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Francisca de Pedraza fue la primera mujer en vencer judicialmente la


violencia de género, fue la primera en denunciar la violencia que sufren las
mujeres y sus hijos e hijas ante los tribunales.

Sucedió en la España del siglo XVII. Su infancia transcurrió en el convento


monasterio de San Juan de la Penitencia, fundado por el cardenal Cisneros, en
1508, junto al colegio de doncellas huérfanas en Alcalá de Henares. Francisca,
huérfana de padre y madre, fue educada por las monjas complutenses. La
educación de las niñas en el siglo XVII era algo extraordinario, una formación
que fue decisiva para los hechos a los que tendría que enfrentarse ya de
adulta. En el convento se preparaba a las niñas o para tomar los hábitos o para
el matrimonio, otorgándoles una pequeña dote. Contrajo matrimonio con
Jerónimo de Jaras, pensando que con aquel hombre podría desarrollar una
vida como mujer, madre y esposa, tal como se esperaba de ella en esa época,
que cumpliera con los roles asignados por ser mujer. Nada más lejos de la
realidad, desde el principio de su matrimonio sufrió palizas por parte de su
marido, Jerónimo de Jaras. En una de las frecuentes palizas que le propinaba
su marido incluso pierde al hijo del que estaba embarazada.
El 28 de julio de 1620 decide denunciarle ante el canónico de la Colegial de la
villa de Alcalá. En esta denuncia solicita finalizar su relación conyugal alegando
constantes agresiones físicas y psicológicas y múltiples humillaciones.
Sin embargo, en el siglo XVII en España el divorcio no existía ni tampoco se
contemplaba como algo ilegal el maltrato hacia las mujeres.
La emancipación de la mujer, el reconocimiento del divorcio y la penalización
de los maltratadores tardarían más de tres siglos en llegar.
Poco tiempo después de la denuncia, salió la sentencia para Jerónimo de
Jaras, que dice: “de aquí en adelante trate bien y amorosamente a su
mujer”. Fue poco menos que una reprimenda.
Claramente los malos tratos hacia Francisca no cesaron, incluso es probable
que se acrecentaran debido a que su marido pudo haberse sentido expuesto y
ridiculizado ante la sociedad.

A pesar de las dificultades, Francisca persistió y decidió interponer una


demanda dos años después, en 1622. Esta vez lo hace ante la Iglesia.

Nuevamente obtiene el mismo resultado que la vez anterior: la recomendación


a su marido que debe tratarla mejor y con mucho amor.

En esa época, este tipo de pleitos solían resolverse con meras


recomendaciones o con declaraciones de “no competencia” por considerar el
matrimonio como algo sagrado y que quedaba fuera de lo que atañe a la ley.

En ambos casos Francisca aportó testigos, pero no sirvieron de nada.

La mujer se presuponía propiedad de su marido y, dado que las leyes y las


sentencias las dictan los hombres, ninguno le hizo caso ni la tuvieron en
cuenta.

Pero Francisca no aceptó su situación ni se resignó, ni por ella ni por sus hijos


e hijas, y decide acudir en 1624 al nuncio del Papa ante los reinos de España,
que autoriza que el caso se pueda exponer en la Audiencia Escolástica de la
Universidad de Alcalá de Henares.

El encargado de resolver su caso fue Álvaro de Ayala y este revocó todas las


resoluciones anteriores que la obligaban a seguir conviviendo con su marido y
maltratador.

Se le concedió la separación y una orden de


alejamiento, la primera en España. También se le
otorgó la devolución de su dote.

Este hecho es insólito e inédito. Francisca de


Pedraza, la primera mujer en denunciar violencia
machista, logró lo que nunca antes se había
logrado.

Pero también fue también la última en


conseguirlo hasta bien entrado el siglo XX.
Tuvieron que pasar más de tres siglos para que se pudiera obtener una
sentencia similar.

Por todo eso, es fundamental que Francisca de Pedraza, la primera mujer en


denunciar violencia machista y en conseguir una sentencia de divorcio y orden
de alejamiento, ocupe un papel destacadísimo en nuestra historia.

El legado de esta alcalaína inspiró a la


Asociación de Mujeres Progresistas de Alcalá
Francisca de Pedraza para crear el Premio
Francisca de Pedraza Contra La Violencia De
Género, que nace con el fin de distinguir y
reconocer la trayectoria de aquellas personas,
colectivos, entidades o instituciones que
destaquen por su compromiso y dedicación en la
prevención, erradicación y la lucha contra la
violencia de género. El primer Premio, en 2016,
fue concedido  al Expresidente José Luis
Rodríguez Zapatero. Durante su mandato se
elaboraron leyes en el ámbito social que elevaron
a España a la cabeza de los países del mundo
desarrollado; entre otras impulsó
la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de
Protección Integral Contra la Violencia de
Género, que fue el motor de los cambios y la trasformación de España en esta
materia. Fomentó toda una serie de iniciativas legislativas para erradicar la
violencia de género  y promovió los Derechos civiles y la igualdad entre
mujeres y hombres, así como la concienciación, prevención y persecución de la
violencia contra la mujer.
La Evolución de la Violencia de Género

En 1791 en plena Revolución Francesa fue el año en que por primera vez una
mujer empezó a hablar de la igualdad entre hombres y mujeres y redactó una
Declaración de los Derechos de la mujer y de la Ciudadana. Esta mujer fue
Olimpe de Gouges, encarcelada y mandada a la guillotina por su lucha por la
igualdad de mujeres y hombres.
Por lo que respecta a España, la moral católica y el tradicionalismo tan
presente entre nosotros a través de los siglos impidió la aparición con tanta
fuerza como en otros países de Europa de un auténtico movimiento feminista o
sufragista, aunque no faltaron notabilísimas individualidades, auténticas
heroínas por el medio tan hostil en que debieron moverse. Deben recordarse
figuras, en el Siglo XIX, como las de Mariana Pineda, ejecutada por sus
ideales liberales, o Concepción Arenal, que en 1841 debió vestirse de hombre
para ingresar en la Universidad.

Mariana Pineda Concepción Arenal

Con posterioridad, puede destacarse la labor de Teresa Claramunt, que en


1891 promovió la asociación de mujeres trabajadoras, o Emilia Pardo Bazán,
por su altura intelectual y su defensa de los derechos de la mujer. (En 1916 se
convertirá en la primera mujer Catedrática Universitaria)
Teresa Claramunt Emilia Pardo Bazán

Durante años considerada La Violencia de Género como un problema de


ámbito familiar y catalogada bajo el concepto de “crimen pasional”, la violencia
de género tuvo que esperar muchos años, concretamente hasta diciembre del
año 2004, para que se aprobara una ley para combatirla: la Ley Integral contra
la Violencia de Género.

Número de mujeres víctimas mortales por


violencia de género en España de 2003 a
2023
Se puede observar que bajó considerablemente el número de muertes el año
2005 en el que se empezó a aplicar la L.O. 1/2004 de 23 de diciembre, pero los
años siguientes las cifras volvieron a aumentar la media de víctimas fallecidas
por año, excepto en el año 2009. El mayor repunte de violencia machista en
España se dio durante el 2008, cuando un total de 76 mujeres fueron
asesinadas por sus parejas o exparejas, seguido por 2010, con 73 fallecidas.
También fue en ese año en el que un mayor número de las víctimas mortales
de violencia machista habían denunciado: 22 de las 73 fallecidas lo habían
hecho.
Valorar los datos sobre violencia de género es muy complicado en el sentido
de que podemos cuantificar el número de víctimas, pero no podemos saber el
número de mujeres que padecen maltrato. Solamente podemos cuantificar
víctimas mortales y denuncias presentadas, pero también existen mujeres
maltratadas que no han fallecido ni han denunciado su situación.

La violencia de género es un problema que afecta a todo el territorio nacional,


pero no de igual forma. Los últimos datos facilitados por las fuentes oficiales del
país sitúan a Andalucía en el punto de mira. No sólo es la comunidad con
mayor número acumulado de víctimas mortales de toda España entre 2003 y
2021, sino también la que mayor cantidad de denuncias por violencia de
género registró en 2021. Cataluña, la Comunidad de Madrid y la Comunidad
Valenciana tienen también un puesto relevante en estos nefastos rankings,
mientras que La Rioja es la comunidad con menor incidencia.

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