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Este libro trata de por qué es tan importante la creatividad, de por qué la gente cree que no es

creativa, de cómo hemos llegado a esta conclusión y de qué podemos hacer al respecto. La
inteligencia humana es profunda y particularmente creativa.

La imaginación es la fuente de nuestra creatividad, pero imaginación y creatividad no son lo


mismo. La imaginación es la capacidad de concebir en la mente cosas que no se nos presentan
a los sentidos. Es por eso que la imaginación nos libera de nuestras circunstancias inmediatas y
mantiene siempre viva la posibilidad de transformar el presente.

Pero estar tumbados en la cama inmóviles, enfebrecidos por la imaginación, sin que nadie se
dé cuenta puede no tener consecuencias para el mundo. La creatividad sí las tiene, porque ser
creativo implica hacer algo.

Todo el mundo tiene potencial creativo. Muchas organizaciones asocian la creatividad a


funciones específicas de trabajo como el marketing, el diseño y la publicidad, que son todos
campos altamente creativos, pero la creatividad y la innovación son posibles en todo lo que la
organización haga. Ser creativo no es solo cuestión de inspiración. Exige destreza. Sin embargo,
los desarrollos profesionales de las culturas creativas en algunas empresas son remisas a esta.

La conciencia humana está configurada por las ideas, las creencias y los valores que
obtenemos de nuestras experiencias, y por el significado que de ellas deducimos. Nuestras
ideas nos pueden liberar o encarcelarnos. Creamos, literalmente, los mundos en que vivimos, y
siempre existe la posibilidad de la recreación. La capacidad creativa es esencialmente humana
y mantiene la promesa constante de formas alternativas de ver, de pensar y de hacer. Esto
significa Nadie tiene por qué ser víctima de su propia biografía. Todos podemos ser creativos
solo que esta requiere tiempo esencial para desarrollarse lo cual implica equivocarse en ciertos
momentos.

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