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[F A R S A I N A C A B A D A]
TI N O, YU R I, SU MM A LE X, AY UD AN TE DE TI NO, AY UD AN TE DE YU R I
Un aula cualquiera. Un día como tantos. Sin llamar a la puerta, entra Tino. Lleva un ordenador
portátil, un teléfono móvil, y otros accesorios por el estilo. Se sienta, ni en la primera fila ni en la
última. Tras unos momentos de sorpresa general…
PROFESOR: […tras unas dudas, prosigue con la explicación que había dejado colgada, hasta que
Tino le interrumpe…]
TINO: [Interrumpiendo al profesor] Dices bien, dices bien. Te sabes el guión. Y eso me gusta.
Pero −y ahora me toca a mí− un policía no siempre impone. [Subiendo el tono de voz y dando un
golpe en la mesa] A veces sólo informa y aconseja. Especialmente si es un científico policía. Así
que prosigue tu explicación de una puñetera vez. De una puñetera vez. La tuya es una reacción
normal. Ya estipulada. Predictible. Predicha. Sigue, por favor, no te inquietes: ocurrirá lo que
tiene que ocurrir. [En tono alto y solemne] ¡Siglos y siglos hace que está todo decidido, que la
suerte está echada! [El portátil emite una serie de sonidos] Vaya, este trasto se ha colgado
[Mamporrazo al canto].
Llaman a la puerta.
Entra Yuri, ataviado, por ejemplo, con una toga, y llevando consigo un librote en la mano.
YURI: Buenos días. Señorías. Adelante adelante, adelante siempre. Eso es, claro que sí. Podría
ser de otra forma, podría usted haberme recibido de otro modo, con otra salutación,
otro gesto, otra disposición. Pero ha decidido, sin duda impelido por lo perentorio de la
situación provocada por el percutir de mis nudillos en la puerta, pronunciar “adelante”
por dos veces y ofrecerme amablemente que entrara. Eso y no otra cosa. Una
posibilidad entre una miríada.
TINO: Sí, sí, pero tengo mi derecho a reaccionar, ¿no? ¡He entrado yo primero! Vosotros lo
habéis visto. [Chascando los dedos] Yuri, ¡aire!
YURI: Yo he decidido venir hace sólo unos instantes. Desconocía lo que me iba a encontrar ¡Ni
yo ni nadie podía saberlo! Disculpen. Damas. Caballeros. Esta situación no es de mi
agrado, hubiera querido evitarla, de veras, pero a veces se cruzan, en el tramo que va
de las decisiones que uno toma a su realización, factores inesperados, efectos de otras
voluntades.
YURI: ¿Ya ha soltado usted su discurso monolítico? ¿El de “todo está escrito” y “nada puede
decidirse ya”? ¡Reconsidere su postura, por favor!
TINO: [El portátil emite una serie de sonidos] ¡Ah! Ya funciona. “…su postura, por favor”. En
efecto. Estás diciendo lo que tienes que decir, Yuri.
YURI: Usted también. Según usted.
YURI: ¿¡Y por qué dice usted lo que ya está escrito!? ¿Qué falta le hace decirlo? [Pausa. Tino
hace gestos que indican que no puede −no debe− hablar] ¡Vaya, ahora no le da la gana
hablar! [Tino sigue con sus gestos. Al público] Disculpen. Señoras. Señores. Aún no me
he presentado. Don Tino me enerva. Siempre me ha enervado. [Respira hondo] Mi
nombre es Yuri. Pertenezco a la Brigada de Fenómenos Naturales. Soy un policía
científico. Un verdadero policía científico.
YURI: Detecto cierto resentimiento en el tonillo de sus palabras. Verán ustedes, los superiores
del Dr. Tino están pensando en relegarlo del servicio. Y es que su método de trabajo
resulta extremadamente caro y absolutamente ineficaz. Todo un éxito, vamos. Por eso
se esconde.
TINO: Necesito tiempo. ¿Meses? ¿Años? ¿Milenios? ¡Qué más da! Hay que llevar por primera
vez hasta sus últimas consecuencias la duda cartesiana, ¡esa gran verdad! Soy el primer
científico con todas las de la ley. Y tú, Yuri, ¿qué has conseguido? [Yuri leda la espalda a
Tino] Dime, ¿Por qué me persigues? ¿O es que…?
Vuelven a llamar a la puerta. Esta vez entran sin esperar respuesta. Es Summa Lex. Impoluta.
Estatuaria.
LEX: ¡Ajá!
LEX: ¡Tino Yuri! ¡Yuri Tino! ¿Es que me queréis abolir? ¿Qué os he hecho yo para que me lo
hagáis pagar así? ¿Qué se ha metido en vuestras cabezas? ¿Qué embota vuestros
corazones? [Pausa] ¡Responded!
YURI: Summa, mi amor, ¿qué haces aquí? ¿No me digas que…? ¡Teníais una cita! Lo siento, no
quiero estorbar. [Casi llorando y en tono infantil] No hay derecho a que tenga que
aguantar esto.
YURI: ¿Fortuito?
TINO: ¡No despistes! Mas no, las condiciones fueron otras. Es contrastable. ¡Y hasta
reproducible! [Señalando el ordenata] ¡Y tonto no soy! Estáis simulando una escena
para engañarme.
LEX: ¡Basta! ¡Basta! ¿Por qué? ¿Por qué os habéis vuelto tan sumamente estúpidos? ¿Qué os
ha ocurrido? ¡Mis pichurris! Antes no érais así. Yo os quiero a los dos. Por igual.
LEX: ¡Igual, igual! Estoy hablando de amor, Tino, de amor. Summa Lex también siente amor.
Es que, de verdad, a veces pareces tonto.
YURI: Soy libre de decir lo que quiera. ¡Soy libre! ¡Y tú eres un sonado!
LEX: Yuri, tú y yo fuimos tan felices. Y lo seguimos siendo tras conocer a Tino. Los tres
formábamos un grupo perfecto, un triángulo ideal, pitagórico, con su diagonal…
TINO: … y sus dos catetos.
LEX: ¿Qué os ha hecho el tiempo? [Mirando al cielo] ¿Que ha sido de aquellos amantes
formidables, aquellos que me arrastraban en bocanadas de delirios abstractivos que
nunca antes había llegado ni siquiera a imaginar? ¡Mis ojillos! ¡Mis orejitas! ¿No veis
que os necesito? ¿No veis que nos necesitamos? [Empieza a emocionarse] ¿Yuri, qué
será mí, de Summa Lex, sin el método científico de Tino, sin la prueba y el error? Tino,
necesito los premios y castigos de Yuri más que el aire que respiro [Llora].
YURI: Summa, ven conmigo, todo se arreglará. [Summa redobla los llantos]
TINO: ¿Ves lo que has hecho? Summa, ven conmigo, olvida a este picapleitos naturista.
[Summa redobla los llantos]
YURI: [Al público] Summa Lex, aquí donde la ven, es ¡tan delicada, tan bella, tan discreta! Y
además, una experta en leyes.
TINO: Es la experta.
YURI: Nos enseñó ―¡como los ángeles!― los arcanos del derecho y los misterios de la Física.
LEX: ¿Qué más da? ¡Yo os inicié en el mundo de la ley! ¡La ley! Hice de vosotros hombres,
¡hombres! Por la mañana…
TINO: Por la tarde, con los últimos vencejos, óptica geométrica y mecánica analítica.
TINO: Me embelesaste, Summa. Tu blanca piel rezumaba un néctar que libaba con desespero.
Sin duda, eran hormonas segregadas por tus glándulas sudoríparas, que a causa de que
el umbral…
LEX: Yuri.
LEX: Yuri, ¿tampoco tú te acuerdas? ¿Qué era de tu vida antes de que todo empezara? ¡Si casi
no sabías ni cuál era tu nombre!
Y
URI
: Me embriagaste con tus enigmas. Me mostraste qué es la disciplina. Qué un premio y
qué un castigo. Me guiaste hasta las fuentes de placer inagotables que brotan del
conocimiento ético, de la convicción moral. Ordenaste mi vida.
TINO &YURI: [Arrodillándose ambos hacia Summa simultáneamente] ¿Cómo puedes amar a
dos hombres a la vez y no estar loca?
LEX: ¡Para mí erais uno! ¡Éramos uno! Tino y Yuri sólo están de acuerdo en una cosa: en que
las leyes del derecho y las leyes de la Física son incompatibles.
TINO: Unas, las falsas, las de [Dándose dos golpecitos en la cabeza] cartón piedra −estoy
hablando de las jurídicas, se entiende−, están hechas para perfeccionar al hombre, para
cambiarlo. ¿Cómo? Multando, encerrando, degollando, electrocutando, llevando los
niños a la escuela. Una ley que obliga, una ley fundada en su incumplimiento, pues
establece penas a quién la incumpla. ¡A quién la incumpla! ¡Una ley que no se cumple!
¿Es eso una ley? ¡No! ¡Eso es un pitorreo! Ni es ley ni es nada, es una rémora de la Edad
Opaca.
LEX: Tino siente cierta predilección por mis encantos científicos y detesta mis dotes
jurídicas. Pero no se da cuenta de que sin leyes jurídicas, sin voluntad, él no podría
progresar. No podría rectificar.
YURI: Cosa propia de sabios.
TINO: ¿Quién ha dicho libertad? ¡Libertad! ¿Qué es eso? ¿Tienen libertad las ondas
electromagnéticas? ¿Tienen libertad las piedras? ¿Y qué somos nosotros sino un
cúmulo reconcentrado de partículas elementales entrelazadas?
TINO: ¡Y el equivocado!
ATINO: No, pero allí mis pituitarias han podido constatar que un individuo se estaba fumando
un cigarro adulterado, y esta última infracción es doble: fumar en un edificio público y
consumir estupefacientes.
TINO: Bien…
TINO: Habrá que modificar el código de circulación, el código civil, la ley antitabaco, y quién
sabe si también la ley antidroga. Tendré que estudiarlo. A calcular.
ATINO: Inputs:
TINO: [Mientras Atino va tomando notas en la pizarra] Los coches pueden pasar semáforos en
rojo, los chorizos pueden afanarse propiedades ajenas, y en los edificios públicos es
posible fumar canutos. Chaval, ¿crees que son violaciones de carácter universal?
TINO: Queridos aprendices. La Física nos proporciona el único método correcto, verdadero,
certero, útil y funcional: el método científico. Es el único método válido. Me diréis −lo
sé−: ¿Cómo aplicar el método científico para forzar a los delincuentes a cumplir la ley?
Pregunta equivocada. Un científico policía, verdaderamente científico, lo que debe
hacer es cambiar las leyes para que no haya delincuentes. No hay que forzar a la gente
a cumplir la ley, hay que cambiar la ley de manera que nadie la infrinja. [Dirigiéndose a
un alumno cualquiera] ¿Verdad que si un fenómeno físico no cumple la teoría ésta se
cambia por otra? Pues igual con los chorizos, ¡vaya unos fenómenos!
YURI: Sí, ha modificado la ley 341.143 veces, pero sus leyes siguen fallando.
TINO: [A Yuri] Tú sí que eres un error. Un error de principio. ¡Maldito Big Bang!
ATINO: Yuri venera sus atractivos jurisprudenciales [Yuri abre su libro y adopta una postura
altiva].
YURI: Somos libres amigos, y quien diga lo contrario… [Pausa] ¡Así me gusta! ¿Cómo, sin
libertad, íbamos a poder mejorar? ¿Cómo íbamos a progresar? Si todo está
determinado, como dice Tino, nadie tiene la culpa de nada. Lo que hacemos, lo
hacemos por puro mecanismo involuntario. El amor que este hombre dice profesar por
Summa Lex es cualitativamente idéntico a tirarse un pedo sin querer.
ATINO: [Interrumpiendo el recital poético] Eso es una cosa [Pausa], y otra muy distinta es
detener fenómenos naturales que incumplen las leyes de la Física.
LEX: [Interrumpiendo a Yuri] No empieces otra vez. ¿Por qué siempre has de pintarlo todo tan
negro? No seas catastrofista.
YURI: Si lo fuera, amor mío, lo sería porque me da la gana. ¡Pero no lo soy! [In crescendo]
Gracias a la ley la humanidad ha llegado lejos, y gracias a ella y a la gente que ha velado
por ella, el hombre ha dejado de ser una bestia instintiva y sanguinaria y se ha
convertido en homo sapiens, el único animal pensante, el único animal que progresa. Y
gracias a la ley, en el futuro la naturaleza se comportará como es debido. ¡Que ya es
hora!
LEX: Yuri y su Brigada de Fenómenos Naturales persiguen infracciones de los principios de la
termodinámica, de las leyes de conservación, de los postulados de la óptica…
ATINO: Ridículo, procesa a la atmósfera cada vez que no cumple los pronósticos
meteorológicos.
TINO: Tiene bajo vigilancia una estrella que según él viola la ley de la relatividad general.
YURI: Sí, y también he metido en el calabozo al señor Mínguez porque los médicos le habían
dado dos semanas de vida y al cumplirse el plazo, el muy fresco seguía vivito y
coleando. ¡Qué desfachatez!
AYURI: Señor, a sus órdenes. Y que conste que esto lo hago porque quiero. Nadie me obliga a
ello.
ATINO: No, señor. Pero que conste que si pudiera no trabajar no trabajaría.
YURI: ¡Mamones!
AYURI: Electrones, señor. Y parece que, en Ginebra, ¡las partículas de los aceleradores no
responden al alto!
YURI: Tampoco caben los delincuentes en las cárceles. ¿Qué culpa tengo yo de que la
naturaleza no se comporte? Paciencia. Ya aprenderá. Hace poco que mi cruzada ha
comenzado.
TINO: ¿Y qué culpa tengo yo de que nadie haya dado con las leyes definitivas que ya no
habrán de ser corregidas? Necesito tiempo y dinero para dedicar mis células grises
exclusivamente a investigar.
YURI: ¡Soy yo el que necesita más dinero! Hay que hacer más carcelaboratorios, planos
inclinados de reinserción, perturbaciones correctivas y muchas cosas más. Hay que
educar a la naturaleza desde sus comienzos. A mí ya me llega viciada y sin los
conocimientos básicos. Los sólidos, los gases, están dejados de la mano de Dios… ¡no
tienen valores!
LEX: ¡Basta! ¡Silencio! Se acabó. Me tenéis harta. ¡Harta! ¿Es que no os dais cuenta? Sois
complementarios. [Dudando] O excluyentes. Me da lo mismo. [Cariñosamente] Os
necesito. Necesito gente libre que haga lo que está mandado. ¿No lo entendéis? No
sabéis lo que decís. Y yo tampoco, pero me importa un rábano. ¡Un rábano! ¡¡A cantar!!
Venga, ¡a cantar he dicho! Y no os pongáis tontos que ya sabéis que cuando me cabreo
es mejor no estar cerca. ¡Cantemos nuestro himno, nuestra marcha!
CA NCI ÓN DE L A L E Y (M A R C H A)
TINO: Bueno, podemos modificar el compás para adaptarlo a lo que estos mequetrefes…
YURI:Nada de eso. Se están equivocando y punto. Hay que seguir el compás con rigor y
afinar con precisió
LEX: Por que se tiene que acabar. De alguna manera se tiene que acabar.
AYURI: Al fin y al cabo esta farsa en parte estaba escrita, en parte se ha ido haciendo, así
que no se puede acabar tampoco… etc… etc… ¿Alguien tiene algo que decir? Venga,
que toca improvisar… etc… etc… etc…