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I- Los modelos históricos de organización política pre‐estatales.

Modelos políticos pre-estatales

Las formas pre estatal de dominación política.

Para el desarrollo de este módulo, seguiremos el criterio de la obra HermannHeller,


Teoría del Estado, en cuanto considera que el Estado aparece durante el
Renacimiento1 -Modernidad- en los países de Europa central, a partir de la
concentración de los instrumentos de poder que durante el medioevo se encontraban
dispersos y en manos privadas: el económico, militar, administrativo y jurídico.

Sin embargo, previo a su conformación durante la modernidad, es posible identificar la


existencia de sistemas de organización y dominación políticos a lo largo de toda la
historia

Así, con anterioridad ha habido formas pre estatales dotadas de tal unidad territorial y,
con posterioridad, muchos “Estados” nacionales han tenido muy cambiantes formas
territoriales: desde la Paz de Westfalia, en 1648, que pretendía delimitar con carácter
definitivo las fronteras interestatales en Europa, hasta los acuerdos de Moscú, Yalta y
Postdam, que han vuelto a cambiarlas por enésima vez, en el continente han nacido y
muerto varios Estados nacionales (Polonia, en el caso más patético, Serbia, Croacia,
Montenegro, etc.) y una gran parte de ellos ha sufrido cambios importantes en su
composición territorial. Si, por el contrario, se explica su aparición por otros factores,
como la existencia de ejércitos permanentes –cual a veces se hace-, conviene recordar
que Roma también los tuvo, mientras que Inglaterra supo no tenerlos y aun es
considerado el paradigma del estado nacional moderno. Si en cambio, tal como
veremos luego, el factor de análisis es el económico, también podremos decir que
llegó a estar muy bien organizado en Roma, por lo menos desde los tiempos de
Diocleciano y no tan bien, en cambio, en los Estados nacionales sino hasta la aparición
del cameralismo prusiano. Y lo mismo cabría decir del resto de los factores que se
aducen para explicar la aparición del Estado nacional (instrumentos de poder).

Ciertamente – y ello parece más acertado- puede aducirse que lo que diferencia al
Estado en nuestro sentido moderno, de las formas anteriores de dominación política,
no es ninguno de aquellos factores en aislamiento, sino su conjunto: la feliz
coincidencia de todos para la formación histórica de aquella figura política que
Maquiavelo llama lo Stato.

Se trata, simplemente, de no presentar explicaciones monocuasales de los


acontecimientos históricos, sino de atender a la multiplicidad de factores causales que
intervienen en la configuración de tales acontecimientos (especialmente si éstos son
institucionales) Ahora bien, pretender extraer una categoría teórica por el

HermannHeller, Teoría del Estado. México: Fondo de Cultura Económica, 1947, p. 46.
1
procedimiento de acumular rasgos empíricos que la definan es algo insatisfactorio. Lo
razonable parece ser ubicar la categoría (a la que se llega por un proceso de
razonamiento deductivo) en un contexto teórico explicativo más amplio que le dé su
dimensión auténtica. En esto reside la diferencia capital entre la historia como ciencia
de lo singular y la Teoría del Estado que, en cuanto ciencia social, trata de encontrar las
regularidades.

Si se entiende que el Estado es un instrumento de dominación política dentro de un


proceso de evolución de los modos de producción en la historia, cada uno de los cuales
tienen formas distintas de cristalizar políticamente (y aquí conviene advertir que se
alegan todas las reservas posibles respecto a los dislates en que puede incurrir un
evolucionismo lineal ingenuo), sí podremos ver qué es lo que singulariza al Estado en
cuanto forma de dominación política del modo de producción capitalista, porque,
como señala Pérez Royo, es el único caso de el que las relaciones políticas de
dominación no formas, por sí solas, una relación de producción 2; esto es, la
explotación económica no tiene por qué recurrir directamente a la dominación política
para realizarse, ya que la segunda, al ser de clase, garantiza a la primera como marco
general de organización jurídico-coactiva. Es el comienzo de la organización del Estado
(que, en esencia, es liberal y liberalismo son términos sinónimos), el cual mantiene la
ficción del distanciamiento absoluto entre lo económico y lo político.

Este será, por lo tanto, el criterio que se ha de emplear para la tarea de explicar
esquemáticamente las distintas formas políticas pre estatales.

Modos de producción y formas económico-sociales.

Si se admite el marco teórico general marxista de los modos de producción en su


clasificación quíntuple (sin que la enumeración convencional obligue el orden de
periodificación) de modo de producción de la comunidad primitiva, modo de
producción asiático, modo de producción esclavista, modo de producción feudal y
modo de producción capitalista, resolveremos no solamente el problema de las
diferencias entre el Estado moderno y las formaciones políticas pre estatales, sino
también, la cuestión importante de las llamadas “sociedades sin Estado” o sociedades
anteriores a la organización política.

Desde un punto de vista muy general, veremos a continuación la sucesión de los


modos de producción, entendidos como categorías más amplias en las que se
subsumen las formaciones políticas.

El modo de producción primitiva, también llamado arcaico o de comunismo primitivo,


se refiere a organizaciones tribales de contornos indefinidos, que van desde las tribus
de cazadores y recolectores del paleolítico, pasando por las tribus de pastores
nómadas y los primeros asentamientos en la llamada “revolución del neolítico”, hasta
2
Javier Pérez Royo, Introducción a la teoría del Estado. Ed. Blume, Barcelona, 1980 p. 111.
los comienzos de la Edad del Bronce. Su organización social de carácter gentilicio,
probablemente articulaba regímenes de propiedad comunal, no privada, y su
evolución pasó por la institucionalización de formas familiares patriarcales en las que
ya apuntan los síntomas de la dominación política; como todavía puede verse en las
epopeyas homéricas, en las que Ulises, por ejemplo, y otros héroes, son fundadores de
dinastías precisamente en cuanto que jefes de familias; igual que Agammenon ejerce
ya el poder “más político” de la monarquía micénica en cuanto que arraigado en las
relaciones de parentesco. Es la figura del antiguo derecho germánico, de que el jefe de
la estirpe era, también, jefe de linaje.

El modo de producción asiático reviste también otros nombres, como “despotismo


hidráulico” (Wittfogel), “despotismo oriental” (Crick), “despotismo de aldea”
(Chesnaux), etc. Su misma existencia histórica es cuestionada dentro del campo de los
estudios marxistas, un sector de los cuales prefiere subsumirlo bien en una forma
peculiar de transición desde el modo de producción de la comunidad primitiva al modo
de producción esclavista, bien en una forma especial de feudalismo. No obstante, aun
admitiendo con Klaus Eder3 que el modo de producción asiático es un “callejón
evolutivo sin salida”, esto es, algo equivalente a lo que Toynbee consideraría como una
fracaso de una civilización para adaptarse y responder al estímulo, que tiene tanta
importancia en el desarrollo de las culturas, 4 no hay dudad de que es un concepto
válido para entender una forma específica de dominación política de la que
hablaremos más en extenso en las consideraciones siguientes, estos es, de los
imperios primitivos considerados como unidades políticas.

El modo de producción esclavista (que, en el proceso evolutivo enlaza, de hecho, con el


modo de producción de la comunidad primitiva) tiene una determinación económica
sencilla, por cuanto la esclavitud constituye la relación de producción dominante, si
bien cubre tal multiplicidad de formas políticas que resulta difícil englobarlas bajo un
solo epígrafe. De aquí que, en el desarrollo posterior que se haga en este capítulo del
modo de producción esclavista, se obligado a referirse, en realidad, a cuatro formas
políticas pre estatales: la polis griega, la República romana (esto es, en ambos casos,
aunque con evoluciones distintas, la infancia del modo de producción esclavista), las
monarquías helenísticas y el Imperio Romano (en ambos casos, también, evoluciones
distintas del mismo modo de producción; uno, la formación prematura de un sistema
de “Estados nacionales”; dos, la formación de un Imperio universal, que lleva a su
máximo desarrollo y decadencia el modo de producción esclavista.

El modo de producción feudal es el más complejo de todos; se discute hasta su misma


existencia y, a veces, da la impresión de que su único objetivo en la historia haya sido
servir de puente entre el modo de producción esclavista y el modo de producción

3
Klaus Eder, Die EntestehungstaatlichorganiseirterGesellschaften, Ein _BeitragzueinerTheoriesocialer
Evolution. Ed. Susrkamp, Frankfurt, 1976. PP. 105-106.
4
Arnold J. Toynbee, Estudio de la Historia, vol. I. Ed. Alianza, Madrid,1977. P. 144 y ss.
capitalista o, si se quiere, haber entrado en una crisis prolongada en cuyos sobresaltos
acabaría originándose el capitalismo. En realidad, el modo de producción feudal cubre
organizaciones políticas muy dispares, desde la monarquía merovingia, pasando por el
Imperio Romano-Germánico, las ciudades estado italianas y, según ciertos autores, el
propio Estado absoluto. Y ello si nos ceñimos al ámbito geográfico europeo-occidental,
pues el asunto se complica insospechadamente si se pretende incluir a las formas
políticas de Europa oriental o formaciones tan controvertidas como el feudalismo
chino o japonés.

El concepto de feudalismo, tan impreciso como sugestivo, pretende cubrir tres


vertientes explicativas: a) la económica, refiriéndose a una forma especial de
propiedad, cesión y arrendamiento de la tierra que origina el concepto básico de renta
feudal de la tierra, forma que toma la explotación señorial del trabajo servil; b) la
social, refiriéndose al vínculo vasallático, con las relaciones contractuales biunívocas de
beneficio y homenaje; c) la política, refiriéndose a la jerarquía de dominación que iba
desde los serviadscripti en la base hasta el Emperador, con todas las instancias
intermedias de la nobleza secular y espiritual.

Más adelante se harán algunas consideraciones en relación a las formaciones políticas


medievales, procurando entenderlas en su diversidad, como una poliarquía en el
sentido en que Hegel empleaba este término para referirse al tema.

ENFASIS. En nuestro esquema, por lo tanto, seguimos en lo fundamental el ofrecido


por Bernad Crick. Así, entendemos la evolución (de nuevo en un sentido lógico y no
cronológico) de las formas políticas pre estatales de dominación como a) Imperios
antiguos, b) Polis, c) República romana, d) Monarquías helenísticas, e) Imperio
romano, f) Feudalismo. Crick, en cambio, las clasifica del modo siguiente: a) Gobierno
primitivo, b) Imperios antiguos, c) Ciudades griegas, d) República romana, e) Roma
imperial, f) Despotismo oriental, g) Gobierno feudal, h) el primitivo Estado moderno 5.

De esta manera, lo aquí expuesto permite comprender que no obstante el estado ser
una construcción propia de la modernidad, previo a su aparición durante el
renacimiento; la historia nos señala otras formas de dominación y poder de base
territorial.

El tránsito hacia el estudio del fenómeno estatal nos conduce necesariamente por una
primera instancia relacional comparativa con la edad media, periodo temporal de 10
siglos en cuya etapa final (siglo XIII), comienzan a tomar forma las condiciones cuya
acumulación determinarán la construcción del estado durante la modernidad.

Así, en el próximo punto de la unidad, analizaremos en detalle la organización político-


económica y social de la edad media en clave comparativa con la modernidad,

5
Bernard Crick, Basic Forms of Government: a Skecho and Model. Ed. MacMillan, Londres. 1973.
facilitando así la comprensión de dicho proceso de concentración de los instrumentos
de poder, que a posteriori formarían los estados europeos.

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