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NORMATIVA

ADMINISTRATIVA GENERAL
TRABAJO FINAL – RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
HERNÁN GUSTAVO TERÁN NÚÑEZ
ANÁLISIS DE CASO SOBRE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO

Ante los hechos del caso, considero que no existía ninguna justificación para determinar
que el señor Marco Oto o sus padres tenía la obligación jurídica de soportar las
consecuencias de las actuaciones de los agentes de la Policía.

Conforme la Constitución de la República, el deber más alto del Estado consiste en


respetar y hacer respetar los derechos establecidos en ésta. Es así, que el Estado como
único responsable del uso legítimo de la Fuerza, a través de su fuerza pública (FFAA y
Policía), que son instituciones de protección de derechos, libertades y garantías de los
ciudadanos, tiene la obligación de instruir y garantizar que sus funcionarios, sean los
primeros en garantizar la vida y la integridad de las personas.

La Policía Nacional, conforme el artículo 163 de la Constitución, es una institución de


carácter civil, técnica, profesional y altamente especializada, cuya formación se basa en
el control y prevención del delito, disuasión y conciliación como alternativas al uso de
la fuerza; por ende la actuación de los servidores policiales en el puente, rebasan estos
principios establecidos en la Constitución; puesto que el señor Marco Oto, como
ciudadano que ejercía su derecho al libre tránsito, si era sospechoso de cometer alguna
conducta ilícita, tenía el derecho a que le respeten su integridad por cualquier
funcionario. Los policías, al actuar de una forma disuasiva desproporcionada o ante la
simple connotación del peligro que involucra un puente elevado para los ciudadanos
que corren o para ellos mismo, por una probabilidad alta de caída, no debían actuar en
la forma que sucedió. Por eso considero que no existía la obligación de soportar el daño,
tanto el señor Oto como sus padres.

Bajo mi criterio, si existe la relación de causalidad entre la acción de los policías y la caída
del señor Oto. Como bien se indicó, por esencia la institución policial, debe su existencia
a precautelar y proteger los derechos de las personas; su doctrina se basa
principalmente en la neutralización de los ciudadanos que atenten contra la seguridad
y el orden público, a diferencia de Fuerzas Armadas cuya misión es la defensa del
territorio y su doctrina si se enfoca en la eliminación de un enemigo.

En este sentido, la Policía Nacional, ante cualquier ciudadano, su objetivo primordial es


disuadir y prevenir el cometimiento de un delito o detener y aprehender a personas que
cometan delitos y ponerlos a órdenes de la autoridad judicial. Bajo ningún concepto
puede extralimitarse su accionar a perseguir a ciudadanos, sin que medie inminente
amenaza. Es decir, al caso específico, la acción de la policía, al perseguir a ciudadanos
hasta un puente elevado, estrecho, con una cerca enmallada que limitaba el paso, el
actuar de los agentes con los medios estatales (motos) denota una alevosía que es
contraría a su función de ser los primeros en respetar la vida y la integridad de una
persona, por más manifestante o delincuente que pueda llegar a ser. Además, podría
haber sucedido que uno de lo policías presentes, era quien tal vez estaba exacerbado o
fuera de sus cabales y procedió de esa forma abrupta, pero eso también responsabiliza
al resto de sus compañeros que teniendo la obligación jurídica de impedir cualquier
abuso, así haya provenido de otro policía, no hicieron nada por evitar ese mal actuar.
Fue un hecho que se pudo evitar.

Además, es evidente una omisión del deber de auxilio que tiene los miembros de la
Fuerzas Publica, al no brindar los primeros auxilios de forma inmediata al señor Oto.
En las imágenes de los hechos, claramente se ve el total desinterés de ayudar a quien su
vida corría peligro después de caer del puente, a pesar de que fue a consecuencia de
acciones policiales.

Éstos agentes policiales, funcionarios públicos, bajo mi perspectiva, realizan una omisión
dolosa, en base a lo establecidos en el artículo 28 del Código Orgánico Integral Penal,
puesto que se encuentran en una posición de garantes, al tener la obligación legal de
cuidado de la vida, la salud y la integridad personal del señor Oto, por que sufre una
lesión a consecuencia de un acto de agentes de la policía y segundo, al estar ya
“neutralizado”, su deber era precautelar la vida del ciudadano que sufrió lesiones a
consecuencia de la persecución policial.

Si bien a la fecha de los hechos, la Ley Orgánica de Uso Legítimo de la Fuerza, no estaba
vigente, los servidores públicos que constituyen la Fuerza Pública, dentro del control del
orden interno, deben proteger a toda costa la vida y la integridad de las personas; aún
cuando estas hayan participado de actividades ilícitas. Si el señor Oto hubiese
participado del incendio del UPC, no eximía a los servidores policiales de su obligación
de prestar auxilio.

Por todo lo expuesto, considero que, si existe responsabilidad extracontractual del


Estado, en la muerte del señor Marco Oto.

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