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Título: Nulidad del acto de disposición de bienes gananciales efectuado solo por el cónyuge supérstite durante
la indivisión postrégimen
Autor: Córdoba, Marcos
Publicado en: DFyP 2014 (junio), 28/05/2014, 171
Cita Online: AR/DOC/1553/2014
El fallo de la primera instancia declaró la nulidad de la venta del 50% indiviso de una propiedad inmueble,
en razón que producido el fallecimiento de uno de los cónyuges, durante el periodo de la indivisión, el restante
no puede disponer de los bienes gananciales que integran la sociedad conyugal. Apelada la sentencia, sostuvo la
recurrente que al morir la esposa del vendedor, lo que hizo este último fue retirar el 50% que le correspondía
sobre los bienes gananciales, ya que la sociedad conyugal había concluido por la muerte de su esposa.
Afirmando que, si existen hijos, el 50% restante lo heredan ellos en partes iguales. Expuso que el cónyuge
supérstite puede hacer uso de su parte ganancial, ya que es de su propiedad desde el momento del matrimonio, y
no es un bien hereditario, que necesite un juicio sucesorio para disponer de él.
Tal como sostiene el voto del Doctor Sebastián Picasso, con adecuada cita a Zannoni, la disolución de la
sociedad conyugal se produce, entre otros supuestos, por la muerte de uno de los cónyuges, en cuyo caso los
bienes gananciales integran el acervo sujeto a liquidación. La comunidad, en lo sucesivo, vincula al supérstite y
a los herederos del premuerto, a cuyo respecto la ley (o el testamento) difiere una alícuota del acervo sin
consideración a su contenido especial ni a los objetos de esos derechos (arts. 3281 y 3263 del Código Civil). Se
produce así la coexistencia de dos universalidades indivisas, una la que componen las relaciones jurídicas de la
sociedad conyugal y otra la constituida por las relaciones jurídicas transmisibles del causante. Hasta tanto no se
proceda a liquidar la sociedad conyugal, estableciéndose el saldo líquido de gananciales y qué es lo que
corresponde a la parte del causante y qué es lo que corresponde a la parte de su cónyuge supérstite, no estará
determinado qué es lo que integra la masa hereditaria a partir. Es indudable que el supérstite tendrá derecho de
exigir que, como operación previa a la determinación de las hijuelas que integran el acervo hereditario, se
liquiden los gananciales y se le adjudique la mitad de ellos (art. 1315 del mismo cuerpo legal). Pero hasta que
esto último suceda, aun los bienes de titularidad del supérstite forman parte de la masa a liquidar, con los
caracteres de fungibilidad propios de la universalidad. (1) Ello, en tanto la vocación a la mitad ganancial, o
división por mitades que impone el contenido normativo del art. 1315 C .C., es del saldo líquido de gananciales.
Cada una de las masas de gananciales cubre los pasivos personales de los cónyuges y ambos remanentes se unen
a efectos de afrontar los pasivos de la sociedad y es ahí que " la vocación a la mitad ganancial que un cónyuge
tiene sobre los bienes no significa que se transforme en titular de esa mitad, ni hay materialización sobre ella ni
de cada bien en particular. (2)
Tratandose de un bien ganancial de una sociedad conyugal no liquidada, no están determinados cuáles son
los bienes que corresponde adjudicar al causante en la mencionada liquidación y que deben ingresar a la
transmisión sucesoria de modo de integrar la masa hereditaria. Por ello no se puede disponer de un inmueble
ganancial de una sociedad conyugal disuelta pero no liquidada.
Resulta de interés lo que sostiene Francisco Magin Ferrer al afirmar que la indivisión es la coexistencia de
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varios sujetos que tienen derechos de la misma naturaleza sobre un mismo bien o sobre un conjunto de bienes,
sin que haya división material de las partes. (3) El mismo autor ilustra, al agregar, que esta "noción abstracta,
amplia, de indivisión comprende las diversas situaciones que pueden darse de cotitularidad de los mismos
derechos sobre una cosa o un bien inmaterial, o sobre un conjunto de bienes." El jurista indica que son
indivisiones o supuestos de comunidad, entre otros "la comunidad hereditaria, la indivisión de los bienes
gananciales que se produce como consecuencia de la disolución de la sociedad conyugal,...". Aclara que la parte
de cada coparticipe en la indivisión no se extiende a una parte material de la cosa o del bien, que está indiviso,
sino que hay una división abstracta, intelectual, del derecho, que se expresa por una fracción aritmética (un
quebrado). Cada fracción ideal o cuota es individual de ello que cada titular puede disponer independientemente
de esa cuota sin el consentimiento de los demás, pues tiene sobre su cuota "un verdadero derecho de propiedad:
puede enajenarla, puede hipotecarla, sus acreedores pueden embargarla y venderla forzadamente", pero ello no
debe confundirse con los derechos sobre cada una de las cosas que componen la universalidad pues "Sobre la
cosa misma o los bienes en particular , no tiene ese pleno poder de disposición..."(4). Es que debe tenerse en la
consideración que "la ley impone que cada cónyuge reciba la mitad del saldo líquido de gananciales, y no tal o
cual bien determinado"(5).
Por ello la disposición de los bienes durante esa etapa debe efectuarse en forma conjunta, pues ya no tienen
vigencia las disposiciones de los arts. 1276 y 1277 del Código Civil. (6) "En las indivisiones particulares nada
impide a un condómino enajenar su cuota en el bien indiviso, transfiriendo al adquirente un derecho
absolutamente firme, pero no ocurre lo mismo en las indivisiones universales (hereditaria o postrégimen),
porque la cuota de cada heredero o comunero sobre cada bien está expuesta a desaparecer retroactivamente en
virtud del efecto declarativo y retroactivo de la partición (art.3503 C.C.), y al mismo riesgo se encontraría
expuesto quien le adquiriese tal derecho."(7).
Otros, por el contrario, consideran que subsiste, durante el período de indivisión, el régimen de las normas
citadas en último término, con la salvedad de que el art. 1276 no incluye el caso de disolución por muerte, pues
éste se rige por las normas de la indivisión hereditaria (Zannoni, op. cit., p. 716 y ss.; Fleitas Ortiz de Rozas,
Abel — Roveda, Eduardo G., Régimen de bienes del matrimonio, La Ley, Buenos Aires, 2012, p. 200). Sostiene
el tribunal que cualquiera sea la postura que se adopte, la inexistencia de asentimiento por parte del otro
cónyuge -o de sus herederos- traerá aparejada, como lógico corolario, la nulidad del negocio jurídico por el cual
el otro integrante de la sociedad conyugal dispuso del bien. Y ello es así aun cuando este último fuera el titular
de dominio de la cosa en cuestión. (8)
"En estos casos, pues, desde el momento de la disolución de la comunidad hasta la liquidación y partición, el
capital de la sociedad conyugal queda en un particular estado de indivisión que se asemeja al que se establece
entre coherederos y que constituye lo que la doctrina llama indivisión postcomunitaria"(9). Esta última es
aquella en la que "al disolverse la comunidad, si hay bienes gananciales, puede ocurrir que pasen a ser propiedad
exclusiva de una sola persona (por ejemplo, porque uno de los cónyuges murió y el otro es su único heredero).
Resulta frecuente que después de dicha disolución los gananciales queden indivisos entre dos o más personas
(por ejemplo, los cónyuges separados, o el cónyuge sobreviviente y los herederos del muerto). Entonces a causa
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de que los interesados no desean partir inmediatamente o de que la liquidación previa a la partición es larga y
difícil, suele transcurrir un cierto tiempo entre la disolución y la partición, permaneciendo entre tanto indivisos
los bienes de la sociedad conyugal. (10)
Es la partición la que al poner fin al estado de indivisión, asigna; individualiza y concreta los derechos de
cada uno de los coherederos, respecto de la porción ideal que tenían durante el estado de indivisión, y se pasa a
la determinación concreta de los bienes adjudicados. Como consecuencia de su carácter declarativo se produce
el efecto retroactivo, y si uno de los herederos ha constituido antes de la partición un derecho sobre un bien a
favor de un tercero y ese bien es dado por la división de la herencia a otro de los coherederos, el derecho a favor
del tercero se extingue de conformidad con lo dispuesto por los arts. 2697 y 3504 del C.C. (11) Resulta de
interés el contenido del artículo 883 del Código Napoleón al establecer que cada coheredero es considerado
como si hubiera sucedido solo e inmediatamente en todos los efectos que componen su lote, o que haya
adquirido por licitación, y como si no hubiese tenido jamás propiedad en los otros efectos de la sucesión. (12)
Insisto, lo único que pone fin al estado de indivisión es la aprobación de la partición o la extinción de la
pluralidad de herederos. Es la partición la que convierte al sucesor en el titular de aquello que le resulte
adjudicado, con efecto retroactivo al instante de la muerte. La partición materializa en objetos determinados la
porción ideal de la herencia que le tocaba. (13) "La inscripción de la declaratoria de herederos en el Registro de
la Propiedad Inmueble no produce el cese de la indivisión hereditaria que sólo ocurre mediante la partición de
los bienes, debidamente inscripta". (14)
Por ello hasta que la partición sea aprobada el heredero no puede dar garantía de que un bien determinado le
vaya a ser adjudicado y por lo tanto la cesión que de él haga queda sujeta a que el objeto de sucesión le sea
posteriormente atribuido. La cesión de herencia implica la transferencia de una universalidad que comprende
una compleja relación de activos, pasivos y acciones vinculados con una comunidad de personas, involuntaria,
que no revisten la calidad de sujetos originarios de las relaciones jurídicas que los vinculan. Es por ello que el
resultado en cuanto a la eficacia del derecho comprometido en la cesión singular se encuentra fuera de la
capacidad de determinación de quienes han contratado.
Respecto a las consecuencias de la inscripción en el Registro de la Propiedad Inmueble, rige lo ordenado en
el artículo 4° de la Ley 17.801, que con claridad expresa que "La inscripción no convalida el título nulo ni
subsana los defectos de que adoleciere según las leyes."
Por lo expuesto, la doctrina que resulta del fallo en comentario resulta de la estricta aplicación de la
estructura legal vigente.
 (1) Zannoni, Eduardo A., "Liquidación y calificación de bienes de la sociedad conyugal", p. 42, Astrea, Bs.
As., 1976.
 (2) Vidal Taquini, Carlos H., Régimen de bienes en el matrimonio, p 404.Bs. As., Astrea, 1993.
 (3) Ferrer, Francisco M. "Comunidad Hereditaria e Indivisión Posganancial."- Tesis Doctoral, pág. 43-
Universidad Nacional del Litoral. 2013. En imprenta en Editorial Rubinzal-Culzoni.
 (4) Ferrer, Francisco M. "Comunidad Hereditaria e Indivisión Posganancial."- Tesis Doctoral, pág. 44-
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Universidad Nacional del Litoral. 2013. En imprenta en Editorial Rubinzal-Culzoni.


 (5) Fassi, Santiago C. - Bossert, Gustavo A., Sociedad conyugal, Tomo II, p. 456.Bs. As., Astrea, 1978
 (6) Vidal Taquini, Carlos H.," Régimen de bienes del matrimonio." p. 402 y ss. Astrea, Buenos Aires,1993
 (7) Ferrer, Francisco M. "Comunidad Hereditaria e Indivisión Posganancial."- Tesis Doctoral, pág. 44-
Universidad Nacional del Litoral. 2013. En imprenta en Editorial Rubinzal-Culzoni.
 (8) Fleitas Ortiz de Rozas, Abel — Roveda, Eduardo. p. 199 y ss.
 (9) VAZ FERREIRA, Eduardo, Tratado de la sociedad conyugal, 4ta. ed., Fundación de la Cultura
Universitaria, Montevideo, 1997, p. 706.
 (10) VAZ FERREIRA, Eduardo, Tratado de la sociedad conyugal, 4ta. ed., Fundación de la Cultura
Universitaria, Montevideo, 1997, pp. 705- 706.
 (11) CÓRDOBA, Marcos M., LEVY, Lea, SOLARI, Néstor E., WAGMAISTER, Adriana, Derecho
sucesorio, Tomo II, Universidad, Buenos Aires, p. 191.
 (12) Respecto del artículo 883 ver MARCADÉ, Víctor Napoléon, Explication du Code Civil, Delamotte et
Fils, Paris, 1873, t. 3, p.300.
 (13) Cfr. BORDA, Guillermo, Tratado de derecho civil. Sucesiones, Perrot, Buenos Aires, T. 1, 1980, p.
419.
 (14) CSJN, 11/7/06, SAIJ, Sum. A 0069094.

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