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Fidela Velázquez . (2003). Aula de Innovación Educativa. [Versió electrònica]. Revista Aula de Innovación Educativa 118

La medida del tiempo

Fidela Velázquez

La medición del tiempo enmarca dos conceptos distintos. Uno es lingüístico, característico del tiempo tradicional (dar comienzo a
una cosecha o celebrar una fiesta) y sirve para denominar los momentos distintos y recurrentes en el tiempo (día, año...). El otro
es aritmético, una invención moderna en la que la exactitud es un valor añadido, lo que implica el uso de sistemas de numeración
para medir el paso del tiempo.

Indi, come orologio che ne chiami

nell'ora che la sposa di Dio surge

a mattinarlo sposo, perchè l'ami,

che l'una parte l'altra tira ed urge,

tin tin suonando con sí dolce nota

che'l ben disposto spirto d'amor turge...

E como cerchi in tempra d'orïoli

Si giran sì che'l primo a chi pon mente

Quïeto pare e l'ultimo che voli ...  (1) 

Una de las manifestaciones de desarrollo evolutivo avanzado es el lenguaje. Y dentro del lenguaje habría que destacar el
concepto de tiempo. Esta situación se refleja en la evolución de los lenguajes de las culturas antiguas hasta nuestra época, e
incluso determinados atavismos lingüísticos lo ligan a nuestra lengua en la actualidad hasta llegar a la concepción actual, en que
el pasado es la parte transcurrida del futuro. Residuos de este distinto concepto cultural de pasado y futuro aparecen en el
artículo de la profesora Villavicencio.

El principal problema de esta magnitud está en la dificultad de su observación directa como propiedad de los objetos, al no tener
un referente físico manejable. Como tal, usamos la posición del mundo respecto a los demás cuerpos celestes para poder
interpretar la sucesión de los días y de las noches y las estaciones del año. La relevancia matemática estriba en cómo comprenda
una cultura su significado como base del sistema empleado para medir el tiempo. Un ejemplo de lo afirmado es el de los dos
calendarios estudiados en este número, que, en función de su regularidad, son el punto de partida para el desarrollo de sistemas
de numeración basados en las congruencias.

No obstante, tras un primer acercamiento a la medida del tiempo a través de sucesos naturales, aparece una estandarización de
esta medida basada en condicionantes sociales, construyéndose ciertos instrumentos (relojes) o usando ciertos recursos (canto
de animales) para determinar el momento del día en que se vive. Así, la medida del tiempo está sujeta a un enfoque a partir de
impresiones sensoriales, antes de pasar a una fase posterior de uso de estándares de medida. Cuando el ser humano se organiza
socialmente ve la necesidad de encontrar unidades de medida que le permitan comparar y calcular el tiempo de forma más
precisa que las estimaciones personales. Así, la medida del tiempo se produce, primero, mediante una comparación perceptiva
directa entre dos objetos; posteriormente, mediante una fase que se caracteriza por el desplazamiento de objetos, y en una
tercera fase, a través de la propiedad transitiva. Así se desprende de las distintas formas de medida del tiempo desarrolladas por
las profesoras Villavicencio y Velázquez (que hablan de la medida del tiempo en distintas culturas y épocas) y el profesor
Balbuena, que desarrolla un interesante estudio cronológico sobre un instrumento paradigmático de medida del tiempo: el reloj.
Al igual que otros conceptos matemáticos, esta situación es paralela en el desarrollo evolutivo del niño que en el devenir
histórico. Esta afirmación es corroborada, en cuanto a secuencia cronológica en la adquisición del concepto de medida del tiempo
en el niño, por la profesora Plasencia. Este devenir histórico, paralelo al desarrollo conceptual en el ser humano, marca hechos
tan relevantes como la aparición de los primeros relojes mecánicos, que no ocurre hasta el siglo XIII, con lo cual las horas como
actualmente las concebimos tienen poco más de ochocientos años de vida. Y no digamos de las unidades fraccionarias, mucho
más recientes. No obstante, y en orden a la precisión, esas medidas pequeñas del tiempo son importantes, no sólo
económicamente, sino respecto a la propia noción de vida y de observación de la naturaleza y sus fenómenos, ahora no como
referente del tiempo, sino como un elemento más dentro de las variables biológicas, donde el modelo cíclico natural hace que los
sucesos los relativicemos a nuestra propia escala y en función de nuestro devenir temporal. En esta línea, investigar en el aula,
con fines didácticos, elementos interdisciplinares como el transcurso del tiempo biológico, en la línea en que lo hace el profesor
Escalera, aporta un importante referente.

Figura 1

Tanto en el devenir histórico como en el desarrollo evolutivo, se pasa de la ausencia de unidad en una primera fase, en que la
unidad de medida es puramente visual y comparativa (de día o de noche), al uso de una unidad objetal (marcas del sol en una
puerta para verificar el cómputo horario, similar a algunos relojes de sombra que se establecen en algunas aulas escolares),
pasando por el uso de unidades situacionales y figurales (desplazamiento respecto a distintos astros para distintas medidas de
tiempo, ángulo recorrido por las agujas de un reloj, longitud de vela consumida, cantidad de arena o agua caída). Se llega, por
último, a las unidades propiamente dichas, mediante una abstracción donde la unidad se libera del objeto originario, y toma como
referente un elemento interfigural, igual para todas las situaciones (definición de segundo usando elementos atómicos).

En definitiva, y a la luz de las variadas y valiosas aportaciones que sobre la medida del tiempo contiene este ejemplar, es
evidente que el universo físico proporciona una sucesión regular de acontecimientos reconocibles en los que basar la medida del
tiempo mucho mejor que cualquier institución social, porque el tiempo es susceptible de una experiencia objetiva, lo que resulta
esencial si ha de ser considerado una magnitud, esto es, un fenómeno esencialmente numérico.

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Direcció de contacte
Fidela Velázquez
Escuela de Arte Fernández Estevez. Sta Cruz de Tenerife fidela@arrakis.es

1. Y luego, como reloj que nos llame/ a la hora en que la esposa de Dios se levanta/ a cantar maitines a su esposo, para que la
ame,/ cuando una parte a otra atrae y empuja,/ haciendo tin tin, con tan dulce nota/ que al espíritu bien dispuesto hincha de
amor .../ y como círculos en timbre de relojes/ giran de forma que el primero, a ojos de quien se fije/, parece inmóvil
mientras el último volar parece ... Una de las primeras (si no la primera) referencias en la literatura occidental a un reloj
mecánico es la que aparece en el "Paraíso" de la Divina Comedia de Dante Alighieri.

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