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Laura estaba muy ocupada digitalizando sus archivos cuando escucha que el desalmado

de su marido empezó a gritarle al perro de manera lunática, así que ella baja de las escaleras
desesperada para ver que es el causante de tan infame e inmoral alboroto en su morada.

Cuando Laura llega a la planta baja de su casa para incorporarse a la zona lateral de su
moderna cocina y logra observar como el pobre y medroso animal en un acto de legítima
desesperación y estrés por la situación, confronta a su esposo mordiendo su pierna para después
salir corriendo ilegalmente por su costado, posterior de haber cometido tan afamada artimaña.

- ¿Qué sucedió? - le pregunta Laura mientras se incorpora amorosamente a ver su


herida superficial - eres suertudo insinúa, no vas a necesitar puntos.

- Ese perro será el culpable de que me despidan o de mi muerte - contesta burbujeante


de enojo - es un desgraciado después de todo lo que hacemos por él, lo llevamos al mejor
veterinario, le dan baños en una bañera gigante, le compramos la mejor comida, los mejores
collares; se le trata como una deidad y todo para que sea un infame animal - termina por quejarse
injustamente del perro.

- Bueno, pero ¿qué hizo para que justificara enojarte así? - le preguntó a su esposo
mientras esperaba una respuesta real. -

- Lo cotidiano, circular por mi especial oficina sin mi consentimiento para manchar o


morder mis planos y manuscritos de los modelos de las nuevas casas para el barrio “Libélula”.

Para Laura no era nada raro escuchar esto, desde que trajeron al perro a su casa,
empezaron los problemas con su esposo Lorenzo. Lo adoptaron para acompañarla en la casa,
ya que Lorenzo es un famoso ingeniero y arquitecto, capitán de la corporación “Luna óptima de
mediodía” por lo tanto pasa mucho tiempo viajando de un aeropuerto a otro realizando su
inmaculada labor de manera genuina, pernoctando en sus vuelos para meditar y sintiéndose
culpable por dejar a Laura en un calvario de soledad.

Laura le alegó muchas veces que no tenía que culparse y sentirse mal por eso, ya que
para ella no era problema afrontar tantas temporadas en su solitaria casa, por sus genuinos y
flamantes trabajos artísticos en los que ella participaba tan formalmente como modelo en su
capital, a ella le sienta bien estar sola para una fructífera práctica antes de un desfile o también
para hacer sus obras maestras de arte.

Lo que no sabe Lorenzo es que Laura le esconde muchas cosas, pero Lorenzo también
lo hace.. .
- voy a encadenar a esa bestia - advierte Lorenzo gritando colmado por el injustificado
comportamiento del perro, mientras cierra la puerta sin el consentimiento de Laura casi
derribándola.

El mayordomo Eugenio era un agricultor que peregrinaba todos los días en compañía de
su amigo el afilador para vender sus productos, cuando había sequía realizaba diversos artículos
de oro, parte de su renombrado trabajo de orfebrería, como collares de frutas, escenas de
glaciares y aureolas religiosas que su prole le pedía para sus santos en oración, la gente de su
solemne pueblo desfilaba por sus prestigiosos productos, aunque algunos de ellos fueran morosos
en sus pagos.

Debido a eso era muy humano, tenía mucha estima hacia los animales, no los juzgaba y
siempre era el quien soltaba al perro después de ser encadenado, le parecía injusto e inhumano
hacer tal acto, le molestaba pensar que Lorenzo percibiera al perro como rival.

Después de decirle a Eugenio que soltara al perro al cabo de unas horas, Laura se dirigió
a su cuarto mientras se quitaba la ropa para entrar al baño y ducharse bajo la lluvia artificial de
su regadera, aplicarse tu tratamiento facial recién salido del frigorífico y alejar de su mente
aquella conducta medieval de Lorenzo.

Mientras se bañaba pensaba de qué manera seguir ocultándole a Lorenzo que le era
infiel por las noches con su magnífico compañero de trabajo y confidente Magnus, su matrimonio
solo era una aparente coraza de vida feliz

Magnus y Laura se habían visto en el balneario, también en algunas clases de equitación


y en la tienda cuando ella compraba un paraguas, finalmente se conocieron en la librería que tenía
un gran letrero con el nombre "el equinoccio", ambos estaban en lo suyo, tal cual pasa en los libros
y películas, chocaron ente si y tiraron sus libros.

-Perdona, no me percate si había alguien en frente mío - dijo Laura mientras recogía
desesperadamente los libros de la otra persona, las miradas de insinuación eran ineludibles entre
ambos.

-No te preocupes, no me percate si había alguien en frente mío, con tal de demorar el
momento - dijo la otra persona con una voz muy varonil y sensual.

Fue curioso cómo se dio, fue amor a primera vista, cuando sus dos miradas colisionaron
y así empezó su maravillosa historia de amor con Magnus y de infidelidad hacia Lorenzo, pero que
le agregaba sentido a su vida, usaba sus viajes como excusa para sus amorales actos, pues le
animaban sus citas.
Laura aprovechaba como excusa cuando Lorenzo se iba para invitar a Magnus a la casa,
él era un gran cantante, le cantaba cada vez la misma melodía de amor, les gustaba fumar un
cigarro para deshacerse de todo lo acumulado durante los días, eso la animaba mucho y le
resultaba curativo, estaban celebrando su aniversario de 2 años, en el jardín tenían una lápida
con sus nombres y sus fechas, así será fácil de disimular tal proclamación de amor.

A veces hablaban de las cosas más banales como comentar acerca de las competencias
de equitación de su ciudad, así podían pasar horas tocando temas aleatoriamente.

Y así como Laura tenía su aventura tan maravillosa, Lorenzo por otro lado tenía una más
flamante con una de sus trabajadoras, solo era una cosa puramente carnal, siendo la manzana
de la discordia.

Ambos deseaban que su relación sea más larga pero cada vez le era más difícil serle fiel
a Laura, era un infiel en todo su esplendor, desde siempre era mujeriego, Laura pensó que podía
cambiar en ese aspecto resultó ser un fracaso para la fidelidad, tanto ella como él.

Con la diferencia que Laura no le quitaba el sueño por las noches seguir con su inexcusable
y osada aventura, pero tanto Lorenzo como ella no deseaban afrontar su humillante realidad,
habían dejado de procurar su matrimonio.

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