privados, se multiplican las
Demandas ante las cuales los dispositivos clásicos de la psicoterapia se exigen y en muchas
ocasiones no logran contener lo que suele presentarse como una serie de actos desencadenados de
una trama simbólica susceptible de ser analizada en el setting del consultorio. Asimismo, se observa
una tendencia a la fragilización y tensión de los vínculos familiares, sociales, y grupales que
sostienen a los sujetos en el entramado social. Esto incide negativamente en sus posibilidades de
relacionada con los consumos en general y los consumos de sustancias psicoactivas en particular es
un elemento constatable en la clínica, aun cuando dicha temática no se manifieste como motivo de
consulta. Los problemas asociados al consumo de sustancias psicoactivas han dejado de ser un
asunto de especialistas en virtud de su innegable presencia en la vida cotidiana, en todos los ámbitos
sociales y con innumerables consecuencias para las personas, los grupos y las comunidades. Con el
paso de las décadas los enfoques técnicos, teóricos y terapéuticos en relación a los consumos
problemáticos han variado, sin que las nuevas concepciones y dispositivos hayan suplantado a los
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Publicado en Revista Docta n°16, Asociación Psicoanalítica de Córdoba, Agosto de 2022
más antiguos, sino que se observa en los discursos sociales, mediáticos y académicos la coexistencia
de modelos y concepciones antiguas con las más recientes. En términos muy esquemáticos podemos
decir que, de una concepción de las adicciones como un problema moral y legal predominante hasta
la década del 50 del siglo XX, pudo pasarse primero a conceptualizar estos problemas como una
esa mirada, los abordajes recomendados internacionalmente (OMS, OPS, CICAD/OEA) y a nivel
nacional (Sedronar) se guían por principios rectores que implican abordar los consumos
problemáticos como un asunto de salud pública, entendida en su vertiente más social: inclusión
dispositivos que garanticen la accesibilidad y que se adecuen a la realidad de los sujetos en sus
contextos.
problemáticos: nacido a finales del siglo XIX ha compartido época con las distintas epidemias de
consumos de sustancias: el opio de la belle epoque, el alcohol a lo largo del siglo, las drogas
alucinógenas a partir de los 60, la cocaína a partir de los ´80, las drogas de diseño a partir de los
’90… El posicionamiento del psicoanálisis y de los psicoanalistas (salvo excepciones) ha sido mas
bien prescindente, predominando la idea de considerar a las personas con adicciones como
inicios en los que se intentó tratar las adicciones como un síntoma neurótico que cedería al analizarse
sus causas inconscientes. Dicho enfoque fracasó estrepitosamente (al igual que la medicina y la
psiquiatría clásica) empujando a las personas y grupos afectados a desarrollar sus propias
entre otros). En tiempos recientes los aportes de Silvie Le Poulichet, Joyce McDougall, Massimo
Recalcati así como autores locales tales como H. Lopez, D. Maldavsky, A. Donghi, F. Geberovich, y
los autores agrupados en Toxicomanias y Alcoholismo (Sinatra, Tarrab, Silliti, Salamone) plantean
escenarios diferentes que dan cuenta de la época: no se trata de hacer encajar a las personas con
adicciones en el setting y las reglas de un análisis clásico, sino de supeditar el dispositivo para alojar
a cada consultante y trabajar la exigua o inexistente demanda donde esta asome, a fin de propiciar un
análisis posible.
Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden
y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a
Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados.
Art. 19 Constitución de la Nación Argentina
todo occidente. Estudios recientes, muestran importantes aumentos del consumo de alcohol en
adolescentes, también ha crecido el consumo de marihuana a edades cada vez más tempranas y el
Comparto ahora una anécdota personal, que me sirve para introducir el tema de este apartado: Hace
unos días organizamos un asado en casa para un grupo de amigos. Una de las parejas llegó tarde a la
reunión. Al entrar, no ocultaban su fastidio. En particular nuestro amigo estaba furioso porque había
sido frenado por un control de la policía municipal quienes procedieron a pedirle que soplara en el
alcoholímetro. El control le dio positivo porque había tomado un vaso de cerveza antes de salir de su
casa. Con los recientes cambios en la legislación, lo que antes no hubiera sido causal de multa
(alcoholemia de 0,20 g de por litro de sangre) en esta oportunidad tuvo como consecuencia que le
labraran una multa y que no pudiera seguir conduciendo. Mi amigo, furioso como ya dije, narraba
sus intentos por evitar el control, insultaba a los agentes y criticaba a viva voz otras medidas de
restricción al consumo de alcohol de reciente implementación. Decía “¡¡¿y por qué me tiene que
cuidar el Estado a mi si no quiero?!!, si yo quiero tomar en la calle, o hasta la hora que quiera y la
cantidad que quiera ¿Por qué me lo impide el Estado, si yo no pedí que me cuide?”
Existe una tensión entre salud pública y psicoanálisis. Entre poblaciones y sujeto. Entre la ética del
bien común y ética del psicoanálisis. Los consumos problemáticos, los problemas con el consumo de
drogas, ¿son un asunto de salud pública o de la vida privada de cada sujeto? ¿son un asunto de
seguridad? ¿Debemos guiarnos por la epidemiologia o por la lógica del caso por caso? Sin dudas que
la tarea y las herramientas del psicoanalista son diferentes de las de quien diseña políticas públicas y
la pandemia del covid-19 ha presentificado en cada persona y en cada familia estas preguntas que
hasta hace poco tiempo se discutían en ámbitos académicos. (Dragotto, Mesa de textos sobre
Las preguntas planteadas son, quizás, un poco tramposas. Si las pensamos unos minutos nos daremos
cuenta que muchas de esas dicotomías son falsas opciones, no necesariamente excluyentes unas de
otras. Pueden pensarse de manera complementaria. Pero habrán notado que cuando se discute acerca
del alcohol el tabaco y las drogas, las posiciones suelen tensarse a los extremos y los debates se
empobrecen o se anulan con la rápida aparición de chistes cargadas o enojos que zanjan la discusión.
Un psicoanalista no dejaría pasar esas reacciones sin pensar que puede haber de encubierto por ellas.
Parte de la falacia de las preguntas planteadas más arriba, se debe a que omiten opciones y actores
mayores del drama cotidiano de los consumos problemáticos, como los dealers y sus proveedores y
fabricantes. En Argentina utilizamos la palabra inglesa dealer para referirnos a la persona que vende
alguna droga ilegal al eventual consumidor. Ese personaje denostado por la prensa, pero que suele
ser un experto en técnicas de venta, promoción, fidelización de clientes y que no pocas veces
mantiene un vínculo muy complejo con sus clientes. Dealer, en los países de habla inglesa, es un
vendedor, de cualquier cosa, no solo de drogas ilegales. En Argentina, como lo han demostrado
espectacularmente en el lapso de veinte años, pasando de una modalidad más ligada a la cultura
mediterránea (Miguez, 2002) es decir: tolerancia social hacia el consumo, con rechazo a la
embriaguez, consumo de alcohol iniciado en el ámbito familiar y regulado por este, acompañando las
comidas y las celebraciones, ha pasado a una pauta y modalidad más característica de la cultura
alcohol). Esta última es una tendencia mundial, particularmente entre la población juvenil. Este
cabo por la industria de producción de bebidas alcohólicas, en particular de cerveza. Ya en los años
90 declaraban con desparpajo que su target publicitario eran los adolescentes de 15 años. ¿Quién no
recuerda las publicidades de cerveza, magníficamente realizadas? Que últimamente han dejado la
metáfora de “el sabor del encuentro” para pasar a un descarnado y prosaico “la joda no es joda” o
Cardozo (2017) traza un recorrido de los adolescentes de nuestros días y de sus estrategias subjetivas
en el marco social del hiperconsumo actual. “El consumo se presenta en la actualidad como una de
las características fundamentales del ocio y del tiempo libre; es el hábito social más difundido (…)
deviene no pocas veces en consumo compulsivo en los adolescentes.” Citando a Han, postula que
vivimos tiempos en los que el amor perece; todo se convierte en consumo incluso el vínculo con el
otro. El uso de sustancias viene a llenar el desamparo y el vacío producto del abandono de los
antiguos lazos con los objetos primarios de amor. Destaca que las prácticas de consumo en la
adolescencia se articulan a las muchas y variadas formas de ser adolescente hoy, atendiendo a las
Sin patologizar el consumo ni a los adolescentes sostiene (y comparto) “lo que no puede eludirse es
que, ya sean conductas del orden de la exploración o conductas que adquieren el carácter de
En una jornada organizada por APC tiempo atrás, una colega2 presentaba la viñeta de Anni:
Anni tiene 15 años. Comienza tratamiento 1 año atrás. Toma mucho alcohol en sus salidas y se
“come” varios chicos por noche. En medio de un intento de relación seria con un chico dos años
mayor, y cuando la posibilidad de relación sexual se acrecienta, Anni se escapa de esa relación en
una salida con amigos y tiene una noche más descontrolada que las anteriores.
Al día siguiente le escribe a su analista “Una de las tantas cosas que me advertiste en todo este
En esa salida toman excesivamente tragos de tequila en un boliche para mayores. Se “come” cerca
de 12 chicos, poniéndole la cara a cada uno que se le acercaba: Siguen tomando tequila hasta el
amanecer. Se van a un after, a un departamento luego del boliche. 10 chicos y 10 chicas. Siguen
bebiendo tragos. Ella comienza a tambalear y sentirse muy mal. Su amiga se va a una habitación
con un chico, el resto de las chicas se van. Los chicos que quedan le proponen sexo grupal. Ella se
ríe. Un chico más grande la retira de allí le da más bebida, ella acepta. Ella se cae… se van a la
que estaba su amiga, rayando la inconciencia. La encuentra en la terraza desmayada, con el joven
encima y ella sin su short ni ropa interior. La despierta, ella no sabe lo que sucedió
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Agradezco a Alejandra Giraldez y Marcela Giomi haber facilitado esta viñeta clínica.
fehacientemente… se viste, los chicos se retiran ante los insultos de su amiga, toman un taxi… Anni
Lo que se evidencia es el borramiento del Otro parental. Precisamente ese Otro al cual están
destinadas muchas de estas actuaciones. Los adultos nos apartamos, no queremos ver ni escuchar, ni
ser adultos. Lo vemos en la historia de Anni, en su raid nocturno por escenarios llenos de chicos y
chicas y sin adultos a la vista, de pulsiones desatadas a tal punto que el sujeto Anni desaparece, lo
que aparecen son bocas, miembros, sexos, tragos, hasta el dormir final sin conciencia.
de referencia de la cual alejarse o esconderse, deja el espacio nocturno a los jóvenes, pero no ya
batalla arrasado donde no hay otras reglas que las del consumo a mas no poder. La abdicación
paterna (por desentenderse, por no saber qué hacer o por sumarse y ser un adolescente mas) no hace
más que tensar al extremo tanto las conductas que los adolescentes deben realizar para diferenciarse
como para ser vistos y escuchados. En la historia de Anni hay un Otro encarnado en la persona del
analista, que funciona como referencia apres-coup, “me lo advertiste y pasó. Y ahora te lo cuento y
podemos hablar de lo que sucedió.” De nuevo, historias que cuando pueden escucharse no son tan
distintas a las de tantos adolescentes a lo largo del tiempo. Lo que ha cambiado y mucho es el
trabajo del analista es uno a uno, caso por caso, pero para poder alojar la singularidad de cada sujeto
y que la locura de cada cual pueda desplegarse en el consultorio, es necesario cierto ordenamiento
externo y hay algo de eso que estamos extrañando. Y no me refiero al encuadre, sino a que el analista
puede trabajar mejor si sabe que cuenta con opciones afuera que contengan, padres con cierta
que le pese a mi amigo de la anécdota inicial). Las estrategias preventivas recientes (Sedronar)
que imperaron otrora, y desarrollando estrategias complementarias que pueden definirse en términos
daños.
Apoyándonos en la cita de Jünger que obra como epígrafe de este texto, diremos que las
explicaciones estadísticas y fisiológicas sirven poco al sujeto que consume drogas e intenta disminuir
consejo o una orden… poco logrará. Porque está hablando en otro idioma y le está hablando al yo. Si
ebriedad, la resaca, sus efectos, su subjetividad, es muy posible que seamos rápidamente desechados.
En la mayoría de las consultas por adicciones no podemos afirmar que nos encontremos con un
paciente, en el sentido psicoanalítico de este término: un sujeto que demanda a alguien a quien le
supone un saber acerca de su síntoma. El pedido de tratamiento suele ser planteado por familiares
o allegados del adicto. Y cuando al adicto consulta lo que demanda con urgencia suele ser una
solución inmediata, demanda que se sostiene por breves períodos (lo que algunos llaman “tocar
fondo”), pequeñas ventanas situadas entre largos períodos de consumo incuestionado. (Dragotto,
Adicciones, 2012)
haciendo un cortocircuito que evita o saltea pasar por la demanda al/del Otro y, por lo tanto, deja
fuera de juego, momentáneamente, a la palabra como recurso. Ese goce a través de la droga puede
no solo para evitar el padecimiento ligado a la abstinencia de drogas, señuelo que es necesario
atender ya que no pocas veces pone en riesgo la vida misma de la persona, sino precisamente para
evitar el encontrarse cara a cara con el dolor de los traumas no elaborados, el terror a una vida en la
que las satisfacciones son consecuencia de un trabajo que debe pasar por el rodeo del proceso
¿Para qué quiero un a.t. yo? ¿Qué me puede enseñar un acompañante a mí? ¿Sabes qué? Yo le
puedo enseñar un par de cosas… de la droga, de la noche… ¿Qué me va a decir? ¿Vos crees que me
voy a drogar menos por tener un acompañante? Esto me decía vehementemente Isidro, un hombre
de 45 años que consultó por su adicción a la cocaína. Era la primera entrevista y yo no había
sugerido incluir acompañamiento terapéutico; quizás traía esa idea del terapeuta anterior, o de alguna
búsqueda previa en internet. Con actitud desconfiada y casi desafiante decía que pidió el turno
porque había recaído después de varios meses sin consumir. Pero que no sabía muy bien para que
había pedido el turno, si él sabe lo que tiene que hacer. Después de hablar con verborragia durante 20
minutos empezó a demandar respuestas, consejos, recetas indicaciones… Una presentación que
cualquiera que trabaje en tratamiento de personas con adicciones encontrará familiar. Esa demanda
de algo que funcione rápido y que solucione un problema que lleva décadas de desarrollo. Una
indicación que funcione como otra droga. Otra droga que me cure de esta que me gusta tanto pero
me hace mal. Esa dificultad para posicionarse desde un lugar de falta, o de necesidad, y dirigirse a
otro al que se le suponga un saber, es característica de muchas consultas por adicciones. Y es una
En todo caso, el inicio de un tratamiento en estos casos, suele requerir una actitud más activa del
psicoterapeuta de orientación analítica. Más activa en sus formas y comunicaciones, de lo que suele
ser en otros casos. Algo del orden de un saber concreto respecto la problemática, o del manejo
clínico, o de lo que sucede en la “vida real” en relación a los consumos debe ser puesto a la vista en
esos primeros encuentros para pasar el examen y conseguir que el consultante vuelva a una segunda
entrevista. Se podrá decir que hay una inversión de la demanda, que no hay deseo de análisis, que no
alcanza para iniciar un tratamiento… por supuesto que sí, pero si queremos trabajar en el tratamiento
de personas con adicciones tenemos que estar dispuestos a modificar nuestra técnica de acuerdo a las
características de la presentación clínica de estas personas. Eso es algo que muchos analistas han
entendido hace tiempo. Las puntuaciones teóricas de Massimo Recalcati respecto de la clínica del
vacío, como diferenciada de la clásica clínica de la falta, son una buena orientación al respecto.
(Recalcati, 2003). En sus últimos desarrollos, dicho autor propone que, desde aquella clínica del
vacío, carente de demanda, caracterizada por las impulsiones y las actuaciones, nos encontramos
ahora con variaciones a las que caracteriza como neomelancolías en las que predomina el
aislamiento, la ausencia de todo deseo y el desasimiento del lazo social. Y es entonces que propone –
toda una audacia para un lacaniano- de retomar el uso clínico de la contratransferencia, única baliza
de que algo titila en la vinculación paciente analista. En esta clínica de la ausencia de demanda, de
ausencia de deseo, de apagamiento de la pasión vital, Recalcati sugiere que si la transferencia tiene
alguna chance de tirar una línea (así como los pescadores lo hacen) no será en términos de Sujeto
Supuesto al Saber, sino de un Sujeto Supuesto al Vivir. Algo en la presencia y la disponibilidad al
lazo del lado del/la analista que como testigo y como cuerpo allí se ofrezca como testimonio de que
podría haber algo en la vida que merezca ser vivida (Recalcati, Neo-Melancolías. La seguridad como
Quizás la disponibilidad del/la analista hoy, en particular hacia los jóvenes, pueda metaforizarse
mejor con la imagen de una tenue, a veces vacilante y confusa, pero insistente señal de wi-fi o
bluetooth que busca vincularse a un dispositivo, que con la antaño idealizada imagen del sabio
European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction. (2021). Obtenido de
https://www.emcdda.europa.eu/system/files/publications/13838/2021.2256_ES0906.pdf
López, H. (2003). Las adicciones. Sus fundamentos clínicos. Buenos Aires: Editorial Lazos.
Recalcati, M. (2003). Clínica del Vacío. Anorexias, dependencias, psicosis. Madrid: Editorial Sintesis.
e-mail: pabloadragotto@gmail.com
Resumen
del problema, para adentrarse luego en los aspectos clínicos del tratamiento psicoanalítico de
personas afectadas por esta problemática. Se aborda en particular la cuestión del consumo en la
adolescencia y el lugar de los adultos en relación a los y las adolescentes; la tensión entre la lógica y
la ética de la salud publica, del sujeto y del psicoanálisis, asi como particularidades de la