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Palabra de Dios
SEGUNDA LECTURA EVANGELIO
Lectura de la carta del apóstol san Lectura del santo evangelio según
Pablo a los Efesios (5,8-14): san Juan (9,1.6-9.13-17.34-38):
En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un
en el Señor. Caminad como hijos de la luz – hombre ciego de nacimiento. Y escupió en
toda bondad, justicia y verdad son fruto de la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en
luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la
tomar parte en las obras estériles de las piscina de Siloé (que significa Enviado).»
tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues
hasta da vergüenza mencionar las cosas que Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los
ellos hacen a escondidas. Pero la luz, vecinos y los que antes solían verlo pedir
denunciándolas, las pone al descubierto, y limosna preguntaban: «¿No es ése el que
todo lo descubierto es luz. Por eso dice: se sentaba a pedir?»
«Despierta, tú que duermes, levántate de Unos decían: «El mismo.»
entre los muertos, y Cristo será tu luz.» Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Palabra de Dios Llevaron ante los fariseos al que había sido
ciego. Era sábado el día que Jesús hizo
barro y le abrió los ojos. También los
fariseos le preguntaban cómo había
adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos,
me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este
hombre no viene de Dios, porque no guarda
el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un
pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a
preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del
que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de
pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a
nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo
encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del
hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que
crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te
está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.
Qué tal esta frase del profeta Samuel a Jesé en la búsqueda del nuevo rey de
Israel: “No te fijes en su aspecto ni en su gran estatura….La mirada de Dios no es
como la del hombre: el hombre ve las apariencias, pero el Señor ve el corazón” (1S
16,7). Después de recorrer un importante camino en la cuaresma, la Palabra nos ha
hecho ver la necesidad de darle un giro a nuestra vida, de adquirir una mirada
diferente aprovechando el camino de conversión que ofrece este tiempo. Ese mirar
todo desde Dios para no caer en tiniebla, será el centro del mensaje de este
domingo.
Los cristianos de los orígenes pudieron entender rápidamente que Jesús es la luz
del mundo, que realmente Dios se manifestaba con todo su poder en las palabras y
obras que realizaba el Señor Jesús, realmente su mirada poseía las mismas
características divinas y traspasaba el corazón, no se quedaba en lo superficial.
Pudieron constatar que: acercarse a Él, seguirlo, hacer lo que Él pedía, era garantía
total de salir de las tinieblas y de la apariencia en la que su mundo les tentaba a
vivir. Seguramente esos primeros cristianos se fascinaban por la persona y el
mensaje de Jesús, de tal manera que al aceptarlo en sus vidas, veían todo de una
forma diferente; consecuencia de esa experiencia transformadora era caminar con
la comunidad de creyentes, luego se bautizaban y de esa manera (como el ciego
de nacimiento) comprendían que la vida con Jesús los hacia más libres; sus
estigmas sociales, escrúpulos moralistas y su pesada carga de tradiciones que los
ubicaban dentro o fuera de la sociedad, ya no tenían dominio sobre ellos, realmente
habían salido de la oscuridad, era como experimentar un nuevo nacimiento, una
nueva creación: “en otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor”
Efesios 5,8.
Los textos de este domingo dejan ver a Jesús que devuelve la vista; sin embargo,
no todo es color de rosa, no todos alrededor, aun siendo partícipes de la fe en
Jesús, ven las realidades desde Dios. Hay intereses, hay dificultad para creer,
pesan las maneras cuadriculadas y los estándares de la sociedad de consumo para
valorar a los demás; el creyente que se deja seducir por Jesús, también
experimenta resistencias fuera y dentro de la comunidad; frente a esto, la Palabra
de hoy también nos da una certeza importante. Luego de la curación del ciego y de
la polémica de los judíos (también ciegos) por la curación, surge otro encuentro con
Jesús que fortalece la fe de este hombre y deja al descubierto la ceguera de los que
creen ver.
Que resuene fruto de la meditación de esta palabra el salmo 22: “El Señor me
conduce hacia fuentes tranquilas” aun caminando por valles tenebrosos, el
Señor siempre está con nosotros.