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SUMMA LEX

[F A R S A I N A C A B A D A]

TI N O, YU R I, SU MM A LE X, AY UD AN TE DE TI NO, AY UD AN TE DE YU R I

Un aula cualquiera. Un día como tantos. Sin llamar a la puerta, entra Tino. Lleva un ordenador
portátil, un teléfono móvil, y otros accesorios por el estilo. Se sienta, ni en la primera fila ni en la
última. Tras unos momentos de sorpresa general…

TINO: Prosigue tu explicación, colega, como si yo no estuviera. Haz como si no hubiera


entrado, por favor. [El profesor duda] Y vosotros también. Venga, venga. (…) Que siga la clase.
Vamos a ver [Leyendo en la pantalla de su portátil] “Por favor, prosigue con tu explicación”. Me
estoy escondiendo, ¿entendéis? Me estoy escondiendo y dentro de nada me van a descubrir,
así que vosotros como si nada. Por favor, haced lo que pone en el guión. Yo he venido a
esconderme a esta clase y dentro de nada me van a pillar in fraganti. ¡Qué le vamos a hacer! (…)
[El profesor carraspea] Bueno, veo que hacéis los que estaba previsto, cómo no. Pues nada, voy a
presentarme. Al fin y al cabo es lo que estaba escrito. Soy el Doctor Tino. Pertenezco al
Departamento de Física Criminal. Soy científico policía. Habéis oído bien: no he dicho policía
científico. He dicho −y lo repito−
científico-policía. [Mientras hace una reverencia] Verdaderamente científico. Y
verdaderamente policía. Venga. Ya está. Gracias. Prosigue.

PROFESOR: […tras unas dudas, prosigue con la explicación que había dejado colgada, hasta que
Tino le interrumpe…]

TINO: [Interrumpiendo al profesor] Dices bien, dices bien. Te sabes el guión. Y eso me gusta.
Pero −y ahora me toca a mí− un policía no siempre impone. [Subiendo el tono de voz y dando un
golpe en la mesa] A veces sólo informa y aconseja. Especialmente si es un científico policía. Así
que prosigue tu explicación de una puñetera vez. De una puñetera vez. La tuya es una reacción
normal. Ya estipulada. Predictible. Predicha. Sigue, por favor, no te inquietes: ocurrirá lo que
tiene que ocurrir. [En tono alto y solemne] ¡Siglos y siglos hace que está todo decidido, que la
suerte está echada! [El portátil emite una serie de sonidos] Vaya, este trasto se ha colgado
[Mamporrazo al canto].

Llaman a la puerta.

PROFESOR: Adelante, adelante.

Entra Yuri, ataviado, por ejemplo, con una toga, y llevando consigo un librote en la mano.
YURI: Buenos días. Señorías. Adelante adelante, adelante siempre. Eso es, claro que sí. Podría
ser de otra forma, podría usted haberme recibido de otro modo, con otra salutación,
otro gesto, otra disposición. Pero ha decidido, sin duda impelido por lo perentorio de la
situación provocada por el percutir de mis nudillos en la puerta, pronunciar “adelante”
por dos veces y ofrecerme amablemente que entrara. Eso y no otra cosa. Una
posibilidad entre una miríada.

TINO: ¡Yuri! ¿Qué haces aquí?


YURI: ¿Don Tino? ¡Le he encontrado!

PROFESOR: ¿Pero no esperaba usted que le descubrieran?

TINO: Sí, sí, pero tengo mi derecho a reaccionar, ¿no? ¡He entrado yo primero! Vosotros lo
habéis visto. [Chascando los dedos] Yuri, ¡aire!

YURI: Yo he decidido venir hace sólo unos instantes. Desconocía lo que me iba a encontrar ¡Ni
yo ni nadie podía saberlo! Disculpen. Damas. Caballeros. Esta situación no es de mi
agrado, hubiera querido evitarla, de veras, pero a veces se cruzan, en el tramo que va
de las decisiones que uno toma a su realización, factores inesperados, efectos de otras
voluntades.

TINO: [Interrumpiendo a Yuri] No tienes remedio. Nada tiene remedio.

YURI: ¿Ya ha soltado usted su discurso monolítico? ¿El de “todo está escrito” y “nada puede
decidirse ya”? ¡Reconsidere su postura, por favor!

TINO: [El portátil emite una serie de sonidos] ¡Ah! Ya funciona. “…su postura, por favor”. En
efecto. Estás diciendo lo que tienes que decir, Yuri.
YURI: Usted también. Según usted.

TINO: Exacto. Muy bien, muy bien.

YURI: ¿¡Y por qué dice usted lo que ya está escrito!? ¿Qué falta le hace decirlo? [Pausa. Tino
hace gestos que indican que no puede −no debe− hablar] ¡Vaya, ahora no le da la gana
hablar! [Tino sigue con sus gestos. Al público] Disculpen. Señoras. Señores. Aún no me
he presentado. Don Tino me enerva. Siempre me ha enervado. [Respira hondo] Mi
nombre es Yuri. Pertenezco a la Brigada de Fenómenos Naturales. Soy un policía
científico. Un verdadero policía científico.

TINO: Por poco tiempo.


YURI: Eso lo dirá usted.

TINO: Efectivamente. Lo he dicho y lo repetiré: por poco tiempo.

YURI: Detecto cierto resentimiento en el tonillo de sus palabras. Verán ustedes, los superiores
del Dr. Tino están pensando en relegarlo del servicio. Y es que su método de trabajo
resulta extremadamente caro y absolutamente ineficaz. Todo un éxito, vamos. Por eso
se esconde.

TINO: Necesito tiempo. ¿Meses? ¿Años? ¿Milenios? ¡Qué más da! Hay que llevar por primera
vez hasta sus últimas consecuencias la duda cartesiana, ¡esa gran verdad! Soy el primer
científico con todas las de la ley. Y tú, Yuri, ¿qué has conseguido? [Yuri leda la espalda a
Tino] Dime, ¿Por qué me persigues? ¿O es que…?

Vuelven a llamar a la puerta. Esta vez entran sin esperar respuesta. Es Summa Lex. Impoluta.
Estatuaria.
LEX: ¡Ajá!

TINO & YURI: ¡Summa Lex!

LEX: ¡Tino Yuri! ¡Yuri Tino! ¿Es que me queréis abolir? ¿Qué os he hecho yo para que me lo
hagáis pagar así? ¿Qué se ha metido en vuestras cabezas? ¿Qué embota vuestros
corazones? [Pausa] ¡Responded!

YURI: Summa, mi amor, ¿qué haces aquí? ¿No me digas que…? ¡Teníais una cita! Lo siento, no
quiero estorbar. [Casi llorando y en tono infantil] No hay derecho a que tenga que
aguantar esto.

LEX: Yuri, no, no es lo que parece.


TINO: ¡No! No es lo que parece. ¡Es lo que es! Créeme, cariño: ya me hubiera gustado a mí que
las condiciones iniciales de la Creación hubieran venido a dar en un encuentro fortuito
entre nosotros.

YURI: ¿Fortuito?

TINO: ¡No despistes! Mas no, las condiciones fueron otras. Es contrastable. ¡Y hasta
reproducible! [Señalando el ordenata] ¡Y tonto no soy! Estáis simulando una escena
para engañarme.

YURI: Yo no simulo nada. Ha sido el azar el que ha querido…

LEX: ¡Basta! ¡Basta! ¿Por qué? ¿Por qué os habéis vuelto tan sumamente estúpidos? ¿Qué os
ha ocurrido? ¡Mis pichurris! Antes no érais así. Yo os quiero a los dos. Por igual.

TINO: Por igual, por igual… aproximadamente, supongo.

LEX: ¡Igual, igual! Estoy hablando de amor, Tino, de amor. Summa Lex también siente amor.
Es que, de verdad, a veces pareces tonto.

YURI: [Arrodillado] Summa: yo te amo, te adoro, te venero. Y te amo y te adoro y te venero


con una sola condición: que me quieras sólo a mí. [En pié] Nadie pierde. Ambos
ganamos. Como antes de que apareciera esta calculadora parlante, este laboratorio
humanoide, este experimento mental...

TINO: ¡Canalla, Yuri, aquí pone canalla!

YURI: Soy libre de decir lo que quiera. ¡Soy libre! ¡Y tú eres un sonado!

TINO: [Leyendo] ¡Anda! Es verdad.

LEX: Yuri, tú y yo fuimos tan felices. Y lo seguimos siendo tras conocer a Tino. Los tres
formábamos un grupo perfecto, un triángulo ideal, pitagórico, con su diagonal…
TINO: … y sus dos catetos.

YURI: [El portátil emite una serie de sonidos] ¿Pone eso?


TINO: Es que se ha colgado otra vez. Toca improvisar. [Dejando el ordenador] Al fin y al cabo
es lo mismo.

LEX: ¿Qué os ha hecho el tiempo? [Mirando al cielo] ¿Que ha sido de aquellos amantes
formidables, aquellos que me arrastraban en bocanadas de delirios abstractivos que
nunca antes había llegado ni siquiera a imaginar? ¡Mis ojillos! ¡Mis orejitas! ¿No veis
que os necesito? ¿No veis que nos necesitamos? [Empieza a emocionarse] ¿Yuri, qué
será mí, de Summa Lex, sin el método científico de Tino, sin la prueba y el error? Tino,
necesito los premios y castigos de Yuri más que el aire que respiro [Llora].

YURI: Summa, ven conmigo, todo se arreglará. [Summa redobla los llantos]

TINO: ¿Ves lo que has hecho? Summa, ven conmigo, olvida a este picapleitos naturista.
[Summa redobla los llantos]

YURI: [Al público] Summa Lex, aquí donde la ven, es ¡tan delicada, tan bella, tan discreta! Y
además, una experta en leyes.
TINO: Es la experta.

LEX: [Dejando de llorar súbitamente] Soy la ley, vamos.

TINO &YURI: Uf…

YURI: Nos enseñó ―¡como los ángeles!― los arcanos del derecho y los misterios de la Física.

TINO: Física y derecho. No inviertas.

LEX: ¿Qué más da? ¡Yo os inicié en el mundo de la ley! ¡La ley! Hice de vosotros hombres,
¡hombres! Por la mañana…

TINO: ¡Mañana! Perdón.

LEX: Por la mañana…con el canto de la alondra, código civil y propedéutica.

TINO: Por la tarde, con los últimos vencejos, óptica geométrica y mecánica analítica.

YURI: Cuando el Sol enfilaba su ascensión, derecho Romano y principio de inocencia.

TINO: Cuando huía hacia el ocaso, Física de Fluidos y conservación de la energía.

YURI: Por la mañana, leyes. Por la tarde, crucigramas.

TINO: Por la tarde, leyes. Por la mañana, folletines


LEX: [Con voz seductora y sensual] Bien que os gustaba todo al principio, sin distingos. No me
dabais tregua. Tú, Tino, ¿qué hacías antes de conocerme? Juguetear. Te pasabas días enteros
con tus inventos: que si poleas, que si muelles, que si norias. Tú vida no tenía sentido. Hasta que
me encontraste.

TINO: Me embelesaste, Summa. Tu blanca piel rezumaba un néctar que libaba con desespero.
Sin duda, eran hormonas segregadas por tus glándulas sudoríparas, que a causa de que
el umbral…

LEX: Yuri.

TINO: [Entristeciéndose]… de excitación.

LEX: Yuri, ¿tampoco tú te acuerdas? ¿Qué era de tu vida antes de que todo empezara? ¡Si casi
no sabías ni cuál era tu nombre!
Y
URI
: Me embriagaste con tus enigmas. Me mostraste qué es la disciplina. Qué un premio y
qué un castigo. Me guiaste hasta las fuentes de placer inagotables que brotan del
conocimiento ético, de la convicción moral. Ordenaste mi vida.

TINO: ¿Cómo no estás escindida?

YURI: ¿Cómo no te resquebrajas adorando en tu interior a seres tan enfrentados? ¡Tan


antitéticos!

TINO: ¡Tan mutuamente excluyentes!

TINO &YURI: [Arrodillándose ambos hacia Summa simultáneamente] ¿Cómo puedes amar a
dos hombres a la vez y no estar loca?

LEX: ¡Para mí erais uno! ¡Éramos uno! Tino y Yuri sólo están de acuerdo en una cosa: en que
las leyes del derecho y las leyes de la Física son incompatibles.

TINO: Unas, las falsas, las de [Dándose dos golpecitos en la cabeza] cartón piedra −estoy
hablando de las jurídicas, se entiende−, están hechas para perfeccionar al hombre, para
cambiarlo. ¿Cómo? Multando, encerrando, degollando, electrocutando, llevando los
niños a la escuela. Una ley que obliga, una ley fundada en su incumplimiento, pues
establece penas a quién la incumpla. ¡A quién la incumpla! ¡Una ley que no se cumple!
¿Es eso una ley? ¡No! ¡Eso es un pitorreo! Ni es ley ni es nada, es una rémora de la Edad
Opaca.

LEX: Tino siente cierta predilección por mis encantos científicos y detesta mis dotes
jurídicas. Pero no se da cuenta de que sin leyes jurídicas, sin voluntad, él no podría
progresar. No podría rectificar.
YURI: Cosa propia de sabios.

TINO: ¿Quién ha dicho libertad? ¡Libertad! ¿Qué es eso? ¿Tienen libertad las ondas
electromagnéticas? ¿Tienen libertad las piedras? ¿Y qué somos nosotros sino un
cúmulo reconcentrado de partículas elementales entrelazadas?

YURI: Es tu opinión. Eres libre de escogerla.

LEX: ¡Claro, Tino! La libertad es necesaria para escoger el camino correcto.

TINO: ¡Y el equivocado!

Entra el ayudante de Tino.


ATINO: Señor, casi siempre a sus órdenes.

TINO: ¿Casi siempre?

ATINO: Casi siempre, pero asintóticamente: siempre.

TINO: Así me gusta. Casi siempre. Ni más ni menos. Observación:

ATINO: Tres violaciones de la ley provisional 4356X/Z6. Un automóvil se ha saltado un


semáforo en rojo; un carterista le ha chorrado la máquina de fotos a un turista belga; y,
ya llegando, no podía aguantarme más, y he ido a los servicios.

TINO: ¿Es eso una infracción?

ATINO: No, pero allí mis pituitarias han podido constatar que un individuo se estaba fumando
un cigarro adulterado, y esta última infracción es doble: fumar en un edificio público y
consumir estupefacientes.

TINO: Bien…

ATINO: Y no olía nada mal, jefe.

TINO: Habrá que modificar el código de circulación, el código civil, la ley antitabaco, y quién
sabe si también la ley antidroga. Tendré que estudiarlo. A calcular.
ATINO: Inputs:

TINO: [Mientras Atino va tomando notas en la pizarra] Los coches pueden pasar semáforos en
rojo, los chorizos pueden afanarse propiedades ajenas, y en los edificios públicos es
posible fumar canutos. Chaval, ¿crees que son violaciones de carácter universal?

ATINO: Yo sólo observo y mido. Usted es el genio.

TINO: Lo sé, lo sé. Lo sé… Hipótesis:

ATINO: [Pensando en voz alta] Revisar la definición de la inercia de un móvil, reformular el


concepto de propiedad privada e incluyendo el consumo de drogas dentro de las
necesidades básicas...

TINO: Ya veremos, ya veremos…


LEX: Su método científico-policial consiste en cambiar la ley cada vez que se comete un
delito.

TINO: Queridos aprendices. La Física nos proporciona el único método correcto, verdadero,
certero, útil y funcional: el método científico. Es el único método válido. Me diréis −lo
sé−: ¿Cómo aplicar el método científico para forzar a los delincuentes a cumplir la ley?
Pregunta equivocada. Un científico policía, verdaderamente científico, lo que debe
hacer es cambiar las leyes para que no haya delincuentes. No hay que forzar a la gente
a cumplir la ley, hay que cambiar la ley de manera que nadie la infrinja. [Dirigiéndose a
un alumno cualquiera] ¿Verdad que si un fenómeno físico no cumple la teoría ésta se
cambia por otra? Pues igual con los chorizos, ¡vaya unos fenómenos!

LEX: Adecúa la ley al comportamiento de los ciudadanos. Observación-hipótesis-


experimento y… [Hace un giro y chasca los dedos] vuelta a empezar. Ese es su credo. Y
−por las tardes, claro− el mío.

YURI: En lo que va de año su Departamento de Física Criminal ha enmendado la legislación


341.143 veces, tantas como delitos ha habido.

ATINO: Falta contabilizar los de hoy.

YURI: [Irónicamente] Claro, claro. ¿Que un malnacido le pega un navajazo a un hombre


honrado? Se suprime el crimen con arma blanca. ¿Que un político se apropia fondos
reservados? Se declaran reservados para su único beneficio. ¿Que alguien dice “no
cabo aquí dentro” o “no estoy satisfacido con mi trabajo” o “siempre está jugando a las
máquinas tragaperros”? Se “canvien” las leyes de la gramática [Riéndose].
T
INO
: ¿Si se invade un país, violando la legislación internacional? Se cambia la legislación
internacional. ¿Si se detecta repetidamente la existencia de salarios inferiores al
mínimo? Se redefine a la baja el salario mínimo.

YURI: Sí, ha modificado la ley 341.143 veces, pero sus leyes siguen fallando.

TINO: No más que las de la Física, Yuri.

YURI: [Mofándose] Es que la Física reposa sobre un error.

LEX: No digas eso Yuri. No tienes sentimientos.

TINO: [A Yuri] Tú sí que eres un error. Un error de principio. ¡Maldito Big Bang!

ATINO: Yuri venera sus atractivos jurisprudenciales [Yuri abre su libro y adopta una postura
altiva].

TINO: La libertad, la voluntad, las cárceles, las torturas… ¡pamplinas!


LEX: [Sollozando] Pero no se da cuenta de que para decidir lo correcto hay que saber qué está
bien y qué está mal, hay que saber qué va a pasar de antemano. O al menos intentarlo.

YURI: Somos libres amigos, y quien diga lo contrario… [Pausa] ¡Así me gusta! ¿Cómo, sin
libertad, íbamos a poder mejorar? ¿Cómo íbamos a progresar? Si todo está
determinado, como dice Tino, nadie tiene la culpa de nada. Lo que hacemos, lo
hacemos por puro mecanismo involuntario. El amor que este hombre dice profesar por
Summa Lex es cualitativamente idéntico a tirarse un pedo sin querer.

TINO: Pero, ¿qué clase de metáfora es esa?

YURI: [En verso] Amigos. Conciudadanos.


Hay que creer en la libertad de acción
para mandar a la gente a la prisión.
Vaya, sin querer me ha salido un pareado.

TINO: ¡Venga sin querer! Esto estaba planeado.

YURI: Te lo juro Tino, esto ha sido improvisado.

ATINO: [Interrumpiendo el recital poético] Eso es una cosa [Pausa], y otra muy distinta es
detener fenómenos naturales que incumplen las leyes de la Física.

YURI: La ley es la ley. Y si se aplica, se aplica. Cualquier desviación…

TINO: Cualquier desviación. Perdón.


YURI: Cualquier desviación, por esporádica y nimia que sea, de las predicciones derivadas de
la legislación vigente, debe sancionarse. De lo contrario, ¡esto sería un caos!
Volveríamos a hallarnos en la selva primitiva del paleozoico inferior, matándonos,
fornicando, defecando en cualquier parte y a todas horas…

LEX: [Interrumpiendo a Yuri] No empieces otra vez. ¿Por qué siempre has de pintarlo todo tan
negro? No seas catastrofista.

YURI: Si lo fuera, amor mío, lo sería porque me da la gana. ¡Pero no lo soy! [In crescendo]
Gracias a la ley la humanidad ha llegado lejos, y gracias a ella y a la gente que ha velado
por ella, el hombre ha dejado de ser una bestia instintiva y sanguinaria y se ha
convertido en homo sapiens, el único animal pensante, el único animal que progresa. Y
gracias a la ley, en el futuro la naturaleza se comportará como es debido. ¡Que ya es
hora!
LEX: Yuri y su Brigada de Fenómenos Naturales persiguen infracciones de los principios de la
termodinámica, de las leyes de conservación, de los postulados de la óptica…

ATINO: Ridículo, procesa a la atmósfera cada vez que no cumple los pronósticos
meteorológicos.

TINO: Tiene bajo vigilancia una estrella que según él viola la ley de la relatividad general.
YURI: Sí, y también he metido en el calabozo al señor Mínguez porque los médicos le habían
dado dos semanas de vida y al cumplirse el plazo, el muy fresco seguía vivito y
coleando. ¡Qué desfachatez!

Entra el ayudante de Yuri.

AYURI: Señor, a sus órdenes. Y que conste que esto lo hago porque quiero. Nadie me obliga a
ello.

YURI: Bien dicho.

TINO: [A su ayudante] ¿Acaso yo te obligo a trabajar?

ATINO: No, señor. Pero que conste que si pudiera no trabajar no trabajaría.

TINO: Así me gusta.

ATINO: Pero no puedo.


AYURI: Tenemos mucho trabajo señor. Parece que los leptones están dispuestos a llegar lejos.
Hoy he interceptado un haz que no se ha plegado ante un campo magnético, ¡de la
manera que establecen las normas de buena conducta! ¡También he observado una
colectividad de electrones apareándose sin orden aparente!

YURI: ¡Mamones!

AYURI: Electrones, señor. Y parece que, en Ginebra, ¡las partículas de los aceleradores no
responden al alto!

YURI: Mano dura mano dura. Si insisten las desintegraremos.

AYURI: No está claro que se dejen, señor.

TINO: Tiene la comisaría repleta de tuberías díscolas y bombillas indecentes, que se


encienden y se apagan al margen de la ley.
AYURI: [Dirigiéndose a Tino] De Ohm.

TINO: Ya no caben más.

YURI: Tampoco caben los delincuentes en las cárceles. ¿Qué culpa tengo yo de que la
naturaleza no se comporte? Paciencia. Ya aprenderá. Hace poco que mi cruzada ha
comenzado.

TINO: ¿Y qué culpa tengo yo de que nadie haya dado con las leyes definitivas que ya no
habrán de ser corregidas? Necesito tiempo y dinero para dedicar mis células grises
exclusivamente a investigar.

YURI: ¡Soy yo el que necesita más dinero! Hay que hacer más carcelaboratorios, planos
inclinados de reinserción, perturbaciones correctivas y muchas cosas más. Hay que
educar a la naturaleza desde sus comienzos. A mí ya me llega viciada y sin los
conocimientos básicos. Los sólidos, los gases, están dejados de la mano de Dios… ¡no
tienen valores!

LEX: ¡Basta! ¡Silencio! Se acabó. Me tenéis harta. ¡Harta! ¿Es que no os dais cuenta? Sois
complementarios. [Dudando] O excluyentes. Me da lo mismo. [Cariñosamente] Os
necesito. Necesito gente libre que haga lo que está mandado. ¿No lo entendéis? No
sabéis lo que decís. Y yo tampoco, pero me importa un rábano. ¡Un rábano! ¡¡A cantar!!
Venga, ¡a cantar he dicho! Y no os pongáis tontos que ya sabéis que cuando me cabreo
es mejor no estar cerca. ¡Cantemos nuestro himno, nuestra marcha!

TINO: Si hay que cantar, pues se canta.

YURI: A mí me apetece, que quieres que te diga.


LEX: Tú, guitarra. Tú, percusión.

CA NCI ÓN DE L A L E Y (M A R C H A)

Moisés se escurrió sin hacerse notar


en la negra espesura del monte.
No buscaba un lugar para ir a evacuar,
ni una hembra esperaba a aquel hombre.
¡Que en arcilla se trajo la ley!
¡Que en arcilla se trajo la ley!

Un Sol de justicia. Sudor a raudales.


Arquímedes: “Toca bañarse”.
Pero no disfrutó ni de pompas ni sales,
ni siquiera logró refrescarse.
Gritó: “¡Eureka!”, y la ley emergió.
Gritó: “¡Eureka!”, y la ley emergió.
La brisa apacible las ramas mecía
en la villa del gran Justiniano.
Él dictaba sin fin. Pero no una poesía.
Ni una carta a su amante romano.
Del Imperio él dictaba su ley.
Del Imperio él dictaba su ley.

Recostado a la sombra de un noble manzano


una fruta cayóle en sus partes.
Sir Isac despertó, y un gusano le habló:
“¡Me he sentido atraído por Marte!”.
¡No dormía, soñaba en la ley!
¡No dormía, soñaba en la ley!
Carlos Marx iba a la biblioteca a estudiar.
Calculaba, escribía, leía.
No quería comer, no quería orinar
por el gran interés que tenía:
del dinero buscaba la ley.
Del dinero buscaba la ley.

Tortugas, ballenas, delfines, lagartos,


y peces dorados saltando
Admiraba Chals Dargüin sentado en su
barco.
Y detrás ahí estaba acechando
de los bichos vivientes la ley.
De los bichos vivientes la ley.

Después de la guerra que fue más


sangrienta
la fiesta se hizo en París.
No corría el champán, ni sirvieron absenta.
Y allí decretaron por fin
los derechos humanos por ley.
Los derechos humanos por ley.

Alberto apuraba su pipa pensando:


“¡Qué noche! ¡Qué bello espectáculo!”
Y un cometa fugaz le gritó desde lo alto:
“¡No rías! Tú estás intentando
que también en el cielo haya ley.”
Que también en el cielo haya ley.
La ley, la ley, laley, laley, loley, lolay,
,lolailolailololá. ..
Atino y Ayuri cantan y bailan convirtiendo la marcha inicial en una rumba sui generis.
Paulatinamente se irán distanciando de los otros (en sentido literal y metafórico), que se irán
mosqueando hasta que…

LEX: ¡Basta! ¡Bas-tá! No lleváis el compás. Ni tampoco afináis.

ATINO & AYURI: ¡Lailolailolailololai!

TINO: Bueno, podemos modificar el compás para adaptarlo a lo que estos mequetrefes…

YURI:Nada de eso. Se están equivocando y punto. Hay que seguir el compás con rigor y
afinar con precisió

ATINO Y AYURI: ¡Cuchevere-cucheveré!

LEX: ¡Basta he dicho! ¿Es que no pararéis? La canción se ha acabado. Fin.


TINO: Venga, venga. Que hay que acabar.

YURI: Por favor, que la farsa se acabó.

ATINO &AYURI: ¿Se acabó? ¿Por qué se acabó?

LEX: Por que se tiene que acabar. De alguna manera se tiene que acabar.

TINO:Es ley de vida.

YURI: Todo lo que empieza, acaba.

AYURI: Pues no.

LEX:¿Cómo que no?

ATINO: Como que no.

AYURI: ¿Cómo va a acabarse esto así, de golpe?

YURI: Damas y caballeros, gracias por su atención.

AYURI: Al fin y al cabo esta farsa en parte estaba escrita, en parte se ha ido haciendo, así
que no se puede acabar tampoco… etc… etc… ¿Alguien tiene algo que decir? Venga,
que toca improvisar… etc… etc… etc…

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