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La

¡CALACUERDA!
Publicación de estudios históricos militares de la SHM

Año 3 – N.°16 – Enero-Febrero 2023

ESPECIAL:

UNIFORMES DEL EJÉRCITO ORIENTAL

DE ORIBE EN EL SITIO MONTEVIDEO 1843-1851

ADEMÁS EN ESTE NÚMERO:

El uniforme de Cazadores de la infantería oriental 1881

El Ejército de Chile de preguerra 1860-1879


1
Calacuerda es una publicación de la sociedad de historia militar,
cuyo objetivo principal es el de difundir y divulgar el rico acervo
histórico nacional en esta temática, pero no agotándose en ella,
sino abarcando todos los períodos y regiones del globo.

Como medio a fin a alcanzar esas metas, la Revista Calacuerda


busca construir una base para potenciar la investigación de la
Historia militar argentina y universal. La guerra como hecho hu-
mano no puede estar acotada a la sola descripción de las acciones
llevadas a cabo en un conflicto; la guerra es primeramente un
hecho cultural y, por ende, abarca amplios aspectos que exceden
los propios campos de batalla.

En tanto enfrentados a esta realidad, nuestra publicación pre-


tende abocarse a la investigación histórica desde un marco que
integre las herramientas de la Historia Social, la antropología ,
la museología, etc. De allí que Calacuerda tiene sus puertas abier-
tas a cualquier colaborador que, con una óptica seria vea en
nuestra publicación una herramienta útil para la difusión de su
trabajo. Calacuerda cuenta con un equipo de trabajo que se en-
cargará de evaluar estos trabajos para garantizar la calidad de
estos.

Sociedad de historia militar

Sociedad de historia militar 2


Equipo Editorial NUESTRA PORTADA

Año 3 – Número 16 - 2023 Ilustra nuestra tapa una acuarela de A. Doumic, artista que
formó parte de las tropas sitiadoras en la Banda Oriental. La obra se
denomina “Soldados del Ejército de Oribe en el sitio de Montevideo” y
Dirección y Redacción
muestra la figura típica de la tropa en campaña: los hombres aparecen
Diego Argañaráz retratados con chaqueta azul, chiripá grana, poncho azul con forro grana,
gorra de manga grana (usadas enrolladas sobre sí mismo) con vivos y
cinta con leyendas partidarias.
Consejo de Edición Los montados también van adornados de testeras y moños para
Leonardo Diego Muñoz (SHM Córdoba) las colas en punzó, mientras que las lanzas lucen banderolas rojas. Uno
Miguel Escalante Galain de los soldados a pie, tal vez un miliciano, parece llevar el conocido
Alejandro Millán Seeber sombrero “panza de burra”, por el material con que se lo confeccionaba.
Por último, se divisa en el paisaje, a la derecha, el famoso ce-
rrito de Montevideo.
Sirve esta obra como antesala de la primera parte del concien-
Colaboradores
zudo estudio llevado a cabo por el Lic. Alberto del Pino Menck sobre
Carlos A. Piñero
los ejércitos contendientes en este gran conflicto del Plata. Más allá del
Alejandro Canaval
sitio en sí, la intervención de la Confederación Argentina de Rosas en la
Rodrigo Galeano Banda Oriental fue otro episodio en la larga lucha por la hegemonía en
Diego Alejandro Nuñez el Plata en la que participaron litoraleños, bonaerenses, orientales y bra-
Oscar Turchi Hache (SHM Córdoba) sileños.
Daniel Castiglione
Gabriel Popolizio
Cristián Fernández
Roberto Ávila
Mariano De Nucci

Miembros Honorarios de la SHM


Alberto del Pino Menck
Terry Hooker
John Fletcher

3
ÍNDICE
ENERO – FEBRERO 2023

Nuestra Portada 3

La uniformidad durante el Sitio grande (1843-1851)


1ra. parte 5
Alberto del pino menck

Uniforme de cazadores de infantería


Del ejército oriental 1881 42
Diego argañaráz

El ejército de chile antebellum 1860-1879 49


Diego argañaráz

4
La uniformidad durante el

Sitio grande (1843-1851)

Alberto del pino menck

1851.- Retirada del ejército al mando del general Oribe en el arroyo de la Virgen (óleo de JuanManuel Blanes,
Museo de Bellas Artes “Juan Manuel Blanes”, Montevideo)

Introducción
Hacer una revisión de los uniformes vestidos en el extenso período que se conoce en Uruguay
como Sitio Grande o Defensa de Montevideo (1843-1851), conflicto armado que concluiría con un espe-
ranzado enunciado de “sin vencidos ni vencedores” el 8 de octubre de 1851, es tarea que rebasa nuestras
expectativas de concluirla en plazo breve y en un solo artículo. Por un lado, la cantidad de unidades
organizadas en tan prolongado lapso; por otro, la heterogeneidad de las fuerzas defensoras de laplaza si-
tiada de Montevideo, en contraste con la del ejército sitiador con campo en el Cerrito, y las fuerzas de
operaciones en la campaña de ambos bandos. También es preciso sumar entre los defensores de Monte-
video a legionarios franceses e italianos, así como muchos españoles que, a la postre, dividieron su ardor
bélico entre sitiados y sitiadores; fuerzas de tierra y mar de Gran Bretaña y Francia que actuaron como
beligerantes, apoyando al gobierno presidido por Joaquín Suárez. De la misma manera que actuó el pode-
roso Ejército de Vanguardia de la Confederación Argentina: como aliado del gobierno del Cerrito durante
todo el conflicto. De tal suerte, algunas de sus unidades veteranas y de milicias tuvieron el mismo final
que las comandadas por los jefes y oficiales del ejército de Oribe: integrando cuerpos que al mando del
general Urquiza obtuvieron la victoria en los campos de Caseros el 3 de febrero de 1852.

5
El historiador uruguayo Magariños de Mello detalla de manera exhaustiva muchos pormenores
del uniforme utilizado por las fuerzas al mando del Brigadier General Manuel Oribe, basado en docu-
mentación inédita y, sobre todo, en las disposiciones contenidas en el libro de órdenes del cuerpo del
Batallón “Libertad Oriental”, ya que las relativas al uso del vestuario ocupan parte importante del docu-
mento referido. Destaca el autor citado, el cuidado que merecía el atuendo castrense en el Cerrito, y en
los departamentos de campaña dominados por aquel gobierno, lo cual se imponía como una necesidad
perentoria siempre que las “circunstancias económicas lo permitían”. Junto al armamento, parte principal
de sus gastos militares1
Un aspecto importante que señala Magariños de Mello son las “gruesas partidas de armasy vestua-
rios” que se encuentran documentados en numerosos remitos de Pedro Ximeno, capitán de puerto de Bue-
nos Aires, anunciando su despacho a los puertos del Buceo, Arazatí, Colonia o Mercedes, lo que haría
suponer que el ejército aliado argentino y oriental en suelo uruguayo se proveían exclusivamente de lo
enviado por el gobernador D. Juan Manuel de Rosas, lo cual no es exacto. Muchas de las compras de
vestuario se hacían en territorio uruguayo, con contratos realizados con empresarios radicados en la repú-
blica, así como también eran adquiridas grandes partidas de vestuarios en Argentina, destinadas a las
fuerzas nacionales y pagas con fondos del gobierno del Cerrito.
Otro aspecto innegable es la similitud existente con la uniformidad de las fuerzas del Ejército de
Vanguardia de la Confederación Argentina, lo cual facilito notablemente los suministros de vestuario
durante la guerra, aunque con las peculiaridades propias de carácter nacional, aplicado a las fuerzas del
general Oribe (insignias, divisas, botones, etc.).

Divisas de mando vigentes en el Estado Oriental del Uruguay


Nos parece de orden, dar un ligero repaso de las disposiciones que sobre insignias se dictaron aun antes
de la creación del Estado Oriental del Uruguay, pues estas normas legales sobre uniformidad y distintivos jerár-
quicos, genuinamente uruguayos, rigieron para ambosejércitos enfrentados en la larga contienda aunque, como
veremos, bien notables resultaron ser las diferencias en los vestuarios utilizados por estos en el período 1843-
1851.
De la Guerra de Independencia contra el Brasil había surgido el primer ejército de la República Oriental
del Uruguay, siendo su comando y sus cuerpos constitutivos, todos originados en la campaña de 1825-1828,
aspecto sobre el que escribimos en el año 2014,un capítulo entero dedicado a la participación oriental en aquel
conflicto armado, que a la postre concluyó en la independencia uruguaya2 . Entre los decretos redactados en
febrero de 1829 para la organización del ejército del novel estado, nos interesa reproducir el dictado en la Aguada

1 Magariños de Mello, Mateo “El Gobierno del Cerrito”, Tomo II, p. 795
2Alberto del Pino Menck. Capítulo 11 – Las Fuerzas Orientales, en La Guerra del Brasil, obra colectiva de la Acade-
mia Nacional de la Historia, República Argentina. (inédito).

6
el 26 de febrero por losgeneralesRondeau y Garzón, relativo a “las divisas e insignias particulares”, que distinguían
en sus clases a jefes y oficiales:

Artículo 1º - El Coronel usará charreteras todas doradas, la pala con dos palmas bordadas en realce, hilo de
plata, una estrella en la parte más ancha y más arriba las armas del Estado, lo mismo que las palmas.

El Teniente Coronel, charreteras doradas de un mismo color, dos estrellas blancas bordadas en cada pala.

El Sargento Mayor las mismas charreteras, con diferencia que llevará una sola estrella en cada pala.

El Capitán, una espoleta dorada en cada hombro; teniente, una espoleta id. en el hombro derecho; subteniente
y alférez, la usarán en el hombro izquierdo lo mismo.

2º - Desde la clase de coronel hasta la de subteniente inclusive llevarán faja punzó de seda, con borla de oro
en los extremos.

3º - Todos los jefes y oficiales del Ejército usarán sombrero armado con guarnición dorada, los primeros con
plumas negras a la orilla del ala y los segundos sin ellas.

Este decreto pronto fue modificado por otro del 20 de marzo de 1829 en lo referente a las charreteras
de coronel, al disponerse “serán doradas con dos palmas bordadas de realce, de hilo de plata y tres estrellas
de lo mismo”, quedando también “prohibido a todo oficial desde Capitán hasta Subteniente inclusive, el uso
de presillas en los hombros, debiendo gastar solamente ojetillos para prender las espoletas de los cordones”.
El 9 de octubre de 1832 se designaron los uniformes de los generales del Estado (brigadieres
generales y coroneles mayores), siendo casacas azules con o sin solapa, cuello y vueltas encarnadas con
laurel y roble entrelazado, sombrero galoneado de oro, bandas azul y blanca con borlas de oro y encarnada.
Las charreteras con palas negras y con bordados como la de los coroneles, iguales para brigadieres y coro-
neles mayores, también tuvo largo uso, siendo modificadas recién en 1884 cuando la creación de otras je-
rarquías del generalato, calco de las argentinas contemporáneas.
Las insignias serán tema del decreto del 29 de noviembre de 1832, siendo alteradas las deoficiales de
los cuerpos de línea y de milicias, quedando en vigor el decreto del 26 de febrero de 1829 con respecto a
los jefes:

Los Capitanes de los Cuerpos de Línea y de Milicias usarán dos charreteras de gusanillo de oro. Los Tenientes
una a la derecha y una espoleta a la izquierda; los Subtenientes, vice versa y la banda de unos y otros con
bellota de oro solamente.

Una orden general dictada durante el tercer año del gobierno del general Rivera (29 de marzo de
1833), reglamentó el uso de nuevas divisas de mando para oficiales y clases delejército. En su artículo 3º
disponía:

7
Por este E.M.G. y Comandancia General de Armas, en nota 20 del corriente se elevó a la Superioridad la
siguiente propuesta: Tengo el honor de dirigirme a V.E. haciendo presente que para a los Señores Oficiales de
Línea del Ejército resulte una economía en el gasto de divisas, y que pueden presentarse con un distintivo que
los dé a conocer en cualesquier acto como tales, sería conveniente que la Superioridad se dignase permitir el
uso de los galones de la vuelta de la manga tal como en la República Argentina y sea concedido a los de la
Milicia Activa de Infantería de esta Capital; esto es sólo para cuando no hayan de presentarse de uniforme
riguroso, pues para este caso no podrán llevar otra que la detallada al Ejército, y para el mismo caso sería
aún conveniente y necesario adoptar otras divisas para los Sargentos y Cabos, dejando no obstante a los
primeros las que actualmente llevan para el diario. La de aquéllos pueden ser para los primeros dos charre-
teras cuya pala y fleco de gusanillo sea de seda pero sin esmalte del color de los Cabos del uniforme y para
los segundos una del mismo material que forma a la capona á la izquierda.

Para el Cabo 1 o dos galones de cinta o paño del color de los cabos del uniforme colocados transversalmente
desde la parte inferior del brazo derecho inmediata al codo hasta la orilla de la vuelta de la casaca tirando
para la parte superior del brazo; y para el Cabo Segundo uno solo colocado del mismo modo.

Durante el gobierno del presidente general Manuel Oribe se dispuso, por decreto del 26 de febrero
de 1835, que el bordado de las palas de las charreteras de los coroneles fuera “sobre paño de grana.” Era el
tercer cambio sufrido en el diseño de la divisa de mando de esta jerarquía, manteniéndose este patrón por
muchas décadas en el ejército, hasta ser modificado por imperio del reglamento de uniformes aprobado en
noviembre de 1904.
Otras reformas en el vestuario operadas durante aquel gobierno se dieron en 1835,cuando acordó el
3 de agosto “que los Gefes del Ejército puedan usar también gorro de cuartel de paño azul siendo prevención
que en este caso deberán precisamente llevar presillas, en los hombros de galón de oro de cinco hilos.”; y el
8 de octubre en que, accediendo a la petición de algunos jefes, se permitiera “en los actos que no sean de
servicio el uso de sombrero redondo”.
Con fecha 1º de febrero de 1836 se dictó un significativo decreto, al concederse el uso de vivos
encarnados y cabos dorados a las guardias nacionales, siendo las divisas e insignias,“las mismas de las tropas
de Línea” recordando que, el 20 de marzo de 1829, se había dispuesto que las divisas si bien las mismas que
en los cuerpos de línea, la diferencia sería“que los cabos serán de plata”.

Vestuario del Cerrito (de Margariños de Mello)


Como dijimos, exhaustivo es el análisis que dedica a los uniformes utilizados el historiador Mateo
Magariños de Mello en su monumental obra sobre el gobierno del Cerrito. Según este autor, procurando
encontrar una generalidad en materia de vestuario, el color del uniforme "variaba según se tratase de
uniforme de fajina, ejercicio o parada y según se tratase de oficial o soldado.”3

3 Magariños de Mello, op. cit. p. 796.

8
Pone como ejemplo, una orden del cuerpo del Batallón “Libertad Oriental”, correspondiente al 6
de marzo de 1848, y allí se menciona el uniforme de parada de los oficiales compuesto por chaqueta y
gorra de manga punzó, pantalón blanco; para ejercicio, pantalón y gorra de manga azul. La tropa, de
parada: chiripá azul, gorras y chaquetas de ejercicio. Estando en formación, debían siempre presentarse
de ojotas.4
Para contrarrestar la tendencia de los oficiales de ostentar en forma abusiva bordados yelementos
ajenos a la jerarquía que poseían (Orden del Cuerpo, Noviembre 4 de 1848):

En Corroboración de la Orden de ayer prohibiendo toda clase de bordados y adornos en los uniformes y
gorras, he recibido la Circular que á continuación dice así.

“El Exmo S.or Presid.te dela República Gral, en Gefe del Ejército Brig.r D Manuel Oribe me ha prevenido
con esta fha q.e en lo sucesivo no puedan usar los Gefes y oficiales pert,,es: al ejército Oriental desde el
Abanderado hasta el Coronel inclusive, otro uniforme que aquel que está designado p.a ellos, pudiendo los
de Artillería gastar en el Cuello del uniforme una granada de oro ó plata conforme á los Cabos del Regimiento
- de tres pulgadas de largo y una de ancho; los de Inf.a un ojal bordado de cuatro pulgadas de largo y una de
ancho; los de Caballería una espada y una palma entrelazada, bordada, de cuatro pulgadas de largo y una
de ancho, en la gorra encarnada ó azul que usa el regim.to no llevarán ningún bordado ni mas que el galón
q„e corresponda.

A fin de q.e tenga efecto la anunciada disposición la transmito á V.S. para su cumplimiento.”5

Una circular de enero de 1848, citada por el autor que seguimos, dice lo siguiente:

“Participo á V., dice una circular de Enero de 1848, — para que lo haga saber a quienes corresponda, que
ningún Gefe desde el empleo de Sargento Mayor hasta el de Coronel inclusive, podra usar en los hombros
otras precillas q.° la de galón de Ordenanza y no bordadas, por pertenecer estas al distintivo dé los Señores
Generales del Exto.”6

También en las espadas se limitaban los adornos según resolución del 1º de abril de 1850:

“Ningún Oficial del Batallón podrá usar en formación ni reunidos en corporación las espadas con lamas
doradas ni los tiros bordados de oro, sino es lisos y negros, prohibiéndose asi mismo las borlas de canelón
en las fajas y dragonas, único distintivo que en la actualidad hay en el pais para los Gefes.”

4 Idem: Nota del autor: es muy probable que Magariños haya omitido la descripción del uniforme de la tropa de parada
ya que solo habla de “chaquetas de ejercicio”, “ojotas”, etc.
5 Magariños de Mello, op. cit. p. 796.
6 Ibidem. pp. 796-797.

9
Por la orden del cuerpo del 24 de setiembre de 1847, se dispuso lo siguiente respecto aluso de la
gorra de manga y del vivo del pantalón de los oficiales:

“1º Los SS Ofl.s harán armar las Gorras, de modo que las Gorras caigan al lado izquierdo.

2º Harán arreglar las Chaquetas a su cuerpo, sin variar en lo mas pequeño la forma del vivado del uniforme.

3º A los Pantalones les haran quitar la franja punson y ponerles un vivo del mismo color.

4º Este Uniforme solo se usara cuando se ordene vestir de Parada y nada mas”.7

Capitán de la Independencia Joaquín de Idoyaga, Capitán del Puerto del Buceo. Por
usar el uniformede parada, luce charreteras de su jerarquía, los cordones de Itu-
zaingó prendidos a la charretera por una insignia de diseño inusual y un nudo hún-
garo de tres galones en las bocamangas. (SODRE, División Foto Cine, Montevideo)

7 Ibidem, op. cit. p. 797.

10
Es interesante destacar, con respecto a la imagen anterior de Joaquín de Idoyaga, que los botones
lucen el escudo de armas argentino y que ese curioso nudo húngaro con los tres galones de capitán, es de
uso abusivo y prohibido expresamente por las ordenanzas que eran muy expresivas con respecto a esta
y otras transgresiones a la uniformidad de los cuerpos. Como ejemplo, por la Orden del Cuerpo del 2 de
noviembre de 1848 del Batallón “Libertad Oriental”, que hemos tomado como ejemplo, estableció que:

"ningún oficial del Bat.n podrá usar en el uniforme más adorno que el ojal del cuello y este ha de ser preci-
samente de una pulgada de ancho y cuatro de largo, sin variar en nada el vivado del cuello, peto y boca-
manga. Asimismo prohivo á todos los of.s del B.n usen tanto en las gorras encarnadas como en las azules
ningún bordado ni adorno mas q.e el galón de Ordenanza." 8

Las charreteras son las de ordenanza para su clase y, como detalle curioso, en el ojal del cuello lleva unas
iniciales “D.E.R”, acaso “División Escolta Restauradora”, que ignoramos su significado real.

Disposiciones respecto a uso del poncho


Según se colige de las diversas disposiciones que reglaban el empleo del poncho como prenda de
abrigo del personal militar, su uso estaba rigurosamente controlado en el Batallón “Libertad Oriental”. En
setiembre comenzaba a limitarse a los días de “mucho frío o en días malos.” Lo mismo pasaba a limitar su
empleo solo a los soldados que estuvieran de servicio. A las 8 de la mañana deberían arrollarse y dejarse en
las cuadrasdes del toque de diana, permaneciendo los centinelas con dichos ponchos arrollados a media
espalda, prohibiéndose expresamente, el utilizar el poncho para llevar cargas.9
(Orden del Cuerpo, febrero 15 de 1851) Estaba prohibido “el que ningún Of.l del Batallónsin distin-
ción de clase, se presente en actos de serv.o con ponchos de color, y el de paño de uniforme se lo pondrá
en dichos actos tan solo cuando la tropa vaya con ponchos, y esto será cuando se ordene.” 10
(Orden del Cuerpo, 3 de mayo de 1851) “á los Com.tes de Campo que Ínterin se dé la Orden p.a
q.e el Batallón haga serv.o con los ponchos puestos, no permitirán que ningún Oficial se presente á dar el
parte de las listas de otro modo que en cuerpo, recibiéndoles ellos igualmente p.” dar ejemplo.” 11
(Orden del Cuerpo, Noviembre 1º de 1847) “Los SS. Comand. de Comp. asi como todos los Ofl.s
subalternos, q.e se encarguen de G.a ó puntos en la Linea abansada ó fuera de ella donde sea necesario
quitar las fundas y arrollar los ponchos, lo verificaran siempre q.e el tiempo lo permita, poniendo el fundo

8
Magariños de Mello, op. cit. p. 796, nota 129.
9 Ibídem p. 798.
10 Ibídem p. 797.
11 Idem.
12 Magariños de Mello, op. cit. pp. 797-798
11
del fusil bien doblado en el poncho arrollado,y de modo q.e visto el soldado por la espalda se bea; y todos
con la mayor igualdad.” 129
(Orden del Cuerpo, Noviembre 1º de 1847) “Los Comand.tes de Comp.a no permitirán q.e la tropa
desde esta fha. use los Ponchos por ningún pretesto, disponiendo q.e al toquede Diana arrollen los expresados,
y se cuelguen las Perchas de los Cuadros. 2° Para el Serv.o de Linea asi como p.a el de Campo se llebaran los
Ponchos arrollados a media espalda y si el tiempo estuviere lluvioso ó frio en este caso podran usarlo desarro-
llado y puesto.” 1310
(Orden del Cuerpo, Julio 2 de 1851) “Los Sargentos 1os. Siempre se presentaran con poncho
puesto, tahalí y cinturón encima del poncho, para dar el parte de Diana, Tarde y Silencio”.

Las órdenes del cuerpo hablan de dos vestuarios para la tropa: parada y ejercicio. Es notable, el
esmero puesto en el cuidado y limpieza de ambos vestuarios como se advierte en las disposiciones trascritas
por Magariños de Mello. En este aporte, enumeramos las que nos parece más relevante señalar: el vestuario
se asoleaba frente a las cuadras los días 15 y 30 de cada mes; el lavado de la ropa blanca del vestuario de
parada por las mujeres de la compañía y, luego de planchada, se doblaba y guardaba en cajas, cuidando
hasta el “peinado” de los flecos del calzoncillo; con el poncho puesto debía llevarse por debajo las camisetas
viejas; la camiseta debía llevarse por encima del chiripá; el correaje blanco debía ser propio de cada soldado,
y no el primero que encontrase a mano en la cuadra, siendo pintado periódicamente; en fajina, se recomen-
daba el uso del vestuario viejo y sacarse la camiseta y trabajar en manga de camisa cuando no fuera necesario
el uso de aquella.14
Para culminar esta larga lista de disposiciones, la Orden del Cuerpo del 26 de enero de 1848 habla
del celo que gastaba en su batallón el coronel Lasala en cuanto al vestuario en uso. Al ser además jefe del
estado mayor del ejército, podemos tomar a esas disposicionescomo generales para el ejército del Cerrito:

“1.° Recomiendo alos SS Ofl.s del B.on q.e siempre quese presenten en cualquiera acto de Serv.o, lo hagan
llevando perfectamente bien abrochado el uniforme, y les prohibo que lo verifique mas de otro modo que el
indicado.

2.° Asimismo tendrán cuidado los SS Comd.tes Comp.a espesial cuidado de no presentarme jamas fuerzas
de sus respectivas con la mas pequeña falta de Vestuario o armamento pues que la sola falta de una aujetilla
o el no ir ésta completa es falta bastante grande y por lo cual me entendere directamente con los SS Capi-
tanes por esta omisión.”15

12 Magariños de Mello, op. cit. pp. 797-798


13 ibidem, p. 798.
14 Magariños de Mello, op. cit. pp. 799-800.
15 Ibidem, pp. 798-799.

12
Podemos concluir que los oficiales, según las disposiciones contenidas en el libro de órdenes del
Batallón “Libertad Oriental”, que era de infantería veterana, llevaban estosdos uniformes básicos:

• Para paradas: casaca o chaqueta rojo punzó, gorra de manga rojo punzó, chaleco punzó, camisa de
madrás, pantalón blanco, charreteras y banda.
• Para diario: chaqueta punzó y gorra azul alternando con gorra de manga“punzón”, camisa
de madrás, pantalón o centro azul.

La tropa llevaba vestuario muy distinto al de los oficiales, de los que se distinguía no solo por sus
insignias: para paradas la omnipresente camiseta o chaqueta de paño de la estrella punzó, gorra de manga
(debía caer esta última, por el lado izquierdo), o gorrete y chiripá en paño punzó, prendas interiores,
calzoncillo y camisa. El calzoncillo de flecos, sobresalía debajo del chiripá. El calzado estaba constituido
por la bota de potro o inglesa en las armas montadas; y el zapatón de cuero para la infantería. Para ejer-
cicio y cuartel, la ojota y la alpargata. La prenda de abrigo era el poncho, el cualse llevaba a media espalda
en cuartel o arrollado sobre la mochila en campaña y paradas.También era permitido el uso del chifle de
guampa de vacuno, que debía colocarse del lado derecho.
El correaje estaba adaptado para el armamento de chispa en uso, cruzado, con cinturón con chapa
de bronce, cartuchera y tahalí para la bayoneta de cubo o el machete para sargentos. Por último, la agu-
jetilla, a pesar de que no era prenda del vestuario, estaba asociada totalmente a la camiseta cuando esta
era prenda exterior de la que debía llevarseprendida de un botón, incorporado exprofeso para esa función.
En las órdenes del cuerpo está descripto la forma exacta en que debía serlo.

“Los SS. Comandantes de Compañía entregarán en la Mayoría al día siguiente de salir de Línea todas las
aujetillas y botones en que éstas se prenden del vestuario de parada” “Desde esta fecha, tendrán cuidado
de hacer que las aujetillas de diario vengan prendidasen el botón inferior de la chapa, entregando al efecto
en la Mayoría los botones. (O. del C., octubre 22 de 1847)16 11

La adquisición del vestuario


El autor que seguimos nos habla de importantes remesas de vestuario, según contratos celebrados
con firmas de Buenos Aires como es el caso de una importante adquisición por contrato celebrado el 24 de
octubre de 1844 con la firma de Simón Pereyra de BuenosAires, embarcado por cuenta y riesgo “del Exmo.
Sor. Presidente del Estado Oriental General en Gefe del Ejercito de Vanguardia dé la Confederación Argen-

16 Magariños de Mello, op. cit. p. 797.

13
tina Brigadier D.n Manuel Oribe, en el Bergantín Goleta Nacional Atrevida con destino al Buseo.” El car-
gamento contenía 450 uniformes de oficiales compuestos de chaquetas de paño grana,pantalones de paño
azul con franja encarnada, gorretes de paño grana con galón de oro y calzoncillos de crea, 350 camisas de
hilo y 450 ponchos de paño azul. Para la tropa 7.200camisas liencillo, 7.000 calzoncillos de lo mismo, 7.500
chaquetas de paño grana, 5.600 camisetas de bayeta punzó, 5.100 chiripas, 7.262 gorretes de paño grana y
pañuelos de algodón, 200 mochilas y 10.000 divisas federales. “El monto total del contrato asc endía a
141.492,710 patacones. Esta importante suma fué pagada mediante entregas parciales en metálico y de cue-
ros pesados y valuados. En Noviembre de 1845 el saldo adeudado era de pats. 78.236,650”, señala el histo-
riador.1712
Otros dos proveedores importantes de los primeros años del conflicto (1843-1844) lo fueron los
Sres. José A. Anavitarte y Benito Díaz. También menciona el importante contrato con el Sr. Manuel A.
Acuña que ascendió a $ 112.660, aunque sin mencionar le fecha del mismo, indicando que fue posterior a
agosto de 1844. Se trataba de 200 morriones para oficiales, 208 para músicos, todos de las tres armas, 500
uniformes completos, correaje inclusive, para soldados de artillería, 500 para caballería y 2.000 para infante-
ría. Magariños de Mello encuentra como “único interesante de señalar es que incluían corbatas negras de
paño, botines, espoletas y fundas de hule para morriones.” Además, que el contrato se hizo con propuesta
con muestras que incluían dibujos y una lista de observaciones “minuciosamente detalladas”.
Este contrato según el autor citado se encontraría en el archivo de Don Francisco Lasala,bajo el
título “Orzamento de la importancia de los uniformes encargados p.r el Exmo. Sor.Precidente para el Ejercito
dela República”, y “Obserbaciones p.a la enmienda que deven tener las muestras del Vestuario que presentó
y debe Construir el S. D. Manuel a. de Acuña”. 1813
Encontramos en el Archivo General de la Nación de Uruguay, la descripción que amplia lo publicado
por Magariños porque describe los ítems de que se componen cada lote de uniformes. Como ejemplo, los
vestuarios para 2.000 soldados de infantería comprenden esa cantidadde casacas de paño, pantalones de ídem
y de brin, morriones, espoletas, correajes completos, corbatas de paño negro, pares de botines, camisas y
calzoncillos de lienzo, ponchos de paño y fundas de hule para los morriones.
Las observaciones son realmente interesantes, pues nos proporcionan detalles para agregar a la su-
cinta descripción en las cantidades de ítems que componen cada vestuario:

“Observaciones para la enmienda que deben tener las muestras del vestuario que presentó y debe construir el
Señor Don Manuel A. Acuña.

17 Ibídem. p. 800. Cfr. AGN, Montevideo, Particulares, Archivo de Aquiles B. Oribe, Caja 166, carpeta 4,fojas 28-29.
18 Magariños de Mello, op. cit. p. 804.

14
Las carteras de las casacas de Infantería serán atravesadas y las de artillería y Caballería como las que están
en la muestra.

El cuello y botas de las Casacas de Infantería será carmesí.

En las barras de las casacas de Artillería y Caballería, granadas, y en las de Infantería cornetas.

Las caponas de Artillería, Caballería é Infantería, como la muestra. Los pantalones


más holgados

Los avisperos de las Cartucheras de Caballería serían concepto á 20 cartuchos.

1,000 chapas como la muestra que lleva el talí de Infantería con las letras de relieve: L.O. 1,000 chapas iguales
á las anteriores con las letras: I.O.

El regatón de la vaina de la bayoneta debe ser del largo del dibujo que va en la misma vaina.”1914

Podemos entonces pensar que las fuerzas del Cerrito tuvieron a sus unidades veteranas uniformadas
con vestuario de parada distinto al que hemos visto descripto en las ordenesde cuerpo del Batallón “Libertad
Oriental”. En el caso de la infantería, casaca rojo punzó con vueltas carmesí con carteras atravesadas y cor-
netas en las barras, caponas (que es sinónimo de espoleta) y pantalón de paño y de brin, morrión con funda
de hule, correaje completo, con tahalí de infantería, con vaina de la bayoneta con regatón, y chapa con letras
en relieve “L.O.” (Libertad Oriental) e “I.O.” (Independencia Oriental). Con fecha 28 de mayo de 1848 se
celebró un contrato con don Gregorio Martínez en la Villa de Melo, capital del departamento uruguayo de
Cerro Largo. Era por la confección de 200 uniformes completos para la guarnición de la villa, los que debían
ser construidosde la misma clase y calidad que los hechos para la división del citado departamento. Este
contrato (como suele ocurrir con estos inestimables documentos acompañados deiconografía de época y
restos de prendas) proporciona datos precisos para una reconstrucción adecuada:

Art. 2º.- “Dicho vestuario se compondrá de un poncho de paño de la estrella forrado de bayeta de dos frisas
de 2 ½ varas de largo, una camiseta de bayeta, un chiripá de dos frisas de dos varas de la misma bayeta, una
gorra de paño grana, una camisa de liencillo, y un calzoncillo de lienzo asargado doble con fleco postizo”.

Uniforme para oficial: [ …] se compondrá de Casaca de paño, grana, pantalón azul con vivos – gorra de
manga con galón, camisa de madras fina, calzoncillo de lienzo de tabla y poncho de paño azul, grande al
uso del país, y un pañuelo de seda”.2015

19 Cfr. AGN, Montevideo, Particulares, Archivo de Aquiles B. Oribe, Caja 166, carpeta 4, fojas 32-33.
20 Magariños de Mello, op. cit. p. 805.

15
Todos estos vestuarios fueron recibidos por la fuerza al mando del Coronel Basilio Muñoz y del Co-
mandante Zipitría. Más preciso aún en los detalles de construcción de vestuariofue el contrato realizado en
Salto entre el general Ignacio Oribe y el Sr. Laureno Anaya, cuando el 1º de julio de 1850, ya en las postri-
merías de la guerra, se solicitó la confecciónde 1.435 ponchos de paño de tropa y 100 vestuarios de tropa,
consistentes estos últimos en camisa y calzoncillos de lienzo, chiripá y gorrete de paño de la estrella punzó,
pañuelo de algodón, camiseta de bayeta de dos frisas y divisa blanca. El chiripá, sería de “nueve cuartas de
paño de la estrella punzó, primera clase, para tropa; la camisetade bayeta de dos frisas con cuatro botones,
dos en la cartera y tendrá cada camiseta dos y media varas de bayeta; la camisa y calzoncillos de lienzo asar-
gado, americano, con cuatrobotones aquella que contendrá tres varas de género y este dos y media con fleco
postizo y un botón”.
En el artículo 3.º del contrato, también se detalla con minucia el detalle de la construcciónde los 1.435
ponchos, confeccionados de “paño azul estrella de primera clase, dos varas y media de largo, con forro de
bayeta de dos frisas y su ancho el del paño, orillas del mismo orillo; cuello y cartera punzó de paño con cinco
botones amarillos en esta, ya con las armas de la república ó lisos”.2116

21 Idem. pp. 805-806.

16
Pág. anterior; arriba: tres modelos distintos de divisas usadas en sombreros redondos, gorretes y gorras de manga alter-
nativamente. Abajo, izq.: Un ejemplo de una divisa bordada, que se llevaba cosida en el lado superior izquierdo de las
casacas o chaquetas de los oficiales del ejército sitiador. El lema “Defensores de las Leyes”, debía llevarse obligatoria-
mente sobre tela blanca en el sombrero o en el ojal siendo su uso decretado el 10 de agosto de 1836. Fue adicionado
con la federal durante la campaña de las Provincias Argentinas, en que una fuerte divisiónoriental - compuesta por emigra-
dos que siguieron al presidente Oribe en su exilio a la República Argentina - actuó en carácter de aliada. Der.: Durante el
gobierno del Cerrito, fue común ver el uso simultáneo de ambas divisas - la blanca y la federal – con sus respectivos lemas,
en forma de bordados de formarectangular o en formato circular, donde figuraban representadas en dos mitades, la fe-
deral y la blanca. Los lemas fueron variados: “Mueran los Salvajes Unitarios” o como en el ejemplo: “Confederación ó
Muerte” sobre la federal; y “Defensores de las Leyes” sobre la blanca, en ambas bordadas con letras de imprenta negras.
El 22 de abril de 1845,se reglamentó el uso de los “vivas y mueras” como lemas para encabezar los escritos, siendo que,
hasta entonces, “existió una verdadera anarquía en la materia” (Magariños de Mello, op. cit. p. 1384).

Los uniformes del Cerrito recreados por artistas y uniformólogos

El gran artista uruguayo Don Juan Manuel Blanes (Montevideo, 1830-Pisa, Italia 1901) retrató en un
óleo de escasas dimensiones (0,65 X 0,95 m), que sirvió de portada para nuestro artículo, la “Retirada del
ejército sitiador después de la paz de octubre de 1851”, representando un desfile militar de soldados del general
Oribe en el arroyo de la Virgen. En él, se aprecian con minucia y en miniatura, interesantes detalles de la
indumentaria delos generales, jefes, oficiales y tropa del ejército que, hasta poco antes, asediaba la capitaluru-
guaya.

Arriba, izq. (detalle): Brigadier general Manuel Oribe y coronel mayor Antonio Díaz; ambos generales lucen sombreros de
copa o galeras con las divisas de uso en los cubrecabezas del ejército sitiador: la blanca con el lema “Defensores de las
Leyes” debajo y, encima, la federal encarnada con el lema “Mueran los salvajes unitarios”. Der. (detalle): Coronel Francisco
Lasala, jefe de estado mayor y comandante del Batallón “Libertad Oriental” y teniente coronel Pablo P. Bermúdez, edecán
del general Oribe. Lasala viste sobre la chaqueta de coronel de infantería, un poncho de paisano y un sombrero de alas
color blanco, mientras que, Bermúdez, lleva una chaqueta azul con vivos punzó y, en el cuello, el ojal de oficial de infan-
tería, arma a la que pertenecía, habiendo sido mayor del Batallón Lasala a mediados del sitio. (Juan Manuel Blanes, “Reti-
rada del ejército sitiador después de la paz de octubre de 1851”,detalle, Museo Juan Manuel Blanes, Montevideo)

“Obrita de los primeros años del artista”, tal como la describe José María Fernández Saldaña en
1931, realizada en sus años de vida en el campo sitiador, concluyendo que se trata de un “interesantísimo
documento gráfico propiedad del señor Carlos Mac-Coll.”2317

23 Fernández Saldaña, José M. “Juan Manuel Blanes: Su vida y sus cuadros”, p. 13.

17
Arriba, izq. (detalle): coronel Marcos Rincón, jefe del Batallón “Independencia Oriental”, marcha junto con sus soldados. Der.
(detalle): dos soldados junto a un fogón donde se asa una carne a la usanza criolla, mientras desfilan las unidades que parti-
cipan en la revista militar. (Juan Manuel Blanes, “Retirada del ejército sitiador después de la paz de octubre de 1851”, detalle,
Museo Juan Manuel Blanes, Montevideo).

Tan parco como Fernández Saldaña al ocuparse del óleo en cuestión, Joaquín de Salterain Herrera
escribía que concluida “con alborozo” la contienda en 1851, los “invasores” (refiriéndose sin duda a las
fuerzas rosistas) volvieron a su tierra, “no sin intentar, en su despecho, saquear al pueblo que habían
ocupado (Unión). Blanes los vio desfilar y compuso uno de sus primeros cuadros. Entraba él en recia
juventud de 21 años, empeño por delante de soltar amarras […]” 2418
Se insiste en su carácter de “documento gráfico” en la exposición realizada sobre el artistaen 1941, en
que se la define sin más detalle, de “tela documentaria” que reproduce la retirada luego del convenio del 8
de octubre que declaraba que no había ni vencidos ni vencedores.2519
Alicia Haber dedica una escueta mención en su cronología sobre el artista de marras, confirmando
al parecer que este óleo se realiza en este año, en que se representa “un desfile militar de soldados de Oribe,
en el Arroyo de la Virgen, tal vez su composición militar más antigua. Ya demuestra su interés en plasmar
episodios de la vida política uruguaya, aunque lo hace aún con candor dentro de la composición planista.”2620
En la gran exposición de cuadros de Blanes realizada en el teatro Solís en junio de 1941,se exhibió
un óleo representando a un soldado de línea del ejército sitiador. Culminada en mayo de 1870, la tela (0,37
m x 0,29 m), retrata a un soldado de línea del ejército de Oribe, “centinela avanzando en dirección a la Ciudad
de Montevideo, sitiada desde el mesde febrero en 16 hasta octubre 8 de 1851.” En la descripción del cuadro,

24 De Salterain y Herrera, Eduardo “Blanes. El hombre, su obra y la época.”, p. 16.


25 Ministerio de Instrucción Pública. Comisión N. de Bellas Artes “Exposición Juan M. Blanes. Teatro Solis, pp. 179-
180.
26 Assunçao, Octavio C. et alt. “El Arte de Juan Manuel Blanes”, p. 23.
18
se valoraba su doble valor “artístico y documental”. “Dentro de una vigorosa coloración, sobre el paisajeque
tiene por fondo el Cerrito de la Victoria, donde flamean las banderas del ejército sitiador y se ven las aspas
de un molino, junto a un típico cerro de pitas aparece un soldado de las fuerzas del General Oribe, apoyado en
el fusil de chispa, tocado con el gorro de manga federal y vistiendo el rojo uniforme. ” 2721

Arriba: “Soldado de línea del ejército sitiador” óleo de Juan Manuel Blanes (Museo Nacional de Artes
Visuales, Montevideo, Inv. Nº 3892).

27 Ministerio de Instrucción Pública. Comisión N. de Bellas Artes “Exposición Juan M. Blanes. Teatro Solis, Monte-
video, junio 1941, Montevideo, Impresora Uruguaya S.A., p. 158.

19
Esta obra se presentó en la exposición artística de Madrid de 1886. En 1941 pertenecía, entonces, a la colección
de la Sra. Marta Arocena de Ferrés y, hoy, al Museo Nacional de Artes Visuales, en el Parque Rodó, Ciudad de
Montevideo.

Arriba: Este soldado “mazorquero”, lleva la indumentaria típica de las tropas argentinas en suelo oriental durante
el Sitio Grande, compuestas por gorro de manga en forma de mitra, con la manga recogida del lado izquierdo,
camiseta y chiripá rojo punzó, calzoncillo blanco con flecos y ojotas. Completa el atuendo los correajes de suela
pintados de blanco, con cinturón con chapa de bronce, la cartuchera negra y el fusil de chispa. Al fondo se aprecia
un jinete con similar indumentaria y un campamento, donde ondea la bandera argentina del período federal (Óleo
de Juan Manuel Blanes sobre tela, 39,2 cm. x 30,7 cm., colección privada, Buenos Aires, Argentina).

20
21
En la página anterior, una acuarela del afamado uniformólogo y artista francés Louis de Beaufort,
realizada en 1958; se conserva en una carpeta de acuarelas que contiene uniformes “uruguayos”, desde la
Colonia hasta 1859 (Colección Anne Brown, “Uruguayan uniformes, 1732-1859: Original watercolors”,
cortesía Capitán de Ultramar Rodrigo Galeano).
A la derecha, vemos a un oficial del Batallón “Libertad Oriental” en 1848, en este caso un coronel,
por las insignias, seguramente tomado de la miniatura de Odogerti que representa a Francisco Lasala. Pre-
sentamos nuestra discrepancia en cuanto al cubrecabezas representado (gorra de pastel azul, con borla
dorada, aro con galón de ordenanza y divisas), que no se corresponde con la casaca, charreteras, conde-
coraciones y charreterasque viste en el torso, todos elementos del vestuario de parada. Tampoco el pantalón
azulcon franja encarnada, reservado para oficiales subalternos, debiendo ser pantalón blanco el correspon-
diente en este caso.
La figura del oficial en campaña, representado de espaldas, está inspirado en un grabado de Adolphe
D’Hastrel, sobre el que se ha realizadoalgunas modificaciones (chaqueta con ojal dorado reglamentario de
la infantería, y presillas doradas privativas para los jefes en uniforme de ejercicio y campaña).
Las otras dos figuras están basadas en el óleo de Blanes de pequeñas proporciones, que hemos co-
mentado anteriormente, y que representan a un tambor mayor con una gorra de manga blanca y cayendo
sobre la derecha (la ordenanza decía que debía caer sobre la izquierda), chaqueta rojo punzó con alamares,
botones y charreteras doradas, correaje blanco, chiripá rojo punzó y calzoncillo cribado blanco; y a un sol-
dado con vestuario de parada, todo rojo punzó, con gorrete en lugar de gorra de manga, mochila de cuero y,
sobre ella, el poncho de color azul arrollado.

Izq.: la acuarela de Louis de Beaufort, reali-


zada en el año 1952, representa a un lancero
de la caballería del ejército del general
Oribe en 1844, con poncho de paño azul con
forro de bayeta rojo punzó y chiripá y gorra
de manga en forma de mitra. Está entera-
mente basada en la acuarela litografiada de
N. Doumic, representando a soldados de
Oribe en 1844, que se conserva en el Museo
Histórico Nacional de Buenos Aires (de la
que presentamos en la portada). Destaca-
mos que la borla de la gorra de manga Beau-
fort la presenta en su reconstrucción en co-
lor blanco y que el lema de la divisa, común-
menteen color negro, en ambas acuarelas,
se presenta en rojo (“Colección Anne
Brown, Láminas del Ejército Argentino rea-
lizadas por Louis de Beaufort Vol. 2, desde
la guerra con el Brasil hasta aproximada-
mente 1900”, cortesía Capitán de Ultramar
Rodrigo Galeano)

22
Arriba: estas acuarelas de Don Francisco Ferrer y Llull (izquierda: Sinopsis Gráfica de la Historia Militar del Uruguay”, p. 28;
derecha, detalle ampliado: Colección Anne Brown, Uruguayan uniformes, original watercolors,cortesía Capitán de Ultramar
Rodrigo Galeano), con la ligera variante de que unade las representaciones lo muestra con el collarín y chaleco rojo mientras
que la otra en color negro y blanco respectivamente. Las reconstrucciones de Ferrer Llull están basadas en una de las estu-
pendas planchas en cera que se conservan en el Museo Histórico Nacional, obra de Horacio Berta, y de las que se realizaron
en la década de 1930, generando apenas 60 copias por lo de su extrema rareza. Debemos observar que, en el dibujo original
de Horacio Berta, las vueltas (collarín y bocamangas) están representados en color mordoré distinto del resto de la chaqueta
que es rojo punzó.

23
Pág. anterior, abajo: acuarelas de Don Francisco Ferrer y Llull representando a la izquierda a un Tambor Mayor en 1843 y, a
la derecha, un oficial de caballería en 1848 (Sinopsis Gráfica de la Historia Militar del Uruguay”, páginas 24 y 30). Ignoramos
el origen de estas reconstrucciones del uniformólogo español. Las mismas no coinciden con las láminas de Horacio Berta que
se custodian en el Museo Histórico Nacional de Montevideo.

Arriba: planchas en cera en el MHN de Montevideo, por Horacio Berta; “Iconografía del Cerrito de la Victoria. Época de la Guerra
Grande 1843-1851, Montevideo 1934”, tiraje de 60 copias, Serie 2, pág. 28: “Soldados del Ejército Sitiador de Montevideo”. De
izquierda a derecha: soldado de caballería: Camiseta, chiripá, pañuelo, gorra de manga y banderola rojo punzó, divisa blanca con
el lema “Defensores de las Leyes”, calzoncillo blanco con cribo, vuelta de la camiseta rojo mordoré, bota de potro color marrón.
Soldado de infantería en uniforme de ejercicio, compuesto de chaqueta azul de la Estrella, cuello y bota carmesí (mordoré), chiripá
punzó, calzoncillo blanco cribado, correaje blanco, gorrete punzó con divisa blanca. Soldado con gorra de manga y chaqueta rojo
punzó, poncho azul con flecos de colores.

24
Arriba: “Capitán del Ejército de Oribe”, acuarela de Emilio Regalía (1939). Viste un uniforme compuesto por chaqueta, chiripá
y gorra de manga. Es notable la conjunción de prendas criollas y militares que luce este oficial, en donde se mezclan con un
apero lujoso, todo enchapado en plata, con estribos de campana, una rastra en lugar del cinturón militar de donde penden
los tiros del corvo, rebenque, calzoncillo con hermoso cribo y espuelas de plata. Son singulares el uso de tres galones en
escuadra así como los tres galoncillos que recorren toda la manga en lugar del vivo usual de casimir blanco. Esta acuarela
estuvo muchos años exhibida en la Fortaleza de Santa Teresa, hasta su traslado a su repositorio actual (Museo Militar “18
de Mayo de 1811”, Montevideo, Uruguay).

Izq.: boceto utilizado por Regalía, donde se


aprecia la técnica del artista que era el uso
decuadricula para ampliar o disminuir el di-
seño (Colección Carlos B. Menck y Carlos
M. Menck Freire, hoy Colección Alberto del
Pino Menck).

25
Arriba: acuarela de Alfredo César Sansón sobre uniformes del ejército sitiador, en Uniformes Militares-Ejército Sitiador de Mon-
tevideo,Departamento de Estudios Históricos del Estado Mayor del Ejército, Uruguay, ex colección del Sr. Rivera Travieso.

26
Arriba: acuarela de Alfredo C. Sansón, teniente coronel de infantería en uniforme de parada (Historia del Uniforme, Dpto. de
Estudios Históricos EME, Uruguay).

27
Arriba: acuarela de Alfredo C. Sansón, oficial de infantería en uniforme de campaña (misma fuente).

28
Arriba: acuarela de Alfredo C. Sansón, infante del Ejército de Oribe en 1843, de uniforme de parada (misma fuente).

29
Arriba: acuarela de Alfredo C. Sansón, infante del Ejército de Oribe en 1845, de uniforme de campaña (misma fuente).

30
Arriba: acuarela de Alfredo C. Sansón, oficial del Ejército de Oribe en 1843, en campaña (misma fuente).

31
Arriba: acuarela de Alfredo C. Sansón, soldado de la Guardia Nacional en 1845 (misma fuente).

32
Arriba: acuarela de Alfredo C. Sansón, músico de infantería con chinesco o sombrerito chino, en 1845 (misma fuente).

33
Arriba: acuarela de Alfredo C. Sansón, tambor de infantería en 1845 (misma fuente).

34
Iconografía del Cerrito – miniaturas y daguerrotipos
Diversos artistas rivalizaron en el período de la Guerra Grande para representar pictóricamente a
los jefes y oficiales de los ejércitos enfrentados. Una expresión artísticade uso entre los jefes y oficiales que
pudieran costear aquellos retratos durante el período del Sitio Grande, fueron las miniaturas. Realizadas so-
bre pergamino o marfil, pintadas con preciosismo y detalle, en que la representación del personaje, al menos
en los casosseleccionados, se reduce al rostro, siempre descubierto, y a la mitad del torso, donde lucen
condecoraciones, insignias y el azul o el rojo punzó de los uniformes reglamentarios, todo guardado en
artísticos estuches metálicos dorados. Hecho a una escala muy menor e intimista, a diferencia de un óleo de
grandes o medianas proporciones, lo que da a esa técnica un preciosismo singular y una excelente referencia
iconográfica del vestuario en uso. Podemos hablar sobre todo de un “miniaturista”: Juan Secundino Odogerti
(Montevideo 1804-1859), de ascendencia irlandesa, alumno de Juan Manuel Besnes e Irigoyen y de Caye-
tano Gallino. De intensa actividad en el Río de la Plata, sus retratos, señala Fernández Saldaña, se caracte-
rizan por la “gran precisión de puntillado y esa transparencia especial que se logra únicamente en labor de
primera intención, sin cansar el marfil sobre el cual se pinta.”
En etapa bien temprana en el Río de la Plata (1840), el daguerrotipo, reciente invento de Daguerre y
Niepce en Francia, vino a quebrar esa hegemonía que mantenía la pintura. Al decir de Carlos Vertanessian,
parafraseando a José Luis Borges, el tiempo detenido en un espejo. La técnica del daguerrotipo, “especie del
ser fotográfico” distinta de cualquier otra forma, con un soporte constituido por una placa de bronce, cubierto
por finísima capa de plata en una de sus caras, pulida manualmente y sensibilizada con yodo o bromo para
hacerla sensible a la luz. Es sobre esta superficie que se fijará la imagen captada por la cámara luego del
revelado, la placa se encapsula y se sella bajo vidrio. El resto será elegir un marco adecuado para hacer más
bello y duradero al daguerrotipo. 2822

El daguerrotipo de la siguiente página, erróneamente catalogado en su repositorio actual como per-


teneciente a Don Pedro Golfarini, nos, muestra magníficamen te retratado por Amadeo Gras, al Coronel de Ca-
ballería Juan Ángel Golfarini, nacido en Villa de Guadalupe, Banda Oriental, y padre del afamado médico
uruguayo del cual lleva el nombre una calle de la Ciudad de Buenos Aires. Viste chaqueta rojo punzó toda
envivada de blanco, con presillas sobre los hombros, distintivo de los jefes cuando no ostentaban sus charre-
teras. En el cuello, un laurel y un sable cruzados, distintivo de su arma y , en el pecho, un pasador con las
divisas usadas por los oficiales orientales del Ejército de Oribe, alternando con otros lemas: la federal “Fe-
deración ó Muerte” y la blanca “Defensor de las Leyes” (Museo de la Ciudad de Buenos Aires Brigadier
Cornelio Saavedra, MS 16.416 (cortesía Ing. Gabriel Vertanessian).

28 Vertanessian, Carlos “Colección de daguerrotipos, ambrotipos y ferrotipos”, p. 85.

35
Siendo teniente coronel, Golfarini fue edecán del Presidente Oribe a la vez que su secretario de
confianza y emigró a Buenos Aires en 1838. Eximio jinete, viajaba por las provincias argentinas con dos
caballos adiestrados por él (“Malacara Grande” y “Malacara Chico”), con los que acompañaba a Rosas en
los juegos de equitación en Palermo. Soldado valiente, fue herido de bala, lanza y sable según relata su
biógrafo Magariñosde Mello, distinguiéndose en las batallas de Carpintería (R.O.U., 1837, donde nacieron
las divisas blanca y colorada) y Quebracho Herrado o Quebrachito como también se conoce a ese combate,

36
“siendo aclamado en esta última, como el salvador de la vida del General Don Manuel Oribe” al ser boleado
el caballo de éste. Golfarini, quedó por muerto en esa oportunidad, “herido de un hachazo en la cabeza, dos
heridas de arma blanca en la ingle y un balazo en la pierna derecha.” Por su arrojada actuación en esta acción,
fue ascendido a coronel. En Uruguay fue nombrado comandante general del Norte del Río Negro y, después,
comandante general de Canelones, en carácter de comandante de la guardia nacional de aquel departamento
donde había nacido.

Arriba, izq.: coronel Francisco de Lasala y Oribe, Jefe del Estado Mayor General del Ejército y del Batallón “Libertad Oriental”,
miniatura de Secundino Odogerti, que perteneció a la colección del Arquitecto Francisco Lasala Álvarez. Reproducido por Mateo
Magariños de Mello en su obra “El gobierno del Cerrito 1843-1851”, Tomo II. En las preciosas miniaturas de Odogerti, se aprecia
varias minucias como ser los cordones de plata, otorgados por el gobierno de las Provincias Unidas por el triunfo de Ituzaingó
a los oficiales participantes en aquella batalla, las charreteras doradas con canelones gruesos, con palas de paño rojo sobre las
que van bordadas en realce tres estrellas plateadas tal como disponía el decreto de 1832, la casaca punzó toda envivada de
blanco y en el cuello, el ojal bordado en oro, que indicaba su pertenencia al Arma de Infantería.Los botones de la casaca dorados
con el escudo de armas de la República Oriental del Uruguay. Las dos medallas que ostenta en el pecho pueden ser las otorgadas
por su participación en Sauce Grande y en Quebrachito, en las que según Magariños de Mello fue condecorado con las acuñadas
en oro. Der: teniente coronel Marcos Rincón, Jefe del Batallón “Defensores de la Independencia Oriental”, miniatura de Secun-
dino Odogerti en la colección del Sr. Floro Rincón. Misma fuente que la anterior. En la miniatura, apreciamos varias caracterís-
ticas similares a la anterior obra de Odogerti, como ser los cordones de plata de Ituzaingó, aunque dispuesto de manera distinta,
las dos medallas mencionadas, las charreteras doradas con canelones gruesos, aunque con palas doradas con las estrellas que
denotan su jerarquía menor que la de Lasala al llevar dos estrellas plateadas sobre campo dorado, tal comodisponía el decreto
del 26 de febrero de 1829, la casaca punzó toda envivada de blanco y en el cuello, el ojal bordado en oro, distintivo del Arma
de Infantería. También dos medallas similares a las ostentadas por Lasala y de origen desconocido. Quizás se trate de las mismas
condecoraciones mencionadas. Además,lleva el broche de metal dorado con distintivo bicolor representando las divisas federal
y blanca con sus lemas conocidos, distintivo usual en los oficiales orientales.

37
Arriba, izq.: coronel Juan Barrios (Museo Histórico Nacional, Montevideo), miniatura, presumiblemente realizada por Secundino
Odogerti del destacado comandante de la Guardia Nacional de caballería de Maldonado. En el cuello lleva el distintivo de su arma:
una espada y una palma entrelazada, bordada, de cuatro pulgadas de largo y una de ancho. Las charreteras son las reglamentarias
para los coroneles uruguayos, con grandes canelones de oro. Der.: teniente coronel Guillermo Muñoz, jefe del Batallón “Restaura-
dores Orientales”, miniatura anónima, acuarela sobre marfil, 6,6 X 5,2cm, MHN 5253, Museo Histórico Nacional, Buenos Aires,
Catálogo 2019, p. 69, cortesía Ing. Carlos Vertanessian. En esta miniatura de autor desconocido, apreciamos características similares
a las obras anteriores, como ser los cordones de plata de Ituzaingó dispuesto como en el caso del retrato de Lasala, las charreteras
doradas con canelones gruesos con palas doradas con las estrellas que denotan su jerarquía de teniente coronel como es el caso de
Rincón, la casaca punzó toda envivadade blanco y en el cuello, el ojal bordado en oro distintivo de su pertenencia al Arma de Infantería,
así como el distintivo bicolor de tela con las divisas federal y la blanca con sus lemas característicos, encerrado en un broche metálico
dorado, y los cordones plateados para oficiales otorgados por el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata por haber
participado en laBatalla de Ituzaingó. Muñoz fue oficial de una de las baterías del regimiento de artillería al mandodel coronel Iriarte
el 20 de febrero de 1827.

Abajo, pág. siguiente, izq.: Rafael Zipitría, miniatura al óleo sobre marfil en estuche de madera ebanizada.(10,6 x 12,7 x 1,3 cm,
ex Colección Schulkin, MHN 3968, Muestra daguerrotipos, Museo Histórico Nacional, Casa de Rivera, Montevideo, diciembre
2019). El teniente coronel graduado Rafael G. Zipitría, del Escuadrón de Orientales de la Florida, División del Coronel Basilio
Muñoz, integrando el ejército de operaciones al mando del General Urquiza. Perteneció al 3.° Escuadrón de la Guardia Nacional
de Caballería entre 1844-1850. Luce una casaquilla azul oscuro o chaqueta del mismo color, toda envivada de rojo y, sobre los
hombros, las presillas de galón dorado de su grado de jefe. Por usarchaqueta de ejercicio o de diario, no usa charreteras de
mayor sobre los hombros, reservada para parada y gala. Der.: capitán Hilario Pin (1804-1870), ayudante del Presidente General
Manuel Oribe,miniatura de Odogerti. Los colores son rojo punzó con botón dorado, vivos blancos, divisas blanca (izquierda) y
federal(derecha) con lema desconocido. El ojal bordado en oro en el cuello indica que pertenece al Armade Infantería.

38
Piezas originales

Observamos arriba unos gorretes de oficial y de soldado del Ejército de Oribe; el de oficial (apenas
visible en la fotografía a la izquierda), lleva un galón dorado recortado que descansa debajo de la manga
recortada del gorrete; este tipo de cubrecabeza era una adaptación del “bonnet de pólice” francés, evolucio-
nado desde las propias gorras de manga galas de las primera década del siglo XIX (Museo Histórico Nacio-
nal, Casa de Rivera, Montevideo, fotografía cortesía Sr. Mauricio Montiglia).

39
A la izquierda una “Gorra de manga de oficial del Ejército de Oribe” y, a la derecha, “Gorra de manga de
soldado del Ejército de Oribe”. La borla faltante, debía ser dorada en el caso del oficial y de lana blanca, en
el caso del soldado, según lo que señala la iconografía (Museo Histórico Nacional, Casa de Rivera, Monte-
video, fotografía cortesía Mauricio Montiglia). En algunos tipos de gorras, como un ejemplar en el MHN
de Buenos Aires, el borde inferior llevaba un filete de cuero, para evitar el desgaste de la prenda.

Bibliografía

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de Beaufort, L.; Colección Anne Brown, Láminas del Ejército Argentino Vol. 2, desde la guerra con el Brasil hasta
aproximadamente 1900, cortesía Capitán de UltramarRodrigo Galeano.

de Beaufort, L.; Colección Anne Brown, Uruguayan uniformes 1732 -1859, cortesía Capitán de Ultramar Rodrigo Ga-
leano.

del Pino Menck, A.; “Los uniformes de la Patria”, en El Soldado, revista del Centro Militar, edición especial, 200 años
del Ejército Nacional, Año XXXVI, Nº 180, mayo 2011, Montevideo, 2011, pp. 131-151.

de Salterain y Herrera, E.; “Blanes. El hombre, su obra y la época”, Montevideo, Impresora Uruguaya S.A., 1950.

Fernández Saldaña, J. M.; “Juan Manuel Blanes: Su vida y sus cuadros”, Montevideo,Impresora Uruguaya S.A., 1931.

40
Ferrer Llul, F.; “Sinopsis Gráfica de la Historia Militar del Uruguay”, Montevideo,Barreiro y Ramos, 1975.

Ferrer Llull, F.; Colección Anne Brown, Uruguayan uniformes, original watercolors, cortesía Capitán de Ultramar
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Berta, H.; “Iconografía del Cerrito de la Victoria. Época de la Guerra Grande 1843-1851”, Montevideo, 1934. Plan-
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Magariños de Mello, M.; “El Gobierno del Cerrito”, en Colección de Documentos Oficiales emanados de los poderes
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Fuentes documentales

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Archivo General de la Nación, Montevideo – Fondo Particulares – Archivo de Aquiles

B. Oribe, Caja 166, Carpeta 4, originales fragmentarios de su obra “Cerrito de la Victoria”, vestuario y ar-
mamento, fojas 28-33.23

23

41
Uniforme de los cazadores a pie

Del ejército oriental 1881

Diego argañaráz

La guerra contra el Paraguay supuso una dura prueba para la infantería oriental; luego de las graves acciones
de 1866, a partir de entonces la mayoría de las bajas comenzaron a ser cubiertas con prisionero paraguayos, de
manera que, para diciembre de 1869, al retorno de la “División Oriental” sólo volvieron a su patria unos 250 efec-
tivos de un plantel inicial de dos mil hombres. También, a finales de la década de 1860, comenzó en la Banda
Oriental un ciclo de guerras civiles; ya en 1870, apenas finalizada la gran contienda contra el Paraguay, estalló la
denominada “Revolución de las Lanzas” encabezada por el caudillo del Partido Blanco Timoteo Aparicio, que
enlutaría durante dos años al país.
La paz celebrada en 1872 no sirvió para estabilizar la situación y, en 1875, a la par que se sucedían varias
sublevaciones contra el gobierno, en octubre de ese año estallaría otra revolución, llamada la “Tricolor” (por llevar
como divisa la bandera de 1825). Sería rápidamente aplastada gracias al accionar enérgico del Ejército, gestado
desde el Ministerio de Guerra bajo el Cnl. Lorenzo Latorre, veterano del Paraguay.
Como se dijo, la experiencia bélica contra las huestes del mariscal Solano López había mostrado a la nueva
generación de oficiales orientales tanto la orgánica y accionar de otros ejércitos como, sobre todo, la renovada
primacía de la infantería en los escenarios de guerra rioplatenses. Luego de acabar con la mencionada revolución
Tricolor a finales de 1875, la infantería fue reorganizada y los 9 batallones de Cazadores existentes, por decreto del
11 de marzo de 1876 fueron reducidos, siendo disueltos los batallones N.°6 y N.°7, mientras que el 8.° pasó a ser el
N.°6. Su distribución territorial obedeció a tratar de controlar aquellos departamentos donde el Partido Blanco ejer-
cían la jefatura política; por ello, en Montevideo, como base de apoyo para el gobierno, estuvieron de guarnición
los batallones de Cazadores 1.°, 2.° y 5.°, listos para actuar contra los departamentos de San José, Florida y Cane-
lones. Mientras, en Paysandú se hallaba el 4.° de Cazadores para intervenir en Tacuarembó y Salto, si bien no
distritos blancos, sí fronterizos al brasileño estado de Rio Grande, tradicional santuario de aquellos en caso de revés.
En Soriano, en tanto, se acuartelaba el Bón. N.°2, a mano de Durazno, San José y Colonia.
Para 1880 la infantería formaba con las siguientes unidades:

UNIDAD Jefes Clases Tropa


y oficiales
Bón. N.°1 de Cazadores 22 77 227
Bón. N.°2 de Cazadores 22 98 290

42
Bón. N.°3 de Cazadores 27 86 279
Bón. N.°5 de Cazadores 28 105 485

La estructura de los batallones era de una plana mayor y 4 compañías de fusileros, siendo muy importantes
las bandas lisas con tambores, cornetas y los músicos: el 5.° batallón contaba en 1880 con 40 músicos, además de
4 tambores y 4 cornetas. El armamento era de fusiles Remington Rolling Block que, según la Ley del 8 de mayo de
1876, era de uso exclusivo del Ejército; El Remington M1871/78 se fabricó para Uruguay por la firma Francotte,
de Liega (Bélgica), bajo licencia estadounidense. Recamarado para cartucho de 11 mm era muy similar al Mod.1868
Egipcio; también se adquirieron partidas del Mod.1871/74 norteamericano de la firma Springfield y del español
Mod.1871, producido por la firma hispana Oviedo.

De arriba abajo: fusil Remington estadounidense Mod.1871, de la firma Springfield; y fusil Remington Español Mod. 1871. El norteameri-
cano fue de las primeras remesas adquiridas por el gobierno oriental en 1875.

Uniformes
La influencia francesa en la moda militar rioplatense se había hecho sentir desde las primeras décadas del
siglo XIX, acentuándose hacia mediados de siglo. En el caso que nos ocupa, el estilo de Chasseurs a pied recién
comenzó, según aportes del Lic. Alberto del Pino Menck, una vez iniciada la guerra contra el Paraguay, cuando los
orientales tuvieron contacto con las tropas argentinas, cuya infantería de línea se vestía siguiendo virtualmente la
ordenanza francesa de 1860. Para 1866-1867 los infantes de línea orientales comenzaron a utilizar pantalones bom-
bachos, polainas y pantorrilleras de cuero. Ya con el reglamento de 1872 se oficializaría de forma definitiva este
corte de uniforme que, por otro lado, seguiría en uso con variantes hasta la primera década del siglo XX.
El reglamento de 1881 que nos afecta impondría un estilo aún más lujoso y exuberante si cabe a los ves-
tuarios de la infantería. Para gala o parada (Art.82 del reglamento), la tropa debía llevar una chaquetilla de paño
azul oscuro con cuello, vueltas y peto verdes, todo vivado de mordoré (barbarismo para el rojo encarnado o punzó),
cornetas de metal en el collarín, botón blanco con el número de la unidad, charreteras de lana verdes. Bombacha

43
color “lacre”, polainas de casimir blanco y zapatos. El morrión era de cuero o cartón forrado de paño mordoré,
banda superior verde, guarniciones de charol, escudo con el número del cuerpo y carrilleras de latón, penacho verde.
Los correajes serían de cuero negro charolado, mochila de cuero de vacuno nonato, maletín de cuero de yaguar,

Arriba: portada del Reglamento de 1881; tendría vigencia hasta 1886.

remates o “galletas” del maletín en rojo con el número del batallón, guantes blancos. Como detalle curioso, según
el Lic. Pino Menck, para gala las bombachas se llevaban almidonadas, lo que producía un sonido particular cuando
los hombres marchaban.

44
45
Pág. anterior: soldado de Cazadores (según el autor, basado en el Reglamento y las reconstrucciones de Alfredo Sansón).
Muestra el elegante traje de gala de la infantería oriental. Esta moda “a la cazadora”, imitación de la ordenanza francesa de
1860 y que tendría pocos años de vigencia en su país de origen por lo poco práctico del vestuario, fue adoptada por la mayoría
de los ejércitos sudamericanos (e incluso norteamericanos, tanto en México como en los Estados Unidos, allí por algunas
unidades federales durante la Guerra de Secesión); tendría una larga vigencia, permaneciendo en uso con ligeras variantes
hasta finales del siglo XIX y principios del XX (por ejemplo, en Argentina, las bombachas se abandonaron recién a partir del
Reglamento de 1896). Nótese algunas variantes con respecto al reglamento: los botones amarillos en vez de blancos como lo
estipulado, y el remate de la maleta. Este infante va armado con un fusil Remington M1871 belga, con sable bayoneta.

El traje de diario o campaña (Art.86) debía ser de la misma chaquetilla, sin el peto, bombacha negra y gris
(esto probablemente quisiera decir que estas eran de paño mezclilla negro y gris, lo que daría una tonalidad gris
oscuro) con dos franjas verdes a los costados, envivadas de encarnado, polainas de brin, pantorrilleras con guarni-
ción de charol; quepí encarnado con aro verde, número del batallón al frente, funda blanca. Como abrigo capote
negro y gris, cuello y vueltas verdes envivados de mordoré.
Los oficiales debían contar con tres ordenes de uniforme, a saber gala, parada y diario. Para los jefes (co-
ronel, teniente coronel y sargento mayor) el primero era de casaca con divisa verde, vivos encarnados, botón e
insignias oro, elástico como cubrecabeza, pantalones “lacre”; para parada también casaquilla, pero con morrión. De
diario el reglamento establece levitas de cierre cruzado con iguales divisas, además de enumerar sin un orden par-
ticular (Art.67) todas las posibilidades de prendas autorizadas para los jefes, esto es levitas de cierre recto, levitones,
polacas (saco de cierre cruzado), quepíes, polí (birretes), blusas y capas. Los oficiales subalternos seguían la misma
ordenanza de casacas y elásticos para grandes ceremonias, levitas con peto y morriones para parada y, de diario,
levitas rectas, cruzadas, polacas, blusas, quepíes, birretes, capas con caperuza, etc.
También el reglamento estipulaba los uniformes de parada para personal de banda y músicos (Arts.84 y
85), similares al resto de la tropa, diferenciándose los tambores y cornetas por llevar penachos blancos de cerdas en
los morriones. Los músicos tenían sus morriones con aro verde y guarnición de galón de plata, como chapa una lira
y penacho verde y blanco de plumas. Sin embargo, nada se comparaba a los soberbios trajes de los gastadores
(Art.83) o “hacheros”, de los que sólo los batallones 1.° y 5.° contaban entre sus filas. Sus uniformes de gorras de
piel y mandiles de yaguar han sido analizados en profundidad por Pino Menck en el Nro.3 de esta revista, por lo
que recomendamos su consulta.
Si bien como se dijo esta moda se mantendría por más de treinta años, ya para 1886 habría cierto recato en
las ordenanzas, volviéndose a un vestuario más “sobrio”.

46
Arriba: en primer plano, capitán de infantería en uniforme de parada, según el Reglamento de 1881 (por A. Sansón, cortesía de
A. del Pino Menck). En recuadro, teniente coronel en orden de parada 1881-1886 (por A. Sansón).

47
Bibliografía
del Pino Menck, A.; “Los uniformes de la Patria”, en Revista El Soldado. Revista del Centro Militar. Edición 200 años del
Ejército Nacional, Centro Militar, N.°180, Montevideo, 2011.

Inspección del Arma de Infantería, “La infantería a través de la historia”, en Revista El Soldado. Revista del Centro Militar.
Edición 200 años del Ejército Nacional, N.°180, Centro Militar, Montevideo, 2011.

Ejército Nacional, Historia del Ejército. República Oriental del Uruguay, Departamento de Estudios Históricos del Estado
Mayor del Ejército, Montevideo, 2000.

Otero Mera, A.B., Olivero Orecchia , J.M.; Una breve historia del uniforme en el Ejército Nacional, Departamento de Estudios
Históricos del Estado Mayor del Ejército, Uruguay

Otero Mera, A.B., Olivero Orecchia, J.M.; “Una breve evolución del armamento en el Ejército Nacional”, en Libro Bicentenario
del Ejército Nacional 1811-2011, Departamento de Estudios Históricos del Estado Mayor del Ejército, Uruguay (inédito).

Fuentes documentales
Reglamento para el uniforme, divisas e insignias del Ejército y Marina de la República Oriental del Uruguay. Aprobado por
decreto de 23 de septiembre de 1881, Imprenta a Vapor, Montevideo 1881.

48
El Ejército de Chile antebellum

1860-1879

Diego Argañaráz

Introducción
Reseñaremos en este trabajo el estado del ejército chileno en los prolegómenos del gran conflicto del Pací-
fico de 1879-1884. Se verá entonces su organización a nivel institucional y estructural, tácticas, uniformes, etc.,
de manera tal de tener una representación de cómo llegó el aparato militar chileno a la guerra.

La década de 1860
El ejército chileno inició su camino a la profesionalización luego de la revolución liberal de 1859; fra-
casada en los fáctico, el movimiento resultó triunfante en el plano político, ya que significó el fin de la hege-
monía conservadora en el gobierno chileno. Una de las razones principales del malogrado movimiento fue,
precisamente, que no pudo lograr el apoyo de los militares o evitar que intervinieran.
Para 1860, pasado el estado de guerra y por motivos económicos, se determinó que el Ejército estuviera
compuesto por 3.250 plazas; no obstante, nuevas reducciones de reclutas y la reorganización de los regimientos
de caballería motivaron que, por otra ley de junio de 1861, la estructura fuera la siguiente:

UNIDAD PLAZAS
INFANTERÍA
Bón. Buin 1.° de Línea 400
Bón. N.°2 de Línea 400
Bón. N.°3 de Línea 400
Bón. N.°4 de Línea 400
Bón. N.°7 de Línea 400
CABALLERÍA
Rgto. de Cazadores a Caballo (2 escs.) 286
Rgto. de Granaderos a Caballo (2 escs.) 286

49
ARTILLERÍA
Rgto. de Artillería (3 baterías) 484
INSTITUTOS
Escuela Militar 37

Para este período, la mayoría de las fuerzas sirvieron de


guarnición en la frontera araucana con fines de ocupación y control
del territorio. Los batallones servían en ese teatro a través de un
sistema de rotación. A fin de complementar esta tarea y renovar los
equipamientos desgastados durante la revolución del cincuenta y
nueve, en 1863 arribaron a Valparaíso 2.500 fusiles rayados, 500
fusiles con sable bayoneta, 800 carabinas, 500 pistolas de caballe-
ría, 1.000 sables y cientos de correajes. El buen resultado del arma-
mento adquirido motivó que se solicitaran nuevas remesas al año
siguiente y, a su vez, esto dio paso a la creación de escuelas de tiro
en todas las unidades, especialmente en la artillería e infantería.
También en 1864 se creó el departamento de Ingenieros
Militares con, entre otras tareas, supervisar el estado de las fortifi-
caciones portuarias, por entonces en pésima situación. En parte
para solucionar este problema, en septiembre de 1865 se intentó
levantar una Brigada de Ingenieros de a 2 compañías, pero ese
mismo mes, por motivos económicos, se vetó la medida.
La Escuela Militar en sentido estricto no estaba bajo la ór-
bita del Ejército, ya que era una dependencia del gobierno. En un
principio contó con un plan de estudios sumamente exigente, ins-
pirado en el colegio militar francés de Saint Cyr, pero la escases de
medios y las condiciones de los alumnos obligaron a variarlo por
un plan más modesto.

La guerra contra España


Este breve conflicto de signaturas imperialistas aunó a Perú,
Chile, Bolivia y Ecuador frente a las exigencias de España, si bien
sólo los dos primeros países tuvieron una participación militar en
la confrontación.

A la izq.: fusilero de infantería de Línea, de parada c.1860 (por el autor);


sigue los lineamientos de la ordenanza de 1852 que, como la mayoría de
los Estados de la región, mamaban de la moda militar gala.

50
En 1862 España envió una escuadra al Pacífico con el fin público de realizar una visita de cortesía a las
repúblicas americanas, cuando en realidad no era otra cosa de que una temprana “diplomacia de cañoneras”, ya
que veladamente el comandante de la expedición llevaba instrucciones de respaldar los reclamos por deudas
económicas en el Perú, al tiempo de que no se debía tolerar amenaza o acción alguna contra los inmigrantes
españoles en aquel país. La primera parte de la travesía se sucedió normalmente, siendo bien recibidos los
buques españoles a su paso por El Callao, siguiendo luego hacia California. Pero, entonces, ocurrió una disputa
civil menor entre colones españoles y peruanos que dejaron como saldo, lamentablemente, un muerto en ambos
bandos; el hecho fue enormemente exagerado en España y se usó como argumento para urgir una respuesta al
Perú. El gobierno español tuvo el poco tino de que su enviado gozara de un título que rememoraba las viejas
jerarquías coloniales, por lo que el Perú se negó a recibirlo de manera oficial (aunque sí extraoficial). La res-
puesta española fue la ocupación militar de las islas de Chincha en abril de 1864, al tiempo que la e scuadra era
reforzada desde Europa con nuevos buques.
En enero de 1865 el Perú se avino a todas las exigencias planteadas por España, pero a poco estalló una
guerra civil que desautorizó lo acordado, mientras que Chile se solidarizaba con el Perú rechazando la ocupación
de las islas. Si bien el gobierno chileno se presentó fuerte frente al español, por otras vías buscab a una solución
diplomática al diferendo. Esto no obturó que la escuadra española pasara a decretar el bloqueo de los principales
puertos chilenos y que se desatara, entonces, una serie de encuentros navales de variada fortuna y que incluyó
el bombardeo, el 31 de marzo de 1865, del puerto de Valparaíso. El último encuentro antes del retiro de los
buques españoles (que no la solución del conflicto, que se daría recién en 1871) fue el combate del 2 de mayo
de 1866 en El Callao, donde la escuadra europea entró en duelo por más de 6 horas contra las baterías de la
fortaleza y terrestres, levantadas por los peruanos para la acción.

Arriba: “Valparaíso, Chile, durante el bombardeo por el almirante Méndez Núñez”, óleo de William Gibbons c.1870, Museo
Marítimo Nacional, Chile. Se puede observar a la izquierda, el incendio de los almacenes de la aduana y, un poco más abajo,
lanchas cañoneras españolas. A la derecha, en el grupo de tres buques, el inferior es la fragata blindada a vapor española
Numancia. Sobre las laderas, los habitantes de Valparaíso son testigos del ataque.

51
Este conflicto fue de carácter naval, por lo que la intervención del ejército chileno en el mismo se dio
con la participación de compañías suelta de infantes a bordo de los buques, a manera de infantería de marina.
Para 1865 la fuerza del ejército permanente era de aproximadamente 2.700 hombres, mientras que la Guardia
Nacional formaba con 23.000 infantes, 16.400 de caballería y un millar de artilleros. Ante el conflicto, se reor-
ganizaron y crearon varios cuerpos de línea, quedando la infantería fuerte de 9 batallones (1.° al 4.° de Línea,
7.°al 11.° de Línea), 2 regimientos montados y la artillería dividida en varios destacamentos.
Otras de las consecuencias del conflicto contra España fue que se reveló la necesidad de fortificar el
importante puerto de Valparaíso, tarea que se encargó al pequeño cuerpo de Ingenieros Militares. Las baterías
que existían eran inútiles y sólo funcionaban a fin de realizar las salvas de cumplimiento en galas y ceremonias.
En julio de 1866 se ordenó la edificación de 10 baterías equipadas con cañones de hierro; sin embargo, las
fundiciones autóctonas carecían de la capacidad para afrontar el pedido, por lo que se tuvieron que fundir piezas
de bronce. Para el año siguiente los trabajos estuvieron casi completos, estructurándose la defensa de la plaza
en unos fuertes exteriores para cubrir la boca del puerto, otros fuertes de reserva como segunda línea y defensa
de la ciudad de Valparaíso y los arsenales, y una serie de fuertes y baterías de flanco en prevención de intentos
de desembarcos. Para 1868 las baterías estuvieron terminadas; su dotación era de 128 piezas de a 600, 450, 300,
200, 120, 100, 68 y 60 libras de variados sistemas de avancarga: británicos Low Moore lisos de hierro, norte-
americanos Parrott y Rodman rayados de hierro, Backley británicos y algunas piezas de bronce de producción
local. El servicio de las baterías estaba a cargo del Bón. de Artillería de Marina, unidad creada en 1866 para el
servicio en los buques de la escuadra y en las fortificaciones.

El Ejército en la frontera
Luego de la retirada de la escuadra española, por razones de gasto se redujeron primero las plazas de
los batallones a 400 hombres, mientras que en mayo de 1867 se decretó la disolución de los batallones 9.° y
11.° de Línea, cuyos restos pasaron de guarnición a la frontera araucana. Ese mismo año, por otro lado, se
incorporaría al ejército permanentemente el Bón. 8.° que, hasta entonces, había actuado como batallón de gen-
darmes, dependiente del Ministro del Interior.
En 1868 comenzaron los estudios y aprontes para constituir una nueva línea de fronteras al sur del río
Bío-Bío, lo que conllevó la autorización para el aumento de plazas del Ejército. Así, en agosto de ese año los
batallones 1.°, 2.°, 3.°, 4.° y 7.° de Línea aumentaron hasta los 636 hombres, a la par que el Rgto. de Cazadores
a Caballo sumaba un tercer escuadrón. En tanto, a principios de 1868 había sido disuelto el Bón. N.°10 de Línea
y el 8.° quedó reducido a 3 compañías con la denominación ahora de Brigada de Toltén (villorrio de pescadores
sobre el río homónimo, en la Araucanía). Según el conjunto de modificaciones, para 1868 la organización y
plazas del Ejército era la siguiente:

52
UNIDAD EFECTI- GUARNICIÓN
VOS
Bón. Buin 1.° de Línea 569 Santiago
Bón. 2.° de Línea 555 Chiguaihe
Bón. 3.° de Línea 509 Collipulli, Peralco, Curaco, Mulchén
Bón. 4.° de Línea 516 Angol
Bón. 7.° de Línea 568 Cañete, Purén, Ouidico
Brig. de Toltén (ex 8.° de Línea) 299 Toltén, Queule, Boldos, Collico
Rgto. de Cazadores a Caballo 352 Angol, Santiago, Huequén
Rgto. de Granaderos a Caballo 280 Mulchén
Rgto. de Artillería 642 Santiago, Fuertes de la Frontera, Valparaíso, Valdivia
Escuela Militar 25 Santiago

La década se cerró con el estableci-


miento de un reglamento para Estado Ma-
yor en campaña, con el objetivo de encauzar
diversas deficiencias en la “gestión” de las
fuerzas militares a la luz de los últimos con-
flictos internos y exteriores. El EM en cam-
paña estaría formado un general o coronel,
nombrado por el Ejecutivo, con el empleo
de Jefe del Estado Mayor; un coronel o te-
niente coronel en el empleo de ayudante ge-
neral, 3 sargentos mayores como primeros
ayudantes y 6 capitanes o tenientes como
ayudantes segundos. La tarea del EM era la
realizar las inspecciones correspondientes
acerca del estado de fuerza del Ejército, el
material con que se contaba, la disposición

Der.: “Plano de Arauco y Valdivia con la designación


de la antigua i nueva línea de Frontera contra los In-
dios”, 1870, Sala Medina, Biblioteca Nacional, Chile
(fte.: www.memoriachilena.gob.cl).

53
de fortificaciones, municiones y formar el plan de batalla en caso de acción.
Dado el costo de mantener en activo a las fuerzas en la frontera, también se disminuyó la fuerza autori-
zada de los batallones 2.°, 3.°, 4.° y 7.° de Línea a 600 hombres; con las plazas así disponibles se aumentó, por
otro lado, a la Brigada de Toltén que, entonces, recuperó su entidad de Bón. 8.° de Línea.

Reclutamiento
El método de reclutamiento para el Ejército no variaba demasiado de otras experiencias en la región. Se
trataba de un sistema combinado de alistamiento voluntario y forzoso. Para el primero se establecía el requisito
de tener entre 16 y 40 años, ser robusto y apto físicamente, de no menos de 1,50 m estatura; el enganche era por
cinco años, renovables por otros dos adicionales. En cuanto al reclutamiento obligatorio era por contingentes y
destinados por las autoridades correspondientes de cada distrito; no obstante, a diferencia, por ejemplo, de Ar-
gentina, el reclutamiento forzoso no parece haber tomado un afán persecutorio como en el Plata. Esta mayor
dependencia del voluntariado, junto con la escasa atracción económica del servicio militar, a pesar del aumento
de sueldos decretado a finales de 1871, representó una constante carencia de reclutas para el Ejército, lo que
obligaba a alistar a personal no idóneo, física ni moralmente.
En la segunda mitad de la década de 1870para hacer más atractivo el servir bajo bandera, se redujo el
tiempo de servicio para los voluntarios, que pasó a 2 o 3 años, renovables por común acuerdo.

Arriba: Bón. 2.° de Infantería de Línea, de guarnición en Valparaíso, c.1860 (en Historia del Ejército de Chile, T. IV). Se
observa que la tropa lleva levitas rectas mientras que, los oficiales, las llevan de cierre cruzado.

54
La década de preguerra
Para 1872, el Ejército aún enfocado en la pacificación de la Araucanía, contaba con las siguientes fuer-
zas:

UNIDAD EFECTI- GUARNICIÓN


VOS
Bón. Buin 1.° de Línea 386 Frontera
Bón. 2.° de Línea 390 Frontera
Bón. 3.° de Línea 389 Frontera
Bón. 4.° de Línea 388 Frontera
Bón. 7.° de Línea 371 Valparaíso, Santiago
Rgto. de Cazadores a Caballo 402 Santiago, la Frontera
Rgto. de Granaderos a Caballo 275 Frontera
Rgto. de Artillería 638 Frontera, Valparaíso, Santiago

En octubre de 1871 se había disuelto finalmente el Bón. 8.° de Línea, mientras que se tomaron medidas
para ayudar a la instrucción de los hombres bajo bandera, creándose ese mismo año un Escuela Elemental para
educación primaria en Santiago. Poco después, también en Santiago, se creó en un cuartel de milicias , el del
Bón. Cívico N.°1, una Escuela de Música Militar destinada a jóvenes de 12 a 18 años que sirvieran en el personal
de banda de los cuerpos permanentes y de la Guardia Nacional.
Ante la escases de reclutas que no llegaban a llenar la fuerza autorizada para el Ejército de línea, en
1874 se instituyó en Chillán una Comisión de enganche que, sin embargo, rápidamente se mostró ineficaz para
cumplir su tarea, dados los factores antes mencionados (falta de atracción del servicio, mejores oportunidades
laborales en la sociedad civil, rechazo a la disciplina y obligatoriedades, etc.). Al año siguiente la Comisión fue
disuelta al no cumplir los objetivos planteados.
Para 1876, de los 3.100 hombres del Ejército, dos tercios se hallaban sirviendo en la frontera , mientras
que el resto estaban de guarnición en la capital, poco más de 800, en Valparaíso 169 y un centenar virtualmente
en el fin del mundo: en la zona del estrecho de Magallanes.
En 1877 los batallones 1.°, 2.°, 3.° y 4.° de Línea fueron disminuidos p ara recortar gastos, pasando de
6 a 4 compañías, mientras que el Bón. 7.° fue disuelto y sus hombres pasaron a formar el Cuerpo de Zapadores,
con la tarea principal de estar afectado a las obras públicas en la zona de colonización en la frontera: reparación
de caminos, puentes, líneas telegráficas, etc. Los constantes recortes económicos incluso llevaron a nivelar hacia
abajo el sueldo de los artilleros, hasta entonces Arma privilegiada en el Ejército.
Para 1878, luego de las continuas reducciones de plazas, la fuerza del Ejército era la siguiente:

55
UNIDAD EFECTIVOS GUARNICIÓN
Bón. 4.° de Línea 304 Santiago
Rgto. de Artillería (destacamento) 217
Rgto. de Cazadores a Caballo (2 escs.) 283

Bón. N.°2 de Línea 169 Valparaíso


Rgto. de Artillería (destacamento) 183

Bón. Buin 1.° de Línea 302 Alta Frontera


Bón. 3.° de Línea 300
Bón. de Zapadores 334
Rgto. de Cazadores a Caballo (1 esc.) 121
Rgto. de Granaderos a Caballo (2 escs.) 230

Bón. 2.° de Línea 152 Baja Frontera

Esto hacía un total de 2.595 efectivos, cantidad insuficiente para el desafío que significaría el conflicto
que debería afrontar. El Ejército carecía de un departamento organizado de intendencia, bagajes o sanidad; como
positivo, la mayoría de las tropas eran veteranas del servicio en la frontera y en las constantes escaramuzas con
los mapuches en la Araucanía. El cuerpo de oficiales contaba con unos 400 hombres, de los cuales un centenar
estaba a cargo del entrenamiento de las milicias cívicas, otro ocupando oficinas administrativas y los restantes
200 al frente de las tropas permanentes.

Un Ejército para la guerra: 1879


Al estallar el conflicto en 1879 el gobierno dispuso la concentración en el norte de las unidades de
guarnición en la frontera, de manera tal de formar la base para el “Ejército de Operaciones”. La custodia de la
Araucanía quedó en manos de los Cívicos movilizados.
Se consideró que, para llevar adelante con visos de triunfo la etapa inicial de la campaña, serían nece-
sario un componente terrestre de por lo menos 15.000 hombres. Este ingente incremento a partir de una fuerza
de menos de 3.000 hombres motivó una serie de medidas de emergencia para llenar las filas; en primer lugar,
se procedió a extender despachos de capitanes y tenientes a jóvenes de las clases acomodadas con el fin de
dedicarlos a la instrucción básica de los nuevos reclutas, de manera de poder destinar a los oficiales veteranos
al teatro de operaciones. Se procedió a que sargentos que cumplieran los requisitos mínimos ascendieran a
subtenientes y se llamó nuevamente a filas a oficiales en situación de retiro. Estando la Escuela Militar cerrada

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desde 1876, se apeló al patriotismo de aquellos exalumnos con estudios avanzados al momento del cierre para
que retomaran el servicio.
Toda esta serie de medidas condujo, a fines de facilitar la ya de por sí compleja tarea y evitar la disper-
sión de esfuerzos, a aunar en un solo mando la Inspec-
ción General del Ejército y a la Inspección General de
la Guardia Nacional. Para la instrucción de la Guardia
Nacional se habilitó la contrata de oficiales retirados o,
incluso, civiles con algún conocimiento castrense com-
probable, de manera tal de no sustraer a los oficiales
con experiencia del Ejército en campaña.
En marzo se ordenó que el Bón. 4.° de Línea
sirviera en función de batallón depósito, entrenando e
instruyendo a los reclutas para sus propias filas y para
los otros batallones del Ejército. Cada piquete de reclu-
tas quedaría bajo el mando de un ayudante (subteniente
o teniente), encargado de la instrucción y administra-
ción de altas y bajas de los reclutas. También se ascen-
dieron a soldados curtidos en la guerra de la frontera y
con aptitudes suficientes para cubrir los grados de ca-
bos y sargentos. Incluso se tentó atraer a los licencia-
dos de las unidades de inválidos, con recomendacio-
nes, para servir como instructores.
La necesidad constante de tropas llevó a que se
fueran creando nuevos cuerpos de línea; así, el 6 de
marzo se ordenó levantar un batallón permanente de a
4 compañías en la capital, con recluta que fuera arri-
Arriba: teniente de infantería de Línea, de parada c.1860-
bando de las provincias. Se denominó Bón. “San- 1865 (en Revista de Historia Militar, Nro.6, Dpto. de Histo-
ria Militar, EM del Ejército de Chile).
tiago”. A finales de ese mes, el 26, el gobierno decretó
la elevación a regimientos de a 2 batallones de a 4 com-
pañías a los batallones de línea existentes. Cada compañía debía formar con capitán, teniente, 3 subtenientes,
sargento 1.°, 6 sargentos 2.°, 6 cabos 1.°, 6 cabos 2.°, 4 cornetas o tambores y 126 soldados.
El mismo día también se ordenó que a partir de la 2.° compañía de la 2.° batería del Rgto. de Artillería,
de guarnición en Antofagasta, se creara una Brigada de Artillería de a 2 compañías, como cuerpo autónomo del
Arma. Esta unidad serviría de núcleo, luego, para la constitución del Rgto. de Artillería N.°2.
Dos días después, el 28 de marzo, se ordenó la creación de un 4.° Escuadrón en el Rgto. de Cazadores
a Caballo y, el 3 de abril, se elevó a regimiento de a 2 batallones de a 4 compañías al Bón. de Artillería de

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Marina, unidad naval que, sin embargo, estuvo profundamente implicada en las operaciones terrestres de la
guerra. Así, para mayo de 1879, el Ejército permanente constaba de las siguientes unidades:

INFANTERÍA PLAZAS DECRETADAS


Rgto. Buin 1.° de Línea 1.200
Rgto. 2.° de Línea 1.200
Rgto. 3.° de Línea 1.200
Rgto. 4.° de Línea 1.200
Rgto. Santiago 1.200
Rgto. de Zapadores 800
CABALLERÍA
Rgto. Cazadores a Caballo 424
Rgto. Granaderos a Caballo 212
Esc. Carabineros de Yungay 240
ARTILLERÍA
Rgto. de Artillería 365
Brig. de Artillería de Antofagasta 110

Este sería el Ejército que operaría en la primera fase de la guerra, remontado con premura, pero relati-
vamente bien equipado, aunque sin la instrucción completa acorde a las necesidades que pronto revelaría la
campaña.

La Guardia Nacional
A pesar de que se había presentado al Congreso un proyecto de ley para reglamentar la organización y
estructura de las milicias en 1854, nada se obró, siquiera en los conflictos civiles e internacionales. En 1866, en
el marco del enfrentamiento contra España, la Guardia Nacional contaba con 27.000 infantes, 17.400 jinetes y
1.400 artilleros. Al igual que en otras milicias americanas, la fuerza cívica tenía un tiempo establecido de ser-
vicio, en este caso doce años, período en el cual oficiales y tropa tenían la obligación de : presentarse en las
paradas, instruirse una vez por semana y hacer el servicio de centinela. Tampoco podían ausentarse de su lugar
de residencia sin autorización; los cargos de oficiales estaban acotados a las clases acomodadas, mientras que
la tropa estaba constituida por la clase baja urbana y rural.
Desde 1871 hubo un descenso continuo de los efectivos de la Guardia Nacional: mientras que en el año
citado el total de cívicos era de más de 54.000 hombres, para 1877 se había dado un decrecimiento de alrededor
de un 60 %, con sólo 18.000 cívicos activos. Esto fue causado por la reestructuración de la infant ería y la

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disolución de la mayoría de los cuerpos de caballería en 1871, que pasaron de 21.700 a 4.100 en 1872 y a 1.100
en 1873.
Para 1878 sólo prestaban servicio menos de 7.000 cívicos en los diversos cuerpos de cada Arma:

INFANTERÍA EFECTIVOS
Brig. Coronel 184
Brig. Lota 154
Bón. Los Ángeles 456
Bón. Nacimiento 443
Bón. Mulchén 337
Bón. Angol 210
Brig. Collipulli 180
Cía. Tijeral 100
Bón. Mocopulli 315
Bón. Ancud 565
CABALLERÍA
Esc. Antuco 139
Esc. Santa Bárbara 326
Esc. Mulchén 185
Esc. Angol 214
Esc. Cañete 370
ARTILLERÍA
Brig. Caldera 131
Brig. Coquimbo 265
Brig. Constitución 487
Brig. Tomé 276
Brig. Talcahuano 286
Brig. Lehu 206
Brig. Toltén 103
Brig. Corral 73

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La infantería estaba armada con los fusiles desechados por el Ejército de Línea, una mezcla variopinta
de fusiles de avancarga transformados a retrocarga. La caballería sólo contaba con mayoría de lanzas y sables
y, la artillería, de cañones de bronce lisos, muchos no aptos para el servicio.
Con el estallido del conflicto, sin embargo, una ola de entusiasmo recorrió el país, lo que posibilitó un
incremento descollante de la Guardia Nacional, con los lógicos problemas con respecto a su aprovisionamiento
e instrucción. Las unidades que se fueron creando fueron divididas en dos categorías: la Guardia Nacional Mo-
vilizada, que serviría en ultramar junto al Ejército de Línea en campaña; y la Guardia Nacional Estática, que
permanecería en Chile cubriendo las tareas típicas de los cívicos, en particular en la frontera.
Para mediados de 1879, las unidades de guardias movilizados eran las siguientes:

UNIDADES EFECTIVOS ENCUADRE


INFANTERÍA
Rgto. Valdivia 1.200 Ej. del Santiago
Rgto. Lautaro 1.200 Ej. de Santiago
Bón. Valparaíso 338 Ej. del Norte
Bón. Bulnes 486 Ej. del Norte
Bón. Navales 637 Ej. del Norte
Bón. Chacabuco 606 Ej. del Norte
Bón. Andes 600 Ej. de Santiago
Bón. Atacama 600 Ej. de Santiago
Bón. Carampangue 600 Ej. de Santiago
Bón. Pudeto 600 Ej. de Santiago
Bón. Cazadores del Desierto 600 Ej. de Santiago
Bón. Angol 200 Araucanía
Brig. Malleco 60 Araucanía
Piquete de Cívicos 60 Araucanía
CABALLERÍA
Rgto. Cívicos de Caballería 200 Araucanía
ARTILLERÍA
Brig. de Artillería de Coquimbo 300 Ej. de Santiago
Brig. de Artillería de Caldera 150 Ej. de Santiago
Artillería movilizada 1.200 Ej. de Santiago

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Para finales de ese 1879, la Guardia Nacional nuevamente llegó a contar con más de 49.000 hombres
bajo bandera; de estos, los Movilizados conformaron 2 regimientos y 19 batallones de infantería, y 3 escuadro-
nes de caballería. Su organización interna era similar a los cuerpos permanentes y su equipamiento estaba a la
par que el resto del Ejército, armados la mayoría con fusiles Gras M1874 y Comblain II. Las milicias pasivas
constaron ese año de 35.000 hombres en diversas unidades de las tres Armas.

Tácticas
Al igual que los ejércitos de la región, comparando con otro de los conflictos ejes para el posterior
proceso de formación estatal sudamericano, esto es la Guerra del Paraguay, para la década de 1860 el Ejército
de Chile se hallaba en la transición entre las formaciones cerradas en línea y columna de la primera mitad del
siglo, con las nuevas tácticas de formaciones abiertas producto del desarrollo de la tecnología armamentística,
en particular durante de la Guerra de Secesión norteamericana: esto es la armas de retrocarga y de tiro rápido.
Para finales de la década de 1860, el Ministerio de Guerra chileno enumeró las obras de estudio aprobadas por
el organismo para la instrucción de oficiales y tropa, entre otros la Táctica de Artillería (traducción de Le Secq
Crepy por el Cnl. Justo Arteaga, 1848), Táctica de Artillería (por Tcnl. Antonio de la Fuente, 1854), Táctica de
Infantería (Cnl. graduado José María Silva Chávez, 1867), Elementos de Artillería (por el Tne. Salustio García
Videla, de 1867).
En concreto, la infantería, que era el Arma principal, más allá de la preminencia de la artillería, siguió
utilizando tácticas francesas tomadas del reglamento galo de 1862. En este se hacía énfasis en el poder de fuego
de la línea, lo necesario de la instrucción de las guerrillas de tiradores, así como en el ímpetu necesario en toda
infantería para resolver situaciones tácticas con el empuje de una feroz carga a la bayoneta. Se buscaba, por
ende, un difícil equilibrio entre las maniobras de la vieja escuela y las de la nueva.
Un conflicto que llamó particularmente la atención de los militares chilenos fue la Guerra Franco-pru-
siana: allí se evidenció la decadencia de las formaciones en masa de batallón y las valientes cargas de caballería
frente a las armas de tiro rápido con mayor alcance y precisión. Sin embargo, la cercanía temporal de esa guerra
con respecto al conflicto que se avecinaba en el Pacífico no permitió dilucidar ni implementar las lecciones
surgidas del mismo.

Armamento
Chile se dedicó, como el resto de la región dada la carencia de una base industrial, a adquirir su arma-
mento y otros equipamientos militares en el exterior, en particular en Europa. Así fue con las remeses arribadas
a sus costas en la década de 1860, como se dijo más arriba, compuesta por fusiles rayados; incluso se tuvo la
posibilidad para 1866 de armar a los Cívicos con armamento de percusión.
No obstante, la verdadera homogenización se inició en los primeros años de la década de 1870, con la
llegada de los fusiles Comblain Mod.II: se trataba de un fusil monotiro a retrocarga de origen belga, que dispa-
raba cartuchos con vaina metálica y calibre 11 mm. El mecanismo de disparo era por cerrojo levadizo con
guardamonte-palanca similar al de las carabinas norteamericanas Sharp; tenía un peso de poco más de 4 kg. En
1873 llegaron 8.000 fusiles Comblain II, junto con 1.500 carabinas Winchester Mod.1873 y 1.000 sables para

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Arriba: fusil belga Comblain II Mod.1871 con bayoneta yatagán. Este fusil monotiro de retrocarga vino a homogeneizar el arma-
mento portátil del Ejército chileno tempranamente, arribando las primeras remesas en cantidad en 1873 y 1874. Su introducción
no estuvo exenta de problemas, que fueron solucionados antes de la guerra. El estallido de aquella, sin embargo, motivó que se
adquirieran otros tipos para suplir a la vasta cantidad de reclutas.

caballería, además de 2 baterías completas (12 piezas) Krupp de montaña M1873 L/21, otros 4 cañones de
campaña Krupp M1867 L/25 y 6 ametralladoras Gatling.
De inmediato los nuevos fusiles probaron su valía, en tal medida que en la Memoria del Ministerio de
Guerra y Marina de 1874 se afirmaba que el papel de las Armas había cambiado con el adelanto tecnológico: la
caballería estaría ahora limitada a pequeños encuentros y a servir en tareas de exploración y descubierta, mien-
tras que el protagonismo correspondía a la infantería equipada con fusiles de tiro rápido, apoyada de cerca por
la artillería rayada de retrocarga. En 1875 se adquirieron otros 4.000 Comblain II y 16 de cañones Krupp de
campaña M1873 de 87 mm con todo su atalaje y municiones.
No obstante, los fusiles comenzaron a presentar algunos problemas, como la fragilidad de su baqueta,
la mala calidad del sable-yatagán y, lo más importante, que la recamara presentaba problemas cuando se hacía
fuego con cartuchos de fogueo y reales. Estas críticas motivaron el estudio de otros fusiles de ordenanza euro-
peos, pero se llegó a la conclusión de que ningún otro presentaba una mejora destacable por sobre el Comblain.
Finalmente, a partir de 1876 se pudo subsanar el problema con los cartuchos adquiriendo munición de mejor
calidad en Bruselas y Alemania. Por esos años, también se adquirieron partidas del fusil a cerrojo Gras
Mod.1874, modificados para disparar el mismo cartucho que los Comblain. Estas adquisiciones posibilitaron ir
relegando de servicio una variopinta mezcla de fusiles modificados a retrocarga.
Para 1878 estaban en servicio activo en las unidades de infantería alrededor de 2.0 00 Comblain II, 800
carabinas Winchester en la caballería y la artillería y una 400 Spencer también entre los montados. En tanto, en
la Maestranza General de Artillería, especie de depósito de armamento, había en sus arsenales unos 400 Com-
blain sin uso, 900 Chassepot, 3.000 fusiles transformados Sneider, 2.000 fusiles rayados de avancarga nuevos,
600 usados, 600 fusiles Enfield, y otro millar de armas de diverso tipo y estado.
En la segunda mitad de la década de 1870 se pudo probar la artillería de acero Krupp, quedando los
oficiales del Arma ampliamente satisfechos, en tal medida que se solicitó a la superioridad que aconsejara al
gobierno homogenizar la artillería con piezas de la firma alemana. Los recortes presupuestarios evitaron que se
adelantase algo; incluso, la tropa no pudo instruirse los suficiente con las piezas. Los equipos de sirvientes
recibieron como arma personal carabinas de repetición Winchester, como la caballería.

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Arriba: cañón Krupp Mod.1873; este modelo estaba basado en las lecciones aprendidas durante el conflicto contra
la Francia imperial, aplicadas a los anteriores modelos M1861 y M1864. Esto, junto con la excelente calidad del
acero germano hizo de las piezas de la firma Krupp la prima donna de la artillería para la mayoría de los ejércitos
del mundo atlántico de la época.

La caballería estuvo equipada con las citadas carabinas Winchester M1866 y M1873 en calibre 44-40,
de fuego anular, así como, al principio de la campaña, con carabinas Spencer de calibre .52, adquiridas en 1867.
Los sables eran del estilo francés M1839 para caballería ligera.

Uniformes
Como el resto de los estados de la región, Chile estuvo influido por la moda militar francesa, que tuvo
particular preponderancia durante el auge del Imperio de Napoleón III, pero que continuaría aún tras la debacle
gala en 1871.
El primer uniforme establecido en el período que nos ocupa fue el del decreto del entonces presidente
Manuel Montt del 29 de abril de 1852. Esta fue la primera ordenanza reglamentaria y general del Ejército de
Chile y permaneció vigente, con algunas modificaciones en 1854 y 1858, hasta el nuevo reglamento de 1878.
En 1862, se aprobó por decreto la importación desde Francia de más de 3.000 ve stuarios siguiendo la ordenanza,
que comenzaron a entregarse al año siguiente.
Entonces, para principios de la década de 1860 el vestuario de cada arma era el siguiente:

Infantería: para gala morrión forrado de paño, levita de paño azul, con divisa grana, botón amarillo, charreteras
de lana encarnadas, corbatín de suela, pantalones grana, zapatos de cuero de becerro. Para diario un quepí grana
con banda celeste, número del cuerpo al frente en latón, chaqueta azul con solo vivo grana al cuello, pantalón

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Arriba: a la izq., sargento mayor de artillería, en campaña 1869; en diciembre de ese año se autorizó a los ofi-
ciales en campaña, en particular en la frontera, el uso de levitas abiertas de estilo naval, corbatas y chalecos de
paño blanco, sombreros de paja o hule con los distintitos correspondientes (no visibles aquí, que serían cañones
cruzados de bronce). A la der., teniente del Bón. 2.° de Línea, en traje de diario o cuartel, c.1865 (por el autor,
según reconstrucciones de Julio Berrios Salazar y reglamentos de época).

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grana, zapatos, blusas y pantalones de brin para verano, capote azul como abrigo. El número del cuerpo se veía
en la chapa del cinturón, en el cuello de la levita y en el morrión.

Cazadores a Caballo: para gala morrión al es-


tilo de los Chasseurs d´Afrique, de copa grana
con banda verde, vivos amarillos y fiador de
cuero; casaca corta de paño azul con cuello, vi-
vos y barras verdes, vueltas azules con vivo y
carterita verde de tres botones, peto verde en
una cara y azul de la otra, botón blanco con cor-
neta en relieve, cornetas blancas bordadas en
los faldones, charreteras verdes, pantalón grana
con galón verde, medias botas. Para diario ca-
saquilla similar a la anterior, pero de cierre de-
recho, quepí grana con banda verde y corneta
blanca al frente, blusas de paño azul.

Granaderos a Caballo: morrión grana con


banda azul, casaquilla azul con cuello, barras y
vivos grana, vuelta azul con vivo y carterita
grana de tres botones, botón blanco con gra-
nada en relieve, peto grana de una cara y azul
de la otra, charreteras grana, granadas bordadas
blancas en los faldones, pantalón grana con ga-
lón azul, medias botas, corbatín de suela. Para
diario casaquilla azul como la anterior, pero de
cierre derecho sin peto, quepí grana con aro
Arriba: Sgto.My. Rafael Zorraindo, de Cazadores a Caballo, c.1879, fo- azul y granada blanca al frente, blusas de paño
tografía Garreaud y Leblanc (en bibliotecanacionaldigital.gob.cl); si
bien de finales de la década, la fotografía muestra el elegante uniforme azul, capote gris.
de ese cuerpo que, a pesar del reglamento de 1878, continuó en uso
incluso bien entrada la guerra. Este oficial luego pasaría al Arma de in- Ambos cuerpos recibieron blusas y pantalones
fantería y moriría en combate al frente del Rgto. de Cívicos Movilizados
de brin para verano.
Atacama, en la acción de Corrillos en 1881.

Artillería: para gala levita de paño azul con solapa azul, vivos y charreteras grana, pantalones azules con galón
doble grana, medias botas, morrión al estilo francés con pompón rojo; también estaba en uso una casaquilla azul
con vivos y barras grana, con cañones cruzados con granada arriba de latón en los faldones. Para diario levitas

65
o chaquetas azules, quepí azul con cañones cruzados y granada
de latón al frente, blusa y pantalón de brin para verano, capote
azul para abrigo.

Estos vestuarios resultaron muy satisfactorios en


cuanto a calidad y duración, por lo que en 1872 se contrató a
través de intermediarios una nueva remesa de uniformes, que
comenzaron a distribuirse entre las tropas a finales de ese año.
Dos años después el gobierno decidió realizar sus adquisicio-
nes directamente a través de su Legación en Francia, evitando
la intermediación de los contratistas. En 1876 se realizó la úl-
tima compra importante de vestuarios en el exterior al tiempo
que, por razones presupuestarias, el calzado se contrató con
una firma chilena, que debía proveer zapatos y botas de similar
calidad a las europeas.
Las divisas de grado durante este período y hasta 1878
eran las establecidas por decreto en 1858, esto es charreteras
para los oficiales: de pala grana con entorchados y canelones
oro para generales, de pala azul con entorchados, estrellas y
canelones oro para coroneles, de pala azul con vivos oro y ca-
nelones plata para tenientes coroneles, pala azul y todos los
adornos plata para sargentos mayores. Los oficiales subalter-
nos llevaban dos charreteras oro con flecos plata para capita-
nes, una charretera completa en el hombro derecho y capona
en el izquierdo para los tenientes, y viceversa para los subte-
nientes. Estos galones se replicaban en estos últimos en los mo-
rriones y los quepíes, en los cuales llegaban hasta 6 galoncillos
para los coroneles. En 1878 se cambiaría el sistema de divisas
de grado, pasando a llevar los oficiales sólo galones por fuera
de las vueltas, con complicados nudos húngaros a medida que
era mayor el grado; así, estos galones iban del solitario para
subtenientes hasta los 6 de un coronel. El número de galonci-
llos se replicaba en morriones y quepíes. Las clases llevaban Arriba: soldado de Granaderos a Caballo, de gala
1862 (por el autor, según Julio Berrios Salazar y re-
jinetas en ángulo con el vértice hacia arriba, de paño rojo los glamentos de época).
cabos (una o dos jinetas para 2.° y 1.°, respectivamente) y, los
sargentos, con jinetas oro (una para 2.°, dos para 1.°).

66
En 1869 se reglamentó el vestuario de los oficiales del Estado
Mayor: los ayudantes debían llevar para gala casaca de paño azul
con solapa, vivos grana, botón dorado con escudo nacional, panta-
lón azul o grana, faja encarnada, elástico con plumas encarnadas.
Para cuartel o diario levita cruzada azul envivada de grana, pantalón
azul, zapatos o botas según ocasión; en caso de ir montado, mandil
grana con galón azul y granada de latón en los extremos posteriores,
pistoleras de charol con estrella de bronce en la tapa, maleta grana
con estrella de latón en los remates.

Ese mismo año se autorizaron una serie de prendas para uso de


los oficiales de las unidades en servicio de frontera, consistente en
blusas o sacos de paño azul, con las insignias correspondientes, cha-
lecos azules de paño o de brin blanco, sombreros de paja, paño o
hule con el número y nombre del cuerpo. También se dispuso en
1869 que el traje de diario de jefes y oficiales fuera de levitas abier-
tas azules con cuello volcado e insignias correspondientes, corbatas
negras, pantalones de brin para verano.
Entre 1874 y 1877 se llevaron a cabo varias modificaciones en
el uniforme y vestuario de oficiales y tropas, por lo que en 1878 se
dictó un nuevo reglamento de uniformes para el Ejército, que sería
el que estaría vigente para el momento de la guerra:
Arriba: soldado de artillería, de parada (por P.
Subercaseaux, en la Revista ZigZag, del 13 de
enero de 1907). La imagen dice representar un
uniforme de 1879, pero el corte lo ubicaría
más bien para el período 1860-1870.

Infantería
La tropa de parada morrión forrado de paño azul oscuro, vivos encarnados, banda y copa charolados, cucarda
sostenida por cordón encarnado con botón amarillo con el número del batallón, fiador de cuero charolado, pe-
nacho encarnado. Levita cruzada con menor vuelo que los modelos anteriores, de paño azul oscuro, vivos en-
carnados, carteras en los faldones de 2 botones, cierre con dos hileras de 7 botones con el número de unidad,
cuello con el número del batallón en latón, hombreras de lazo de cordón encarnado, pantalones grana, medias
botas de suela doble y tachonadas. Correajes de cuero negro, hebilla del cinto cuadrangular de latón con número
de unidad. Para diario quepí de paño azul oscuro con vivos encarnados, número de latón al frente, fiador charo-
lado (a pesar de los reglamentado, la infantería continuó llevando quepíes grana con azul), chaquetilla de paño
azul de cierre recto, sin adornos, botón amarillo, pantalón y botas como el de gala, capote gris con capucha de
quita y pon.

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Arriba, de izq. a der.: teniente y cabo 1.° de infantería de Línea, de parada, según el reglamento decretado
el 19 de octubre de 1878 (según Julio Berrios Salazar, en Historia del Ejército de Chile, Tomo XI). Se clara-
mente la variación en la moda militar del período; el oficial lleva su grado tanto en el morrión como en el
borde exterior de la vuelta, en galoncillos de 7 mm de ancho. También se han perdido las charreteras,
cambiadas por una hombrera trifolia de cordón oro.

Los oficiales, para gala morrión azul con banda superior charolada, galones oro según grado en el aro
y verticales en los laterales, penacho azul (excepto el 1.° Buin, que lo llevó grana desde 1870) para oficiales y
penacho tricolor para jefes, presilla de cordón oro, número de cuerpo en bronce, levita cruzada azul con cuello
y vueltas igual, vivo en estos y en el cierre encarnados; en los hombros los subalternos hombreras de cordón
oro trenzado, galones oro de grado por fuera de las vueltas. Los coroneles con serreta oro en el collarín y las
vueltas. Pantalón grana, zapatos, correajes charolados con hebilla de bronce. Para diario quepí azul oscuro con
galoncillos oro de grado, levita cruzada azul como la de gala, pero con las hombreras de cordón negro, números
de bronce al collarín, pantalón azul oscuro, capote.

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Zapadores
Para gala el mismo traje que la infantería, diferenciándose
por llevar en la levita y el morrión, en vez de número de
cuerpo, un distintivo un castillo orlado de laureles. Para dia-
rio igual que la infantería, pero con el distintivo correspon-
diente en el quepí.
Los oficiales ingenieros en parada levita cruzada azul os-
curo, cuello y vueltas de terciopelo azul negro, castillo or-
lado de laureles bordado en oro al cuello, carterita en el puño
de terciopelo azul negro con tres botones, vivos encarnados
en cuello y vueltas. Pantalón azul oscuro con doble galo-
neado encarnado, botas o zapatos, elástico con plumas en-
carnadas, faja de seda encarnada.

Cazadores a Caballo:
La tropa para gala morrión grana con banda verde, pompón
verde, corneta de latón al frente, cucarda sujeta con cordón
verde, dolmán azul oscuro de talle largo, cuello y vueltas
azules, tres hileras de botones amarillos, alamares, vivos y
cordones en los hombros verdes, cornetas de paño verde al
cuello, pantalón grana con galón verde, botas de caña larga,
correajes blancos. Para diario quepí grana con aro y vivos
verdes como el modelo anterior, chaquetilla azul sin adornos
y pantalones como los de gala, capote y correajes blancos.
El mandil era verde con galón amarillo y corneta de los
mismo en los remates traseros.
Los oficiales en parada de morrión como la tropa, pero con
galoncillos oro de grado, corneta de bronce al frente, pom-
pón dorado, dolmán azul con vivos verdes, tres hileras de
Esquemas de dolmanes y morriones de parada para ofi- botones con alamares y galoneado en contorno negro, galo-
ciales (se muestra, para todos, el grado de teniente), se-
gún el Reglamento de 1878; de arriba abajo: Cazadores a nes de grado en las mangas haciendo nudo húngaro, hom-
Caballo, Granaderos a Caballo, Rgto. de Artillería, Carabi-
neros de Yungay (por el autor, según el reglamento citado, breras de cordón oro, cordones con forrajeras oro al cuello
en Historia del Ejército de Chile, tomos IV y XI). El último y cruzando el pecho, pantalones como la tropa, espuelas de
luce como insignia sable y fusil cruzados con una corneta
de cazadores sobrepuesta (hubo varios modelos y varian- bronce. Para diario quepí con trencilla oro y corneta de
tes de esta insignia); se muestra también la disposición de
los cordones y forrajeras. bronce al frente, dolmán como el de gala, pero con todas las

69
guarniciones en trencilla negra de lana, pantalón azul oscuro
con galón verde, capote azul oscuro con esclavina, presilla
de ajuste a la espalda.

Granaderos a Caballo
La tropa para gala y diario igual que los Cazadores a Caballo,
pero con el morrión con la banda y penacho azul oscuros,
vivos grana en el dolmán, granadas grana al cuello, galón
azul oscuro en el pantalón grana, quepí como modelo anterior
con granada de latón, chaquetilla azul de diario, mandil azul
con galón amarillo y grandas de los mismo en los remates
traseros.
Los oficiales para gala con morrión y dolmán como la tropa,
sumando los galones de grado oro, granada de bronce al
frente, pompón rojo, dolmán como los Cazadores, pero con
los vivos encarnados, granada oro al cuello, galones en las
mangas haciendo nudo húngaro, cordones con forrajeras oro,
pantalones grana con galón azul, botas largas. Para diario
quepí grana con aro azul, granada de bronce al frente, dolmán
con guarnición de trencilla negra de lana, pantalón azul con
franja encarnada, botas, capote azul oscuro con esclavina.

Artillería
La tropa de parada morrión forrado de paño azul oscuro,
banda y copa charolada, galones en “V” a los laterales, cu-
Arriba: soldado de artillería, de parada por R.1878
carda, presilla de cordón y penacho encarnados, insignia de (según Julio Berrios Salazar). Nótese el estilo francés
latón de dos cañones cruzados. Dolmán de paño azul oscuro de la época, con dolmán y el detalle de ir armado
con una carabina Winchester M1873.
con cuello y vueltas de lo mismo, vivos en estos encarnado,
tres hileras de botones amarillos, alamares y hombreras de cordón negros, cañones cruzados de paño encarnado
al cuello, pantalón azul oscuro con doble galoneado encarnado, medias botas, correajes negros. Para diario quepí
azul oscuro con vivos encarnados, cañones cruzados de latón al frente, chaquetilla de paño azul oscuro y cierre
recto, botón amarillo, mismo pantalón que el de gala, botas.
Los oficiales morrión símil tropa con galoncillos oro de grado, banda superior y galones en “V” a los laterales
oro, dolmán azul oscuro con alamares y hombreas de cordón negro, grados en nudos húngaros en las mangas;
los jefes agregaran un cordón oro doblado en los hombros los sargentos mayores y dos los tenientes coroneles
y coroneles. Estos últimos también con serreta oro en cuello y vueltas. Pantalón azul con doble galón encarnado,
espuelas de bronce. Para diario quepí de la ordenanza anterior, dolmán con adornos de trencilla de lana negra,
pantalón como de gala, capote azul oscuro con esclavina.

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Arriba, izq.: teniente del Bón. Cazadores del Desierto, 1879 (por el autor, según Patricio Greve Möller, en militariabloghis-
toricomilitar.blogspot.com). Este cuerpo era un batallón cívico movilizado, levantado por decreto del 29 de abril de 1879;
su nombre original era el de “Legión Extranjera”, por ser la mayoría de su recluta franceses y de otras nacionalidades euro-
peas. A mediados de mayo, por quejas de la Legación francesa, cambió su nombre a “Cazadores del Desierto”. Sirve esta
unidad como muestra de alguno de los uniformes particulares de la Guardia Nacional Movilizada: este oficial luce la “tenida”
de diario o campaña, consistente quepí azul con banda verde, galoncillos oro de grado, corneta oro al frente, levita de paño
gris perla con cornetas bordadas al cuello, divisa de grado en galones de seda azul en forma de nudos húngaros, faja azul,
pantalón gris con galón azul y botas. A la der.: fusilero de Línea en traje de campaña, 1878 (según Julio Berrios Salazar):
quepí grana con banda azul, que debería ser azul con vivos encarnados, pero se continuó utilizando el del reglamento de
1858. Chaqueta simple de paño azul, pantalones grana, medias botas; lleva el equipo completo de campaña con mochila,
manta, caramañola y morral. Se lo muestra armado con un fusil Gras M1874.

Este fue el reglamento que, como suele ocurrir, a pesar de dictaminar lo autorizado y lo que no estaba
permitido, no obstó para que hubiera divergencias, como el caso de los quepíes de infantería ya mencionado.
Con el estallido de la guerra y la necesidad de equipar a tan vasto número de tropas, surgieron variaciones, tanto
entre la tropa como en los oficiales: chaquetillas de diario con vivos grana, polainas de loneta blanca (que se

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llevaban por sobre el pantalón), levitas cortas de cierre recto o cruzado, etc. En un principio hubo cierta homo-
geneidad en el equipamiento; se entregaron mochilas de cuero, capotes, frazadas, morrales de lona con refuerzo
de cuero en las costuras, caramañolas metálicas redondas o rectangulares, cubrenucas de brin para los quepíes,
etc. Un elemento que se hizo de uso general para todas las Armas fue las botas apodadas “calamorro”: se trataba
de unas botas de media caña, confeccionadas de cuero vacuno y de un característico color ocre claro, con suela
y taco claveteados, muy resistentes y aptas para el duro teatro de operaciones.
El detalle en los uniformes ese 1879 lo dieron los cuerpos de la Guardia Nacional Movilizada; como se
dijo, el país se vio sacudido por una ola de patriotismo y no f ue poco común que algunas comunas realizaran
suscripciones públicas para vestir a sus soldados. Así, por ejemplo, el Bón. Cívico Movilizado “Coquimbo”
N.°1 vistió en principio para la campaña con una “tenida” (vestuario) de quepí con forro con cubrenuca de brin,
chaqueta y pantalones de brin blanco; el Bón. “Bulnes” llevó levita y pantalón de paño azul, sin vivos y sólo
con una “B” de latón al cuello; el Bón. “Chacabuco” tuvo a sus hombres con tenida de brin de verano y quepí
azul con aro grana y estrella de latón al frente; el Bón. “Atacama” N.°1 llevó quepí, levita cruzada con divisa
grana y pantalones todo de paño negro; el Bón. “Antofagasta” N.°1 lució levita corta cruzada con divisa grana
y pantalones, ambos caquis, casco blanco estilo “salacot”; y así con muchas unidades más. Otra nota de color
fue la presencia de “cantineras” en las unidades, que llevaban una versión “femenina” del uniforme del cuerpo
al que pertenecían.

Bibliografía

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Cdo. en Jefe del Ejército; Historia del Ejército de Chile, Tomo V, Talleres de Impresos Vicuña, Santiago de Chile, 1981.

Cdo. en Jefe del Ejército; Historia del Ejército de Chile. Nuestros uniformes, Tomo XI, Santiago de Chile, 1985.

Greve Moller, P.F., Fernández Cerda, C., Uniformes de la Guerra del Pacífico 1879-1884, Tomo 1, Lulu Ed., Hillsborough
St, 2014.

Hooker, T.; The Pacific War 1879-84, Booklet No.1, El Dorado Books, E. del A., Cottingham, 1993.

Hormazábal Espinosa, P.E.; “Uniformes militares chilenos 1860 -1877”, en Revista de Historia Militar, Nro.6, Estado Ma-
yor General del Ejército de Chile, Dpto. de Historia Militar, 2007.

Verbal Stockmeyer, V.; “El ejército de Chile en vísperas de la Guerra del Pacífico. Una aproximación a su influencia
francesa (1866-1879)”, en Revista Universitaria de Historia Militar, Nro.5, Vol. 3, 2014.

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Los coraceros, Instituto hecho famoso por la caballería napoleónica en las primeras dé-
cadas del siglo XIX, no fueron ajenos al Arma de caballería argentina. Ya en el período indepen-
diente, la provincia de Buenos Aires creó un regimiento de coraceros para su fuerza permanente
en 1824, organizado por el coronel Juan Lavalle. Pocos años después, la caballería argentina
probaría su valía en los campos de Ituzaingó, donde el escuadrón de Anacleto Medina y los regi-
mientos N.°3 y N.°16 de Línea alancearían a sus homólogos imperiales. Estas tres unidades, a
parte de estar equipados con lanzas y sables, también gastaron corazas metálicas.

Pasado el tiempo y llegado el período del último cuarto del siglo, en que el Estado argen-
tino se focalizó en solucionar finalmente el problema de la frontera, en 1875 se había concertado
un acuerdo con los indígenas de Azul; sin embargo, el descontento de varios grandes caciques,
como Namuncurá y Catriel, dispararon una invasión general con más 3.000 “indios de pelea”. El
malón abarcó desde Tres Arroyos hasta Alvear, con graves pérdidas humanas y económicas.

Este gran malón motivó la respuesta del gobierno, con el Ministro de Guerra Adolfo Al-
sina a la cabeza: varias columnas expedicionarias penetraron en el “desierto”, forzando la retirada
de los indígenas y plantando fortines en su avance. Además, planeo la construcción de la famosa
“Zanja de Alsina”, una especie de trinchera que debía ser de 3,50 m de ancho por 2,60 m de alto,
lo suficiente para evitar el robo de ganado en un amplio frente desde el sur de Córdoba hasta
Bahía Blanca.

Entre esas columnas divisionarias, Alsina recomendó especialmente a los comandantes


la obligatoriedad, bajo responsabilidad de los jefes de unidad, del uso de unas nuevas corazas de
cuero que, según el Ministro, debía ser de uso general y obligatorio para el Arma montada. Según
Alsina, eran totalmente a prueba de las lanzas indígenas, resguardaba al soldado por el frente y la
espalda y no eran incómodas, ya que no superaban los 3 kg de peso. Se construyeron en el Parque
de Artillería de Buenos Aires y durante 1876 se habían confeccionado un millar: consistía de peto
y espaldar hechos a partir de cuero crudo vacuno, moldeado al calor y forradas de suela.

Se entregaron a los regimientos de caballería en la frontera y existen constancias de su


uso. Supuestamente, los curtidos “milicos” no aceptaron de buen grado las corazas por conside-
rarlas una afrenta a su valentía, pero, más probablemente, con la homogenización del sistema de
armas de retrocarga Rolling Block y la postura ofensiva del nuevo Ministro de Guerra Roca, en
el cargo luego del fallecimiento de Alsina en diciembre de 1877, las corazas se abandonaron por
no ser prácticas para el tipo de guerra que el nuevo ministro planeaba para su campaña decisiva.

Ilustra nuestra contratapa un soldado de caballería con las corazas de suela de Alsina,
iniciando una misión de descubierta, alejándose al trote del enclenque fortín, que se observa a la
distancia.

Fuente
Palombo, G.; “La coraza en la caballería argentina ”, en Revista El Tradicional, mayo de 2011.

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CORACERO DE ALSINA, Ejército Argentino
1876-1878
Por Eleodoro Marenco

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