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Instituto Santa

María Goretti
Asignatura
Informática
Tema
La Familia Cristiana
Profesor
Julio Ortiz
Alumna
Briana Suazo
Fecha
18 agosto 2022
La familia cristiana

¿Qué es una la familia cristiana?


La familia cristiana es una comunidad de fe, esperanza y amor; una comunidad
donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive y se transmite
la fe. La familia comparte con Dios la obra de procrear y educar a los hijos.

¿Qué característica tiene la familia cristiana?


El espíritu de la familia es su integridad, su idiosincrasia, su dignidad, su carácter,
sus costumbres, sus hábitos, Debemos tener cuidado de no caer en la religiosidad
haciendo algo monótono o por costumbre, sino sinceramente para Dios

¿Cuál es la función de la familia cristiana?


Él estableció las familias para darnos felicidad, ayudarnos a aprender principios
correctos en un ambiente amoroso y prepararnos para la vida eterna.

En el designio divino la misión de


la familia es custodiar, revelar y comunicar el amor de Dios por la humanidad. Bajo
esta luz se definen las cuatro tareas de la familia cristiana en las que se expresa
su misión y vocación.

¿Cuál es la importancia de la familia de Dios?


Es una contención para la familia en los momentos cruciales. Nos enseña a
dialogar como familia y a escucharnos unos a otros. Nos muestra el camino al
éxito duradero. Nos enseña a disculpar el error y a pedir perdón cuando nos
equivocamos

¿Dónde habla de la familia en la Biblia?

Tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te esparcirás hacia el occidente


y el oriente, hacia el norte y el sur. En ti y en tu simiente serán bendecidas todas
las familias de la tierra (Ge 28:14).

¿Qué es lo que quiere Dios para la familia?


Las familias son fundamentales en el plan de Dios. Dios tiene un plan para cada
uno de nosotros y nos ha dado una familia para bendecir nuestras vidas. Las
familias juegan un papel central en ayudarnos a encontrar alegría, propósito y
esperanza en que nuestros lazos familiares perduran más allá de esta vida.

Entre otros elementos esenciales innumerables para una vivencia feliz, saludable,
dentro de un contexto de cuidado, desarrollo y crecimiento en el contexto familiar,
hay algunos hábitos que pueden fortalecer el vínculo afectivo entre sus miembros.
Y que benefician no solamente la unidad familiar, sino que también a cada
persona individualmente. Ellos son:

Adoración: culto individual y colectivo: En mi casa nos reunimos todas las


noches, aprender de la biblia con mi papi, mi mama y mis hermanos.

Disponibilidad: tiempo de calidad y en cantidad: Todos nosotros, no solo


nuestros niños, adolescentes y jóvenes sufrimos cada vez más la falta de
interacción en cantidad y calidad. Muchos siguen la vida sin lograr entenderla
completamente. Eso es porque no tienen a alguien que la traduzca, que les
explique sus matices, sus innumerables facetas y su diversidad. Eso lleva a la
debilidad mental. Decida disponer de tiempo de cantidad y calidad para sus
familiares. ¡Desconéctese de las tecnologías e invierta en lo que realmente vale la
pena!

Motivación: aliento mutuo: La motivación mueve a una persona, la pone en


acción o la hace cambiar un recorrido. Lleva a una elección, instiga, hace iniciar un
comportamiento en una dirección y asegura la persistencia para determinado
propósito. El papel de la familia es motivar a sus miembros. Hay mucho que
aprender, que enseñar, que persistir, que luchar. Los más jóvenes necesitan ser
motivados a no descuidar su fe, su Dios, sus creencias, sus valores. Deben recibir
la motivación a mantenerse limpios de manos y de corazón. La familia debe
motivar a sus miembros a no perder de vista la esperanza de la salvación y de la
resurrección ante las pérdidas que enfrentan, como también la seguridad de que
hay un Dios que nunca los abandona. Forme el hábito de motivar a sus familiares
para las cosas buenas y nobles de la vida.

Organización: disciplina y orden: “si el hogar debe ser el lugar más atractivo del
mundo” la limpieza, el aseo y el orden son indispensables en la formación de los
hábitos de cada miembro de la familia. Si el culto personal y familiar contribuye a
acercarnos a Dios y a mantener nuestra mente pura y limpia, ese mismo proceso
debe contribuir para organizar nuestra vida exterior. El desorden, el descuido y la
falta de esmero nos apartan de un Dios que todo lo creó con orden y belleza. Los
hijos disciplinados, por otro lado, son una bendición para la escuela donde
estudian y para la sociedad en la que se desempeñan.

Perdón: disposición para ofrecer y recibir perdón: El tema del perdón no debe
estar presente solo en una oración, muchas veces repetida automáticamente.
Debe permear, en primer lugar, nuestras relaciones con cada miembro de la
familia. El perdón abre camino para la cura y la reconciliación de las relaciones.
Tener la conciencia de que Dios perdona nuestros pecados, arrojándolos al fondo
del mar, debe ser el modelo principal de acción ante la intención de juzgar,
condenar o tomar represalias cuando alguien nos hiere intencionalmente o no.
Practique el hábito de perdonar. Adquiera el hábito de perdonar más, de apretar
más la mano de alguien, de abrazar. “Actualice la foto de las personas todos los
días”.
Comunicación: disposición para dialogar. Permite saber lo que el otro está
pensando y sintiendo. Es la mejor forma de resolver desentendidos o de ofrecer
alguna aclaración. Practique fielmente el hábito de preguntar cómo se siente cada
miembro de su familia. Dedique momentos para mirar a los ojos escuchando con
el corazón. Trate de demostrar respeto por medio de sus actitudes a las criaturas
especiales de Dios. Ese hábito contribuirá para que todos los miembros de la
familia sepan relacionarse y ser más felices. No se olvide de incluir siempre a los
más jóvenes y a los de más edad en los diálogos. Es una forma de construir y
mantener la historia de la familia por medio de todos sus protagonistas.

Servicio: disposición para colaborar: Entre los hábitos saludables de la familia


cristiana está el servicio, y el voluntariado. Cuando la familia se une para realizar
alguna cosa juntos, sea preparar comida, hacer huerta, limpiar un patio, ayudar a
alguien, algo increíble se fortalece: el espíritu de equipo y la unión en busca de un
objetivo. De esa forma el voluntariado se fortalece, desarrollando cualidades
nobles en las personas, como compasión y altruismo. En este contexto se
preparan buenos misioneros para un servicio más allá del hogar, donde Dios
también será temido, amado y adorado.

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