Está en la página 1de 7

Unidad No.

Los sistemas socioeconómicos y su


acción sobre el medio ambiente
¿Qué es un sistema socioeconómico?

En palabras más sencillas, un sistema económico es el


conjunto de reglas que rigen la economía de una zona
geográfica. En función de las características del
sistema económico podemos diferenciar dos grandes
tipos. Aquellos que otorgan mayor poder al Estado y
aquellos que otorgan más importancia a la libertad de
elección de los individuos.

Sobre esta línea, podemos decir que los dos grandes


tipos de sistemas son el capitalismo y el socialismo. El
primero de ellos propone, principalmente, la libertad
de mercado y la defensa de la propiedad privada. El
segundo, que llamamos socialismo, propone todo lo
contrario. Es decir, la regulación del mercado y la
defensa de la propiedad colectiva.
¿De dónde nace este término?

La socioeconomía nace como una propuesta en


contraposición a la economía neoclásica. Esta escuela
suele tomar como supuesto que los agentes son
racionales. Y en base a esto, considera que estos
persiguen siempre su propio beneficio o utilidad
cuando consumen bienes o servicios.

Sin embargo, la socioeconomía plantea que las


personas no solo actúan buscando su propio beneficio.
Pues, de acuerdo con estos, influye el determinado
contexto político y cultural donde lo hacen. Es decir,
un individuo también aspira, por ejemplo, a promover
la solidaridad y la justicia.

Visto de otro modo, existen factores, como


determinados valores, que también influirán en las
decisiones de las personas, más allá de la
maximización de la utilidad como se plantea desde la
escuela neoclásica y la teoría de la utilidad esperada.
Debemos tener en cuenta, en este punto, que la
socioeconomía plantea un enfoque interdisciplinario de
las decisiones económicas, que tome en cuenta, por
ejemplo, elementos de la sociología, la psicología y la
ciencia política.

Cuanta más actividad económica se produzca, mayor


será el consumo de energía y de servicios como
transporte, un hecho que implica más costes
ambientales. Por lo tanto, el estudio concluye que un
tráfico comercial muy alto es más nocivo y tiene
peores consecuencias en la calidad medio ambiental.
Asimismo, los países desarrollados que tienen altos
ingresos, probablemente adaptan su producción a
leyes, normas y reglamentos que regulan la
contaminación. En cambio, los estados en desarrollo
no cuentan con normas tan severas para la
producción de sus bienes, por lo que la fabricación y
comercialización de sus productos deja peor huella en
el medio ambiente que en los países ricos.
Cuando existe un tráfico comercial elevado en algún
país, el consumo de energía también es cuantioso.
Este hecho puede suponer un aumento indiscriminado
de la degradación medioambiental según un estudio
publicado en 2013 sobre “los efectos del desarrollo
económico, el crecimiento económico, el consumo de
carbón y la apertura comercial sobre las emisiones de
CO2 en Sudáfrica”. Esta investigación analiza la
evolución de todos estos conceptos correlacionados
desde 1965 hasta 2008 y concluye que el crecimiento
económico va ligado de un aumento en el consumo de
energía**. ** En el caso de Sudáfrica el carbón es la
principal fuente de energía, una de las más
contaminantes.

Efectos positivos
Aun así, el informe anterior indica que existen indicios
para pensar que una mayor actividad económica
puede tener un impacto positivo en el medio
ambiente**.** Para lograr un crecimiento económico
sano y limpio y mantener una buena relación con
nuestro entorno, el crecimiento de los beneficios de la
producción y comercialización de productos deben ir
acompañados de inversiones en constantes mejoras
en todos los procesos de la actividad comercial para
reducir la contaminación al mínimo posible. Esto se
traduce en apoyo a la investigación, aplicación de las
medidas apropiadas, desarrollo y adaptación de
nuevas tecnologías para la creación de industrias
limpias, etc.

El desafío de una sociedad sostenible consiste en


promover el desarrollo pleno de su población dentro
de los límites ambientales de su territorio, lo que
supone poner a la economía al servicio de la sociedad,
y con ello, conseguir una economía coeficiente,
favoreciendo la generación de empleo de calidad.

Situación actual del medio


ambiente
La naturaleza está amenazada y 1 millón de especies
animales y vegetales, de un total estimado de 8
millones, se encuentran en peligro de extinción,
muchas de ellas en un plazo de 10 años, según el
último informe de la Plataforma Intergubernamental
Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y
Servicios de los Ecosistemas (IPBES [i]). Desde 1970,
14 de 18 categorías de servicios de los ecosistemas se
han reducido.

La pandemia de COVID-19 pone de manifiesto los


vínculos que existen entre la salud humana y la
naturaleza, ya que alrededor del 70 % de las nuevas
enfermedades infecciosas tienen un origen zontico.
Los patógenos prosperan donde hay cambios
medioambientales, por ejemplo, la deforestación, y
cuando los ecosistemas naturales se encuentran
sometidos a estrés a raíz de la actividad humana y el
cambio climático.

Además de servir como medio de protección entre los


seres humanos y los patógenos, la naturaleza también
puede ayudar al desarrollo económico y social. Las
inversiones en la naturaleza pueden contribuir a la
recuperación económica al crear empleo, atender las
necesidades de las comunidades más pobres y
generar resiliencia a largo plazo. Los ecosistemas
saludables contribuyen a mitigar el cambio climático y
aumentan la resiliencia de las comunidades más
vulnerables de todo el mundo. En investigaciones
recientes del Banco Mundial se plantean argumentos
económicos a favor de invertir en la naturaleza (i) y
se evalúan opciones de políticas para enfrentar la
crisis de la biodiversidad mundial.

También podría gustarte