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RICARDO: Tenías razón cuando me decías que podría conquistar los más duros
corazones…
BUSTAMANTE: Por fin aceptas lo que afirmo…
RICARDO: (Muestra su mano, sin el anillo). Mirá…
BUSTAMANTE: No entiendo… ¿qué tenés?
RICARDO: No lo tengo… ¿qué me falta?
BUSTAMANTE: (Se aproxima, le toma la mano) ¡El anillo de tu abuela!
RICARDO: Con el que he ablandado el corazón de Ana…
BUSTAMANTE: (Ríe a carcajadas) Te lo dije desde siempre… Tus astucias y picardías te
llevaran muy lejos… ¿Cómo lo hiciste?
RICARDO: Yo solito, sin amigos que apoyaran mis intentos, salvo mi propio demonio y
mi rostro mentiroso, ¡la gané! ¡A pesar de lo que me dice el espejo! Ahora compraré
trajes y camisas y me miraré en las aguas de la fuente… y en la sombra de los muros de
mi finca… para verme hermoso, querido… ¡Tal cual soy! (Se mira al espejo. Le habla) Ya
no creeré en todo lo que en ti veo (Se mira y admira. De repente corta) ¡Pero basta!
Negras tragedias se viven, aunque a mí no me espantan… Eduardo muerto…
BUSTAMANTE: Con Claudio preso… serás el nuevo Don de la familia.
RICARDO: Ya lo soy, Eleonora me dio su bendición. Por eso hice traer a mis sobrinos y
cuñada… El casco de la estancia será la nueva posesión de… “¡Don Ricardo”!… Ellos
quedaran aquí… Yo me iré a la Finca de Eduardo… Pero antes, cuéntame cómo es eso
de la cárcel…
BUSTAMANTE: Claudio está en una celda, solo, hasta mañana que lo llevarán a Buenos
Aires.
RICARDO: ¿Mañana ya?
BUSTAMANTE: Sí. Tu madre solo pudo verlo detrás de las rejas. Apenas unos minutos.
Él le relato a qué se debía la condena… Eleonora no creyó… le dijo que sería una
mentira… Que alguien urdió ese ardid para encerrarlo…
RICARDO: Hay que darle fin a esa historia. Eleonora estará ocupada con el entierro de
Eduardo… Con Isabel, su hija Betty y mis sobrinos trasladándose a mi casa. Te pido que
te hagas cargo de desaparecer a Claudio.
BUSTAMANTE: Como digas… Sospechaba ese mandato.
RICARDO: ¿Estás dispuesto a cumplir el asunto?
BUSTAMANTE: Lo estoy, señor, dame la orden que me permita entrar donde se
encuentra. (Ricardo escribe en una hoja sobre la espalda de Bustamante).
RICARDO: Muy bien. Aquí la tienes. Te nombro su abogado. Así te dejaran entrar a su
celda. Llevá un maletín de cuero, como usan los magistrados. Se rápido en la ejecución
(le da la carta) No lo dejes hablar, es muy elocuente y te dará piedad…
BUSTAMANTE: Descuida… Usare las manos… no la lengua…
RICARDO: Llevá dos botellas de Chateau Margaux…
BUSTAMANTE: ¿Por qué dos? Con una es suficiente.
RICARDO: Una para los guardias… La otra, bebes con Claudio…
BUSTAMANTE: ¿Y el extracto?
RICARDO: (Reprocha) Todo tengo que enseñarte… Tenías que estar preparado…
BUSTAMANTE: ¿Cicuta?
RICARDO: Cianuro, se nota menos. Lleva también unos chorizos ahumados para picar
mientas conversas.
BUSTAMANTE: Como haré para no beber…
RICARDO: Consigue una copa de magos… esas con las que hacen desaparecer el
líquido. Tienes 30 minutos. Por la dosis. Debes salir un poco antes. Cuando veas que
comienza a respirar pesado… Cuando sales, entrégales a los guardias el vino, no antes,
para que se distraigan bebiéndolo. Así no atenderán a Claudio. Y no vengas a mi casa.
Anda al campo, de picnic, con alguna dama del Cabaré.
BUSTAMANTE: Deséame suerte…
RICARDO: La suerte es para los ineptos… Los eficaces cosechan éxitos… (Bustamante
sale. Ricardo. Se sienta en el sillón. Se sirve una copa de vino. Hace girar el sillón
lentamente. Bebe y luego canta el aria “Nessun dorma” de la ópera Turandot.)
Segundo cuadro
Cambia la escena. Los actores en actitud relajada comen chorizos ahumados y beben
vino. El Actor que hace de Claudio bebe el vino de manera evidente. Lleva puesta su
chaqueta de presidiario. Conversan en voz baja, ríen, la actriz que hace de Ana tiene
un vestido de fiesta y una corona de flores, con tul, evocando un traje de novia.
Manipula unos muñecos a la vista de sus compañeros… Son dos personajes que
representan los hijos de Isabel. Uno es de mayor tamaño que el otro. Los actores los
tocan, manipulan como personajes, hacen chistes, ella juega con ellos. Toda la escena
será muda. Claudio se aparta y bebe el vino de la botella mientras los otros siguen con
el juego. Luego cae desvanecido. Sus compañeros lo rodean y quedan mirándolo… baja
la luz de la escena. Eleonora ingresa al cuadro en personaje, de riguroso luto, con
sombrero con tul, estruja en sus manos un pañuelo también negro. Los demás actores
ven su ingreso, hacen silencio y salen de la escena.
ELEONORA: Los dos ya son grandes, no digo que adultos, pero pueden encargarse de
su propia familia. Con ayuda de Isabel… Las mujeres sabemos de negocios, de
economía, nos hacemos cargo de la administración de la casa… con criados, peones,
entenados… Por qué no podría Isabel y sus hijos conducir a buen puerto sus negocios…
Ricardo ¡está loco! Siempre fue loco… Tonta de mí que no advertí su hipocresía… Se
quiere quedar con todo… y despojarnos de lo que nos pertenece… Me tomó de
sorpresa su atrevimiento… “La bendición, madre” ¡Nunca tendría que haberla dado! Ya
no lo bendije al nacer… Por qué ahora… Fue por el dolor de las pérdidas… Mis dos
amados hijos… Eduardo primero… y ahora Claudio… Sería posible que él… Quita mente
estos malos pensamientos… ¿Levantarse hermano contra hermanos? ¿Hay lugar en
ese corazón para tanta crueldad? (Ingresa Ricardo. Tiene un atuendo para cabalgar,
con la fusta hace figuras en el aire mientras habla. Eleonora lo mira altiva. Ricardo
intuye su enojo. Distiende la situación).
RICARDO: Madre mía, que sorpresa… Espero que sean buenas noticias esta vez…
ELEONORA: ¿Eres mi hijo?
RICARDO: Si, gracias a Dios, a mi padre y a ti misma.
ELEONORA: ¡Sapo! ¿Qué haces con los bienes de Eduardo, que ahora son de Isabel y
tus sobrinos? ¡Los dejaste en la calle…!
RICARDO. Están en esta casa madre… No es una… calle…
ELEONORA: No me contradigas. Callate.
RICARDO: Madre, tengo un carácter tan fuerte como el tuyo… que no soporta el tono
ni los reproches.
ELEONORA: ¡Déjame hablar!
RICARDO: Sé breve querida madre, pues estoy yendo a cabalgar
ELEONORA: Tu nacimiento ha sido una carga abrumadora para mí.
RICARDO: ¿Que decís? ¿No vine al mundo para reconfortarte?
ELEONORA: Has venido a la tierra a hacer mi vida un infierno. De niño, irritable y
colérico. Tus días escolares terribles, desesperados, salvajes y furiosos.
RICARDO: Esos tiempos ya pasaron, Eleonora…
ELEONORA: Tu adolescencia… temeraria, irrespetuosa y aventurera. Y ahora, en tu
madurez, orgulloso, falso y sanguinario.
RICARDO: Si soy tan mortificante… Ya no vengas a esta casa…
ELEONORA: Escuchame… porque jamás volveré a hablarte… Te maldigo. Como
sanguinario que sos, sanguinario será tu fin. ¡La vergüenza que ha acompañado tu
vida, te acompañará en la muerte! Estas dañando a tu propia sangre.
RICARDO: (Sonriente. Benévolo) Ya estás mayor, madre querida, no entiendes de
negocios ni de alianzas… Con Ana sellé mi pacto con su familia. Don Vicentino se
sumará a la nuestra y haremos un gran imperio de esta unión… Isabel y sus hijos no
entienden de estas cosas… Ustedes, las mujeres, solo hacen economía doméstica… No
deben interponerse… Solo obedecer y servir mejor a nuestras causas… Para eso están
en este mundo… para servir de garantías en los pactos… Ana me dará hijos… Ellos
serán la nueva Familia cuando ya no esté… Pienso en tu futuro, en el de ellos, ¡en el
nuestro!
ELEONORA: Pobre Ana, una víctima más de tus mentiras. Ten cuidado, Ricardo. Ten
mucho cuidado… Donde menos se espera… aparece la venganza…
RICARDO: Madre… anda a tu casa… No me regañes más… ya he crecido… Y puedo
doblegarte… no me obligues… (Eleonora le da un sopapo) No te excedas, mujer… Soy el
Don… Puedo aplicarte la ley de la Familia…
ELEONORA: Aplicala y verás como Dios te castiga… ¡No deben alzarse los hijos contra
los padres!
RICARDO: Mi padre bien muerto está… Pero vos sos mi madre… Nada dicen las
tradiciones sobre las madres… Así que no me provoques… Hoy estoy de buen humor…
Por eso hare caso omiso a tus palabras… ¡Bustamante! ¡Ensillame mi Silver!
BUSTAMANTE: (entrando) Ya está en la cuadra, Ricardo. ¿Queres que te acompañe? El
percherón también esta ensillado.
RICARDO: Iré solo esta vez, Busty. Vigilá a mi madre… esta enojada… Es muy injusta
conmigo…No se da cuenta de lo mucho que hago por la Familia… (Sale).
ELEONORA: No hay peor sordo que el que no quiere oír… ¡sordo! ¡Necio! ¡Malvado!
BUSTAMANTE: Eleonora… Nada ganará con enfrentarlo…
ELEONORA: Eso crees vos, que sos un genuflexo, a su servicio… Se cree el dueño de
todos nosotros…
BUSTAMANTE: No es así… él vela por toda la familia…
ELEONORA: ¿Vela? ¡Hace a su antojo lo que desea! Y nunca es un bien… siempre está
urdiendo malas estrategias, corrompiendo…
BUSTAMANTE: Hay que pensar como él para entenderlo…
ELEONORA: Ah, ¿sí? Vos pensás como él, entonces… Porque se entienden muy bien…
BUSTAMANTE: No tanto… No pienso como él… Lo acompaño porque estoy esperando
que cumpla su promesa…
ELEONORA: Me haces reír, Bustamante… ¿su promesa? ¿¡Cuándo este loco ha
cumplido algo de lo que dice!?… ¿No lo conoces bien? ¿Porque razón sería diferente
con vos?
BUSTAMANTE: Yo le guarde muchos secretos… Eso tiene un precio… tiene que
pagarme…
ELEONORA: Sos un estúpido… nunca te pagará… No le creas más… no esperes más…
No ves lo que hizo con sus sobrinos, con su cuñada… ¿conmigo? Estamos de rodillas
implorando que nos permita usar lo que es nuestro… Hasta para comprar un poco de
pan hay que adularlo…
BUSTAMANTE: Enséñeme a ver más allá de lo que dice… todavía confío en él… Pero
desde hace unos días no me otorga lo que le pido… Puras evasivas… Y yo también
merezco lo mío… Arriesgué mi nombre y mi vida por cumplir con sus encargos…
ELEONORA: Andate de su casa… Ahora que todavía podes… Después ya será tarde…
Alejate sin que sepa… O te perseguirá hasta matarte… No te ensucies más,
Bustamante… Sos un buen hombre… Tu único pecado fue admirarlo demasiado…
Ciego… Jamás te amara… El no ama a nadie… Solo a si mismo… (Sale Eleonora.
Bustamante queda pensativo. Se aproxima al sillón, se sienta, toma la pistola de su
sobaquera y juega con ella. Entra Ana con un camisón blanco, largo, casi transparente.
Parece una virgen. Bustamante esconde el arma).
ANA: ¿Y Ricardo?
BUSTAMANTE: Cabalgando… (Ana se pasea indecisa) ¿Te pasa algo? ¿Que necesitas…?
ANA: Tuve un sueño… quería hablarlo con Ricardo…
BUSTAMANTE: No hagas caso a los sueños… No se cumplen…
ANA: Era muy extraño… Soñé con mi vientre abultado… paría pájaros que me comían
las entrañas… Como Prometeo encadenado… Atada estaba a una roca… Y los buitres
volaban alrededor de mi cabeza…Tal vez sea un sueño premonitorio… Tal vez Ricardo
me detesta y quiere deshacerse de mí.
BUSTAMANTE: No tengas esos malos pensamientos… Ricardo te protege… No le
prestes atención… Sería una comida pesada que no termino su digestión…
ANA: Desperté sobresaltada… y Ricardo ya se había ido…
BUSTAMANTE: Salió a cabalgar temprano. Eleonora vino de visita y enojada se
marchó…
ANA: ¿Eleonora? ¿Qué quería?
BUSTAMANTE: Reclamaba lo que es suyo… y de Isabel y sus hijos…
ANA: Ella es su madre… tendría que saber que por las buenas se consigue lo que sea
con Ricardo… Pero si lo ataca o le reprocha, que no espere buenas respuestas…
BUSTAMANTE: Depende de quien pida, Ana… Yo pido hace un tiempo lo que me
prometió… Y no me lo otorga… Y se lo pido bien… con cariño…
ANA: Bustamante, tantos años a su lado y todavía no lo conocés… Cuanto más pidas
menos te dará… Él tiene sus tiempos… su momento…
BUSTAMANTE: Sera como decís, entonces, seguiré esperando…Decime, cuando se
mudarán a la estancia… Para comenzar con el traslado.
ANA: Ricardo pretende mudarnos mañana…
BUSTAMANTE: Comenzare a llevar sus pertenencias…
ANA: Las mías aún están en las maletas… La boda fue tan de repente… Ni tiempo tuve
de acomodar mis cosas…
BUSTAMANTE: En la finca será otra vida… Estarán solos, comenzando su familia…
ANA: ¿Vendrás con nosotros? No lo hablé aun con Ricardo…
BUSTAMANTE: No lo creo… Yo quedare acá… vigilando y protegiendo…
ANA: Voy a recostarme… No me siento bien… El vino de anoche… Tal vez por eso las
pesadillas… Avisame cuando vuelva Ricardo.
BUSTAMANTE: Con todo gusto. (Sale Ana) Cómo tengo que pedirte, Ricardo… ¿Como?
¡Me prometiste! ¡Y no cumpliste! ¡Tengo paciencia! ¡Te acompaño! ¡No digo nada! Soy
la tumba de tus secretos… ¿Qué tengo que hacer para conseguir lo mío? (Ricardo ha
entrado sin ser visto. Lo sorprende desde atrás haciéndole cosquillas) ¡Loco! ¡Qué
rápido volviste!
RICARDO: ¿Hablás solo, querido primo? ¿Qué estas urdiendo? Compartí tu secreto. ¡Te
ayudare a pergeñar mejor tu venganza!
BUSTAMANTE: Que susto me diste. Nada… Solo hablaba con mi sombra… Ana quiere
verte… Tuvo un mal sueño y quiere consuelo…
RICARDO: Mujeres… Que espere un poco… todavía están calientes las sábanas y esta
mujer me está cansando…
BUSTAMANTE: Pero como… no era ese tu propósito acaso…
RICARDO: No entendes nada, Busti… Ya está cumplido el objetivo… Su hermano ya se
rindió a mis mandatos… Es un tonto… Pero Ana me observa y me preocupa… es tan
pura… que me inhibe… Me dice que me ama con tanta sinceridad que yo le creo… Y yo
se lo digo de la misma manera… La amo… No puedo entender cómo me sucedió esto…
Pero la amo… (Ríe) ¿Podes creerlo? La amo… Pero… como siempre sucede… se
vislumbra una nueva oposición…
BUSTAMANTE: ¿Qué? Si todo está bien así…
RICARDO: ¡Mi madre! (lo mira con doble intención. Bustamante no quiere aceptar).
BUSTAMANTE: No. No. No. Ni lo sueñes…
RICARDO: (Ríe sarcástico) ¿Tan desalmando te parezco? ¿Me crees capaz de eso?
BUSTAMANTE: ¿Y qué es entonces…?
RICARDO: Ha comenzado a meterse en mis asuntos… ¡Quiere que mis sobrinos
manejen los bienes de Eduardo! ¡Está loca! No lo voy a permitir.
BUSTAMANTE: No. No. Tus sobrinos… No me pidas eso… No…
RICARDO: Es lo último…
BUSTAMANTE: Son niños.
RICARDO: Adolescentes… Ya dejaron los pañales
BUSTAMANTE: No puedo… además… aclárame si sigue en pie tu promesa.
RICARDO: ¡Por supuesto! ¡Ni lo dudes! … Esta casa y todo lo que en ella hay será tuya…
Ya lo sabes… Te lo dije… Y lo haré… Pero primero… lo primero…
BUSTAMANTE: Siempre te las ingenias para hacer lo que querés conmigo…
RICARDO: Yo no lo hago, querido primo, sos vos quien acepta…
BUSTAMANTE: Cuándo y dónde…
RICARDO: En la habitación de ellos, aun sin rejas… que parezca que entraron desde la
calle… que no te reconozcan… Mañana cuando me haya ido…
BUSTAMANTE: Así se hará…
RICARDO: Voy con Ana. Que nadie nos moleste. (Sale. Baja la luz de escena y se
enciende una luz de ensayo o de trabajo. Los actores y actrices están distendidos. Ana
tiene un muñeco, Eleonora el otro. Los mueven y ponen en relación como si estuvieran
jugando una escena. Claudio ya está vestido como Don Vicentino, observa la escena
lúdica disfrutando. Bustamante con una capucha y capa, negra, juega con un cuchillo
trucado como preparándose para la escena siguiente que sería asesinar a los sobrinos
de Ricardo. De repente entra Ricardo en personaje, como en un ataque de furia y
destroza los dos muñecos arrancándoles las cabezas y desparramándose por la escena
el relleno de los objetos. Sale. Bustamante queda con el cuchillo en la mano, mirando la
escena y lo limpia sobre su ropa como si hubiera clavado a dos seres humanos.
Lentamente se quita la capa con capucha y envuelve el cuchillo con ella. Se ilumina otro
sector del escenario. Ana recostada o tendida sobre algo. Ricardo a su lado con una
botella de vino y una copa. Él la mira, acaricia su frente, sus cabellos).
ANA: Ricardo, tuve mal sueño… Me hiciste falta… Te extraño cuando no estás
conmigo…
RICARDO: Yo también, Ana… pero para un hombre, enamorarse y estar todo el día
pendiente de su mujer es una señal de alarma… ¡Debilidad!
ANA: No pienses así… El amor es lo mejor que nos puede pasar… No te lo niegues…
Aunque creas que no lo mereces…
RICARDO: Esas pesadillas no deben preocuparte, ni afligirte… Tengo ocupaciones…
muchas… y cada vez más… No puedo estar con vos todo el día… No me busques…
Aprendé a vivir sin mi presencia…
ANA: Quiero estar con vos…
RICARDO: Mi corazón así lo dice… Pero ya sabes que no dejo hablar a mi corazón…
(Ella lo acaricia. Tiernamente. Le pasa la mano por el rostro. Lo besa. Ricardo. Se
levanta. Se aleja. Busca la botella y la copa. La mira. Duda. Se acerca. Finalmente se
decide. Sirve el vino. Ana bebe.) Te sirvo este vino, como señal de mi amor. Como la
sangre de Cristo… para salvarte de mis pecados…
ANA: Que decís, Ricardo… ¿Que pecados?
RICARDO: Los que pensaste y descreíste luego. Los que escuchaste y no supiste
quien… No puedo mentirte, Ana… No puedo mirarte y apartar de mí la maldad… No
puedo… lo he intentado… Tu pureza… tu fe… tu entrega… Pero es más fuerte que yo…
es esta cosa que tengo adentro… que surge avasallando todo… Mi propia voluntad…
Mi ego dándose el gusto… Mi ego y solo mi ego cumpliendo sus deseos. Solo eso existe
para mí…. ¡Todo lo que quiero, debo hacerlo! Bebe el vino, amor mío… Bebe el vino y
duerme… se acaban las pesadillas… (Ana bebe la copa y va desfalleciendo hasta caer
muerta) No te lloraré… No voy a arrepentirme. (Le quita el anillo del dedo meñique y se
lo pone en su dedo meñique) Eras mi talón de Aquiles… Ahora ya no tengo intersticio
por donde desfallecer… O por donde se filtre la misericordia… Ahora soy invulnerable…
Poderoso… ni siquiera la fuerza del amor podrá conmigo… Ana, mi mujer, al mundo le
ha dado las buenas noches. Incierto camino de ganancias. Pero estoy tan cubierto en
sangre que un crimen lava otro crimen. Las lágrimas de piedad no habitan en mis ojos.
¡Ahora sí soy el Don! ¡Don Ricardo! (Baja la luz mientras Ricardo baila alocadamente
repitiendo Don Ricardo varias veces. Bajala luz de esa escena y Eleonora en personaje
avanza por el escenario).
ELEONORA: ¡Ricardo! ¡En qué momento, cuándo urdiste tantas atrocidades para tu
propia familia…! ¡Mis nietos!¡Tus sobrinos! Asesinados por su tío… Isabel encerrada en
el hospicio… Privados de todo… Ellos hasta de su vida… La mano que atravesó sus
tiernos corazones fue por tu cabeza dirigida. El asesino afiló su cuchillo en la piedra de
tu corazón para hundirse en las entrañas de mis corderos. Que el cielo te envíe
calamidad cuando tus pecados estén bien maduros y arroje su indignación contra vos.
Que no puedas dormir, torturado por tus pesadillas. Que el infierno y sus demonios te
espanten eternamente. Sos un cerdo marcado por el espíritu del mal, carnicero…
Oprobio de mi vientre. Engendro detestable del riñón de tu padre. Andrajo del honor,
abominable…
RICARDO: Madre…
ELEONORA: ¡Ricardo!
RICARDO: Pensé que me llamabas por esos nombres atroces…
ELEONORA: ¡Claro que lo hice, pero sin esperar respuesta!
RICARDO: Madre, me desprecias… Esta claro… No me importa… Te arrepentís de tu
bendición, ahora me maldecís nuevamente y vaticinás mi futuro… Sin embargo, tengo
tanto éxito en mi empresa… que nadie, y menos una bruja como vos, podrá enjuiciar el
triunfo de mi destino.
ELEONORA: ¡Te dije que no te hablaría más! Fuera de mi vista. ¡Fuera! (Sale Ricardo.)
ELEONORA: Dios mío… (Se quiebra) Dios mío… ¿¡Quién es este monstruo que habita
esta casa…!? Es de vida o muerte. Todos terminaremos asesinados por su mano. (Entra
Bustamante. Eleonora lo mira desafiante.) Vos fuiste. Los perros de la muerte y la
destrucción te morderán los talones.
BUSTAMANTE: Que dice… no sé de qué habla.
ELEONORA: Te entregaré a la justicia. He visto con estos ojos lo que hiciste. ¡Mis
nietos! Te sepultarán en la cárcel en vida. A menos que hagas lo que te pido.
BUSTAMANTE: Señora Eleonora…
ELEONARA: ¡Silencio! Escuchá, animal. La tragedia ha entrado en esta casa… para no
irse más… Solo queda una salida. Poner fin a la fuente de todas las traiciones. Vos
traicionaste a tantos… Ahora serás el traidor de Ricardo. Andate a buscar a Don
Vicentino. Que arrase la finca, para que el número de muertos no se multiplique.
Aprovecha ya la ventaja que te dan unas horas. Entregale esta carta (Saca una carta de
entre su ropa). Él te recibirá. Voy por mi nieta Betty, la única que me queda… Vamos.
Silencio. Ni una palabra a nadie. (Lo toma de la cintura salen urdiendo un plan en voz
baja. Del lateral opuesto ingresa Betty. Es una púber, esta jugando a la rayuela. Salta y
va y viene por los cuadros del juego. Tiene una pollerita con tablas y una casaca de
marinerita).
BETTY: Uno, dos, uno, dos, uno, dos. ¡Cielo! (Se agacha, recoge el tanto. Ingresa
Ricardo. La mira. Contempla un rato como juega la niña) Uno, dos, uno dos, uno dos,
¡tierra! (Betty no advierte la presencia de su tío. De repente lo ve y se asusta) ¡Tío!
RICARDO: Seguí jugando, no quiero molestarte. ¿Te asusté?
BETTY: Creí que estaba sola…
RICARDO: ¿Querés que me vaya?
BETTY: No… desde que mamá se fue estoy sola todo el día…
RICARDO: ¿Te doy miedo?
BETTY: (Ríe) ¿Cómo miedo? Sos mi tío…
RICARDO: Dicen muchas cosas de mi…
BETTY: Yo no sé… a mí nadie me dice…
RICARDO: ¿Y la abuela?
BETTY: Esta haciendo unas maletas. Me dijo que me quede jugando en el patio sin
hacer ruido…
RICARDO: ¿Está por viajar?
BETTY: Las dos… Pero no digas a nadie… Es un secreto…
RICARDO: No digo… los secretos son para guardarse…
BETTY: ¿Queres jugar a la rayuela?
RICARDO: ¿Vos queres jugar conmigo?
BETTY: Si… Seguro que te gano…
RICARDO: No se… yo nunca pierdo…
BETTY: A ver… jugá. (Le da el tanto de la rayuela. Ricardo tira y salta los cuadros). Uno,
dos, uno, dos, uno dos, ¡Cielo! (Cuando llega a cielo, Ricardo finge caerse. Queda en el
suelo. Extiende la mano a Betty. Ella lo toma de la mano para ayudarlo a levantarse. El
la hace sentar en su regazo) Te caíste… Te dije, tío, que te iba a ganar…
RICARDO: Ya no quiero jugar a la rayuela… No puedo. Ya estoy grande para eso…
BETTY: Y a que queres jugar…
RICARDO: A la muñeca…
BETTY: (Ríe) Los varones no juegan a la muñeca…
RICARDO: No… Es cierto… pero vos vas a ser mi muñeca… entonces puedo jugar…
¿Queres?
BETTY: (Ríe) Sos loco, tío… Yo no soy una muñeca… Soy una nena…
RICARDO: Bueno, ese será nuestro secreto… ¿Queres?
BETTY: Si, juguemos…
RICARDO: (La toma de las manos. Le muestra su anillo) Mira. ¿Te gusta este anillo?
BETTY: ¡Qué bonito! Es igual al de tía Ana…
RICARDO: Me lo dio mi abuela cuando nací… Dijo que era para ocultar mi fealdad…
BETTY: Vos no sos feo, tío…
RICARDO: ¿Te parece? Pero tampoco soy bonito…
BETTY: Sos distinto… Tenes algo raro… no se… mamá siempre decía… “tiene algo que
no sé qué es…”
RICARDO: ¿Te gusta el anillo?
BETTY: Es muy hermoso… Brilla mucho… Me encanta mirar el brillo.
RICARDO: (Se quita el anillo y se lo da) Te lo regalo.
BETTY: (Poniéndoselo) Ay, qué hermoso. Tengo que ponérmelo en este dedo… porque
mis dedos son más chiquitos que el tuyo… (Se lo pone y se mira la mano con el anillo)
Gracias, tío… (Le da un beso a Ricardo).
RICARDO: ¿Jugamos a la muñeca?
BETTY: ¡Si! ¡Ahora soy una muñeca con anillo! (Ricardo se levanta del piso. Y la alza en
sus brazos)
RICARDO: Vamos bajo los pinos… esta fresco y sombrío… Y jugamos en la mecedora…
(Betty, alzada en los brazos de Ricardo, vuelve a besarlo en la mejilla) ¡Qué bonita
muñeca! ¿Como te llamas, muñeca?
BETTY: ¡Me llamo Pierangeli!
RICARDO: Ah… yo pensé que eras Marisol… (Van saliendo Ricardo con Betty en brazos
continuando la conversación).
BETTY: También tengo una Marisol, pero me gusta más la Pierangeli.
RICARDO: ¿Sabes que quiere decir Pierangeli?
BETTY: Sí… piel de ángel.
RICARDO: Como vos… Te pusieron bien el nombre, muñeca… Ahora te beso yo a vos.
(La besa en la boca y salen. En otro sector de la escena, ambientada de manera
diferente como significando otra casa o finca Don Vicentino y Bustamante.)
BUSTAMANTE: Don Vicentino. Esta carta manda Doña Eleonora. Dijo que usted la
recibiría… Aquí estoy para servirlo (Don Vicentino abre la carta y lee).
DONVICENTINO: “Es hora de armarse y de tomar el mando. Dios y nuestra buena
causa luchan de nuestro lado. Las plegarias de los santos benditos y las almas
agraviadas, como altos baluartes, se levantan ante nosotros”. Esto estaba esperando…
Es demasiado lo que hace Ricardo. No creo que la muerte de mi hermana haya sido
natural… Por respeto a doña Eleonora y su familia me mantenía quieto. Pero con esta
carta… Con su pedido de ayuda… Ya sé lo que tengo que hacer… La victoria será
nuestra, Bustamante. Contra el enemigo de nuestra familia y de Dios vamos a pelear.
Dios, en su justicia, como soldados suyos nos protegerá. La prosperidad de nuestra
casa será nuestro salario. Nuestras esposas, hermanas y sobrinas nos darán la
bienvenida al regresar. Libraremos a nuestros hijos del yugo de Don Ricardo y ellos nos
pagarán en la vejez.
BUSTAMANTE: Todo está listo. En la finca ya los peones y guardias han sido puestos
sobre aviso. Han entendido… Y si bien aún sirven a Ricardo, a una señal suya lo dejarán
solo.
DON VICENTINO: He tenido paciencia y tolerancia a sus crímenes y trampas… Hasta mi
hermana ha creído en su palabra. Pero llego el momento de poner fin a la historia
negra de este perverso.
BUSTAMANTE: ¡A su orden! Cuando diga.
DONVICENTINO: Hay que salvar a Eleonora y a Betty. La Familia Vicentino y todas las
familias. Entonces en nombre de Dios, allá vamos, Bustamante. ¡Con coraje y alegría!
¿Cuántos son en la finca?
BUSTAMANTE: Apenas unos veinte, pero puedo darles libre el día… A la noche, ya
cuando descansen, será el momento oportuno.
DON VICENTINO: En silencio, que nadie te vea salir de mi casa. Y cuando este allá,
esperá mi señal.
BUSTAMANTE: Esperare en la entrada. Y yo mismo avanzaré adelante abriendo los
disparos. Es un placer que quiero darme… por los malos pagos recibidos. Hasta la
noche entonces.
DON VICENTINO: Hasta la noche. Dejaremos los autos en la esquina. Llegaremos con
las luces apagadas. Andate ya. Dios te bendiga. (Se desvanece la luz de la escena, con
luz de ensayo por detrás cruza Eleonora con una valija, llamando a Betty. Se detiene
mira hacia el cielo y dice)
ELEONORA: Betty, mi niña hermosa, ¿dónde estás? ¿Qué te ha hecho a vos también?
No me iré sin vos… Yo a la tumba, donde la paz y el descanso me acompañen, no iré
todavía. ¡Más de sesenta años de desgracia he contemplado y cada hora de alegría me
trajo una semana de dolor… No pierdo la esperanza de encontrar la justicia alguna
vez… Betty, mi Betty, ¿dónde estás? (Cambia la escena. Es similar al comienzo.
Ráfagas, tiros, humos. Ricardo en escena. Se repite el final del PROLOGO con la
variante de que todos los personajes, menos Ricardo están mirando la escena en
penumbras de pie)
EPILOGO
RICARDO: ¡Mi pura sangre! ¡Rápido! (Grita hacia afuera) ¡Preparen mi Pura Sangre
“Silver”! ¡Vicentino traidor! ¡Saldré montado al jardín a destrozarlo a tiros! (Ráfaga de
ametralladora, hiere a Ricardo) ¡Miserable! He apostado mi vida a un golpe de dados y
afrontaré el azar de la tirada. (Dispara con su revolver) ¡Se multiplican los Vicentino!
Son seis, seiscientos, ¡seis mil! (herido sigue disparando) Solo he matado a cinco… pero
no al que viene por mi… Herido estas, Ricardo mío, huye ¡sálvate montando tu Silver!
Soldado que huye sirve para otra guerra (Nueva ráfaga de ametralladora termina de
matarlo) ¡Mi caballo! ¡Un caballo! (Arrastrándose mal herido) ¡Mi FAMILIA por un
caballo! Mi Familia por un caballo… Betty… (Nueva Ráfaga lo acribilla y muere. Se
escucha un relincho largo desde afuera. Silencio total. Desde la penumbra ingresa Betty
a la escena, trae una escopeta de caza en las manos. Se aproxima al cadáver de
Ricardo. Lo mira. Lo toca con el pie. Comprueba que no se mueve. Ve que está muerto.
Levanta el arma. Le apunta y dice) .
BETTY: Uno, dos, ¡Cielo! Piel de ángel… Querías un caballo… Yo soy solo una Yegua…
tío… Solo una yegua (Le dispara).
Apagón final.
FIN