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¿Por qué un estándar de prueba subjetivo y ambiguo no es un estándar?

En la exposición de Larry Laudan se pregunta primero ¿qué es un estándar de


prueba? Y distingue dos conceptos: uno teórico y otro práctico; el primero es el
desarrollado por los académicos y el segundo por quienes toman decisiones en
juicio: el jurado y el juez. Así, para evitar la condena de un inocente o la
absolución de un culpable, se tiene como premisa la certeza, o la ausencia de
dudas.

La satisfacción de la certeza más allá de la duda razonable debería rondar cerca


del 95% de fiabilidad o probabilidad. Pero la cuantificación de la certeza
implica notables obstáculos, si es que se confronta con la presunción de
inocencia o incluso con los prejuicios iniciales de quien decide.

Y es que al final, la convicción íntima de cada jurado es determinante a la hora


de revisar la evidente y emitir un juicio que le obliga a cubrir estándares
cercanos al 100%. La imposibilidad de señalar la probabilidad hace evidente
que toda evaluación por parte de los jurados es subjetiva.

Lo anterior implica que cada uno de los jurados medirá la evidencia según sus
propios criterios y convicciones, de manera individual y subjetiva, pero lo
mismo sucederá con el órgano jurisdiccional. Así, a la postre, el juicio sobre los
hechos y confrontado con las pruebas no será sino solo la opinión individual de
cada “Juez” o “Jurado”, pues no hay un criterio definido para evaluar cada
órgano de prueba.

Ante la ausencia de reglas que controlen las decisiones, lo que se hace evidente
es la anarquía, pues si el estándar de prueba depende de cada individuo,
entonces básicamente no hay un estándar, no hay criterios, no hay reglas.

Al final, las decisiones tomadas con un estándar de prueba subjetivos no serán


sino dogmáticas o autoritarias.

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