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SEDE: TUMACO
FACULTAD DE INGENIERIA
TRABAJO: MONOGRAFIA
TUMACO – COLOMBIA
TABLA DE CONTENIDO
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INTRODUCCION
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IDENTIDAD CULTURAL NUESTRA MAYOR RIQUEZA
Luego vendrían los europeos. Fue Vasco Núñez de Balboa el que atravesó la
serranía del Darién para descubrir que al oeste de Panamá había un hermoso
océano al que bautizó Pacifico, o Mar del Sur. Después, aparecieron Francisco
Pizarro y sus compañeros extremeños, quienes impusieron su religión, el idioma
castellano, y la décima, que desde entonces la profesamos, hablamos y
escribimos.
Vemos que el mar fue el canal inicial que utilizaron nuestros antepasados;
incursionaron por los ríos, hasta que la sierra los absorbió, y perdieron el rastro
para regresar a la tierra de los mayas. Vestigios de su cultura y de su dialecto
están reflejados en la orfebrería que dejaron.
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Para cerrar el ciclo de migraciones, trajeron a los negros del África, quienes
aportaron la fuerza física al fatigoso trabajo en las minas, en la pesca, y en la
agricultura; y, aunado a su alegría del baile, el misterio de la Santería, y el sonido
fuerte de sus dialectos, se mezclaron con las otras razas para conformar la etnia
Pacifica.
Pueblo Moreno
Los pueblos del pacíficos tienen entre otras las siguientes características; alegres,
extrovertidos, religiosos, musicales, hospitalarios, enraizados en su tierra, aunque
esta afirmación no parezca cierta. Aman a su tierra y vuelven a ella cuando les es
posible, conservan los derechos de propiedad cuando los poseen y los actualizan.
Son trabajadores, aunque esto último no se les haya reconocido. El hombre para
trabajar necesita un fin por el que va a trabajar: si el pueblo negro ha sido
desgajado de su ser ¿Bajo qué idea va a trabajar? Trabaja lo suficiente para vivir
ya que la vida es lo importante y cumplido el objetivo de mantener la vida hay que
gozar de la misma. Cuando se proponen conseguir algo de la sociedad de
consumo trabajan por ello; conseguido abandonan su trabajo y son amantes de su
familia.
Religiosidad
Es sabido que las comunidades negras del pacifico adoran a Dios, Ángeles,
vírgenes y Santos, algunas de estas divinidades se encuentran o han vivido
alguna vez en árboles, animales, etc. Esta creencia es africana, recibida de los
esclavizados y aún se conserva en el continente negro y en las Antillas. En el
capítulo III del libro “Los Dioses” de J. Jan nos enseña que se venera más a los
Loas (Dioses) esos seres sobrenaturales que en muchos sitios también se llaman
Santos o Ángeles. A pesar que se les equipara a los Santos de la Iglesia católica,
se sabe que proceden de Guinea; es decir África, cada Santo tiene su sitio
favorito: un árbol, una planta, una fuente.
La Purísima
Cuenta la leyenda que un barco de piratas andaba incursionando por la costa del
pacifico para abordar otros navíos que transportaban oro de las minas reales, les
cogió una tempestad durísima. Iban a naufragar y como tenían una virgen la
sacaron a cubierta, le prendieron velas, la tempestad calmó y los enrutó a la
Bocana de Guapi, al entrar vieron lucecitas: los pobladores los recibieron con
alegría y hospitalidad invitándolos a saltar, la virgen la llevaron a la iglesia, toda
esa noche estuvieron cantando; parece que desde allí es la costumbre de prender
velas el 7 y el 8 de diciembre.
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En Semana Santa
“En la semana Santa el Miércoles y el Jueves Santo no se puede caminar duro, ni
comer carne; solo pescado, además el que se mete al rio se convierte medio
pescado y medio human. Tampoco se debe hacer corrompicion porque se
quedan pegados para siempre”
Estas ideas religiosas similares se hayan en el pueblo de Yoruba, originario de
Nigeria, en donde muchas de sus etnias fueron llevadas en la época del
colonialismo a la isla de Cuba, se fusionaron por la acción del fuerte al cristianismo
para darle nacimiento a una nueva religión llamada santería, ellos respecto al culto
de Semana Santa tiene algunos comportamiento como son: en Semana Santa
nadie debe alterarse, ni siquiera se regaña a los muchachos, son días de absoluta
abstinencia, que observa estrictamente la santería, los matrimonios tienen mucho
cuidado; si la mujer peca y concibe el jueves o viernes santo, lo que traiga al
mundo no será bueno. No se trabaja, Dios castiga lo que se hace ese día a
menos que sea por pura necesidad. En sus casas no riegan, no barren, no
planchan, no cosen y refriega. Barrer el suelo de la casa es barrer la cara de
Cristo. El agua se vuelva sangre, no cortar nada porque se corta el cuerpo del
señor, hacer ruido es ofenderlo.
El domingo de Ramos la palma bendecida por el cura en la misa se guarda en el
altar de la casa y cuando la persona o generalmente el niño sufre de espanto u ojo
se hace la cruz con la palma para su pronto sana recuperación. Este
procedimiento mágico religioso de origen africano es practicado por la santería o
religión Orisha,
El Duelo
En las noches de duelo por la muerte del fraterno aparece el cantador de alabaos,
lloros como lo llaman en áfrica, llega vestido de negro si es mujer o camisa blanca
o pantalón oscuro si es hombre para cumplir con el mandamiento de paz y amor.
Estos canticos de acompañamiento durante nueve noches hacen que en la casa
palafítica se congregue la aldea para participar en rezos y alabaos, el cantador
aparece con su manual para encender la hoguera triste que comunicara al difunto
con el Dios cristiano, después la comunidad en potrillos inicia el viaje fluvial a
casa.
El Velorio
El velorio incluye un rosario de actitudes alrededor del cadáver, por los dolientes,
amigos y del poblado, este se distingue entre otros rituales urbanos de Quibdó,
Buenaventura y Tumaco, que tienen en sus comportamientos mayores elementos
citadinos y los rurales de aquellas colectividades que se resisten a la penetración
de la modernidad, en estos últimos las cadenas sacras son más fuertes.
En el pacifico sur los velorios son hasta que amanece, van a la Iglesia, escuchan
la misa y luego van a la casa a rezar el rosario, se canta y se reparte cigarrillo,
dulces, aguardiente, se van a eso de las nueve y media de la noche a la siguiente
noche lo mismo hasta completar las nueve noches que es la ultima
Los Gualies
También conocidos como chigualos, en el sur del Pacífico, se celebran al difunto
niño y consiste en arrullos, romances, rondas, bailes, juegos, rimas y cuentos,
para despedirlo de este mundo. En esta localidad del Pacífico creen que cuando
los niños mueren se convierten en ángeles que van a gozar de los coros
celestiales por no tener pecado alguno. Por eso decoran el altar y visten al ángel
de blanco pureza. También se dice que sus ancestros celebraban la muerte de un
niño porque se alegraban de que ese ser no tendría que vivir las crueldades y el
su frimiento de la esclavitud. Aura Elena González o Maye dice que “un chigualo
era una celebración y sigue siendo aún, pero la connotación en tiempo de
nuestros ancestros esclavizados era la posibilidad de liberar un alma niña que no
sufriera el flagelo que les había tocado sufrir a ellos… Preferible ir al cielo ‘Ay si
fuera yo, si fuera yo’; aquí hay un sentido de anhelo de libertad y se celebraba allí
la dimensión espiritual.
Al niño hay que despedirlo con alegría, por cuanto al no cometer pecado, su
destino es el cielo, lugar de felicidad y sosiego, ese es el premio del que no llego a
ofender a Dios con hechos, ni palabras, soborno religioso que aún se conserva
intacto; en el chigualo se aprecia un corpus de tradición oral afro pacífica. Los
cantos empiezan: “Licencia vengo pidiendo, licencia usted la tiene”
Se despide en coro y desde ese momento se desprende una cosecha de
romances que encantan toda la noche hasta el alba; en intermedio se baila con el
niño muerto, pasándolo de mano en mano de los asistentes quienes previamente
han conformado un circulo, también se observa a grupos de hombres y mujeres
que para entretener la noche apelan a las adivinanzas, algunas referidas a
objetos, personas, mar, monte, otras eróticas o picantes como se denomina en el
litoral, casi todas llegan entre los siglos XVI al XIX con los españoles, que
poblaron el andén pacifico en busca desesperada del oro.
Los Alabaos
son un canto de velorio para adultos que tienen su origen en un canto coral de
alabanza o exaltación religiosa ofrendando a los santos. Por lo general se
interpretan a capela, sin instrumentos y los intérpretes los cantan haciendo alusión
a las virtudes y buenos recuerdos del muerto. Son letras tristes, evocan dolor, pero
también esperanza porque buscan reforzar valores que se acercan a las vivencias
de las comunidades y a principios propios de la espiritualidad afro.
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Literatura y Poesía
Se habla hoy de la literatura del Pacifico. A comienzos del siglo XIX no se tenían
indicios de textos literarios en esta zona costera demarcada entre el Cabo
Manglares y punta Ardita, una costa penetrada entre sus dos extremos por
Panamá y Ecuador. Se conocían solamente cuadernos de viajes de
expedicionarios europeos y relatos memoriosos de gentes del interior sobre el
tejido de música y leyendas que envolvía las zonas mineras del litoral. Con la
explotación de oro y platino y la extracción de tagua, el marfil de la selva, el
Pacifico conoció la llegada de técnicos e ingenieros del viejo mundo, entre los que
arribaron algunos letrados.
En principio, los indígenas y los negros se comunicaron a través de sus dialectos;
pero, ante la presión de los europeos, terminaron hablando el idioma de Castilla,
entreverado con sus lenguas que hablaban de forma oculta. Esto dio origen a la
culta palabra del Pacifico, la cual se difundió a través de la oralidad en montes y
ríos, y en el lenguaje de los puertos marítimos y fluviales.
Poesía
4. Manuel Benítez Duclerc (Tumaco). Poema “Viejo Mar”: Oh! viejo mar,
abuelo de mis sueños ¡conozco tu bondad y tu amargura. Para ti no hay
orgullo ni bravura, todos somos inermes y pequeños.
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5. Medardo Arias Satizabal (Buenaventura). Poema “Memorias de Rosa
Helena”: Desde la terraza de la casa se veía el mar y el paso del auto-ferro;
las maquinas del tren tenían nombres según el agudo de sus pitos.
6. Hugo Salazar Valdés (Condoto). Poema “El mar bifronte” i ¡Este es el mar:
acuático delirio! ¡Cementerio de ríos suicidas que se buscan! ¡Lámpara
torrencial de espumados sollozos! Viejo solar brumoso de obreras lejanías
su barba de sal sabe circunvalar la tierra.
9. Piedad Ayora (Tumaco). Poema “Obsesión marina”: Soy hija de este mar y
mis pupilas profundas como abismos insondables, han sido manantial de
aguas salobres y son tan bien como él inescrutable.
11. Mary Grueso Romero (Guapi). Poema ¡Q Hoy cuando tengo pena me voy a
navegá. La marea sube y baja y yo estoy en alta mà pensando que llego al
rancho y mi negra allá no está.
13. José Ziadè Benítez (Tumaco). Poema “Frente al mar”: Y al morir la tarde
soñando contigo frente al mar me siento solo.
14. Nila Del Castillo (Barbacoas). Poema” Currulao para Whanda”: Nací a la
orilla del mar, mi casa fue una palmera, mis juegos fueron cununos y mi
colchón una estera.
15. José María Obando (Tumaco). Poema “Viaje marino”: Siento que navego
en las islas de ensueños, hacia el centro de un círculo radiante: El mar es
liquido en donde el alma flota.
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16. Félix Domingo Cabezas Prado (Barbacoas). Libro "Versos escondidos en la
Costa Pacífica"
17. Octavio Montes Arango (Trujillo. Valle) Libro "Poemas de Reflexión" poema
"Mar de Balboa": Mar de Balboa, Pacifico colombiano, Mar de Balboa, bello
pacifico mar, tierra misteriosa, exuberante, especial.
18. Mónica Patricia Ossa (Buenaventura) Libro "Entre versos y mares". Poema
Su manera de no olvidar: Y en medio de mi afán de que San Antonio no se
fuera, la escuchaba cada noche/ en una de sus maneras para no olvidar mi
mar.
19. María Ana Moreno Segura (Guapi) Libro antología Poética "Por todos los
silencios volumen" 1. Poema "Quédate suave mar" : Me engañas con tu
risa, quédate quieto demuestra suavidad, para que se alegre mi ser, al
contemplar tu majestuosidad.
Ensayo
Cuento y Relato
1. Carlos Arturo Truque (Condoto). Cuento “Sonatina para dos tambores”: Si
el mar se volviera tinta y los peces escribanos, no alcanzarían a decirle lo
mucho que yo la amo.
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3. Francisco Javier Alzate (Buenaventura). Cuento “Fermín Muñón”: Las olas
del mar se visten de blanca mortaja al sepultar la muerte del Juradó.
4. Fernando Pinzón (Cali). Libro de cuentos “El país del mar: “Con una prosa
cálida que siembra raíces en los abismos marinos y se despliega por las
zonas del deseo, logra en su colección de cuentos, captar con fuerza
narrativa el universo de la isla Tumaco.
7. Oscar Seidel Morales (Tumaco). Libro "En el mar de sus recuerdos" cuento
“Esa negra linda camarà”: Cuentan los marinos que cuando les coge la
noche en el sitio donde confluye el rio con el mar, se oye el llanto de Oshun,
porque Tomasa y Antonio el marino, se encuentran en la profundidad como
pareja, y se convierten en Orishas.
8. Oscar Olarte Reyes (Bogotà). Libro "Prisioneros del ritmo del mar" cuento
"Cleotilde y los Pianos": Las mismas aguas que vieran llegar los baúles de
mercadería europea y vieran salir embarcados los cofres repletos de oro en
polvo buscando el mar orientados por las estrellas del norte e impulsados
por los vientos.
Novela
3. Arnoldo Palacios (Cèrtigue). Novela “Las Estrellas son Negras”: Por medio
de sus obras, trata de plasmar, mostrar y reivindicar la cultura del Pacífico
colombiano, además de denunciar los abusos e injusticias que viven sus
gentes.
4. Ligia Vonblon (Tumaco). Novela “Salvador el hombre que amaba el mar”: El
mar, el cielo, el paisaje se convertían entonces en una paleta de grises en
busca de las sombras de la noche. Y en esas noches de Luna menguante,
la visión de un cielo estrellado, un cielo que mostraba su bóveda cuajadita
de joyas titilantes, las más brillantes que se puedan imaginar...
5. Stella Estrada Mosquera (Tumaco). Novela “El doctor sin letra”: Decidieron
no hablar del tema. Sentados en la arena contemplaron largo rato el mar,
aquel pescador solitario cuya presencia fue testigo mudo de tantos días de
pasión; y entonces volvieron a amarse.
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8. Oscar Seidel (Tumaco). Novela “El dulce olor de Puerto Perla”. De Puerto
Perla solo quedaron sus tres islas, sus palmeras, y una brisa fresca que
venía del mar.
Folklore
Esta manifestación la comparten catorce municipios de la zona costera de tres
departamentos del Pacífico sur: Buenaventura en el Valle del Cauca; Micay,
Timbiquí y Guapi en el Cauca y El Charco, Iscuandé, La Tola, Mosquera, Olaya
Herrera, Barbacoas, Magüí, Roberto Payán, Francisco Pizarro y Tumaco en
Nariño.
La marimba fue uno de los elementos reconstruidos en la memoria por los
africanos en su diáspora por América; instrumento núcleo de las músicas del sur
del Pacífico colombiano y del norte del Ecuador que aglutinó a otros hasta
conformar el conjunto de marimba, una manera de sonar y de hacer música de un
modo propio.
Este instrumento cumple la función de convocar y movilizar estéticas, sentimientos
y relaciones. Considerada en un marco más amplio, como eje cohesionador
musical, la marimba deja ver una tradición invaluable que aglutina aspectos
sociales, culturales, patrimoniales y medioambientales.
En el territorio del Pacífico todo tiene un sentido musical. La música define los
grandes actos de la vida. Alrededor de la práctica musical se tejen relaciones
sociales propias de la cotidianidad de las comunidades negras: quehacer
doméstico colectivo, fiestas patronales y fiestas populares, lo que permite la
conservación del saber ancestral por medio de la tradición oral. También tiene
directa relación con el proceso y manejo de recursos naturales para la elaboración
de instrumentos, conocimiento restringido liderado por sabedores naturales que
conocen los ciclos de la naturaleza, de las plantas y animales, de los que obtienen
los elementos que instrumentos: una marimba, dos bombos (macho y hembra),
dos cununos (macho y hembra), un número variable de guasas, entre dos y cinco,
tocado por las cantoras. 13
Esta manifestación cultural tiene su relevancia primordialmente por la función
social que ella cumple en el territorio del Pacífico sur, en el marco de una cultura,
de un territorio con una historia, con unas tradiciones y con unas vivencias que
ponen en comunicación a pueblos afrodescendientes.
Festividades
Las fiestas populares son parte fundamental del patrimonio cultural, imanes para
el turismo nacional e internacional; además son escenarios privilegiados para
conocer y sentir la identidad cultural, para explorar antiguas y particulares
tradiciones folclóricas.
El pacifico no podía ser la excepción, de tener sus fiestas, las principales
ciudades, muestran sus calles adornadas con luces de colores, y en los puertos y
muelles estas se confunden con las hermosas luces del firmamento, que para
estas fechas se pone mucho más hermoso, en ciudades más pequeñas, la
modestia de los presupuestos municipales guarda la discreción con los adornos
públicos, aunque en todos estos hermosos municipios, son los particulares
quienes se encargan de darle el toque festivo, con luces o con velitas, con bolitas
de navidad o con bombas infladas, y todos con esa alegría que es tan propia de
estos territorios.
Estas fiestas permiten purgar las penas, pero también reconstruir los lazos de
amistad, de ahí la impronta social que tienen para la humanidad, para la sociedad
en general; son momentos de esparcimiento que le permiten al alma reposar en la
calma del gusto del cuerpo, bien sea en el baile, en la comida o en la celebración
como tal, por eso la fiesta es la mejor forma de catarsis que puede
experimentarse; cuando estas tienen la connotación de ser públicas, es decir
compartidas por un grupo amplio, un pueblo, una ciudad, una región, permiten
afianzar las identidades, ya que en estas fiestas se transmite lo heredado, sin
dejar por ello de transmitir la necesaria innovación, tan propia del ser humano.
Las fiestas son una manifestación de lo religioso y lo profano, por ello cada pueblo
busca guardar su particularidad, desde la celebración de aquello que considera
importante para mantener su cultura, su tradición, para pervivir en la historia de lo
lúdico, de tal manera que aquí aparecen los gustos, las herencias, sin desconocer
la colonialidad manifestada en gustos que fueron impuestos, en modas que
desconocieron las alteridades y en creencias que a fuerza de látigo se asignaron.
Sin embargo, el negro africano resguardó, disfrazadas de tonadas españolas, sus
propias historias, así lo atestiguan las décimas, tan propias de este maravilloso
territorio.
Bibliografía
Baudelio Revelo Hurtado: Ritos de orillas- Guapi, Cauca (1942).
Álvaro León Benítez: Diccionario de voces típicas del litoral pacífico Colombiano-
Tumaco, Nariño (2005).
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