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uno de los hijos, aun conociendo una prohibición formal del padre, lo
La Indulgencia de Dios
La misma situación podemos aplicarla al género humano, que, en la
del Hijo, y libra al género humano: Dios nos es indulgente, por el valor
de la intersección de Cristo.
Con todo, como es propio a Dios todo hacerlo con la más eximia y
Tal tesoro fue dado a la Iglesia para administrar, para consuelo de los
[2].
tesoro de indulgencia.
Indulgencias de la Iglesia
puertas del Cielo a los hombres (Mt 16,19), está contenido el poder de
B. Indulgencias plenarias.
C. Indulgencias parciales.
penitencia.
obras de esta vida, con las penas del purgatorio, y mediante las
indulgencias.
cometidos reclaman.
B. INDULGENCIAS PLENARIAS
venial.
acción premiada (sin olvidar que hay que estar en gracia de Dios
casos:
ejemplo:
concede una vez al año por santuario; santuario es una iglesia con
correspondiente).
televisión, en directo).
iglesia, dando gracias a Dios por los beneficios recibidos el último año.
sigue a la Misa.
Pascual.
de la iglesia).
parroquia.
C. INDULGENCIAS PARCIALES
1. Condiciones para conseguir una indulgencia parcial.- Cada día
ganar la indulgencia.
sufrimientos de la vida.
amor a Dios.
penitencia.
de la doctrina cristiana.
escapulario o medalla).
dedicar un tiempo a la oración.
santificadora y de purificación.
documentos, también del vaticano (un texto muy amplio en latín, con
Por Sara Martín
Te ayudamos a resolver las dudas sobre esta forma excepcional de disfrutar de la misericordia de Dios:
Primero hay que distinguir entre culpa y pena. Cuando pecamos, es decir, cuando obramos mal contra Dios, contra nosotros mismos
o contra los demás, la culpa es nuestra responsabilidad en ese pecado. La pena, sin embargo, es la consecuencia que tiene ese
pecado.
En la confesión, Dios borra la culpa de nuestros pecados, y también condona parte de la pena eterna que deberíamos cumplir tras la
muerte a causa de dichos pecados. Pero no la condona totalmente porque los pecados siempre tienen consecuencias.
La pena no es una venganza de Dios, sino la consecuencia de los pecados, así que a lo largo de la vida siempre queda una parte de
la pena por expiar (esa que la confesión no puede borrar, y que se llama pena temporal). La pena temporal, que la confesión no
borra, se puede purificar, sin embargo, de tres formas: ofreciendo buenas obras y los sufrimientos de esta vida; con el
purgatorio, tras la muerte; o con indulgencias.
La confesión es necesaria porque borra la culpa y la pena eterna de la condenación; la indulgencia es una gracia añadida que da un
perdón aún mayor. Por eso puede haber confesión sin indulgencia, pero no indulgencia sin confesión.
3. ¿Qué pretende la Iglesia al permitir hacer “borrón y cuenta nueva” con la indulgencia plenaria?
Las indulgencias son un empujón y un regalo inmerecido que Dios nos da, a través de la Iglesia, en el camino de la búsqueda de
la santidad.
4. ¿Existe el peligro de minimizar el efecto del pecado al poder ganar indulgencias tan fácilmente?
Es responsabilidad de cada cristiano tomarse en serio la gravedad del pecado y la ofensa que comete contra Dios cada vez que peca. Y
también es su responsabilidad apreciar con sinceridad de corazón la oportunidad única que supone una indulgencia.
5. Para ganar una indulgencia se necesita estar en gracia de Dios. ¿Y si a la media hora de confesarnos
hemos vuelto a tropezar?
Depende del tropiezo: puede ser “un rasguño” por el que no se pierda la gracia santificante, o puede ser algo grave. En todo caso, es
poco probable caer en pecado mortal tras una buena confesión.
Hay indulgencia parcial e indulgencia plenaria, según libere de la pena temporal en parte o totalmente. Por ejemplo, al rezar el
rosario se puede alcanzar la indulgencia parcial, y si además se reza en familia, se puede ganar la indulgencia plenaria.
Sí; cualquier día del año, cumpliendo las condiciones requeridas y realizando prácticas de piedad como rezar el rosario en familia,
en comunidad o ante el Sagrario; adorar al Santísimo al menos media hora; rezar el viacrucis completo meditando en la Pasión del
Señor; o leer la Biblia media hora, entre otras.
El juicio definitivo corresponde solo a Dios, pero, en teoría, sí. La pena eterna que comporta un pecado mortal cometido tras haber
ganado una indulgencia necesita ser condonada de nuevo a través de la confesión. La pena temporal debida a ese pecado solo podrá
ser condonada totalmente en vida con otra indulgencia plenaria.
Sí. De hecho, podemos aplicar la indulgencia que hemos ganado a un alma del purgatorio.
¡Nada se pierde en el misterio de la Iglesia, gracias a la comunión de los santos! Incluso los ofrecimientos que hacemos por una
persona pueden tener como beneficiaria a la Iglesia en su totalidad.
No, porque esa persona está aún en estado de merecimiento (o sea, de merecer no condenarse) de modo que su libertad no puede ser
suplida… ¡gracias a Dios!
Cada persona puede ganar una indulgencia plenaria al día. No hace falta confesarse todos los días: con una sola confesión sacramental
pueden ganarse varias indulgencias plenarias; lo que sí hace falta es una comunión eucarística y la oración por las intenciones del Papa
para ganar cada indulgencia plenaria.
Sí, pero no hay que confundirlos con el Jubileo extraordinario, que la Iglesia celebra cada veinticinco años. En cualquier caso,
en ambos Jubileos el creyente puede obtener indulgencias plenarias para el perdón de sus pecados, si cumple unas condiciones.
Tener la intención de evitar cualquier pecado mortal o venial y, además de realizar la acción que otorga la indulgencia (peregrinar, etc.),
cumplir tres condiciones: confesión sacramental, comunión Eucarística y rezar por las intenciones del Papa (por ejemplo, un
Padrenuestro o un Avemaría).
Si se cumplen las condiciones necesarias para ganar la indulgencia plenaria (confesión, comunión y oración por las intenciones del
Papa), se puede obtener la indulgencia plenaria al:
· Rezar un Padrenuestro y un Credo durante la visita a un santuario o basílica (una vez al año por santuario).
· Recibir la bendición papal Urbi et Orbi o escucharla en directo por la radio o la televisión.
· En algunas Misas: a quien recibe la Primera Comunión, a quien celebra su primera misa solemne o a quien celebra
su aniversario sacerdotal 25, 50 o 60; y a quien asiste a esas celebraciones.
· Los viernes de cuaresma: al rezar ante un crucifijo el Miradme oh mi amado y buen Jesús después de comulgar,
· El Jueves Santo, al recitar el Tantum ergo durante la exposición que sigue a la Misa de la cena pascual, y el Viernes Santo, al
asistir a los oficios o al rezar el Miradme oh mi amado y buen Jesús.
· El 31 de diciembre: al recitar solemnemente un Te Deum en una iglesia, dando gracias a Dios por los beneficios recibidos
durante el año que acaba.
· En el momento de la muerte se concede indulgencia plenaria a quien haya rezado habitualmente algunas oraciones. En este
caso no se requiere cumplir las condiciones de confesión, comunión y oración por el Papa; pero es necesario estar en gracia
de Dios, rechazar el pecado y haber deseado alguna vez en la vida ganar esta indulgencia.
Una gracia que concede la Iglesia, por los méritos de Jesucristo, de María y todos los santos,
para borrar la pena temporal que queda como consecuencia del pecado.
Por: Alejandra María Sosa Elízaga | Fuente: Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México
Para entenderlo, cabe poner este ejemplo: Un niño desobedece a su papá que le pidió no jugar
pelota en casa, y rompe la ventana. Arrepentido, pide perdón. Su papá lo perdona, pero queda
una consecuencia: debe pagar el vidrio roto. La mamá y hermanos del niño deciden ayudarle,
con permiso del papá, a pagar la deuda. Así también, el pecado confesado es perdonado, pero
queda una pena que hay que expiar, y es la que nuestra Madre la Iglesia nos ayuda a pagar con
las indulgencias.
Dos: ‘parcial’, que perdona sólo parte de la pena, y ‘plenaria’, que la perdona toda.
Por ti, o por un difunto. También puedes encomendarla a María, para que Ella la aplique por el
alma que quiera ayudar. Sólo aplica a las almas que están en el Purgatorio; las que están en el
Cielo, no la necesitan, y las que están en el Infierno no la aprovechan pues ya no saldrán de
ahí. Como no sabemos si las almas de nuestros difuntos ya están en el cielo, conviene seguir
ofreciendo indulgencias plenarias por ellas.
Aplicada por ti, te libra de la pena temporal de pecados confesados y perdonados, desde el
momento de tu Bautismo hasta la fecha en que obtengas la indulgencia plenaria. Aplicada por
un difunto, es gran obra de misericordia, pues lo libra de la pena de sus pecados perdonados,
lo cual podría ayudarle a salir del Purgatorio e ir al cielo. Decía santa Catalina de Siena, que las
almas que ayudes así te estarán eternamente agradecidas, orarán siempre por ti, y al llegar al
cielo harán valla para venirte a recibir.
Sí, siempre y cuando no tenga ya nada que purificar, en el sentido de apegos, pecados veniales
no confesados (y por lo tanto no perdonados).
Debes estar en gracia de Dios y tener total rechazo al pecado (habiéndote confesado); asistir a
Misa completa; comulgar, orar por las intenciones del Papa (por ej: Padrenuestro, Avemaría y
Credo), y realizar lo que la Iglesia pida para conceder esa indulgencia, por ejemplo, orar media
hora ante el Santísimo expuesto; o leer y meditar la Palabra de Dios durante media hora; o
participar devotamente en un Viacrucis, o participar del rezo del santo Rosario en una iglesia,
o, en este Año Santo de la Misericordia, atravesar el umbral de una Puerta Santa. Se abrieron
varias, en Basílicas, Catedrales, parroquias y otros lugares, y se cerrarán, en todo el mundo, el
domingo 13 y en san Pedro en el Vaticano, cuando el Papa clausure el Jubileo el domingo 20 de
noviembre.
Para fomentar esta proyección eclesial del Rosario, la Iglesia ha querido enriquecerlo con
santas indulgencias para quien lo recita con las debidas disposiciones
Mucho se ha escrito del poder espiritual que tiene el Santo Rosario, pero tal vez algo poco
conocido es la gracia de la indulgencia que se puede obtener con esta devoción mariana que,
según la tradición, fue dada por la propia Madre de Dios.
San Juan Pablo II en su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae (Rosario de la Virgen María,
37) señaló que “para fomentar esta proyección eclesial del Rosario, la Iglesia ha querido
enriquecerlo con santas indulgencias para quien lo recita con las debidas disposiciones”.
Asimismo, se otorga cuando el fiel “se una devotamente a la recitación de esa misma devoción
cuando es hecha por el Sumo Pontífice y es difundida por medio de un instrumento televisivo
o radiofónico. En otras circunstancias la indulgencia será parcial”.
Más adelante puntualiza que en cuanto a la indulgencia plenaria por el rezo del Santo Rosario,
“basta solo la recitación de una tercera parte del mismo; pero las cinco decenas deben
recitarse seguidas”.
De igual manera destaca que en el caso de la oración vocal “debe añadirse la devota
meditación de los misterios” y que en el rezo público, “los misterios deben enunciarse
conforme a la costumbre aprobada en el lugar; pero en la recitación privada, basta que el fiel
añada a la oración vocal la meditación de los misterios”.
Como se sabe la indulgencia plenaria se puede ganar una vez al día (excepto en peligro de
muerte). Es posible obtenerla si se hacen las debidas disposiciones que manda la Iglesia. Es
decir, con confesión sacramental, comunión eucarística y oraciones por las intenciones del
Papa. Si se desea, la indulgencia se puede ganar para un difunto.
“Y si hubiese sido bendecido por el Sumo Pontífice o por cualquier Obispo, el fiel, empleando
devotamente dicho objeto, puede ganar también una indulgencia plenaria en la fiesta de los
Santos Apóstoles Pedro y Pablo, añadiendo alguna fórmula legítima de profesión de fe”.
Al respecto el P. Jhon Phalen Csc, gran propagador de la devoción del Santo Rosario en Familia,
advirtió que emplear con devoción un objeto de piedad quiere decir rezar.
“Yo digo que es como una profesión de fe llevar una cruz o hasta el Rosario. Pero el Rosario en
sí, más que la cosa concreta, es la oración. Entonces hay que rezarlo”, aclaró el sacerdote. “De
otra forma se presta a tener demasiada fe en el objeto y no en Dios… el objeto nos ayuda a
comunicarnos, relacionarnos con Dios”, añadió.
Por lo tanto, no basta con llevar el Rosario en el cuello, el bolsillo o el bolso para ganar la
indulgencia parcial, sino que se tiene que usar para la oración, para acercarnos más a Dios en
la propia vida.