procuraremos mostrar los principales aspectos constructivos. La figura 2.6 ilustra los tipos más corrientes de disposición de los núcleos y las bobinas ente sí. Arriba los esquemas y abajo las vistas en perspectiva. Se puede apreciar que las bobinas primarias y secundarias no se colocan en el núcleo como en la teoría se indica corrientemente, en una columna el primario y en otra el secundario. Las tres disposiciones de la figura 2.6 son suficientemente explicativas, y permiten clasificar a los núcleos en dos tipos; los de "ventana" que se corresponden a los dos dibujos de la izquierda, y el tipo "acorazado" que se ve en el dibujo de la derecha. Los núcleos se construyen en chapas de hierro al silicio, aisladas una de otra eléctricamente para disminuir los efectos de las corrientes parásitas. En figura 2.7 podemos apreciar la forma en que se ejecuta la unión del conjunto de chapas, mientras que e'n la figura 2.8 tenemos otra forma de armar el conjunto -denominado en la práctica "paquete"- por medio de una cinta de algodón. En ambas formas constructivas, se procura que las chapas queden aisladas entre sí, e inclusive, el mismo perno se aísla del núcleo con un buje En la figura 2.9 se tiene la forma de armar las partes componentes 2e un núcleo tipo "a ventana". Los empalmes entre partes -que son, magnéticamente hablando los entrehierros- pueden ser planos o como el dibujo indica, en forma de "dientes" alternados. Estas formas de armar los núcleos, dependerá también de la disposición que se adopte para agrupar las chapas de hierro. Por ejemplo, en la figura 2.10 mostramos como se "apilan" las chapas en transformadores de poca potencia, mientras que en figura 2.11 se ve el caso de entrehierros oblicuos. En los entrehierros se suelen colocar hojas de cartón especial, para disminuir el ruido que se produce por efectos de la fuerza portante de valor variable que se produce entre ambas caras de una y otra parte. Como se estudia en Electrotecnia, en ei cálculo de circuitos magnéticos, el valor de los inevitables entrehierros que se forman influye sobre las cualidades del transformador, por lo que se procura disminuirlos tanto como sea posible. Como las bobinas se ejecutan separadamente, la forma de empalme de las piezas del núcleo debe facilitar su colocación. El dibujo de figura 2.12 observamos que se colocan las bobinas una vez armado el yugo inferior y las dos columnas, para cerrar el conjunto con el yugo superior. Esta forma constructiva facilita el desarme en caso de avería, y el cambio fácil de una bobina dañada. A medida que aumenta la importancia de la máquina, es con- veniente que las columnas del núcleo dejen de ser de sección cuadrada, para adoptar las formas de figura 2.13. Estas disposiciones facilitan la adaptación de las columnas del núcleo a la forma cilíndrica de las bobinas. En el núcleo de la derecha de figura 2.13, existen canales internos para mejor evacuación del calor producido por las pérdidas en el hierro. La separación de los conjuntos así formados de chapas, se logra con adecuados listones de madera tratada. El armado del conjunto -para darle estructura única- se logra por diversos métodos como mostramos en las figuras 2.14 y 2.15. Pasando ahora a la ejecución de las bobinas, en figura 2.16 apreciamos varias formas de ejecutar la aislación de los conductores. Para secciones de cobre de hasta 4 mm2, el conductor suele ser de sección circular, con aislación de barniz. Para secciones mayores se emplea la sección rectangular, es decir, el fleje de cobre, con encintado de algodón, en forma de obtener doble cobertura tapando en cada vuelta media sección anterior. Para secciones muy grandes se utilizan varios flejes, con aislación en dos capas. La primera es la aislante propiamente dicha, de alta calidad, mientras que la segunda es de menor rigidez dieléctrica, pero mecánicamente más robusta. Nótese que en casi todos los casos se emplea la doble cobertura por vuelta. Es práctica muy corriente en la construcción de las máquinas eléctricas, impregnarlos bobinados, operación de muy delicada tecnología. Una vez construida la bobina se la somete a un proceso de secado en hornos especiales y además, se elimina la humedad por tratamiento en autoclaves al vacío. Luego se procede a impregnarlas con aislantes líquidos, para darles luego otro tratamiento de presión y temperatura, asegurándose la penetración del aislante en lo más íntimo de la bobina. Este tratamiento requiere además ambientes muy especiales, libres de polvo, y el manejo de todos los elementos con singular delicadeza. De ésos tratamientos dependen la duración y calidad de los transformadores. En cuanto se refiere a las formas constructivas de las bobinas, veamos la figura 2.17. Por lo regular, la bobina que irá colocada en la parte más interna, o sea más próxima al núcleo, es la de menor tensión. Las cilíndricas se prefieren para baja tensión, y las de "galleta" para alta tensión. Con ayuda de figura 2.18 estudiemos las formas comunes de montaje de las bobinas en el núcleo. El conductor, sea de sección circular como de fleje, es de cobre electrolítico recocido. En algunos casos, se emplea el aluminio. Las bobinas se ejecutan separadamente en talleres especiales y luego se incorporan al núcleo, para quedar en las disposiciones que enseña la figura 2.18. A la izquierda, el caso de bobinados de baja tensión. En el centro, baja tensión en la interior y alta tensión en la exterior. A la derecha, ambos de alta tensión. En la figura 2.19 mostramos la forma en que se inmovilizan los conjuntos de bobinas con relación al núcleo, mediante adecuadas piezas de madera, y apoyadas sobre perfiles de acero, siendo el dibujo suficientemente explícito. Como es fácil comprender, estas formas constructivas exigen una delicada tecnología y experiencia, para conservar los conjuntos en sus posiciones relativas y con un centrado perfecto. De no ser así, en caso de corrientes accidentales transitorias de corto circuito, en que la máquina se ve sometida a esfuerzos mecánicos importantes, se producirían desplazamientos inadmisibles de los componentes, perdiendo la simetría inicial.
La evolución del diseño industrial de los transformadores está
llevando a los proyectistas a emplear distancias cada vez más críticas y pequeñas entre elementos, para lograr una reducción del tamaño y del peso, y en consecuencia, del precio. Las distancias eléctricas de las bobinas entre sí, y entre bobinas y núcleo, son cada vez menores, con tolerancias muy rigurosas. El conjunto de núcleo y bobinas se puede refrigerar por medio de aire, con adecuados ventiladores, pero lo más común es que estén sumer- gidos en un baño de líquido aislante y refrigerante a la vez, teniéndose así la refrigeración natural. En la figura 2.20 mostramos el esquema de lo dicho.
Dentro de la cuba o tanque se encuentra el transformador propia-
mente dicho. El fluido refrigerante es frecuentemente aceite mineral especial para esta función, que debe tener la misión doble de aislar eléctricamente todos los componentes y además, retirar el calor producido en las partes internas hacia el exterior. En la actualidad se emplean fluidos a base de siliconas. Esta acción refrigerante se produce en forma natural, porque el calor produce corrientes de convección, como se indican en la figura 2.20. Todavía se encuentran muchos transformadores funcionando con fluidos a base de difenil-policlorado, llamados en el mercado con el nombre de askareles. Para formarnos una idea de las diferencias, recordemos que el aceite mineral comienza a volatilizarse y oxidarse rápidamente cuando su temperatura alcanza los 105 °C, mientras que los fluidos de siliconas, tienen su inicio de oxidación por encima de los 175 °C. La oxidación de estas sustancias está precedida por una polimerización lenta, que produce un aumento gradual de viscosidad hasta alcanzar una consistencia gelatinosa. El proceso ce desarrolla en las siliconas, sin la formación de ácidos ni sedimentos. Por su parte, la constante dieléctrica -muy importante en estas máquinas- es de 2,26 en aceites minerales y de 2,72 en siliconas, lo que es una ventaja. A esto debe sumarse que el fluido de siliconas es casi inerte, no reactivo y un mal solvente para la mayoría de los materiales que intervienen en la construcción de transformadores. Al tratar sobre los fluidos refrigerantes de los transformadores se hace necesario decir algo sobre el peligro de incendio. Téngase presente que la cantidad de aceite en el tanque de un transformador es importante. Si bien ningún transformador es inmune a los peligros de incendio, o de explosión, en la actualidad este riesgo ha disminuido. Un arco interno producido por una falla puede iniciar la combustión, y la consecuente explosión o derrame del líquido inflamado, que por su cantidad es grave peligro. En este aspecto, los fluidos de siliconas, al bajar la temperatura se apagan, no así el aceite mineral.
Los tanques para transformadores tienen formas diversas,
como mostramos en la figura 2.21. Las diversas variantes, como es fácil deducir, procuran que las superficies expuestas al medio ambiente, sean lo mayor posible, para que la transferencia del calor sea importante. Las cubas con aletas son muy empleadas y baratas. Hay diversos modelos de cubas onduladas y con tubos radiadores. En figura 2.22 mostramos una sistema con radiador separado y en la figura 2.23 un sistema con radiador separado, pero que a su vez es activado por medio de un electroventilador, que en muchos casos, funcionan automáticamente al alcanzar el sistema una determinada temperatura por sobrecargas. En la figura 2.24 el sistema es más complicado, dado que el lí- quido refrigerante sale caliente a un intercambiador de calor y, por medio de otro fluido que circula y se enfría en otro radiador (no dibujado), permite retirar el calor producido.
Estudiemos ahora el tanque de expansión mediante figura 2.25. Al
variar el régimen de carga de la máquina, varían las pérdidas que hemos estudiado en tema anterior 1.3. Por ello, la cantidad de calor producido es variable conforme el estado de carga. Esto indica que el fluido contenido, al cambiar la cantidad de calor producido en la cuba, ha de cambiar a su vez la temperatura y en consecuencia su volumen, por un simple principio de dilatación. Si el tanque está completamente lleno, se produce una presión inadmisible que origina pérdidas por las juntas. Si en vez se lo proyecta para que esté parcialmente lleno, para evitar lo anterior, la cantidad de aire que quedaría en la parte superior (ver otra vez figura 2.20), sufriría compresiones y descompresiones, condensando la inevitable humedad que contiene el aire. Esa humedad pasaría al aceite o al fluido siliconado, perjudicando sus condiciones. Para evitar estos efectos desfavorables de la compresión y descompresión del aire contenido en la parte superior, se han ideado diversos dispositivos. El más usado es el conservador o tanque de expansión, que es un tanque conectado al tanque principal y un poco más elevado como indica la figura 2.25. Con este auxiliar, la cuba principal está siempre completamente llena, y las variaciones de volumen se producen solo en el tanque de expansión, donde la cantidad de aire es mínima. El tanque de expansión es un recipiente de capacidad aproximada al 8 % del volumen de la cuba principal. Está provisto de una válvula deshi- dratante a base de cloruro de calcio, que dificulta el ingreso de humedad y un nivel para conocer su estado desde el exterior. Entre los auxiliares tenemos en figura 2.26 la válvula de seguridad, que es un dispositivo para caso de incendio del refrigerante. Produce el derrame, pero se evita la explosión. Una membrana (placa de estallido) se rompe por efectos de una presión anormal y permite la salida del líquido expandido, y al desplazarse, simultáneamente cierra dos contactos auxiliares para el accionamiento de las alarmas y las protecciones.
Volviendo a la figura 2.25 vemos en la parte superior a los aisladores
pasantes, de los que nos ocuparemos después, por medio de los cuales se logra la vinculación entre los circuitos internos de las bobinas, y el exterior. También vemos una válvula de purga que sirve para sacar muestras del líquido refrigerante, a efectos de un control periódico del mismo. Se puede ver también que la cuba se apoya sobre ruedas orientables, que se asientan sobre rieles de desplazamiento. Es importante estudiar el relé Buchholz (*), que aparece en la figura 2.25 y cuyo esquema de principio en corte se ve en la figura 2.27, con su correspondiente circuito eléctrico interno. Como indica la figura 2.25, este dispositivo se encuentra entre el tanque principal y el tanque de reserva. Si en el interior del transformador se produce algún accidente eléctrico que da lugar a la formación de un arco o chispa eléctrica, o un calentamiento anormal, el líquido refrigerante tiende a evaporarse o producir gases. En ese caso, las burbujas subirán y tratarán de alcanzar la mayor altura posible, pasando indefectiblemente por el relé Buchholz. Si el defecto es débil, los gases serán pocos y se irán acumulando en la cámara de aire. En ella, el flotador n° 1 se verá obligado a bajar, cerrando los contactos n° 1 sujetos a él. Ello ocasionará el cierre de un circuito de alarma, que dará aviso de lo que ocurre. Si el defecto es en vez inusitadamente intenso, la cantidad de gases será abundante y pasarán por el relé Buchholz en forma de burbujeo intenso, accionando el flotador n° 2 que cerrará los contactos n° 2. La corriente de! mismo accionará el sistema de disparo, que sacará inmediatamente de servicio al transformador. En figura 2.28 vemos que del relé Buchholz sale un tubo que permite extraer muestras de los gases acumulados, para control periódico y que permiten predecir el estado de la unidad. Del tanque de expansión parte un tubo hacia un filtro deshidratante, dotado de sílica-gel para esos efectos También dispone de una válvula de drenaje y un instrumento a flotador para conocer el nivel en su interior. Tratemos ahora los aisladores pasantes, recurriendo a la figura 2.29, que en su parte derecha inferior tiene un aislador para baja tensión, que no requiere mayor explicación. Encima del mismo vemos un aislador pasante para media tensión, provisto de un descargador destinado a producir una chispa en caso que produzca una sobretensión transitoria anormal. Ambos modelos permiten vincular el interior del transformador con el exterior, pasando los conductores aislados de la chapa del tanque. Estos aisladores son de porcelana y deben resistir tanto las tensiones normales como las anormales de funcionamiento. Además, deben retener debidamente el líquido refrigerante y evitar derrames con juntas adecuadas. En la parte izquierda de la figura 2.29 tenemos el llamado aislador pasante a condensador, que se suele emplear con tensiones superiores a 70 kV. Están formados por sucesivos capacitores concéntricos, en serie eléctricamente hablando, formando un cilindro de ancho decreciente a medida que vamos hacia los extremos. Las armaduras de esos capacitores son láminas de alu- minio, separadas por papel. El cuerpo exterior es de porcelana. Algunos tipos están impregnados en aceite. Para concluir esta síntesis descriptiva, en la figura 2.30 mostramos un esquema que describe la forma en que se hace el desmontaje de un transformador mediante un puente grúa. El núcleo con sus bobinas, la tapa y los aisladores constituyen un conjunto que se puede izar conjuntamente, separar y apoyar para su revisión y reparaciones, dejando la cuba con el tanque de expansión y el relé 3uchholz en la otra parte. Este dibujo permite apreciar como debe diseñarse a sala para estas maniobras. Esta operación, se suele llamar "descubaje".