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Yeison Yamit Aguilar Marín

2017232001
Seminario de filosofía antigua: Metafísica, libro Gamma
Profesora: Juana Catalina Bastidas
Universidad Pedagógica Nacional

Protocolo de la sesión de clase del día 2 de noviembre de 2021

El objetivo de este texto es reconstruir la argumentación desarrollada por los ponentes


Nicolle Lancheros y Edwin Betancourt en la sección (1009a6-1009b39) del libro IV de la
Metafísica de Aristóteles, centrada en evidenciar las problemáticas o dificultades que traen
consigo los que afirman acerca de la doctrina que trata las cosas como necesariamente
verdaderas y falsas al mismo tiempo. Se da una primera mirada a los conceptos de potencia
y entelequia y se relacionan con la idea de cómo lo que no es puede llegar a ser. También se
discute acerca de la consideración de las cosas sensibles y su criterio de veracidad para el
pensamiento. Finalmente se expresa la correspondencia necesaria entre pensamiento y
verdad, de lo que se deduce algunas consecuencias que son centrales para la comprensión
de la sección.

Acerca del pensamiento, la verdad y los sentidos

En un primer momento, los ponentes indican que es necesario señalar secciones


importantes que deberán ser releídas y cuestionadas. Señala que, en el primer apartado o
momento de la ponencia, se encuentra aunada toda la posterior argumentación que
desarrollará Aristóteles en esta parte. Ya que el texto empieza como una continuación
acerca de la refutación que emprende el filósofo ante los que siguen la doctrina que impide
a la mente definir cualquier cosa. Efectivamente, se dirige hacia Protágoras y encuentra que
el problema en su doctrina es el de considerar que todas las opiniones son verdaderas. Si
todas las opiniones o impresiones son verdaderas entonces ello implica, en otras palabras,
que en tanto todos dicen verdad, a la vez todos erran, puesto que “muchos creen lo
contrario que otros, y estiman que los que no opinan lo mismo que ellos yerran, de suerte
que, necesariamente, una misma cosa será y no será” (1009a10-12). Y si esto sucede, se
sigue lo que ya se ha replicado anteriormente, que todas las cosas serán necesariamente
falsas y verdaderas al mismo tiempo y bajo el mismo sentido.

Luego de esto, los ponentes nos dirigen a la sección (1009a23-25), allí se expresa la
importancia hacia la consideración que Anaxágoras y Demócrito afirmaban, la cual versa
sobre la idea de que “si no es posible que lo que no es llegue a ser, el objeto preexistía
siendo igualmente ambas cosas”. Este argumento da paso a que nos centremos en los
conceptos de potencia y entelequia. Esto es debido a que, desde allí, se puede situar el
núcleo del problema que se centra específicamente en la idea de cómo lo que no es puede
ser. La cuestión que presenta Aristóteles respecto a los anteriores individuos que sostienen
tales doctrinas es que pensaban que no era posible que lo que no es llegara a ser. Con ello
consideran que todo lo existente se da necesariamente como acto. Por medio de esta
identificación del problema se sitúa la idea que determina a una cosa y sus contrarios como
elementos que, aunque no son indesligables, sí se dan en un diferente momento. Es decir, la
cosa y sus respectivos contrarios se producen después, no pensando en la categoría de
temporalidad sino bajo una categoría metafísica. De ahí que aquellos que no pueden
concebir el paso de la potencia al acto crean que los contrarios están o se contiene bajo un
único y mismo principio. Entonces el Ente se podrá decir en dos sentidos, en un sentido, en
tanto es potencia, es decir, en tanto que llegue a ser desde el No-ente y en otro sentido, en
entelequia, en tanto simultáneamente una misma cosa sea Ente y No-ente. Pero aquí
Aristóteles exclama que “en potencia, es posible que una misma cosa sea simultáneamente
los contrarios, pero en entelequia no” (1009a35). Si se diera lo contrario, es decir, que en
entelequia una cosa sea simultáneamente los contrarios, se sostendría lo que afirman
Anaxágoras y Demócrito, que todo está mezclado en todo y así no se diferencia ni la
potencia ni la entelequia, ni todo de lo que se puede afirmar que es y no es.

A continuación, se dirige la atención hacia un apartado intrigante que parece llevarnos a


consentir nuevamente aquella sustancia de la cual se ha estado tratando desde el comienzo
del Libro IV. Aquí Aristóteles les indica a aquellos (como Anaxágoras y Demócrito) que
afirman acerca de que las contradicciones y contrarios se dan simultáneamente, que acepten
que hay una sustancia que es distinta y que no posee cambio, la cual, en tanto no posee
esto, ni ninguna otra atribución que se le pueda dar, es netamente acto. Esto se da
principalmente porque bajo marcos metafísicos, el fundamento de cualquier potencia es un
acto como tal. Por lo que aquí, parece mostrarse una anticipación de aquella sustancia
primera que se muestra como Dios, pero no como una expresión teológica, sino como
propiamente principio general de todas las cosas en tanto es comprendida como sustancia
primera.

Entendido lo previo, los ponentes nos dirigen hacia la sección (1009b), la cual continua con
la dificultad anteriormente expresada acerca de la opinión que tiene algunos (los cuales ya
se han mencionado) sobre las contradicciones y los contrarios. Esta problemática nos
remite a la consideración de las cosas sensibles, ya que éstas son las que dirigen el
pensamiento de aquellos que creen que las contradicciones y los contrarios se dan
simultáneamente1. Los ponentes hacen énfasis en los ejemplos que expresa Aristóteles, los
cuales son muy dicientes respecto al problema de los sentidos que se ha mencionado.
Principalmente se centran en el argumento de Aristóteles según el cual “incluso a cada uno
sus propias sensaciones no le parecen siempre las mismas. Así, pues, no está claro cuales de
éstas son verdaderas o falsas; pues no son más verdaderas unas que otras, sino igualmente”
(1009b7-10). Esto nos remite a pensar acerca de cómo las sensaciones son variables y cómo
hay personas que toman sus sensaciones como necesarias y verdaderas. Por lo que el
criterio de verdad parece estar suspendido para cualquier tipo de afirmación en tanto
confundamos el pensamiento con la sensación. Lo que afirman los ponentes con
rigurosidad es que la sensación no es necesariamente pensamiento y que aquellos que
afirman con veracidad sobre los sentidos y la sensación lo están confundiendo o no lo están
edificando propiamente en el estadio del pensamiento. En esta sección Aristóteles declara
las consecuencias de considerar la disolución de los grados de verdad que en la ponencia
anterior se pudieron determinar. Si nos remitimos a la verdad y aceptamos todo como
verdadero, es decir, si contemplamos que no existen grados de verdad, entonces todas las
opiniones obtendrán el mismo soporte de veracidad, y los que afirman y niegan dirán
verdad de la misma forma y en el mismo sentido. De ahí que necesariamente, por
contemplar tal doctrina, se confundan los estados de las cosas y así, lo dulce será lo mismo

1
“Y esta opinión, la de que las contradicciones y los contrarios se dan simultáneamente, les vino de las cosas
sensibles a los que dudaban al ver que los contrarios se producen de lo mismo.” (1009a22-25)
que lo salado, lo frio se considerara como lo caliente, y hasta lo enfermo podrá ser lo
mismo que lo sano.

Además, algo que se torna interesante es cuando tomamos en cuenta nuestras propias
sensaciones, ya que según lo que ha afirmado Aristóteles, no siempre son las mismas y
constantemente pueden llegar a variar. Por lo que nos remite a cuestionamientos
relacionados con los fundamentos epistemológicos de las propias sensaciones humanas. De
esto se sigue la importancia que muestra el argumento según el cual “por confundir el
pensamiento con la sensación, y ésta con una alteración, afirman que lo que parece según la
sensación es verdadero de necesidad” (1009a35). Ya esto nos indica una correlación entre
pensamiento y verdad. Es decir, si confundimos el pensamiento con la sensación, todo lo
considerado a partir de ésta será necesario. Aquel argumento implica, indirectamente, que
lo que puede ser considerado como verdadero, debe pasar necesariamente o debe establecer
sus bases en el pensamiento. Ya que aquel es el único idóneo para ejercer dicha labor de
encontrar lo que es y puede ser verdadero. Y necesariamente, lo que se considere como tal,
no puede ser reducido meramente al fenómeno de la sensación.

Finalmente, ambos ponentes expresan que (siguiendo con el razonamiento de aquellos que
confunden el pensamiento con la sensación) les genera inquietud la conclusión que
Aristóteles hace cuando muestra un ejemplo sobre Homero. Este ejemplo se sigue de
sostener el argumento que expresa Anaxágoras, el cual afirma a sus amigos que “los entes
serian para ellos tales cuales los concibieran” (1009b27-28). Arguye Aristóteles: “Y dicen
que también Homero parece tener esta opinión, pues hizo que Héctor, cuando perdió el
conocimiento por el golpe, yaciese con la razón alterada, dando a entender que razonan
también los que desrazonan, aunque no lo mismo.” (1009a29-31) Aunque más allá de esto,
lo verdaderamente inquietante para los ponentes fue la siguiente afirmación: “Es pues,
evidente que, si unos y otros son razonamientos, también los entes son simultáneamente así
y no así. (1009a32-33). Ciertamente, es una conclusión bastante particular. Pero, en
general, este argumento nos dirige a lo referido anteriormente respecto a la verdad.
Justamente se trata de seguir la relación, al parecer indesligable, entre pensamiento y
verdad. Es decir, cuando se posee la facultad de pensar, es necesario que lo que se piensa
guarde estrictamente una correspondencia con la verdad. Por lo que el pensamiento deberá
ajustarse a la verdad sin restricción alguna. En efecto, para Aristóteles no será posible el
sentido del sinsentido, o lo irracional de lo racional. Si lo uno y lo otro son pensamiento o
en este caso razonamiento, las cosas serán necesariamente de un modo y de otro, o serán
verdaderas y falsas en el mismo sentido. Si el que piensa con sentido razona y el que piensa
sinsentido lo hace de igual forma, entonces no existirá criterio de verdad para el
pensamiento. El sinsentido no puede formar parte del razonamiento exacto que va en buscar
de la verdad. El pensamiento deberá ser preciso y correspondiente con la verdad. Esto es
hacia lo que nos dirige Aristóteles con aquella afirmación que generaba inquietud a los
ponentes. Entonces, si no se sigue este argumento que versa sobre la relación entre verdad y
pensamiento, el resultado nos llevará a la consecuencia de considerar que todo sea así y no
así, y en general, no nos permitirá definir o decir acerca de cualquier cosa.

Bibliografía  

Aristóteles (1998) Metafísica. (Libro IV). Madrid: Editorial Gredos, S.A.  

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