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Aunque muchas personas consideran el educar a los niños en el hogar relativamente como algo
nuevo, la educación cristiana en el hogar ha estado presente desde los primeros tiempos y es lo que forma
la primera base para la introducción o el conocimiento de Dios. La familia es la unidad básica de la
sociedad y es en este entorno donde se construyen los cimientos de la educación y los valores morales
que se inculcan en los niños. Las familias cristianas, en particular, tienen una gran responsabilidad en la
formación y educación de los niños para que puedan crecer con un fuerte sentido de la moralidad, el amor
y la compasión. Los principios y valores cristianos se basan en la fe, la humildad, la honestidad, la
bondad, el perdón, la paciencia, la gratitud, la responsabilidad y el amor. En una familia cristiana, estos
valores se inculcan desde temprana edad a través de la oración, la lectura de la Biblia y la asistencia
regular a la iglesia. La familia cristiana también es un lugar donde se fomenta el amor y el respeto hacia
los demás, la empatía y la compasión.
Es importante destacar que en la actualidad esta cultura o tradición de educación cristiana se está
haciendo cada vez más difícil, debido al enfoque que se está presentando en el secularismo actual, el cual
está haciendo un lado a Dios para vivir por los placeres del ser humano y a la cual la familia y la iglesia
no están ajenos. En la realidad que se presenta en el mundo, y en específico en nuestro país la cultura de
acompañamiento se está viendo afectada por las necesidades básicas de las personas y por tanto los
responsables directos (madre o padre), se encuentran fuera de casa o alejados de comunicar y enseñar lo
más esencia de Dios que es reconocerlo como padre ante sus hijos.
Es natural que en la crianza de los hijos se quiera preparar a cada uno de manera similar. Este
pasaje bíblico denota que los padres deben discernir los puntos fuertes especiales e individuales que Dios
le ha dado a cada uno de ellos. A su vez que no se debe condonar ni excusar la terquedad, cada niño tiene
una inclinación natural que los padres pueden desarrollar. Al hablar con maestros, otros padres y abuelos
seremos más capaces de discernir y desarrollar las capacidades de cada hijo. Muchos padres quieren
tomar todas las decisiones por sus hijos, pero esto los daña a la larga y esto se puede evitar solo inculcando
valores que les permita decidir por ellos pero que todo agrade a Dios. Cuando los padres enseñan a sus
hijos a tomar decisiones, no tienen que cuidar cada paso que estos den. Los padres saben que
permanecerán en el buen camino porque ellos solos lo han decidido. Prepare a sus hijos para que escojan
el camino correcto.
Desde los deberes de los hijos y el papel fundamental que tienen los padres en la educación se
puede forjar actitudes de respeto y de cercanía a Dios, este paje afirma no solo la obligación de criar
sino enseñar la disciplina e instrucción de Señor. La familia es la mejor institución educativa, no hay
nada que sustituya para aprender sobre Dios y sus planes, la familia es la base de la educación cristiana.
Dentro de los puntos para ir reforzando la educación cristiana se debe reforzar desde la familia:
Tiempos de oración común
La comida y los vestidos son importantes, sin embargo, el acompañamiento y tiempo a
los miembros destaca importancia fundamental.
Los momentos de compartir en familia permite el desarrollo el desarrollo de la
confianza y por ende la escucha.
Colocar a Dios como centro de la vida del hogar, hará que por tradición y luego por
experiencia propia sean más cercanos a Él.
Se puede concluir que la educación cristiana se complementa y crece en la iglesia, pero depende de una
base fundamenta, la familia.
La familia provee ambiente de grupo pequeño. En ella se da la oportunidad de conocerse
plenamente y se da el mayor nivel de convivencia.
En la familia aprendemos a dar y a recibir. En ella aprendemos a compartir y velar por las
necesidades de otros.
En la familia aprendemos valores espirituales. Cuando crecemos nuestros valores los adquirimos
en la familia, no en la escuela o iglesia. Los padres tienen más influencia con sus hijos que
cualquier otra persona.
En la familia experimentamos afecto positivo incondicional. Es en ella que aprendemos a amar y
a ser amados por ser quien somos y no por lo que hacemos.
Los niños aprenden mejor a través del ejemplo. Los niños imitan a sus padres y a los que los
rodean y desean ser como ellos. Los hechos hablan más fuerte que las palabras y los ejemplos
arrastran mientras que las palabras sólo pueden mover.
La familia determina inicialmente cómo percibimos a Dios. Dios se revela a nosotros como Padre
y la familia influencia nuestra apreciación de Dios desde temprana edad.
Antonio Rojas
Christian Marcano
Alexander Malavé