Está en la página 1de 5

“Suave es todo”

¿Somos un medio o el medio nos hace?

No siempre las elecciones que tomamos son las más adecuadas y no siempre
hay para escoger. En ocasiones, solo podemos elegir entre lo que tenemos al
alcance, lo imposible aparece, y el querer no basta para poder hacer y sobrevivir.
Es allí cuando vamos en dirección a lo que nunca quisimos, a lo que simplemente
nos determina la vida.
Giovanny no es una víctima del consumo sino de la consecuencia de la
soledad que la sociedad crea para nosotros y del efecto que resulta estar en un
mundo individual. Sin embargo —Suave es todo —dice Giovanny—, con voz firme
y consiente que lo que cuenta era la vos de la costumbre.
Trae a su mente los recuerdos de esos años en los que anduvo buscando
llenar un vacío y se excusa por no recordar las cosas con detalles; sin embargo,
sabe con exactitud el origen de su pleito con la vida.
A los diez años la vida le mostró un solo camino y con la inocencia de esos
años se ajustó a lo que tenía. Un día su madre lo llevó a trabajar. La jornada
comenzó a las 6:00 p.m. Caminaron entre cuadras y en una casa con antejardín,
enterraron dos bolsas, al terminar, su mamá hizo una llamada avisando que el
trabajo estaba listo.
Esa noche desconocía que aquellas bolsas estaban llenas de bazuco y que su
madre se encargaba de entregar la mercancía. Al día siguiente, recuerda que
encontró a su madre llorando, ¿qué ocurría? Resulta ser que su madre guardó una
de las bolsas en un coche que estaba en el corredor de la casa donde vivían y
accidentalmente alguien tomó las bolsas y derramaron el contenido en una terraza.
¿Pero por qué llorar? “Lo que pasa es que la gente compra esas cosas para
trabarse” Eso decía su madre. La gente comenzó a enterarse de lo que la madre de
Giovanny hacía y se vieron obligados a trastearse de sitio. “por prevenir profe, por
prevenir” —Suave es todo.
A la nueva casa se trasladó por un tiempo la fábrica que les proveía los
gastos de sostenimiento y ahí llegaron más revelaciones. Su madre, siempre
tratando de prevenirlo, no vio reparo en que Giovanny conociera el proceso de
elaboración del bazuco. Trabajaban a las madrugadas y el negocio funcionaba
como esperaban. Sin embargo, un día, Giovanny buscaba entre una caja unos
zapatos para ponerse y encontró un revolver oculto. Su madre entró al cuarto y
como si hubiera quedado desnuda frene a su hijo, sintió vergüenza, abrazó a su
hijo y los secretos ya no existían, o al menos eso creyó Giovanny.
Del trabajo de su padre hablaba poco y solo recuerda el día en que supo
¿Cuál era? Así pues, un 31 de Diciembre mientras descansaba en su cuarto escuchó
que sus padres estaban discutiendo afuera. Su madre cerró la puerta de la casa y le
dijo que cuidara a sus hermanos y que no fuera a salirse del cuarto donde los dejó.
Esperó un instante y fuera se escuchó un estruendo, rompieron un vidrio y
Giovanny no se aguantó las ganas de salir. Vio a su padre con un revolver en las
manos y buscó una explicación, ¿quién más que su madre para dar una respuesta?
“Mijo, lo que pasa es que su papá roba con los amigos” Le pareció que muchas
veces uno está mejor cuando no se entera de nada y aunque no era conveniente lo
que estaba ocurriendo, ese era el lugar en donde tenía que estar. Fue allí donde
estalló una bomba de tiempo y donde recuerda haber comprendido que la vida lo
estaba mandando a ser malo.

Y no importa cuánto tiempo pasó desde ese momento, le pareció que todo
estaba en orden hasta que de nuevo encontró a su mare llorando mientras hablaba
al teléfono. Le avisaron que su esposo había sido llevado a la cárcel ¿y ahí qué?
Nada, —Suave es todo— para la vida y hay que seguir.
Recuerda soportar filas interminables con su madre y requisas molestas
para entrar a la cárcel Modelo de Bogotá y visitar a su padre entre apuestas y olor a
marihuana porque eso era lo que hacían para “pasar el tiempo” o al menos eso le
explicaba su madre. Y así pasaron algunos meses hasta que vio a su madre
empacando ropa entre una maleta ¿Se iban de viaje? ¿Vacaciones tal vez? Pero esta
vez no hubo explicación alguna. —No sé si vaya a regresar— Esas fueron las
últimas palabras que le oyó decir a su madre antes de que saliera por la puerta. ¿La
causa?
Su madre fue enviada a la cárcel. Parecía evidente por su trabajo, pero por
más que lo fuera, entender que con tan poca edad debía enfrentarse al mundo le
atemorizaba en el fondo y aunque con doce años ya había visto mucho más de lo
que debía, la vida aún no le enseñaba que la soledad existe, que la sociedad es así y
que el medio en el que estamos nos determina como seres y que a veces quedamos
impotentes frente a la necesidad.
De cualquier manera, después, su vida no fue la misma. Giovanny se fue a
vivir con sus hermanos a la casa de sus abuelos y ahí conoció al rechazo en figura
humana. En la misma casa vivía un hermano de su mamá quien nunca estuvo de
acuerdo con que Giovanny se quedara en la casa. Decía que era un niño mañoso y
que quien sabe qué cosas le había aprendido a la mamá. ¿Pero qué importaba?
Como las cosas no dependían de él, aprendió a vivir con lo que la vida le daba.
—Suave es todo—. Con la responsabilidad que lo caracteriza, día a día se
hizo cargo de alistar a sus hermanos para que fueran al colegio, y en el colegio para
Giovanny comienza otro camino. Un camino que le mostró que los agujeros del
alma existen y que lo vacíos hay que llenarlos. Desde ese momento vio que su
presente era amplio y a su futuro debía contraerlo. Y en este punto pareciera como
si esa duda de tiempos y ese desorden de ideas que tenía en su cabeza para
organizar los incidentes y establecer un orden cronológico para contarlos,
desapareciera, porque tiene tan vivo todo lo que ocurrió que en su ser hay una
racionalidad y una conciencia de las cosas que confieso que no esperé encontrar.
El momento en el colegio lo llama: “La época con los pudridores” y fue con
ellos que aprendió lo que en su momento tuvo que aprender. Era parte del grupo
particular de muchachos con los que uno se encuentra en el colegio. Era del grupo
de los “montadores” y se reían armando guerras de papel en el salón de clases, le
quitaban las tuercas a los puestos para que alguien desprevenido se sentara y
luego se cayera y así Giovanny se hacía más llevadera la existencia. ¿Qué
importaba que le llamaran la atención, o que le contaran a su abuela? Así estaba
sonriendo y así deseaba estar. Y todos sabemos que cuando tenemos un problema
dentro, nos agarramos de cualquier cosa para obviar y la preocupación desaparece
aunque sea por un momento. No obstante, nos duele aceptar que somos adictos al
placer momentáneo y que en ocasiones negamos el problema y hacemos creer al
resto que todo está bien. Olvidamos que la incertidumbre sigue existiendo y nos
convencemos de que somos los únicos a los que nos pasan las cosas, pero aun así,
ignoramos el silencio que vive el otro.
Luego, Giovanny encontró otra manera de obviar la escasez, e intento llenar
sus vacíos con “Los pudridores” pues sí, su fiel compañera fue la adrenalina.
Y aunque no parezca, la literatura comenzó a gustarle tanto a él como a sus
amigos, pero no precisamente por la lectura, sino porque encontraron que podían
obtener dinero si sacaban los libros de la biblioteca y los vendían por fuera. Del
mismo modo sucedió con los celulares de sus compañeros. “Si se tiene plata se
maneja la vida“. Esa convicción se hizo fuerte dentro de sí y esa premisa se le
convirtió en un lema de vida.
De pequeño se hizo cargo de varias responsabilidades y por eso se
convenció que sólo podía hacer cualquier cosa ignorando, que era él quien lo
estaba. Quería saber qué significaba tener plata en los bolsillos y “estar tranquilo”.
Y es que en estos tiempos, creer que la tranquilidad se obtiene por el dinero y las
comodidades, hace que uno se pregunte si verdaderamente vivimos por nosotros o
vivimos por los medios ¿somos un mundo materialista? ¿Será que somos seres
satisfechos? Para Giovanny, al principio, lo más gratificante era recibir una sonrisa
de parte de sus hermanos por las golosinas que les daba con el dinero que obtenía.
Hasta ese punto, su modelo de “fácil economía” era razonable por las aspiraciones
de un niño, ¿Cuántos no nos quedamos con las vueltas del mandado? Y soy
consciente que una cosa no es igual que la otra, pero en este caso las intenciones
estaban marcadas por la inocencia. Sin embargo las cosas iban a cambiar después.
Después de que Giovanny se convenciera de que las cosas que le mostraron
sus padres cuando estuvieron con él, le ayudaron a forjar un carácter. Dice que
supo por cuenta de ellos, que la vida no es sencilla y que para conseguir las cosas
hay que esforzarse, y que no importa si lo que se hace está dentro de lo que se dice
que es moralmente aceptado en nuestra sociedad, pero en cada cosa hay que
cumplir responsabilidades y no dejar nada suelto. Y entonces es consciente que el
dinero fácil no le estaba dando la suficiente adrenalina y tras probar por primera
vez el pegante en el colegio con sus amigos “Los pudridores”, juntos, deciden que
lo que quieren para la vida es sentir el rigor de la calle.
Giovanny empieza a sentir curiosidad por aquellos a quien veía consumir
en las calles y en un parpadeo su vida pasa a otro plano.
Era momento para que pusiera en práctica las cosas que había visto de muy
niño con sus papás. Tenía un modelo económico que para él fue rentable y siempre
quiso más de lo que podía tener. Y es que si comparamos la ambición que sentía
con lo que sucede en otros aspectos de la vida, siento que su visión muestra una
postura muy razonable. Por ejemplo, el deseo de obtener más y más con cada paso
que daba es lo mismo que siente el gerente de una empresa cuando sus negocios
están funcionando y entonces decide abrir más sucursales. ¿Es comparable verdad?
Después, los robos y el consumo comenzaron a ser más frecuentes y con el
pegante llegó la marihuana y las fiestas. Así fue, para él su manera de ver y vivir la
vida “más fácil, más rápido” y agregaría que más rentable conseguir dinero de este
modo. Parece increíble, no solo pensar, sino aceptar que este modelo de vida
aunque no sea moralmente aceptado exista, pero es real. Y con ello no pretendo
decir que esto es una guía, pero sí es una oportunidad para pensar en esa idea
materialista con la que muchas veces vivimos los seres humanos y que nos lleva a
pensar en la cantidad y no en la importancia. Por eso, es posible cuestionarse y
pensar si verdaderamente somos satisfechos con lo que tenemos o es que a veces la
vida se nos pasa tratando de conseguirla.
Giovanny es un tipo que se ha movido por ejemplos y sabía, con la
experiencia de sus padres, que en su modelo de vida estaba corriendo peligro y
que en cualquier fiesta aparecía el problema y había que enfrentarlo. Se aprendió el
“no copeo” el “me salvo yo o se salva usted” Dice que aprendió que cada quien
tiene su propio demonio adentro, que cuando ganaban era bonito y la pasaban
bien ¿qué más si eso no es la vida? —digo yo— Vivimos en un mundo en el que
competimos por una beca, competimos por un trabajo y competimos por todo, yo
me pregunto ¿cómo es que logramos sobrevivir? En una sociedad en la que todos
estamos compitiendo por algo, en ocasiones se vuelve difícil estar bien y es ahí
donde los valores que portamos como seres humanos deben ser más fuertes.
Decidió que el consumo era para asumir riesgos y perdió el temor. Vivió en
el presente y el futuro se le desapareció. El peligro se convirtió en un juego, pensó
que la vida era para jugarla y su juego era la adrenalina, la ansiedad y el querer
más y más.
También conoció la L y se dio cuenta que en ese lugar estaba “de momento”
porque de momento tenía dinero para gastarlo en la “farra” como dice él, pero al
entrar allí, a pesar de que estuviera con “los pudridores” y su alrededor estuviera
mucha gente, allá se vive completamente sólo. Y es que no se necesita ir a este
lugar, para darse cuenta de que somos parte de una sociedad individual en donde
ocultamos lo que somos y lloramos para adentro porque “quien muestra la
debilidad pierde”. Por eso le sacó provecho a la gente “amurada en la calle” a
quienes llevados por la ansiedad de conseguir dinero para poder consumir algo, le
vendían a poco precio cosas de valor. También sacó ventaja de conocer de antes la
elaboración y las consecuencias del bazuco y se hizo consiente de nunca probarlo.
Sabía el agujero que podía abrírsele y se convenció de que la marihuana le sería
más fácil dejarla.
Y en su experiencia sintió deseos por tener lujos y quiso comprar muchas
cosas y no solo a la policía, pero nunca comprendió como tenerlos. Decía que en el
consumo, la plata fue una ilusión, que no sabía en qué la gastaba hasta cuando
recordaba que había estado en el centro. A pesar de todo, dice que era responsable
y se guardaba un dinero para la semana puesto que no sabía en qué momento
fuera a necesitar de algo pues no siempre su modelo económico estaba en alza y
entonces debía gastarse lo que ahorraba. A pesar de todo, era un tipo razonable
que sabía de las prioridades. Al final, dice que pasaron meses que se le
convirtieron en años hasta que llegó a la fundación. Aprendió a ganarse un lugar y
ocupar un espacio entre la gente, quizá eso le faltó con sus padres. Ganó
experiencias, ganó una vida. Dice que la conoció de ambos lados y cree que eso le
ayudará luego a tomar decisiones. Y aunque no sabemos si las decisiones son
buenas o malas sin antes tomarlas, hoy quiere enamorarse de otra vida.
Se cansó de la monotonía que estaba llevando y quiso entrar a la fundación
“para darse un respiro”. En su proceso, se encontró con privilegios que en el
consumo no tenía como la cercanía con su familia. El encierro le enseñó que no es
digno del ser humano. Ahora se siente una persona ansiosa por hacer parte del
otro lado de la vida; la nuestra. Sabe que estando en la fundación, sus amigos no
han ido a visitarlo, dice que ellos están ocupados en el consumo, que están en lo
suyo y aunque sabe que los volverá a ver, “Los pudridores” saben que al salir,
Giovanny anda en otro cuento y no lo van a jalar para su historia.
Siente que el apoyo de su familia es fundamental en la vida y eso le alimenta
el deseo de estudiar y salir a aprender todo lo que pueda. Supo que no todo en la
vida era trabajo y como todos nosotros, necesitó de alguien que lo guiara para
conocer el límite y parar cuando la vida lo exige. Aun así, es una persona satisfecha
de lo que sucedió, aunque su medio le determinara que las fiestas y la adrenalina
serían el refugio para aplacar su dolor.

También podría gustarte