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social, el ejército y las guerrillas fueron formas importantes de ocupa­

ción y escalonamiento social y político. La lucha por ganar honores,


grados y reconocimientos mediante ascensos e'n la milicia es eviden­
te 17 y fue un orgullo familiar y local en la mayoría de las regiones
colombianas contar con hijos, esposos, hermanos, parientes o amigos
en el ejército, la guardia nacional o municipal y en las guerrillas. El
hecho mismo de asegurar parte de la propia subsistencia y ta de sus
familias nucleares o extendidas 18 era un aspecto de prestigio social y
de status en el medio; lo fue también un imaginario del "hombre con
arma", como símbolo de poder, autoridad y respeto 19 • La competencia
en el ejército por los ascensos fue significativa, pues ellos representa­
ban recompensas en "honor y aplausos", a la vez que incrementaba los
salarios según los nuevos cargos. Sergio Camargo, en su calidad de
Mayor e Inspector del Ejército, en operaciones en el norte del Estado
de Cundinamarca y en el Estado de Boyacá, pidió al Secretario de
Guerra y Marina, ascensos para algunos jefes y oficiales que lo acom­
pañaron, por sus servicios prestados en campaña. Le decía que, por
aquellos días, habfan sido ascendidos oficiales y jefes con méritos,
pero que no habían hecho iguales sacrificios ni se habían expuesto a
los mismos peligros que los militares que él le proponía. Los casos so­
bre las pugnas para ascender en el ejército fueron el pan de cada dfa
de la guerra, como lo revelan documentos de la Secretaría de Guerra
y Marina consultados 20 .

17. AGN. Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo


1019, Estados Unidos de Colombia , Cuadro de Batallón Santander, Escalafón de
Jefes y oficiales, Plana Mayor, Bogotá, septiembre 10 de 1876, f. 00287 .
18. La familia nuclear católica predomina en las wnas altas de tradición
colonial o aún en wnas de vertiente en las cuales el peso de la Iglesia ha sido muy
fuerte, Las sociedades indígenas del altiplano fueron aculturadas desde los perío­
dos de conquista y colonia, a tal punto que allí se impone una fuerte relación entre
religión familiar e institución religiosa católica. La familia extendida predomina
en territorios de poblamientos negros, donde las relaciones de parentesco asocia­
das a la madre, las tías y las abuelas tienen un peso social significativo. Virginia
Gutiérrez de Pineda, Familia y cultura en Colombia, Medellín, Editorial Universi­
dad de Antioquia, 1994, pp. 36-48.
19. Virginia Gutiérrez de Pineda afirma que "en función de la familia, Co­
lombia se fragmenta en dos bloques de marcada orientación hacia el patriarcalismo:
el primero vertebrado por los complejos andino y santandereano, mientras el se­
gundo constituido por el litoral fluvio minero y el antioqueño, impulsan su dinámi­
ca hacia el matriarcalismo de características diferentes cada una". Ibid" p. 4.
20. AGN. Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo
1020, Estados Unidos de Colombia, Bogotá, diciembre 11 de 1876, ff. 00015-00016.

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partidas rebeldes durante la guerra civil de 1876-1877. Los Mochue­
los, aunque sui generis en su composición, mostraron las tradicionales
modalidades guerrilleras españolas. Su carátter es magistralmente
expuesto por Alberto Urdaneta en el periódico El Mochuelo de 1877.
Las formas de lucha de esta milicia del Mochuelo se hicieron sentir
hasta en los ejidos de la capital, al punto que se constituyó en la
avanzada del "Ejército Regenerador Conservador" en toda la Repú­
blica, lo que se generalizó para todas las guerrillas, aun para aquéllas
cuya composición era distinta. Las del Estado de Cundinamarca se
formaron para servir de auxiliares a los ejércitos regulares de los Esta­
dos de Antioquia y el Tolima, pero su estilo de acción era diferente al
"regular" de dichos ejércitos:
Los movimientos de los ejércitos regulares deben ser en todo concerta­
dos... mientras que la guerrilla salta de un punto a otro sin regla precisa,
ataca y huye, se muestra y se esconde, se congrega o se dispersa, anoche­
ce aquí y amanece a larga distancia . . .
Nuestro Mochuelo como guerrilla que es, seguirá la propia táctica, apa­
recerá por consiguiente cuando a bien lo tenga, echará un día mano de
la caricatura y del epigrama que es como decir del fusil de chispa y de la
escopeta cargada con munición; y otro día manejará el Remington y la
ametralladora, con lo cual da a entender que también podrá calzarse el
coturno o embocar la épica trompa . Combatirá en el terreno que le
convenga reservándose el derecho que no tiene un ejército de línea, de
retirarse en dispersión y cuando le venga en antojo, descansar cuando le
convenga, rehuir el cuerpo a un enemigo poderoso, le quedará siempre
el recurso de refugiarse en el páram0 2J •
Las lecturas liberales sobre las guerrillas conservadoras fueron
estigmatizan tes, pero igualmente éstas tuvieron su modo de ver y se­
ñalar a sus opositores y de deshonrar sus actuaciones. En "Cartas Bo­
gotanas", aparecidas en el periódico conservador El Mochuelo H , se
hicieron públicos varios cargos y críticas al gobierno liberal, algunos
en contra del artículo 91 de la Constitución nacional que dio plenos
poderes al Presidente "para decidir sobre todo" y también se denun­
ciaron saqueos, empréstitos, robos y expropiaciones, incluidas tierras
de propiedad de conservadores:
El Artículo (91) no es para matar sino para quitarle los recursos al
enemigo y obligarlo a rendirse por hambre: saqueo de la hacienda de

23. El Mochuelo, NQ 1, Bogotá, septiembre 27 de 1877 .


24. Ib(d. "Cartas Bogotana~".

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Alcanfores hicieron lo mismo en el bando contrario, pero tuvieron un
mejor respaldo en hombres y armas que los primeros 2B • El significado
de Mochuelo fue tomado de un ave rapaz nocturna -común en Espa­
ña- que se alimentaba de roedores y reptiles, bastante similar a un
búho. Y el Mochuelo, hacía honor a su nombre!
Los milicianos de ambas guerrillas eran amigos entre sí y casi her­
manos, pero los separaban sus preferencias políticas. Casi todos perte­
necieron a familias ricas y prestantes, "la flor y nata de la juventud
bogotana de su tiempo", que se dividía mientras duraba la guerra,
para reintegrarse -seguramente con hondas enemistades- al volver la
paz. Poseían educaci6n similar -algunos eran estudiantes universita­
rios, comerciantes, literatos y ricos hacendados- gozaban de la cor­
dial camaradería y trato íntimo, primero en el hogar, después en la
escuela, en el colegio y en la universidad, y más tarde en el club y en
los refinados salones bogotanos. Más que encuentros entre soldados,
sus luchas semejaban torneos entre caballeros; no obstante, a pesar de
los lazos de amistad, que debieron relajarse con los azares de la gue­
rra, "se batían con denuedo, se fusilaban concienzudamente, no guar­
daban rencor después de los combates, trataban con hidalguía a los
prisioneros y enterraban con decoro a los muertos"29. Sus miembros
fueron muy populares entre "el bello sexo bogotano" y las altas clases
conservadoras de la sociedad los apoyaban con armas, recursos y di­
nero: "en cada casa conservadora se montaron maestranzas que pro­
veían de vestuario y pertrechos a los guerrilleros"Jo.
Observemos que estos guerrilleros no fueron aventureros sin pan
ni techo y eran miembros de familias con apellidos de alcurnia J!; algu­
nos tuvieron, con sus oponentes, amistades de por vida como en el
caso de don Enrique de Narváez con el jefe Alcanfor, el general libe­
ral Pedro Elías Otero. Don Enrique fue un hombre culto, generoso y
de gran valor y lealtad, excelente lector de historia, literatura y filo­
sofía, fino para escribir y bueno para el bambuco y las carreras de
caballos. Como los demás Mochuelos, era un cat61ico conservador,
respaldado por las bellas de Soacha y el "anisete escanciado". Con
estas características, casi anormales dentro de la tradicional visi6n

28. Eusebio Escobar, Recuerdos de un Alcanfor, Sogamoso, Imprenta del Dis­


trito a cargo de A. Hernández y otros, 1882.
29. José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santafé y Bogotá, Edicio­
nes Aguilar, Madrid, 1957, p. 1.506.
30. Ibíd.

l~
Julio Racines, Grupo de auxiliares de "Los Mochuelos". A la derecha el "esforzado"
Ignacio Sánchez, 1877, copia en albúmina, 20.9 x 12.7 cm. Propiedad: Jaime de
Narváez, Bogotá. Fuente: Fotografías colombianas, agenda 1984, Bogotá, Museo
de Arte Moderno, 1983, p. 162.

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conocidos memorialistas, el conservador Manuel Briceño y el liberal
Constancio Franco tuvieron su propia versión de la guerra a través de
una narrativa de los enfrentamientos, batallas, número de muertos,
heridos y prisioneros de cada bando 3? La guerra conjugó modalidades
de enfrentamientos entre ejércitos regulares y guerrillas de todo pe­
lambre. Entre julio y noviembre de 1876, los princi pa les enfrentamientos
se produjeron en los Estados del Cauca, Boyacá, Cundinamarca y
Tolima, así: Estado del Cauca: La Granja, julio 17; Los Chancos, agos­
to 3; El Tambo, septiembre 15 ; Cusillo, noviembre 2; Estado de Cundi­
namarca: Guadalupe, septiembre 8; Soacha, octubre 15; Tequendama,
octubre 22; Corales, noviembre 4; Estado de Boyacá: Susacón, sep­
tiembre 26; Ramiriquí, octubre 2; Estado del Tolima: Toche, septiem­
bre 30; Iguacito, octubre 2; Albadán, octubre 7; Garrapa ta, noviem­
bre 20-22 38.
Las confrontaciones entre guerrillas y cuerpos de ejército, ocurri­
das en los dos primeros meses de la guerra, fueron pocas y sólo se
acentuaron a partir del mes de octubre después del triunfo liberal en
Los Chancos -agosto 31- y del refuerzo de las filas de ambos bandos
después de dicha batalla. En la visión triunfalista del Comité Central
conservador, las guerrillas se habían fortalecido y avanzaban hacia
Bogotá; esto no era del todo cierto, pues aún no estaban suficiente­
mente cohesionadas. Sin embargo, se fueron convirtiendo en una pie­
dra en el zapato para el gobierno y para el liberalismo durante la gue­
rra civil pues, más tarde, se extendieron como pólvora por la Sabana
cundiboyacese, partes del Estado de Santander y las zonas de vertien­

37. En este trabajo hemos utilizado, además de las memorias clásicas ya


citadas de Constancio Franco y Manuel Briceño, el estudio realizado por Patricia
Álvarez R., tomando el Apéndice NQ 1, titulado "Cronología de los principales
enfrentamientos en la guerra civil de 1876-1877", en el cual sigue aquellas memo­
rias día a día, teniendo en consideración que, el primero, basó sus escritos en los
datos oficiales y en el Dim·¡o de Cundinamarca y, el segundo, en la información
recogida por el Comité Central del Partido Conservador y en documentos elabo­
rados por los partes oficiales, locales y regionales de su partido y de las guerrillas
conservadoras. Los demás datos relativos a emboscadas, batallas, número de muer­
tos, heridos y prisioneros se encuentran respaldados por fuentes de archivo y de
prensa. De tal manera que ello permite acercamos al tema que nos ocupa, hacien- .
qo contrastes entre los escritos de los memorialistas y otro tipo de fuentes. Patricia
Alvarez Rosas, "Uniformes y sotanas. Estudio histórico de la guerra civil de 1876­
1877", op. cil., pp. 384-412.
38. El E5tado de Guerra, NQ S, Bogotá, diciembre 6 de 1876, p. 20, "Revolu­
ciónde 1876".

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Si se mira en detalle, la formación de la guerrilla de Guasca era la
de un ejército regular, con respaldos de todo orden. A diferencia de
quienes escondían sus armas, hacendados conservadores, con vertidos
en generales, no tardaron en armar sus cuadrillas contra el gobierno
radica1 41 • Los "conservadores de influencia" de Gachancipá, Chía,
Nemocón y Zipaquirá reunieron 200 armas contra el gobierno; el ha­
cendado y general José Agudelo "ofreció ponerse en armas con sus
arrendatarios; Ignacio San Pedro y Andrés Mirque colaboraron con
30 jinetes y 30 infantes armados de escopetas, lanzas y fusiles viejos42.
Ramón Acosta ocupó con su caballería el camino que conduce a Sopó;
Eduardo Ramírez con su infantería cubri6 el Boquerón del Chiquero y
Sebastián Ospina llegó a Cerro-Gordo con 80 hombres que traía de
Gachetá. Como puede observarse, también es perceptible la comuni­
cación existente entre distritos cercanos para obtener reclutas. El autor
del ensayo sobre Briceño que aquí citamos, se refiere indistintamente
a "guerrilla" y a "cuerpos del Ejército regenerador", lo que revela for­
mas similares de organización militar, las conocidas de guerras ante­
riores y la capacidad de asimilar unas formas y otras. El periplo de
Briceño y de sus voluntarios y reclutas forzados, muestra la red exis­
tente de contactos, comunicaciones, amistades, relaciones interlocales
entre sus gentes, por familia, religión, partido y relaciones de comer­
ci0 4J • Briceño se movía de Sopó a Nemocón -tomó la salina y armas-,
de allí a Ubaté, a Cucunubá hacia Sisga. Al tiempo, el ejército oficial
se movía de Zipaquirá hacia Ubaté y por el camino de Tausa para
perseguir y someter a la guerrilla conservadora H .
La guerrilla de Guasca tuvo un primer enfrentamiento en el sitio
de Cerro Gordo con un cuerpo del ejército liberal, integrado por un
número aproximado de 800 a 900 hombres. Según las versiones de
Franco y de Briceño, esta guerrilla alcanzaba a 1.500 hombres según
el primero y 1.439 según el segund0 45 . Es común y tiene cierta lógica

41 . Manuel Briceño, De la revolución de 1876-1877. Recuerdos para la historia,


op. cit. , pp. 131, 166,300 Y362.
42. Ibíd,p . 167.
43. Véase Fran~ois Xavier Guerra, "Vínculos y solidaridades", en: México.
Del antiguo régimen a ia revolución, México, Fondo de Cultura Económica, tomo 1,
1991,pp. 126-181.
44. Una gloria nacional . Apuntes para la biografía del general Manuel Briceño.
Por uno de sus contemporáneos, op. cit.
45. Patricia Álvarez Rosas, "Uniformes y sotanas. Estudio histórico de la
guerra civil de 1876-1877", op. cit., p. 386. Constancia Franco, Apuntamientos para

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de Albadán, donde tomó un considerable número de prisioneros5o • Y
mientras los ejércitos nacionales actuaban sobre el Estado del Tolima,
en Bogotá, las guerrillas de los Mochuelos y'los Guascas arreciaron
sus ataques contra el gobierno de la Unión y cada vez estaban más
cerca de la capital, con emboscadas pennanentes, asaltos a los ejérci­
tos que transitaban entre los tres Estados del centro oriente del país, y
el obstáculo a la circulación de abastos hacia la ciudad y a los movi­
mientos de tropas con destino al río Magdalena, especialmente al
puerto comercial de Honda, uno de los principales ejes de la guerra
entre los Estados de Cundinamarca y del Tolima.
Las guerrillas también buscaron obstaculizar las comunicaciones
entre distritos, algunos de los cuales organizaron sus propias fuerzas
locales para enfrentarlas. A fines del mes de agosto, las gentes del
distrito de Subachoque -departamento de Facatativá- organizaron
un escuadrón de caballería que ya contaba "con unos veinticinco pa­
triotas de confianza y decididos por la causa liberal", y una compañía
de infantería que tenía unas cuarenta plazas. Con estas fuerzas refor­
zarían ia Comandancia General de las Caballerías de los Estados de
Cundinamarca, Tolima y Boyad para disolver y derrotar una guerrilla
conservadora "de rebeldes" -dice el manuscrito oficial- que se había
establecido en el sitio de Supatá -en las estribaciones del páramo de
Guerrero, en la vía hacia Sasaima y Villeta- la cual amenazaba esa
población y podía interrumpir la correspondencia entre Facatativá y
Zipaquirá 51 • El jefe del Escuadrón Subachoque se comprometió a reci­
bir y responder por las armas y municiones -24 fusiles y 40 paquetes­
con los que "los patriotas" de esa localidad auxiliaron sus fuerzas y
solicitó apoyos del gobierno federal para la defensa de su distrito y la
persecución de la guerrilla de Supatá.

SO. AGN. Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo


1020, Presos en elAlbadán, desde Ambalema para Bogotá y los 47 restantes para
Hondao Ambalema. Purificación, octubre 28 de 1876, f. 00311, de Antonio Dussán
(Comandancia de la 4~ División del Ejército de Occidente). Les tomó cartas a los
rebeldes en el Albadán, pues el resto del archivo lo ocultaron o quemaron. Véase
las dificultades para obtener recursos, animales y enviar correos por el servicio
postal.
51. AGN, Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo
10 19, Estados Unido~ dt' Colombia, Comandancia General de las Caballerías de
Cundinamarca, Tolima y BOYi:lcá, agosto 31 de 1876, f. 00274, de Evaristo de la
Torre al Secretario de Guerra y Marina.

117
150 fusiles Remington, vio a lo lejos guerrilleros de Guasca, y para
proteger el armamento se devolvió al sitio de Casablanca, cerca de
Sutatausa, y solo pudo continuar una vez llegaron en su auxilio 30
jinetes provenientes de Zipaquirá. Se combatió entre ambas fuerzas
durante dos horas, hasta que la guerrilla huyó 56 • Otros dos hechos de
armas de la guerrilla del Mochuelo se produjeron mas adelante; en la
Hacienda Tequendama, el ejército liberal, con 1.200 hombres, persi­
guió a los Mochuelos, y los derrotó 57 • A fines del mes de octubre, la
guerrilla del Mochuelo se presentó en los sitios de Tres Esquinas y los
Alisos, muy cerca de la capital, donde se encontraba una partida libe­
ral, hubo enfrentamientos y llegaron refuerzos de Bogotá 58•
Las guerrillas organizaron un circuito cerca de la capital, para
obstaculizar y bloquear los movimientos de tropas y abastos provenien­
tes de los Estados de Boyacá y Santander hacia la capital y viceversa,
y desde ésta hacia el Estado del Tolima. Con ello buscaron debilitar al
gobierno de la Unión y también evitar que los ejércitos del noroc­
cidente y suroccidente -de Cauca y Antioquia- recibieran apoyos del
centro del país. Esta operación de bloqueo también estaba dirigida a
tomar la capital y organizar un circuito que a manera de una malla
consistía en un enjambre de comunicaciones y apoyos que partía de
Bogotá, tenía en la hacienda de Mochuelo y otras cercanas, y en los
distritos de Soacha y Guasca, sus centros más orgánicos y desplazaba
sus influencias por Sopó, La Calera, Choachí, Cáqueza y Fusagasugá.
Ante esta situación, el gobierno comenzó a cuidarse más de las gue­
rrillas y a celar mejor sus movimientos a fin de desbloquear los cami­
nos hacia el oriente y el occidente del país. Pero la persecución de las
partidas no fue fácil y aunque inicialmente se pensó que sería una
operación sencilla y eficaz de caza por territorios descubiertos de la
Sabana, sin embargo su geografía estaba acompañaba de zonas de
montaña a todo lo largo de su extensión, la que podría describirse
como un callejón de grandes y amplias avenidas, siempre acotado por
alturas medias y pequeñas y, excepcionalmente, por páramos. Para
afrontar tales climas, caminar por zonas húmedas y saberse ubicar con
respecto al enemigo, no fueron suficientes simplemente las armas, fue­
ron necesarios sitios de descanso, con dotación de ponchos, frazadas,

56. Ibid., p. 394.


57. Ibúl.
58 . lbúl., p. 395.

119
procesos judiciales hechos a militares, relativamente rápidos, revelan
que el control sobre las fuerzas, al menos en la capital y cerca de ella,
era relativamente riguroso, pues con ello se buscaba mantener la dis­
ciplina y la autoridad sobre éstas, dar fe de la eficacia de la justicia y
frenar futuras desviaciones en el orden militar. De otra parte, hechos
como los señalados aumentaban los temores de los jefes del Ejército y
del Presidente Parra, sobre todo porque los ataques de las guerrillas,
especialmente de los Mochuelos62 y Guascas, seguían minando fuer­
zas gubernamentales y no se veía cómo hostigarlas y controlarlas, a
pesar de que sus mismos ejércitos conocían las tácticas de guerrilla y
hasta en ocasiones las usaron.
El gobierno y sus comandantes militares sabían que algunos ricos
conservadores de la ciudad de Bogotá financiaban la guerrilla de los
Mochuelos, pero esa red clandestina aún no había sido descubierta.
Aún más, en el medio urbano "se sabía públicamente" que aquello
era así. J. Reyes C. informaba al Secretario de Guerra que, "como es
público y notorio la mayor parte de los recursos y elementos de guerra
de que se provee la 'Guerrilla del Mochuelo' sale de esa ciudad por la
vía del Mochuelo pasando por Tunjuelo"6J. La financiación de los
Mochuelos provenía de clases altas y conservadoras bogotanas, por
ello era vital para el gobierno encontrar a los responsables y las formas
que utilizaban para proveer a esa y otras guerrillas. Al parecer, la for­
tuna que lograron reunir los Mochuelos sumó un millón de pesos64 . El
payanés Sergio Arboleda, presidente provisorio de los conservadores
en la primera fase de la guerra, solicitó con otros copartidarios al Ar­
zobispo Vicente Arbeláez, para cubrir gastos de la revolución, la riquí­
sima y costosísima Custodia de San Carlos, tal vez, la joya más bella y
valiosa de Bogotá 65 . En otras regiones, los más pudientes y aún gentes
del común, apoyaron las guerrillas conservadoras y la formación de un
ejército regular con dineros y bienes propios. Ante estas situaciones,

Parra por los ataques cercanos a Bogotá de la guerrilla de Los Mochuelos. El juicio
concluye en el folio 044.
62. El Esrado de Guerra, NQ 3, Bogotá, 30 de noviembre de 1876, p. 12 .
63 . IbEd. Cuartel General en Soacha, octubre 9 de 1876, f. 307, de J. Reyes C.
al Secretario de Guerra y Marina.
64. El Mochuelo, Bogotá, NQ 1, septiembre 27 de 1877 .
65. Francbco de Paula Borda, Conversaciones con mis hijos (3 tomos), tomo 1,
Biblioteca Banco Popular, Bogotá, 1974, p . 69 . Véase Patricia Álvarez R, "Unifor­
mes y sotanas", op. cit., p. 230.

121
trol de Guaduas y del puerto fluvial de Honda, es decir del río Mag­
dalena en ese territorio. Según el informe, esa guerrilla había pernoc­
tado en las inmediaciones de esa población (Facatativá) preparado
emboscadas en los desfiladeros del camino que se encontraba en fren­
te del distrito de Villeta, "en las faldas y colinas que dominan el case­
río y lentamente fue avanzando por las cañadas al amparo de las sel­
vas ... observando siempre el sistema de emboscada"69. En opinión del
Prefecto, la guerrilla contaba con 200 hombres armados y haciendo
flanquear su bandera, se ubicó al frente y a la izquierda de la pobla­
ción, en espera de un ataque. La lucha duró entre 2 y 3 horas, hasta
que la guerrilla huyó despavorida dejando en el campo 5 muertos y
algunos heridos. El Prefecto tenía una fuerza que sólo se estaba disci­
plinando hacía tres días, pero que, en su concepto, correspondió a sus
esperanzas. Como ocurría al final de casi todos los combates, los jefes
recomendaban ante sus superiores a aquellos individuos que se ha­
bían destacado por su "valor e intrepidez", para que fueran recompen­
sados con ascensos militares. Entre los recomendados en este caso, se
encontraban el capitán, el subteniente, siete señores sin rango, un
cometa y un soldad0 70 • De tal manera que individuos de la población
se unían a los cuerpos de ejército y luchaban a su lado, en casos por
razones de partido, en otros, buscando su incorporación a dichos cuer­
pos y sus posteriores ascensos militares, y en otros, defendiendo sus
bienes, razón de sus inversiones en la guerra.
El gobierno de la Unión también sostenía guerrillas y partidas arma­
das en forma paralela al ejército oficiala de manera complementaria
al mismo, buscando vigilar los movimientos de las guerrillas, ejercer
formas de control alternativas y constituir fuerzas de choque contra
ellas. Por ello, financió y formó partidas en Villeta, Subachoque, La
Vega y Supatá, dentro del área de influencia de Facatativá, sede de la
Comandancia de la Columna de Occidente 71 . Paralelamente a ello,

69. AGN. Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo


1019, de Lucano Posada a Rafael Mogollón. Oficina telegráfica de Facatativá,
Sasaima, 29 de octubre, Villeta, 3D de ocmbre de 1876, ff. 433-434, en: Coman­
dancia de armas, Facata tivá, 3D de octubre de 1876, de Rafael Mogollón, Coman­
dante de armas, al Secretario de Guerra y Marina.
70 . lbíd.
71. AGN. Fondo República, Secretaría de Guerra y Marina, tomo 10 19,
Facarativá . De Rafael Mogollón al Secretario de Gobierno y Marina, noviembre I Q
de 1876, f. 439.

123
eximirse de toda responsabilidad individual, es preciso que el daño en
persona o cosa, sea público y notorio haberse causado en combate de
fuerzas armadas, próximamente iguales en número". Y, en el artículo
3º, pedía a los alcaldes mencionados que publicaran su decreto y se
sacaran copias del mismo para cada una de las personas nombradas en
el artículo 1º, con el objeto de "que lleguen a sus manos" o sean deja­
das en la "puerta principal de su habitación o finca rural"74. No sabe­
mos de quiénes se trató en esta emboscada, ni quiénes fueron los
asesinos, pero el texto revela que a los reclutas los llevaban "amarra­
dos" para Bogotá y que ellos formaban una "cuadrilla de malhecho­
res" en el argot del manuscrito oficial, es decir, lo más probable, una
guerrilla de la zona; además, la reacción del Comandante de armas
fue contundente, no dejaba dudas de que el hecho había sido de
suma gravedad y que debían comprometerse todos los conservadores,
bajo el mando de sus alcaldes en los distritos, a mantener la seguridad
de la zona y el tránsito de Mosquera hacia Bogotá. Pero no sólo los
guerrilleros daban aquellos golpes brutales y abusaban de individuos,
también cuerpos del ejército fueron acusados en varios casos de abu­
sos y de quitar caballerías a vecinos y transeúntes 75 .
Las guerrillas, a fin de impedir las comunicaciones fluidas del go­
bierno con sus adeptos, atentaban contra las personas y contra el telé­
grafo. Una "partida de malhechores", en opinión de un articulista
liberal, que recorría el camino de La Mesa, hizo fuego sobre el alcalde
de Bajad que pasaba en ese momento en compañía de su secretario y
dos vecinos más. Según la comunicación oficial, todos iban desarma­
dos y al alcalde lo atravesaron con un tiro el caucho que llevaba pues­
to. Ese mismo día por la tarde, esa partida destrozó de 9 a 10 cuadras
de alambre del telégrafo y se llevó los postes, una parte decisiva de
esta guerra. Por los comentarios del Comandante, era imposible ac­
tuar sobre esas gentes con las amlas, por lo que pidió al Secretario de
Guerra que se dictara alguna resolución, "para evitar daños que cau­
sen semejantes enemigos"7ó. La partida -denominada despectivamen-

Fondo República, Secretaría de Guerra y Marina, tomo 1019, Estado Soberano de


Cundinamarca. Decreto del General Comandante de Armas de los Distritos de
Mosquera, Funza y Fontibón. Mosquera, 7 de noviembre 1Q de 1876, f. 458.
74. Ibúl.
75. Ibíd. Noviembre 16 de 1876, f. 476.
76. Ibíd. Estado Soberano de Cundinamarca, Comandancia de Armas, Mos­
quera, 7 de noviembre 16 de 1876, f. 473, de Ramón Muñoz al Secretario de
Guerra y Marina.

125
partidos 78 • Con posterioridad a la batalla de Garrapata, y con ocasión
de la tregua pactada con "el enemigo" para enterrar los muertos y
recoger los heridos, tanto Recaredo de Villa como Aquilea Parra se
mostraron interesados en celebrar un tratado de paz que pusiera fin a
la guerra; para ello nombraron comisionados de ambas partes, quienes
llegaron a unas bases de avenimiento: el Estado de Antioquia debía
revocar el decreto del 8 de agosto con el cual declaró turbado el
orden público y en estado de guerra su territorio, someterse al gobierno
general con su armamento y reducir su ejército al pie de fuerza para
tiempos de paz; el Estado del Tolima sería presidido por un ejecutivo
plural compuesto por conservadores y liberales y el gobierno general
también reduciría su ejército al pie de fuerza estipulado para tiempos
de paz 79 • El jefe conservador Marceliano Vélez -así como la mayor
parte del ejército conservador, y en especial los jefes del sur del Estado
de Antioquia- y el presidente del partido conservador, Carlos Holguín,
se opusieron a las mencionadas bases. Ambos insistieron en alcanzar
el triunfo mediante una victoria militar, pero Holguín iba más allá y
era enfático en afirmar que de llegar a un acuerdo de paz éste debía
celebrarse con un representante de la fracción nuñista y no de la ra­
dical, buscando con ello un acercamiento estratégico a Rafael Núñez80 •
Si bien el gobierno de la Unión contaba con mayores recursos y le
favorecía que el ejército antioqueño se mantuviera a la defensiva, no
obstante, se encontraba expectante acerca de qué ocurriría en los
Estados de Cundinamarca, Boyad y Santander, donde una jugada
decisiva del ajedrez no le fue favorable 8 l . En efecto, las guerrillas del
centro oriente y del Estado del Tolima, unidas a los ejércitos conser­
vadores82 , se pusieron aún más a la ofensiva, dentro de las tácticas

78 . Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales, FAES . Medellín, Ar­


ch1lm de Mariano Ospina Rodríguez (AMO R), carpe ta 16, 1876, ff. 305-306 a.
79, AHA . Medellín, República, Go bie rno Federal, tomo 4979, telegramas,
nov iembre 2 7 de 1876, ff. 304 a 306,
80, AHA, telegramas, tomo 4979, ff, 304 a 306, noviembre 27 / 1876 . Citado
en M, V. Ga viria, opus cit., p, 35.
81 , Véase André Glucksmann, El discurso de la guerra, Barcelona, Editorial
Anagrama, 1969 ,
82. Anteriormente señalamo s q ue es tos ejé rcitos carecían de unidad de
acc ión y de mando, eran poco disc iplinados, menos preparados para la guerra que
los liberales, y numéricamente eran inferiores a sus contrincantes, pero se encon­
traban ape rados de arm as y pólvora, '1mismo Urdaneta lo reconoció dic iendo que
en ellos "había valor pero no había co nocimiento ", El Mochuelo, NQ 1, Bogotá,
septiembre 27 de 1877 ,

127
la información, ya que en ella se estaba jugando buena parte de la
guerra pues el telégrafo y los postas movían avisos, indicaciones, noti­
cias, ordenes, rumores, por lo que fue decisivo' controlarlos a ambosaB •
Una de la tácticas guerrilleras más recurridas por entonces fue la de
tumbar postes y robar alambre, para que el telégrafo no funcionara en
favor del gobierno, quien tenía controlados casi siempre los centros
de comunicación a fin de aplicar los filtros del caso a la infonnación
que circulaba por los centros urbanos tradicionales, las capitales de
los departamentos y unos pocos distritos relativamente cercanos. Sin
embargo, las cosas no siempre marcharon bien para las guerrillas y, en
casos, los especialistas en emboscadas tenninaron a su vez acorrala­
dos. El General Sergio Camargo cumplió un destacado papel en hosti­
gar "provisionalmente" algunas guerrillas, aunque algunos documen­
tos de sus opositores daban la impresión de que se trataba de "un
General de a caballo, que corría pennanentemente con sus tropas tras
unos guerrilleros inalcanzables". Camargo, enviado a reforzar con sus
tropas al Ejército de Occidente, fue reemplazado en su cargo por Ale­
jo Morales, quien fue atacado por la guerrilla de Guasca . El General
jefe de la 4ª División del Ejército de Occidente, avisado del asunto,
movió varios cuerpos del ejército, lo que revela el importante número
de guerrilleros que debieron enfrentar.
Los golpes dados por el gobierno a las guerrillas, no fueron óbice
para que desistieran de continuar con sus acciones desestabilizadoras,
que en casos dejaban a los mismos jefes militares puestos en cuestión
y, en otros, culminaban con despojos y tomas de poblaciones. La mayor
preocupación del Presidente de la Unión y de su gabinete seguía sien­
do la dificultad para someter a las guerrillas que se extendían por la
Sabana y por los Estados vecinos de Boyacá y Santander. El número de
guerrillas fue creciendo y los riesgos, costos y pérdidas de bienes y
vidas humanas en su persecución y por efecto de sus reacciones, fue­
ron innumerables. La guerrilla de Sutatausa se encontraba comprendida

88. A comienzos del mes de diciembre, existía "un germen revolucionario


en los distritos de Anolaima, Vianí y Vituima y otros pueblos" situados en la falda
de la Cordillera sud-oeste de Facatativá, germen que pronto estallaría bajo la
dirección de "unos Mendietas, hermanos del famoso Mónica, fusilado en
Zipaquirá". AGN. Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, torno
10 19, de Antonio José Hernández, Prefecto del departamento de Facatativá a
Rafael Mogollón, en: Comandancia de armas, Facatativá, noviembre 1 de 1876, f.
441 , de Rafael Mogollón, al Secretario de Guerra y Marina.

129
ros a dos de sus famosos cabecillas94 y la guerrilla de Tierra Negra fue
develada; a esta última se le encontró que cobraba impuesto para
financiarse, pues "robaba a los compradores de sal dos pesos por cada
carga" 95.
A partir del mes de diciembre se agudizaron las estrategias guerri­
lleras dirigidas a tomar el gobierno de la Unión 96 . En el Estado de
Cundinamarca, surgió con más fuerza la guerrilla de Fusagasugá, la
que se movilizó entre este Estado y el del Tolima, especialmente sobre
el suroriente de la Cordillera Oriental hacia el río Magdalena. Las
formas de obtención de dineros para su financiación también fueron
diversas y pasaron, en casos, por el robo y la retención de personas.
Precisamente, según la versión liberal, una partida aprehendió a la
señora Cleofe Parga, quien fue llevada a pie hasta el Carmen, donde
quisieron estrangularla, y no la dejaron ir hasta que no les confesó
donde tenía oculta la suma de $ 2.000 fuertes. El articulista liberal
afirmó que quienes ordenaban tales "crímenes son los que se titulan
regeneradores, moralistas y defensores de la propiedad"97. En el Esta­
do de Cundinamarca, en Yomasa, el General Camargo con 1.200 hom­
bres perseguía a los guerrilleros del Mochuelo en dirección a Basa;
días después los enfrentó en Sopó, y el 28 de diciembre, lo hizo el
General Joaquín Reyes C. con nefastos resultados para las fuerzas del
gobierno, pues, en opinión de De Narváez, los Mochuelos, obtuvieron
el triunfo cuando contaban sólo con 180 hombres, siendo los del go­
bierno, de 800 a 100098 • En el Estado de Santander, se presentaron
enfrentamientos de tropas entre Zulia y el Rosal con muchas pérdidas
humanas 99 , heridos y prisioneros. Entre tanto, en el Estado del Cauca,

94. Ibíd., NQ 1, Bogotá, 25 de noviembre de 1876, p. 4, "Guerrillas de Ubaté" .


95. fbú.!.
96. Los Estados del Cauca y Cundinamarca fueron los ejes decisivos de la
guerra en el mes de diciembre de 1876. Después de la batalla de Garrapata y la
derrota de los ejércitos conservadores antioqueños, hubo un intento de acuerdo
de los bandos en contienda, pero éste no logró concertarse y fracasaron las conversa­
ciones entre comisionados del Gobierno de la Unión y del Gobierno de Annoquia.
97. El Estado de Guerra, NQ 6, Bogotá, diciembre 9 de 1876, p. 24.
98. Murieron 5 conservadores, 13 liberales, fueron heridos 5 y 3, respectiva­
mente, y 60 quedaron prisioneros según Briceño, cuando De Narváez presenta
una cifra de 150 prisioneros. Enrique de Narváez, Los Mochuelos . Recuerdos de
1877-1878, op. cit.
99. 95 conservadores p1uertos y 60 liberales, 50 y 25 heridos respectivamente
y 150 prisioneros. Patricia Alvarez Rosas, "Uniformes y sotanas. Estudio histórico
de la guerra civil de 1876-1877", op. cit., p. 399 .

131
General Fernando Ponce, Jefe de las fuerzas de los Estados de la Costa
en la guerra, no pudo recibir la fuerza que le fue enviada del Estado
de Santander, debido a la aparición de algunas guerrillas conservado­
ras en las inmediaciones de Vélez y del Socorro, las cuales impidieron
su tránsito hacia la Costa, según se supo por el Jefe Departamental de
Ocaña lO3 • Siguiendo con los movimientos en el Estado de Cundina­
marca, la guerrilla conservadora de Tilatá, saqueó las propiedades del
doctor Francisco Rueda y después de saquear varias tiendas en
Chocontá hicieron igual cosa en Fómeque, en donde recientemente
habían incendiado algunas casas. La misma guerrilla había atropella­
do a la señora María Bernal, a la que trataron de ahorcar después de
estropearla; además, a uno de sus hijos le hicieron un tiro del que
escapó providencialmente, según dice el periódico liberal. También
estropearon al señor Juan de Dios Araos, intentaron asesinar al señor
Salvador Rubiano y luego continuaron estropeando a quienes encon­
traban en la calle lo4 • Mochuelos y Guascas se moVÍan hacia el norte,
mientras el General Camargo salía de Zipaquirá al frente de una co­
lumna de 2.500 hombres en su persecución.
Las combinaciones entre fuerzas regulares conservadoras y guerri­
Has fueron cada vez más frecuentes. Una fuerza de caballería conser­
vadora se presentó en las casas de la Hacienda de San José -Mosque­
ra, Cundinamarca- y luego llegaron las partidas, lo que era normal
para la época y se convirtió en una rutina de la guerra 105. El mismo 24
de diciembre, previo al día de navidad, sin que aún se supieran los
hechos sucedidos en Cali -toma de esa ciudad por el general David
Peña a sangre y fuego- Medardo Rivas informaba desde Zipaquirá al
Presidente acerca del estado de las fuerzas del gobierno Federal en el
Norte, para deshacerse de las guerrillas conservadoras en el centro
oriente y de los ejércitos conservadores 106 • A su misiva, le anexó el

103. AGN. Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo


10 19, Guardia Colombiana, Comandancia General del Atlántico, Mompós, 13 de
diciembre de 1876, f 348, del General Ponce <1 1 Secretario de Guerra y Marina.
104. BLAA . Archivo de /aguerra de 1876, Bogotá, correspondencia, documen­
tos Yplanos relativos a la guerra de 1876 a 1877, f 224, Comité Central del Partido
Conservador, Nº 5, Bogotá, 6 de diciemb re de 1876, p. 20, "Hazañas de los guerri­
lleros" .
105. AGN. Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo
1019, Mosquera, diciembre 24de 1876, f 448 .
106. BLAA. Archivo de la guerra de 1876, Bogotá, correspondencia, documen­
tos y planos relativos a la guerra de 1876 <l 1877, Zipaquirá, 24 de diciembre de
1876, f. 237 , de Medardo Rivas a Aquileo Parrel.

133
que se movía sobre ellos el general Sergio Camargo con el regimiento
de Húsares de la Guardia Colombiana y el Batallón Libres de Colom­
bia llJ . Sin embargo, los liberales se quejaban' permanentemente del
salvajismo de los Mochuelos, pues los consideraban como una "cua­
drilla de asaltantes de la propiedad" que no respetaba las reglas de la
guerra l14 , Entre tanto, en el Estado de Santander, las guerrillas tam­
bién pululaban por todas partes, a pesar de los esfuerzos de un ejército
fragmentado de 5.000 hombres, que se encontraba al mando del Ge­
neralliberal Salón Wilches. La guerrilla del general conservador An­
tonio Valderrama fue derrotada en Belén de Cerinza ll s • Sin embargo,
como en casi toda la guerra, ambos bandos afirmaron haber ganado
los encuentros bélicos. De allí que la versión de los jefes conservado­
res, ubicados en Guasca, fue que Valderrama había triunfado sobre
"los oligarcas" y que, el 29 de noviembre, había ingresado con sus
gentes a Santa Rosa; ese mismo día, la guerrilla del conservador Juan
Vargas entró en Sotaquirá y aprehendió allí a algunos de los derrota­
dos del combate del 28 y, al día siguiente, marchó a reunirse con las
fuerzas de Valderrama.
El Presidente Parra se fue haciendo su propio mapa sobre la iden­
tidad de los jefes guerrilleros, traslapados en un ambiguo ejército re­
gular, los distritos por los cuales circulaban estas partidas y "sus guari­
das" -aunque sabemos de su movilidad- a fin de coordinar acciones
sobre ellas. Las guerrillas y ejércitos regulares de Cundinamarca esta­
ban formadas para el mes de marzo de 1877, según el Comité Central
del Partido Conservador, por 2.000 hombres, con sus respectivos jefes
notables que nombraremos a continuación: Alejandro Posada, Jefe
civil y militar del Estado de Cundinamarca; el periodista y escritor,
Lázaro María Pérez, General en Jefe de la 2ª División; Manuel Briceño,
General en jefe de la 1ª División; el liberal José María Samper, Jefe
del Estado Mayor, y Carlos Martínez Silva, Secretario General. Los
jefes de batallones eran el antioqueño Sebastián Ospina -de la fami­
lia Ospina Vásquez-, Roberto Sa rmiento, Juan Maldonado, Emigdio
Briceño, Juan Ardila, Carlos Urdaneta, Leopoldo Barón, Domingo
Ospina Camacho, Antonio Nariño, Juan Valderrama, Antonio y Enri­

113 . Ibíd., Nº 6, Bogot ~~, 9 de diciembre de 1876, p. 23-24, "Los Moc huelos" .
114. Ibíd., Nº 7, Bogo tá, 14de diciembre de 1876 , p. 27 ,"Salvaji.smo. Proezas
de Los Mochue los".
11 5. Ibíd., Nº 8, Bogotá, 19 de diciem bre de 1876, p. 30, "Nueva División de
Santande r".

135
conservadora- yen el más clásico estilo cat61ico les decía: "Para que
desaparezca toda queja o resentimiento personal, necesitamos unión
que es lo único que puede salvamos. Ante lo's grandes intereses de
nuestra causa deben sacrificarse hasta las justas exigencias del amor
propio". Carlos Holguín, el presidente del partido conservador, hacía
todo esto para que pudiera después decirse que "los conservadores
del 76, arreglan sus diferencias con un abrazo". Consideraba además
que para esos días de enero, la situación militar del ejército conserva­
dor era "lujosamente admirable", pues el General Jefe Civil y Militar
del Estado, había pasado revista en Sopó a las dos divisiones unidas, y
después de contar algo más de 1.500 hombres de pelea, acordó el plan
para una campaña de grandes dimensiones, de lo cual les informaría
oportunamente. Decía, además, que en Boyacá, el General Valderrama
después de haber dado una batalla en Belén de Cerinza, se dirigi6 a
Tunja en donde esperaba reunirse con Cardoso para acabar con los
últimos restos de "la oligarquía Boyacense". Según Holguín, varios
encuentros habían tenido lugar en la Cuchilla del Tambo, en el Esta­
do del Cauca, yen todos, aun cuando no habían sido de gran signifi­
caci6n, habían salido victoriosas las armas de "nuestra causa", lo que
no era del todo cierto . "Nuestro amigo y distinguido patriota Señor
Macabeo -otro nombre bíblico, referido a los más radicales vete­
rotestamentarios en defensa de la causa pura de la religión a través de
formas sacrificiales- después de desempeñar con mucho acierto la
misión que le confiamos cerca del General V élez, regresó antier tra­
yendo una importante nota". Se refería a que un ejército con la reso­
lución y categoría que tenía el antioqueño, miraba con desdén la
proposición de paz que le hacía, después de la batalla de Garrapata,
un "enemigo vencido yen disolución", pues con cierto aire triunfalista,
así consideraban los conservadores al gobierno. Ante las negociacio­
nes que se dieron entre el gobierno de la Unión y el del Estado de
Antioquia y que fracasaron, Carlos Holguín afirmaba que: "No se fir­
mará pues la paz, y el único modo de conseguirla, es el de activar la
guerra, dar batallas y obtener victorias". El ambiente de optimismo en
las filas del Comité Central era pues muy alto, activar la guerra era su
estrategia entonces, y la victoria debía ser su resultado l2O • Así pues,
una lectura desapasionada deja como resultado dos aspectos: que "entre

120. Ibíd. ff. 233v. a 234v, Comité Central del Partido Conservador, Dirección
General, el Presidente, Bogotá, 16 de diciembre de 1876, Nº 142 .

137
Por su parte, Constancio Franco, refiriéndose sobre todo al arma­
mento de los conservadores, señaló:
¿Qué podían el antiguo fusil de chispa del tiem.'p o de Luis XVI, el revól­
ver, la escopeta de munición y la lanza, contra el armamento de preci­
sión, que es el arma ofensiva más mortífera de los tiempos modernos?
Se ha hecho el cálculo de que mientras un soldado gasta un minuto en
cargar y dar un tiro con el fusil de pólvora, sin mayor fijeza en el apunte,
otro armado de remington puede disparar seis veces en el mismo tiem­
po y con mayor seguridad de dar en el blanco l2J •
El primer mes del año 1877 tuvo corno epicentros los tres Estados
mencionados, donde pululaban las guerrillas conservadoras difíciles
de someter, las que el gobierno enfrentaba bajo modalidades combi­
nadas de cuerpos de ejército regular y de partidas, en menor medida.
El permanente ataque de las guerrillas conservadoras, en el caso de
Santander, llevó al general Solón Wilches a formar partidas volantes
que opusieran maniobras semejantes a las del enemigo a fin de
desestabilizarlo. Dichas partidas se organizaron con diferente número
de combatientes y oscilaban entre 72 y 400 hombres 1H . Sin embargo,
el fisco y los empréstitos no produjeron lo suficiente para mantener
todos los batallones, y la falta de raciones y el hambre disolvieron
muchos escuadrones.
El telégrafo -la guerra en clave de morse- siguió siendo instru­
mento decisivo de la contienda, pues fue el eje de la "guerra de co­
municaciones", factor de integración nacional y del comercio, y se­
gún expresión de la época, "el que más postes tumbara y el que más
alambre robara", ganaba buena parte de la guerra. En el Estado del
Cauca, también se dieron enfrentamientos entre el Ejército del Sur y
los conservadores, liderados predominantemente por generales pastusos.
En el Estado de Antioquia, el ejército conservador se reforzaba para
enfrentar posibles ataques del Ejército del Sur, pero su posición fue
entonces más defensiva que ofensiva, por lo que el gobierno nacional
pudo dedicar mayores esfuerzos militares en el centro oriente y obte­
ner apoyos de fuerzas tolimenses y caucanas para respaldar al General

123. Constancia Franco. Apuntamientos para la histo-ria. La gl4erra de 1876­


1877, op. cit., p. 59.
124. A.S .W.c. Carta de Salón Wilches, Socorro, a Comandantes de los fren­
tes del ejército de Santander, }9 de diciembre de 1876, ff. 589-590, caja N9 1,
Bucaramanga, CEDHIR, UIS . Gustavo Otero Muñoz. Wilches y su época, op. cit.,
p. 195.

139
a un posta que venía del norte, al que después le sacaron los ojosJ30 y
quien resultó ser oriundo de esa misma población lJl . La guerrilla con
esta acción envió un claro mensaje al gobierno sobre su radical deci­
sión de bloquear sus comunicaciones al precio que fuese\32.
El ejército regular conservador se ordenaba y las guerrillas conti­
nuaban golpeando a sus opositores y dando muerte a quienes se les
atravesaban del bando contrario. El coronel Francisco Acevedo salió
de Subachoque a enfrentar una guerrilla conservadora en el Llano de
Casablanca; ésta huyó después de una hora de combates en los que
murieron 4 conservadores y 1 liberal, fueron heridos 3 conservadores y
2 liberales, y quedaron 9 prisioneros\33. Dos días después, se enfrenta­
ron en el sitio de La Herradura, cerca de Almaguer en el Estado del
Cauca, milicias de ambos bandos, dejando como resultado 17 conser­
vadores muertos y 35liberales 134 • Pocos días después, se dieron fuertes
enfrentamientos en los Estados de Cundinamarca y de Boyacá. La
guerrilla de los Mochuelos, emboscó y combatió a las fuerzas guberna­
mentales durante todo el mes de enero, en Soacha y sus alrededores,
de donde resultaron entre 5 y 6 muertos de cada uno de los bandos 135 •
Sus ataques obstaculizaron el movimiento de mercancías, alimentos y
armas entre los cuerpos militares y las regiones del centro oriente, y
sobre todo rompieron las comunicaciones entre jefes del Ejército del
Norte, a tal punto que los reclamos y disgustos de sus copartidarios no
se hicieron esperar y les recriminaban su incapacidad de controlar las
guerrillas, las cuales, no obstante, carecían de contundencia para
dominar de manera estable los distritos a los que se debían, dada su
necesaria movilidad; pero, además, no tenían entre ellas una mirada
de conjunto de la guerra y tampoco de su relación con los ejércitos
que se configuraron en el oriente santandereano, en el noroccidente
-Estado de Antioquia- y en el suroccidente -de Pasto hasta la Cu­

130. Ibid., Nº 11, Bogotá, enero 4 de 1877, p. 43, Telegrama de Antonio J.


Hernández al señor Gobernador del Estado de Cundinamarca, Facatativá, 3 de
enero de 1877.
131. Ibíd., p.48.
132. Aunque existía el telégrafo de Bogotá hacia las capitales de departa­
mentos, ciertos pliegos, cartas, oficios y telegramas eran llevados por postas a distri­
tos cercanos, lo cual se prestó para aplicar medidas de terror a individuos que
transportaban la cOFespondencia entre Bogotá y sus poblaciones cercanas.
133. Patricia Alvarez Rosas, "Uniforme~ y sotanas. Estudio histórico de la
guerra civil de 1876-1877", op. cÍ[., p. 400.
134. Ibúl.
135. Ibúl.,p.401.

141
tras que para Briceño ascendieron a 300, y los heridos liberales fueron
pocos para Franco, 80, y muchos para Briceño, 680. Los prisioneros
conservadores llegaron a 300, en opinión de,Franco l4o . Esta batalla
que fue decisiva para el triunfo del gobierno liberal, mostró las debili­
dades del ejército y de las guerrillas conservadoras y el mejor estado
de las fuerzas liberales en hombres, armamento y mando militar; sin
embargo, aún faltaba mucho trecho para someter a las guerrillas con­
servadoras y para que el gobierno perfilara una victoria contundente
'en el centro oriente del país, pues las guerrillas se recuperaban y reor­
ganizaban mientras sus oponentes se hacían la ilusión de que estaban
casi totalmente derrotadas y poco faltaba para someterlas. Fue por
ejemplo lo ocurrido al día siguiente de concluida la batalla de la
Donjuana, el coronel liberal Amador fue sorprendido por una partida
conservadora en el sitio de Agua Sucia, a la cual hizo frente, derro­
tándola y dejando seis muertos y seis heridos en el lugar de la embos­
cada. Por esos días también, la guerrilla de Choachí, muy cercana por
territorio y partido a los Mochuelos por la vía de Chipaque, fue presio­
nada por fuerzas liberales, por lo que "se desertaron y ocultaron sus
armas"l4l.
El fenómeno guerrillero se acrecentó a tal punto que aquello pa­
recía un botafuegos por todas partes; surgieron nuevas guerrillas en
otras regiones y tuvieron un papel destacado; solo las mencionaremos
aquí de paso, para dar una imagen de su capacidad de multiplicarse
nacionalmente e imponer ritmos variables en la guerra civil, de pro­
longarla en el tiempo y de desestabilizar las poblaciones en donde
incursionaban o simplemente pisaban como lugar de paso. Las nacien­
tes partidas surgieron en lugares de tradición conservadora y debie­
ron ser cuidadosas pues las medidas que estaba tomando el gobierno
de la Unión en aquellos territorios eran contundentes. La guerrilla de
Carupa fue derrotada en Chiquinquirá y allí murió su jefe militar l42 .
La guerrilla del Hato de Subia fue aprehendida por el Prefecto del
departamento de Ubaté, sin disparar un tiro; se le quitaron más de 90
caballos y 300 reses gordas. Los pueblos enemigos de Ubaté y su depar­

140. Patricia Álvarez Rosas, "Uniformes y sotanas. Estudio histórico de la


guerra civil de 1876-1877", op. cit., p. 402.
141. El Estado de Guerra, Nº 13, Bogotá, 31 de enero de 1877, p. 52, "Los
Moch uelos" .
142. Ibíd., Nº 13, Bogotá, 31 de enero de 1877, p. SO, "El Gobernador en
Campaña".

143
guerrilla de Sasaima cumplió un destacado papel en la zona que de
Subachoque conducía a VilIeta y Útica para comunicarse con el puerto
de Honda.
Las guerrillas de los Arboleda, Caldereros y de otras nominaciones
tuvieron su campo de acción en Ocaña -Estado de Santander- y uno
de los cargos que se le hicieron fue el de matar al coronel David
Granados en San Pedro J52 • Otras guerrillas que aparecen en los docu~
mentos, pero sin mayores referencias sobre sus acciones, fueron las de
Pauna, Maripí, del sur del Estado de Santander y del norte y occiden~
te del de Boyacá, entre las cuales estaban comprendidos los guerrille­
ros de Chiquinquirá. Se trataba de la zona fronteriza entre los Estados
de Cundinamarca y Boyacá, en el callejón sabanero y en los territorios
de vertiente que se dirigían lejanamente hacia el río Magdalena. Los
guerrilleros del Estado boya cense fueron derrotados y el presi.dente
Parra fue avisado de la total derrota de las guerrillas de Pauna, Maripí
y de varios pueblos del Estado de Cundinamarca -en número de 400
hombres- victoria lograda por 150 soldados del ejército liberal. Toma­
ron 100 prisioneros y muchos elementos de guerra, "de las guerrillas
nada quedó organizado". Una vez concluyó el enfrentamiento, los
vencidos marcharon a Susa, Fúquene y algunos sitios donde solían
reunirse, por lo que el presidente del Estado de Cundinamarca dispu­
so esa misma noche que las caballerías marcharan en su persecución.
En Moniquirá, la pequeña guarnición allí existente tuvo que capitu­
lar porque las guerrillas les incendiaron los cuarteles; pero al día si­
guiente dichas partidas fueron atacadas por una fuerza de Santander
y debieron desocupar la plaza y salir en fuga. El General Nicolás Diaz
auxilió con una columna a Moniquirá y con apoyo de fuerzas del Esta­
do de Santander hizo fugar a los "rebeldes". Los guerrilleros de Chi­
quinquirá contramarcharon por el Páramo de Fandiño y los otros to­
maron por Arcabuco, la vía de Gámbita.
Se produjeron otros acontecimientos que evidencian cómo el Estado
de Boyacá fue un importante teatro de operaciones guerrilleras, al
igual que sus territorios vecinos en el Estado de Santander, con ecos
en el Estado de Cundinamarca. La guarnición de Moniquirá -Estado
de Boyacá- tenía 60 hombres que pelearon durante 36 horas, pero,
ante el incendio de la población, debió capitular. Las guerríllas que
incendiaron el lugar fueron desalojadas y perseguidas por la fuerza del
Departamento de V élez, y corrieron una triste suerte, pues algunas

152. [bid., p. 52, "Noticias de Santander" .

145
Francisco, Supatá y bajaban hasta Villeta y Guaduas, cerca al río Mag­
dalena. La circulación de espías era parte clave para realizar los movi­
mientos y atacar al adversario: '
[ ... 1 envié unos espías, quienes regresaron manifestándome lo siguien­
te: que el Jefe no había salido de "La Vega"; y que media legua más acá
del punto en donde estaban los presos, había sesenta hombres a las
orillas del monte. Esto fue e122 . El día 23, ayer, conseguí el rescate de los
presos echando por delante una partida de godos. Los guerrilleros le
habían propuesto a Acevedo que cambiaran prisioneros por individuos
que habían tomado en distritos vecinos, pero Acevedo no lo aprobó:
"No quise eso así, canjear prisioneros de guerra, por hombres pacíficos
que habían sido tomados por ellos. No hay idea de la conducta que
observan eso s bandoleros con los liberales que cogen l5B .
Los espías y los mismos presos liberados lograron, además, recoger
otras informaciones y "según las declaraciones que se han tornado, y
los informes de los presos rescatados, la desmoralización que reina
entre los guerrilleros es completa. El Comité Central ha hecho mucho
por darles organización, sin conseguirlo". Acevedo afirmaba que sus
contrincantes tenían en su poder 18 Remington, 2 Winchester, algu­
nos fusiles de percusión, muchas escopetas y chopos de chispa y ochenta
lanzas. Los pertrechos que tienen son de malísima calidad y muy po­
cos. Contaba además que:
A un antioqueño Jaramillo que se presentó entre ellos con órdenes
superiores para organizarlos le dieron muerte. El día 19 de éste dieron
también muerte a Mauricio Velásquez liberal enteramente pacífico [y
que 1otra guerrilla que merodea por estos lados, desde "Pacho" pasando
por la "Pradera" hasta "Riofrío", dio muerte a Eugenio Vega, liberal,
hermano de un sacerdote, cometiendo con él actos de un salvajismo
increíble. Lo mutilaron en el acto de cogerlo, en seguida le sacaron los
ojos con un puñal y luego lo mataron arrastrándolo hasta echarlo en
una quebrada. Todos estos hechos son exactos, y pueden publicarse
como actos propios para caracterizar más a los religionariosl 59 •
El cuadro era macabro, y por tratarse de una carta particular al
Presidente, es posible que tenga cierta veracidad en lo que le expo­
nía, aunque a continuación Acevedo le informaba, quizá para tran­
quilizarlo, que "sé de una manera positiva y esto lo demuestra la co­

158. lbíd.
159. lbíd., f. 248.

147
Iglesia para luego propalar la idea de que se las habían robado las
tropas del gobiemo l62 •
Durante el mes de febrero proliferaron los 2I.taques de las guerrillas
conservadoras a los cuerpos del ejército y a las pocas guerrillas libera­
les en el Estado de Santander y en el de Cundinamarca, en especial
de parte de los Mochuelos. El ejército del Estado de Santander asestó
un duro golpe a los conservadores en Mutiscua a mediados del mes y .
casi logró controlar los movimientos de algunas guerrillas. Y aunque
el control mayoritario del Estado del Tolima estaba desde diciembre
en manos de un gobierno liberal, no obstante, partidas de conserva­
dores continuaron combatiendo en la frontera antioqueño,tolimense
yen algunos reductos conservadores del sur del Estado, más asociados
a Neiva. Se agudizaron los enfrentamientos entre cuerpos del Ejército
del sur y del Ejército antioqueño en inmediaciones de Manizales. Los
primeros tenían claro que tomando Manizales podrían someter a An­
tioquia, pero sabían de las dificultades para acceder a una ciudad
ubicada en lo alto de la Cordillera Central, casi inexpugnable y ocu­
pada por un numeroso ejército de casi 6.000 hombres l6J • Las fuerzas
liberales fueron ganando terreno frente al ejército conservador, pero
era necesario realizar una labor de desmoronamiento lento y gradual
de sus filas, tal como muy bien lo comprendía el General Julián Truji­
Ho, quien, con su veteranía y conocimiento militar, su preparado gru­
po de subalternos y la calificada dotación de su ejército, entendía que
una larga espera era necesaria, eso sÍ, sin darle muchas posibilidades
de movimiento a su enemigo y manteniendo aislados, bloqueados y
fragmentados sus posibles apoyos externos, los cuales no eran despre­
ciables, pues un número significativo de distritos por donde transita­
ban cuerpos del ejército liberal, habían sido colonizados por gentes
del oriente antioqueño , muchas de ellas de raigambre conservadora.

162. Ibíd.
163. El General Trujillo, al mando del ejército del Sur, se puso en la tarea de
minar paulatinamente a su enemigo, a través de golpes coyunturales. El 6 de
febrero, en el sitio de Palestina, cerca de Manizales, 50 hombres del Batallón
Zapadores, uno de los más veteranos y mejor dotados de armamento de precisión,
hicieron frente a 400 antioqueños, dejando en el campo a 14 muertos, 7 heridos y
5 prisioneros conservadores; también murieron 5 del bando liberal y quedaron 2
herido~ de éste. En los días siguientes, hubo también otros enfrentamientos en los
que los c«;>nservadores fueron perdiendo terreno frente al ejército de Occidente,
Patricia Alvarez Rosas, "Uniformes y sotanas. Estudio histórico de la guerra civil
de 1876·1877", op. cit., p. 403.

149
febrero en el Estado de Santander donde los Mochuelos atacaron las
fuerzas liberales en el punto de Puerta de Teja, -entre Sibaté y Ca­
noas- dejando un saldo de 3 muertos y 3 heridos conservadores y 4
muertos y 5 heridos liberales l68 • Unos días antes, en los sitios de Cupagá
y Mutiscua -Estado de Santander- los liberales habían atacado las
tropas del ejército regular conservador y las derrotaron 169. Además de
este triunfo, las guerrillas de allí fueron casi abatidas entre febrero y
marzo, al punto que las informaciones de Briceño o de Franco señalan
que, en enfrentamientos entre ellas y fuerzas regulares, se produjeron
86 muertos y 50 heridos del bando conservador y 35 muertos y 20
heridos del bando liberal l7O •
La famosa guerrilla de Vicente Rodríguez fue derrotada en
Fusagasugá en febrero de 1877. Allí quedaron varios muertos y prisio­
neros; la plaza de ese distrito fue tomada por el coronel liberal Mogo­
llón quien dijo haber sido atacado por "todas las guerrillas de la Saba­
na en número de 600 hombres". Después de luchar entre las 7 de la
mañana y las 7 de la noche, quedaron 30 muertos de los conservado­
res -a quienes califica el periódico de "enemigos"- y muchos heridos;
los liberales tuvieron un soldado muerto y 6 heridos. Los guerrilleros
aprovecharon la noche para retirarse a Los Sauces l 71• La guerrilla de
Rodríguez estaba en comunicación y posiblemente en conexión con
Los Mochuelos, porque más adelante el mismo periódico se refiere a
la función de armas de ese día, desde la Puerta de Tierra-blanca de
Canoas hasta las colinas de Oriente 172 •

4.6 Confederación de guerrillas conservadoras

El temor y la desesperación del presidente y sus secretarios, ante


el cerco y una posible toma de la capital del país, se expresó en múlti­

168. lbrd., pp. 404-405.


169. En opinión de Franco murieron 100 conservadores, pero en opinión de
Briceño fueron 40. Para Franco, los muertos liberales fueron 60, los heridos conser­
vadores 70, los heridos liberales, 45 y los prisioneros, 400.lbrd., p. 404.
170. lbid., p. 405.
171. El Estado de Guerra, Nº 24, Bogotá, 13 de marzo de 1877, "Guerra a
muerte".
172 . Los Mochuelos tomaron 6 individuos prisioneros y 5 armas de fuego; pero
lo más grave -en opinión del articulista liberal- fue que asesinaron al Mayor
Cenón Garda después de haberlo hecho prisionero ya un soldado Castañeda a
quien le die ron una lanzada después de tenerlo en su poder. lbíd.

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