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DE LA ECONOMÍA
promover un espacio independiente, transparente
DE LA ECONOMÍA DEL
Jose Carlos Díez, Director del Foro de la
modo documentado, riguroso y beneficiándose de
Economía del Agua
DEL AGUA la perspectiva internacional, un tema, la gestión del
Alfredo Arahuetes, Decano de la Facultad agua y sus servicios, crucial para el futuro de nuestro
de Ciencias Económicas y Empresariales de país y de la humanidad. Y hacerlo abarcando toda su
ICADE y experto en economía mundial complejidad y el conjunto de las interacciones que
lo caracterizan, tomando distancia de la coyuntura
Estanislao Arana, Catedrático de Derecho El Libro Blanco de la Economía del Agua acredita la enorme complejidad de uno de los política o partidista, de los prejuicios ideológicos
Administrativo de la Universidad de Granada principales temas de este siglo, la gestión del agua, en un mundo marcado por la creciente y, en definitiva, de la contienda circunstancial que
versa sobre el ciclo urbano del agua, no pocas veces
urbanización y en un contexto de extrema gravedad representado por las consecuencias y
Santiago Carbó, Profesor de Economía en simplista, reduccionista, maniquea.
la necesidad de adaptación al cambio climático. A nivel mundial y también regional, nacional
Bangor Business School (Reino Unido) y subnacional, hemos de garantizar la seguridad del abastecimiento, en los mejores niveles El Foro de la Economía del Agua, que se ha
Gonzalo Delacámara, Director Académico de calidad y de precio, tanto para el consumo humano como para el desarrollo económico y constituido en un espacio de generación e
social. Debemos hacerlo en condiciones de universalidad y de sostenibilidad. Este inmenso intercambio de conocimiento, criterios y creación del
del Foro de la Economía del Agua
mayor consenso posible en torno a temas cruciales
desafío nos exige un esfuerzo ingente, humano, político, tecnológico, financiero y de gestión, TERCERA EDICIÓN de la gestión del ciclo integral de agua en el ámbito
Carlos Mario Gómez, Director del un esfuerzo integral que toda sociedad debe asumir para avanzar en una gestión avanzada de urbano, ha reunido desde su constitución a los más
Departamento de Economía de la UAH un recurso esencial y crecientemente escaso. prestigiosos expertos internacionales para reflexionar
en torno al agua, uno de los grandes retos de
Juan Manuel Lombardo, Profesor de la UNIR, La tarea constituye un reto de tal magnitud que requiere profundizar en la cooperación Gonzalo Delacámara, Director académico del Foro de la Economía del Agua (coordinador) trascendencia crítica para nuestro porvenir, desde
Director General de la Fundación I+D del
de todos los sectores, en la sociedad civil, en los sectores público y privado, en medios diferentes vertientes, siempre parte prioritaria de la
Software Libre Jose Carlos Díez, Director del Foro de la Economía del Agua agenda política mundial y un elemento central de
académicos, científicos y tecnológicos, y con un grado de compromiso y participación social
que movilice las mejores capacidades y promueva amplios consensos en pro del interés Francisco Lombardo, Secretario del Comité Académico del Foro de la Economía del Agua nuestras vidas.
Francesc Trillas, Profesor del Departamento de
Economía Aplicada de la Universitat Autònoma general. La gestión del agua y los servicios del ciclo urbano es una tarea colectiva que debe (coordinador) En estas reflexiones, expuestas en las sucesivas
de Barcelona brindar a la sociedad toda la confianza en que la equidad, la eficiencia y la sostenibilidad ediciones del Foro de la Economía del Agua –y que
estén garantizadas. Fernando Galván, Carlos M. Gómez, Lucie Pia Pluschke, Jorge Ducci, José A. Carrera, se recogen en este libro, concretamente en el “Libro
Francisco Lombardo, Secretario del Comité Víctor Arroyo, Samuel Fernández, Aziza Akhmouch, Antonio Cañamás, Catarina de Albuquerque, de Actas”– han participado cuatro premios Nobel,
Académico del Foro de la Economía del Agua El Libro Blanco de la Economía del Agua recoge las reflexiones de los más reconocidos Alice Bouman-Dentener, Josefina Maestu, Fernando Morcillo, Manuel Pulido-Velazquez, los profesores Finn E. Kydland, George Akerlof y
expertos internacionales abordando el debate sobre el agua en torno a seis bloques temáticos. Patricia Marcos-Garcia, Jaime Martínez-Valderrama, Fernando Magdaleno, Santiago Carbó, Jean Tirole, premios Nobel de Economía, y Mohan
Paulina Soto, Vicesecretaria del Comité Alberto del Villar, Carlos D. Pérez, Francesc Trillas, Magaly Espinosa, Jaime Melo Baptista, Munashinge, premio Nobel de la Paz; la que fuera
Académico del Foro de la Economía del Agua Estanislao Arana, Juan Manuel Lombardo, Luis Joyanes, Francisco Lombardo González, Enviada Especial de Naciones Unidas para el Cambio
Incluye además esta edición las ponencias presentadas en las sucesivas jornadas de debate
Alfredo Arahuetes Climático y primera ministra noruega, Gro Harlem
del Foro de la Economía del Agua –que se recogen en el “Libro de Actas de los Foros de la Brundtland; el Relator Especial sobre los Derechos
Economía del Agua”– en las que han participado cuatro premios Nobel –los profesores Finn Humanos al Agua y al Saneamiento; expertos en
E. Kydland, George Akerlof y Jean Tirole, premios Nobel de Economía, y Mohan Munashinge, LIBRO DE ACTAS DE LOS FOROS DE LA ECONOMÍA DEL AGUA agua de organismos multilaterales como la OCDE,
premio Nobel de la Paz–, la que fuera Enviada Especial de Naciones Unidas para el Cambio Finn E. Kydland, Jose Luis Machinea, Eulalio Ávila, George Akerlof, Gonzalo de Castro, Victoria Camps, la Comisión Europea, la CAF Banco de Desarrollo
Climático y primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, además de expertos en agua Gro Harlem Brundtland, Ángel Simón, Humberto Peña, Miguel Arias, Lluís Salvadó, Mohan Munasinghe, de América Latina, CEPAL, UNESCO o GWOPA;
responsables con experiencia en la gestión del
de organismos internacionales, responsables con experiencia en la gestión del agua del Alena Kozakova, Jaime Melo Baptista, Peter Gammeltoft, Francisco Nunes Correia, Luis Vidal,
agua de Inglaterra y Gales, Chile, California (EE.
sector público y del sector privado, académicos, arquitectos y urbanistas, tecnólogos e José María Ezquiaga, Jean Tirole, Josep Puxeu, Albert Castellanos, Blanca Jiménez Cisneros,
UU.), Portugal; gestores del sector público y del
incluso autoridades en materia de ética y moral. Jose Luis Martín Bordes, W. Michael Hanemann, Joaquim Oliveira, José Carrera, Paula Kehoe,
sector privado, académicos, arquitectos y urbanistas,
Ian Barker, Juan Costa, Paulina Soto tecnólogos e incluso autoridades en materia de ética y
moral, como Victoria Camps.
TERCERA
EDICIÓN Todos ellos han dejado muestras de su indiscutible
prestigio internacional y su solvencia intelectual,
lo que constituye un privilegio del que estamos
profundamente agradecidos. Su participación y sus
contribuciones a este libro prueban la dimensión
estratégica de la gestión del agua para el siglo XXI.
LIBRO BLANCO
DE LA ECONOMÍA
DEL AGUA
LIBRO BLANCO
DE LA ECONOMÍA
DEL AGUA
COORDINADORES
Gonzalo Delacámara
Director académico del Foro de la Economía del Agua
Francisco Lombardo
Secretario del Comité académico del Foro de la Economía del Agua
José Carlos Díez
Director del Foro de la Economía del Agua
COLABORADORES
Fernando Galván, Carlos M. Gómez, Lucie Pia Pluschke, Jorge Ducci, José A. Carrera,
Víctor Arroyo, Samuel Fernández, Aziza Akhmouch, Antonio Cañamás,
Catarina de Albuquerque, Alice Bouman-Dentener, Josefina Maestu, Fernando Morcillo,
Manuel Pulido-Velazquez, Patricia Marcos-Garcia, Jaime Martínez-Valderrama,
Fernando Magdaleno, Santiago Carbó, Alberto del Villar, Carlos D. Pérez,
Francesc Trillas, Magaly Espinosa, Jaime Melo Baptista, Estanislao Arana,
Juan Manuel Lombardo, Luis Joyanes, Francisco Lombardo González, Alfredo Arahuetes
© Observatorio para el Desarrollo del Conocimiento y del Talento, y los autores por este
representados
ISBN: 978-84-486-1459-1
Prólogo ..........................................................................................................
Introducción ...................................................................................................
Agradecimientos ............................................................................................
Capítulo 19. La regulación de los servicios del ciclo urbano del agua
como puente entre los intereses individuales y los objetivos de política
pública
Francesc Trillas................................................................................................ 261
Capítulo 20. Experiencia emblemática: Chile
Magaly Espinosa............................................................................................. 267
Capítulo 21. Experiencia de Portugal en cuanto a la regulación institucional
y retos de la gobernabilidad de los servicios de agua
Jaime Melo Baptista......................................................................................... 287
Capítulo 22. Los servicios urbanos del agua en el Derecho español:
situación actual y perspectivas de futuro
Estanislao Arana................................................................................................................. 309
VII
Contenido
Epílogo........................................................................................................... 399
Este libro es el resultado del esfuerzo llevado a cabo por el Foro de la Economía del
Agua, iniciativa nacida a principios de 2016, bajo el auspicio de la Universidad de
Alcalá (UAH), en el marco del programa de actividades en conmemoración del IV Cen-
tenario de la muerte de Miguel de Cervantes.
Si algo caracteriza a la Universidad de Alcalá, fundada en 1499, centro de referen-
cia del saber en el Siglo de Oro, antecesora de la actual Universidad Complutense y
refundada en los albores de la recuperación de nuestra democracia en 1975, es su
ambición de contemporaneidad y de excelencia académica al servicio de la sociedad.
Ambos objetivos se traducen hoy, entre otras cosas, en el firme compromiso con
la sostenibilidad de las pautas de desarrollo. Y, como hace cinco siglos, no solo a
través de la enseñanza y la investigación, sino también con iniciativas de divulgación
y de generación de conocimiento en beneficio de la sociedad, a través de la esencia
de lo académico, que tiene que ver con la producción intelectual, y con el compromiso
con el debate, con el intercambio de ideas.
Éramos conscientes en aquel momento de que, en los albores del siglo xxi asisti-
mos a desafíos de índole global y que el abordaje de los mismos nos definirá como
sociedad y marcará en buena medida el devenir de las generaciones presentes y
futuras. Entre estos retos, algunos de trascendencia crítica para nuestro porvenir, el
agua es, desde diferentes vertientes, parte prioritaria de la agenda política mundial
y un elemento central de la vida en España en particular.
La confluencia de todos estos factores nos impulsaron a lanzar esta ambiciosa
iniciativa; así nació el Foro de la Economía del Agua. En estos dos años se han unido
igualmente en este espacio de reflexión la Universidad de Granada y la Universidad
Autónoma de Barcelona, que de hecho ha acogido la organización de dos de los foros
internacionales organizados.
Nuestra apuesta constituía un gran reto: promover un espacio independiente,
transparente y equilibrado en el cual debatir al más alto nivel, de modo documenta-
do, riguroso y desde una perspectiva internacional, el tema de la gestión del agua
y sus servicios, crucial para el futuro de nuestro país y de la humanidad. El objetivo
era hacerlo abarcando toda su complejidad y el conjunto de las interacciones que lo
caracterizan, tomando distancia de la coyuntura política o partidista, de los prejuicios
ideológicos y, en definitiva, de la contienda circunstancial que sobre el ciclo urbano
del agua, no pocas veces simplista, reduccionista y maniquea existe.
El Foro de la Economía del Agua se ha constituido en un espacio de generación
e intercambio de conocimiento, criterios y creación del mayor consenso posible en
torno a temas cruciales de la gestión del ciclo integral de agua en el ámbito urbano.
XIV Libro blanco de la economía del agua
Se ha debatido al más alto nivel (con presencia de Premios Nobel y otros recono-
cidos expertos internacionales) sobre la gestión de los recursos hídricos en general y
la seguridad hídrica en las ciudades en particular; la optimización de la colaboración
entre la sociedad civil, el sector público y el privado; el papel de principios únicos
de regulación; la escala espacial en que se prestan del modo más eficiente estos
servicios; la necesidad de favorecer el progreso tecnológico para hacer frente a los
nuevos desafíos en un contexto de transformación digital al que el sector llega algo
tarde respecto a otros; la relación que existe entre el consumo de agua y el consumo
de energía o la seguridad alimentaria; las formas de favorecer el aumento de la trans-
parencia y la rendición de cuentas de los operadores (sean de la clase que sean); los
condicionantes que pueden suponer los actuales niveles de déficit y deuda pública,
y el ya indiscutible y cada vez más evidente calentamiento global como amplificador
de los desafíos preexistentes.
Los foros, en sus siete ediciones, han abordado de manera rigurosa los proble-
mas y desafíos del sector fundamentalmente en España pero sin perder en sentido
alguno el foco internacional, para el aprendizaje a partir de otras experiencias. Los
expertos reconocidos a nivel mundial se caracterizan, además, por una enorme diver-
sidad de experiencias, enfoques y perspectivas, como nunca antes se habían dado
cita en nuestro país en una reflexión compartida sobre la gestión del agua.
Hemos podido contar con la participación de cuatro Premios Nobel de Economía y
de la Paz, de quien fue Enviada Especial de Naciones Unidas para el Cambio Climá-
tico, de su Relator Especial sobre los Derechos Humanos al Agua y al Saneamien-
to; con expertos en agua de organismos multilaterales como la OCDE, la Comisión
Europea, la CAF Banco de Desarrollo de América Latina, CEPAL, UNESCO o GWOPA;
con responsables con experiencia en la gestión del agua de Inglaterra y Gales, Chile,
California (EE. UU.), Portugal; académicos, arquitectos y urbanistas, tecnólogos e
incluso autoridades en materia de ética y moral. Todos ellos han dejado muestras
de su indiscutible prestigio internacional y su solvencia intelectual, lo que constituye
un privilegio del que estamos profundamente agradecidos. Su participación y sus
contribuciones a este libro prueban la dimensión estratégica de la gestión del agua
para el siglo xxi.
La densidad de conocimiento reunido a lo largo de los capítulos que verán en el
libro, escritos por distinguidos expertos en cada una de las materias, junto a la rique-
za de los debates, animados por destacados periodistas, analistas y prescriptores de
opinión, que han contribuido además a acercar la discusión al ciudadano, constituyen
una base de gran envergadura y calidad. No ha sido fácil sistematizar tanta riqueza
en un libro que resulte accesible, ágil y útil al mundo académico, a los operadores del
agua, a sus responsables públicos y, en definitiva, a la sociedad.
A lo largo de toda la publicación queda acreditada la enorme complejidad de uno
de los principales temas de este siglo, la gestión del agua, en un mundo marcado
por la creciente urbanización y en un contexto de extrema gravedad representado por
XV
Introducción
urbano del agua: los esfuerzos de consolidación fiscal, en respuesta a una deuda que
alcanza el 100 % del PIB español y unos compromisos de déficit público que imponen
numerosas restricciones. José Carlos muestra no solo la necesidad de tener estas
cuestiones propias del desempeño macroeconómico en cuenta, sino los riesgos de
no hacerlo.
La importancia de la inversión se destaca igualmente en la aportación de otro cé-
lebre economista, conocedor de los mercados financieros internacionales y que sigue
día a día la coyuntura económica sin perder de vista las debilidades estructurales.
Santiago Carbó, responsable de estudios financieros de la Fundación de las Cajas de
Ahorro de España (FUNCAS), muestra que, con independencia del modelo de gestión
(entendido, en este caso, como la titularidad de la gestión de los servicios, pues la
titularidad legal siempre es pública), la financiación en los Presupuestos Generales
del Estado resulta esencial como eje transversal y vertebrador de infraestructuras,
calidad, homogeneidad interterritorial y concienciación ciudadana.
Alberto del Villar, profesor en el Departamento de Economía y Dirección de Em-
presas de la UAH, y gran conocedor de los detalles financieros de los servicios de
agua en España, ofrece un análisis concienzudo de las políticas de recuperación de
costes, contribuyendo a aclarar la interpretación del principio que emana de la Direc-
tiva Marco del Agua. Alberto ofrece evidencia muy relevante para entender algunas
de las principales necesidades financieras del sector, al tiempo que permite entender
algunos de los obstáculos para promover fuentes alternativas como la reutilización
de aguas residuales tratadas de manera avanzada o la desalación de agua de mar.
Finalmente, en ese bloque, Carlos D. Pérez y Carlos M. Gómez, ambos profesores
de la UAH y con amplia experiencia en el análisis de incentivos económicos para la
gestión de los recursos hídricos, muestran precisamente cómo superar las discusio-
nes, cruciales pero instrumentales, de recuperación de costes para diseñar incentivos
para el uso eficiente de agua y para premiar aquellas decisiones que contribuyan a
la seguridad hídrica a medio y largo plazo. Estamos aquí ante un tema tan ineludible
como de futuro, que no podía faltar en este libro.
El bloque sobre regulación, encabezado por el profesor de la Universidad Autóno-
ma de Barcelona y reconocido experto en regulación de mercados, Francesc Trillas,
podría incluir más modelos de regulación (EE. UU., Inglaterra, Gales, etc.), pero se ha
centrado en tres experiencias que, quizás, permiten entender mejor las fortalezas y
debilidades del marco institucional y regulatorio español, caracterizado por las com-
petencias municipales.
Magaly Espinosa, que fue Superintendente de Servicios Sanitarios en Chile duran-
te más de una década (no cualquiera, pues fue una década de cambios profundos en
el sector y de avances que permiten hablar hoy de Chile como el país con mayores
éxitos en las políticas de agua y saneamiento de la región), nos presenta un modelo
con no pocas peculiaridades, pues funcionó de modo razonable mientras los servicios
se prestaban por una empresa nacional y pública, como también ha funcionado con
XX Libro blanco de la economía del agua
Por último, el libro recoge las actas de los distintos Foros de la Economía del
Agua, en los que han participado expertos internacionales de reconocido prestigio y
larga trayectoria.
El planteamiento, como ven, era muy ambicioso; un reto muy estimulante y arries-
gado en el que hemos intentado sistematizar de forma útil y práctica tanto saber y
tanto debate del que, a día de hoy, después de casi dos años en los que se han cele-
brado los siete foros a los que nos referíamos, debemos confesar que nos sentimos
sumamente satisfechos. La razón la tiene en sus manos; se condensa en este libro
que le presentamos. La tarea, el esfuerzo, han merecido la pena. Esperamos que le
sea de interés o, en el peor de los casos, de utilidad.
Autores
Ya singularizando, quisiéramos expresar nuestro especial agradecimiento a los au-
tores de los capítulos que conforman este libro, quienes con inmensa generosidad
comparten con todos nosotros su invaluable conocimiento y experiencia, creando
juntos una obra sólida para un futuro mejor.
Carlos M. Gómez, director del Departamento de Economía de la UAH; Lucie Pia
Pluschke, Water-Energy-Food Nexus Officer FAO; Jorge Ducci, Lead Economist, Divi-
sión de Agua y Saneamiento Banco Interamericano de Desarrollo (BID); José A. Ca-
rrera, vicepresidente de Desarrollo Social; Víctor Arroyo, director de Innovación Ope-
rativa y Gestión del Conocimiento; Samuel Fernández, CAF-Banco de Desarrollo de
América Latina; Aziza Akhmouch, jefa del Programa de Gobernanza de la OCDE; Anto-
nio Cañamás, (OCDE); Catarina Albuquerque, presidenta de la Asociación Mundial a
favor del Saneamiento y el Agua para Todos (Sanitation and Water for All Partnership);
Alice Bouman-Dentener, presidenta fundadora de la Asociación de Mujeres por el
Agua (Women for Water Partnership); Josefina Maestu, ex directora de la Oficina de
apoyo de las Naciones Unidas al Decenio Internacionlla de Acción «Agua para la Vida»
2005-2015; Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abasteci-
mientos de Agua y Saneamiento (AEAS); Manuel Pulido-Velazquez, subdirector de Ins-
tituto Universitario del Agua y del Medio Ambiente (IIAMA) - Universitat Politècncia del
València (UPV); Jaime Martínez-Valderrama, investigador en la Estación Experimental
de Zonas Áridas del CSIC; Fernando Magdaleno, consejero técnico, CEDEX; Santiago
Carbó, profesor de Economía y Finanzas de Bangor Business School. Bangor Univer-
sity, Reino Unido; Alberto del Villar, profesor del departamento de Economía Aplicada
UAH; Carlos Dionisio Pérez, investigador (CMCC) y de la Fondazione Eni Enrico Mat-
XXIV Libro blanco de la economía del agua
Ponentes principales
Finn E Kydland, premio Nobel de Economía 2004; George Arthur Akerlof, premio
Nobel de Economía 2001 y profesor de Economía en la Universidad de Berkeley; Gro
Harlem Brundtland, enviada especial de Naciones Unidas para el Cambio Climático,
ex primera ministra de Noruega y ex presidenta de la Comisión Mundial sobre Me-
dio Ambiente y Desarrollo; Mohan Munasinghe, premio Nobel de la Paz 2007; Jean
Tirole, premio Nobel de Economía 2014; Léo Heller, relator especial de Naciones
Unidas sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento. Oficina del
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH);
W. Michael Hanemann, profesor Julie A. Wrigley en la Escuela de Sostenibilidad y el
Departamento de Economía de la Universidad Estatal de Arizona. Ganador del Euro-
pean Lifetime Achievement Award en Environmental Economics.
PANORÁMICA DE
LA SITUACIÓN ACTUAL
Bloque I.A
Gestión sostenible
de los recursos
hídricos: la experiencia
internacional
Capítulo 1
La seguridad hídrica como envolvente
Carlos Mario Gómez1
Tal es la importancia del agua para la vida, los negocios, la economía en su conjunto
y el medio ambiente que prácticamente todos los retos y las decisiones a las que
nos enfrentamos en esa materia se pueden y se deben entender bajo el prisma de
la seguridad hídrica. En cualquier circunstancia es importante garantizar la dispo-
nibilidad de cantidades mínimas de una calidad suficiente para las personas, las
actividades económicas y los ecosistemas. Adicionalmente, también es importante
reducir y gestionar los riesgos asociados al agua que pueden venir de la insuficiencia
del recurso por razones estructurales (como la escasez de agua) o temporales (como
la sequía); por la abundancia de agua (inundaciones) o por la falta de calidad. Todos
ellos desafíos que aumentan ciertas amenazas para la salud pública y los riesgos
derivados del exceso de agua, por ejemplo deslizamientos de tierra, o de la falta de
ella, por ejemplo los incendios, sin olvidar que la rivalidad por el acceso a las fuentes
de agua puede ser una fuente de inestabilidad social, cuando no el detonante de
guerras civiles o conflictos internacionales.
1. De una u otra manera, todos los objetivos de la gestión del agua están conecta-
dos con la aspiración de garantizar unos servicios del agua suficientes con unos
niveles aceptables de riesgo.
1 a) Departamento de Economía. Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, España; b) IMDEA Agua. Alcalá
de Henares, Spain.
6 Libro blanco de la economía del agua
del agua se refiere a la práctica habitual de competir por la asignación del recurso
mientras que la seguridad hídrica se refiere al uso compartido. El aseguramiento es
una fuente potencial de escasez y de conflictos como resultado de la competencia,
mientras que la seguridad hídrica apela a la cooperación para conservar los recursos
y compartir los beneficios de la acción colectiva. Del mismo modo, en el ámbito ins-
titucional el aseguramiento del agua conduce a políticas sectoriales desconectadas
que ignoran el efecto conjunto, en tanto que la seguridad hídrica apela a la coordi-
nación institucional y sectorial de modo que todos los usos del agua encajen con la
capacidad de los ecosistemas y de las infraestructuras disponibles para satisfacerlos
de un modo sostenible (UN-Water, 2013)
Esto es evidente en todo lo que tiene que ver con los riesgos vinculados al agua,
como la escasez, el deterioro de la calidad, los riesgos de sequías y las inundacio-
nes. Pero la seguridad hídrica también abarca todos los aspectos financieros ya que
solo mediante incentivos económicos adecuados y con una financiación suficiente
será posible garantizar la permanencia de los servicios del agua a todos los usuarios
y movilizar las inversiones de largo plazo que se requieren para tener un sistema de
provisión de servicios suficiente y con capacidad de adaptarse a las circunstancias
que puedan presentarse en el futuro (Vörösmarty et al., 2010).
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Capítulo 2
¿Por qué necesitamos el Nexo entre agua,
energía y alimentos?
Lucie Pia Pluschke1
1. El Nexo agua-energía-alimentos
La experiencia de Rajastán es una entre otras muchas y recalca la necesidad de
más diálogo entre los sectores y más acción coordinada sobre temas relacionados
con el agua, la energía y los alimentos. Demasiado a menudo, las decisiones de
planificación, inversión y políticas se toman en compartimientos aislados entre sí;
los proyectos suelen tener consecuencias no previstas ni intencionadas que van más
allá de su alcance inicial. El concepto de «Nexo» entre el agua, la energía y la ali-
mentación reconoce este hecho, dando nombre y estructura al complejo proceso que
permite comprender mejor las interrelaciones entre los sistemas hídrico, energético
y alimenticio.
Son numerosas las interpretaciones de este vínculo y, en muchos casos, este
ejercicio ha quedado limitado al plano teórico y ha resultado difícil traducirlo a la vida
real. En esencia, no obstante, el Nexo agua-energía-alimentos captura el Zeitgeist, la
toma de conciencia de que estamos alcanzando los límites de nuestro planeta y que
solo todos juntos podemos abordar los desafíos complejos e interconectados que
de él se derivan. El Acuerdo de París y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
atestiguan el alcance mundial de esta idea, si bien es en el nivel de los países, las
ciudades y las comunidades donde queda más patente el valor y la importancia del
concepto de este vínculo.
¿Por qué necesitamos el Nexo entre agua, energía y alimentos? 15
Pero las transformaciones del medio rural y urbano no han ocurrido de manera
equilibrada.
En el África subsahariana y el sur de Asia, las transformaciones estructurales se
ven obstaculizadas por el rápido crecimiento de la población, la limitada industrializa-
ción, así como por la baja productividad y la escasa competitividad de las explotacio-
nes y granjas de subsistencia (FAO, 2017a). El crecimiento del sector manufacturero
y del moderno sector de servicios no ha ido al mismo ritmo que la urbanización en el
África subsahariana, poniendo así a los africanos pobres procedentes del medio rural
en riesgo de permanecer atrapados en el círculo vicioso de la pobreza, cuando se
mudan a las ciudades procedentes del campo. La misma dinámica se observa en el
sur de Asia, donde los pobres del medio rural tienen más probabilidades de escapar a
la pobreza si se quedan en ese medio agreste, que mudándose a las ciudades (FAO,
2017a). Queda fuera del alcance del presente trabajo aportar más detalles sobre la
compleja relación entre la pobreza y la degradación del medio ambiente. No obstante,
es preciso señalar que la pobreza y la desigualdad dificultan gravemente la capacidad
de las personas para afrontar los shocks, la escasez y la contaminación (Uitto, 2016).
Otra tendencia preocupante es el incremento del número e intensidad de los con-
flictos, crisis y desastres naturales. El año 2016 registró el número más alto de
personas desplazadas hasta esa fecha (UNHCR, 2017). Con los enfrentamientos,
las crisis y los desastres, se interrumpe o se altera el suministro básico de agua
y energía, los sistemas de producción de alimentos fallan, las infraestructuras y el
acceso a los mercados quedan destrozados y mucha gente afectada se ve abocada
de nuevo a regresar a la pobreza y al hambre. No es muy sorprendente que el número
de personas crónicamente desnutridas en todo el mundo haya crecido en 2017 por
primera vez en este siglo (FAO, 2017c).
El cambio climático exacerbará aún más estas tendencias porque plantea riesgos
para la seguridad del agua, la energía y la alimentación. Una subida en el promedio de
temperaturas mundiales puede aportar ventajas para determinadas partes del mundo
–tales como la expansión de las tierras cultivables, periodos más largos de creci-
miento para los cultivos y un desarrollo más rápido de las plantas–, pero tendrá con-
secuencias negativas para muchas otras. Las proyecciones auguran una reducción
generalizada de las precipitaciones en zonas semiáridas, un incremento de las preci-
pitaciones en las zonas temperadas, más variabilidad en la distribución de las lluvias,
mayor frecuencia de los acontecimientos extremos e incrementos en la temperatura.
Se prevé una grave reducción del caudal de los ríos y de la tasa de reposición de los
acuíferos en la cuenca mediterránea y en zonas semiáridas del África austral, Austra-
lia y el continente americano, que empeorará la disponibilidad de agua para todos los
usos. Se pronostica que disminuirá la productividad en zonas tropicales, donde vive la
mayoría de la población mundial desnutrida y expuesta a la inseguridad alimenticia,
ya que para el año 2050 se calcula que las cosechas en Asia y África se recortarán
en un 8 %. El cambio climático también aumentará la volatilidad de los mercados,
afectando principalmente a los que ya son vulnerables (Wheeler y von Braun, 2013).
¿Por qué necesitamos el Nexo entre agua, energía y alimentos? 17
productivos y las cadenas de valor usen los recursos de modo más eficiente. Por
ejemplo, el WBCSD identificó una serie de soluciones corporativas para optimizar
conjuntamente el uso del agua y la energía en la producción de alimentos, pienso
y fibras (WBCSD, 2014). Un reciente informe de REEP-FAO resume cuál es el valor
añadido por el concepto del Nexo para el sector agrícola de producción de alimentos:
«las empresas, ya sean grandes o pequeñas, a menudo pueden obtener un valor
importante en forma de control o reducción de riesgos, menores costes y mayor
productividad» (Zahner, 2014). Si bien puede resultar difícil cuantificar el beneficio
económico de la inversión, está claro que existen ventajas a largo plazo derivadas de
un enfoque más consciente y responsable cuando se gestionan los recursos natu-
rales. El concepto de Nexo ha demostrado ser muy útil para describir estas ventajas
en los sistemas.
Otras interpretaciones del Nexo se centran más en las personas y vinculan el
concepto a la seguridad del agua, de la energía y de la alimentación (Hoff, 2011;
Weitz et al., 2014), así como a la manera de ganarse el sustento (ODI et al., 2012; Biggs
et al., 2015). Este enfoque habla menos de los recursos naturales, y prioriza más el
modo en que el agua, la energía y la alimentación contribuyen a la seguridad humana
y a los modos de ganarse la vida, de forma diferente aunque interrelacionada. El éxi-
to al abordar el Nexo no se mide solamente en términos de impacto ambiental, sino
también en términos de un amplio elenco de objetivos y metas de desarrollo. A nivel
mundial, esto se plasma en el paradigma de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS). De manera similar, los procesos de planificación y elaboración de políticas a
nivel nacional están empezando a tomar nota de los retos interrelacionados entre los
sectores del agua, la energía y la alimentación, procurando compatibilizar y reconci-
liar entre sí los distintos objetivos de desarrollo (Conway et al., 2015; Bellfield, 2015;
CAREC, 2017; Jouravlev et al., 2017). Enumeramos a continuación varios ejemplos de
acciones recientes que han introducido el modo de pensar del Nexo en los procesos
de elaboración de las políticas: los Diálogos Transfronterizos de Políticas Nacionales
del CEPE (UNECE) sobre el Nexo agua-energía-alimentos-ecosistemas; el Diálogo de
la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, IUCN) sobre el
Nexo y las soluciones de infraestructuras hídricas, y el Diálogo Regional Nexo en La-
tinoamérica y el Caribe, auspiciado por la CEPAL, institución que forma parte de las
Naciones Unidas (NN. UU.).
Estas iniciativas tienen por objeto abordar la insuficiente coordinación entre dis-
tintos sectores y mejorar los procesos de toma de decisión. Por ejemplo, el grupo de
trabajo sobre cuencas fluviales transfronterizas, que lidera la CEPE (Comisión Eco-
nómica de las Naciones Unidas para Europa), llevó a cabo varias evaluaciones trans-
fronterizas de Nexo para entender las interrelaciones entre los objetivos de seguridad
del agua, la energía y los alimentos en los distintos países ribereños, así como para
alentar el diálogo entre sectores a nivel nacional, y entre los países a nivel de la
cuenca transfronteriza (UNECE, 2015). El resultado de esas evaluaciones es que,
generalmente, la gestión del uso de los recursos del suelo, la energía y el agua suele
¿Por qué necesitamos el Nexo entre agua, energía y alimentos? 19
realizarse en sectores aislados unos de otros, sin tener en cuenta la demanda de los
usuarios, que compiten por obtener los mismos y limitados recursos. Por ejemplo, en
la cuenca del río Sava, la variabilidad del clima y la disponibilidad del agua afectan
al sector energético. Durante las temporadas de sequía, se puede generar menos
energía hidroeléctrica porque el caudal del agua es bajo; y durante los episodios de
inundaciones, los sistemas de refrigeración de las plantas de generación de energía
quedan inutilizables, con los consiguientes cierres obligatorios de esas plantas. Se
podrían evitar pérdidas económicas y riesgos en la seguridad energética si la gestión
de la cuenca hidrográfica tuviera más en cuenta y con más cuidado las necesidades
del sector energético, en este caso. La gestión del riesgo de inundación y las distin-
tas prácticas de utilización del suelo bien podrían mejorar la seguridad energética en
algunos de los países ribereños. Sin embargo, esto exige procesos de planificación
más integrados.
En general, sigue habiendo cierto grado de ambigüedad cuando se usa en la prác-
tica el concepto de Nexo agua-energía-alimentación. Al menos, es un ejercicio que
lleva a la reflexión porque se basa en la comprensión holística de lo que a menudo
se describe como sistemas socio-ecológicos o de interacción entre el ser humano y
su entorno: sistemas humano-medioambientales (Liu et al., 2015). El concepto del
Nexo reconoce que los dos sistemas, el humano y el natural, son complejos y están
íntimamente relacionados. Son estas interrelaciones las que tendremos que explorar
más a fondo si queremos abordar eficazmente los muchos desafíos de sostenibilidad
a los que se enfrenta nuestro planeta, como son la escasez de agua, la seguridad
alimenticia y energética, el cambio climático y las migraciones, por nombrar solo
unos pocos. Se trata de una tarea difícil, que requiere el esfuerzo combinado de
los investigadores, de quienes practican el desarrollo, de las empresas, de quienes
toman las decisiones y de la sociedad civil en su conjunto, con el fin de derribar las
barreras que impiden el cambio, «inclusive las resistencias ante la colaboración inter-
disciplinaria, la complejidad, la economía política y la incompatibilidad de las actuales
estructuras institucionales» (Leck et al., 2015).
sistema como una totalidad, en lugar de limitarse a los elementos individuales que
la componen.
Es interesante señalar que gran parte de la investigación relacionada con el
Nexo se lleva a cabo en colaboración entre este ámbito y el de las políticas, con
objeto de que se oriente hacia la acción práctica y sea relevante para los procesos
globales de toma de decisiones y políticas. Por ejemplo, el Instituto Real de Tec-
nología de Estocolmo (KTH, por sus siglas en sueco) ha sido muy activo a la hora
de analizar estrategias relativas al clima, el uso del suelo, la energía y el agua
(CLEW, Climate, Land-use, Energy and Water strategies) empleando un enfoque de
sistemas integrados y colaborando con organizaciones de NN. UU. e institutos in-
ternacionales de investigación (Howells, 2013). El equipo del KTH usa modelos y
herramientas de planificación como el Modelo de Planificación de Energías Alterna-
tivas a Largo Plazo (LEAP, Long-range Energy Alternatives Planning), el Sistema de
Evaluación y Planificación del Agua (WEAP, Water Evaluation and Planning System),
así como las Zonas Agro-ecológicas (AEZ, Agro-Ecological Zones) para evaluar distin-
tos escenarios de utilización de los recursos. El valor que aporta el enfoque CLEW
consiste en que su principal criterio son los problemas a solucionar. Por ejemplo, se
empleó este enfoque para desarrollar una nueva estrategia de sostenibilidad en las
islas Mauricio y también se usó en el proceso de Río+20 (Welsch et al., 2012). Asi-
mismo, este planteamiento sirvió de herramienta en un proyecto del Banco Mundial
que evaluaba la resiliencia al clima en las infraestructuras de sistemas hídricos,
energéticos y de transporte en África (Cervigni et al., 2015).
Otro ejemplo de investigación orientada a la acción es el programa Nexo UNU-FLO-
RES que defiende los enfoques integrados en la gestión del agua, el suelo y los resi-
duos, con los modelos de reciclado de recursos y de la economía circular (Huelsmann
y Reza Ardakanian, 2015). Mediante una conferencia Nexo bienal, cursos a distancia
por Internet y una plataforma digital de herramientas Nexo, el programa consigue lle-
gar a una comunidad de científicos y políticos más amplia (Mannschatz et al., 2016).
El Instituto de Investigación para la Humanidad y la Naturaleza, ubicado en Japón,
llevó a cabo una iniciativa similar (RIHN, 2013) a través de su proyecto denominado
Círculo de fuego en Asia-Pacífico (Asia-Pacific Ring of Fire Project). Otro ejemplo pare-
cido es la investigación del Grupo TAMU (Texas A&M, 2015) sobre el agua, la energía
y la alimentación (Water-Energy-Food Research Group.
Además, en años recientes se han formado diversas redes para catalizar nuevas
investigaciones y favorecer el intercambio de conocimientos sobre el Nexo entre
agua, energía y alimentación. La futura Red de Nexo agua-energía-alimentos para
el conocimiento y la acción2 apoya el diseño conjunto de la investigación y los pro-
yectos de Nexo a distintas escalas. La Red FE2W3 trabaja específicamente en seis
2 http://futureearth.org/future-earth-water-energy-food-nexus
3 www.fe2wnetwork.org
¿Por qué necesitamos el Nexo entre agua, energía y alimentos? 21
de las mayores cuencas hidrográficas del mundo. La Red Nexo4 se compone princi-
palmente de instituciones británicas de investigación que proporcionan becas y un
centro de actividad para que los científicos sociales puedan participar en el debate
sobre el Nexo.
En particular, la Red Nexo ha procurado que los científicos sociales participen más
en los debates sobre este tema, ya que esto no ha ocurrido hasta la fecha. Su pro-
pósito también consiste en reflexionar con sentido crítico sobre el discurso, la lógica
y la ideología que impregnan al Nexo. Este ejercicio ha desvelado una nueva serie de
cuestiones, preguntas y desafíos. Por ejemplo, Shilpi Srivastava y Lyla Mehta señalan
que el discurso que envuelve al concepto del Nexo a menudo «adopta el lenguaje
de la seguridad» recalcando así la alarmante incertidumbre y escasez de recursos,
con el fin de favorecer y propugnar la toma de decisiones en los programas políticos
(Srivastava y Mehta, 2014). Indican que las discusiones sobre acceso, derechos,
responsabilidad y rendición de cuentas suelen brillar por su ausencia en los debates
sobre el Nexo y, de esta forma, se corre el riesgo de ignorar algunos temas clave
como son la igualdad y la justicia social. Otros autores han examinado más en detalle
las dinámicas y los intereses que subyacen en la manera de interpretar el concepto
de Nexo agua-energía-alimentos. Allouche et al. (2014) sostienen que este concepto
se basa en la premisa de que la familia humana será capaz de controlar el cambio
medioambiental a escala del planeta. Los autores cuestionan esta hipótesis de base
y sugieren que se necesita un cambio en la manera de gobernar que reconozca los
límites de la capacidad y el ingenio humanos a la hora de idear soluciones. Porque en
lugar de soluciones estáticas y a menudo impulsadas por la tecnología, se precisa un
mayor énfasis en los enfoques adaptativos que surgen de las bases de la población
y se dirigen hacia su élite.
4 www.thenexusnetwork.org
22 Libro blanco de la economía del agua
sector del agua idearon un plan de colaboración (Water Research Foundation, 2016).
En Marruecos, el Ministerio de Energía, Minas, Agua y Medio Ambiente trazó un plan
estratégico de trabajo para lograr sinergias entre los sectores del agua, la agricultura,
la minería y la energía (MEM, 2015). A nivel de las cuencas fluviales, la Comisión
Internacional para la cuenca del río Sava prosigue sus trabajos transfronterizos de
evaluación del Nexo, modelizando distintos escenarios de esta interrelación con ob-
jeto de desarrollar el territorio. Evalúa las opciones para una mejor coordinación y
cooperación con el fin de aplicar los instrumentos legales (en particular, el Acuerdo
Marco sobre la cuenca del río Sava) e implementar los procesos de planificación
transfronteriza (mediante los planes de gestión de la cuenca fluvial y de los riesgos
de inundación; UNECE, 2016). En las ciudades, como ocurre en el municipio de Naga
en las islas Filipinas, el enfoque del Nexo se ha integrado en los planes de utilización
del suelo con objeto de crear un centro urbano compacto que pueda usar los recursos
eficazmente (City Goverment of Naga, 2017). Estos son tan solo unos pocos ejem-
plos de cómo los procesos políticos han hecho suyo el concepto del Nexo.
También ha habido muchos proyectos Nexo a nivel regional, nacional, a nivel de
ciudades y a nivel local. Los temas van desde la bioenergía hasta los procesos de
tratamiento de aguas residuales, pasando por la irrigación a base de energía solar,
la agro-ecología, la gestión de las cabañas de ganado, la merma alimenticia y los
desechos. Estos proyectos se centran principalmente en el potencial innovador y de
creación de sinergias que aportan las soluciones basadas en el Nexo. Prometen una
mayor eficacia al emplear los recursos, prácticas más inteligentes en relación al cli-
ma, una gestión sostenible y la posibilidad de que todos puedan acceder a ellos. Y,
si bien está claro que es interesante dar un giro optimista como este, pocos niegan
la naturaleza controvertida de la asignación y el acceso a los recursos.
Pocos proyectos abordan explícitamente las dificultades de la planificación trans-
versal y la realización de proyectos en el entorno institucional de gobernanza existen-
te. Los ministerios luchan en busca de un terreno compartido, en medio de recortes
presupuestarios, la competición por lograr influencia, la insuficiencia de los recursos
humanos y la falta de mandato claro que defina su campo de actuación. Más aún,
los proyectos del Nexo tienden a desdeñar el hecho innegable de que es preciso
competir y llegar a acuerdos. Nadie puede decir que no existan diferencias de riqueza
y de poder y que estas determinan quién controla el acceso a los recursos medioam-
bientales y su asignación. Con demasiada frecuencia, los procesos donde intervienen
quienes tienen algún interés se escoran a favor del que habla más fuerte, de quien
más se hace oír. Por ejemplo, el desarrollo de la energía hidroeléctrica ha generado
muchas disputas transfronterizas. Sin embargo, una comprensión más matizada de
los distintos intereses de los usuarios pone de manifiesto que las relaciones río arri-
ba y río abajo, antes o después, en el origen o el resultado, no son tan simples ni
tan claras como a veces se afirma (Kuenzer et al., 2013). No son las naciones, como
se sugiere a menudo, sino los grupos de personas quienes más sufren por las nego-
ciaciones dentro del Nexo, y especialmente los colectivos más pobres y vulnerables.
¿Por qué necesitamos el Nexo entre agua, energía y alimentos? 23
elaboración de una estrategia bien planificada para el uso de la cuenca con fines de
ocio recreativo. Además, los principios recalcan también el papel que desempeñan
las ciudades a la hora de regenerar los recursos hídricos, reducir el uso del agua y la
energía, reutilizar las aguas residuales, recuperar la energía y reciclar los nutrientes
y los demás materiales valiosos durante estas actividades. Se necesita un enfoque
más sistemático en los servicios urbanos de gestión del agua, la energía y los resi-
duos. Finalmente, los principios piden un diseño urbano más sensibilizado al tema del
agua y la participación de la comunidad en la planificación rural y urbana (IWA, 2017).
Si bien las finanzas siguen siendo un tema candente, las ciudades del mundo, desde
Copenhague a Dakar, de Shenzhen a Sídney, demuestran a diario las ventajas de un
enfoque sistémico en la gestión de los recursos.
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28 Libro blanco de la economía del agua
1. Introducción
Desde los años noventa se ha incrementado sustancialmente la cobertura de los ser-
vicios de agua potable y alcantarillado urbanos de América Latina y el Caribe. Como
señalan los datos recopilados por el JMP en relación con los Objetivos de Desarrollo
del Milenio2, estas se incrementaron desde 94,2 % en 1990 a 97,4 % en el 2015
en agua segura y del 80,2 % a 87,9 % en saneamiento seguro. Si bien este logro
es significativo, quedan todavía importantes desafíos en materia de inversiones. Se
estima que para alcanzar el servicio universal tanto a niveles urbanos como rurales
para el año 2030 se requeriría de un esfuerzo del orden de 5.100 millones de dólares
estadounidenses anuales, lo cual supera significativamente la inversión histórica (so-
bre 4.100 dólares estadounidenses desde 1990 al 2015). Por otro lado, existe una
gran deficiencia en lo que se refiere al tratamiento de las aguas residuales, estimánd-
ose que en 2015 esta no superaba el 20 % en la región. Para alcanzar una cobertura
del 64 % en el 20303 sería necesaria una inversión adicional de unos 1.660 millones
de dólares estadounidenses anuales.
1 Lead Economist, División de Agua y Saneamiento, Banco Interamericano de Desarrollo (BID). E-mail:
jducci@iadb.org. La opiniones expresadas en este capítulo son exclusivamente del autor y no necesa-
riamente reflejan el punto de vista del Banco Interamericano de Desarrollo, de su Directorio Ejecutivo ni
de los países que representa.
2 Un análisis detallado de estos antecedentes se encuentra en Ducci et al. (2015).
3 CAF (2012) incluye también inversiones necesarias para la reposición de infraestructura y el control de
agua de lluvia.
30 Libro blanco de la economía del agua
Los desafíos que implica la cobertura del servicio del agua se incrementan al
tener en cuenta la calidad del propio servicio, que es un aspecto esencial de los nue-
vos Objetivos de Desarrollo Sostenible4 y de la declaración del agua y saneamiento
contemplados como derechos humanos5, desde 2015 como derechos independien-
tes pero vinculados. Efectivamente, asegurar la disponibilidad de los mismos (en
volumen y continuidad), la potabilidad del agua que entregan los servicios, su accesi-
bilidad y su aceptabilidad cultural y asequibilidad económica, pasan a ser elementos
centrales de este nuevo enfoque. Más aun, entre los principios generales que exigen
estas declaraciones se encuentran elementos como la adopción de políticas de no
discriminación e igualdad, el acceso a la información y transparencia en las decisio-
nes, el asegurar la participación ciudadana, la instauración de la rendición de cuentas
de las autoridades y responsables de los servicios y, por último, la búsquedad de la
sostenibilidad de los mismos.
Sin obviar importantes diferencias entre países, se puede señalar que la región
presenta carencias relevantes en materias tales como la gobernanza sectorial, la
calidad de funcionamiento de los entes operadores, el acceso a la financiación (in-
cluyendo niveles inadecuados de tarifas), las amenazas externas asociadas con el
cambio climático, la escasez de participación del sector privado y otros, que limitan
las posibilidades de alcanzar en plazos razonables las metas establecidas.
Estas exigencias de cobertura y calidad, y la aspiración de la región de atender
universalmente a la población hacia el año 2030, requieren no solo una revisión pro-
funda de la situación de la prestación de los servicios, sino también la identificación
de oportunidades y políticas que permitan acelerar nuestra capacidad de respuesta a
estos desafíos. Por ende, solo una actuación eficaz, eficiente y focalizada en las prin-
cipales prioridades, tanto de los gobiernos y entes nacionales como de la comunidad
internacional, permitirá avanzar razonablemente hacia estos objetivos.
El resto del documento presenta detalladamente los temas más críticos sobre
los que el Banco Interamericano de Desarrollo ha centrado sus diagnósticos y su
actuación en la región6.
2. Gobernanza sectorial
Un diagnóstico típico del sector7, en cualquier país de América Latina, a principios de
los años noventa señalaba que invariablemente el servicio estaba siendo prestado a
través de entidades públicas ligadas a Ministerios o como empresas con autonomía
limitada, muchas veces de carácter nacional, y atendiendo los servicios en áreas
tanto urbanas como rurales. Estas entidades tenían funciones múltiples tales como la
operación y mantenimiento de los servicios propiamente dichos, la autovigilancia en
el cumplimiento de las normas de calidad del agua potable y de las aguas servidas,
la planificación y ejecución de proyectos, la formulación de políticas sectoriales o la
emisión de normativa técnica y propuestas tarifarias. La participación de sectores
privados con orientación comercial era prácticamente inexistente.
A partir de ello se implementaron, principalmente desde los años noventa, nu-
merosas reformas institucionales orientadas explícita o implícitamente a mejorar la
eficiencia del funcionamiento del sector, atraer recursos privados para la financiación
basados en tarifas eficientes y financieramente sostenibles y estables, además de a
promover las condiciones para una mayor eficiencia de los prestadores de los servi-
cios8. En la mayoría de los países se promulgaron leyes que ordenaban la estructura
del sector estableciendo, por ejemplo, aspectos como obligaciones y responsabilida-
des de los prestadores y usuarios de los servicios, regímenes de carácter comercial
para operadores de los servicios, revisión de niveles y estructuras tarifarias y de
subsidios, y, principalmente, la separación de las funciones del Estado entre rectoría,
regulación y prestación de los servicios.
Este último aspecto era considerado esencial para el nuevo modelo estructural
del sector. La necesidad de disponer de entes reguladores9, políticamente indepen-
dientes, con suficiencia de recursos y capacidad técnica, para establecer tarifas, fijar
parámetros de calidad de servicios, establecer normas sobre inversiones y fiscalizar
a los prestadores de servicios permitía la eliminación definitiva de funciones de auto-
rregulación y politización de las empresas, considerada inviable e ineficiente.
Todavía hoy, sin embargo, existe una percepción creciente de que la actividad
regulatoria no ha cumplido con las expectativas en la mayoría de los países de la
región. Con las excepciones claras de Colombia y Chile, los demás entes regulado-
res han tenido una actuación e impacto limitados por cuanto la gran mayoría de las
empresas han seguido siendo públicas, y los gobiernos no necesariamente traspa-
saron a este nuevo ente el poder político para intervenir en el sector. Las decisiones
sobre financiación y tarifas se han mantenido en los niveles políticos y no técnicos.
Por ejemplo, en muchos casos las empresas públicas son especialmente débiles
y no tienen capacidad de respuesta a los requerimientos de entes reguladores (o,
inversamente, varias empresas públicas de gran tamaño han sido capaces de igno-
rar los requerimientos de los reguladores –o capturarlos–). A la vez, se aprecia que
los modelos regulatorios, especialmente en materia de tarifas, están basados en la
propiedad privada de las empresas operadoras y no son necesariamente relevantes
para empresas públicas que tienen objetivos múltiples y contradictorios (y no nece-
sariamente comerciales). Estas observaciones están conduciendo a algunos análisis
8 Como queda recogido en (entre otras fuentes): World Bank (1994) y Marin (2009), Capítulo 2 y Savedoff
y Spiller (1999), Capítulo 1.
9 Ver Solanes (2000), Corrales (2004a), Jouravlev (2003), Beecher (2008), USAID (2007) y Marin (2009).
32 Libro blanco de la economía del agua
que proponen revisar la función regulatoria para el caso de las empresas públicas,
evaluar los reguladores existentes e identificar las mejores prácticas en la materia10.
Otra dimensión de las reformas sectoriales de los años noventa se refiere a la im-
plementación de procesos de descentralización de los servicios, muchas veces desde
fuera del sector. Es así que en la mayoría de los países de la región desaparecieron
las empresas nacionales de servicios de agua y saneamiento, creándose empresas
regionales o estatales (es decir, de estados u otras divisiones administrativas sub-
nacionales), e incluso municipales. El objetivo explícito de esta descentralización fue
el de llevar los servicios a una gestión más cercana a los mismos usuarios, sobre la
base de que los gobiernos de carácter local serían más eficientes o eficaces a la hora
de resolver los problemas de sus comunidades11. Sin embargo, esta descentraliza-
ción (especialmente en el caso de municipalizaciones) hizo surgir nuevos problemas:
por ejemplo, la gran mayoría de los municipios de la región no tienen capacidad
técnica, ni de gestión, ni tampoco financiera para mantener los servicios; asimismo,
la atomización de estos últimos no facilita el logro de economías de escala12, ni la
transferencia de recursos entre comunidades con capacidad de pago a las que no la
tienen. Por último, la titularidad de los servicios en manos de los municipios dificulta
la intervención del Estado central o supramunicipal en las decisiones locales. En paí-
ses como Colombia y Perú este tema ha sido objeto de amplio debate, y en el caso
de este segundo país, incluso se han vuelto a crear empresas de carácter regional o
departamental.13
Existe la preocupación de que, en realidad, la prioridad política del sector es li-
mitada14. Los prestadores públicos siguen estando fuertemente influenciados por
elementos políticos que intentan capturar rentas, y están sujetos a estrictas normas
presupuestarias que limitan su disponibilidad o acceso a financiación. Las moviliza-
ciones sociales en torno al tema del agua solo se dieron en casos de privatizaciones
de los años noventa, sin que necesariamente se tradujeran en una mayor prioridad
permanente. En menor medida ha habido movilizaciones sociales o reclamos en los
medios en casos de cortes importantes de agua por desastres naturales (por ejem-
plo, en ciudad de Panamá y Santiago de Chile, se han observado en años recientes
interrupciones de los servicios por incrementos en la turbiedad del agua en las fuen-
10 Ver OECD (2015), Serebrisky et al. (2011), Bartoloméu-Sánchez et al. (2017), Rozas y Bonifaz (2014)
y Hantke-Domas (2011).
11 Un análisis detallado de casos en Bolivia (Faguet, 2012) muestra profundas diferencias de gestión en
varios municipios de ese país, explicándolas en función de factores de economía política.
12 Ferro y Lentini (2010).
13 Un caso diferente e interesante es el de Brasil, en el cual en los años setenta se crearon empresas
públicas, y los municipios fueron presionados para entrar en «convenios de concesión» para que estas
empresas desarrollaran y gestionaran los servicios. Aún hoy, un 70 % de los servicios municipales del
país están operados por las empresas públicas.
14 No obstante, una consulta interna con especialistas del BID señala que de 21 países considerados, en
un 67 % los servicios de agua o el tema de recursos hídricos han sido un tema relevante en la discusión
política durante los últimos cinco años (campaña presidencial o regional), mientras que un 67 % tenían
programas con relación al agua considerados prioritarios.
Prestación de servicios de agua y saneamientos urbanos en América Latina 33
tes)15. El sector compite con cierta desventaja en relación con otros programas socia-
les (educación, atención hospitalaria, seguridad social, delincuencia, etc.) que tienen
una mayor demanda pública, pese a las conexiones estrechas entre el suministro de
agua y saneamiento y muchos de esos otros objetivos socialmente legítimos. Por ello
nos parece importante la participación de la comunidad internacional en la promoción
de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la adopción de normas sobre los derechos
humanos con respecto al agua y al saneamiento, ya citados, para que se pueda con-
citar una mayor prioridad política y dar más visibilidad del sector.
Otro aspecto de preocupación general se refiere a la gobernanza de los recursos
hídricos y a los riesgos e impactos que se esperan del cambio climático16. Los países
de la región no están preparados para los cambios que ya están teniendo lugar. Así,
por ejemplo, se han dado extensos periodos de sequías tanto en las cuencas que
abastecen la ciudad de São Paulo y Río de Janeiro como en la zona norte y centro
de Chile, poniendo en riesgo la disponibilidad del recurso hídrico17. De igual manera
hay números países en la región en los cuales es evidente la sobreexplotación de
acuíferos (México, Chile y otros), limitando la sostenibilidad de la extracción del re-
curso18. También se ha observado el aumento de la frecuencia de eventos extremos,
causando incrementos significativos en daños humanos y económicos19 que, combi-
nados con inapropiadas políticas de gestión de cuencas, pueden poner en peligro la
sostenibilidad de las fuentes e, incluso, afectar a las infraestructuras existentes. Por
último, como ya se señalara, la baja tasa de cobertura de tratamiento de aguas ser-
vidas implica una contaminación generalizada de los recursos hídricos de la región20.
La reorganización de la gobernanza de la gestión de recursos hídricos, por ejemplo,
por la vía de la gestión integrada de cuencas, representa un desafío institucional y
financiero a gran escala. Las mejoras tecnológicas para disponer de mayores volúme-
nes de agua (por ejemplo, vía desalación, reutilización de aguas residuales y gestión
de las partes altas de las cuencas) así como para reducir las pérdidas físicas en los
sistemas, parecen imprescindibles para enfrentar esta situación.
15 En Santiago de Chile se han observado cortes importantes del servicio de agua producto de aluviones
que incrementan considerablemente la turbiedad del río Maipo, del cual se abastece la ciudad, lo que
ha llevado a amplios reclamos de la población y descontento con el servicio. Ver El Mercurio, 27 de
abril del 2017.
16 Ver, entre otros, BID (2009).
17 Consultar Galleguillos et al. (2017) para Chile y ANA (2015) para Brasil.
18 Ver CONAGUA (2014) para México y Peña (2013) para el caso de Chile.
19 CRED (2016).
20 BID (2014) indica que solo del orden del 15 % de las aguas residuales son tratadas en la región.
34 Libro blanco de la economía del agua
4. Participación privada
Ante la deficiente situación de los operadores públicos, y siguiendo las experiencias
del sector eléctrico y el de las telecomunicaciones en los años ochenta alrededor del
mundo, y del sector sanitario en Inglaterra, desde los años noventa se promovió fuer-
temente la incorporación del sector privado en su propiedad y gestión33. Ya fuera a
través de la venta de activos, o por medio de contratos de concesión u otras diversas
formas de contratos tipo BOT (Construcción-Operación-Traspaso) se esperaba que los
gestores privados fueran capaces de reorientar las actividades de estas empresas
26 Alfaro (2008), Baietti et al. (2006), Irwin (2004), Kingdom et al. (2006), Muller et al. (2008) y OECD
(2012).
27 BID (2011).
28 Estudio en preparación del caso de Contrato de Reducción de Agua no Contabilizada en Bahamas.
29 Garcia Larumbe et al. (2017).
30 Cuéllar (2010).
31 AWWA (2012).
32 Krause et al. (2015).
33 Este era uno de los diez principios del llamado «Consenso de Washington» de 1989 (Williamson, 1990),
cuya aplicación se generalizó en los años noventa a partir del surgimiento de gobiernos neoliberales
en varios países de la región (para una visión crítica, consultar Rojas, 2015).
Prestación de servicios de agua y saneamientos urbanos en América Latina 37
dando servicios37. En Brasil están operando unos 150 contratos, alcanzando del or-
den del 6 % del mercado. En Ecuador, Colombia, Cuba, México y Honduras también
existen algunos contratos en curso en algunas ciudades importantes, con poca pe-
netración global.
Existen muchas razones que explican estos magros resultados 38. Entre las más
importantes cabe mencionar las siguientes: conflictos asociados a la falta de trans-
parencia y de competencia en numerosas adjudicaciones, problemas de diseño de
los contratos en sí (especialmente en temas tarifarios, asignación de riesgo cambia-
rio y de resolución de conflictos), debilidad de la institucionalidad regulatoria asocia-
da a estos procesos, visión cortoplacista y comportamiento oportunista de algunos
operadores internacionales (con expectativas desmedidas y pocos actores) y, por
último, el débil apoyo político a los procesos de privatización, o cambios de orienta-
ción política de numerosos gobiernos.
5. Financiación
Como se hizo constar anteriormente, los recursos de financiación para alcanzar me-
tas de cobertura universal son sustanciales y muy superiores a los niveles históri-
cos39. Los servicios son altamente dependientes de aportes fiscales y préstamos
o donaciones externas, con lo cual están sujetos tanto a disponibilidades fiscales
y prioridades políticas como a fluctuaciones coyunturales que afectan al desarrollo
sostenido del sector. Las tarifas, en general, han jugado un rol limitado en la finan-
ciación de las actividades del sector y, en numerosos casos, ni siquiera permiten
cubrir los costes operativos de prestar el servicio40. Tampoco las tarifas han tenido
importancia en la eficiencia del sistema, por cuanto muchas veces no corresponden
con los costes marginales de prestación de los servicios.
37 Un análisis interno reciente del BID estima que del orden del 55 % de los contratos de privatización
otorgados en América Latina siguen vigentes.
38 Un detalle de varios casos de concesiones fallidas en América Latina se puede ver en Ducci (2008).
39 Consultar detalles en CAF (2012).
40 ADERASA (2014) y Ducci y García (2013) recogen algunos indicadores financieros.
Prestación de servicios de agua y saneamientos urbanos en América Latina 39
6. Síntesis y conclusiones
La prestación de los servicios de agua y saneamiento urbanos en América Latina ha
experimentado un notable crecimiento y relevantes progresos en los últimos 25 años,
apreciándose un mayor nivel de cobertura y una mejora en la eficiencia de la ope-
ración y de su situación financiera. A pesar de los numerosos vaivenes políticos y
fiscales, el sector ha logrado avanzar a una rapidez compatible con su capacidad de
inversión y alcanzar, en un gran número de casos, el cumplimiento de las Metas del
Milenio en el 2015.
Persisten, sin embargo, desafíos importantes que deben enfrentarse, sobre todo
teniendo en cuenta las exigencias de cobertura universal de los servicios para el
2030, las sustanciales mejoras en la calidad de los mismos, y las necesidades de
sustentar estos avances en el tiempo (siguiendo los compromisos de los Objetivos
de Desarrollo Sostenible establecidas por Naciones Unidas).
El éxito o fracaso de la región para superar estos desafíos pasa, necesariamente,
por:
•• Revisar y mejorar la gobernanza del sector (fortaleciendo entidades rectoras y
regulatorias, y atacando el problema de la excesiva fragmentación de servicios
municipales) y, naturalmente, avanzar en dar prioridad al sector, en un marco de
recursos siempre escasos.
•• La adecuada gestión de los recursos hídricos, en un contexto de cambio climático
desfavorable, requiere también una acción importante por parte de los gobiernos
para adaptarse a las nuevas realidades.
•• Incrementar la eficiencia de los operadores públicos urbanos para aprovechar de
mejor manera los recursos humanos, técnicos y financieros disponibles, en pro
de mejoras en la prestación de los servicios. Esto incluye abordar con decisión los
elementos de economía política que exacerban la indebida injerencia política en el
control y las decisiones que se toman en las empresas operadoras. También im-
plica aprovechar la experiencia ya existente en la región, y fuera de ella, respecto
de los elementos que se deben desarrollar para mejorar la eficiencia en la gestión.
•• Reactivar debidamente la participación del sector privado incorporando las mu-
chas lecciones ya aprendidas, ya que no se visualiza la posibilidad de atender
los desafíos futuros sin contar con su presencia activa en materias de gestión y
financiación.
Prestación de servicios de agua y saneamientos urbanos en América Latina 41
•• La revisión de políticas tarifarias que permitan cubrir los costes totales de largo
plazo del sector, junto con la adopción de políticas focalizadas y eficientes de
subsidios, puesto que las exigencias de financiación son significativas, y exceden
la capacidad fiscal histórica de los gobiernos para atenderlas. La promoción de
propuestas que faciliten el acceso de empresas públicas a los mercados de capi-
tales locales e internacionales debe ser considerada una oportunidad importante
para conseguir recursos para el sector.
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Prestación de servicios de agua y saneamientos urbanos en América Latina 43
A pesar de contar con un tercio de los recursos hídricos renovables del planeta, Amé-
rica Latina sufre los efectos de la inseguridad económica del agua: la distribución
desigual del recurso, sumada al déficit de infraestructura, capital humano, institucio-
nal, financiero y de gobernabilidad de sus países, produce situaciones de escasez
que comprometen el desarrollo y bienestar de los latinoamericanos.
1. Introducción
En una región con abundancia de recursos hídricos, pero con desequilibrios en su
distribución geográfica, los servicios que proporcionan las infraestructuras de agua
constituyen un elemento clave para el desarrollo de los países latinoamericanos,
ya que resultan vitales para su progreso económico, el bienestar y la inclusión
social de sus habitantes. Esto último no es algo de menor impor tancia, pues
América Latina es una de las regiones más inequitativas del planeta, y la cara
más visible de la misma es, precisamente, la exclusión, reflejada en el limitado
acceso de un importante grupo de personas a servicios básicos como el agua y
el saneamiento.
Hoy en día 36 millones de latinoamericanos (21 de ellos en zonas rurales) no
cuentan con un servicio mejorado de agua potable y 110 millones (46 de los cua-
les en medio rural) no tienen acceso al saneamiento. Solo el 20 % de las aguas
residuales que se generan en la región son tratadas y devueltas limpias al medio:
el impacto negativo que esto tiene en la salud pública en cuanto a la preservación
de los recursos naturales, el medio ambiente, el turismo y sector productivo es
notable.
Desde la perspectiva del uso productivo del agua se conoce que la agricultura, que
representa el 70 % del consumo de agua4, produce el 5 % del PIB de Latinoamérica
y genera el 16 % del empleo. Sin embargo, la ineficiencia en el uso de este recurso
para la agricultura irrigada se calcula en un 70 %. Por otra parte, el sector energético
también es altamente dependiente del agua, pues se observa que la mitad de la
electricidad que se genera en América Latina proviene de la hidroelectricidad, la cual
además ha contribuido notablemente a que la región tenga la matriz energética más
limpia del mundo en la actualidad.
El agua es esencial para la productividad y el bienestar de todos los latinoameri-
canos, y su gestión integrada es un requisito para el progreso inclusivo y sostenible
de la región. No obstante, para el desarrollo del sector todavía queda un importante
camino por recorrer para lograr un uso eficiente, productivo y generador del valor
agregado.
¿Cuáles son, entonces, las principales barreras y cuellos de botella que limitan
tanto el desarrollo pleno del potencial económico que reside en el agua como el ac-
ceso universal de los latinoamericanos a este recurso? Esa es la interrogante que se
desarrolla en este capítulo, destacando el rol clave que desempeña la infraestructura,
así como la necesidad de adoptar un enfoque de gestión integrada de los recursos
hídricos como punto de partida.
dan las demandas incrementales del recurso y sus nexos con otros sectores, como la
agricultura y la energía. Igualmente, es un punto de partida en la prevención y control
de los efectos de las inundaciones, la mitigación de las consecuencias de la sequía
y de las enfermedades de origen hídrico.
de estas políticas se tome como prioridad la gestión del agua subterránea (que para
el 40 % de las ciudades representa la fuente más importante de agua) así como la
protección de las áreas de recarga de los acuíferos.
Otra conclusión (y quizás la más importante) de este estudio es que la clave
está en aumentar la eficiencia, flexibilidad y resiliencia de las redes para optimizar
la distribución de los volúmenes entregados a la puerta de la ciudad, a través de la
implementación de los incentivos regulatorios adecuados (que hasta ahora son insu-
ficientes) para reducir las pérdidas de agua en las redes.
Tabla 4.1. Población rural en América Latina y el Caribe (ALC) con instalaciones
de saneamiento en uso.
Población Población
Otro, no Defecación que accedió rural
Mejorado Compartido
País mejorado al aire libre al servicio estimada
(%) (%)
(%) (%) desde 2000 total
(%) (miles)
Argentina 98 2 0 0 16 3.477
Bolivia 28 6 20 46 21 3.471
Brasil 52 1 34 13 19 29.149
Chile 91 0 8 1 20 1.877
Colombia 68 6 12 14 21 11.671
Costa Rica 92 5 3 0 23 1.159
Cuba 89 7 2 2 7 2.579
Ecuador 80 8 0 11 31 5.883
El Salvador 60 5 28 7 17 2.138
Guatemala 49 12 30 9 26 7.872
Haití 19 13 33 35 11 4.385
Honduras 78 4 7 11 36 3.814
México 74 11 11 4 23 25.991
Nicaragua 56 7 23 14 24 2.579
Panamá 58 6 27 9 24 1.332
Paraguay 78 1 21 0 36 2.837
Perú 53 4 23 20 24 6.666
Rep. Dominicana 76 14 4 6 21 2.239
Uruguay 93 2 5 0 6 161
Venezuela 70 0 1 29 26 3.445
ALC 64 7 17 12 21 127.284
proyecto Majes Siguas en el Perú, que se está desarrollando con el fin de fomentar la
agricultura de exportación. Para ello se proyecta la incorporación de más de 38.000
hectáreas destinadas a incrementar los cultivos en la región de Arequipa, aprovechan-
do las aguas excedentarias de los ríos Apurímac y Colca mediante la construcción de
obras de derivación, regulación, captación, conducción y distribución. Se estima que
el proyecto generará un valor bruto estimado en 300 millones de dólares estadouni-
denses anuales de producción agroexportadora, además de crear varias decenas de
miles de puestos de trabajo de calidad.
Por otra parte, incorporar las ventajas del uso de las nuevas tecnologías (como
el riego de precisión, la reutilización de aguas residuales, el control satelital o el
uso de drones para el seguimiento de la humedad de los cultivos) es el reto pen-
diente de instrumentar para aumentar la productividad del agua. Si la agricultura,
que por lo general representa un 70 % de los volúmenes demandados por todos
los usos del agua en la región, posee una ineficiencia del 70 % aproximadamente,
estamos hablando de pérdidas sustanciales del recurso. Por eso, fomentar la in-
vestigación aplicada y promover la innovación es esencial para implementar estas
tecnologías que permitan acelerar el crecimiento progresivo de la productividad
del agua.
Si bien los cálculos estiman que en 2050 necesitaremos producir un 60 % más
de alimentos para abastecer al creciente número de habitantes del planeta, el verda-
dero reto está en cubrir esa importante demanda de alimentos a nivel mundial para
garantizar la seguridad alimentaria de los hogares, sin comprometer el uso de agua
para satisfacer otras necesidades sociales, económicas y ambientales.
El éxito de la región dependerá de la sinergia entre estos tres ejes de trabajo
(gobernanza, infraestructura y productividad), y de la continuidad de las políticas
públicas a largo plazo.
5 Estimaciones de CAF según datos del Programa de Agua y Saneamiento del Banco Mundial.
Agua y desarrollo sostenible en América Latina 55
Tabla 4.2. Servicios de agua potable y saneamiento en América Latina y el Caribe (ALC):
metas para el 2030.
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1 El presente capítulo, en una versión modificada y en inglés, fue publicado en Moira y Pinto (2017)
(Moira L, Pinto L, eds.). Espaços Económicos e Espaços de Segurança. Lisboa. OBSERVARE. Universidade
Autónoma de Lisboa, 2017).
2 Presidenta de la Asociación Mundial a favor del Saneamiento y el Agua para Todos (Sanitation and Water
for All Global Partnership). Antigua Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho humano
al agua potable y el saneamiento.
3 Presidenta fundadora de la Asociación de Mujeres por el Agua (Women for Water Partnership) y antigua
Presidenta en funciones de la Asociación Mundial del Agua (Global Water Partnership, GWP, por sus
siglas en inglés).
4 Antigua Directora de la Oficina de apoyo de las Naciones Unidas al Decenio Internacional de Acción
«Agua para la Vida» 2005-2015.
60 Libro blanco de la economía del agua
mundial implica que este tema ha de tratarse de forma colectiva, en todo el mundo,
además de hacerlo en cada nación, región y localidad; y que exige un compromiso y
una colaboración de toda la sociedad, de manera que quienes se ven afectados por
la falta de seguridad también formen parte de la solución.
1. Introducción
El agua es vida, fuente de bienestar y desarrollo. Es clave para la supervivencia de
todas las especies y del planeta, y resulta «esencial para el pleno disfrute de la vida
y de todos los derechos humanos» (UN, 2010a)5. Con la población mundial en creci-
miento exponencial y la industrialización y el desarrollo económico incrementándose
ambos de forma acusada, el mundo se enfrenta a desafíos cada vez más acuciantes
en lo relativo al agua. La tecnología, junto con unas adecuadas prácticas de gestión
del agua desde el ámbito local hasta las cuencas de los ríos, ayuda a mejorar el ac-
ceso a los servicios, mediante una justa asignación del agua, y protegiendo a la vez
la base del recurso hídrico.
Más allá de cuestiones técnicas y de gestión, el agua se va perfilando como un
asunto de seguridad en el mundo actual, cada vez más globalizado. Después de
considerar la importancia del agua para el desarrollo, es preciso tener en cuenta
que su disponibilidad y asignación influyen en la paz y la estabilidad a nivel local y
nacional, en las cuencas transfronterizas y aun más allá. Cada día se reconoce más
que el agua tiene una importancia mundial de carácter estratégico. Los países, las
entidades comerciales, las fuentes académicas y las organizaciones de la sociedad
civil reconocen sus obligaciones o sus responsabilidades a la hora de contribuir a
la seguridad del suministro hídrico, y expresan sus inquietudes compartidas acerca
de la situación en lo tocante al agua y al saneamiento (situación que está ya en un
equilibrio precario; alejarse de él sería desastroso).
Este capítulo trata acerca de un suministro seguro de agua como preocupación
emergente a nivel mundial, a la vez desde la perspectiva de la gestión del recurso
y en relación con la estabilidad social y la paz. En primer lugar, describe cómo se
define el suministro seguro de agua, cuáles son los retos fundamentales y cómo
se están abordando. La segunda parte de este capítulo versa sobre el tema emer-
gente del agua como asunto de seguridad mundial. En este contexto se exponen
los derechos humanos de acceso al agua y al saneamiento. La tercera sección
examina cómo se puede considerar la seguridad del acceso al agua como un bien
de interés público a escala mundial, que requiere acciones colectivas. Finalmente,
presentamos en conclusión algunas ideas sobre cómo seguir adelante.
6 Nota del traductor: fuente en español no hallada. Traducción libre. Véase WWC (2000).
7 N. del T.: ídem. GWP (2000).
62 Libro blanco de la economía del agua
la seguridad del así como para su desarrollo socioeconómico, con el fin de garantizar su protección
de cara a la contaminación presente en los recursos hídricos, posibles desastres
acceso al agua?
relacionados con el agua y para preservar los ecosistemas en un entorno de paz
y estabilidad política.
Definición de trabajo en ONU-Agua, 2013.
COOPERACIÓN
TRANSFRONTERIZA
BUEN Los estados soberanos debaten
RIESGOS ASOCIADOS AL
AGUA Y CAMBIO CLIMÁTICO
PAZ Y Las poblaciones son resilientes ante los riesgos
asociados al agua, incluidas las inundaciones,
ESTABILIDAD las sequías y la contaminación.
POLÍTICA FINANCIACIÓN
Se evitan las consecuencias negativas
de los conflictos, incluida una deficiente calidad La financiación del sector público se
y/o cantidad de agua, infrestructura hídrica en peligro, recursos complementa con otras fuentes
humanos y otros efectos asociados en cuanto a los sistemas de innovadoras, como las inversiones del
gobierno, sociales y políticos. sector privado y las disposiciones de
micro-financiación.
El agua es primordial para lograr un sentido más amplio de seguridad, sostenibilidad, desarrollo y bienestar
humanos. ONU-Agua apoya incluir la seguridad de acceso al agua en el programa de desarrollo posterior a 2015,
como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
http://unwater-archive.stage.gsdh.org/UN-Water/www.unwater.org/water-cooperation-2013/
riesgos asociados al agua que sea aceptable para las personas, el medio am-
biente y las economías.
ONU-Agua y los organismos de las Naciones Unidas (NN. UU.) han contribuido
mucho a colocar el agua en el centro del escenario entre las diversas preocupacio-
nes relativas al desarrollo sostenible, desde el ámbito mundial hasta el nacional, y
entre otras formas, mediante por ejemplo el Año Internacional de la cooperación en la
esfera del agua (UNESCO, 2013) y el Decenio Internacional para la Acción «El agua,
fuente de vida» 2005-2015 (Maestu, 2015). Los informes consecutivos sobre desa-
rrollo y agua en el mundo han despertado la sensibilidad de los líderes mundiales,
de modo que se toman en serio la seguridad del acceso al agua y tratan el tema sin
limitarse a su aspecto más técnico (WWAP, 2015). Sin embargo, el término «seguri-
dad en el acceso al agua» siguió siendo objeto de vivos debates e incluso generó a
veces controversias en las Naciones Unidas, hasta que se alcanzó un consenso sobre
la definición que reproducimos abajo, y que se establece como definición de trabajo.
La definición de trabajo que acordaron las Naciones Unidas en 2013 recalca las
consecuencias negativas de los riesgos asociados al agua para el bienestar humano,
para la naturaleza y para la economía mundial, al tiempo que vincula dicha seguridad
del acceso al agua con la paz y la seguridad en términos más generales. He aquí la
definición de ONU-Agua (UN-Water, 2013):
la capacidad de una población de salvaguardar un acceso sostenible a sufi-
ciente cantidad de agua con calidad aceptable para el sustento y el bienestar
humanos, así como para su desarrollo socioeconómico, con el fin de garantizar
su protección de cara a la contaminación presente en los recursos hídricos, a
posibles desastres relacionados con el agua y para preservar los ecosistemas
en un entorno de paz y estabilidad política.
8 Véanse, por ejemplo, UNEP (2001) en Boelee et al. (2011) e IBD (2013) en Secretariat of the CBD (2013).
Garantizar el acceso al agua: fomentar la coexistencia pacífica de los pueblos 65
9 Sadoff CW, Hall JW, Grey D, Aerts JCJH, Ait-Kadi M, Brown C, Cox A, Dadson S, Garrick D, Kelman J,
McCornick P, Ringler C, Rosegrant M, Whittington D y Wiberg D (2015).
66 Libro blanco de la economía del agua
que solo en Europa y en América del Norte se experimenta generalmente esa seguri-
dad con relación al agua, con riesgos limitados a niveles tolerables (Ibid.).
La gestión del riesgo y la preparación de cara a este son elementos esenciales
dentro de la seguridad del acceso al agua. Ambos requieren una organización capaz
de mirar hacia adelante, que analice los riesgos asociados al agua en un contexto de
incertidumbre. También exigen que construyamos sistemas resilientes.
y la salud, por otro, está bien documentada, y la OMS estima que el 88 % de las
enfermedades diarréicas hallan su causa en el agua y en el saneamiento inseguros.
La diarrea por sí sola mata a más niños pequeños que el SIDA, la malaria y el sa-
rampión, todos juntos. La falta de acceso al agua y al saneamiento también puede
acarrear consecuencias negativas graves en lo que atañe al disfrute del derecho a la
educación, porque todos los años, se pierden 443 millones de días de escolarización
debido a enfermedades causadas por insuficientes condiciones de salubridad en
cuanto al agua y el saneamiento.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible trata la paz como tema transversal
e incluye un objetivo específico dedicado a tal fin. El ODS 16
Además, las metas que abordan las presiones transnacionales que son causantes
de conflicto incluyen el objetivo 13.1:
Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados
con el clima y los desastres naturales en todos los países.
Hacia el reconocimiento
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo
(CNUMAD), de 1992, la comunidad mundial reconoció el alarmante deterioro de los
recursos hídricos, su efecto pernicioso sobre los ecosistemas y la creciente escasez
de agua para una población mundial en rápido crecimiento. La Gestión Integrada
de los Recursos Hídricos se transformó en el nuevo paradigma para tratar los retos
cada vez mayores relativos al agua en los niveles comunitario, nacional o de cuencas
transfronterizas (ICWE, 1992). Fue al comenzar el nuevo milenio cuando la Visión
Mundial del Agua para el siglo xxi vinculó la gestión integrada de los recursos hídricos
con la consecución de un mundo con seguridad hídrica.
La Asociación Mundial del Agua (GWP) fue pionera en el uso de este concepto
desde un punto de vista operativo porque insufló energía a los debates sobre
seguridad del agua a diversos niveles, usando su red mundial (GWP, 2010). Así,
sensibilizó a los líderes nacionales y globales sobre el hecho de que la seguridad
del agua no es un tema circunscrito solamente al propio sector del agua, sino
que tiene otras muchas vertientes. También fomentó la gestión integrada de los
recursos hídricos y el gobierno participativo en materia de agua como medios para
avanzar, y animó a los gobiernos nacionales, así como a otros sectores a tomar en
Garantizar el acceso al agua: fomentar la coexistencia pacífica de los pueblos 69
Según el antiguo Secretario General de las NN. UU., Sr. Ban Ki Moon, se trata de
un tema en el que debe actuar la comunidad internacional. En sus propias palabras:
«Comprometámonos a invertir en la seguridad hídrica como medio para garantizar la
paz y la seguridad internacionales a largo plazo.»
El Comité también asumió (Ibid.) el derecho al agua como elemento esencial in-
cluido dentro del derecho a un nivel de vida adecuado y al disfrute del más alto nivel
posible de salud, consagrados ambos en los artículos 11 y 12 del Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ICESCR, por sus siglas en inglés).
El Comité afirmó que todas las personas tienen derecho a suficiente agua de calidad
segura, aceptable, físicamente accesible y a un precio asequible, para su uso perso-
nal y doméstico.
El 28 de julio del año 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó
la resolución (A/RES/65/292) que reconoce el derecho al agua potable y al sanea-
miento como derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los
derechos humanos (UN, 2010a). Esta resolución se aprobó pese a un número consi-
derable de abstenciones (41) que reflejaban la preocupación de un buen número de
estados miembros de las NN. UU. en relación con cuestiones de procedimiento, pero
también con el hecho de que aún no se habían tomado cuidadosa y completamente
en consideración las consecuencias legales de declarar el derecho al agua (tanto
por lo que respecta a las obligaciones internas de los estados, como a sus deberes
internacionales –Ibid.–).
Es interesante señalar que se subraya la relación entre el derecho humano de
acceder al agua y al saneamiento, por un lado, con los demás derechos humanos
y por otro, porque se considera que unos derivan de otros, o guardan relación entre
ellos. La Resolución A/HRC/RES/15/9 del Consejo de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas (UN, 2010b) afirma además que
el derecho humano al agua potable y al saneamiento se deriva del derecho a
un nivel de vida adecuado y está indisolublemente asociado al derecho al más
alto nivel posible de salud física y mental, así como al derecho a la vida y la
dignidad humana.
Esta resolución se aprobó por consenso y fue la primera vez que todos los es-
tados miembros de las NN. UU. expresaron su apoyo unánime y universal a este
derecho humano.
De este modo, se reconoce que los derechos humanos de acceso al agua y al
saneamiento cambian las obligaciones legales de los gobiernos en lo que atañe a
respetar, proteger y satisfacer dichos derechos. Los estados tienen el compromiso
inmediato de salvaguardar la no discriminación en el ejercicio de los derechos hu-
manos de acceso al agua y al saneamiento. En la práctica, esto significa que están
11 Según Paul Samuelson (1954) un bien público es aquel del que nadie puede verse excluido y que no
entraña rivalidad, de modo que nadie puede quedar excluido de su utilización y cuyo uso por uno no
disminuye la disponibilidad del bien para los demás. Los ejemplos clásicos de bienes públicos incluyen
el aire, los parques públicos, los cuerpos de seguridad y la seguridad nacional. No existe mercado
para tales bienes, que son suministrados colectivamente por los gobiernos. Como están a disposición
de todos, puede ocurrir que, en ocasiones, muchos bienes públicos se empleen en exceso, con el
consiguiente resultado de externalidades negativas que afectan también a todos los usuarios; por
ejemplo, así ocurre con la contaminación del aire y el tráfico congestionado. Los problemas asociados
a los bienes públicos están relacionados con el tema del consumo gratuito (the free rider issue) porque
las personas acceden al bien sin contribuir a su mantenimiento. Esto lleva a una situación en que puede
haber una producción insuficiente del bien, o un uso excesivo o una degradación del mismo.
74 Libro blanco de la economía del agua
Según el Presidente del Strategic Foresight Group, que intervino durante la reunión
del Consejo de Seguridad sobre seguridad del agua celebrada en el año 2016, con
la disminución de las reservas que existe actualmente, el suministro de agua potable
puede verse reducido en un 25 % en los próximos 20 años, y la mala gestión del agua
y el clima, combinada con decisiones políticas equivocadas, puede entrañar graves
consecuencias. Para el año 2050, al menos una de cada cuatro personas vivirá en
un país en el que la falta de agua dulce será crónica y recurrente. El cambio climático
no hará más que agravar estas dificultades, sobre todo en las cuencas compartidas
por varios países. Como 2.000 millones de personas viven en estas áreas, el agua
reviste una importancia estratégica a nivel local y regional, pero es también un tema
de seguridad mundial porque afecta a un tercio de la población del planeta.
No proporcionar servicios o no incrementar un escaso suministro de agua puede
acarrear crisis humanitarias y migraciones masivas. Existen otras consecuencias
económicas y externalidades negativas de amplio espectro debidas a la falta de
seguridad del agua que han sido abundantemente ilustradas (Hutton, 2012). Si bien
los efectos positivos de un mejor acceso al agua y al saneamiento pueden afectar
a individuos tomados de uno en uno, o a actividades económicas concretas, dichos
impactos pueden sumarse de modo que signifiquen ganancias o pérdidas para la
economía en su conjunto (expresándose en el PIB, el empleo o la productividad). Por
ejemplo, los beneficios que se derivan de estar mejor preparados de cara a aconte-
cimientos extremos –de forma que las fluctuaciones hidrológicas queden separadas
del rendimiento económico– pueden traspasar las fronteras nacionales y entrañar
consecuencias en más de un país.
La seguridad del agua como bien público mundial requiere una acción colectiva
internacional. Las organizaciones internacionales pueden desempeñar un papel en
este sentido, del mismo modo que pueden hacerlo quienes tienen interés en el tema
del agua a escala internacional, con el fin de construir consensos y fomentar la toma
de decisiones colectiva, porque ello redunda en importantes beneficios externos en
muchos países. Se producen muchas interdependencias entre las «distintas segurida-
des» (en lo que atañe a la alimentación, el cambio climático, la salud y la seguridad
política) y es preciso actuar sobre todas ellas para poder cosechar plenamente los
beneficios de la cooperación.
Existen muchas interconexiones: basta mencionar aquí el caso de cómo los ries-
gos asociados al cambio climático global afectan al acceso al agua y a los servicios
de saneamiento.
Dichos riesgos constituyen un grave obstáculo para la realización práctica de
los derechos al agua y al saneamiento. El agua es un medio clave a través del cual
el cambio climático repercute en las poblaciones y en los ecosistemas humanos;
esto es especialmente debido a los cambios previstos en la calidad del agua y su
cantidad. Las consecuencias del cambio climático deben examinarse a la luz de sus
efectos directos sobre los recursos hídricos, así como teniendo en cuenta también su
Garantizar el acceso al agua: fomentar la coexistencia pacífica de los pueblos 75
influencia indirecta sobre otros causantes del cambio, en especial las crecientes pre-
siones demográficas y las variables pautas de consumo. El Grupo Intergubernamental
de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) alertó de que en muchas regiones del
planeta las modificaciones en el suministro y la calidad de los recursos de agua dulce
que se derivan del cambio climático pueden poner en peligro los objetivos del desarro-
llo sostenible, la reducción de la pobreza y la disminución de la mortalidad infantil12.
Las interrelaciones e interdependencias son importantes. El agua y el saneamien-
to no pueden analizarse de forma aislada sin tener en cuenta los demás derechos
humanos ya que pueden verse afectados por las consecuencias de violaciones de
otros derechos, y son indispensables para alcanzar y disfrutar los derechos a la vida,
a la salud, a la vivienda y a la educación, entre otros. Por ejemplo, la tarea de ir a
buscar agua y la falta de instalaciones adecuadas de saneamiento (inodoros) son
dos causas que explican por qué las niñas no acuden a la escuela; y por otra parte,
el riesgo de mortalidad infantil se puede reducir en un porcentaje tan elevado como
el 50 % mediante el correcto acceso a un agua potable segura y a un saneamiento
adecuado.
La carencia de agua y de saneamiento limpios es una causa primordial de la
pobreza y la malnutrición, y la inseguridad del agua vinculada al cambio climático
puede aumentar esta última de aproximadamente 75 a 125 millones de personas
de aquí al año 2080. Un proceso de urbanización en rápida progresión, combinado
con la creciente demanda de agua dulce y la insuficiente infraestructura de sanea-
miento, todo ello acentuado por el cambio climático, plantean una amenaza para la
salud pública e incrementan la prevalencia de las enfermedades transmitidas por
el agua. En este sentido, se estima que la morbilidad y la mortalidad endémicas,
debidas a enfermedades diarreicas asociadas a inundaciones y sequías, aumen-
tarán en las regiones asiáticas del este, el sur y el sudeste como consecuencia de
los cambios reflejados en proyecciones del ciclo hidrológico. Estas vinculaciones
empíricas se reflejan en el contenido normativo de derechos en particular (como
en los derechos a la alimentación, a la vivienda, a la salud, etc.).
El cambio climático amplificará aun más la distribución desigual de sus conse-
cuencias porque, al evitar los riesgos derivados de posibles desastres, tampoco
existe igualdad. Hay un sesgo en detrimento de las comunidades pobres de los
países en desarrollo, que disponen de menos medios. Un reciente estudio cuan-
titativo de las consecuencias de los desastres para las personas concluyó que
los países con elevados niveles de desigualdad en la distribución de la renta
padecen de manera más dolorosa las consecuencias de los desastres climáticos,
12 Véase el texto inglés titulado «Position Paper on Climate Change and the Human Rights to Water and
Sanitation» (Informe de situación sobre el cambio climático y los derechos humanos al agua y al
saneamiento), redactado por el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos
al agua y al saneamiento, disponible en el siguiente enlace: http://www.ohchr.org/Documents/
Issues/Water/Climate_Change_Right_Water_Sanitation.pdf.
76 Libro blanco de la economía del agua
en comparación con las sociedades más igualitarias. El ACNUDH señala que las
implicaciones del cambio climático se padecerán de forma más aguda en aque-
llos segmentos de la población que ya se encuentran en situaciones vulnerables
debido a factores como la pobreza, el género, la edad, su condición de minoría o
alguna discapacidad. En las ciudades de los países en desarrollo, aproximadamen-
te 1.000 millones de personas viven en asentamientos de tipo informal, (muchos
de los cuales se ubican en zonas propensas a peligros, desprotegidas frente a
los riesgos). En lo referente al derecho al agua, otros individuos y grupos que
tradicionalmente han padecido dificultades para poder ejercer este derecho son
los pueblos indígenas, los refugiados, los que solicitan asilo, las personas despla-
zadas internamente, los trabajadores inmigrantes, los prisioneros y los detenidos.
Las mujeres y las niñas se enfrentan con obstáculos específicos para poder gozar
de su derecho al agua y al saneamiento, llevándose la peor parte de la creciente es-
casez de agua y de la pobreza que aumenta. La mayoría de las veces, son ellas quie-
nes sacrifican su tiempo y sus oportunidades de desarrollo para acarrear el agua.
A menudo son las responsables de proporcionar alimento y agua en sus hogares.
Además, tienen especial dificultad para poder acceder a instalaciones sanitarias su-
ficientes, seguras y culturalmente adecuadas. Por todo ello, las mujeres y las niñas
a menudo se verán más afectadas, de modo desproporcionado, por los adversos im-
pactos del cambio climático en su derecho al agua y al saneamiento. Por otra parte,
existen investigaciones recientes del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF) que indican que el cambio climático afectará de modo desproporcionado a la
infancia porque exacerbará los riesgos de salud que ya existen y perturbará la base
del recurso natural en que se sustenta la seguridad de la nutrición y el agua, entre
otros muchos factores.
Los acontecimientos climáticos extremos y una menor cantidad y calidad del agua
ya constituyen las causas principales de la malnutrición, la mortalidad y las enferme-
dades infantiles, incluidas las derivadas del escaso saneamiento. Es probable que el
cambio climático agudice estas presiones.
interés en este campo. Hay oportunidades para obtener ventajas y beneficios com-
partidos, de manera que incluso cuando existan beneficiarios directos y primarios,
aún así, el conjunto de la sociedad también se verá beneficiada.
La iniciativa del agua del Foro Económico Mundial (WEF, 2011) indica que
prevenir y mitigar los riesgos del agua se considera una necesidad absoluta y
una responsabilidad conjunta, de forma que es de vital importancia que el sector
privado se comprometa activamente en el uso y el manejo sostenibles del agua.
Asia
Los recursos hídricos del sur de Asia conectan muchos países que, en el pasado,
se enfrentaron en conflictos militares. Como muchos de esos países están ubica-
dos en su totalidad dentro de cuencas internacionales, el agua es un tema central
para ellos. La India y Pakistán firmaron en 1960 el Tratado sobre las aguas del río
Indo. En Asia central ha habido más coordinación, especialmente a consecuencia
del desastre del mar de Aral. Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Tajikistán y
Kirguistán formaron la Comisión Interestatal para la Coordinación Hídrica de Asia
central y se comprometieron a asignar el 1 % de sus presupuestos para ayudar a
recuperar ese mar. En el sur de Asia también hay progreso hacia la cooperación,
que prosigue a día de hoy. La Comisión del río Mekong ha ayudado a los países
del sur de la cuenca de ese río a pasar de la cooperación humanitaria a la cola-
boración económica.
Oriente Próximo
Mientras que en otras zonas, la cooperación en materia de agua puede ser sobre
todo una manera de desarrollarse, en Oriente próximo el agua es especialmente
importante para la seguridad y la paz entre los países. Israel y Jordania alcan-
zaron acuerdos como el Tratado de Paz de 1994, que incluye asignaciones del
río Jordán y recoge los esfuerzos conjuntos para prevenir la escasez de agua,
pero la cooperación es aun más importante a día de hoy. El Banco Mundial y
tres países –Israel, Jordania y Palestina– han desarrollado un gran proyecto para
desviar agua del mar Rojo hasta conducirla al mar Muerto. En 2014, Israel, Jor-
dania y Palestina firmaron un acuerdo trilateral a tal fin. En 1996, como parte de
los Acuerdos de Oslo, se creó el Centro de Investigación de Oriente Medio sobre
Desalinización (MEDRC, por sus siglas en inglés). El centro ha sido un influyente
actor que ha acercado a Israel y Palestina, juntándolos en pro de la cooperación
en materia de agua.
5. En conclusión
El futuro del desarrollo sostenible a corto-medio plazo, en un futuro cercano, ya ha
quedado establecido: es la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que la Asam-
blea General de las Naciones Unidas aprobó en septiembre de 2015. Incluye un ob-
jetivo específico y completo para el agua, el ODS6, que plantea el escenario para un
gobierno participativo y sólido en esta cuestión, abordando el tema holísticamente,
sin olvidar ningún aspecto.
80 Libro blanco de la economía del agua
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Capítulo 7
La gestión del ciclo urbano del agua
en el mundo: análisis de la evidencia
internacional
Gonzalo Delacámara1
1 Director Académico del Foro de la Economía del Agua; coordinador del Departamento de Economía del
Agua, Instituto IMDEA Agua.
84 Libro blanco de la economía del agua
Con relación al saneamiento, los datos son peores, si cabe, y pese a los progre-
sos en la provisión de servicios de agua en las últimas décadas, lo que es necesario
remarcar. Solo el 39,25 % de la población tiene acceso a saneamiento seguro, es
decir, aquel en que las excretas se eliminan de forma segura in situ o se tratan ex
situ). El restante 60,75 % bien tiene saneamiento demasiado básico (2.100 millones
de personas) o limitado (es decir, con alguna mejora pero compartido con otros:
600 millones), o saneamiento sin mejorar (856 millones) o, simplemente, defeca al
aire libre (892 millones, 90 % de los cuales viven en zonas rurales, esencialmente en
Asia central y del sur y África subsahariana). Así, solo un 27 % de la población tiene
acceso a instalaciones privadas conectadas a una red de alcantarillado con algún
sistema de tratamiento de aguas residuales. Lo que para un europeo, por ejemplo,
es la norma, en otras zonas del planeta es la excepción.
Las implicaciones en términos de salud pública (y los efectos nocivos no terminan
ahí) son elocuentes: 502.000 muertes prematuras al año a causa del consumo de
agua contaminada (diarrea, cólera, disentería, fiebres tifoideas o poliomielitis). De
ellas, se estima que 361.000 son muertes evitables de niños menores de cinco
años. A ello se añade, por ejemplo, la incidencia de la esquistosomiasis, enfermedad
crónica causada por parásitos en el agua contaminada: 240 millones de personas
en todo el mundo.
El salto entre esa realidad y la de países donde la cobertura de los servicios es
universal, la continuidad del servicio casi permanente, el nivel de tecnificación de los
operadores muy alto, las garantías sanitarias incluso superiores a las de otros bie-
nes de consumo humano… es inefable. Sin embargo, conviene tener presentes esas
realidades, que conviven, para no extrapolar conclusiones erróneas de unas zonas
del mundo donde lo prioritario es aumentar la cobertura (cerrar las brechas anterior-
mente señaladas), otros donde el aumento de la cobertura ha de hacerse compatible
con el aumento y el mantenimiento de la calidad del servicio y otros, con modelos
maduros de prestación, donde los desafíos inequívocamente son otros y no afectan
a cuestiones de vida o muerte.
Eso no quiere decir, en sentido alguno, que no haya algunas conclusiones equiva-
lentes en relación con los modelos de gestión del ciclo urbano del agua, que intenta-
remos señalar a lo largo de este capítulo.
municipales. Por un lado, se creía en acercar los servicios al ciudadano; por otro,
se resignaban economías de escala y alcance hasta el punto de hacer inviables los
modelos de prestación en no pocos lugares. A día de hoy, en modelos atomizados en
mayor o menor medida, las dificultades por no disponer de una escala apropiada no
son insignificantes. Por supuesto, hubo excepciones: Argentina (un modelo con nu-
merosas fallas a día de hoy, tras agotar ese modelo inicial) creó un sistema nacional
de agua en 1913 como medio para combatir enfermedades relacionadas con el agua;
Uruguay (un modelo exitoso, con una cobertura casi universal) crea la Administración
de Obras Sanitarias del Estado (OSE) en 1952.
Desde entonces, en diferentes realidades, se ha visto también el surgimiento de
modelos esencialmente privados, como Inglaterra y Gales o Chile, como en el caso
de Uruguay con éxitos contrastados (véase Espinosa, 2017, en este mismo libro,
para analizar la experiencia chilena). Chile o Inglaterra y Gales no solo evolucionaron
hacia modelos privados, sino de formas municipales a formas regionales de organi-
zación industrial, entre otras cosas para garantizar que la sociedad se beneficiase de
las mencionadas economías de escala y alcance (Botasso et al., 2008; Ofwat/DE-
FRA, 2006; Foster, 2005; Stone & Webster Consultants, 2004; Hukka et al., 2003).
Hay diversos temas institucionales y económicos relevantes para la desempeño
de modelos de gestión exitosos, en el sentido de equitativos, sostenibles y eficien-
tes; algunos de ellos están relacionados con el contexto, algunos otros se relacionan
con el sector. Resultan determinantes la gobernanza en un sentido amplio, el des-
empeño macroeconómico que ofrece oportunidades o enfrenta a restricciones no
menores, la economía del sector, los principios de regulación, el nivel de integridad
de los operadores y los gestores del ciclo urbano del agua, en algunos casos (cuan-
do participan inversores extranjeros) también los tratados de protección jurídica a la
inversión, la planificación estratégica, etc.
Durante décadas los defensores de ese oxímoron que es la gestión genuinamente
pública (lo es en tanto que el modelo que prevalece siempre demanda cooperación
entre públicos y privados, como se pone de manifiesto en modelos de gestión directa
en los que se licitan aspectos técnicos) han buscado malas prácticas privadas para
justificar su posición. Defender la gestión privada a partir de la identificación de ma-
las prácticas públicas parece, en realidad, una práctica igualmente estéril desde el
análisis de la evidencia internacional. Existen buenas y malas prácticas en ambos
sectores y en alianzas público-privadas.
Una de las mayores dificultades en el sector del agua es precisamente la lenti-
tud en avanzar en ciertos debates, entre otras cosas por una mala definición de los
mismos. Eso explica, entre otras cosas, las oleadas sucesivas: gestión pública prio-
ritaria en muchos países durante décadas con independencia de la eficiencia de los
operadores, privatizaciones masivas en los noventa como resultado del Consenso de
Washington, privatizaciones y reversiones de la gestión directa en estos momentos y
no siempre sobre la base de criterios racionales.
La gestión del ciclo urbano del agua en el mundo: análisis de la evidencia internacional 87
Con frecuencia, los debates se llenan de mitos. Algunos son bien conocidos. Por
ejemplo, se enfatiza sobre el hecho de que el agua es un bien público. Se quiere
decir, con ello, cosas tan dispares como que pertenece a todos o en realidad que
no pertenece a nadie. Se piensa en el recurso, cuando se habla así, y en el carácter
demanial (perteneciente del dominio público) del mismo. Y, efectivamente, el agua
es un bien de dominio público aunque eso solo remita, a una categoría jurídica, por
crucial que esta sea, que lo es.
Ahora bien, desde un punto de vista económico un bien es público cuando conver-
gen dos circunstancias: la oferta conjunta (no existe rivalidad en su consumo) y la
imposibilidad de excluir a nadie de su consumo mediante el pago de un precio. De-
pendiendo del atributo del agua en que uno piense, se darán ambas características,
una de las dos o incluso ninguna. En aquellas características que hacen del agua un
bien público (como, por ejemplo, la calidad del agua en alta), la intervención directa
del sector público no parece una opción: es imprescindible. En aquellos atributos pro-
pios de un bien privado (por ejemplo, cuando el agua potable es servida a través de
una red a diferentes usuarios), sin embargo, la prestación privada no debería plantear
mayores problemas conceptuales, bajo una adecuada regulación que garantice au-
nar intereses privados y sociales. Parte de la confusión deriva también de un hecho
inequívoco: internacionalmente, la competencia legal de prestación del servicio es
pública; es decir, el titular del servicio es público y no deja de serlo aunque su opera-
ción, su gestión, puedan ser privadas.
Daría la sensación de que cuando se dice que el agua es pública lo que se quiere
decir en realidad es que es un bien esencial para la vida; de hecho lo es, al menos
un cierto nivel mínimo diario por persona (Hanemann, 2006).
Afirmar que, como el agua es un bien público, debe ser prestada por el sector
público, incurre en dos errores. El primero, afirmar algo que no es cierto o no para
todos los atributos del agua. Cuando alguien demanda agua no solo demanda una
cantidad concreta sino con cierta estabilidad o frecuencia en el suministro, con cier-
to gradiente, con un nivel concreto de salinidad, con otros parámetros de calidad,
eventualmente con cierto sabor o ausencia de turbidez, con cierta presión, en un
momento concreto y en un lugar específico. Parece estar demandando un bien pero,
en realidad, demanda varios atributos que configuran ese bien. Algunos de ellos efec-
tivamente tienen características de bien público; la cantidad de agua en sí, no. El se-
gundo error es formular una proposición con carácter universal que en realidad es tan
falsa como decir que el mejor modelo es privado o el mejor modelo es la asociación
público-privada. Esas afirmaciones no pueden hacerse con carácter universal, maxi-
malista, sino que deben responder al contexto. No se puede incurrir en el relativismo
moral de pensar que todo depende de la localización pero tampoco en afirmaciones
que no reconozcan el contexto más amplio. Esto, por supuesto, obliga a eliminar el
nivel de discrecionalidad en la decisión pública; a riesgo de solemnizar la obviedad:
el operador siempre debería ser aquel que mejor garantizase los objetivos sociales
88 Libro blanco de la economía del agua
3. Algunas ilustraciones
California, la sexta economía del mundo por valor del PIB, es un líder mundial en
tecnología y tiene todos los elementos necesarios para una adecuada gestión (legis-
lación muy avanzada de más de cien años articulada en torno a la doctrina del public
trust, un desarrollo institucional notable, sus ciudadanos son expertos en prácticas
eficientes de consumo –mucho más tras la sequía de cinco años que se dio por ter-
minada en abril de 2017–, todas las alternativas tecnológicas están disponibles en el
estado a diferentes escalas comerciales, ha habido durante décadas una inversión no
menor en infraestructuras, tiene buena parte de las mejores universidades del mun-
do…). Una sequía continuada de más de cinco años ha llevado no solo al sector del
agua a una situación crítica (con restricciones del 25 % en el consumo de los hogares
en 2015, bajo amenaza de graves sanciones) sino a una economía tan importante a
reflexionar sobre los límites de su modelo productivo.
Si uno revisa América Latina, donde la variedad de situaciones (y las oscilaciones
de unos modelos a otros) también permite ilustrar el debate, observa que hay paí-
ses con participación masiva del sector privado (Chile, quizás el único, en realidad,
pero el caso más inequívoco de éxito en la región), otros donde la privatización ha
acumulado no pocos fracasos (Argentina, Bolivia, Uruguay), otros donde se perseve-
ró en la privatización en su momento con éxitos muy limitados (Venezuela, Panamá,
Perú), etc.
La gestión del ciclo urbano del agua en el mundo: análisis de la evidencia internacional 89
¿Por qué en algunos casos falla la prestación privada? Los países que han triun-
fado en la prestación privada (Chile, Inglaterra y Gales) ya con prestación pública
tenían empresas eficientes y una cobertura casi universal de los servicios. Eso mini-
mizaba notablemente el riesgo para los inversores privados, que podían dedicarse a
la inversión en el tratamiento de aguas residuales para la consecución de relevantes
objetivos sociales y la gestión de redes preexistentes.
Otro factor no trivial era el acceso a mercados de capital local. Dado que en este
sector una parte importante de los ingresos se genera en moneda nacional, hay ries-
gos inherentes a depender de financiación externa. El riesgo cambiario explica, de
hecho, los fracasos de diferentes proyectos de alianzas público-privadas (mediante la
fórmula buy, operate, and transfer: BOT) en tratamiento de aguas residuales en Mé-
xico durante la década de los noventa y también los acumulados en Argentina como
resultado de la devaluación a principios de los 2000.
Los casos de Chile e Inglaterra y Gales muestran el papel crucial jugado por los
reguladores: SISS y OFWAT respectivamente. Ahora bien, el dilema no está entre la
prestación pública o la prestación privada debidamente regulada como alguien podría
pensar. También las empresas públicas deberían ser adecuadamente reguladas, pues
a nivel internacional se observa que pueden ser fácilmente capturables. Es preciso
recordar que la corrupción está vinculada al sistema de valores, no a los modelos de
gestión. Y hay un tema central en términos de transparencia y rendición de cuentas:
la composición de los órganos de gestión de las empresas públicas; es decir, de
dónde proceden y, sobre todo, a dónde regresan los máximos responsables de esas
empresas públicas.
Tanto en empresas públicas como privadas, e incluso en el caso español (donde
no hay operador formal de los servicios), coexisten múltiples reguladores. Es lo que
en regulación se conoce como el «problema de la agencia común». El regulador de los
servicios define solo una parte de los parámetros operativos de la empresa. Ahora
bien, otros entes reguladores definen los estándares de calidad del agua potable o
del agua regenerada, el desarrollo espacial (ordenamiento territorial), las políticas de
crecimiento y desarrollo, los planes de medidas a nivel de cuenca, los estándares
de calidad ambiental y, en el caso de empresas públicas, la normativa de empleo o
las prácticas de rendición de cuentas, la financiación por el nivel competente de la
Administración (normalmente a través de mecanismos de coordinación o cofinan-
ciación), etc. Del mismo modo que no se puede hablar de los servicios sin referirse
al recurso, es imposible entender la relación entre un regulador y una empresa como
bilateral cuando, en la práctica, coexisten numerosos reguladores.
Esto conduce, a mi entender, a un terreno mucho más interesante: no se trata
tanto de mostrar malas experiencias en empresas públicas, una práctica tan estéril
como la contraria, sino de aceptar que la prestación de los servicios, por empresas
públicas, mixtas o privadas siempre coexiste con numerosos fallos de gobierno del
agua (fallos públicos). Sector público y privado se necesitan y ambos aciertan y
90 Libro blanco de la economía del agua
fallan a diferentes niveles. Optimizar esa relación es parte del desafío. Negar el papel
de uno u otro hasta el paroxismo no tiene sentido.
¿Es más fácil regular una empresa pública o a una privada? Hay pocos estudios
disponibles. Además, para contestar de modo riguroso habría que comparar empre-
sas en mercados similares, no a una empresa antes y después de la reforma que
condujese a su privatización. Los estudios más completos están disponibles para
EE. UU., donde el sector está atomizado en varias decenas de miles de prestadores
y su desempeño se ha evaluado desde los años sesenta. Las tesis hace cincuenta
años, dependiendo del método, conducían a conclusiones muy dispares, muy poco
elocuentes en sí. Todo depende, en realidad, del tipo de mercado. Se afirmó, durante
años, que en las ciudades grandes se dan las condiciones más propicias para un
buen desempeño de la empresa pública; que en mercados más pequeños o con
tecnología más avanzada, podía tener más sentido la privada. Sin embargo, desde
2000 se ha observado que no hay diferencias estadísticamente significativas y lo
verdaderamente relevante es un marco regulador eficiente.
Otra de las grandes observaciones cuando uno revisa experiencias internacionales
es que el contrato no es el instrumento idóneo ni para la empresa ni para el regula-
dor, pues el sector se mueve en un contexto dinámico que no es sencillo capturar en
el carácter estático del contrato.
En síntesis, la evidencia internacional muestra que la empresa privada o pública
no es eficiente por su propiedad, sino por el modelo de gestión (ahora sí, entendido
en un sentido amplio, menos limitante) y el sistema de gobernanza en que desarrolla
la prestación.
cibidos por la sociedad, los operadores optan por diferentes modelos de organización
y gestión.
Las actividades de abastecimiento de agua y saneamiento se explotan en un
régimen de monopolio natural (dadas las infraestructuras necesarias, no existe
competencia; Dosi y Easter, 2000; Hui y Wei, 2014; PwC, 2014; OCDE, 2015a
y 2015b), algo que le da también sentido al papel de la regulación, de cara a la
protección del consumidor y para evitar abusos de poder (Laffont, 1994; Boehm y
Polanco, 2003; Joskow, 2005; Marlow et al., 2013; González-Gómez et al., 2014),
un desafío común para los sectores que dependen de infraestructuras como la
energía, las telecomunicaciones o el transporte (Haarmeyer y Coy, 2002; Guasch,
2004; Estache, 2006).
Gran parte de la discusión sobre el modelo de gestión en la literatura se ha
centrado en la liberalización del mercado, y en la dialéctica entre privatizaciones y
«remunicipalizaciones» (reversión a la gestión directa) (Hukka y Katko, 2003; Hall y
Lobina, 2012; Beveridge et al., 2014).
La composición de los consejos de administración de los operadores influye en
la rentabilidad de las empresas (Romano y Guerrini, 2014), mientras que los resulta-
dos, comparando tarifas e inversiones entre operadores públicos y privados, difieren
según el trabajo, con ejemplos en Italia (Romano et al., 2015) y en Alemania (Ruester
y Zschille, 2010), aunque no se han mostrado diferencias en el desempeño en tér-
minos de cumplimiento de los estándares de calidad, en el que sí es determinante la
existencia de cierta competencia (Wallsten y Kosec, 2008). Sí tiene consecuencias
en cuanto a la percepción del usuario, con ejemplos en Argentina, Italia y España,
donde se percibe, por las disfuncionalidades e incentivos perversos que introduce el
canon concesional, la privatización como una oportunidad para obtener ingresos extra
en los municipios.
En la evaluación del desempeño de los operadores, su productividad y eficiencia
(Abbot y Cohen, 2009) destacan trabajos que incluyen tanto factores de economías
de escala, alcance y densidad, como el efecto de la propiedad y la existencia de
incentivos sobre el desempeño (Berg y Marques, 2011). Otros trabajos enfatizan
sobre la necesidad de incorporar variables de calidad del servicio al consumidor
–cobertura máxima, calidad en la atención, calidad del agua servida, continuidad
y seguridad en el suministro, etc.– además de la eficiencia. Por otra parte, con
relación a la integración vertical de los operadores, se pone de manifiesto la dife-
rencia en el desempeño de las empresas que operan en todo el ciclo del agua, que
por economías de alcance, tienen un mejor desempeño que las que operan solo en
abastecimiento (Carvalho et al., 2015). Una revisión de cómo afecta la magnitud de
las economías de escala y alcance a la organización de los operadores se puede
encontrar en Saal et al. (2013), y una muestra de ejemplos relevantes en EE. UU.,
Francia, Italia, Países Bajos y Portugal utilizados como referencia para América Lati-
na, en Ferro y Lentini (2010).
92 Libro blanco de la economía del agua
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Bloque I.B
La realidad nacional
en torno al ciclo
urbano del agua
Capítulo 8
El cumplimiento de los derechos humanos
de agua y saneamiento en España
Gonzalo Delacámara1
1. ¿Derechos colectivos?
Los derechos humanos hacen referencia a una gama fundamental que constituye
el mínimo de la dignidad humana y que debería servir no solo como fundamento de
constituciones de cualquier Estado democrático, sino también como criterio esencial
para evaluar los preceptos legales y los marcos políticos en cualquier país. No hay
1 Director Académico del Foro de la Economía del Agua; coordinador del Departamento de Economía del
Agua, Instituto IMDEA Agua.
98 Libro blanco de la economía del agua
los ecosistemas relacionados con el agua para garantizar las fuentes naturales; así
como ampliar la cooperación internacional (UNGA, 2015).
El análisis de los datos señalados al principio del Capítulo 7 de este libro debe
interpretarse de modo adecuado: el problema no (solo) reside en sí en que centena-
res de millones de personas no tengan acceso agua potable; de ser así, las tasas de
mortalidad prematura serían todavía más terribles. El problema es de mayor calado:
esos millones de personas carecen de acceso «mejorado» a agua. Es decir, acceden a
agua pero en condiciones deficientes de calidad, a distancias impropias, empleando
un tiempo inaceptable, pagando por ella un coste desproporcionado… El lector obser-
vará que al entrar en este detalle se pasa de un problema tan grave como genérico
a uno que no pierde ni un ápice de gravedad y, sin embargo, se hace más concreto,
más tangible, más abordable.
Con relación al saneamiento, individualizado desde 2015 del acceso a agua pota-
ble como derecho humano, la exigencia del ODM 7 implicaba pasar de una cobertura
promedio mundial del 54 % a un 77 %. Esa meta se incumplió y muestra que aquí
los desafíos son mayores, si cabe (con mayores diferencias entre zonas urbanas y
rurales).
hídricos, que pueden poner en cuestión la provisión de los servicios incluso al margen
de decisiones de los operadores. Los desafíos de la política de agua parecen claros:
aumentar la resiliencia frente a la escasez estructural y gestionar el riesgo de sequía,
gestionar el riesgo de inundaciones, mejorar la calidad de las masas de agua, con-
servar la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas acuáticos y avanzar
de modo decidido en la adaptación al cambio climático para garantizar la seguridad
hídrica a medio y largo plazo. Estos objetivos son manifestaciones claras del interés
general y merecen la atención prioritaria, que no siempre reciben, también en pro de
la defensa de los derechos humanos al agua y el saneamiento.
5. Referencias
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16. United Nations, 2015.
Capítulo 9
Los servicios urbanos
de agua en España
Fernando Morcillo1
1. Introducción
Como representante de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Sanea-
miento (AEAS) tengo que exponer frecuentemente cuál es el estado de los servicios
urbanos de agua en España. No es tarea fácil el tratar de simplificar dicha situación
cuando hay que generalizar sobre 8.125 municipios muy heterogéneos entre sí por
razones de tamaño, capacidad técnica, aspectos geográficos e hidrológicos, y que
tienen la responsabilidad legal de desarrollar la prestación de los complejos y tecnifi-
cados servicios de abastecimiento y saneamiento de las aguas urbanas.
Cuando la simplificación al máximo se hace inevitable, y se pide casi una valo-
ración numérica, suelo decir que, en primer lugar, hay que distinguir entre los dos
servicios básicos: abastecimiento y saneamiento. Respecto al primero, y de forma
genérica, cabe destacar que rayamos lo sobresaliente, mientras que tenemos un
aprobado bajo en lo que se refiere al saneamiento (que engloba el alcantarillado, el
drenaje urbano y la depuración de las aguas residuales). Y sin hacer ninguna pausa,
ni tomar siquiera aire para respirar, insisto en la importancia de mirar a través del
cristal-filtro de la sostenibilidad. Porque si así lo hacemos, las notas de valoración se
reducen dramáticamente. Si introducimos el criterio de sostenibilidad solo aprobamos
en abastecimiento (encontrándonos con riesgos evidentes en algunos territorios o
poblaciones). Suspendemos en saneamiento no solo porque los técnicos identifica-
mos que pronto habrá claras insuficiencias en alcantarillado o drenaje urbano, sino
porque, por otra parte, no estamos cumpliendo la Directiva Europea 91/271/CEE
(EC, 1991) sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas (especialmente en
pequeñas poblaciones y en las denominadas «zonas sensibles» en donde los vertidos
2. Datos generales
De acuerdo con la información obtenida por AEAS en el XIV Estudio Nacional sobre
el Suministro de Agua Potable y Saneamiento en España (AEAS y AGA, 2016a, con
datos encuestados y recopilados en 2014), sabemos que el sector mueve una cifra
de actividad anual de 6.479 millones de euros, fruto de la facturación producida. Esto
supone el 0,6 % del PIB español. Correspondiendo casi el 60 % a la actividad de abas-
tecimiento, el 23 % a la de depuración de las aguas residuales y el 13 % al servicio
de alcantarillado o drenaje urbano (quedando un pequeño resto que no es asignable
estrictamente a ninguno de los anteriores conceptos).
La cobertura del abastecimiento y el alcantarillado es casi del 100 %, mientras
que en depuración solo se alcanza el 84 % (si consideramos las exigencias de la
normativa europea y la conformidad con su cumplimiento).
El volumen de agua captada para abastecer a las poblaciones es de 4.760 hm 3,
cuyo origen principal (73 %) son las superficiales (las subterráneas representan el
26 %). La importancia de los orígenes de producción de agua desalada se identifica
más en términos cualitativos, locales y temporales, ya que cuantitativamente solo
representa el 2 % del total.
El volumen total entregado al consumo, a través de los depósitos y redes de distri-
bución es de 4.231 hm3 (cifra esta comparable con los 4.097 hm3 anuales de aguas re-
siduales que fueron depurados en el mismo ejercicio). La mayor parte de esta cantidad
(en concreto el 73 %) se consume en el ámbito doméstico (es decir en los hogares)
mientras que el 11 % lo es por el comercio o la industria urbana. El 16 % restante se
aplica a otros usos (riegos, consumos institucionales, etc.).
Uno de los indicadores que, desde mi punto de vista, define muy bien la positiva
evolución de los servicios de abastecimiento de agua urbana es la dotación individual.
Esto se debe a que no solo identifica el esfuerzo de la sociedad para hacer un uso
racional y prudente del agua, sino también la exigencia que asumen los operadores
de trabajar de forma sistemática, tecnológica y sostenidamente en la mejora del ren-
dimiento de las redes y en la reducción de pérdidas en los sistemas. Si analizamos
la curva de evolución de este indicador, nos percatamos de que tiene una tendencia
a la baja desde los 300 litros por habitante y día del año 2007 a los 248 del 2014.
También, y como dato general, me gustaría reflejar el correspondiente al uso del
agua reutilizada. Se entiende por tal la reutilización directa de caudales ya usados,
106 Libro blanco de la economía del agua
que una vez contaminados han sido depurados y sometidos, además, a procesos o
a tratamientos de regeneración (tratamientos terciarios y específicos acordes al uso
final en el que se emplearán). Un 9 % de las aguas residuales depuradas (373 hm3)
se reutilizaron en el ejercicio correspondiente. Geográficamente, los usos más nota-
bles se ubican en la costa mediterránea.
3. Gobernanza
No es tarea fácil entender los mecanismos de gobernanza de los servicios urbanos
del agua en España dada su complejidad (al intervenir todos los niveles de la adminis-
tración de nuestro descentralizado Estado). Intentaré resumir las principales claves
para poder comprenderlos.
Obviamente existen razones adicionales para concluir que al marco general citado
no le complementa el entramado normativo adecuado que establezca los requisitos
sobre los niveles de calidad del servicio, de las condiciones de detalle de la presta-
ción del mismo o de la fijación de las tarifas. Existe una gran heterogeneidad y una
multitud de reglamentos locales y pliegos de condiciones para el desempeño de los
citados servicios públicos, al igual que diversidad de esquemas y modelos tarifarios.
Hemos inventariado cerca de 2.500 sistemas diferentes: es decir, 2.500 reguladores
de la prestación de los servicios de agua urbana.
108 Libro blanco de la economía del agua
4. Gestión
Una vez clarificado dónde radica la competencia de la gobernanza o la administración
de estos servicios, cabe preguntarse en qué forma está organizada la gestión, técni-
ca y comercial de detalle, de los variados subservicios de que consta.
En España tenemos una larga tradición de participación de los modelos de natu-
raleza privada, pero igualmente podemos evaluar las características de los modelos
públicos (pues de ambos hay ejemplos exitosos y con largo recorrido, orientados al
servicio público).
Los servicios urbanos de agua en España 109
das gracias a la adecuada gestión realizada por los operadores de este servicio y los
administradores de los sistemas (aunque no siempre se cumple la calidad de vertido
en las denominadas «zonas sensibles», como bien nos ha advertido la Comisión
Europea: EC, 2016).
6. Empleo
El sector de los servicios de agua urbana, que usa algo menos del 20 % del volumen
global del agua gestionada en todo el país, y que ya hemos dicho que representa
económicamente el 0,6 % del PIB nacional, emplea a unas 27.000 personas de for-
ma directa, y a unas 35.000 de forma indirecta (por contratación o externalización
de trabajos auxiliares). Podríamos asegurar que el sistema español es un modelo
racional y competente de colaboración público-privada que debería ser perfeccionado
y potenciado en el futuro inmediato para facilitar soluciones.
El factor humano es trascendental en la actividad de los servicios con respecto
a las siguientes cuestiones: planificación, relación con los ciudadanos, innovación,
gestión de las organizaciones, labores de conservación y mantenimiento, gestión de
los riesgos y emergencias, control de la calidad y protección medioambiental. Tam-
bién se identifica su importancia desde un punto de vista exclusivamente económico:
los costes de personal directo suponen el 22 % de los costes totales en nuestra
actividad.
Exponemos a continuación algunas consideraciones que merecen destacarse con
respecto al empleo en el sector.
6.1. Estabilidad
Como corresponde a unos servicios básicos sobre los que se soporta nuestra so-
ciedad es preciso garantizar la misma. La evolución temporal del empleo sigue una
curva de ligero incremento positivo provocada por la incorporación de nueva infraes-
tructura (particularmente en depuración de aguas residuales, que debe ser atendida
y operada) y por las nuevas exigencias normativas (europeas y nacionales) de segu-
ridad y control de calidad del producto y de los servicios (que demanda más dedica-
ción de personal cualificado).
El 93 % del empleo directo es de carácter fijo y, de acuerdo con los datos de
nuestras encuestas, se detectó una fuerte contracción salarial entre los años 2008
y 2010, que posteriormente se ha estabilizado (AEAS y AGA, 2016a). Este fenómeno
se explica por la adaptación a la evolución económica general en el proceso de cri-
sis económica vivido y en la consideración de que casi el 50 % de la población está
servida por entidades, fundamentalmente empresas de carácter público (y por ello
condicionadas por los ajustes presupuestarios oficiales).
112 Libro blanco de la economía del agua
6.4 Cualificación
El empleo en el sector de los servicios urbanos es de calidad, dada la tecnificación y
especialización requerida. El 20 % de los empleos lo cubren titulados universitarios de
formación media o superior, lo que actualmente correspondería, si simplificamos, a
grado o máster. Y tan solo un 15 % correspondería a personal con baja cualificación.
6.5 Formación
Los operadores de servicios tienen una especial sensibilidad por la formación con-
tinua y la gestión del conocimiento, dado que la actividad requiere una permanente
adaptación a nuevos requerimientos normativos y tecnológicos. El 85 % de los ope-
radores ofrecen y dedican programas de formación (AEAS y AGA, 2016a). Según los
datos disponibles, el número medio de horas dedicadas a la formación es de 51 por
empleado y año y llega a alcanzar la cifra de 65 horas para el caso del personal con
mayor cualificación.
Los servicios urbanos de agua en España 113
7. Gestión de activos
Uno de los aspectos al que hay que dedicarle los próximos años una mayor atención
y, sobre todo, más cantidad de recursos es el correspondiente a la armonización,
tecnificación e impulso a las tareas de la gestión de los potentes activos, en forma
de infraestructuras públicas, de que disponemos. Dichas infraestructuras, por otra
parte, sufren en algunos casos un fuerte deterioro por antigüedad y obsolescencia
técnica.
Bien es cierto que algunos sistemas (fundamentalmente aquellos operados por
las empresas y entidades líderes del sector) están perfectamente alineados con las
prácticas internacionales más avanzadas y enfocadas a la eficiencia y a la sosteni-
bilidad. Pero también diagnosticamos que, en valor medio, el sector en general tiene
un gran camino que recorrer en este aspecto.
Los expertos estamos de acuerdo en resaltar la importancia de profesionalizar las
acciones de mantenimiento y renovación de los activos e infraestructuras públicas
evitando las decisiones políticas coyunturales, a veces desordenadas e ineficientes
(a pesar de que sean formuladas con la mejor intención). Sin duda, por su condición
local o regional, estas decisiones distorsionan el necesario equilibrio de los dife-
rentes servicios y entre diferentes núcleos urbanos. Se hace necesario, por tanto,
establecer unas normas de armonización, y equilibrar razonablemente las acciones
creando reglas precisas, razonables, alcanzables y que busquen la eficiencia, sin
olvidar el largo plazo y, por tanto, la sostenibilidad.
Contamos con un magnífico parque de infraestructuras públicas (por obvias ra-
zones de nuestro clima y configuración geográfica) superior al de países de nuestro
entorno o de nuestro mismo nivel de desarrollo económico-social o con similares
criterios de avanzada protección ambiental.
Estamos entre los líderes mundiales en regulación hidráulica, a partir de nuestro
gran parque de embalses (cuyas presas hay que conservar y adaptar a las modernas
exigencias). Para los servicios urbanos contamos con (AEAS, 2017; AEAS y AGA,
2016a) más de 23.700 km de grandes conducciones de aducción, alrededor de
1.300 ETAP (estaciones de tratamiento de agua potable), 2.600 grandes depósitos
urbanos en poblaciones superiores a los 20.000 habitantes, más de 224.000 km de
redes de distribución (distancia que equivale a la longitud equivalente a dar 5,6 vuel-
tas a la circunferencia de la Tierra, lo que significa que hay instalados 4,8 metros
por cada habitante), 21 millones de contadores, 165.000 km de conductos de alcan-
tarillado o drenaje urbano, 460 tanques de tormentas y alrededor de 2.000 EDAR
(estaciones depuradoras de aguas residuales).
Sabemos, por estar inventariado por los operadores, las características, los ma-
teriales, la edad y la funcionalidad de todo este parque y sabemos el grado de dete-
rioro y obsolescencia de dichos activos (en general preocupantes, porque tienen que
114 Libro blanco de la economía del agua
ser renovados). Conocemos técnicamente las reglas con las que hay que enfocar
el mejor mantenimiento y los programas de renovación y, como expertos, somos
conscientes de que hay que ir perfeccionando las prácticas y procedimientos para
ser más eficientes.
Algún dato adicional nos puede ilustrar la situación. Sectorialmente trabajamos,
de forma generalizada en las redes de distribución, con criterios de reducción de
las pérdidas (que solemos medir por el indicador ANR –agua no registrada–), hasta
tal punto que de forma casi continuadamente descendente hemos pasado de un
valor del 32 % (año 1990) al 23 % actual (AEAS y AGA, 2016a). Sin embargo, vemos
como este indicador ha repuntado ligeramente desde el año 2008 al descender la
inversión pública en estos capítulos. Pero también sabemos que cuando se hace una
óptima gestión (como es el caso de las condiciones de los grandes operadores de
las grandes ciudades o de las áreas metropolitanas) esta ratio consigue reducirse
al 17 % (ibid.) e, incluso, puede mejorarse hasta alcanzar cifras de un dígito (como
se comprueba al analizar la gestión de los lideres sectoriales). Pero para ello es im-
prescindible sumar a las consideraciones tecnológicas unos ambiciosos y eficientes
programas de renovación sistemática y sostenida.
8. Tecnificación
Presumimos de tener un sector muy tecnificado, aunque por desgracia no lo está de
forma generalizada, pues algunos sistemas o municipios de menor tamaño no han
evolucionado al mismo nivel medio que el resto; del mismo modo existen subsecto-
res, como lamentablemente es el caso del alcantarillado o drenaje urbano, en donde
la brecha es aun mayor.
Se aplican tecnologías tanto de carácter más organizativo o procedimental (que
tienen que ver con los criterios y objetivos básicos de la administración y gestión del
agua) como otras más enfocadas a la eficiencia operativa y de mantenimiento.
Los operadores están preparados no solo para desarrollar los detalles, sino tam-
bién para asistir técnicamente a las administraciones públicas que lo requieran. Es,
por tanto, bastante común encontrarse con elementos tecnológicos que están orien-
tados a la resiliencia, la eficiencia o la perduración y continuidad de los servicios.
Así, nos encontramos con Planes estratégicos de las infraestructuras y servicios,
Programas de garantía de suministro o continuidad de los servicios, Planes o Ma-
nuales de sequía, Planes de emergencias de presas y Planes de contingencia coor-
dinados con Protección Civil, o Planes de protección frente a inundaciones en lo que
corresponde al detalle de la infraestructura urbana y del drenaje y alcantarillado.
Asimismo merecen especial mención los Planes de Protección de Infraestructuras
Críticas (Prevención y Protección antiterrorista), que han tomado una gran impor-
tancia por la promulgación y desarrollo de la Ley 8/2011, por la que se establecen
Los servicios urbanos de agua en España 115
Hemos hablado en otro apartado del importante valor del control, para lo que
es imprescindible el adecuado desarrollo de la instrumentación de campo y de los
laboratorios (sobre cuya cualificación, nivel de garantías y certificación de calidad no
insistiré de nuevo).
Por último, me quiero referir a las tecnologías de transformación digital y al con-
cepto smart. La operación de los servicios de agua ha sido muy permeable a las
técnicas de medición automática y de su comunicación, dado el enorme despliegue
territorial que tienen nuestras infraestructuras. Por ello, la implantación de la tele-
medida, el telemando y el control electrónico, así como su gestión a través de los
SCADA (Supervisory Control And Data Acquisition) y el desarrollo de los SIG han ido per-
meando y colonizando las labores de explotación de los servicios urbanos de agua.
Algunas entidades y empresas tuvieron necesariamente que implantar sistemas de
comunicación propia vía cable o radio en bandas industriales. Por tanto, hoy en día la
adaptación al nuevo crecimiento de sensores, generación de datos y capacidades de
telecomunicación más potentes, seguras y globales es un hecho para los operadores
tecnificados y profesionales. Los líderes del sector están bien preparados y adapta-
dos a la transformación digital.
Merece la pena que destaquemos que el 30 % de los contadores instalados en las
áreas metropolitanas son digitales, aunque esta cifra baja al 19 % si consideramos
la totalidad nacional. La telelectura está implantada en el 16 % del parque de conta-
dores de dichas zonas (AEAS y AGA, 2016a).
Se identifican futuras utilidades por la aplicación de la «realidad aumentada»,
especialmente en temas de auxilio al mantenimiento y en formación del personal es-
pecialista, así como en seguridad. Igualmente, se detectan posibilidades de progreso
en aspectos de «información colaborativa» al poderse utilizar aplicaciones por parte
de la ciudadanía para facilitar avisos de incidencias o emergencias.
Los principales actores del sector están preparados como lo demuestra el apoyo
dado a soluciones prácticas que han sido lideradas por algunas ciudades más com-
prometidas con la innovación centrada en el concepto smart cities.
Esta importante tecnificación, así como los exigentes requerimientos de especiali-
zación que demandan las multidisciplinares tareas que desarrollan los operadores de
los servicios de agua, nos llevan a una reflexión que es contraria a la defendida por
algunos colectivos (aunque minoritarios y algo desinformados, pero muy activistas en
lo político) que defienden el concepto de «remunicipalización», y cuyo paradigma es
devolver a la gestión pública municipal la actividad que hoy resuelven los operadores
privados de los servicios de agua urbana. Estos colectivos están amparados en un
criterio muy ideológico alejado de la praxis más eficiente.
Solo la integración de los servicios, la búsqueda de la economía de escala y la
adecuada especialización y tecnificación permitirán la eficiencia y la sostenibilidad
de estos servicios públicos.
Los servicios urbanos de agua en España 117
9. Aspectos económicos
Dos son los aspectos que pretendo resumir en este apartado. Por un lado, la situa-
ción de las tarifas y, por otro, el esfuerzo inversor, tanto el actual y real como el
razonable y objetivo.
La tarifa doméstica media en el año 2015 fue de 1,77 €/m3, correspondiendo el
58 % al servicio de abastecimiento, y el 42 €/m3 al saneamiento. El coste medio para
el usuario no doméstico, comercial o industrial fue de 2,35 €/m3 (AEAS y AGA, 2016b).
Habitualmente la tarifa es binómica, con una cuota fija y una variable dependiendo
del consumo, y afectado este por una progresividad en el precio (mediante el siste-
ma de precio creciente por bloques de consumo preestablecidos). La periodicidad de
facturación es bimestral o trimestral en la mayor parte de los sistemas.
La heterogeneidad de las tarifas se identifica simplificadamente en hechos tales
como que la tarifa media del sistema más caro sea cinco veces la del sistema más
barato; que, agregando a nivel autonómico, haya diferencias de dos veces y media
entre diferentes comunidades, e incluso que la participación del saneamiento en la
tarifa final sea bastante variable entre los precios agregados por comunidades.
Tenemos uno de los precios más económicos de Europa y de los países desarro-
llados. Para el usuario medio la repercusión en la estructura de costes del hogar es
solo del 0,9 % de su cesta de gasto familiar. Recordemos que las Naciones Unidas
establecen como criterio de asequibilidad la cifra del 3 % para abastecimiento (UNDP,
2006) y el 5 % si se incluye el saneamiento.
Con estas tarifas se recauda la cifra de actividad anual de nuestro sector que citá-
bamos como dato genérico (6.479 millones de euros anuales), sobre la base de una
cuantía de 1.376 millones de euros en inversiones. Las administraciones públicas
(Estado y CC. AA., básicamente) aplicaron a inversiones un volumen presupuestario
anual de 1.410 millones de euros, que se suman a los anteriores.
Las necesidades de inversión se pueden entender más fácilmente si diferencia-
mos atendiendo a su finalidad: para obra nueva o para renovación. Para estimar
las primeras podemos acudir a la fuente (los planes hidrológicos de cuenca recien-
temente aprobados). Solo en el capítulo de «objetivos ambientales» (básicamente
actuaciones de saneamiento) la suma de necesidades alcanza la importante cifra
de 11.797 millones de euros en el horizonte 2021, y 23.165 millones para el 2033.
No quiero confundir al lector con muchísimos números y datos, así que permítame
que resuma en cifras redondas «per cápita» o por habitante.
Si analizamos coherentemente las necesidades de inversión en obra nueva y esta-
blecemos con criterios técnicos las necesidades de renovación (en AEAS disponemos
de datos por estudios previos y estamos iniciando un trabajo más preciso y riguroso
a tal fin), podemos concluir lo siguiente:
•• Por obra nueva, requeriremos 80 euros al año por cada ciudadano.
118 Libro blanco de la economía del agua
Con esta simplificación podemos comparar estas necesidades con las aportaciones
actuales que el ciudadano hace por vía de las tarifas. En efecto, si calculamos la reper-
cusión per cápita de la tarifa, nos encontramos que se aportan 140 euros por persona.
No debemos confundir este número con el coste real de la factura de cada hogar, que
es inferior dado que el precio del agua industrial o no doméstica es más costosa.
Es decir, para construir un sistema autosuficiente y sostenible deberíamos aportar
aproximadamente un 50 % adicional a la tarifa actual.
Obviamente sería el mismo esfuerzo que esto se hiciera vía impuestos, pero ya
hemos visto que los condicionantes del déficit público y la deuda nacional no parecen
facilitar la aplicación de fondos públicos para estas inversiones.
La «cobertura de costes» es una medida que asegurará el mantenimiento de la
calidad de los servicios y su sostenibilidad intergeneracional.
Es importante resaltar que en este punto hay una decisión política importante. Las
necesidades parecen claras (datos oficiales y compartidos participativamente, respec-
to a la obra nueva y valores técnicos verificables para las actuaciones de renovación).
Los mecanismos de financiación de estas inversiones pueden establecerse vía
tarifa o por la aplicación de presupuestos generales que se nutren de los impuestos
ciudadanos. Los repartos y equilibrios entre ambos orígenes deben ser objeto de
discusión y de un acuerdo político final. Nuestros colegas del norte de Europa ya han
optado por trasladar estas necesidades a la tarifa.
Nuestra sociedad debe optar por la fórmula más conveniente. Se puede trabajar
en las soluciones, pero el diagnóstico es tozudo salvo que no nos importe degradar
los actuales servicios.
11. Internacionalización
El sector español de operación de servicios urbanos de agua (abastecimiento y sa-
neamiento) así como el de la tecnología en este ámbito se puede considerar líder
a nivel mundial (MAEC, 2016). Nuestras empresas desarrollan una actividad muy
especializada y tecnificada y somos muy competitivos por estar orientados a la re-
solución de retos y problemas gracias a la experiencia obtenida durante los últimos
años a nivel nacional, donde se han cubierto importantes retos, especialmente en
depuración de aguas residuales y desalación de agua.
La formación de nuestros técnicos, nuestra experiencia en el diseño, la construc-
ción e instalación de complejas unidades de tratamiento de aguas potables (inclu-
yendo la desalación de aguas marinas y salobres), la tecnificación de las redes de
suministro o de alcantarillado, el diseño e instalación de las depuradoras de aguas
residuales (incluyendo las unidades sumamente especializadas en regenerar el agua
depurada para su posterior reutilización), así como nuestra capacidad para resolver
problemas en regiones con estrés hídrico y configurar sistemas integrales y sos-
tenibles que permitan la prestación de estos servicios urbanos con calidad para el
ciudadano, hacen posible que nuestras empresas tengan un papel relevante en gran
parte del mundo.
Desde Australia a Estados Unidos, desde Sudamérica al norte de África o desde
el Oriente Medio a los países del este europeo, la presencia de las empresas espe-
cializadas españolas es bien considerada por su competencia y nivel de avance e
innovación tecnológica.
Desgraciadamente, la situación nacional de falta de inversión (tanto en obra nueva
como en renovación de las infraestructuras existentes) ha reducido sustancialmente
el mercado nacional y las empresas tecnológicas se han visto obligadas a competir
en un mercado internacional global, con el tremendo trabajo de adaptación que ello
ha supuesto.
En el ámbito de la operación de servicios hay mayor estabilidad, pero también
es notable el esfuerzo por equilibrar la cartera de actividades (entre nacional e in-
ternacional) y se están exportando modelos de operación de servicios, plenamente
contrastados en nuestro país, en donde la competitividad, la eficiencia y las mejores
prácticas aportan valor a otras ciudades u otros países. No solamente en aquéllos
en fase de desarrollo, sino en otros del primer mundo en donde aparecen problemas
organizativos, de gestión, de seguridad y resiliencia o de optimización de costes.
12. Conclusiones
De toda la exposición anterior cabe hacer un resumen sintético para reforzar los
diagnósticos.
Los servicios urbanos de agua en España 121
Nuestro sector se enfrenta a una serie de retos que deben ser abordados para
garantizar la sostenibilidad del servicio, siempre con el objetivo de progresar en la
eficiencia y la universalidad, asegurando el derecho humano al agua y la satisfacción
de las demandas sociales de la ciudadanía.
responsable de este recurso escaso (más en nuestro país, con amplias zonas con
estrés hídrico).
3. Para disponer del soporte normativo que requerirán las demandas citadas se
hace necesario el establecimiento de un «regulador» general, cuyo objetivo debe
ser el de armonizar los niveles de prestación de los servicios, las estructuras
tarifarias, y la transparencia, la involucración y participación de la ciudadanía
(buscando siempre la eficiencia en el desempeño de estos servicios públicos)
y cuya orientación, estrategia y acciones responderán a los objetivos, criterios
y sensibilidades sociales. El regulador, basado en criterios técnicos independien-
tes, rigurosos y transparentes podrá emplear procedimientos como la compara-
ción entre indicadores y grados de cumplimiento de hitos y metas como acicate
para favorecer la competencia y optimizar su desempeño, y contribuirá a la se-
guridad jurídica de los actores involucrados. Esta figura asegurará la continuidad
de las ventajas del actual equilibrio competencial, pero introducirá también ele-
mentos de optimización de la eficacia y la eficiencia, de la sostenibilidad y de la
sensibilidad social.
Sería ideal que estas tres demandas genéricas se englobaran en el pacto político
que, en estos momentos, está impulsando el MAPAMA, y que tantas veces ha sido
demandado por el sector.
En él habría que añadir el impulso a la tecnología y a la innovación, realizado
mediante otros instrumentos más transversales de política industrial, formación y
empleo, siguiendo el impulso europeo en este eje estratégico, y que serán impres-
cindibles para progresar y consolidar tanto nuestro ejemplar y referente modelo de
gobernanza pública como nuestro reconocible liderazgo empresarial a nivel mundial
en este sector.
13. Bibliografía
AEAS. Informe sobre aguas residuales en España. Madrid, AEAS, 2017.
AEAS, AGA. XIV Estudio Nacional de Suministro de Agua potable y Saneamiento en
España. Madrid, AEAS/AGA, 2016a.
AEAS, AGA, ECODES. Sostenibilidad social en el sector del agua urbana: situación y
recomendaciones. Hacia la elaboración de un manual de Buenas Prácticas, la armo-
nización de criterios y su generalización en los diferentes ámbitos de gestión. Ma-
drid, AEAS/AGAS/ECODES, 2016b.
AEAS. Recomendaciones de AEAS para la próxima legislatura 2016-2020. Madrid,
AEAS, 2015.
AEAS, AGA. Tarifas 2015. Precio de los servicios de abastecimiento y saneamiento en
España. AEAS/AGA, 2015.
Los servicios urbanos de agua en España 123
1 Director Académico del Foro de la Economía del Agua; coordinador del Departamento de Economía del
Agua, Instituto IMDEA Agua.
2 a) Departamento de Economía. Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, España; b) IMDEA Agua. Alcalá
de Henares, Spain.
126 Libro blanco de la economía del agua
modo sostenible. El uso de agua, por otro lado, debe interpretarse en dos sentidos:
por un lado, la extracción para diferentes usos; por otro, como «sumidero» de aguas
residuales que contienen sustancias contaminantes potencialmente dañinas (Kohli et
al., 2010). En relación con este segundo aspecto (la calidad), en el mundo más del
80 % de las aguas residuales de diferente procedencia se vierten a ríos o mares sin
tratamiento alguno.
Lo cierto es que los desafíos no solo se refieren a la escasez estructural de agua
de calidad o a los problemas derivados de la contaminación, sino que también hay
otra serie de eventos extremos (más allá de las sequías, como manifestación aguda
del desafío crónico anteriormente señalado: la escasez), que son fuente permanente
de inquietud para la sociedad: las inundaciones, que explican un 70 % de las muertes
relacionadas con fenómenos naturales en el planeta, son un buen ejemplo de ello.
Buena parte de estos retos (sobre todo aquellos relacionados con la escasez y
la sequía, por un lado, y las lluvias torrenciales y las inundaciones, por otro), se ve
amplificada por el cambio climático como pone de manifiesto el IPCC (Grupo Intergu-
bernamental de Expertos sobe el Cambio Climático) (Bates et al., 2008). En buena
medida, el calentamiento global, a través de una cascada de efectos, aumenta la
frecuencia y la intensidad de esos eventos extremos.
Convertir el recurso en diferentes servicios (riego para los agricultores, refrigera-
ción de equipos industriales o centrales térmicas, provisión de agua potable y sanea-
miento de aguas residuales...) demanda no pocos esfuerzos, como pone de manifies-
to, por ejemplo, el hecho de que países de América Latina con amplia disponibilidad
de recursos de agua dulce (Brasil, Colombia, Perú, Venezuela…) encuentren tantos
problemas para garantizar la cobertura universal de los servicios y la satisfacción de
otros usos del agua. En esencia, es un caso equivalente (pero desde luego no idén-
tico) al de transformar recursos de energía primaria (petróleo, gas, antracita o hulla,
radiación solar, viento, uranio enriquecido...) en energía final (electricidad, calor, frío,
energía mecánica para el transporte de mercancías y personas).
La confusión permanente entre recursos y servicios no contribuye no ya a que el
ciudadano tenga una perspectiva adecuada del ciclo urbano del agua en el contexto
del ciclo integral del agua sino a enfrentar los desafíos que se dan en una y otra es-
fera, idealmente desde una concepción holística en la que la gestión de los servicios
(por ejemplo en las ciudades), no debería concebirse en abstracto respecto a la ges-
tión integral de recursos hídricos. En sentido estricto, parece difícil asumir (como se
indica en Pluschke, 2017, en este mismo libro), que las decisiones de planificación
de los servicios de agua y de los insumos energéticos necesarios para su provisión
se adopten de modo inconexo. Algo similar puede afirmarse del caso contrario: la
planificación energética en ausencia de consideraciones sobre el agua necesaria
para la generación. No son los únicos ejemplos que muestran una fragmentación
nociva en la planificación: la gestión conjunta de sequías e inundaciones parece un
imperativo en determinadas zonas (desde amplias zonas de India o Bangladesh hasta
La gestión económica de los servicios urbanos de agua 127
que se incorpora, entre otros, a los ríos en un flujo de 45,5 millones hm 3 (que en
capacidad almacenada supone sin embargo solo un 2 %: 2 millones hm3), y el 21 %,
23,4 millones hm3, en los acuíferos (Davies y Simonovic, 2011). En España, los da-
tos más recientes estiman 111.133 hm3 disponibles al año en aguas superficiales
(OCDE, 2015) y 37.425 hm3 en acuíferos (Hernández-Mora et al., 2010). Estos recur-
sos hídricos se gestionan a nivel de cuenca hidrográfica, que en España incluye la
gestión intra e intercomunitaria (González-Gómez et al., 2014).
¿Qué sentido tiene introducir medidores inteligentes, con información en tiempo real
del consumo individual, si se factura al usuario por el coste medio de su comunidad
o incluso de un colectivo más amplio en lugar de por el coste marginal vinculado a
su propio consumo? ¿Qué incentivos reales tiene entonces para consumir menos?
Regresaremos sobre este tema más adelante.
Una vez usada, el agua (residual, en el sentido de con su calidad alterada) regresa
a la red de conducciones (en este caso de alcantarillado) para su recogida y trans-
porte hasta el punto de conexión con los colectores generales o hasta el punto de re-
cogida para su tratamiento en una estación depuradora de aguas residuales (EDAR).
Desde un punto de vista económico, es importante reconocer que los efluentes que
llegan a la red de alcantarillado no solo contienen desechos orgánicos, propios de
nuestro metabolismo, o agua más o menos alterada en sus características de calidad
por el uso de detergentes (cocina, baño, etc.). También contiene algunas sustan-
cias, en trazas todavía muy menores. A la red de alcantarillado llegan también, sin
embargo, las aguas provenientes del drenaje urbano (las llamadas aguas pluviales),
normalmente con una importante carga de contaminantes atmosféricos.
Esa fase de saneamiento, que solo se encuentra en las zonas más desarrolladas
del mundo (pues como se indicó en el Capítulo 7, –Delacámara, 2017–), no todos
los habitantes del mundo disponen de algo así, da una idea ya bastante precisa
de los desafíos para la depuración o tratamiento de esas aguas residuales. En la
depuración, a través de procesos físico-químicos y biológicos para modificar las ca-
racterísticas del agua residual, se apunta a que el vertido final al cauce, el suelo o
el mar cumpla con la legislación vigente en materia de medio ambiente o alcance
los estándares necesarios de calidad para su reutilización en otros usos. En Espa-
ña, hay un total de 1.993 EDAR con una capacidad para depurar 8.130 hm3 al año
(ibid.). Los tratamientos empleados son el primario (2 %, consistente en un desbaste
y decantación primaria), el secundario (71 %, eliminación mecánica y biológica de
materia orgánica) y el terciario o avanzado (27 %, que además de las anteriores in-
cluyen tratamientos adicionales de desinfección para obtener calidades aptas para
la reutilización, y una fase de eliminación de nutrientes procedentes en gran medida
de la agricultura intensiva en el uso de fertilizantes –fósforo y nitrógeno– en el caso
de los tratamientos avanzados).
Desde un punto de vista económico, tendría poco sentido ver aquí el final del
ciclo urbano del agua, con la descarga o vertido de las aguas residuales tratadas o
de aquellas que no se hubiesen podido tratar. El concepto de economía circular, bas-
tante menos novedoso de lo que parece en ocasiones, se opone al de la economía
lineal. Es decir, bajo esta concepción económica no tiene sentido tomar el recurso
(captar agua), producir algo a partir de ella (para generar bienestar o renta, depen-
diendo del caso) y generar corrientes residuales, como es propio de una concepción
lineal del sistema económico, sino más bien de recuperar lo que tiene un valor nulo o
incluso negativo (externalidad) en esa economía convencional, devolverlo al ciclo del
132 Libro blanco de la economía del agua
agua y convertirlo así en un insumo productivo valioso. Dicho de otro modo, el agua
residual como fuente de riqueza.
La economía circular tiene algunos antecedentes claros: la biomímica (es decir,
repetir el comportamiento de la naturaleza, donde nada es un residuo), la idea de
«de la cuna a la cuna» en lugar de «de la cuna a la tumba», etc. Algunos principios
de la economía circular son: el residuo es alimento, la diversidad es una fortaleza,
la energía debe venir de fuentes renovables, hay que pensar complejo (de modo
sistémico), y una muy relevante desde el punto de vista de este capítulo: los precios
deben reflejar los costes reales (no solo los financieros).
La reutilización, a partir de procesos de tratamiento avanzado con el objetivo de
devolver el agua regenerada a usos urbanos, agrícolas, industriales, recreativos y
ambientales (como la recarga de acuíferos o, en algunos casos, la preservación de
humedales) es además de una fuente de diversificación de la oferta de agua, tam-
bién, en buena medida, una oportunidad de desarrollo a partir de la recuperación no
solo del agua residual tratada sino de sólidos y energía en el proceso. En España,
el volumen total de agua reutilizada en 2013 fue de 531 hm3, el 11 % del total de
aguas residuales, porcentaje que llega hasta el 62 % en la cuenca del Segura (INE,
2015). El 4 % del total es destinada a usos urbanos: riego de zonas verdes, baldeo
de calles, sistemas contra incendios y lavado industrial de vehículos, aunque varía
sustancialmente en función de las CCAA. El retorno o la descarga del efluente a las
masas de agua continentales o marítimas es, en buena medida, el reconocimiento
de un fracaso: la incapacidad para tratar esa agua y reutilizarlo.
Los cambios mínimos en la gobernanza del agua para reducir la escasez de agua
y aumentar la seguridad hídrica a largo plazo son, desde nuestro punto de vista, los
siguientes.
En primer lugar, reconocer el límite, aceptar que no se puede ir más lejos. Es decir,
en términos concretos, reconocer el «cierre» de la cuenca. Lejos de lo que se cree,
cerrar una cuenca hidrográfica no es el equivalente a eliminar el trasvase de agua
hacia otras cuencas. Significa aceptar que cualquier avance adicional en el suminis-
tro de agua no puede cubrirse con recursos hídricos adicionales de la cuenca del
río. También significa definir los derechos de uso que están disponibles en cualquier
momento, que pueden depender de las precipitaciones y la escorrentía, y poner en
práctica los arreglos institucionales para hacer cumplir estos derechos de propiedad.
Por definición, cerrar la cuenca hidrográfica implica que cualquier nuevo uso de agua
debe acomodarse dentro de los recursos disponibles, lo que equivale a decir que
los aumentos en el uso del agua en una actividad o lugar deben compensarse con
ahorros en la misma u otras actividades o lugares, por recursos adicionales de otros
(cuencas menos ricas en agua) o por recursos no convencionales. El cierre de una
cuenca convertirá los recursos disponibles en una restricción horizontal para muchas
actividades económicas relevantes de desarrollos urbanos, riego, energía hidroeléc-
trica, industria y servicios que deben coordinarse como parte de la política del agua.
En segundo lugar, es necesario dimensionar la escasez que, en tanto que dinámi-
ca, debe ser vigilada en el tiempo. Aunque parece una consecuencia natural del cierre
de la cuenca al que nos referíamos, se requerirán algunas medidas de transición para
reducir el uso excesivo del agua y llegar a un acuerdo con los recursos renovables
disponibles. Esto implica obstaculizar la sobrexplotación de las aguas subterráneas
e incluso permitir el reabastecimiento de acuíferos agotados por medios naturales
o artificiales. Además de su contribución a la recuperación de costes, crucial pero
miope, la reforma de los precios del agua deber avanzar para hacer de los precios un
mecanismo real para igualar el disponibilidad y la demanda y asignar a cada fuente
de agua un precio según su función en términos de la cantidad suministrada y su
peso en la seguridad hídrica a corto y largo plazo.
Los precios, diseñados así como incentivos económicos y no solo como mecanis-
mo financiero de recuperación de costes permiten garantizar la existencia de recursos
de amortiguación (por ejemplo de sequías) o conseguir la recuperación de acuíferos
agotados, así como reducir la demanda de agua. Dicho de otro modo, sería un reco-
nocimiento de que la seguridad hídrica es un bien público que debe pagarse colectiva-
mente. El sistema funcionaría así como un mecanismo de costes compartidos entre
los interesados en tener un suministro de agua seguro.
Tenemos el convencimiento de que la reforma del sistema de incentivos es una
piedra angular en la consecución de los objetivos de la política de agua y, desde
luego, para garantizar la seguridad hídrica de las ciudades, el objetivo (no suficiente-
mente enunciado) de la gestión del ciclo urbano del agua.
La gestión económica de los servicios urbanos de agua 135
El sistema de fijación de precios debería avanzar cada vez más hacia la internali-
zación de los costes de los recursos en los precios del agua. En economías con esca-
sez de agua, este coste del agua se refleja principalmente en el valor de la seguridad
hídrica, precisamente. Los precios deberían contribuir así al «cierre» de las cuencas,
donde se haya superado ya la disponibilidad por parte de la demanda; a la recupera-
ción de costes para garantizar la sostenibilidad financiera; a gestionar la demanda y
equilibrarla con la disponibilidad efectiva; etc.
Ahora bien, ni los precios ni el propio concepto de seguridad hídrica son una pana-
cea. El compromiso público para restaurar el uso sostenible del agua y la transparen-
cia con respecto al esquema de precios es un requisito previo para la legitimidad y la
aceptación política de precios más altos del agua que solo se lograrán si se asocia
a la percepción de que los usuarios reciben algo importante a cambio. Proporcionar
seguridad hídrica a corto plazo debe coordinarse con una escasez cada vez menor a
medio plazo y una mejora perceptible de la seguridad a largo plazo. En este sentido,
los precios adicionales deben estar conectados con beneficios perceptibles, lo que
hace que los usuarios (tanto los operadores, del agua en alta, como los ciudadanos,
del agua en baja) puedan formar parte de amplias alianzas que integren al sector
público, el sector privado y la ciudadanía, todos alineados en el interés general.
5. Referencias
AEAS, AGA. XIV Estudio Nacional de Suministro de Agua potable y Saneamiento en
España. Madrid, AEAS/AGA, 2016.
Bates BC, Kundzewicz ZW, Wu S et al. (Eds.). Climate Change and Water (Technical
Paper of the IPCC). Geneva, Secretariat of the Intergovernmental Panel on Climate
Change (IPCC), 2008.
Carvalho P, Pedro I, Marques RC. The Most Efficient Clusters of Brazilian Water Com-
panies. Water Policy 17, 2015; (5):902-17.
Delacámara G. La gestión del ciclo urbano del agua en el mundo: análisis de la evi-
dencia internacional. En: Libro Blanco de la economía del Agua. Madrid, McGraw-Hill
Interamericana de España S.L., 2017; 7.
DESAFÍOS PRESENTES
Y FUTUROS DEL SECTOR
Bloque II.A
Los desafíos relativos
al recurso y a la política
de agua
Capítulo 11
La mirada a la cuenca
Manuel Pulido-Velazquez1
En tiempos de sequía (el actual ciclo comenzó con los Decretos de Sequía en las
cuencas del Júcar y el Segura en 2015: RD 355/2015 y 356/2015), conviene re-
cordar algo obvio para quienes nos dedicamos a analizar la gestión de los recursos
hídricos, pero quizás no tan evidente para el ciudadano en general: un aumento
significativo de las precipitaciones en las zonas afectadas, que llevase a superar el
descenso transitorio, aunque ya plurianual, de las mismas (sequía meteorológica) e
incluso a recuperar a medio plazo el volumen de agua embalsada, haría que dichas
cuencas salieran de una situación de alerta pero no que se resolviese el problema de
fondo: la escasez estructural de agua en amplias zonas del territorio nacional, tanto
continental como insular. Dicho de otro modo, hace falta más, mucho más, que lluvia
para resolver los desafíos estructurales con relación al agua.
El trabajo de Jaime Martínez-Valderrama (2017) en este volumen llama la atención
sobre un fenómeno complejo, sistémico, con raíces multisectoriales, en buena me-
dida irreversible (en una escala temporal humana) o reversible a costes no menores
que, además, se agrava y se refuerza reciprocamente con el cambio climático o la
pérdida de diversidad biológica: la desertificación.
Tiene, en realidad, mucho sentido cuestionarse sobre la relación entre desertifi-
cación y cambio climático, y entre estos y la pérdida de diversidad biológica, un as-
pecto sobre el que incide Fernando Magdaleno (2017) en este mismo bloque del pre-
sente libro. La desertificación se asocia a la pérdida de biodiversidad y contribuye al
cambio climático a través de la pérdida de capacidad para fijar carbono y el aumento
de la radiación que la superficie refleja al incidir sobre ella la luz solar (albedo), pues
las superficies claras (por ejemplo, un desierto) reflejan más luz que las oscuras (una
zona con cubierta vegetal).
La relación entre desertificación y cambio climático es compleja y funciona de
modo biunívoco: el calentamiento global del planeta aumenta la desertificación y
1 Subdirector IIAMA (Instituto Universitario de Ingeniería del Agua y del Medio Ambiente) - UPV (Universitat
Politècnica de València). E-mail: mapuve @ hma.upv.es
144 Libro blanco de la economía del agua
esta, a su vez, induce una aceleración del cambio climático y eleva la intensidad
de sus impactos. Cabe recordar, no obstante, que España constituye en su mayor
parte un territorio sometido a condiciones de aridez o semiaridez. Bien, pues la de-
sertificación es un tipo de degradación ambiental propia de esos territorios. A las
características climáticas –baja ratio precipitación-evapotranspiración, que define el
potencial de desertificación, con alta variabilidad– se añade un elemento mucho más
reconocible para el ciudadano: ciertas pautas de producción y consumo, ciertas ac-
tividades económicas, que en la práctica aceleran los procesos de degradación que
damos en llamar desertificación. La probabilidad de asistir a dicho proceso aumenta
cuando el gradiente de aridez, el cambio climático y las decisiones humanas, como
resultado de factores económicos, se desacoplan.
El diseño de soluciones adecuadas a este problema requiere tener muy claro que
la desertificación, como el cambio climático en sí, no es cuestión de azar, sino de
mala planificación, de decisiones erróneas.
El trabajo de Martínez-Valderrama (op. cit.) que sigue a este capítulo, es elocuente
a la hora de desterrar falsos mitos como aquel que afirma que son el avance de lo de-
siertos o las sequías sin más las que dan lugar a la desertificación. Como se indica
en ese trabajo (ibid.), una mirada más analítica ayuda a identificar las causas reales
y, en última instancia, a poner solución a dichos problemas.
El lector de este libro habrá encontrado en algunos de los capítulos precedentes
y encontrará en varios de los que siguen a este, una conclusión convergente: de
nada sirve gestionar crisis si uno no aprende a gestionar riesgos. Es decir, la clave
es anticiparse. En el caso de la desertificación, eso es especialmente cierto: una vez
aparecen sus síntomas, como la erosión o la salinización de aguas y suelos, resulta
sumamente complejo y costoso restaurar las condiciones originales del suelo. Y aquí
conviene señalar una segunda conclusión que se encuentra de modo recurrente en
muchas de las contribuciones a este libro: es imperativa la coordinación de políticas
sectoriales y el tratamiento complejo de realidades que lo son. En la desertificación,
el fracaso está garantizado si no se avanza al unísono, de modo coordinado, en las
políticas de gestión de recursos hídricos, en la ordenación de los usos del suelo y en
los planes de gestión forestal.
Si bien todavía habrá que avanzar mucho en el conocimiento científico sobre las
causas de la desertificación, lo cierto es que algunas presiones como el sobrepasto-
reo, la deforestación o prácticas agrarias insostenibles como el sobrecultivo, u otras
que conducen a la salinización de suelos o acuíferos, están detrás de las explicacio-
nes de este fenómeno. Desde un punto de vista económico, no solo se explica por
una inadecuada gestión de bienes públicos o la confluencia de numerosas externali-
dades en torno a recursos de propiedad común y acceso más o menos libre; también
es relevante la información asimétrica, la dificultad para interpretar las señales de
escasez, el alto coste de oportunidad percibido de las actividades de conservación
de agua y suelo (en muchas ocasiones, de modo erróneo), etc.
La mirada a la cuenca 145
5. Bibliografía
Gober P, Kirkwood CW, Balling Jr RC et al. Water planning under climatic uncertainty
in Phoenix: why we need a new paradigm. Annals of the Association of American
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148 Libro blanco de la economía del agua
1. Qué es la desertificación
Uno de los clásicos ejemplos que ilustran adecuadamente la vida en estas regio-
nes es el pastoreo nómada. En efecto, seguir las erráticas lluvias y los pastos que
tras ellas van brotando fue (y sigue siendo todavía en algunos lugares) uno de los
usos más habituales en amplias regiones del planeta, como el norte de África, las
estepas mongolas o las llanuras americanas.
Los avances técnicos, unidos al pragmatismo propio de los habitantes de estos
duros paisajes, están en el origen de la desertificación, un problema que, como de-
fine la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD;
Naciones Unidas, 1994), es «la consecuencia de las variaciones climáticas y las
actividades humanas inadecuadas».
Cualquier atisbo de abundancia es una buena noticia en las zonas áridas. Un
periodo húmedo más abundante y extenso de lo normal atrajo a cientos de rebaños
al Sahel (la franja al sur del desierto del Sahara que se extiende desde el Atlántico
hasta Sudán) en la década de los años setenta del siglo pasado. Los pastores se
establecieron en unas zonas de transición compuestas por estepas áridas y sabanas
abiertas. Ante la súbita riqueza de pastos, el ganado prosperó y la gente se fue enri-
queciendo; parecía como si las sequías se hubiesen ido para siempre.
La abundancia puede llegar de manera inesperada a través de otros medios. Así
ocurrió en el Medio Oeste americano allá por los años veinte del siglo pasado. La
confluencia de tres factores propició que aquellas praderas salvajes, únicamente
pastoreadas por búfalos que de tanto en tanto cazaban los indios, se convirtiesen en
copiosos trigales. Por un lado, la invención del pesado arado de acero permitió roturar
ese terreno tan áspero y desagradecido (aunque sumamente eficaz en cuanto a la
protección del suelo); por otro, nuevas variedades de trigo adaptadas a los crudos
inviernos de la región; la terna milagrosa la completó la Revolución bolchevique, que
colapsó las exportaciones rusas y propició la subida de los precios del trigo, lo que
abrió el mercado a nuevos productores.
Las modernas técnicas de perforación, así como el abaratamiento de los equipos
de bombeo han permitido acceder de manera sencilla a reservas de agua subterrá-
nea en diversos lugares del mundo. El milagro de la abundancia se ha producido en
regiones acostumbradas a pasar sed. Las altas temperaturas de las zonas áridas
y el gran número de horas de luz fueron los otros dos ingredientes necesarios para
surtir a los mercados de ricas y jugosas hortalizas. Si además los clientes de esos
mercados pagan bien, el negocio es redondo. En el sur de Europa se da esa extraña
combinación y, al albor de sus pudientes vecinos del norte, la agricultura de inverna-
dero se ha convertido en un nuevo Potosí.
En todas estas situaciones los sistemas económicos se acomodaron con facilidad
a la inesperada riqueza. Es sencillo acostumbrarse a lo bueno, lo difícil es adaptarse
a lo exiguo y a lo impredecible, características propias de las regiones áridas. Sin
embargo, en estas tierras secas, que ocupan una buena porción de la superficie te-
rrestre (algo más del 40 %), las señales de escasez no tardan en reaparecer.
El riesgo de desertificación: evidencia y elementos para el análisis 151
agrícola se añade el turismo, cuya demanda estival pone en jaque las reservas de
agua justo en el periodo de mínimos aportes hídricos. El impacto es doble: la más
obvia es la caída de los niveles piezométricos, es decir, que disminuya el volumen
de agua almacenado. Sin embargo, en los acuíferos costeros la intrusión marina, es
decir, la penetración tierra adentro del agua del mar para compensar el volumen de
agua dulce desalojado, añade una componente cualitativa al problema.
La Figura 12.1 inspirada en un esquema genérico de desertificación (Puigdefábre-
gas, 1995a), permite unificar el argumento de los casos anteriores (y otros muchos)
y ayuda a entender qué factores desencadenan la sobreexplotación y posterior co-
lapso de los ecosistemas. Los gráficos muestran las trayectorias temporales de un
sistema natural (línea azul) que alberga un sistema económico (línea roja). Como es
propio de las zonas áridas, su evolución muestra oscilaciones, alternando periodos
de bonanza con otros más parcos. Cuando ambos están acoplados, el crecimiento
del sistema natural conlleva el desarrollo del sistema económico, mientras que la
retracción del primero arrastra al segundo. Estos vaivenes han sido, históricamente,
propios de estas regiones secas.
Aumento de B Desertificación
A la productividad Sobreexplotación
sistemas
Sistemas económico
desacoplados
y natural acoplados
3
Sistemas económico
C y natural acoplados
1 2
Tiempo
Tiempo
Precipitación
Tiempo
Fuente: elaboración propia sobre la base de Puigdefábregas, 1995a.
Figura 12.1. Trayectorias temporales de los sistemas naturales (azul) y económicos (rojo) en
un escenario de desertificación (Gráfico B) y otro sostenible (Gráfico C).
2. Causas de desertificación
Los casos de desertificación se agrupan bajo tres epígrafes: sobrepastoreo, defo-
restación y actividades agrarias inadecuadas. Estas causas tan genéricas han sido
objeto de discusión y ampliación por diferentes autores. Por ejemplo, las actividades
agrarias inadecuadas son generalmente desglosadas en otras dos: el sobrecultivo
y la salinización de suelos o aguas subterráneas. Por otra parte, Naciones Unidas
considera la sobreexplotación de los recursos vegetales para uso doméstico, como
la recolección de leña, como una causa de desertificación muy importante en África
y Asia.
Uso doméstico
126
Agricultura Sobre-
230 pastoreo Degradado
477 Potencialmente desertificable
6.147
Deforestación
210
1.035
Esta clasificación más o menos ramificada o extendida, aporta una somera idea
del origen de la desertificación, pero en el aire flota una pregunta inmediata: ¿cuáles
son las causas de las causas? O dicho de manera más específica: ¿por qué se so-
brepastorea un determinado lugar?, ¿qué lleva a intensificar el uso de las tierras de
cultivo?, ¿qué razón explica que se deforeste un territorio cuando históricamente no
ha sido así? En definitiva, ¿qué hace que las actividades humanas sean «inadecua-
das», como afirma la definición oficial de desertificación?
Parece razonable suponer, ante la disyuntiva que presenta la Figura 12.2, que
los sistemas se ajustarán a la nueva disponibilidad de recursos y así evitarán
su colapso. Sin embargo, los abundantes casos de desertificación, históricos y
actuales, ratifican que esta no es la opción mayoritaria. Podemos ofrecer tres
razones, no necesariamente independientes, para explicar (que no justificar) por
qué el ser humano lleva la explotación de los recursos naturales hasta extremos
insostenibles.
En primer lugar, el carácter oportunista propio de estos territorios resulta en una
visión cortoplacista de la realidad. Esto implica maximizar el rendimiento económico
en el menor tiempo posible. La sedentarización de los pastores nómadas en el sur
de Marruecos es un magnífico ejemplo para ilustrar lo que no deja de ser un caso
más de la «Tragedia de los Comunes» (Hardin, 1968). Esta teoría postula que cuando
varios individuos explotan un recurso compartido limitado y actúan de manera inde-
pendiente y motivados solo por el interés personal, terminan por destruir ese recurso
común, aunque a ninguno de ellos, ya sea como individuos o en conjunto, les conven-
ga que tal destrucción suceda.
En Oued Mird, cerca de la frontera argelina, las centenarias reservas de aguas
subterráneas comenzaron a ser explotadas de modo voraz hace unos pocos años
(Martínez-Valderrama et al., 2011). El motivo de esta repentina fuente de riqueza se
explica, en último término, por motivos geopolíticos. Los nómadas fueron dotados de
la tecnología necesaria para perforar pozos y regar sandías y patatas al borde del
Sahara. A cambio dejarían de moverse por un territorio de fronteras confusas y, en
caso de conflicto, apoyarían a su benefactor, el gobierno marroquí.
En un viaje por la región tuve la oportunidad de comprobar cómo funciona el ins-
tinto depredador del ser humano, a la par que echaba por tierra la visión romántica
que tenía asociada a los nómadas. Lejos de racionar tan preciado bien, el antiguo
pastor y nuevo propietario de unas hectáreas de regadío, se jactaba del poder que
le otorgaba aquel grifo que regulaba el caudal del pozo. Si él quería, lo podría tener
abierto las 24 horas del día. Aunque yo no entendía el árabe, su actitud al expresarse
transmitía el resentimiento de generaciones que habían pasado mucha sed. Estaba
claro que era su turno y, ante la pregunta de qué pensaba sobre las generaciones
futuras y el agua que les quedaría no mostró la más mínima inquietud. Como él y
su familia y sus antecesores, sabrían buscarse la vida. Esta actitud, obviamente,
conduce a la desertificación.
El riesgo de desertificación: evidencia y elementos para el análisis 155
Figura 12.3. Distintos estados que presenta la cubierta vegetal de esparto en las estepas
argelinas: (1) mares de esparto donde se practica un pastoreo con bajas cargas ganaderas;
(2) zonas degradadas por un pastoreo excesivo; (3) eliminación completa de la vegetación
como consecuencia del sobrepastoreo.
Drylands
Dry subhumid areas
Drylands
Semiarid areas
Nótese que las zonas hiperáridas (IA < 0,05) no encuentran acomodo en el mapa
anterior. La razón está vinculada a la propia definición del problema. Recordemos
que ineludiblemente este problema medioambiental está vinculado a las actividades
humanas inadecuadas y en estas regiones el balance hídrico es tan desfavorable
para la vida que no hay lugar para una mala gestión de los recursos, puesto que no
existen enclaves humanos. Dicho de otro modo, los desiertos no se desertifican.
Una confusión generalizada al hilo de este mapa es creer que es el mismo que el
de desertificación cuando, en realidad, se corresponde con el mapa potencial de de-
sertificación. La elaboración de un mapa de desertificación es mucho más compleja
y requiere evaluar el estado de los recursos naturales. Una buena aproximación la
proporcionan los métodos basados en el concepto de RUE (Rain Use Efficiency) que
permiten estimar, mediante diversas técnicas estadísticas, la condición de la tierra y
su tendencia. Sucintamente diremos que se trata de comparar la productividad actual
en términos de biomasa vegetal con la que le correspondería según sus condiciones
climáticas
Otro error muy común es considerar que la desertificación es el avance del de-
sierto. Esta afirmación relega el problema a una amenaza externa frente a la que
poco se puede hacer. Aunque los desiertos son lugares muy poco productivos debido
158 Libro blanco de la economía del agua
Conectar las secuelas físicas con las fuerzas socioeconómicas que las originan
permite, por el contrario, lanzar políticas y actuaciones encaminadas a evitar que el
suelo se desestabilice y se convierta en arena o a promover un uso sostenible de los
recursos hídricos.
Figura 12.6. Repoblación de pino carrasco de los años treinta del pasado siglo en Sierra
Nevada. El estrecho marco de plantación perseguía proteger el suelo frente a la erosión
pero eso mismo, unido a la especie elegida, impropia del lugar, no favorece el desarrollo
del sotobosque.
El riesgo de desertificación: evidencia y elementos para el análisis 161
5. Bibliografía
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162 Libro blanco de la economía del agua
1. Introducción
A menudo, la planificación hidrológica constituye un delicado acto de equilibrio entre
seguridad y coste: el riesgo de escasez de recursos por falta de infraestructura y el
coste y los impactos ambientales de proporcionar mayor seguridad de suministro.
El cambio climático conlleva un aumento de la incertidumbre en la disponibilidad de
recursos y un aumento de los episodios extremos (sequías, avenidas). Pero no es el
único reto que presenta la integración del cambio climático en la planificación hidroló-
gica. También se debe considerar que los impactos resultantes del fenómeno pueden
ocurrir a escalas espaciales y temporales mayores que las propias de la planificación
(White et al., 2008), así como las incertidumbres relativas a otros componentes del
proceso (Gober et al., 2010): crecimiento económico y de la población, derechos del
agua, requerimientos medioambientales, etc. Frente a esto, caben tres posibles vías
de actuación (Gleick, 2011): 1) enfoque «esperar y ver» o «no hacer nada», que resul-
ta el de menor coste a corto plazo pero que supondría un riesgo enorme a medio y
largo plazo; 2) análisis de «no arrepentimiento», que incluye evaluar las opciones de
gestión y operación bajo un amplio rango de escenarios climáticos y buscar solucio-
nes que consigan resultados lo más aceptables posibles al menor coste; 3) diseño
y construcción de nueva infraestructura para abordar el aumento de la incertidumbre
debida al cambio climático. Esta última opción conlleva el riesgo de tomar decisiones
de diseño inadecuadas y de coste muy elevado, puesto que si se implementan dema-
siado pronto será necesario hacer frente al coste de oportunidad del capital invertido
en la infraestructura no utilizada.
En los últimos años, diversas agencias y organismos de todo el mundo han reali-
zado un esfuerzo importante para integrar el cambio climático en sus respectivos pro-
cesos de planificación hidrológica. En el año 2006, el Departamento de Recursos Hí-
dricos de California (DWR) señaló la necesidad de cambiar de un enfoque cualitativo
a otro cuantitativo en la consideración del cambio climático dentro de la planificación
hidrológica, señalando como uno de los principales puntos débiles de los estudios
de cambio climático el hecho de que únicamente aportasen información sobre lo que
podría ocurrir, sin incidir en su probabilidad (DWR, 2006).
En Australia, la Comisión Nacional del Agua (NWC) identificó dos nuevos retos
para la planificación hidrológica derivados del cambio climático: 1) especificación y
asignación del riesgo (los planes hidrológicos deben identificar y asignar de forma
explícita los riesgos asociados con una reducción en la disponibilidad del recurso) y
2) alcance y prioridades (los planes hidrológicos deben considerar todos los usuarios
y cuencas que podrían estar sometidas a estrés hídrico, aportando claridad y trans-
parencia sobre la priorización del desarrollo del plan y su revisión) (NWC, 2012). A
este respecto, el informe reconocía que la planificación hidrológica existente no había
sido capaz de abordar convenientemente la incidencia del cambio climático. Concre-
tamente, con relación al primero de los retos, identificaba como problema principal
que los planes hidrológicos no considerasen condiciones climáticas fuera del rango
del registro histórico, recomendando introducir escenarios futuros derivados de los
últimos modelos climáticos disponibles. Asimismo, sugería que implantar flexibilidad
en los planes hidrológicos, para adaptar la respuesta a las condiciones climáticas
predominantes, contribuiría a aumentar la transparencia y previsibilidad de la planifi-
cación para todos los usuarios y el público general.
bros y para asegurar el uso sostenible del agua a largo plazo. Aunque el cambio
climático no se incluye de manera explícita en la DMA, su enfoque cíclico y de paso
a paso proporcionan un marco adecuado para abordarlo. De acuerdo con este docu-
mento, los pilares para integrar la adaptación en la gestión de cuencas deberían ser:
1) monitorización efectiva a largo plazo; 2) evaluación del impacto adicional probable
del cambio climático sobre las presiones antropogénicas existentes; 3) incorporación
de esta información en el diseño de medidas. Como mínimo, los Estados miembros
deberían demostrar claramente cómo se han considerado las proyecciones de cam-
bio climático en la evaluación de presiones e impactos dentro de los programas de
vigilancia y en la selección de medidas (European Commission, 2009).
En España se consideraron por primera vez los impactos del cambio climático
en la disponibilidad de los recursos hídricos en el Libro Blanco del Agua en España
(MIMAM, 2000). Posteriormente, la Instrucción de Planificación Hidrológica (IPH, Or-
den ARM/2656/2008) estableció la necesidad de evaluar el efecto del cambio climá-
tico sobre los recursos hídricos. En ausencia de estudios más detallados, la Instruc-
ción proporcionaba unos coeficientes de reducción global que se debían considerar
para cada demarcación. Por tanto, en España la incorporación del cambio climático a
los Planes Hidrológicos de cuenca se produjo por primera vez en el ciclo de planifica-
ción anterior (2009-2015). En general, el tratamiento de esta cuestión en el primer
ciclo de planificación ha sido reducido y, en la mayoría de los casos, se ha limitado
a aplicar a la serie histórica los porcentajes de reducción de volúmenes de agua
contenidos en la IPH para obtener los recursos de agua disponibles con horizonte
2027 (Olcina Cantos, 2014). El segundo ciclo (2015-2021) tampoco ha incorporado
novedades metodológicas en este aspecto (Marcos-Garcia y Pulido-Velazquez, 2017),
si bien se han actualizado los coeficientes reductores considerados de acuerdo con el
estudio del Centro de Estudios Hidrográficos del CEDEX (CEDEX-DGA, 2011).
2. Etapas
2.1. Recopilación de información
Los impactos del cambio climático sobre los recursos hídricos pueden ser exacerba-
dos cuando ocurren en regiones que ya presentan escasez de recursos y sequías
frecuentes, y donde además existen desequilibrios entre la demandas y el recurso
disponible (Estrela et al., 2012). Por tanto, la caracterización previa del sistema debe-
ría incluir al menos la siguiente información: un análisis de la variabilidad climática a
partir de las observaciones históricas, la evolución de la planificación hidrológica en el
sistema y una síntesis de investigaciones previas sobre impactos del cambio climático
en los recursos hídricos de la región. En el caso de la variabilidad climática histórica,
es necesario considerar las dificultades que introducen la estacionalidad y la variabi-
lidad interanual, pudiendo resultar útil el uso de herramientas de análisis exploratorio
de datos junto con los métodos estadísticos formales (ej., Anghileri et al., 2014).
Asimismo, es necesario considerar que la variabilidad espacial de los impactos
hidrológicos del cambio climático dentro de un mismo sistema podría ser un factor im-
portante a efectos de la planificación hidrológica (Marcos-Garcia y Pulido-Velazquez,
2017). Por ejemplo, si los mayores incrementos de temperatura y disminución de la
precipitación se localizasen en las cuencas de cabecera (que por lo general aportan
un mayor porcentaje de recursos y donde se suelen ubicar los principales embalses),
su efecto sobre los volúmenes regulados del sistema sería mucho mayor que si esto
ocurriese en cuencas próximas a la costa. Por tanto, puede ser necesario un análisis
previo del sistema que permita definir un nivel de desagregación espacial acorde
con las características propias del mismo y que sea adecuado para los objetivos de
la planificación. Asimismo, en función de estos objetivos será necesario establecer
una escala temporal determinada, aunque por lo general la planificación hidrológica
considera pasos de tiempo mensuales.
Cambio climático y planificación hidrológica 169
templan dos paradigmas (Ray y Brown, 2015) que pueden representar posibilidades
e impactos significativamente diferentes para la gestión del agua:
•• Ex ante: las hipótesis de planificación se desarrollan de modo que sean tempo-
ralmente consistentes con las series de temperatura y precipitación derivadas de
las proyecciones climáticas. Generalmente, consiste en realizar un ensamblado
de proyecciones que caractericen la evolución de los estadísticos climáticos e
hidrológicos a lo largo del tiempo. Presenta la desventaja de apoyarse completa-
mente en los resultados de los modelos climáticos, que representan únicamente
un subgrupo de todos los futuros posibles.
•• Ex post: en este enfoque, los escenarios se generan mediante la variación pa-
ramétrica o estocástica del clima, a fin de identificar vulnerabilidades en el funcio-
namiento del sistema de recursos hídricos. Los escenarios se definen como las
condiciones futuras bajo las que se produce el fallo del sistema. El abanico de
futuros potenciales (permutaciones climáticas y no climáticas) supera en amplitud
a las proyecciones climáticas disponibles a partir de modelos.
3. Conclusiones
La relevancia de las proyecciones de cambio climático en el contexto de la planifica-
ción depende del tipo de estudio y, particularmente, del periodo de planificación. De
este modo, el tratamiento de la información climática puede variar desde una revisión
de la literatura disponible (sin ningún análisis adicional) hasta enfoques analíticos
cualitativos o cuantitativos (USACE, 2011). La estandarización de estos enfoques tie-
ne coomo objetivo mejorar la consistencia del mensaje que se envía a los planificado-
res y gestores. Sin embargo, no existe ninguna metodología ampliamente aceptada
para integrar los riesgos climáticos en la planificación hidrológica.
Por último, es preciso remarcar que la elevada incertidumbre propia del fenó-
meno del cambio climático evidencia la necesidad de un cambio de perspectiva: la
planificación hidrológica no debería centrarse tanto en determinar qué porcentaje de
reducción va a darse en un futuro, dada la imposibilidad de reducir las múltiples fuen-
tes de incertidumbre en su evaluación, como en analizar la robustez y resiliencia del
sistema frente a un rango plausible de situaciones de estrés, a efectos de identificar
dónde es más vulnerable y proponer medidas de adaptación (Gober et al., 2010;
Marcos-Garcia y Pulido-Velazquez, 2017).
176 Libro blanco de la economía del agua
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185.
Capítulo 14
De la infraestructura gris
a la verde
Fernando Magdaleno1
Coste +++ ++ ++
Rigidez +++ + ++
Funcionalidad + +++ ++
Integración + ++ +++
Tendencia al deterioro
+++ + ++
y a la obsolescencia
Adaptación a escalas
+ +++ ++
territoriales
En el primer caso (ecología del paisaje), a pesar de que se trata de una disciplina
con muchas décadas de historia, es a partir de los años setenta y ochenta cuando
se abunda en la integración de la ecología clásica con las teorías relacionadas con
las dinámicas de manchas y mosaicos, con la teoría de perturbaciones y con la bio-
geografía de islas. A partir de ese momento, la ecología del paisaje toma un nuevo
rumbo en el que se presta especial interés a la estructura y dinámica de los mosai-
cos del paisaje y su influencia sobre los procesos ecológicos, incorporando técnicas
y sistemas de información geográfica, modelización informática y análisis espacial
(Herrera y Díaz, 2013). Surgen también entonces, y con un importante desarrollo
posterior, diversas teorías relacionadas con las redes ecológicas y con la conectivi-
dad ecológica estructural y funcional del territorio. Muchas de ellas han contribuido
a la adopción de planteamientos de gestión de base ecosistémica (Ecosystem-Based
Management, o EMG), que intentan mitigar la fragmentación del territorio mediante la
creación y mantenimiento de redes de corredores de diferente tipología y dimensión.
En algunos casos a partir de referencias de la dinámica histórica de los ecosistemas
y, en otros, de la adopción de aproximaciones «por objetivos», en las que se potencia
De la infraestructura gris a la verde 187
En la Tabla 14.2 se recoge una lista de algunas de las principales NWRM utili-
zadas dentro y fuera de España, de acuerdo con su carácter, sobre la base de los
documentos de desarrollo de la Comisión Europea.
Tabla 14.2. Medidas naturales de retención del agua recogidas en el proyecto piloto
«Atmospheric Precipitation – Protection and efficient use of Fresh Water: Integration of
Natural Water Retention Measures in River basin management» y categorizadas según
su carácter esencialmente agrícola, urbano, hidromorfológico o forestal.
Restauración y
Rotación Superficies Reforestación de
A3 U3 N3 gestión de llanuras F3
de cultivos permeables cuencas de embalse
de inundación
Canales
Cultivos Renaturalización Cambios de uso
A5 U5 de drenaje N5 F5
intercalares del lecho del cauce del suelo
y retención
Restauración y Mantenimiento de
Agricultura Franjas
A6 U6 N6 reconexión de F6 cubiertas forestales
sin labranza filtrantes
cauces estacionales continuas
Reconexión
Agricultura de meandros Control a la
Pozos de
A7 con labranza U7 N7 abandonados F7 circulación de
infiltración
limitada y elementos vehículos
similares
Eliminación
Cosecha Jardines de de presas y Estanques de captura
A9 U9 N9 F9
temprana lluvia otras barreras de sedimentos
longitudinales
(Continúa)
190 Libro blanco de la economía del agua
Figura 14.3. Imagen del meandro del Plantío en el río Arga (Navarra), durante una crecida
posterior (enero de 2010) a la ejecución de medidas de retención natural del agua,
consistentes en la reconexión hidráulica, geomorfológica y ecológica del meandro con el
cauce principal del Arga. Se trataría de un ejemplo de infraestructura verde muy vinculada
con el mejor funcionamiento hidrológico del territorio, que resulta paradigmática de las
nuevas aproximaciones a la gestión de las crecidas fluviales.
De la infraestructura gris a la verde 191
Actuación Ejemplo
(Continúa)
192 Libro blanco de la economía del agua
Actuación Ejemplo
D. Vista parcial
del Parque Fluvial
Facilitar la adopción de medidas
del río Arga en
naturales de retención del agua
Pamplona, en
en los ámbitos urbano, agrícola,
cuyo diseño
forestal y fluvial (sobre todo de
y ejecución
aquellas de carácter multifuncional
se adoptaron
y que cuenten con una elevada
medidas para la
eficacia desde el punto de
retención natural
vista de la retención de agua
del agua (Fuente:
y sedimentos).
Ayuntamiento de
Pamplona).
(Continúa)
De la infraestructura gris a la verde 193
Actuación Ejemplo
Favorecer la constitución
de las obras hidráulicas
J. Adecuación
(embalses, canales, etc.) como
de canales
infraestructuras verdes
históricos como
o como elementos territoriales
infraestructuras
sinérgicos con las infraestructuras
verdes.
verdes.
Nacimiento del
Canal de Castilla
(Palencia).
194 Libro blanco de la economía del agua
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De la infraestructura gris a la verde 195
1. Introducción
Tras la acción intergubernamental de las Cumbres del Clima y el debate en la opinión
pública de los países en las últimas décadas, la mayoría de escépticos empiezan a
aceptar la evidencia empírica y los estudios científicos que relacionan el aumento ex-
ponencial de emisiones contaminantes con el uso de combustibles fósiles. En 1972
se celebró en Estocolmo la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente
Humano. Dos décadas después se celebraría en Río de Janeiro la llamada Cumbre
de la Tierra sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Desde entonces, se han celebrado
23 cumbres del clima en las que han participado la mayoría de países del mundo,
con decisiones vinculantes y de obligado cumplimiento para la legislación de los
países firmantes.
España es un país sometido a estrés hídrico y muy afectado por el cambio climá-
tico. La pluviosidad es baja, muy irregular y con un ciclo de sequías que pone en ries-
go la sostenibilidad del ciclo integral del agua. Es líder mundial en turismo y recibe
80 millones de turistas con un consumo per cápita de agua mayor que un ciudadano
residente, la mayoría en verano, en el momento de menor pluviosidad, y en la costa y
las islas, los lugares más sometidos a estrés hídrico. El sector agrícola, que consume
el 70 % del total del agua en España, genera tan sólo el 3 % del total de empleos de
la economía. Y el 30 % de las explotaciones agrícolas que usan regadíos de manera
eficiente general el 70 % del valor añadido de todo el sector.
Cuando los recursos son escasos, el ser humano siempre lo ha resuelto haciendo
un uso más eficiente de ellos. La historia y la teoría económica nos enseñan que
la mejora de la eficiencia exige una mejor regulación, especialmente en el uso de
bienes públicos, como es el agua, y un aumento de la inversión, del stock de capital
e innovación de nuevos materiales o técnicas de gestión. En España el recurso se
gestiona por las cuencas hidrográficas, pero en el caso del ciclo integral del agua
hay 2.500 operadores, y cada municipio y cada contrato de concesión suponen una
regulación particular que resuelve el problema local pero no el problema global de
escasez del recurso. Por lo tanto, hay mucho margen para mejorar la regulación con
el fin de conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en su
Agenda 2030.
190,0
160,0
130,0
100,0
70,0
1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014
Pero como se puede observar en el gráfico, la crisis que comenzó en 2008 afectó
intensamente a la inversión en el agua. La inversión pública total en 2011 era similar
a la de 2007, y desde entonces la inversión ha caído a la mitad. El último dato dispo-
nible de contabilidad nacional es de 2014 y en esos tres años la inversión en agua
se redujo en un 60 %. Por lo tanto, el sector sufrió lo que se denomina en la literatura
económica un frenazo brusco (véanse Calvo, 2008 y Díez, 2012).
Con el actual nivel de inversión, España no podrá cumplir los Objetivos de Desa-
rrollo Sostenible de Naciones Unidas en la Agenda 2030, ni tampoco las nuevas di-
rectivas europeas de economía circular. En el siguiente apartado analizaremos cómo
la crisis fiscal y la baja inversión en el sector del agua en España condicionan la
capacidad de conseguir superar los retos del agua y cumplir con los compromisos
adquiridos por España en las Cumbres del Clima.
se pierde en la red. Las centrales aprovechan sus residuos para generar electricidad
y reducir el consumo de combustibles fósiles y emisiones de dióxido de carbono.
Los ordenadores han multiplicado por miles de veces su capacidad y la velocidad del
tratamiento de los datos facilitando enormemente la gestión del agua, etc.
900,0
800,0
700,0
600,0
500,0
400,0
300,0
200,0
100,0
0,0
1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014
5. Conclusiones
El cambio climático aumenta la temperatura de la Tierra, el agua se evapora con más
intensidad y es un recurso cada vez más escaso. La cuestión del agua, además de un
compromiso de solidaridad con las generaciones futuras, es uno de los principales re-
tos económicos en el siglo xxi. Por esta razón, Naciones Unidas lo ha incluido en sus
Objetivos de Desarrollo Sostenible para su Agenda 2030. Las inversiones necesarias
son tan cuantiosas que será necesaria la participación público-privada. Y para que
funcione es necesaria una buena regulación con un diseño de incentivos que consiga
el objetivo del bien común y un compromiso de las empresas con los Objetivos de
Desarrollo Sostenible dentro del Pacto Mundial promovido por Naciones Unidas.
España está sometida al estrés hídrico y es uno de los países en los que el
cambio climático tendrá más efectos sobre el desarrollo económico, la actividad y el
empleo. Por lo tanto, los españoles, además de tener el mismo compromiso interge-
neracional para dejar un pequeño planeta Tierra más sostenible a las generaciones
futuras, debemos incluir el agua en un lugar preferente dentro de la agenda del desa-
rrollo económico. La crisis económica ha provocado un fuerte aumento del endeuda-
miento del país, lo que ha supuesto la caída de la inversión pública en todos los ám-
bitos, y especialmente en el del agua. Con los niveles de inversión actual, España no
podrá cumplir sus compromisos adquiridos en las Cumbres internacionales del Clima,
y la escasez de agua será uno de los principales cuellos de botella para aumentar el
208 Libro blanco de la economía del agua
empleo y los salarios de los españoles en la próxima década. Por estas razones se
hace más necesaria que en otros países la participación público-privada, una buena
regulación y un mayor compromiso de las empresas con respecto al el reto del agua.
Se necesita una mejor regulación, especialmente del ciclo integral urbano del agua,
y una reestructuración de su sector agrario con mayor huella hídrica para adecuarlo a
la nueva realidad de escasez del recurso. Por eso el agua debe ser uno de los pilares
de la política industrial y tecnológica en España.
Como nos advirtió Keynes las ideas tienen más poder que los intereses creados.
Una buena regulación, transparencia y rendición de cuentas permitirán alinear los
intereses creados con el bien común. Pero la mayor amenaza en España para supe-
rar los retos del agua, aumentar el empleo, los salarios y dejar a las generaciones
futuras un planeta Tierra más sostenible son aquellos que defienden la supremacía
de lo público sobre lo privado y de lo privado sobre lo público como un dogma de fe.
Lux et veritas.
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Capítulo 16
El reto de la financiación en tiempos
de consolidación fiscal
Santiago Carbó1
1. Introducción
Los condicionamientos que la consolidación fiscal puede imponer en cualquier ámbi-
to de la actividad económica trascienden lo público y lo privado y sus efectos multi-
plicadores. El necesario ajuste y responsabilidad en las cuentas públicas (con lími-
tes más o menos discutibles) es una restricción que, en el contexto del agua (y de
sus infraestructuras y gestión) es trascendental. En gran medida, la consolidación
1 CUNEF y FUNCAS. Dirección: CUNEF, Leonardo Prieto Castro 2, 28040, Madrid. E-mail: scarbo@cunef.
edu.
210 Libro blanco de la economía del agua
caso, buena parte del ajuste en la senda de consolidación fiscal se ha producido por
la mayor variación del PIB que del gasto público. De hecho, en términos absolutos,
la Administración Central ha aumentado el gasto, al igual que el Fondo de la Seguri-
dad Social, y la mayor parte del ajuste ha recaído en las Comunidades Autónomas
y Corporaciones Locales. Dadas las competencias cedidas a estas administraciones
en materia de gestión del agua, es previsible esperar una incidencia de ese esfuerzo
presupuestario sobre la inversión en esta materia.
Tabla 16.1. Necesidad (–) o capacidad (+) de financiación de las Administraciones Públicas
en España (2015-2016).
forma directa o indirecta en aspectos como regadíos, protección del medio ambiente
o prevención de desastres naturales, entre otros.
El de «Gestión e infraestructuras del agua» es el programa que cuenta con mayor
financiación. En ello tiene mucho que ver que la Administración General del Estado
es, en las cuencas hidrográficas intercomunitarias, la responsable de la gestión, pro-
tección y control del agua y restantes componentes del Dominio Público Hidráulico.
De este programa «cuelgan» la Dirección General del Agua y los Organismos Autóno-
mos adscritos a la misma, dentro del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación
y Medio Ambiente. Su principal labor es la vigilancia del cumplimiento y aplicación de
la legislación de aguas, la Planificación Hidrológica y «la ejecución de actividades y
actuaciones de interés general que se estimen necesarias para la obtención de los
anteriores fines.»
Las principales partidas de inversión en «Gestión e infraestructuras del agua»,
están orientadas a la ejecución de medidas (comprendidas en los planes hidrológi-
cos) destinadas a garantizar el suministro en toda España (algo que, por obvio que
pueda parecer, no es cuestión sencilla en todos los territorios). Se incluyen también
medidas de promoción de la eficiencia en la gestión y de prevención y actuación ante
fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones y sequías). También es relevante
(por su incidencia en las partidas de gasto) el programa de conservación integral de
presas y embalses de titularidad estatal y de conservación de otras infraestructuras
existentes que tiene como objeto evitar una pérdida de operatividad de las mismas y
un deterioro progresivo del patrimonio existente.
En las actuaciones para la prevención, gestión y minimización de riesgos deriva-
dos de las situaciones de sequía o inundaciones destacan las acciones que se han
seguido en los últimos años en al ámbito de la Directiva europea específica para las
Inundaciones. En España, la lucha contra los daños provocados por estos eventos ca-
tastróficos ha sido un tema habitual que ocasiona multitud de variaciones presupues-
tarias motivadas por la dificultad de estimación de su incidencia. Como se señala en
los propios PGE, en nuestro país se han identificado ya unos 9.000 km de cauces y
1.000 km de costa que presentan alto riesgo de inundación.
Los PGE ofrecen indicadores de inversión y ejecución en los últimos años para
este programa (Tabla 16.2). La descompensación entre lo presupuestado y lo eje-
cutado (al alza o la baja) se debe, en gran medida, a la imprevisibilidad pero inevi-
tabilidad de ciertos gastos derivados de acontecimientos extremos, pero también al
retraso en el desarrollo de algunas de las acciones presupuestadas. La partida más
destacada, y que supone en torno al 90 % de la inversión, es la dedicada a nuevas
infraestructuras y modernización de las existentes. En 2017 el presupuesto en esta
partida (258 millones de euros) fue algo inferior al de 2016 (260 millones de euros),
pero significativamente más elevado que en 2015 (198 millones de euros), lo que
puede indicar que las presiones de la austeridad sobre los programas de gestión e
infraestructura del agua se han reducido en alguna medida.
El reto de la financiación en tiempos de consolidación fiscal 213
Nuevas infraestructuras
y modernización de las 198.005,49 246.263,15 260.268,15 156.857,93 258.432,75
existentes
Seguridad
y mantenimiento 260,48 5.637,66 487,67 924,87 5.106,89
de infraestructuras
Actuaciones para la
prevención, gestión y 22.456,00 70.721,56 33.308,75 19.014,70 21.519,46
minimización de riesgos
Siendo todas ellas actuaciones importantes, cuentan con una dotación presupues-
taria algo menor que las de gestión (Tabla 16.3), aunque se incluyen aquí algunas
participaciones accionariales públicas que, incluso siendo decrecientes en el presu-
puesto, tienen aún cierta importancia cuantitativa.
Inversiones reales
15,00 15,00 0 0 0
(miles de euros)
Reforzar, mediante
transferencias
corrientes y de capital,
6.622,52 6.622,52 7.622,52 7.622,52 7.622,52
fundaciones estatales
y acciones ambientales
(miles de euros)
Adquisición de acciones
y participaciones del
110.560,68 110.557,38 100.620,28 70.615,62 35.030,28
sector público (miles
de euros)
PGE, sobre todo en lo que se refiere a mejora del estado de las masas de agua y de
la calidad de los ecosistemas asociados (Tabla 16.4).
ción del Plan Nacional de Calidad de las Aguas (comentado en la sección anterior
como parte de la acción presupuestaria) e, igualmente, establecen una relación di-
recta entre austeridad y financiación del agua (al señalar que «tradicionalmente, en
España, parte de las inversiones en infraestructuras se han soportado por los pre-
supuestos públicos. No obstante, debido al deterioro de las finanzas públicas que
estamos viviendo, se reducen de forma significativa las posibilidades de esta fuente
de financiación y, en consecuencia, solo queda un camino, que es la tarifa, como
forma de obtener esos recursos»). Estos autores ya muestran que España presenta
en términos de esfuerzo niveles tarifarios inferiores al promedio de la UE y, por tanto
que, ya entonces, existía un recorrido para el aumento de tarifas relacionadas con
en el ciclo del agua.
En un estudio similar, Albiol y Bru (2013) sugieren también que el precio del agua
en España está significativamente por debajo de la media europea y que igualmente
es más reducido que el de otros servicios como electricidad y telefonía (un tema so-
bre el cual es preciso incidir en términos de concienciación ciudadana). Sostienen es-
tos autores que la factura debería incluir todos los costes derivados del ciclo urbano
del agua (desde la captación en embalses hasta su potabilización, control sanitario
y distribución). Afirman, en definitiva, que la principal fuente de financiación del ciclo
del agua en España debería ser la tarifa cargada a los usuarios siguiendo el principio
de «quien usa el agua, la paga».
En la cuestión de cómo aplicar esas tarifas, el papel de los organismos locales
y la opción por modelos de gestión privada o pública deviene en esencial. Como
señalan García-Rubio et al. (2015) se ha dado incluso la circunstancia de que los
sistemas tarifarios han ganado importancia en España como instrumento para me-
jorar la eficiencia del sistema en relación a las tradicionales políticas de oferta
basadas en la inversión en infraestructuras. Se afirma que, aunque el sistema ha
ganado en eficiencia, quedan muchos retos y mejoras que afrontar en materia de
tarifas relacionadas con el agua y que, en definitiva, para lograr un auténtico desa-
rrollo y de forma uniforme sería conveniente crear un organismo regulador único e
independiente.
De forma similar, García-Valiñas et al. (2017) analizan los sistemas de propiedad
del agua en 386 municipios especiales y muestran que los precios del agua son
menores cuando el sistema es público y que estos se encarecen cuando la gestión
se externaliza. También señalan que los esquemas mixtos público-privados también
suelen ofrecer precios mayores. Sin embargo, no encuentran evidencia concluyente
sobre qué tipo de gestión (pública o privada) resulta más eficiente. Este es un resul-
tado común a muchos otros estudios en la esfera nacional e internacional sobre el
que no existe consenso.
Como mencionan Picazo-Tadeo et al. (2012), la elección entre sistemas de gestión
públicos, privados o mixtos en España está considerablemente condicionada por fac-
tores ideológicos más que por criterios de eficiencia.
218 Libro blanco de la economía del agua
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222 Libro blanco de la economía del agua
1. Introducción
Todos los aspectos relacionados con la recuperación de costes de los servicios del
agua se centran en el carácter económico del agua como activo productivo tanto en
la función de producción de las actividades económicas como en la de elemento
integrado de un ecosistema que produce bienes ambientales. Su carácter de activo
productivo se completa con el de finito y excluyente en su uso, imposibilitando la uti-
lización de este recurso en actividades sucesivas o simultáneas. De ahí que integre
todas las funciones de un bien de carácter económico como factor productivo y de
oferta excluyente.
Esta naturaleza de excluyente requiere de un sistema de asignación que propor-
cione una oferta de recursos para satisfacer la demanda de los mismos, siempre
basados en sistemas de precios bajos o aceptables para los usuarios. Tradicio-
nalmente se han buscado fórmulas para evitar conflictos, lo cual ha motivado la
2 Directiva 2000/60/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 23 de octubre de 2000 por la que se
establece un marco comunitario de actuación en el ámbito de la política de aguas (DOCE 22.12.2000).
Recuperación de costes y reposición de activos 225
dades» generadas por el uso actual del recurso, en el sentido que la sociedad obtiene
un mayor bienestar del buen estado ecológico de las aguas (beneficios ambientales)
y que los costes ambientales se corresponden con el bienestar perdido (coste de
oportunidad) de no alcanzar dicho estado.
El problema es configurar un sistema de valoración para poder hacer operativo
dicho concepto y trasladable a la estructura financiera de los servicios del agua. La
solución adoptada por los Grupos de Trabajo ECO2, debido a la extrema dificultad de
estimar los costes ambientales, plantea obtener el coste ambiental de los servicios
del agua por medio del coste de las medidas ambientales (básicas o complementa-
rias) que permiten alcanzar los Objetivos Ambientales (OMA) requeridos para las ma-
sas de agua, tal y como se establece en la Directiva. De esta forma se puede utilizar
el coste previsto en los Programas de Medidas (PdM) para alcanzar los OMA como
valor de los costes ambientales.
Mención aparte, y sin solución consensuada, se establece para el caso de los
costes del recurso. La Guía WATECO define el coste del recurso como «el coste de las
oportunidades perdidas que los otros usuarios del agua sufren debido al agotamiento
del recurso más allá de su tasa natural de recarga o recuperación». De acuerdo con
esta definición podrían asimilarse a una parte de los costes ambientales (de ahí al-
gunas propuestas de incluir su tratamiento como costes ambientales).
Los Grupos de Trabajo ECO2 se enfocaron en otros términos, definiendo el coste del
recurso como el coste de la ineficiencia, señalando que «el coste del recurso se asocia
con el coste de oportunidad o beneficio neto al que se renuncia cuando un recurso
escaso es asignado a una actividad o uso en lugar de a otras posibles». No requiere, a
diferencia de lo establecido por la Guía WATECO, el requisito del agotamiento del recur-
so o su uso por encima de la tasa natural de recarga. Por tanto, se entiende que existe
este coste cuando se produce una asignación no eficiente de agua entre los usos.
Una forma de valorar el coste del recurso sería la definida en un sistema de mer-
cados y precios del agua. Sin embargo, no existe una implantación generalizada de
mercados y sus instrumentos que nos permitan valorar el recurso asociado a su uso
y a una región o zona concreta.
Dado que en términos de eficiencia asignativa establecemos que el coste del
recurso sería el beneficio perdido por emplear el agua en una actividad menos pro-
ductiva que en otra más productiva, sería conveniente utilizar ese indicador de
productividad para establecer el coste del recurso. Así, es posible valorar el empleo
del agua en términos de coste del recurso como valor de oportunidad en un escenario
de recursos sobreexplotados, ante el que se toman medidas de reducción del uso.
De esta manera el coste de oportunidad de renunciar a utilizar el recurso será
equivalente al beneficio dejado de percibir por no realizar dicha actividad (siempre y
cuando consideráramos que habría que comenzar por las actividades o usos menos
productivos).
228 Libro blanco de la economía del agua
Se limita, de esta forma, la valoración del coste del recurso a las demarcacio-
nes, regiones o zonas cuyos recursos estuvieran calificados como sobreexplotados.
Entre las medidas para solventar esta situación estarían la de incrementar el nivel
de disponibilidad de recursos por medio de aportaciones externas (trasvases) o re-
cursos no convencionales (desalinización y reutilización); en consecuencia, habría
que reflexionar acerca de la posibilidad de implementar esas medidas o renunciar a
algunos usos. Es en este punto cuando el coste del recurso se convierte tanto en
una herramienta para la toma de decisiones en los PdM como en un input para el
análisis coste-eficacia o coste-beneficio (si procede), además de en un requisito en
el análisis de recuperación de costes.
para la recuperación de costes de los servicios del agua cuando se establecían ex-
cepciones (o exenciones, en la nomenclatura española) al cumplimiento de los OMA
(artículo 4 DMA).
Pero esta atención ha tenido una focalización mayor en los usos domésticos e in-
dustriales que en los usos agrarios, tal y como señala la Agencia Europea del Medio
Ambiente (EEA, 2013) cuando se refiere a diferentes criterios de fijación de precios
para los usos agrícolas frente a los usos domésticos e industriales. El informe señala
que el establecimiento de criterios en los sistemas de precios para los usos agrarios
en la mayor parte de los países miembros está, frecuentemente, alejado de una fija-
ción por métodos volumétricos o por carga contaminante vertida o producida, cuando
no una tarifa fija independientemente del nivel de agua consumido (página 30). La
justificación de la falta de medición de los consumos en la agricultura deriva del
reducido coste aplicado a los servicios sobre estos usos y del elevado incremento
de costes que supondría medir estos consumos para el sector. Esto contrasta con
los fuertes incrementos de precios que ha habido para los usos domésticos y los
industriales como consecuencia de la implementación de medidas derivadas de la
implantación de la DMA.
No obstante, dado que existen medidas que no están ni concreta ni específica-
mente relacionadas con servicios o usos del agua, es bastante complicado estable-
cer mecanismos de asignación de costes y aplicación de instrumentos que recuperen
sus costes (medidas contra la contaminación difusa, restauración de ecosistemas,
medidas hidromorfológicas, etc.). En este contexto, la dificultad estriba en la falta
de interés para establecer figuras impositivas que permitan recaudar recursos para
financiar dichas actuaciones.
Estos factores y otras casuísticas representan los principales obstáculos al desa-
rrollo del principio de recuperación de costes como elemento coadyuvador del cum-
plimiento de los objetivos de la DMA. Pero cabe un margen para el optimismo al
constatar que, poco a poco y más despacio de lo deseable, los instrumentos de recu-
peración de costes están ganando cierto protagonismo y aceptación por parte de los
usuarios. Los propios gestores se están quedando sin argumentos para establecer
excepciones y vinculan subvenciones y subsidios con prácticas tendentes a mejorar
la eficiencia en el uso del agua o a la reducción de los consumos y la contaminación.
financieros precisos para la puesta en marcha de las instalaciones, así como los
destinados a su conservación y mantenimiento en correcto estado de funcionamiento
operativo. Por coste del capital entendemos al valor que se determina por medio de
la igualación de los valores actuales de los costes e ingresos que proporciona un
proyecto de inversión. Siendo este, por tanto, la diferencia entre los valores actuales
netos de los flujos de ingresos y costes.
Estos dos componentes de costes derivados de la inversión no se suelen reper-
cutir de manera adecuada en la valoración del coste de las infraestructuras y de los
servicios.
Otra solución alternativa sería la de igualar esta tasa de descuento con la de cre-
cimiento nominal o real de la economía, utilizándose este factor como coste de opor-
tunidad de los capitales públicos. La elección de la magnitud en términos nominales
o reales dependerá de los datos objeto del análisis; si son a precios corrientes, se
seleccionará la tasa en términos nominales, mientras que si son en términos cons-
tantes, el análisis tomará la tasa en términos reales.
Ninguno de los tres métodos anteriores recoge otros dos elementos que se rela-
cionan con el transcurso del tiempo como son la depreciación sufrida por los elemen-
tos que integran la infraestructura y el valor de reemplazamiento de la misma. Es lo
que se conoce como valor de reposición.
El valor de reposición de un bien se cuantifica en función de la antigüedad del
mismo, su estado de conservación, su desgaste o depreciación, tomando en consi-
deración el progreso tecnológico. Es el valor de reemplazar un activo por otro similar
de las mismas características a costes actuales. Este método puede tener dos va-
riantes: neto (en el caso en que se compute la depreciación calculada de los activos)
y bruto (si se estima el valor a nuevo de la infraestructura).
Este procedimiento de valoración requiere conocer dos parámetros fundamentales
(lo que reduce su aplicabilidad en la práctica): la depreciación sufrida por los activos
que componen la infraestructura y el coste presente de cada uno de ellos.
232 Libro blanco de la economía del agua
Para determinar el desgaste del bien, hay que tener en cuenta el proceso de de-
preciación económica que experimenta con el paso del tiempo. Esta depreciación es
consecuencia del desgaste físico de la infraestructura y de los cambios tecnológicos
que aceleran la obsolescencia de los activos que integran la misma.
Q3
Costes corrientes CI =
(1 + i )2
Q2 Q3 Qn
Valor actual CIVAN = Q1 + + +…+
(1 + i ) (1 + i )2
(1 + i )n−1
x
Valor de reposición neto CIRN = ∑ CPAn × (1 − δ )tn
n=1
CI : coste de inversión.
CIVAN : coste de inversión en términos de valor actual.
CIR : coste de inversión en términos de reposición.
CIRN : coste de inversión en términos de reposición neta.
Fn : flujo de inversión del año n.
Q1, Q2 … Qn : flujo de inversión del año 1, 2, …, n.
t : número de años en los que se ha producido la inversión.
r : tasa de inflación.
i : tasa de descuento.
n : activo o factor (hasta x activos).
CPAn : coste presente del activo n.
δ: tasa de depreciación anual del activo.
tn : tiempo en años desde la construcción o puesta en marcha del activo n.
Para ilustrar la diferencia entre estos cinco métodos podemos ver los resultados
de su aplicación sobre las inversiones del Acueducto Tajo-Segura y las obras del
postrasvase (del Villar, 2009). La inversión a precios corrientes en 2007 alcanzaba
los 269 millones de euros, frente a su valor actual de 1.555 millones de euros, con
valores intermedios para los otros métodos.
Recuperación de costes y reposición de activos 233
1.555.102.806
1.600.000.000
1.400.000.000
1.200.000.000
1.002.468.620
1.000.000.000 910.871.209
800.000.000
600.000.000
400.000.000 365.084.757
268.968.318
200.000.000
0
Acueducto Tajo-Segura
Figura 17.1. Diferencia de sistemas de valoración de los costes de inversión del Acueducto
Tajo-Segura (año 2007). Cifras en euros.
El Valor Actual (VA) neto de los ingresos generados por el proyecto de inversión en
infraestructuras hidráulicas, en ausencia de fiscalidad, para una unidad monetaria se
representa en la siguiente expresión:
∞
RB (ρ + δ)
VAIngresos = ∫ RB × e –(i+π+δ)
dt = =
(i − π + δ) (i − π + δ)
0
Siendo:
δ: tasa de depreciación económica.
i: tipo de interés nominal.
RB: rendimiento bruto del proyecto de inversión.
π: tasa de inflación.
Por su parte, el Valor Actual neto de los costes del proyecto de inversión para una
unidad monetaria, en ausencia de distorsiones fiscales, es la unidad.
En el caso extremo de que no se arbitrara ningún instrumento de recuperación de
costes o tarifa que se repercutiera sobre la inversión, el coste del capital resultaría
de la diferencia entre el tipo de interés nominal y la tasa de inflación.
ρ=i–π
El valor del coste del capital de una inversión viene dado por la adición de dos
componentes. Por una parte, la pérdida de valor del activo en que se materializa la in-
versión (que viene recogida en la depreciación que sufre el activo como consecuencia
del uso –normal atribuible– y el grado de obsolescencia a la que se encuentra some-
tido). Por otro lado, el coste financiero de uso de los capitales invertidos en el activo
(que pudiera no ser homogéneo en función de las diferentes fuentes de financiación
y la fiscalidad de la empresa u organismo que realiza la inversión).
Los sistemas de amortización financiera recogen de manera parcial el coste
de capital (no quedando incluido en el mismo el coste la depreciación económica
que sufre todo activo debido al uso y obsolescencia propia), aunque sí totalmente
el de disponibilidad financiera por el uso de capitales en la financiación de las
inversiones.
Para su determinación se hace necesario estimar todos los flujos de costes e
ingresos relativos a las inversiones, el sistema de actualización de valores fijando
la tasa de descuento o actualización de valores que es aplicable a cada uno de
los flujos y, por último, la depreciación experimentada por los componentes de la
infraestructura.
Con un sistema de «imputación» que recoja estos dos componentes del coste de
capital (depreciación económica y coste financiero) se alcanzaría el equilibrio econó-
mico-financiero de la inversión. En términos financieros se recuperaría el coste de
utilización de capitales para la inversión en el activo, y en términos económicos se
recuperaría el valor depreciado del activo, restando el valor residual del activo que
quedaría después del periodo establecido como vida útil del activo.
Recuperación de costes y reposición de activos 235
Este valor calculado del coste de capital habría que imputarlo y repercutirlo en
los costes de los servicios con independencia de la recuperación de los valores de
la inversión, ya que su objetivo es valorar el coste de oportunidad que representa
acometer las inversiones en infraestructuras hidráulicas frente a otro tipo de infraes-
tructuras o alternativa de gasto.
Por tanto, todo sistema de precios que pretenda dar cabida a criterios de soste-
nibilidad y contribuir a la mejora de la calidad ambiental del medio debe poder dar
respuesta a los tres requisitos anteriores.
Para la fijación de precios, la regla de eficiencia en la asignación de recursos por
parte del mercado nos indica que será más eficiente cuanto menor sea la dispersión
de precios y mayor elasticidad presenten. De esta forma, aquellas estructuras de
tarifas del agua que determinan la fijación de niveles de precios sobre la base de los
costes marginales pretenden conseguir el uso óptimo de la capacidad existente, y
solo cuando esa capacidad se supere, se justificará la inversión adicional. En estos
casos, entonces, se consigue la utilización más eficiente de la capacidad de produc-
ción y la racionalización de las inversiones.
Sin embargo, la fijación de precios basada en costes marginales no siempre
produce resultados satisfactorios desde el punto de vista de la eficiencia en la
asignación, y mucho menos de la recuperación de costes. La propia estructura de
costes de los servicios, en los que el coste de capital representa una parte muy
importante de los costes totales del servicio, y la ponderación de los costes fijos es
muy superior a los costes variables (pudiendo alcanzar casi el 90 % de los totales)
tiene gran parte de culpa.
En esta situación, no es eficaz establecer incentivos al uso eficiente de los re-
cursos y recaudar fondos suficientes para la financiación de los servicios, utilizando
para ello exclusivamente los precios. Llegados a este punto las tarifas tienen que
tomar uno de los dos caminos alternativos: ser sostenibles en los ingresos y en la re-
cuperación de costes por los servicios del agua prestados o, por el contrario, producir
incentivos económicos a los usuarios disminuyendo el precio a aquellos que reduzcan
el consumo de agua o los vertidos contaminantes.
Como vemos, la decisión nos muestra un trade-off entre eficiencia financiera (re-
cuperación de costes) y eficiencia económica (ahorro de recursos y reducción de la
contaminación). Sin embargo, la opción intermedia en la que cabe situarse en un
intervalo entre estos dos extremos viene dada por las respuestas del sector a este
problema.
Las soluciones de los sistemas de precios que han resuelto estos problemas han
seguido una doble estrategia en cuanto al peso de los servicios y a la garantía de
la sostenibilidad financiera. Por ejemplo, se ha constatado un cambio en el enfoque
de la política tarifaria de muchos gestores de los servicios urbanos del agua, entre
ellos el Canal de Isabel II, en ambos sentidos. Así, en primer lugar, en la carga de los
servicios. Si en 2002 el peso en la recaudación de ingresos de los servicios estaba
en los de abastecimiento frente a los de saneamiento (70/30), a partir de 2015 esta
relación se sitúa en el 61/39, con una tendencia a seguir incrementando el precio
de los servicios de saneamiento por encima de los de abastecimiento. En segundo
lugar, el diseño de las tarifas actuales ha aumentado el peso específico de la parte
238 Libro blanco de la economía del agua
fija de las tarifas: en 2002 las cuotas de servicio (parte fija) de las tarifas del Canal
de Isabel II suponían el 29 %, pero en 2015 esta parte de las tarifas alcanza el 49 %
de la factura por los servicios de usos domésticos del agua. Esto tiene, fundamental-
mente, dos consecuencias:
3 Es el caso del sector de transporte, donde la tasa de cobertura de los costes totales del transporte por
ferrocarril apenas alcanza el 25 % (Vasallo et al., 2017).
Recuperación de costes y reposición de activos 239
Con estas premisas podemos abordar los resultados de los análisis de recupera-
ción de costes sin ataduras dogmáticas.
Comenzando en España, con la información de los últimos planes hidrológicos y
en términos globales, el índice de recuperación de costes de los servicios del agua
en el país (calculado para el año 2012) es del 80 % de los costes financieros y del
68 % para los costes totales (incluyendo los costes ambientales).
En cuanto a los usos, los costes de los servicios para los urbanos se recuperan
en un 80 % (costes financieros) y en un 71 % si incluimos los ambientales. Los
costes de los servicios para los usos industriales se recuperan en un 80 % y en un
69 %, respectivamente. Finalmente, los costes de los servicios para los usos agrarios
muestran niveles de recuperación del 78 % para los costes financieros, y del 62 %
para los totales (incluidos los costes ambientales).
El coste anual de los servicios del agua alcanza los 12.623 millones de euros,
cifra que suponía el 1,21 % del Producto Interior Bruto de ese año. Los costes am-
bientales se estimaron en unos 1.860 millones de euros. Frente a estos costes, los
ingresos derivados de figuras de precios exigidas por la prestación de servicios del
agua alcanzaron los 8.575 millones de euros.
En el plano territorial existen importantes diferencias en los niveles de recupe-
ración de costes de los servicios del agua. En algunas demarcaciones los niveles
globales de recuperación de costes financieros superan el 90 %. Las demarcaciones
de Guadalete-Barbate, Tajo y Cuencas Mediterráneas Andaluzas, con un 94 %, 91 %
y 90 % de los costes financieros, respectivamente, se sitúan a la cabeza en dichos
niveles. En el extremo opuesto se sitúan las demarcaciones de noroeste peninsular
(Miño-Sil y Galicia Costa), que presentan los niveles más reducidos de recuperación
de costes financieros (38 % y 35 % de recuperación de costes financieros respecti-
vamente).
Cuando se incluyen los costes ambientales, tenemos que solo dos demarcacio-
nes superan el nivel de recuperación de costes del 80 %: Tajo (81 % de recuperación
de costes totales) y Guadalete-Barbate (86 % de nivel de recuperación de costes
totales). Al igual que en el caso anterior, las demarcaciones del noroeste, presentan
los niveles de recuperación de costes más reducidos (34-35 % de los totales).
La situación en el conjunto de Europa no es muy diferente a la de España. Los
documentos de síntesis y análisis sobre los planes hidrológicos reportados4 por los
Estados miembros (EM) de la Unión Europea (EEA, 2013), exponen lo siguiente:
1. La factura por la prestación de los servicios del agua para los usos domésticos
presenta importantes variaciones entre los EM. Las más elevadas se correspon-
den con modelos de precios que no aplican una medición de consumos, frente a
4 A fecha actual, solo están disponibles los análisis realizados sobre los planes del primer ciclo de
planificación, estando en proceso el análisis sobre los informes reportados para el segundo ciclo.
240 Libro blanco de la economía del agua
aquellos que aplican una tarifa con bloques fijos y variables (suelen ser modelos
que relacionan la factura de los servicios con los valores inmobiliarios los que
aplican precios más elevados).
2. El reporte sobre niveles de recuperación de costes no es homogéneo ni presenta
un nivel similar de detalle en todos los EM. Es habitual que los indicadores se
realicen a nivel nacional y, en algunos casos, a nivel de demarcación hidrográfica
o regional.
3. En el caso de los servicios de riego para usos en la agricultura, el rango de recu-
peración de costes se sitúa entre el 20 % y el 80 %, con una media del 50 %.
4. Existe una numerosa casuística sobre excepciones a la aplicación del principio de
recuperación de costes que varía según los países. En Alemania, por ejemplo, los
servicios de captación de agua para actividades agrícolas, producción hidroeléc-
trica o refrigeración no aplican figuras de recuperación de costes5.
Tabla 17.2. Recuperación de costes de los servicios del agua para usos domésticos
en algunos países de la UE.
5 La Comisión Europea inició un procedimiento de infracción contra Alemania por este motivo (no trans-
posición de los artículos 2 y 9 de la DMA), que ha quedado resuelto a favor de Alemania en sentencia
del Tribunal de Justicia de 11 de septiembre de 2014.
Recuperación de costes y reposición de activos 241
Lo que sí muestran son algunas diferencias con respecto a los costes computa-
dos. En algunos casos no se han considerado los costes ambientales y desconoce-
mos la contabilización de los de capital y las amortizaciones. Por ello, se han plan-
teado todas las reservas en cuanto a los niveles, ya que pueden no ser comparables
entre países, e incluso dentro de los propios países, si se han seguido procesos
autónomos en los análisis.
6. Conclusiones
La aparición de la DMA ha permitido, entre otras cosas, el posicionamiento legal del
principio de recuperación de costes y la atención del papel que deben cumplir los pre-
cios en la consecución de los objetivos ambientales que propugna la propia Directiva.
Este nuevo papel de los precios se circunscribe a su desempeño como instru-
mento que permite, por la vía de la gestión, coadyuvar a la búsqueda de soluciones
alternativas en la mejora de la calidad ambiental que disfrutamos los europeos.
También han visto la luz dos nuevos conceptos como son los costes ambientales
y del recurso, que son concebidos como instrumentos para una mejor valoración de
determinados aspectos ambientales (externalidades) y de eficiencia en la asignación
de los recursos (cuyo ámbito de actuación debería circunscribirse en la dirección de
la imposición sobre los servicios y usos del agua).
No obstante, la conclusión más clara de todos estos análisis es la falta de opera-
tividad de los mismos. La cuestión fundamental no estriba en lograr un determinado
nivel de recuperación de costes, ni siquiera en alcanzar unos valores objetivos en
las políticas de precios. El valor fundamental de la aplicación de este principio es la
relación entre los precios, el nivel de recuperación de costes y el cumplimiento de los
objetivos ambientales propugnados por la DMA en cumplimiento de los Programas
de Medidas.
Está claro que la DMA no pretendía establecer un ranking o medida exacta para
valorar la aplicación del principio de recuperación de costes, sino de una forma más
prosaica, dotar de un instrumento a los gestores y encargados de la planificación
hidrológica para alcanzar sus objetivos.
La forma y metodologías de cálculo de los costes de los servicios puede alterar
los resultados y proporcionar valores de poca utilidad o beneficio para lo que se pre-
tendía (que no era más que plantear alternativas estratégicas de precios y valorar el
instrumento como una medida de la planificación).
La aceptación por parte de los gestores de los servicios del agua del principio
de recuperación de costes es interesada, en el sentido que permite identificar sus
objetivos de sostenibilidad financiera con las políticas ambientales. Sin embargo, su
utilización no cubre la faceta de permitir incentivos al uso eficiente de los recursos
242 Libro blanco de la economía del agua
7. Bibliografía
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for Water Services for the 2004 River Basin Characterization Report (Final Version,
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Official Publications of the European Communities, 2002.
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European Parliament and the Economic and Social Committee – Pricing policies for
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percusiones económicas, sociales y ambientales en la cuenca del Segura. Almería,
Cajamar, 2009; 84759-91998.
Capítulo 18
Diseño innovador de tarifas:
de la recuperación de costes
a la seguridad hídrica
Carlos Dionisio Pérez1 y Carlos Mario Gómez2
1. Introducción
El cambio climático, el crecimiento poblacional y el desarrollo económico contribu-
yen a aumentar la competencia por el agua y conducen a desequilibrios locales y
regionales entre la oferta y la demanda del recurso durante parte o la totalidad del
año (IPCC, 2014). La construcción de infraestructuras hídricas tales como canales o
embalses ha permitido históricamente aumentar la oferta y corregir estos desequili-
brios; sin embargo, este tipo de respuesta incremental tiende a agotar con el tiempo
la limitada capacidad de las masas de agua de satisfacer nuevos usos a un coste
asequible (un proceso que se conoce como el «cierre de la cuenca» –Falkenmark y
Molden, 2008–). En el momento en que los costes de aumentar la oferta de agua
superan los beneficios económicos en el margen, una gestión sostenible del agua
debe adoptar un nuevo modelo que combine el enfoque ingenieril tradicional centrado
en la construcción o mejora de infraestructuras hídricas con una política orientada a
hacer compatibles las extracciones de agua con los recursos disponibles (Randall,
1981). Esta gestión coordinada y equilibrada de la oferta y la demanda es necesaria
para reforzar la seguridad hídrica, esto es, la capacidad de la población de acceder a
agua segura y a un coste accesible para satisfacer las necesidades de los hogares,
el bienestar de las personas y el desarrollo socioeconómico; para garantizar la protec-
1 a) Centro Euro-Mediterraneo sui Cambiamenti Climatici (CMCC), RAAS Division. Isola di San Giorgio
Maggiore, 8. 30124 Venice, Italy; b) Fondazione Eni Enrico Mattei (FEEM). Isola di San Giorgio Maggiore,
8. 30124 Venice, Italy; c) Departamento de Economía. Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, España;
d) IMDEA Agua. Alcalá de Henares, Spain.
2 a) Departamento de Economía. Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, España; b) IMDEA Agua. Alcalá
de Henares, Spain.
244 Libro blanco de la economía del agua
ción frente a eventos extremos, y para preservar los ecosistemas y sus servicios en
un clima de paz y estabilidad política (OECD, 2013; UN Water, 2013), en línea con el
desarrollo económico inclusivo y sostenible en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6
(UN, 2015). En este contexto, un creciente número de países están emprendiendo
reformas de sus mecanismos de asignación del agua: el conjunto de leyes, normas o
prácticas que determinan quién, cuándo y dónde se puede utilizar este recurso. Una
herramienta fundamental de estos mecanismos son las tarifas del agua.
La mayoría de los sistemas de asignación del agua vigentes son, desde una pers-
pectiva económica, ineficientes. La fijación inicial del derecho a menudo se remonta
décadas, e incluso siglos, y su renovación está condicionada a la utilización efectiva
del recurso. Los derechos son por lo general poco flexibles (intransferibles, use it or
leave it), presentan inconsistencias (regulaciones incompatibles, por ejemplo, a nivel
europeo y nacional) y a menudo se conceden sin que se conozca realmente cuál será
su impacto, ambiental o de otro tipo (Chong y Sunding, 2006). Esto impide priorizar
usos y por tanto niega la posibilidad de alcanzar una mejora de Kaldor-Hicks en la que
el bienestar total aumenta como resultado de un intercambio de derechos entre usua-
rios, lo que permite al nuevo usuario compensar al cedente y continuar obteniendo
un excedente (Chong y Sunding, 2006). Esta falla ha llevado a algunos a argumentar
que, en sintonía con el Primer Teorema Fundamental de la Economía del Bienestar,
un mercado del agua sería el mejor instrumento posible para reconducir la asignación
de recursos hacia la eficiencia, haciendo innecesaria (e incluso contraproducente) la
intervención pública en el mercado. No obstante, esta afirmación está fundamentada
en una serie de supuestos que a menudo están alejados de la realidad, tales como
la presencia de información perfecta, que contrasta con los significativos costes de
transacción que presentan los mercados (Williamson, 1998). Como resultado, los
mercados suelen generar externalidades, costes o beneficios que afectan a terceras
partes que no toman parte en las decisiones ni en los intercambios de mercado
que resultan de las mismas. Además, incluso suponiendo que todos los supuestos
necesarios se mantuvieran (supuesto heroico) y el Primer Teorema Fundamental de
la Economía del Bienestar aplicara a la realidad, este solo garantiza una asignación
eficiente del recurso, y no que aquella sea ética o socialmente deseable. Estas li-
mitaciones adquieren especial relevancia y se magnifican en el caso del agua, por
su importancia para el desarrollo de la vida y de cualquier actividad económica, y
por sus características únicas (Zaag y Savenije, 2006). Todo lo anterior implica que
para alcanzar objetivos tales como la equidad, la sostenibilidad y la eficiencia es
necesario internalizar las externalidades mediante una gestión activa de los mecanis-
mos para la asignación del agua por parte del Estado (Rausser et al., 2011; Stiglitz
y Greenwald, 1986); y que estos estos mecanismos no deben centrarse de manera
reduccionista en los mercados, sino que deben abarcar otros instrumentos económi-
cos, en particular las tarifas del agua (EC, 2003; Randall, 1981).
Las tarifas del agua son un tipo de instrumento económico con potencial para
contribuir a una mejor gestión del recurso a través de la coordinación de decisiones
Diseño innovador de tarifas: de la recuperación de costes a la seguridad hídrica 245
individuales sobre el uso del mismo y los objetivos generales de la política del agua
(Delacámara et al., 2014). Las tarifas son determinadas siguiendo un procedimiento
administrativo y no a través de la interacción entre oferta y demanda en un entorno
de mercado, como es el caso de los precios, aunque a menudo ambos conceptos
se consideran (erróneamente) equivalentes. Los precios del agua únicamente son
observables en las zonas donde existe un mercado (como Australia, Chile, los esta-
dos áridos y semiáridos del oeste de Estados Unidos, o en determinadas cuencas
españolas) en el resto de casos, que son la mayoría, existe una tarifación del uso
por parte de las autoridades competentes. La tarifa del agua tiene el doble objetivo
de disuadir aquellos usos con un coste superior al beneficio económico obtenido y de
recuperar los costes repercutidos en caso de uso. Estos costes pueden dividirse en:
costes financieros (que incluyen la amortización de las infraestructuras construidas
para almacenar, transportar y tratar el agua y su gestión); costes del recurso (la
diferencia entre el valor del uso efectivo y el del mejor uso alternativo posible), y cos-
tes ambientales (que repercuten el «agotamiento y el deterioro de los ecosistemas
ambientales causados por un uso particular del agua» –EEA, 2013–). Una correcta
identificación y estimación de los costes totales del uso del agua es por tanto funda-
mental para alcanzar un adecuado equilibrio entre extracciones para usos comercia-
les y caudales ecológicos.
negativamente al ciclo del agua, del que dependen todos los usuarios. En ocasiones
las subvenciones cruzadas (tarifa urbana y tarifa agrícola) se utilizan para mitigar
los impactos negativos de la sobreexplotación (por ejemplo, sustituyendo fuentes
convencionales sobreexplotadas por otras alternativas como la desalación), pero en
la mayoría de los casos esto es insuficiente para internalizar la totalidad de la exter-
nalidad, lo que resulta en impactos negativos sobre el medio ambiente y, por tanto,
sobre la sociedad.
Diseñar tarifas que garanticen la seguridad hídrica hoy y en el futuro presenta
numerosos retos que correlacionan con el poder político de los grupos de interés y
la capacidad institucional para dar solución a problemas complejos de asignación de
recursos. Por lo general, las barreras a la reforma de las tarifas y otros instrumen-
tos económicos tienden a erosionarse a medida que las cuencas se cierran y los
crecientes impactos económicos y ambientales hacen evidente la obsolescencia de
los mecanismos de asignación de recursos vigentes (Molle et al., 2010). Esto puede
contribuir a explicar por qué los mayores niveles de recuperación de costes en Es-
paña y Europa a menudo corresponden a cuencas con mayor escasez (EEA, 2013).
Es precisamente la escasez la que, a pesar de la ineficiencia de los mecanismos de
asignación del agua existentes, desplaza paulatinamente el recurso hacia usos más
productivos, en ocasiones de manera informal, aumentando la capacidad de pago de
los usuarios. No obstante, este proceso puede durar décadas, siendo insuficiente
para garantizar la conservación de valiosos ecosistemas y presentando costes que
superan ampliamente los de una reforma que aborde los problemas antes de que se
materialicen (Kates et al., 2012; Pahl-Wostl et al., 2012). Este capítulo analiza la
situación de las tarifas del agua en España y explora los requisitos y reformas que
pueden contribuir a una reforma proactiva, transformadora y eficiente de los meca-
nismos de tarifación del agua.
tarifas a la escasez del agua puede considerarse una «subvención ambiental nega-
tiva» (EC, 2012a). Los informes periódicos producidos por la «Acción de la UE sobre
escasez de agua y sequía» identifican avances en la introducción de las tarifas del
agua en diversos Estados miembros, y en la adopción de contadores para medir el
agua efectivamente extraída y utilizada, pero coinciden en reconocer que los avances
han sido insuficientes (EC, 2011, 2007). El «Informe sobre la aplicación de la Directi-
va Marco del Agua (2000/60/CE): Planes hidrológicos de cuenca» sostiene que, en
general, las autoridades de cuenca no han tomado acciones decisivas para solucionar
los problemas ecológicos de las masas de agua amenazadas, en particular en el
sector agrícola, y que existen importantes fallas en el diseño de las tarifas de agua.
El informe destaca que en ocasiones el diseño de las tarifas responde a objetivos
diversos a los que persigue la DMA (EC, 2012b), sugiriendo que la (limitada) recupe-
ración de costes tiene objetivos recaudatorios e incumple los «principios de acción
preventiva» en los que se inspira la directiva (EC, 2000).
El uso limitado de las tarifas y la insuficiente recuperación de costes llevó a la Co-
misión Europea en 2012 a iniciar procedimientos de infracción contra nueve Estados
miembros por vulnerar los principios de la DMA debido a una «interpretación restrin-
gida del concepto de servicios relacionados con el agua», lo que estaba «obstaculi-
zando el avance en la aplicación de políticas de recuperación de los costes que van
más allá del agua potable y el saneamiento» (EC, 2012a). No obstante, la reciente
resolución del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en el caso C-525/12
(Comisión Europea contra Alemania), muestra una inclinación a apoyar la discreción
de los Estados miembros a la hora de decidir qué programa de medidas y qué diseño
adoptar para alcanzar los objetivos de la DMA (Jääskinen, 2014). Esta resolución
puede interpretarse como un espaldarazo a otros instrumentos económicos, como las
subvenciones cruzadas entre sectores o los pagos por servicios ambientales, funda-
dos en principios de solidaridad o de «beneficiario paga». Estos instrumentos son fre-
cuentes en la realpolitik del agua, a pesar de la abundante evidencia que muestra que
su impacto sobre el estado ecológico de las masas de agua es a menudo negativo
(Gutiérrez-Martín & Gómez, 2011; Lago et al., 2015; Pérez-Blanco et al., 2015). Esta
decisión contrasta, por otro lado, con el principio de «quien contamina paga». Este
principio está muy difundido en la normativa ambiental europea, no solo desde un
punto de vista cualitativo sino también cuantitativo (la escasez es interpretada como
contaminación), y recientes resoluciones del TJUE apuntan a que está convirtiéndose
«más en una regla que un principio» (Lindhout et al., 2014).
Las instituciones europeas tienen otros instrumentos, además de los puramente
normativos, para reforzar el uso de tarifas y aumentar los niveles de recuperación
de precios. La política agraria, a la que la UE dedica el 40 % de su presupuesto en
el marco de la PAC, es fundamental para alcanzar la seguridad hídrica en los países
del sur de Europa como España, donde el regadío supone más del 50 % de las ex-
tracciones totales (por encima del 80 % en las cuencas del sur y sureste español)
(EC, 2017a; EEA, 2009). La PAC 2014-2020 actualiza y refuerza su «segundo pilar»,
Diseño innovador de tarifas: de la recuperación de costes a la seguridad hídrica 249
que sitúa a la actividad agrícola en un contexto más amplio y donde la protección del
medio ambiente se convierte en un objetivo fundamental, e «introduce por primera
vez un fuerte componente ecológico en el primer pilar de la PAC, garantizando de este
modo que todos los agricultores de la UE que reciben una ayuda van más allá de los
requisitos de la condicionalidad y aportan beneficios medioambientales y climáticos
como parte de sus actividades cotidianas» (OJ, 2013). El proceso de integración de
los objetivos ambientales en la PAC (greening) es una piedra angular de la reforma del
2013, y hace que parte de los recursos disponibles en los dos fondos de la PAC, el
Fondo Europeo de Garantía Agraria (FEGA), que financia las medidas de mercado y pa-
gos directos, y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER), que financia
los planes de apoyo al desarrollo rural, tengan como finalidad o estén condicionados
a la consecución de objetivos ambientales. Esto incluye una adecuada recuperación
de costes en línea con el artículo 9 de la DMA cuando «haya programadas inversio-
nes en regadío» (EC, 2017b). La condicionalidad ambiental también es aplicable (OJ,
2013) al Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), al Fondo Social Europeo
(FSE), al Fondo de Cohesión (FC) y al Fondo Europeo Marítimo y de la Pesca (FEMP).
namiento y una tarifa de utilización del agua que recupera los costes de distribución
del agua. El saneamiento y alcantarillado de aguas, por su parte, se gravan a través
del canon de alcantarillado, el canon de saneamiento y el canon de aguas residuales.
En promedio, la tarifa doméstica en España se sitúa en torno a 1,77 €/m3, de los
cuales aproximadamente un euro se destina al abastecimiento y 0,07 euros al sa-
neamiento, lejos de los casi 6 €/m3 de países como Dinamarca. Dentro de este valor,
existen considerables diferencias entre regiones, desde los más de 2,5 €/m3 en la
Región de Murcia hasta valores en torno a 1 €/m3 en Castilla y León o Melilla. Esta
oscilación es todavía mayor en el caso de usos industriales, siendo las mayores tari-
fas las de las islas y las menores las de Navarra y La Rioja (AEAS, 2016). Las tarifas
representan menos del 1 % de los gastos de los hogares, muy por debajo de otros
servicios de abastecimiento, y tienen un impacto marginal en el poder adquisitivo, a
pesar de los aumentos experimentados en los últimos años (INE, 2016).
Estas tarifas genéricas pueden ser complementadas con otras fijadas a nivel
regional, tales como la tarifa para la recuperación de costes de gestión del dominio
público hidráulico en Cataluña (que representa hasta el 96 % de los ingresos de la
Agencia Catalana del Agua –Maestu y Villar, 2007–) o los impuestos (de facto tarifas)
en diversas Comunidades Autónomas (como la tarifa de contaminación del agua en
Galicia, el impuesto de descarga de aguas residuales en áreas costeras en Andalu-
cía, el impuesto de contaminación del agua en Cantabria y Aragón o el impuesto del
agua en Navarra, que también grava las aguas residuales –EEA y OECD, 2013–).
Las tarifas del agua en la agricultura española, al igual que los usos urbanos,
incluyen un canon de regulación y una tarifa de utilización del agua, que son comple-
mentados con cuotas para cubrir los gastos de las comunidades de regantes. Los
pagos a las comunidades de regantes adoptan diseños variados y pueden gravar la
superficie regada, el tiempo de riego o el agua utilizada (volumétrica) o utilizar un sis-
tema mixto. Las cuotas que no son volumétricas no trasladan incentivos adecuados
Diseño innovador de tarifas: de la recuperación de costes a la seguridad hídrica 251
para racionar las extracciones de agua y se aplican, por lo general, en aquellos casos
en los que no hay contadores para medir el uso, razón por la cual la UE ha recalcado
con insistencia la necesidad de extender la implantación de los mismos en la activi-
dad agrícola (EC, 2012a; 2017b).
Los niveles de recuperación de costes en España son, comúnmente, insuficientes
(EEA, 2013). Los datos disponibles se refieren exclusivamente a la recuperación de
costes financieros y varían ampliamente entre cuencas, desde el 54 % en la cuenca
del Guadiana hasta niveles cercanos al 90 % en las cuencas del Júcar, Guadalquivir
y Tajo. La recuperación de costes también varía entre sectores, siendo en las zonas
urbanas superior a las agrícolas. Estos datos sugieren la existencia de subvenciones
de dos tipos en las tarifas del agua: cruzadas entre usuarios de distintos sectores y
de otro carácter en la forma de costes de oportunidad y externalidades ambientales
no internalizados en la tarifa. El primer tipo de subvención se puede fundamentar
sobre la base de criterios de equidad y solidaridad (OJ, 2007) y para garantizar la
continuidad de una actividad (la agricultura) fundamental desde un punto de vista
económico, sociocultural y de seguridad e independencia alimentaria. El segundo,
si bien puede a priori encontrar amparo en las recientes resoluciones del TJUE en
favor de la discrecionalidad de los Estados miembros a la hora de elegir el programa
de medidas más adecuado para alcanzar los objetivos de la DMA (Jääskinen, 2014),
choca con los escasos avances (cuando no retrocesos) en el estado ecológico de las
masas de agua en España (EEA, 2012). El reto de la seguridad hídrica demanda una
revisión del modelo de gestión del agua del país, en particular de las tarifas del agua,
que deben adaptarse a la realidad del cierre de las cuencas mediterráneas y escindir
el binomio crecimiento-agua.
rendimientos decrecientes (los usos en el margen son, por lo general, regadíos con
escaso valor añadido) y los elevados costes de producción, que a pesar de estar
subvencionados superan los 0,5 €/m3 y están muy por encima del coste de los re-
cursos tradicionales –generalmente por debajo de los 0,1 €/m3– (Martínez-Granados
y Calatrava, 2014). Como resultado, la mayor parte de las infraestructuras para
la producción de recursos no convencionales realizadas en el marco del programa
A.G.U.A. (Actuaciones para la Gestión y la Utilización del Agua, con un presupuesto
de 3.900 millones de euros) son infrautilizadas y presentan bajos niveles de recu-
peración de costes, lo que ha demandado inversiones adicionales para garantizar su
supervivencia. Este es el caso de Acuamed, en la que la baja recuperación de costes
y la ineficiente y corrupta gestión resultaron en dos rescates consecutivos de 700 y
500 millones de euros, inflando todavía más el coste de producción del agua (GWI,
2013). Por otra parte, las expectativas creadas por la construcción de estas y otras
infraestructuras, a menudo alimentadas con programas de desarrollo paralelo tales
como planes de nuevos regadíos, aumenta la presión sobre las fuentes convenciona-
les y acelera su deterioro. No es, por tanto, sorprendente que las cuencas del sur y
sureste español muestren repetidamente el índice de explotación del agua (cociente
entre extracciones y agua dulce disponible, en promedio, cada año) más alto de la
UE, en numerosos casos muy por encima del 100 % (EEA, 2016).
La baja tasa de retorno de los nuevos proyectos de ingeniería y el progresivo cie-
rre de las cuencas mediterráneas españolas demandan una revisión del tradicional
modelo de crecimiento económico y gestión del agua, en el que las tarifas están
llamadas a desempeñar una función clave. Las mayores ganancias de una mejor
asignación de recursos pueden obtenerse en el sector agrícola, donde el consumo
es mayor y la productividad más baja y variable. Si bien la productividad promedio
de la agricultura se sitúa muy por debajo del coste del agua no convencional, esta
productividad no es ni mucho menos homogénea y tiende a ser mayor en las áreas
donde el agua es más escasa. Por ejemplo, mientras que el margen bruto medio en
la cuenca del Duero es de 0,14 €/m3, en las cuencas mediterráneas andaluzas es de
1,99 €/m3 (MAGRAMA, 2012). Por un lado, la especialización en cultivos altamente
productivos repercute en una capacidad de pago más elevada que permite sostener
una mayor recuperación de costes con una incidencia limitada sobre el desarrollo de
las zonas rurales; por otro, esto a menudo deriva en respuestas inelásticas en las
que las tarifas no tienen prácticamente incidencia sobre las extracciones de agua
(Pérez-Blanco et al., 2015), algo que sí sucede en otras cuencas en las que la agricul-
tura es más heterogénea, existe una amplia diversificación de cultivos y las tarifas
pueden actuar como un mecanismo que previene usos ineficientes (Pérez-Blanco et
al., 2016).
Lo anterior no significa que las tarifas no puedan ser el motor de un cambio trans-
formador en la gestión del recurso. Identificar y reconocer la mayor capacidad de
pago de los usos con tarifas subvencionadas (de manera implícita a través de bajos
niveles de recuperación de costes), junto al desarrollo de unas instituciones sólidas
Diseño innovador de tarifas: de la recuperación de costes a la seguridad hídrica 253
con la capacidad de ajustar las tarifas a esta capacidad de pago, puede permitir la
recaudación de valiosos recursos para subvencionar fuentes de agua no convencio-
nales (desalada, tratamiento de aguas residuales...), haciéndolas más asequibles
para los usuarios y garantizando su sostenibilidad y disponibilidad en el futuro, y
permitiendo, en definitiva, la progresiva sustitución de fuentes convencionales so-
breexplotadas. Estos recursos adicionales también deben destinarse a garantizar
que los usuarios que no puedan hacer frente a las nuevas tarifas perciban una com-
pensación para evitar el abandono y empobrecimiento del medio rural, a través de
una subvención explícita desvinculada del uso del agua que sustituya la subvención
implícita recibida a través de tarifas del agua descontadas.
El sector urbano dispone de una mayor capacidad de pago con la que contri-
buir, a través de subvenciones cruzadas, a este proceso de construcción de la
seguridad hídrica. La subvención cruzada del sector urbano al agrícola ya existe
en el sureste español, donde el agua desalada forma par te del mix del abaste-
cimiento urbano, a pesar de ser este un uso con acceso prioritario a las fuentes
convencionales. No obstante, estas subvenciones se han hecho hasta ahora sin
contraprestación ambiental, perdiéndose así oportunidades para la construcción
de la seguridad hídrica.
Condicionar las ayudas al medio rural a la provisión de bienes y servicios am-
bientales valiosos para la población es, además de necesario para alcanzar el buen
estado ecológico de las masas de agua, un requisito de la PAC. Las subvenciones
implícitas en las tarifas del agua deben hacerse visibles y pasar a ser un instrumen-
to para negociar la mejora en el estado ecológico de las masas de agua. Esto es
extensible a otro tipo de subvenciones tales como las ayudas para la modernización
de regadíos (por ejemplo, a través de créditos blandos). Numerosos estudios mues-
tran que las subvenciones para la mejora del regadío aumentan la productividad
del recurso y tienden a mantener las presiones sobre el medio hídrico, e incluso a
aumentarlas, en lo que se conoce como «paradoja hidrológica» o «efecto rebote» (Gó-
mez y Pérez-Blanco, 2014; Loch y Adamson, 2015; Ward y Pulido-Velazquez, 2008).
Este ha sido, precisamente, el caso del Plan de Regadíos en España (Berbel et al.,
2014; Rodríguez-Díaz et al., 2012). Dichos efectos perniciosos pueden revertirse a
través de un diseño adecuado de tarifas del agua que deriven parte del excedente
resultante, procedente de la mayor eficiencia en la aplicación del agua, hacia la
generación de bienes y servicios ambientales a través la conservación del recurso
(Gómez et al., 2017).
Además de en la desalación de agua, España es también pionera en el tratamien-
to y reutilización de aguas residuales. No obstante, es importante reconocer que la
contribución potencial de este recurso es limitada: las aguas residuales representan
entre el 50-60 % del uso total urbano, que a su vez supone entre el 10-20 % de los
usos totales. En la cuenca del Segura, por ejemplo, donde 100 hm3 de aguas resi-
duales son tratadas y reutilizadas anualmente sobre un uso urbano total de entre
254 Libro blanco de la economía del agua
250-260 hm3, el potencial sin explotar equivale a 40 hm3, frente a una demanda
agrícola de 1.900 hm3.
La recuperación de costes y las subvenciones cruzadas a otros sectores pueden
encarecer notablemente el coste del agua, especialmente en el caso de recursos no
convencionales. El acceso seguro a agua asequible por parte de los hogares es fun-
damental para garantizar una vida digna, y esto debe tenerse en cuenta en el diseño
de tarifas de agua, que deben ir acompañadas de subvenciones a hogares vulnera-
bles para que el acceso al recurso esté garantizado, a ser posible desvinculados del
uso del agua para asegurar un consumo responsable (pagos directos).
La economía española no ha tenido éxito en desvincular crecimiento de uso del
agua. Existen desequilibrios regionales importantes e insostenibles, particularmente
en las cuencas del sur y sureste peninsular, explicados fundamentalmente por la
elevada demanda agraria. Aunque la utilización del recurso per capita se mantiene es-
table, esto se explica fundamentalmente gracias al aumento de la productividad que
se ha tenido lugar en paralelo al crecimiento del valor añadido en sectores clave de la
economía, notablemente las manufacturas, la energía y los servicios (Pérez-Blanco y
Thaler, 2014). Esta ley de Verdoorn para el agua se ha producido en un periodo en el
que las tarifas del agua han crecido de manera sostenible en el sector urbano.
5. Conclusiones
Las tarifas del agua en España a día de hoy son fundamentalmente un instrumento
que permite resolver un problema financiero a través de la recuperación de costes
derivados de (a menudo, significativas) inversiones de capital, incluyendo los costes
operativos de su gestión. En las páginas anteriores se ha argumentado por qué este
enfoque es insuficiente para alcanzar el objetivo de la seguridad hídrica. En primer lu-
gar, las tarifas deben incorporar en su estructura la totalidad de los costes derivados
del uso, incluyendo los costes de recurso y los ambientales. Esta reforma transfor-
madora de las tarifas es instrumental para inducir cambios en el comportamiento de
los usuarios y para convertir las tarifas en instrumentos económicos destinados a
prevenir impactos ambientales negativos, en lugar de para financiar la recuperación
de masas de aguas deterioradas.
Lograr que las extracciones de agua sean compatibles con los recursos dispo-
nibles, en especial cuando la cuenca está cerrada, no está reñido con el desarrollo
socioeconómico y el bienestar. Las subvenciones implícitas a través de tarifas des-
contadas pueden reconvertirse en pagos directos explícitos, y reorientarse hacia la
provisión de bienes y servicios de mayor valor dentro y fuera del mercado. Estas
ayudas deben diseñarse de manera que se garantice, más allá de la eficiencia eco-
nómica, la equidad y la accesibilidad en un marco de desarrollo económico y social
apuntalado por la seguridad hídrica.
Diseño innovador de tarifas: de la recuperación de costes a la seguridad hídrica 255
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Bloque II.C
Los desafíos
regulatorios,
institucionales
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Capítulo 19
La regulación de los servicios del ciclo
urbano del agua como puente entre
los intereses individuales y los objetivos
de política pública
Francesc Trillas1
¿Conviene apostar por la prestación a mayor escala de los servicios de agua y sanea-
miento? ¿Funcionan mejor las estructuras centralizadas o descentralizadas? ¿Cómo
saber si un operador desempeña su función de modo adecuado? ¿En comparación
con qué? ¿Cómo garantizar que ante intereses individuales, con frecuencia contra-
puestos, de los ciudadanos, los municipios, los operadores de los servicios, otros
niveles de la Administración, siempre se vela por el interés general? ¿Qué normas so-
ciales prevalecen en los distintos usos del agua? ¿Cómo persuadir a la ciudadanía de
aquello que es conveniente para el bienestar colectivo en las decisiones que afectan
a estos servicios? ¿Cómo garantizar que la resolución diaria de desafíos coyunturales
e instrumentales en el ámbito de los prestadores de estos servicios está alineada con
los objetivos de medio y largo plazo en relación con la seguridad hídrica y la adapta-
ción al cambio climático? ¿Cuáles han de ser los incentivos para promover, sin cesión
de las competencias municipales, mecanismos de cooperación entre entes locales?
Cuestiones así resultan difíciles de responder con certeza y con cierta solvencia
en un modelo de prestación de servicios de agua tan atomizado como el español. Un
sistema en el que no existe un regulador único (como en el caso de los reguladores
agrupados en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, CNMC), sino
que cada municipio, en atribución de sus competencias, puede ejercer de facto como
regulador de los servicios de abastecimiento y saneamiento. En muchas ocasiones,
sin embargo, esa regulación es vía contrato, es decir, tiene un carácter ad hoc que no
siempre facilita la resolución de conflictos, la adaptación a situaciones de contexto
(como sequías), etc.
permite rescatar, a mi entender, una idea esencial: reflexionar sobre las condi-
ciones que favorecen una regulación adecuada es tan esencial como una buena
regulación en sí.
Sólo una mirada superficial sobre el modelo chileno de prestación de servicios
o la confusión entre los servicios del ciclo urbano del agua y la gestión del recurso
(que en el caso de Chile es sobre la asignación e intercambio de derechos privados
de uso y aprovechamiento), podría confundir la prestación privada con la no consecu-
ción de objetivos sociales. De hecho, tras una reforma del marco normativo en 1998,
Chile estableció un sistema innovador, escasamente replicado, para los hogares en
el extremo inferior de la distribución de la renta, que no solo no pone en cuestión
la eficiencia de los operadores, sino que garantiza un objetivo tan importante como
este: la equidad.
Conviene enfatizar sobre algo más: uno de los factores determinantes que dieron
lugar a la reforma en el modelo chileno, impulsados por el regulador, fue precisa-
mente el potencial para lograr economías de escala y alcance, ampliar los niveles
de cobertura y avanzar en la micromedición. El primero de esos motivos resulta muy
pertinente al analizar la realidad española. No lo son algunos de los principales de-
safíos actuales del sector en Chile: un descenso paulatino de la calidad del servicio,
derivado del envejecimiento de la infraestructura y la necesidad de renovación de
activos o la necesidad de garantizar la seguridad hídrica a largo plazo en un contexto
de escasez en buena parte del país y ante recurrentes sequías plurianuales.
El caso portugués (Melo-Baptista, 2017) ofrece otra lección muy significativa: pri-
mero fue la política, después la regulación. Siempre el liderazgo público, la capacidad
estratégica. Fruto de esa política pública y de los esfuerzos de regulación se mejoró
la accesibilidad a los servicios, el bienestar conjunto de la población (con avances
significativos en salud pública) y la calidad ambiental. El regulador en gran medida
contribuyó, por un lado, a promover y servir de mecanismo de control y evaluación
de esa política pública; por otro, a mejorar la rendición de cuentas de los diferentes
operadores (públicos, mixtos, privados; a diferentes escalas espaciales).
Del proceso portugués, como señala Melo-Baptista (ibid.) cabe extraer dos lec-
ciones básicas. Por una parte, la necesidad de adoptar un enfoque integrado, no
referido en este caso a la siempre deseable coordinación de políticas sectoriales,
sino a la imprescindible cooperación entre niveles de la administración y al desarrollo
al unísono de planes estratégicos para el sector, la definición del marco legislativo y
del marco institucional, el desarrollo de modelos de gestión, la formulación de objeti-
vos tanto en cuanto a cobertura como a calidad del servicio, el diseño articulado de
tarifas y tributos, la suficiencia financiera, el desarrollo de infraestructuras, la mejora
de la eficiencia estructural y operativa, la mejora de la capacitación y la profesiona-
lización, la innovación social, la protección de los consumidores, la transmisión de
información, la participación efectiva de los ciudadanos, etc. Dicho de otro modo, en
Portugal se avanzó en un sistema de gobernanza del ciclo urbano del agua.
264 Libro blanco de la economía del agua
4. Bibliografía
Espinosa M. Experiencia emblemática: Chile. En: Libro blanco de la economía del
agua. Madrid, McGraw-Hill Interamericana de España S.L., 2017; 20.
Melo-Baptista J. Experiencia de Portugal en cuanto a la regulación institucional y
retos de la gobernabilidad de los servicios de agua. En: Libro blanco de la eco-
nomía del agua. Madrid, McGraw-Hill Interamericana de España S.L., 2017; 21.
Arana E. Los servicios urbanos del agua en el Derecho español: situación actual y
perspectivas de futuro. En: Libro blanco de la economía del agua. Madrid, McGraw-
Hill Interamericana de España S.L., 2017; 22.
Capítulo 20
Experiencia emblemática: Chile
Magaly Espinosa1
Chile es un país ubicado en el extremo suroeste de América del Sur. Su nombre oficial
es República de Chile y su capital es la ciudad de Santiago de Chile.
La población del país alcanza 17,8 millones de habitantes, de los cuales 6,4 mi-
llones viven en Santiago. El PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo, en el año
2015, alcanzó 23.564 de dólares estadounidenses.
El sector de agua potable y saneamiento en Chile tiene distintas estructuras
según el carácter urbano o rural de las localidades; el área urbana es atendida me-
diante un sistema de concesiones sanitarias que son fundamentalmente operadas
por actores privados, y la rural por los sistemas de agua potable rural administrados
por cooperativas o comités. La población urbana del país es de 15,6 millones y la
rural de 2,2 millones.
Los sectores rurales, a cargo de cooperativas y comités, forman parte del Progra-
ma de agua potable rural del Ministerio de Obras Públicas. Actualmente hay más de
1.700 sistemas de agua potable rural que abastecen a 1,7 millones de personas.
Además, se estima un total de entre 400.000 y 500.000 habitantes que no
pertenecen a los sistemas concesionados o rurales. Estos pueden abastecerse me-
diante sistemas particulares que suelen estar muy dispersos y con soluciones muy
precarias.
Durante el presente año se logró aprobar un nuevo marco legal para el sector rural;
con ello se pretende modernizar la prestación de servicios e impulsar el saneamiento
de las aguas residuales. Actualmente se prepara la aplicación de este nuevo marco
que mantendrá la organización comunitaria de los servicios y definirá el rol del Estado
en las inversiones y capacitación a los sistemas rurales.
En los sectores urbanos los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento
en Chile se caracterizan por sus altos niveles de cobertura y su buena calidad.
1 Asesora en Recursos Hídricos y Gestión del Agua. Ministerio de Obras Públicas de Chile. magaly.
espinosa@mop.gov.cl
268 Libro blanco de la economía del agua
Fuente: SISS.
Las inversiones eran financiadas por el Estado y las tarifas fijadas con un sentido
social con fuertes subsidios cruzados entre las distintas regiones sin representar el
coste real de estos servicios.
En consecuencia, las políticas públicas quedan acotadas por este Estado subsi-
diario. La presencia de las empresas públicas debe ser la excepción y desarrollarse
solo cuando el sector privado no manifiesta su interés.
272 Libro blanco de la economía del agua
Implementación
En esta tercera etapa, si bien existe un nuevo marco regulatorio, el Estado se man-
tiene como el actor único del sector y desempeña un papel tanto operativo con las
empresas regionales (Sociedades Anónimas) como de regulador con la Superinten-
dencia de Servicios Sanitarios.
Este nuevo escenario da inicio al proceso de modernización del sector y con él
se logran grandes avances. Se logra satisfacer de manera eficiente y oportuna las
necesidades de los clientes, aumentar las inversiones y coberturas, descentralizar
las decisiones, rentabilizar los activos y dotar de mayor transparencia a la gestión
de las empresas del sector.
Las empresas sanitarias regionales se consolidaron y se logró elevar las inversio-
nes de 68,6 millones de dólares estadounidenses de promedio anual en la década
anterior a 184 millones en los años noventa.
Política de subsidios
La Ley de Subsidios, focalizada en ayudar a las familias de escasos recursos, fue
básica para poder efectuar los aumentos tarifarios.
Experiencia emblemática: Chile 275
El sistema opera con fondos del Estado y es aplicado por las Municipalidades.
Establece un subsidio directo al pago de los consumos sanitarios consistente en
subsidiar entre el 40 y el 80 % de una cuenta de 15 m3. A partir del año 2005 se
establece un subsidio del 100 % de la cuenta de 15 m3, como parte del programa de
Protección Social Chile Solidario.
Las Municipalidades se encargan del proceso de inscripción y selección de pos-
tulantes e informan a las empresas sanitarias de la nómina de favorecidos. Al emitir
la factura, la empresa sanitaria indica el monto que debe pagar el cliente y el monto
que paga la Municipalidad.
El año 2015, 734.850 familias –que representan el 14.8 % del total– se be-
neficiaron del subsidio, que alcanzó un impor te anual total de 81 millones de
dólares estadounidenses, lo que representa el 5,2 % de los ingresos totales de las
empresas.
Cuando se establecen tarifas de autofinanciación en países como Chile o cual-
quier otro de la región, es indudable que habrá familias cuyo nivel de ingresos no
les permitirá pagar las mismas. Por tanto, para compatibilizar el derecho al acceso a
los servicios sanitarios a toda la población y el derecho a recaudar los ingresos que
permiten la autofinanciación de las empresas, es imprescindible entregar algún tipo
de subsidio a esas familias.
Para esos efectos hay distintas alternativas como el subsidio a la oferta, los
subsidios cruzados entre usuarios, etc. En Chile se optó por el subsidio directo a la
demanda, focalizado totalmente en las familias de menores recursos.
Los aumentos de cobertura que se registraron en este periodo se muestran en la
tabla siguiente:
Fuente: SISS.
Tabla 20.4. Incorporación de capital privado en el sector del agua potable y saneamiento
en Chile (periodo 1988-2015).
Operador e indicadores 1988 2000 2015
Estado (%) 92,6 22,8 0
Municipalidades (%) 4,7 5,0 4,7
1
Privados (%) 2,7 71,2 95,3
Cobertura de agua potable (%) 97,0 99,6 99,8
Cobertura de alcantarillado (%) 81,0 93,1 95,3
Cobertura de depuración de aguas residuales (%) 5,0 20,9 100
3
Tarifas en US$/m (aproximadamente) 0,5 0,7 1,6
Clientes con subsidio % 0 14,1 15,0
Rentabilidad (operacional) (ROCE) –0,7 7,5 8,5
Separación de roles
Los servicios públicos regionales se transforman en empresas públicas sociedades
anónimas, una en cada región del país, encargadas de la operación integrada de los
servicios (agua potable y saneamiento), obteniendo las economías de escala y de
alcance para el ahorro de costes y la reducción de riesgos.
Se crea, además, la Superintendencia de Servicios Sanitarios como organismo
regulador nacional.
En síntesis, el Estado se entrega de lleno a la tarea de potenciar la eficiencia y
asegurar a toda la población el acceso al consumo asumiendo el papel de regulador
y delegando la función empresarial en las empresas públicas.
Experiencia emblemática: Chile 279
Control de la empresa
CORFO facilita al Socio Estratégico el control de la empresa, permitiendo que este
elija o designe la mayoría del Directorio.
Se establece un determinado periodo en el cual se debe mantener la participación
accionaria del operador de servicios públicos.
También se especifican una serie de materias en las cuales CORFO mantiene el
derecho a veto; en especial se reserva el cumplimiento de los Programas de Desa-
rrollo, la información permanente y relevante y todo aquello que tenga relación con
operaciones con personas relacionadas.
Por último, se establecen determinadas restricciones temporales que limitan al
Socio Estratégico/operador para adquirir acciones adicionales y/o cambiar de estruc-
tura de propiedad.
Conclusiones y desafíos
Chile es pionero en las transformaciones del sector, y a diferencia de otros países
de la región, en Chile se da un proceso de incorporación de capitales privados con
resultado exitoso. Los factores claves presentes en el proceso son los siguientes:
1. Las condiciones de las empresas públicas antes de la privatización.
2. La estabilidad en la política pública del sector y la transparencia en los procesos.
3. La existencia de un marco regulatorio estable, completo y detallado que define las
reglas del juego.
Experiencia emblemática: Chile 283
Desafíos
Entre los principales desafíos a los que se enfrenta el sector destacamos los si-
guientes:
1. La mejora de la calidad de servicio con mayor reposición de la infraestructura
antigua dado que existen en la actualidad síntomas preocupantes tales como el
aumento de los cortes masivos de servicios y las altas pérdidas de agua en la
etapa de distribución.
2. Hacer frente a los efectos del cambio climático en términos de escasez de agua
cruda en algunas zonas del país y excesos de lluvias y aluviones en cortos pe-
riodos de tiempo que afectan a las fuentes de agua y las instalaciones de los
sistemas.
3. Incorporar nuevas tecnologías inteligentes que permitan la operación eficiente y
oportuna de los servicios, modernizando los sistemas actuales.
4. Bibliografía
SISS. Informe de Gestión del Sector Sanitario. Santiago de Chile, SISS (Superinten-
dencia de Servicios Sanitarios de Chile). [Informes anuales desde 1995 a 2015].
URL: www.siss.gob.cl
SEP-CORFO. La modernización del sector sanitario en Chile. Santiago de Chile,
SEP-Sistemas de Empresas, 2006.
Capítulo 21
Experiencia de Portugal en cuanto
a la regulación institucional y retos de la
gobernabilidad de los servicios de agua
Jaime Melo Baptista1
Cuando en 1993 se definió una nueva política pública para los servicios de agua po-
table y saneamiento en Portugal se produjo una evolución muy positiva en su accesi-
bilidad a la población, con un aumento enorme en el bienestar social y su impacto en
la salud pública y el medio ambiente, sin perjuicio de algunos aspectos que todavía
necesitan mejorar. La regulación ha jugado un papel importante en este proceso, en
la medida en que ha promovido y controlado la mayoría de los componentes de esa
política pública. También ha contribuido a mejorar la transparencia de estos servicios
y su escrutinio, creando una sociedad más exigente y una presión positiva para desa-
rrollar la eficiencia del sector. El objetivo de este capítulo es describir la experiencia
de Portugal en cuanto a la regulación institucional y los retos de la gobernabilidad de
los servicios de agua potable y saneamiento.
1 Presidente de la Autoridad Reguladora Portuguesa de Servicios de Agua y Residuos (ERSAR) entre 2003
y 2015.
Investigador-Coordinador del Laboratorio Nacional de Ingeniería Civil (LNEC) en Lisboa (Portugal).
Presidente del Consejo Estratégico de la Parceria Portuguesa para a Água (PPA).
Comisario de Portugal del 8.º Foro Mundial del Agua (Brasil, 2018).
Coordinador del Centro Internacional para el Agua de Lisboa (LIS-Water), con el apoyo de la Comisión Europea.
288 Libro blanco de la economía del agua
Sin embargo, existe una amplia gama entre precios mínimos y máximos en todo el
país, que está convergiendo cada vez más debido al papel del regulador. Los precios
cobrados por los servicios son superiores en los servicios privados en comparación
con los de los municipios. Esta diferencia se debe, entre otros factores, al hecho de
que los municipios no imputan todos los costes de la prestación de los servicios en
su contabilidad.
Este principio de recuperación de costes es perfectamente compatible con el cum-
plimiento de los derechos humanos básicos al agua potable y al saneamiento, si se
emplean los instrumentos adecuados y se hace un adecuado seguimiento del acceso
al servicio en todos los sentidos por parte de los consumidores.
Al mismo tiempo, se han introducido instrumentos fiscales que fomentan la con-
ducta deseable –por ejemplo, el uso racional del agua como un material primario o
como destino final– a través de una tasa de uso de recursos de agua.
292 Libro blanco de la economía del agua
mundo. Dicho centro está financiado por el programa H2020 de la Comisión Europea
y agrupa muchas entidades interesadas, entre ellas, la Universidad de Cranfield y la
IAE de la Université Paris1 Panthéon-Sorbonne.
los usuarios mediante la promoción de la calidad prestada por los servicios públicos
y la garantía de tarifas socialmente asequibles, así como un nivel de riesgo acepta-
ble. También se debe velar por la viabilidad económica y los intereses legítimos de
los servicios públicos, asegurando, en particular, una rentabilidad adecuada, pero no
excesiva, del capital invertido, independientemente de que su estatuto sea público
o privado, municipal o estatal. La regulación debe contribuir también a la aplicación
de la política pública definida por el Gobierno. En resumen, la lógica de la regulación
supone ayudar a garantizar la sostenibilidad global, que puede dividirse en tres as-
pectos. El aspecto social de los servicios, priorizando la protección del interés de los
usuarios a través del acceso al servicio, con una calidad adecuada y a un precio ra-
zonable. El aspecto económico de la infraestructura y de los recursos humanos para
la prestación de los servicios. Y, por último, el aspecto ambiental (uso eficiente de
los recursos naturales y la prevención de la contaminación frente al impacto de los
servicios en el agua, el aire y el suelo).
La independencia organizativa
Implica que la designación del órgano de dirección de la autoridad reguladora debe
hacerse entre personas de reconocido prestigio, independencia y competencia téc-
nica y profesional. Debe llevarse a cabo, por ejemplo, a través de la decisión co-
300 Libro blanco de la economía del agua
La independencia funcional
Supone que la autoridad reguladora debe ser independiente en el desempeño de
sus funciones, sin recibir instrucciones específicas del Gobierno, sin perjuicio de
su obligación jurídica en relación a las directrices estratégicas para los sectores,
en términos constitucionales y legales. La pérdida de independencia funcional de
la autoridad reguladora puede provenir de diversos orígenes y adoptar formas múl-
tiples (ya que el riesgo de captura puede tener su origen en el Gobierno, las em-
presas –estatales, municipales o mixtas– e incluso de los usuarios a través de sus
organizaciones). Las consecuencias de cualquier posible pérdida de independencia
de la autoridad reguladora, aunque sea temporal, son muy graves en cuanto a la
confianza que otras partes interesadas depositan en ella y esto penaliza, inevita-
blemente, su legitimidad y credibilidad normativas. No existen las dos últimas sin
una independencia efectiva de la autoridad reguladora y, por consiguiente, no hay
eficacia en la regulación.
La independencia financiera
Conlleva que la autoridad reguladora solo debe tener sus propios ingresos proce-
dentes de tasas aplicadas a los operadores de servicios públicos con respecto a su
actividad de regulación y, por lo tanto, no debe depender del presupuesto nacional
ni, por consiguiente, del Gobierno.
Los niveles de independencia mencionados deben complementarse con autono-
mía en cuestiones administrativas, en decisiones sobre los recursos humanos y los
términos de gestión presupuestaria, específicamente en lo que se refiere a la adop-
ción de decisiones sobre sus recursos humanos y sus proveedores de bienes y
servicios.
Experiencia de Portugal 301
La regulación estructural
Un primer ámbito dirigido genéricamente al sector en su conjunto, denominado regu-
lación estructural, implica una contribución para la mejor organización del mismo a
través de la clarificación de sus reglas de funcionamiento y legislación, la elaboración
y difusión regular de información y capacitación e innovación. La autoridad reguladora
no se centra en ningún prestador en particular, sino en el sector como un todo, ayu-
dando a crear la organización, normas y herramientas para su buen funcionamiento.
Por lo tanto, corresponde a una intervención regulatoria de carácter macro. Con este
tipo de enfoque, la autoridad reguladora fomenta la formulación de mejores políticas
públicas (orientadas a su racionalización y a la resolución de anomalías con respecto
a los servicios regulados), la organización del sector (promoviendo, por ejemplo, un
aumento en la eficiencia y eficacia de los servicios y la búsqueda de economías de
escala, alcance y proceso) y a la supervisión de la estrategia nacional adoptada para
esta área (por acompañar su implementación e informar regularmente sobre cualquier
evolución o limitación).
Con la asistencia prestada por la regulación de la legislación del sector, la auto-
ridad debe elaborar propuestas de nueva legislación o de modificación de la vigente
(por ejemplo en el nivel del marco jurídico que rige los sistemas, o en la legislación
técnica sobre los servicios en aquella que rige la regulación). En este sentido, ha de
contribuir a la clarificación de las reglas para la prestación de los servicios a través
de la legislación propuesta y la emisión de normas y recomendaciones. Igualmente,
ha de supervisar la aplicación de dicha normativa, así como evaluar su eficacia y la
necesidad de mejoras o reemplazos.
En el marco de su tarea de apoyo a la regulación sobre la información del sector,
el ente regulador divulga periódicamente información completa y accesible a todos
los actores (a través de la coordinación y realización de la recolección, auditoría, va-
lidación, procesamiento y divulgación de información sobre el sector y los servicios
respectivos), así como dispone de esa información y hace frente al posterior interés
público creciente. Colabora, así, en la consolidación de una cultura real de informa-
ción concisa y fiable que puede ser fácilmente interpretada por todos, extensible a
todos los servicios (independientemente de la forma de gestión adoptada para la
prestación de los mismos).
Con la prestación de asistencia por parte del regulador para el fortalecimiento de
capacidades del sector, la autoridad brinda apoyo técnico a las empresas a través
302 Libro blanco de la economía del agua
La regulación conductual
El segundo nivel de intervención recibe la designación de regulación conductual de
los operadores. Consiste en su control contractual y legal en todo el ciclo de vida, así
como en la regulación económica de la calidad de servicio, de la calidad del agua po-
table y de la interfaz de usuario. A diferencia de la regulación estructural del sector, la
autoridad se centra aquí en cada uno de los operadores que trabajan en este sector.
Por lo tanto, complementa al nivel anterior y supone una intervención regulatoria a
escala micro, multiplicada por el número de los servicios públicos regulados.
Con la regulación legal y contractual, el ente asegura la supervisión contractual
y legal de los operadores a lo largo de su ciclo de vida (específicamente a través del
análisis de la licitación y la contratación de procesos, modificaciones y finalización de
contratos, reconfiguraciones y fusiones de sistemas, que acompañan a la realización
de contratos e intervención, en caso necesario, en actividades de reconciliación entre
las partes). La regulación legal y contractual de comportamiento debe contribuir a
garantizar el interés público y la legalidad.
En el ámbito de la regulación económica de los servicios públicos, la autoridad
fomenta el control de precios para garantizar tarifas eficientes que sean socialmente
aceptables para los usuarios sin perjuicio de la necesaria sostenibilidad económica
y financiera de las operadores, dentro de un entorno de eficiencia y eficacia en la
prestación de su servicio. Esta responsabilidad también incluye la evaluación de las
inversiones que los operadores vayan a realizar. Al tratarse de un monopolio, los
precios tienden a ser superiores a los resultantes de los mercados competidores;
la obtención de otros más bajos que permitan la viabilidad económica y financiera
de las empresas y correspondan a un sistema más justo para los usuarios requiere
mayor intervención de la autoridad reguladora.
Con la regulación de calidad del servicio el ente garantiza supervisión de los
servicios proporcionados a los usuarios por parte de los prestadores, evalúa sus re-
sultados de forma individual y los compara entre ellos (mediante la aplicación de una
adecuada selección de indicadores de desempeño) con el fin de impulsar la eficacia
y eficiencia (lo que representa una mejora en sus niveles de servicio). Se trata de una
forma de regulación de actuaciones (que, además, es inseparable de la económica)
que limita aquellas permitidas a los operadores con respecto a la calidad del servicio
Experiencia de Portugal 303
Como resultado de esta política pública, los servicios de agua potable y sanea-
miento en Portugal son, en la actualidad, bastante adecuados, sobre todo si se com-
para con el escenario mundial. Portugal se ha convertido en un interesante estudio
de caso.
7. Bibliografía
Baptista JM. The Regulation of Water and Waste Services: An Integrated Approach
(model RITA-ERSAR). IWA Publishing, 2014.
Baptista J et al. Gestión de sistemas de saneamiento básico (16 volúmenes). Lisboa,
LNEC, 1995.
Pato J. História das políticas públicas de abastecimento e saneamento de águas em
Portugal (Série Estudos 2). Lisboa, ERSAR, 2011.
Pato J. História das políticas públicas de abastecimento e saneamento de águas em
Portugal-cronologia e depoimentos (Série Estudos 4), Lisboa, ERSAR, 2014.
Capítulo 22
Los servicios urbanos del agua en
el Derecho español: situación actual
y perspectivas de futuro
Estanislao Arana1
2 El 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas
reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable
limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.
Los servicios urbanos del agua en el Derecho español 311
3 El abastecimiento, por su parte, incluye las tareas de aducción (captación o alumbramiento de aguas,
su embalse y conducción por arterias o tuberías primarias, así como su tratamiento –«agua en alta»–)
y distribución (suministro de agua a los particulares o «agua en baja»). Analizando desde un punto de
vista todas las fases del ciclo urbano del agua, véase Blanquer (2005) y también Serrano (2017).
312 Libro blanco de la economía del agua
En el caso del servicio del agua, más importante incluso que el uso para la bebida
era el mantenimiento de condiciones de higiene y salubridad mínima para la población.
En la actualidad4, la Ley de Bases de Régimen Local de 1985, tras sucesivas mo-
dificaciones, se refiere a los servicios urbanos del agua en varios preceptos. Así, en
primer lugar, el Art. 25.2 b) establece que el municipio tendrá competencias propias
(en los términos de la legislación estatal y autonómica) en materia de abastecimiento
de agua potable a domicilio y evacuación y tratamiento de aguas residuales. Por su
parte, el Art. 26.1 a) señala que todos los municipios, independientemente de su
tamaño poblacional, tendrán que prestar, entre otros, el servicio de abastecimiento
domiciliario de agua potable y alcantarillado. Finalmente, el Art. 86.2 de este texto
normativo básico y esencial declara reservado a las Entidades Locales, entre otras, la
actividad o servicio esencial del abastecimiento domiciliario y depuración de aguas.
Evidentemente, tendremos que acudir al resto de legislación, estatal y autonómica,
encargada de la regulación del agua para conocer el alcance exacto de esta competen-
cia o reserva de actividad a favor del municipio. Sin embargo, aquí se encuentra la nota
esencial y más trascendente, la declaración de actividad de la titularidad de la Admi-
nistración municipal de los dos servicios más importantes que tienen que ver con el
ciclo urbano del agua: el abastecimiento domiciliario de agua potable y el saneamiento
de las aguas residuales. Al margen o, mejor, en paralelo, queda el régimen de la reu-
tilización de las aguas residuales una vez depuradas para otros usos, actividad cuyo
carácter local no es tan evidente como el del abastecimiento y el saneamiento.
Cuestión diferente, como más adelante se verá, es que este servicio público (o
alguna de las diferentes fases en que se divide) de titularidad municipal pueda ser
gestionado por municipios de manera individualizada o de forma asociada o manco-
munada. En muchas ocasiones, lo más operativo desde un punto de vista funcional y
económico es que el servicio público urbano del agua sea organizado por entidades
territorialmente superiores a los municipios (especialmente en aquellos de escasa
población). En este sentido, suele ser muy frecuente (e, incluso, recomendable) la
prestación del servicio por parte de mancomunidades de municipios y consorcios,
sin olvidar el importante papel que también pueden desempeñar las diputaciones
provinciales, especialmente en lo que se refiere a sus competencias de asistencia y
cooperación técnica, jurídica y económica a los pequeños municipios y la comarcas
en aquellos lugares donde existan. Estas entidades, a su vez, podrán encomendar la
4 Con anterioridad, el carácter de competencia municipal de este servicio público está expresa y literalmente
reconocido en la legislación española histórica de régimen local. Así, por ejemplo, en la Ley de Obras
Públicas de 13 de abril de 1877 (Art. 6.2), Ley de Aguas de 13 de junio de 1879 (Arts. 164 y ss.), el
Estatuto Municipal de 8 de marzo de 1924 (Art. 150.9) y la Ley de Régimen Local aprobada por Decreto
de 1955 (Art. 103 a).
Los servicios urbanos del agua en el Derecho español 313
servir. Por tanto, la Administración competente para cada una de las cuencas del
país (estatal o autonómica dependiendo del carácter inter o intracomunitario de la
cuenca en cuestión) tendrá, en primer lugar, que poner a disposición de los munici-
pios de nuestro país, mediante la oportuna y necesaria concesión demanial, el agua
suficiente como para poder llevar a cabo la prestación de los servicios urbanos del
agua. Es más, desde siempre, de entre los diferentes usos que puede tener el agua,
el del abastecimiento de agua potable es el preferente. Así lo establece, recogiendo
la tradición de la Ley de 1866, el vigente Art. 60.3 del Texto Refundido de la Ley de
Aguas de 2001, que tras reconocer que el Plan Hidrológico correspondiente deter-
minará los usos concretos del agua de la cuenca, señala que en caso de no fijación
de esa prelación, supletoriamente regirá un orden de usos en cuya primera posición
se encuentra el «abastecimiento de población, incluyendo en su dotación la necesa-
ria para industrias de poco consumo de agua situadas en los núcleos de población
y conectadas a la red municipal». También en el ámbito estatal, la Ley General de
Sanidad (Ley 14/1986, de 25 de abril) atribuye a los municipios la responsabilidad
mínima en relación con el control sanitario del abastecimiento de aguas (Art. 42.3),
competencia reforzada por las leyes sanitarias de las Comunidades Autónomas. Se
plantea, incluso, la atribución estatal para poder dictar una norma con rango de ley
de carácter básico que regulase los servicios urbanos del agua con carácter básico y
para todo el territorio español. La disparidad y heterogeneidad que se está producien-
do en la regulación de un servicio tan esencial e importante como este, hace que se
plantee esta posibilidad como una vía de igualación en derechos básicos a todos los
habitantes del país. Además, la falta de medios por parte de la Administración local
o, también, la negligencia de esta y de las propias Comunidades Autónomas ante el
ejercicio de responsabilidades y competencias en este ámbito provocan en muchas
ocasiones sanciones muy elevadas al Estado español por parte de la Unión Europea
ante incumplimientos de las obligaciones establecidas por el Derecho europeo. Esta
circunstancia, igualmente, abogaría a favor de una hipotética norma básica estatal en
este ámbito de los servicios urbanos del agua. Aunque personalmente entiendo que
esta opción sería jurídicamente posible, creo que la situación política actual no es la
más propicia para ello, no obstante su necesidad y conveniencia.
Por otra parte, otro de los problemas con que cuenta esta actividad en España es
la ausencia de unidades de gestión de un tamaño razonable que permitan economías
de escala que hagan la prestación del servicio más eficiente y razonable, especial-
mente, tratándose de unos servicios muy tecnificados y complejos en la actualidad5.
Las sucesivas reformas de la legislación local en España, especialmente la que tuvo
lugar con la Ley 27/2013, de 27 de diciembre, de Racionalización y Sostenibilidad
del Régimen Local, no han sido capaces de afrontar el problema de la planta local
y racionalizar, tal y como se ha hecho históricamente en otros países de la Unión
Europea, el número de municipios existentes en España. Ante esa imposibilidad, la
legislación local está tratando, sin éxito hasta la fecha, de fomentar la fusión volun-
taria de municipios y, lo que es más importante, la prestación de servicios públicos
desde esferas supramunicipales. Mientras que este modelo de gestión de servicios
públicos por entidades supramunicipales no se extienda (o, incluso, en algunos ca-
sos se imponga), la autonomía municipal en ámbitos como el de la gestión de los
servicios urbanos del agua generará problemas de heterogeneidad en su regulación
y dificultades técnicas que no favorecen la mejora en la prestación de estos servicios
a los ciudadanos.
Para corregir, en parte, esta situación se alzan voces que señalan la conveniencia
de crear en España una autoridad administrativa independiente que, entre otras com-
petencias, lleve a cabo una armonización económica, de estándares de servicio y de
control en los servicios urbanos del agua. Este es el modelo que, por ejemplo, han
implantado países como Italia, Portugal, Chile o Reino Unido.
Entre las competencias que se podrían atribuir a este hipotético ente regulador en
el sector del agua, se citan, por ejemplo: promover la competencia en la contratación
mediante informes vinculantes a los pliegos; fijar indicaciones de desempeño; esta-
blecer obligaciones y derechos de las partes y redactar los reglamentos del servicio;
homogeneizar la estructura de las tarifas a través de una metodología nacional para
el cálculo de las tarifas que iría acompañada de un órgano de control de su aplicación
y de medidas de fomento para su implantación y que frenase la actual heterogenei-
5 Sobre esta cuestión y sobre otras muy interesantes del sector del agua urbana, véase el Informe
elaborado en 2014 por PricewaterhouseCoopers S.L. (PwC, 2014).
316 Libro blanco de la economía del agua
6 La armonización de los criterios tarifarios parece una necesidad ineludible en nuestro país. Según un
estudio de FACUA (FACUA, 2016) en España (finales de 2015 en 28 ciudades españolas) encontramos
diferencias de hasta el 349 % en las tarifas de agua (ducharse en Alicante es tres veces más caro que en
Bilbao). Aunque dadas las diferencias orográficas, históricas y políticas, algunas disparidades en cuanto
a los precios del agua podrían estar justificadas (situación de las redes, dificultades para la obtención
del recurso, cánones autonómicos, etc.), una brecha tan amplia como esta parece poco razonable. Se
trata, probablemente, de las mayores divergencias tarifarias de Europa.
Los servicios urbanos del agua en el Derecho español 317
Régimen Local. Son formas de gestión directa las siguientes: gestión por la propia
Entidad Local; organismo autónomo local; entidad pública empresarial local, y socie-
dad mercantil local, cuyo capital social sea de titularidad pública.
Respecto a las formas de gestión indirecta, la Ley de Bases de Régimen Local re-
mite a lo establecido en la legislación de contratos del sector público para el contrato
de gestión de servicios públicos, aprobado por Real Decreto Legislativo 3/2011, de
14 de septiembre. El Artículo 277 de esta norma establece que la contratación de la
gestión de los servicios públicos podrá adoptar alguna de las siguientes modalida-
des: concesión (por la que el empresario gestionará el servicio a su propio riesgo y
ventura); gestión interesada (en cuya virtud la Administración y el empresario parti-
ciparán en los resultados de la explotación del servicio en la proporción que se esta-
blezca en el contrato); concierto con persona natural o jurídica que venga realizando
prestaciones análogas a las que constituyen el servicio público de que se trate, y
sociedad de economía mixta (en la que la Administración participe, por sí o por medio
de una entidad pública, en concurrencia con personas naturales o jurídicas).
De estas formas de gestión indirecta, realmente, en el ámbito de los servicios
urbanos del agua solo se utilizan la concesión y la sociedad de economía mixta. Ni la
gestión interesada ni el concierto son fórmulas habituales en este sector. Por lo que
a la gestión directa se refiere, se suelen utilizar cualquiera de las formas que relacio-
na la Ley de Bases de Régimen Local siendo, quizás, la gestión directa por la propia
Entidad Local y la sociedad mercantil, las más habituales. En el conjunto del Estado,
actualmente, la gestión pública y privada del agua se divide casi al 50 %7. Ahora bien,
¿tiene la Entidad Local plena discrecionalidad para elegir entre las modalidades de
gestión directa o indirecta o existen elementos reglados que limitan y condicionan el
ejercicio de esta potestad?
Para la Unión Europea, y aunque del contenido del llamado cuarto paquete de
Directivas de la contratación pública se deduzca una cierta preferencia por la colabo-
ración público-privada, el abastecimiento de agua es uno de los servicios de interés
económico general en los que no se ha realizado una armonización de normas sobre
el mercado interior dejando protagonismo y «libertad» a los Estados (aquí, Entidades
Locales) en su organización, financiación y evaluación8. Son, sin embargo, numero-
sos los documentos de la Unión Europea que han destacado la importancia de que
existan equilibrios entre lo público y lo privado en aras a la consecución de una mayor
vertebración social y un mejor crecimiento económico9.
7 Para analizar los datos actuales de reparto entre las diferentes formas de gestión de los servicios
urbanos del agua en España, consúltese Sanaú (2017).
8 Véase sobre esta cuestión, Perdigó (2017).
9 Puede entenderse por colaboración público-privada cualquier forma de cooperación entre las autoridades
públicas y el mundo empresarial, cuyo objetivo es garantizar la financiación, construcción, renovación,
gestión o el mantenimiento de una infraestructura o la prestación de un servicio. Son muchos y muy
interesantes los documentos «soft law» aprobados por la Comisión Europea y que aclaran conceptualmente
todos los aspectos de la contratación pública y la colaboración público-privada. Una referencia y análisis
de los mismos puede verse en Gimeno et al. (2017).
318 Libro blanco de la economía del agua
El párrafo final de este Artículo 85.2 A), referido, por tanto, a las formas de ges-
tión directa, refiere que
«Solo podrá hacerse uso de las formas previstas en las letras c) y d) [entidad
pública empresarial local y sociedad mercantil local de capital 100 % local]
cuando quede acreditado mediante memoria justificativa elaborada al efecto
que resultan más sostenibles y eficientes que las formas dispuestas en las
letras a) y b), [gestión por la propia Entidad Local y organismo autónomo local]
para lo que se deberán tener en cuenta los criterios de rentabilidad económica
y recuperación de la inversión. Además, deberá constar en el expediente la me-
moria justificativa del asesoramiento recibido que se elevará al Pleno para su
aprobación en donde se incluirán los informes sobre el coste del servicio, así
como, el apoyo técnico recibido, que deberán ser publicitados. A estos efectos,
se recabará informe del interventor local quien valorará la sostenibilidad finan-
ciera de las propuestas planteadas de conformidad con lo previsto en el Artículo
4 de la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y
Sostenibilidad Financiera».
Encontramos, por tanto, en este Artículo 85 algunos elementos reglados que con-
dicionan claramente la discrecionalidad de la Administración Local para la elección de
la forma de gestión de los servicios públicos. En primer lugar, es muy clara y directa
la limitación respecto a la selección de las formas de gestión directa. Solo cabe optar
por una entidad pública empresarial o una sociedad mercantil de capital totalmente
local cuando se acredite en una memoria justificativa y tras el oportuno informe del
interventor local, que dichas formas de gestión son más sostenibles y eficientes que
la gestión por la propia Entidad Local o por un organismo autónomo (esta última al-
ternativa, bastante rara en el caso de los servicios urbanos del agua). Sostenibilidad,
eficiencia, rentabilidad económica y recuperación de la inversión, serán los criterios
que se deberán tener en cuenta a la hora de elegir formas mercantiles o cuasi mer-
cantiles de carácter público.
No es tan claro este precepto en lo que a la adopción entre gestión directa o in-
directa se refiere. En este caso, como hemos visto, simplemente se dice de forma
muy general que los servicios públicos se gestionarán de la forma más eficiente y
sostenible posible. Genérica expresión que, sin embargo, puede tener un alcance
muy importante y condicionar claramente la decisión administrativa. A la hora, por
tanto, de elegir entre una forma de gestión directa o indirecta, la decisión de la
Administración estará limitada por los principios de sostenibilidad y eficiencia. Por
sostenibilidad hay que entender que la forma que se escoja tiene que responder a
Los servicios urbanos del agua en el Derecho español 319
10 Ya hay decisiones de Tribunales Superiores de Justicia que, aunque sobre otros sectores, contienen
pronunciamientos en este sentido. Así por ejemplo, las Sentencias del Tribunal Superior de Justicia de
Islas Baleares de 20 de junio de 2015, de 30 de junio de 2015, de 17 de junio de 2015 y de 7 de julio
de 2015 anulan la obligación impuesta por diversos municipios a empresas particulares (que producen
residuos no peligrosos en sus industrias y comercios) de adherirse obligatoriamente al servicio público
de recogida y tratamiento de residuos domésticos no peligrosos. La declaración de nulidad en todos
los casos se debe a que se ha omitido el informe en el que había de quedar justificada la eficiencia
económica y ambiental de la decisión, lo que viene requerido por la norma sectorial reguladora del
servicio en cuestión.
11 Consúltense, en este sentido, los trabajos de Ponce (Ponce 2016a; Ponce 2016b).
320 Libro blanco de la economía del agua
12 Se requerirán informes técnicos serios que avalen cuál es la mejor opción para cada municipio y
para cada tipo de servicio. En términos generales, por ejemplo, el Tribunal de Cuentas en su Informe
n.º 1010, de Fiscalización del Sector Público Local, ejercicio 2011, ha puesto de relieve que en el caso
de municipios correspondientes al tramo entre 5.001 y 20.000 habitantes, los datos han permitido
concluir que resulta más cara la prestación mediante contratación pública que mediante gestión directa.
Sin embargo, en otros tramos poblacionales la solución es la contraria. En cualquier caso, deberá
generalizarse una dinámica de análisis serios y rigurosos que avalen la decisión discrecional tomada
respecto a la concreta forma de gestión para los servicios urbanos del agua.
13 Con respecto a esta cuestión se pronuncia el Tribunal Constitucional Español en su Sentencia 84/2015,
al analizar la constitucionalidad de las formas de gestión indirecta en los servicios sanitarios públicos.
Los servicios urbanos del agua en el Derecho español 321
14 Los estudios sobre los servicios urbanos del agua acreditan que, efectivamente, en los lugares en que
los servicios urbanos del agua requieren una mayor tecnificación, la presencia del sector privado es
más intensa. Así, por ejemplo, la empresa privada tiene más protagonismo en aquellos municipios en
los que es peor la calidad del agua en origen y se aplican medios físicos y químicos más intensivos
para el tratamiento del agua. Igualmente existe –como lo pone de manifiesto, con referencia a otros
trabajos, Serrano (2017)– una mayor inclinación hacia la privatización en aquellos municipios de mayor
tamaño y en los que hay una mayor densidad de conexiones a la red.
322 Libro blanco de la economía del agua
privada creada para su gestión15. La inseguridad jurídica que pueden provocar estos
movimientos tiene consecuencias muy importantes y, desde luego, puede incidir
negativamente en uno de los más graves problemas que, con carácter general, tiene
el sector de los servicios urbanos del agua, me refiero a la necesaria inversión en
infraestructuras relacionadas con el agua.
Por tanto, el poder público, en primer lugar, debe dar seguridad jurídica y esta-
bilidad a las fórmulas de colaboración público-privada impidiendo aventuras que, en
algunos casos, rozan el carácter expropiatorio y que pueden disuadir a la iniciativa
privada de un sector muy necesitado de sus inversiones en un momento además en
el que la estabilidad presupuestaria y las limitaciones a las reglas de gasto constitu-
yen un presupuesto constitucional que impiden el aumento desproporcionado de la
deuda pública. Esta es una de las intenciones del nuevo paquete europeo de direc-
tivas en materia de contratación pública que ha regulado expresamente la cuestión
de las garantías para el cumplimiento de los plazos y condiciones pactadas en este
tipo de contratos con la consecuencia de exigencia de responsabilidad patrimonial
en caso contrario.
Ahora bien, en segundo lugar y como contrapunto a esta necesidad de estabilidad
regulatoria y de seguridad jurídica en la colaboración público-privada, es necesario
que el poder público ejerza con rigor el control y gobierno efectivo de los servicios
públicos, especialmente, cuando en su prestación participa la iniciativa privada16. En
efecto, gran parte del descrédito que tanto en España como en el resto del mundo ha
podido sufrir la hasta no hace tanto tiempo considerada fórmula ideal de gestión de
colaboración público-privada, tiene su origen en la falta de control y, en definitiva, de
gobierno efectivo de los servicios urbanos del agua por parte de su titular («dueño»),
la Administración pública. En muchas ocasiones la relación jurídica de colaboración
público-privada no ha estado bien definida inicialmente, en el momento de diseñar
la relación contractual. Pero, en segundo lugar, y sobre todo, no se han establecido
medidas concretas de control en la ejecución de estos contratos o, estando estable-
cidas, aquellas no se han hecho efectivas.
Aunque un servicio público se gestione de forma indirecta, la Administración pú-
blica titular se reserva los poderes de dirección y de control del mismo. Dispone para
ello de suficientes potestades y de instrumentos técnico-jurídicos para poder esta-
blecer y ejercer, de verdad, un control efectivo de la gestión del servicio cuando este
se lleve a cabo con cualquiera de las fórmulas de colaboración público-privada que
15 Son muchas y muy interesantes las cuestiones jurídicas que plantean las mal llamadas «remunicipa-
lizaciones» o «reinternalizaciones» de servicios públicos y a las que aquí no podemos hacer referencia
con más detalle. Para un análisis de las mismas, pueden verse, entre otros, dos números en que la
revista El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho ha tratado el tema dedicando, además,
especial atención a los servicios urbanos del agua. Se trata, concretamente, de los números 69 (2017)
y 58-59 (2016). Véanse, especialmente, Esteve (2017) y Tornos (2016).
16 El papel de la Administración como controladora y supervisora de sus servicios no ha sido especialmente
objeto de atención en nuestro sistema jurídico. La obra colectiva dirigida por Parejo (Parejo, 2017) trata,
precisamente, de suplir esta carencia.
Los servicios urbanos del agua en el Derecho español 323
17 Sobre las posibilidades y el detalle de estos instrumentos para el control de los servicios urbanos
del agua, pueden verse los trabajos de Gaya i Fuertes que pueden encontrarse en una página web
especializada en el mundo del agua (https://www.iagua.es/blogs/joan-gaya-fuertes).
324 Libro blanco de la economía del agua
ex ante del servicio, puede cumplir un importante papel la nueva Oficina Nacional de
Evaluación (prevista en la Disposición Adicional 36.ª del Texto Refundido de la Ley de
Contratos del Sector Público de 2011), que tiene como principal función la de analizar
la sostenibilidad financiera de los contratos de concesión de obra pública y de servi-
cios públicos. Con esta herramienta técnica que, además, se quiere potenciar en el
futuro, las entidades responsables de la gestión de los servicios urbanos del agua
van a poder contar con una inestimable ayuda a la hora, por ejemplo, de preparar los
pliegos contractuales que se quieran utilizar para la selección de la parte privada en
esta colaboración, al menos desde mi punto de vista, conveniente en la gestión de
los servicios urbanos del agua.
Además del Reglamento de Servicio y de los pliegos contractuales, en el caso
concreto de los servicios urbanos del agua, encontramos otros documentos funda-
mentales en lo que al control de la parte privada de esta colaboración se refiere: por
ejemplo, el Plan Director de Abastecimiento (en el que se formalizarán y analizarán
las infraestructuras del abastecimiento y saneamiento de un determinado municipio
o conjunto de municipios) y el resto de documentación de carácter financiero y eco-
nómico que sirvan para conocer la situación financiera del servicio con carácter previo
a su adjudicación, las condiciones económicas por las que se regirán las inversiones
que se realicen en el futuro y los costes del servicio (estudio económico financiero,
plan director de las actuaciones de inversión, etc.).
De la buena redacción y elaboración de estos documentos y de su conocimiento
por parte de los interesados y del público en general, dependerá el efectivo gobierno
y, por tanto, el control de un servicio público gestionado con alguna de las fórmulas
de colaboración público-privada existentes en nuestro sistema jurídico (concesión
administrativa, sociedad de economía mixta, etc.).
El problema, en muchas ocasiones, está en la falta de capacitación técnica y de
medios en muchos de los municipios de este país que, como advertíamos antes,
no constituyen unidades de gestión eficientes para servicios con un componente
técnico tan alto como los actuales servicios urbanos del agua. Para solucionar este
problema, se pueden buscar diversas alternativas tales como el otorgamiento de la
gestión a entidades supramunicipales con más capacidad técnica y económica, la
búsqueda de cooperación de las Diputaciones Provinciales o, incluso, la utilización de
una herramienta aún ignota en el ámbito de los servicios públicos el «responsable
del contrato».
El «responsable del contrato» es una persona ajena a la Administración titular del
servicio pero contratada por ella y que dado su especial conocimiento de una deter-
minada actividad, se encargaría de ayudar al poder público en la difícil tarea de vigilar
y velar por el cumplimiento efectivo de los términos del contrato de gestión de los
servicios urbanos del agua. Esta figura está regulada en el Artículo 52 del Texto Re-
fundido de la Ley de Contratos del Sector Público de 2011. Se trata de una institución
que hasta la fecha ha sido utilizada en el ámbito de los contratos de obras pero que
Los servicios urbanos del agua en el Derecho español 325
nada obsta, entiendo yo, a ser utilizada como herramienta propia de los contratos
de gestión de servicios públicos, dada la ya mencionada complejidad de algunos de
ellos (como los urbanos del agua). El responsable del contrato tendrá como función
la de supervisar la ejecución del mismo, adoptar las decisiones y dictar las instruccio-
nes necesarias con el fin de asegurar la correcta realización de la prestación pactada.
Dicha figura podrá ser una persona física o jurídica y sus funciones estarán fijadas en
los pliegos de condiciones administrativas y técnicas. La Administración responsable
del servicio, en el caso de no contar con suficientes medios personales y técnicos en
su organización y estructura, podría acudir a designar a una persona física o jurídica
experta en servicios urbanos del agua que velara por la correcta ejecución del contra-
to y, por tanto, actuara en representación de la Administración pública en la defensa
del interés público.
Pero el control del servicio urbano del agua en el caso de que se hubiera optado
por alguna de las fórmulas de colaboración público-privada no solo no debe centrarse
exclusivamente en la parte privada de la relación: también la parte pública tiene que
ser controlada más allá de su deber de garantizar seguridad jurídica y estabilidad en
el sistema, tal y como he señalado anteriormente. Asimismo, normativamente, se
podrían establecer medidas y obligaciones concretas que terminen con la sensación
de falta de gobierno y control efectivo de los servicios urbanos del agua y que han
generado la deslegitimación de las fórmulas de colaboración público-privada en este
ámbito. Por ejemplo, para el caso concreto de los servicios urbanos del agua, se
podrían establecer medidas normativas que acabasen con la práctica de convertir a
los concesionarios de este servicio en financiadores de diversas y diferentes activida-
des y necesidades de la Administración local de turno. Especialmente paradigmático
y grave resulta el caso de la utilización de los cánones concesionales para fines
diferentes y ajenos a los servicios relacionados con el agua. Esta ha sido y es una
práctica cotidiana en los ayuntamientos de nuestro país; práctica que ha bordeado
la legalidad pero que, sobre todo, ha distorsionado la gestión de un servicio con
una enorme trascendencia social y que sufre algunos problemas estructurales (entre
otras razones, también por esta).
Además de que se discute de si la contraprestación por los servicios urbanos
del agua es cuantitativamente la adecuada en España18, el grave problema que pa-
decemos es la falta de inversión en las infraestructuras urbanas del agua. Por otra
18 El precio del agua en España está por debajo de la media en Europa. Se sigue sin cobrar en el sur
de Europa el precio real del agua. En España, a pesar de nuestra geografía y climatología, pagamos
un tercio de lo que paga un danés por el agua. La factura del agua en España supone el 0,9 % del
presupuesto familiar, estando muy por debajo del 3 % que señala la ONU como cifra límite de asequi-
bilidad del derecho humano al agua. Según un reciente estudio de Arbués (Arbués, 2017), el agua en
España es significativamente más barata que en la mayor parte de los países europeos, a diferencia,
por ejemplo, de servicios como la electricidad y el gas en los que las familias españolas sí tienen que
hacer un mayor esfuerzo en renta para pagarlos. Sanaú (2017) realiza un análisis detallado de qué es
lo que se paga en el recibo del agua en España, siendo especialmente interesante el dato que resulta
de este trabajo según el cual en las ciudades con gestión indirecta de los servicios urbanos del agua
se adoptan tarifas que en mayor medida que en los casos de gestión directa premian el ahorro del
326 Libro blanco de la economía del agua
parte, pese a que, en muchas ocasiones, se cobra todavía un precio político por el
agua incumpliendo, entre otras normas, el principio de recuperación de costes de la
Directiva marco del agua, los ingresos que genera este servicio público (por ejemplo
los cánones concesionales) no tienen afectación de destino y no se dedican a lo que
deberían, esencialmente a todo lo que tenga que ver con las infraestructuras urbanas
del agua19. Este déficit de infraestructuras es una de las grandes amenazas de los
servicios urbanos en el agua. Mientras que en Europa tienen más peso las inversio-
nes que los gastos operativos, en nuestro país sucede lo contrario, la contrapresta-
ción que pagan los usuarios por los servicios del agua no cubre en muchas ocasiones
los costes reales del servicio y, además, no hay inversión adicional en infraestructu-
ras que garanticen un mínimo de calidad y seguridad de las mismas a medio plazo20.
4. Conclusión
Desde un punto de vista propositivo, entiendo que el futuro de la, bajo mi punto
de vista, necesaria colaboración público-privada en el sector de los servicios urbanos
del agua tiene que partir de una redefinición de los papeles público y privado en dicha
relación. Es necesario encontrar un nuevo equilibrio entre los privilegios propios del
poder público y las garantías necesarias para la iniciativa privada que permita volver
a colocar estas fórmulas de gestión como las más convenientes para la satisfacción
recurso agua y, en segundo lugar, se adoptan más medidas para favorecer a las familias vulnerables
económicamente hablando.
19 Esta ha sido, bajo mi punto de vista, una de las peores prácticas que ha tenido lugar con un mal
entendimiento de la colaboración público-privada en nuestro país. Muchos ayuntamientos han utilizado
a los concesionarios de servicios públicos como entidades financieras (especialmente a los de agua),
ampliando el plazo de concesiones (y limitando la sana competencia por el mercado) a cambio de una
financiación para, en el mejor de los casos, gastos generales del municipio. Esto debe limitarse en
el futuro como un ejemplo más de esa necesaria redefinición de los papeles público y privado en la
gestión de los servicios urbanos del agua.
20 No puedo entrar en este trabajo en el interminable problema de la determinación de la naturaleza jurídica
de la contraprestación de los servicios del agua. En esta confusión se dan la mano medidas legales,
reformas, contrarreformas e interpretaciones judiciales y administrativas que no terminan de aclarar si
la naturaleza de este tipo de contraprestaciones es tributaria (tasa) o tiene un carácter de precio privado
(tarifa). Bajo mi punto de vista, la confusión de poderes es ya total, el judicial corrige al legislativo
creando directamente una norma y el ejecutivo corrige al judicial estableciendo una interpretación
contraria a la que acaba de realizar en un caso el Tribunal Supremo. La cuestión es grave y no cabe
más que pedir que, de forma clara y contundente, se aclare legalmente esta cuestión. Como ejemplos
de esta confusión que señalo, véanse las Sentencias del Tribunal Supremo de 23 noviembre 2015
(recurso de casación 4091/2013) y de 28 de septiembre de 2015 (recurso de casación 2042/2013)
y la Resolución de la Dirección General de Tributos firmada el 8 de abril de 2016. Sobre este tema
véase el reciente trabajo de Villar Rojas (Villar, 2017).
Los servicios urbanos del agua en el Derecho español 327
del interés público que hay detrás de este esencial y básico servicio, que no es más
que la materialización de un Derecho Humano.
Los mundos público y privado no pueden ser antagonistas y no puede parecer
que están enfrentados. Es necesario buscar fórmulas de complementariedad que
permitan hacer que cada parte haga lo que realmente sabe, evitando la confusión
de papeles y de responsabilidades que distorsionan la realidad y generan prejuicios
hacia las fórmulas de colaboración público-privada que, en puridad, no pretenden
más que contar con lo mejor de los dos modelos: la eficiencia del sector privado y el
ejercicio de prerrogativas públicas con la consecuente salvaguarda de los intereses
generales por parte de los poderes públicos.
En el efectivo y real gobierno de los servicios por parte de la Administración pú-
blica y en la aportación de inversión y conocimiento técnico por parte de la iniciativa
privada, se encuentra el necesario punto de equilibrio entre lo público y lo privado en
la gestión de los servicios urbanos del agua.
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328 Libro blanco de la economía del agua
Para innovar al creciente ritmo que marca el mercado es necesario, según Sal-
merin, colaborar con terceros. No sabemos con quién tendremos que competir en un
futuro próximo. El ecosistema cambia constantemente, lo que nos obliga a actualizar
de una forma dinámica nuestras conexiones, y a buscar socios en otras partes. La
innovación abierta actual requiere de nuevas metodologías, siendo las de prototipado
rápido las más idóneas en los entornos cambiantes en que se mueven las compañías.
La velocidad de la innovación, tanto en su desarrollo como en su difusión, es
más alta que nunca. Muchas de las disrupciones tecnológicas presentes hoy día
no existían hace escasos años (Airbnb, BlaBlaCar, Uber, Cabify, Alibaba, Siri, Alexa
y Echo de Amazon, Google Assistant…); como tampoco lo estaban las plataformas
de inteligencia artificial para el diseño y el desarrollo de asistentes virtuales (como
Kik, Slack, Telegram o Snapchat) que actualmente forman parte de la vida diaria de
millones de personas y miles de empresas.
Los vehículos autónomos o conectados también son una novedad y se pueden
convertir en poco tiempo en una realidad generalizada en las calles, carreteras y
autopistas de cualquier país del mundo.
La robótica tradicional y moderna (los robots humanoides) y la cobótica (como
nueva disciplina de la robótica) creadora y desarrolladora de los robots colaborativos
(cobots), que cooperan con los empleados, están cambiando las plantas y cadenas
de producción de las fábricas, de los hoteles o de los grandes almacenes. Los robots
se están desplegando y, día a día, van penetrando no solo en los procesos indus-
triales sino en la hostelería, el turismo, los hospitales o los parques de atracciones.
Los robots virtuales o asistentes virtuales (programas de software basados en
inteligencia artificial que mediante algoritmos y grandes bases de datos de cono-
cimiento son capaces de emular conversaciones con los humanos) ya no solo se
utilizan en los teléfonos y tabletas inteligentes como asistentes de sus propietarios,
sino que, sobre todo, comienzan a ser empleados en las empresas como medios de
comunicación (como es el caso, cada día más frecuente, de la sustitución de los em-
pleados de los call centers y departamentos de marketing, al menos en la atención
primaria con la empresa).
2. La innovación colaborativa
La experiencia de cliente, la economía colaborativa, la analítica de grandes volúme-
nes de datos (big data), la evaluación de activos y la visualización de datos en forma
de resultados e informes, requieren nuevas formas de colaboración (sobre todo, si
se tiene en cuenta la velocidad a la que la innovación y la disrupción se están des-
plegando y produciendo).
Las colaboraciones dan origen a modelos de negocio completamente nuevos,
como pueden ser las empresas de car sharing (compartir el vehículo). La experien-
cia de cliente (CX) se ha convertido en una estrategia que cualquier empresa ha de
conseguir. Cada vez que un consumidor compra un producto o contrata un servicio,
adquiere o tiene una experiencia. Los clientes ya comparan sus experiencias y de-
sean experimentar en un hotel o en un banco la misma sensación de innovación que
obtienen cuando comprar en comercios o tiendas de Internet (como Amazon, Alibaba,
Mediamarkt o El Corte Inglés).
Está naciendo una nueva forma de innovar mediante la cooperación. Las empre-
sas (y no solo los usuarios) comienzan a trabajar con otras para explorar espacios
comunes de colaboración.
La innovación colaborativa o la co-innovación viene a reflejar la cooperación den-
tro de la sociedad como una tendencia natural entre ciudadanos y empresas. La
colaboración ha sufrido una auténtica transformación merced al auge de la economía
colaborativa impulsada en el contexto actual, en el cual los ciudadanos han compren-
dido los beneficios y las ventajas de compartir recursos y propiedades (como la casa,
el coche, los enseres domésticos, los muebles, la ropa o los dispositivos usados).
3. Innovaciones urbanas
El Consejo para la Agenda Global del Foro Económico Mundial (WEF) sobre el futuro
de las ciudades publicó un informe (WEF, 2015) que destacaba los casos de urbes
del planeta que buscan soluciones creativas para una serie de problemas (innovacio-
nes urbanas). Este trabajo describe la cuarta revolución industrial como una creación
de una red global de ciudades inteligentes (cita de modo especial a Medellín como
la ciudad de referencia a nivel mundial en sostenibilidad e innovaciones urbanas).
Algunas de las soluciones creativas recogidas son: un espacio digitalmente repro-
gramable; Waternet; la adopción de un árbol a través de redes sociales; la próxima
generación de movilidad; el empleo de cogeneración, cocalefacción y corefrigeración;
una movilidad bajo demanda, y postes inteligentes.
Cabe resaltar, por su aplicación al sector del agua, el ejemplo de Waternet.
Define una nueva modalidad de Internet denominada «Internet de las tuberías» que
Los retos de innovar e internacionalizar actividad. El rol de la transformación digital 335
4. La transformación digital
Actualmente casi todas las empresas están digitalizadas en mayor o menor medida.
Utilizan correo electrónico y cuentan con un sitio web con diferentes páginas para sus
distintos departamentos (en el caso de grandes empresas) así como con blogs (para
sus empleados o sus líneas de negocio) y cuentas en redes sociales (en las más
implantadas como Facebook, Twitter, LinkedIn, Instagram…); también contabilizan
sus facturas y presupuestos mediante herramientas informáticas, etc. Sin embargo,
no todas utilizan herramientas de gestión empresarial (tales como CRM, SCM o ERP)
ni todas las empresas que se han digitalizado se pueden considerar empresas digi-
tales, ya que esta característica implica el ajuste a una serie de normas de obligado
cumplimiento.
La digitalización de la empresa requiere de una transformación digital que obliga-
rá a la misma a una gran reorganización y, sobre todo, a concienciarse de la necesi-
dad de digitalizarse y transformarse digitalmente. Los principios fundamentales de
una empresa digital y el proceso de transformación digital tanto para las empresas
tradicionales como para las industriales que conformarán la Industria 4.0 serán te-
mas a los cuales las organizaciones deberán darles prioridad en sus estrategias de
negocio.
La empresa digital ha dado lugar a un nuevo modelo de economía (economía
digital) que, a su vez, se ha sustentado en otros tipos de economías (como es el
caso de la economía colaborativa) y en nuevos modelos de innovación: cocreación,
crowdsourcing, crowdfunding…
La opinión más extendida en la actualidad es que en el futuro inmediato solo
habrá empresas digitales, por lo que la transformación digital ya no es una opción,
sino una necesidad. Recordemos que, como señalan los grandes expertos en trans-
formación digital, una compañía no es digital solamente por disponer de una página
web, estar conectada a varias redes sociales y usar de modo frecuente los sistemas
de mensajería instantánea (y naturalmente el correo electrónico). La empresa digital
requiere una concienciación digital de toda la organización, y la puesta en marcha y
el desarrollo de estrategias y de tendencias digitales generalistas, además de las
específicas de su negocio.
La transformación digital (DX, Digital Transformation) recibe su denominación
por el cambio que se ha producido en la naturaleza de productos y servicios de las
empresas tradicionales.
336 Libro blanco de la economía del agua
puestas
Pro
Planificación Sistemas
informática ciberfísicos
Información Automatización
digital Drones
ta
Predicción de
la demanda F acili dore Vehículos
s
8. BIBLIOGRAFÍA
Alcaide JC, Hernández R. Experiencia de cliente. Cómo diferenciarse en la era digital.
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Capítulo 24
Agua, nuevas tecnologías y «ciudades
inteligentes». La gestión inteligente
del agua en la Industria 4.0
Luis Joyanes1, Juan Manuel Lombardo2, Francisco Lombardo González3
El Informe de Riesgos Globales 2016 (WEF, 2017) del Foro Económico Mundial iden-
tifica las crisis del agua como el mayor riesgo al que se enfrentará el mundo en las
próximas décadas. Según este informe, las inundaciones ocurren cada vez con más
frecuencia y causan mayores daños en áreas urbanas. A su vez, la escasez de agua
supone una preocupación creciente. «Una de cada cuatro ciudades ya está estresada
por el agua, y el cambio climático y la urbanización aumentarán el riesgo de escasez
de agua en las cuencas periurbanas», señala el informe de 2016 de Climate-KIC
(Hattum et al., 2016) en el que se ofrece una hoja de ruta a las ciudades para su
transformación en ciudades inteligentes del agua.
La difusión y despliegue del Internet de las cosas unido al desarrollo de las tec-
nologías y analíticas de big data para recopilar, almacenar, procesar, analizar datos y
visualizar los resultados para permitir la toma de decisiones eficaces ha contribuido
a acelerar la construcción de las ciudades inteligentes y sostenibles del futuro.
A medida que el Internet de las cosas (IoT) se va extendiendo, la UIT (Unión
Internacional de Telecomunicaciones, ITU) está acelerando sus contribuciones ex-
clusivas para construir las ciudades inteligentes y sostenibles del mañana. Dado
que se prevé que, en 2050, el 70 % de la población mundial vivirá en ciudades, la
urbanización sostenible se ha convertido en una prioridad política para las adminis-
traciones de todo el mundo. En este terreno, las tecnologías de la información y
la comunicación (TIC) tienen un cometido fundamental que desempeñar para incre-
mentar la eficiencia en todos los sectores industriales y permitir innovaciones tales
1 Presidente de la Fundación I+D del software libre (Fidesol). Catedrático de Lenguajes y Sistemas Infor-
máticos. Universidad Pontificia de Salamanca.
2 Director General de la Fundación I+D del Software Libre (Fidesol). Profesor de la ESCO y de UNIR.
3 Abogado y economista.
344 Libro blanco de la economía del agua
2. Industria 4.0
El término Industria 4.0, cuya denominación y significado se acuñó en 2011 como ini-
ciativa de empresas industriales de Alemania para describir la digitalización y proce-
sos industriales mediante la interconexión del IoT, oficialmente se lanzó en 2013 ya
como una iniciativa conjunta del Gobierno Alemán y Empresas Alemanas. El término
Agua, nuevas tecnologías y «ciudades inteligentes» 345
Complejidad
2.ª Revolución industrial
basada en la producción
en masa gracias a la
Primer telar mecánico introducción de la energía
1784 eléctrica y del concepto
de división del trabajo
nuevas tecnologías que, unidas todas ellas, constituyen un nuevo ecosistema digital
que denominaremos el ecosistema de la industria 4.0 (de gran impacto en la industria
actual y futura del agua) y que reseñaremos brevemente en los siguientes apartados.
Geolocalización
Aunque esta tecnología ya lleva en acción varios años, su aplicación en las redes
modernas 4G y futuras 5G, unida a las tendencias tecnológicas de realidad virtual y
realidad aumentada, junto con los ya desplegados asistentes virtuales, supondrá un
cambio social en este sector de dimensiones inimaginables.
Drones
Un dron (término aceptado por la Real Academia Española, RAE) se define como una
«aeronave no tripulada». Las aplicaciones de los drones son hoy muy numerosas y,
especialmente, en el sector del agua, en la agricultura, en la vigilancia aérea, en los
transportes, en el control de la seguridad, de los desastres naturales, de incendios,
desbordamiento de ríos, inundaciones, etc.
Gamificación
«Gamification» o «ludificación»6 se refiere a la aplicación de dinámicas y mecánicas
de juego a ambientes no lúdicos con el fin de lograr un determinado objetivo. La ga-
mificación supone llevar la teoría y el diseño de los juegos a las aplicaciones para
hacerlas más atractivas y adictivas. La teoría de juegos es un área de las matemáti-
cas que estudia diferentes modelos en el comportamiento estratégico de jugadores.
6 La Fundación Fundéu BBVA, que tiene el apoyo de la RAE, opta por el término «ludificación» para traducir
el término «gamification» en lugar de «gamificación» (justifica su propuesta en: http://www.fundeu.es/
recomendaciones-L-ludificacion-mejor-que-gamificacion-como-traduccion-de-gamification-1390.html).
Las razones se basan en que los derivados de «juego» se forman a partir de la raíz latina ludus (lúdico,
ludoteca, ludópata).
350 Libro blanco de la economía del agua
7 Traducción recomendada por la Fundación Fundéu BBVA (Fundación del Español Urgente, www.fundeu.
es). http://www.fundeu.es/recomendacion/tecnologia-ponible-mejor-que-wearable-technology
Agua, nuevas tecnologías y «ciudades inteligentes» 351
Una red de objetos físicos que contienen tecnología embebida para comunicar y
medir o interactuar con sus estados internos o el ambiente exterior8.
8 http://www.gartner.com/it-glossary/internet-of-things
352 Libro blanco de la economía del agua
capas de plástico, material fundido u otros materiales, hasta crear un objeto físico
totalmente formado e incluso (ya es posible) con partes móviles. Estas impresoras
se pueden programar para crear una variedad infinita de productos.
9 También se les suele conocer en algunos ámbitos académicos e industriales, como «robots humanoides».
354 Libro blanco de la economía del agua
dores. Con el gemelo digital el fabricante podrá, además, prever muchas disfunciones
antes de sacar el producto al mercado.
El programa guarda datos sobre cada componente de la línea de producción y
almacena información sobre la siguiente fase o componente. Cuando se detecta una
anomalía inminente, el sistema activa un gemelo digital que actúa en lugar de su con-
traparte física; de este modo, selecciona la máquina disponible para su reemplazo
(identificando, por ejemplo, un código QR) y permite al componente anterior adaptar-
se para continuar el proceso. Los gemelos digitales facilitan a los productores actuali-
zar o realizar cambios en sus líneas de producción sin una revisión global del sistema
porque el software recuerda los cambios realizados en cada etapa de la cadena.
10 Yuval Noah Harari en El Confidencial. Entrevista de Esteban Hernández, 14 de octubre, 2016 [en línea].
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-10-14/harari-poder-control-algoritmo-elite-
salud_1274660/
358 Libro blanco de la economía del agua
prestados, tanto para los organismos públicos como para las empresas, con el obje-
tivo de conseguir una ciudad más sostenible tanto económica como ambientalmente.
Los sensores inteligentes están repartidos por todas las ciudades y proporcionan
información a las administraciones públicas o directamente al ciudadano a través
de tecnologías IoT (WiFi, movilidad, etc.). La Unión Internacional de Telecomunicacio-
nes11 define una ciudad inteligente y sostenible como:
Ciudad Inteligente (Smart City) es la visión holística de una ciudad que aplica
las TIC para la mejora de la calidad de vida y la accesibilidad de sus habitantes,
y asegura un desarrollo sostenible económico, social y ambiental en mejora
permanente. Una ciudad inteligente permite a los ciudadanos interactuar con
ella de forma multidisciplinar y se adapta en tiempo real a sus necesidades,
de forma eficiente en calidad y costes, ofreciendo datos abiertos, soluciones y
servicios orientados a los ciudadanos como personas, para resolver los efectos
del crecimiento de las ciudades, en ámbitos públicos y privados, a través de la
integración innovadora de infraestructuras con sistemas de gestión inteligente.
[…] aquella ciudad que marca sus prioridades a través de una estrategia inteli-
gente, resultado de un ejercicio de reflexión, en el que sus principales agentes
sociales y económicos determinan un modelo de ciudad hacia el que quieren
evolucionar y definen y priorizan las iniciativas que permitirán alcanzar dicho
modelo. Dichas iniciativas tienen como pilar básico el uso de las Tecnologías
de la Información y la Comunicación (TIC), que permiten optimizar la gestión de
las infraestructuras y los servicios urbanos, así como los servicios prestados
al ciudadano, todo ello con el objetivo de un desarrollo sostenible, inteligente e
integrador.
recursos TIC, para construir un sistema de gestión del agua que aproveche los ecosis-
temas acuáticos sin poner en peligro la sostenibilidad social, económica y medioam-
biental. Las TIC desempeñan un papel fundamental en la gestión inteligente del agua
ya que aumentan la eficiencia, la distribución, gestión y asignación del agua.
Desde el punto de vista de las TIC, la gestión inteligente del agua se puede per-
cibir como un conjunto de tecnologías, servicios, infraestructuras y comunicaciones
que permiten la cohesión de la gestión del agua en todos sus aspectos.
El informe técnico del Grupo temático del UIT-T (Unión Internacional de Telecomu-
nicaciones, ITU) sobre la gestión inteligente del agua en las ciudades (Gemma et al.,
2014) proporciona a las instancias decisorias una visión global de las principales
consideraciones técnicas pertinentes para el diseño y la implementación eficaces
de sistemas de gestión inteligente del agua en el contexto urbano. Este documento
destaca la forma en que las TIC permiten el funcionamiento de un sistema integrado
de gestión del agua que utiliza las infraestructuras existentes en la medida de lo
posible, al tiempo que prepara el terreno para las futuras innovaciones. Las tecno-
logías en las que se basa un sistema de gestión inteligente del agua han de poder
realizar las tareas siguientes (Ahmed, 2016)12:
1. Gestión de las partes interesadas. Implica ofrecer a todas las partes interesadas
información detallada acerca de su comportamiento con respecto a la utilización
del agua a fin de realizar una utilización inteligente del agua orientada al con-
sumo, que reduzca los costes al mínimo e incremente al máximo la eficiencia
medioambiental y económica.
2. Contaminación y control de calidad del agua. Supone establecer protecciones
contra la contaminación, pruebas de calidad y control de las aguas residuales.
3. Vigilancia para la prevención y detección de emergencias. Para evitar las inun-
daciones y otras catástrofes relacionadas con el agua, y tener la capacidad de
reaccionar a dichas catástrofes lo más rápido posible.
4. Gestión económica y financiera. Conlleva gestionar los precios, impuestos y sis-
temas de facturación pertinentes para la utilización del agua.
5. Gestión de la información. Gestiona el acceso a datos de fuentes múltiples en
tiempo real enfocado a la computación en la nube.
6. Distribución inteligente del agua. Considera contar con sistemas avanzados de
gestión de la información (entre ellos innovaciones tales como las tuberías inte-
ligentes o la geolocalización de recursos) que ofrezcan información acerca del
estado de la red hidrográfica y faciliten la adopción de decisiones y las medidas
correspondientes de la forma más rápida y controlada, asignando los recursos
donde se necesiten y ahorrando recursos siempre que sea posible.
Las TIC aplicables a la gestión inteligente del agua (según la UIT), así como algu-
na de las áreas en las que las gestiones del agua pueden beneficiarse de ellas, se
muestran en la Figura 24.2.
Contaminación y control de la calidad del agua por Sistemas de apoyo a las decisiones
espectrofotometría ultravioleta-visible
• Herramientas de inteligencia empresarial
• Sensores de fibra óptica
• Inteligencia artificial
• Detección electroquímica
• Análisis de grandes volúmenes de datos
• Espectrometría de masas
• Modelos hidrológicos
• Sistemas de conocimientos de procesos
• Sensores de ondas electromagnéticas
prescindible para construir un sistema integrado de gestión inteligente del agua con
la implicación de todas las partes interesadas responsables de su funcionamiento.
Un sistema digital de gestión inteligente del agua y seguimiento del consumo
deberá permitir, al menos lo siguiente:
1. La detección y prevención de fugas de agua y el control de la válvula de cierre.
2. La elaboración de informes detallados de consumo diarios, semanales, mensua-
les y anuales.
3. La detección y control de episodios de congelación para evitar daños en las
tuberías.
4. La disponibilidad de sensores de presión para mantener la presión de agua reco-
mendada.
5. La administración del consumo de agua dentro de los hogares de los usuarios
midiendo y proporcionando informes inteligentes del agua.
Las tecnologías inteligentes del agua (ITU, 2011) son esenciales para gestionar
efectiva y eficientemente los recursos hídricos, así como su distribución y consumo.
Con las TIC, los trabajos de medición, supervisión, cómputo y control de los recursos
hídricos se pueden efectuar por un coste inferior y con mayor precisión. La telede-
tección por satélite, la computación en la nube, la web semántica de sensores y los
sistemas de información geográfica (GIS), entre otros, son ejemplos comunes de las
tecnologías establecidas que proporcionan actualmente información sobre la utiliza-
ción del agua en tiempo real.
Las herramientas TIC han permitido compilar datos geográficos digitales de alta
resolución por medio de la teledetección. Esos datos geográficos digitales se pueden
utilizar para crear modelos topográficos; por otra parte, la fotografía y la videografía
digitales permiten almacenar y consultar grandes volúmenes de información de fon-
do. Esa información es, obviamente, útil para los poderes públicos.
Las técnicas TIC avanzadas que utilizan tecnologías láser pueden, incluso, captu-
rar datos de caudal desde una orilla del río sin necesidad de caudalímetro. Las tecno-
logías de medición inteligentes facilitan a personas físicas, empresas y compañías
de agua información sobre la utilización y la demanda de agua, que estas utilizan
para fundamentar sus decisiones.
Los sistemas inteligentes de medición del agua pueden medir el consumo en
tiempo real, así como la extracción para la irrigación, y pueden comunicar automá-
ticamente esa información a efectos de supervisión y facturación. Combinando la
medición inteligente del agua y la banca móvil se puede obtener una circulación de
fondos e información transparente y segura entre el consumidor y el proveedor del
servicio de agua. De este modo se reducen los costes de transacción de los pagos
del agua, así como los costes administrativos, lo que aumenta en consecuencia los
ingresos para los servicios del agua.
366 Libro blanco de la economía del agua
El resultado más destacado del proyecto ha sido, por tanto, la creación de una
plataforma web abierta capaz de mostrar y gestionar toda la cadena de distribución
del agua de manera integral haciendo uso de estándares abiertos. Big data, IA e IoT
(sensores) pueden ayudar a convertir el agua en un recurso inteligente y conectado
que puede monitorizarse de forma precisa en tiempo real (pudiéndose utilizar, por
tanto, estas herramientas para optimizar la gestión y distribución de los recursos
hídricos del planeta).
Se han realizado dos pilotos de WatERP: el primero por la Agencia Catalana del
Agua; el segundo, por Stadtwerko Karlsruhe (SWKA). El proyecto WatERP demuestra
el potencial de las herramientas TIC aplicadas a la gestión integral de los recursos,
una de las apuestas de las ciudades inteligentes y verdes, que abogan por modelos
sostenibles y eficaces, capaces de responder tanto a las necesidades de optimizar
sus recursos como a su compromiso con la gestión ambiental responsable.
12. Conclusiones
El informe técnico sobre gestión inteligente del agua en las ciudades realizado por
la UIT (Gemma et al., 2014) concluye que las tecnologías de automatización y los
sistemas informatizados «inteligentes» no pueden garantizar por sí mismos una ges-
tión inteligente del agua. Estas innovaciones son elementos valiosos del proceso de
gestión del agua, pero sus beneficios colectivos son mucho mayores si se instalan
y gestionan como parte de un sistema integrado y global de gestión inteligente del
agua. El desafío actual consiste en facilitar la integración de los componentes de los
Agua, nuevas tecnologías y «ciudades inteligentes» 369
sistemas de gestión del agua que hasta ahora eran independientes. El objetivo de
la gestión inteligente del agua es ofrecer un mecanismo de toma de decisiones que
sea común a todas las partes interesadas en la gestión del agua, y las TIC deberían
considerarse herramientas necesarias para conseguirlo.
Las TIC pueden reportar enormes beneficios a las autoridades del agua en la
cartografía y supervisión de recursos hídricos naturales, así como en el pronóstico
de la corriente de los ríos y dando una alarma anticipada en caso de emergencia
relacionada con el agua, como, por ejemplo, para las inundaciones.
En particular, las tecnologías de medición inteligentes jugarán un importante pa-
pel en la medición en tiempo real del consumo de agua, identificando fugas a nivel
del consumidor y concienciando más a los consumidores sobre el consumo respon-
sable de agua.
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Capítulo 25
La expansión internacional de las
empresas españolas en las actividades
del ciclo integral del agua en las últimas
dos décadas
Alfredo Arahuetes1
1. Introducción
Las empresas españolas han desplegado una destacada expansión internacional en
algo más de dos décadas recorriendo una trayectoria en tres claras etapas (véase la
Figura 25.1). El proceso comenzó en la década de los noventa, época en la que las
inversiones españolas se dirigieron, de forma muy destacada, hacia América Latina.
La relevancia cuantitativa del fenómeno y la fuerte especialización regional eclipsó
la inversión extranjera directa (IED) que se estaba realizando de manera simultánea
en los países de la Unión Europea-15 y, en segundo término, en Estados Unidos y
algunos países del norte de África. Esta sorprendente presencia de las empresas
españolas en América Latina se convirtió al mismo tiempo en un fenómeno del que
comenzaron a hacerse eco importantes medios de comunicación tanto internaciona-
les como regionales y de los propios países. Era un claro reflejo de que las empresas
españolas se estaban instalando simultáneamente en casi todos los países del área.
De esta forma, España se convirtió, de forma rápida, en el segundo país inversor
directo en la región solo por detrás de Estados Unidos. Este proceso estaba teniendo
lugar en unos años en los que los países de la región, tras haber dejado atrás los
durísimos efectos negativos de la crisis de la deuda de la década de los ochenta y
de su adecuación macroeconómica a los estándares exigidos internacionalmente,
no atraían importantes inversiones de otros países industrializados. El proceso fue
120.000
110.000
70.000
60.000
50.000
40.000
30.000
20.000
10.000
–
1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014 2016
–10.000
–20.000
en esta etapa incluía también una buena parte de los países de América Latina, que
asistieron al incremento de las inversiones tanto en las actividades de servicios como
en nuevas actividades manufactureras e infraestructuras.
Las empresas españolas con ventajas competitivas en las distintas actividades
del ciclo integral del agua vieron disminuidas sus posibilidades en inversiones, pero
aumentaron su presencia a través de concesiones y prestación de servicios especia-
lizados. Al finalizar esta etapa ya gozaban de una excelente posición internacional
tanto en gestión de actividades del ciclo integral, como en desalinización y utilización
eficiente del agua.
En el tercer periodo (2009-2016), iniciado tras la crisis financiera internacional,
los países de América Latina se mantuvieron como el segundo receptor de las inver-
siones españolas brutas tras los principales países de la Unión Europea, pero fueron
el primer destino de los flujos netos por delante del grupo de países de la Unión
Europea-28, Estados Unidos y Canadá. Este fenómeno refleja que las empresas es-
pañolas han sido capaces de construir a lo largo de este proceso un alto grado de
interdependencia con un amplio número de países la región, por lo que España con-
tinúa situada como el segundo país inversor en la región solo por detrás de Estados
Unidos.
En esta etapa han desempeñado también un papel relevante las empresas espa-
ñolas en actividades del ciclo integral del agua. De hecho, España no solo es un país
pionero en técnicas de desalinización, sino que se ha convertido en uno de los más
importantes constructores de obras y de gestión de desalinización a nivel mundial.
De igual manera, ha conseguido situarse como el primer país europeo y el segundo
mundial, por detrás de Israel, en la utilización eficiente del agua, y por tanto en el
ahorro de recursos hídricos para el uso agrícola. Y, sin duda, se ha mantenido como
uno de los líderes indiscutibles a nivel mundial en todas las fases de gestión del ciclo
integral del agua, entendiendo como tal a la captación, el abastecimiento, la potabili-
zación, la distribución, el alcantarillado, la depuración y la reutilización del agua, por
tanto, tratando por separado la eficiencia en irrigación y la desalinización (aunque
técnicamente formen parte del ciclo integral).
El propósito de este trabajo es mostrar que junto a la expansión internacional
de las empresas españolas en los sectores más conocidos (petróleo y gas, energía
eléctrica, manufacturas, infraestructuras, hostelería, telecomunicaciones, actividades
financieras –bancos y compañías de seguros– y otros servicios), también han par-
ticipado en el proceso de forma significativa, aunque en su debida dimensión, las
empresas españolas con ventajas comparativas en actividades de agua (ciclo integral
del agua, utilización eficiente del recurso y desalinización). Y lo han llevado a cabo en
las mismas áreas geográficas que el resto de las inversiones españolas, pero des-
tacando como rasgo peculiar una significativa presencia en países de Oriente Medio,
compitiendo sobre todo mediante concesiones en diseño, construcción y gestión y
servicios especializados.
376 Libro blanco de la economía del agua
80.000
75.000 UE15
70.000 UE13
65.000 AMÉRICA LATINA
60.000 EE. UU. + CANADÁ
55.000 RESTO DEL MUNDO
50.000
45.000
40.000
35.000
30.000
25.000
20.000
15.000
10.000
5.000
–
1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014 2016
virtió en un corto periodo de tiempo en uno de los mayores países inversores directos
en la región, lo que le situó como el segundo inversor del mundo en América Latina
solo por detrás de Estados Unidos.
Las inversiones directas de las empresas españolas en actividades del ciclo inte-
gral del agua (entendiendo como tal para el caso de las cifras de inversiones españo-
las a seguir el abastecimiento, potabilización, distribución, alcantarillado, depuración
y reutilización, sin considerar las modernas técnicas de irrigación y la desalinización)
en la etapa 1993-2000 ascendieron a 804 millones de euros en «captación, depura-
ción y distribución de agua» y a 160 millones de euros en «recogida y tratamiento de
aguas residuales» (véase la Figura 25.3) y representaron el 1,25 % del total de las
inversiones en servicios. La aparentemente reducida importancia de las inversiones
en este sector debe ponerse en el contexto de otras mucho más cuantiosas llevadas
a cabo en telecomunicaciones, energía eléctrica, banca y seguros por las grandes
compañías españolas antes señaladas en estos sectores. Un rasgo destacable de
las inversiones españolas en actividades del ciclo del agua en este periodo es que
las inversiones brutas fueron prácticamente idénticas a las netas, lo que significa que
no hubo desinversiones.
1.100.000
1.050.000 8 % Resto 93-00 01-08 09-16
1.000.000
950.000 3 % OM
900.000
850.000
800.000
750.000 42 %
AL
700.000
650.000
600.000
550.000 61 %
AL
500.000
450.000
400.000
350.000
300.000
47 %
250.000 UE28
200.000
39 %
150.000 UE 28
100.000 77 % AL
38 % AL 76 % AL
50.000
58 % UE 28 9 % UE28 92% AL
0
sector 36 sector 37
60.000
Brutas Netas
55.000
50.000
45.000
40.000
35.000
30.000
25.000
20.000
15.000
10.000
5.000
0
sca
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Tra
14
04
02
12
Estados Unidos. En esta zona las inversiones españolas se orientaron hacia tres gru-
pos de países: el primero estaba formado por México (40 %), Brasil (22 %), Argentina
(13 %) y Chile (11 %); el segundo estaba compuesto por Uruguay (3 %), Perú (2,5
%), República Dominicana (1,8 %), Venezuela (1,8 %), Ecuador (1,5 %) y Colombia
(0,7 %), y el tercero por Panamá, Costa Rica, Guatemala y El Salvador (y, en menor
medida, Cuba, Bolivia, Honduras y Paraguay).
La distribución sectorial de las inversiones directas netas españolas en Latinoa-
mérica muestra que, en este periodo, se dirigieron, principalmente, hacia otras ma-
nufacturas, intermediación financiera, telecomunicaciones, electricidad, agua y gas.
En segundo término, y con un mayor grado de diversificación, lo hicieron hacia la
industria química, las actividades comerciales, la alimentación, las bebidas y el taba-
co, el petróleo y sus derivados, la construcción, las actividades inmobiliarias y otros
servicios a empresas, la hostelería, la industria del papel y las artes gráficas y la
pesca (véase la Figura 25.5).
En Estados Unidos, la presencia de inversiones españolas en el ciclo de los años
noventa fue muy reducida (véase Figura 25.2). Sin embargo, en la etapa 2001-2008
el país se convirtió en un mercado con creciente capacidad de atracción de inver-
382 Libro blanco de la economía del agua
18.000
16.000
Brutas Netas
14.000
12.000
10.000
8.000
6.000
4.000
2.000
0
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01
Ele
08
Tra
14
04
02
12
25.000
Brutas Netas
22.500
20.000
17.500
15.000
12.500
10.000
7.500
5.000
2.500
0
sca
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14
04
02
12
ron apenas 49 millones de euros (una cantidad muy inferior a los 964 millones
de euros de la etapa de los años noventa o a la de los 2000 –que ascendió a
1.096,9 millones de euros en «captación, depuración y distribución de agua»–).
En «recogida y tratamiento de aguas residuales» las inversiones brutas alcanzaron
los 5 millones de euros, frente a los 160 millones y a los 42 millones de euros en
la primera y segunda etapas respectivamente. Sin embargo, al contrario que en
años anteriores, las inversiones netas fueron negativas en todas las áreas (reflejo
del intenso proceso de desinversión). En «captación, depuración y distribución de
agua» se desinvirtieron 478,8 millones de euros (el 54,6 % de la misma se produjo
en la Unión Europea-28, el 32 % en América Latina y el 13,4 % en el resto de los
países). En «recogida y tratamiento de aguas residuales» la desinversión ascendió
a 15,7 millones de euros (de los cuales el 86 % correspondieron a los países de
América Latina).
1.000.000
93-00 01-08 09-16
900.000
800.000
700.000
600.000
500.000
400.000
300.000
200.000
100.000
0
sector 36 sector 37
–100.000
–200.000
–300.000
–400.000
–500.000
Notas: a) sector 36 incluye captación, depuración y distribución de agua; b) sector 37 comprende recogida
y tratamiento de aguas residuales.
Figura 25.7. Orientación internacional de las inversiones directas netas españolas en las
principales actividades del ciclo integral del agua en los periodos 1993-2000, 2001-2008
y 2009-2016 (miles de euros).
La expansión internacional de las empresas españolas 385
Unión Europea
Captación, depuración y distribución de agua
Acciona Agua está presente en Italia en tres implantaciones en Cerdeña y Siniscola;
FCC-Aqualia en Portugal en Cartaxo, Fundão, Elvas, Leziria del Tajo, Covilha y Se-
tuval; Ferrovial-Servicios en el Reino Unido a través de la empresa comprada Amey
en Midlands & Mid-Wales, Pembrokeshire, Ceredigion, Herefordshire y Glamorgan;
OHL ZS en la República Eslovaca en Orava, y FCC-Aqualia en Serbia en Vrsac (véase
la Tabla 25.1).
Regadíos
España es líder mundial en ahorro de agua para uso agrario y también está recono-
cida internacionalmente como un referente en el ámbito del regadío modernizado. En
este sentido, ha seguido de manera continuada una política de reducción del consu-
mo nacional de agua de riego, logrando en diversos años disminuciones superiores al
20 %, (lo que equivale a 1.200 hm3, volumen con el que se podría llenar 1.200 veces
uno de los estadios con mayor capacidad del mundo –el Santiago Bernabéu–). Por
ello, España es, sin duda, el primer país europeo y el segundo a nivel mundial, solo
por detrás de Israel, en el ahorro de recursos hídricos para uso agrario. La empresa
europea con mayor experiencia en modernización de regadíos es la española Tragsa,
que ha aprovechado sus ventajas competitivas en el ciclo integral del agua para
ampliar su especialización internacional en el diseño y ejecución de proyectos para
el abastecimiento de agua y la dotación de sistemas de saneamiento en entornos
rurales de más difícil accesibilidad.
386 Libro blanco de la economía del agua
Un consorcio liderado por TRAGSA e integrado también por dos empresas españolas
(Ambisat Ingeniería Ambiental e Initec infraestructuras –del grupo Técnicas Reunidas–)
y la empresa turca Su-Yapi, se adjudicaron en 2014 la mayor licitación de Europaid
en planificación hidrológica, con el objetivo de convertir los planes de gestión de las
cuencas hidrológicas de Turquía (aplicado a las cuencas de Büyük Menderes, Konya,
Meriç-Ergene y Susurluk) para adaptarlos al modelo de planificación hidrológica que
desarrolla la Directiva marco del agua (2000/60/CE) de la Unión Europea.
TYPSA (empresa española que es un referente mundial en consultoría de la inge-
niería del agua) tiene en la Unión Europea proyectos en Portugal para la red de riego
Lereiro-Alvito, y en Alfundão.
ACS también está especializada en irrigación y, como se recoge más abajo (véan-
se las tablas), cuenta con proyectos en Australia y en Colombia (tratamiento de
aguas y su reutilización para riego agrícola y forestal).
El grupo AZUD se encuentra entre los líderes mundiales en filtración y riego lo-
calizado y a través de sus 20 empresas está desarrollando proyectos en 70 países
de los cinco continentes (en particular, en Italia, Francia, Rumanía, Israel, Rusia,
Ucrania, China y México).
AQUALOGY también es una empresa líder a escala mundial en soluciones de eficien-
cia en la gestión y uso del agua. Cuenta con cerca de 2.000 instalaciones en todo el
mundo. Entre otros muchos proyectos ha diseñado varios de modernización de zonas
regables en Egipto y Marruecos (Larache y El Haouz). En 2015 obtuvo la Mención de Ho-
nor en la categoría de Mejor Compañía del Agua por la revista Global Water Intelligence.
Desalinización
España es un país pionero en desarrollo e implantación de proyectos desde 1964 con
la planta en Lanzarote. Desde entonces, y gracias a la técnica de ósmosis inversa, se
pusieron en marcha la planta desaladora en 1970 en Las Palmas de Gran Canaria y
en 1993 la del Cabo de Gata (Almería). En la actualidad existen más de 900 desalini-
zadoras en España desarrollando una capacidad superior a los 3 millones de m3/día
(de los cuales el 47 % proviene del agua marina y el 53 % de agua salobre). España
es el quinto país del mundo en número de plantas y uno de los más competitivos en
el desarrollo e implantación de proyectos de esta naturaleza.
ACCIONA AGUA es líder mundial en desalinización por ósmosis inversa, y cuenta
con plantas en Bekton (Londres) con una capacidad de 150.000 m3/día, tres en Italia
(Islas de Pantelleria, Linosa y Lampedusa) y, como se señala más adelante (véanse
las tablas), también en América Latina, Oriente Medio y Australia.
TEDAGUA y Sadyt (de los grupo ACS y SACYR respectivamente), además de haber
alcanzado una proyección internacional en actividades del ciclo integral del agua, han
desarrollado destacados proyectos en desalinización, principalmente en países de
Oriente Medio (Sadyt también lo ha hecho en Australia).
La expansión internacional de las empresas españolas 387
Tabla 25.1. Expansión de las empresas españolas en actividades del ciclo integral del agua
en países de la Unión Europea, 2009-2016.
Captación,
Recogida y
depuración
País tratamiento de aguas Regadíos Desaladoras
y distribución
residuales
de agua
Acciona Agua
(Cerdeña)
Acciona Agua
(Islas de Pantelleria,
Linosa y
Lampedusa)
Italia
Acciona Agua
(Siniscola)
Acciona Agua
(Cerdeña)
Acciona Agua
(Cerdeña)
(Continúa)
388 Libro blanco de la economía del agua
Captación,
Recogida y
depuración
País tratamiento de aguas Regadíos Desaladoras
y distribución
residuales
de agua
Acciona Agua
(Portimão)
FCC-RFC
(Beja)
FCC-Aqualia
(Cartaxo)
FCC-Aqualia
Portugal
(Fundão)
FCC-Aqualia (Evas)
FCC-Aqualia
(Leziria del Tajo)
Sacyr-Somague
(Covilha)
Sacyr-Somague
(Setúbal)
Ferrovial-Amey
(Yorkshire)
Ferrovial-Amey (Gales y
Midlands)
Ferrovial Servicios/
Amey (Midlands y
Mid-Wales)
Ferrovial Servicios/
Amey
Reino Ferrbvial Servicios/
Unido Amey
Ferrovial Servicios/
Amey
Ferrovial Servicios
(Pembrokeshire,
Ceredigion,
Herefordshire y
Glamorgan)
Ferrovial Servicios/
Amey (Escocia)
(Continúa)
La expansión internacional de las empresas españolas 389
Captación,
Recogida y
depuración
País tratamiento de aguas Regadíos Desaladoras
y distribución
residuales
de agua
Chipre Morphou
OHL ZS(Orava)
Rep.
Eslovaca
OHL ZS(Kranj)
FCC-Aqualia (Vrsac)
Serbia
FCC-Aqualia (Berane)
Fuente: elaboración propia según datos de las páginas web de las propias compañías.
América Latina
Captación, depuración y distribución de agua
El grupo ACS está en en Argentina (Buenos Aires, Posada y Gauda), en México (Chia-
pas), y en Perú (Lima); SACYR-Somague en Brasil (en Votorantim, Jaú y Araçatuba,
ambas en el Estado de São Paulo) y en Perú (en el Cerro de Pasco); FCC-Aqualia en
Chile, Colombia y ampliamente en México; ACCIONA Agua en Colombia (Bucaramanga
y Guajira), en Ecuador (Esmeraldas), en Perú (Lima), y en México (en Jalapa, Chichi-
galpa y Malpaisillo), y Ferrovial en Colombia (en Pacurita y Quibdó).
Desalinización
Acciona Agua dispone de plantas en Chile (en Antofagasta, en el distrito minero de
Altamira en el desierto de Atacama y en Copiapó) y en Venezuela (en Paranaguá);
OHL-Inima en los Cabos en México y en Chile (en Antofagasta); Sadyr en Chile (también
en Copiapó), y Ferrovial-Cadagua en Chile (en Copiapó).
390 Libro blanco de la economía del agua
Tabla 25.2. Expansión de las empresas españolas en actividades del ciclo integral del agua
en países de América Latina, 2009-2016.
Recogida
Captación, depuración
País y tratamiento de Regadíos Desaladoras
y distribución de agua
aguas residuales
Grupo ACS
(Buenos Aires)
Argentina
Grupo ACS (Posada,
Gaupa)
Acciona Agua
(Divinopolis- Minas
Gerais)
Acciona Agua
(São Gonçalo)
Brasil Sacyr-Semague
Ambiente (Votorantim)
Sacyr-Somague
Ambiente
(Jáu-São Paulo)
ACS(Goiania)
Agencia ECISA Chile
(Padre Hurtado)
Acciona Agua
(Antofagasta)
Acciona Agua (Distrito
Minero de Altamira-
Chile desierto de Atacama)
FCC-Aqualia
FCC-Aqualia
Sacyr-Valoriza Agua
(Copiapó)
Ferrovial-Cadagua
(Copiapó)
Acciona Agua
(Bucaramanga)
Acciona Agua (Guajira)
Acciona Agua
Colombia (Medellín)
FCC-Aqualia
Ferrovial Agromán
(Pacurita y Quibdó)
ACS-Cobra / TEDAGUA
(Continúa)
La expansión internacional de las empresas españolas 391
Recogida
Captación, depuración
País y tratamiento de Regadíos Desaladoras
y distribución de agua
aguas residuales
Costa Rica Acciona (Costa Rica)
Acciona (Esmeraldas)
Ecuador Acciona Agua
(Ibarra)
Acciona Agua
(Atotonilco)
Acciona Agua
(Texcoco-Atenco)
Acciona
(Guadalajara)
México FCC
FCC-Aqualia (Tabasco)
FCC-Aqualia (desde río
Sta. María hasta Luis
de Potosí y Guanajusto)
FCC-Aqualia
Grupo ACS (Chiapas)
Acciona Agua
Nicaragua (Jalapa, Chichigalpa y
Malpaisillo)
Acciona Agua (Lima)
Acciona Agua
(Arequipa)
Acciona Agua (Chira)
Comsa Emte
Perú ACS-Cobra
ACS-Cobra
(La Taboada-Lima)
ACS-Cobra / TEDAGUA
(Lima)
Grupo Sacyr (Cerro de
Pasco)
Trinidad Acciona Agua (San
y Tobago Fernando)
Venezuela Acciona Agua (Puraguaná)
Fuente: elaboración propia según datos de las páginas web de las propias compañías.
392 Libro blanco de la economía del agua
Desalinización
Acciona Agua está presente en Arabia Saudí (en Al Jabail), en Emiratos Árabes Unidos
y en Argelia (Fouka); Ferrovial en Arabia Saudí (en Medina Yanbu), en Emiratos Árabes
Unidos (Ajman) y en Omán (Mascata); FCC-Aqualia en Argelia (en Cap Djinet y Mos-
taganem) y en Túnez (Djerba); ACS-Tedagua en Argelia (Tlemcen-Hounaime, Skikda)
y en Emiratos Árabes Unidos (Ras Al Kaimah), y Sacyr en Argelia (en Beni Saf) y en
Israel (Ashdod).
Tabla 25.3. Expansión de las empresas españolas en actividades del ciclo integral del agua
en países del norte de África y Oriente Medio, 2009-2016.
Recogida
Captación, depuración
País y tratamiento de Regadíos Desaladoras
y distribución de agua
aguas residuales
Acciona Agua
(Al Jubail)
Acciona Agua
(La Meca)
Ferrovial Agroman
Arabia (Medina Yanbu)
Saudita
ACS-Intecsa Industrial
(Jubail)
FCC-Aqualia (Riad)
Acciona Agua
(Continúa)
La expansión internacional de las empresas españolas 393
Recogida
Captación, depuración
País y tratamiento de Regadíos Desaladoras
y distribución de agua
aguas residuales
FCC-Aqualia
(Cap Djinet)
FCC (Mostaganem)
ISOLUX-CORSAN
(Mahouane)
ECISA (Orán)
ACS-Cobra / TEDAGUA
Argelia (Ben Saf)
ACS-Dragados (Skikda)
ACS-Dragados
(Tlemcen-Honaine)
Sacyr-Sadyt (Beni Saf)
Sacyr-Sadyt
(Tlemcen-Honaine)
Acciona (Fouka)
Acciona (Isla de Sal,
Cabo Verde
Isla de São Vicente)
Acciona Agua
(New Cairo)
Acciona Agua
(El Cairo)
Acciona Agua
(El Cairo)
Egipto
Acciona Agua
(Abnoub-El Fath,
Sodfa-El Ghanayem,
El Ayat, Abu Simbel)
FCC-Aqualia (El Cairo)
FCC-Aqualia (El Cairo)
Acciona Agua
Ferrovial-Cadagua
Emiratos (Ajman)
Árabes ACS-Cobra / TEDAGUA
(Ras Al Kaimah)
FCC-Aqualia (Al Ain)
(Continúa)
394 Libro blanco de la economía del agua
Recogida
Captación, depuración
País y tratamiento de Regadíos Desaladoras
y distribución de agua
aguas residuales
Sacyr-Valoriza Agua
Israel
(Ashdod)
Acciona Agua
Qatar
ACS-Hochtief / HLG
Ferrovial-Cadagua
(Mascate)
Omán
Ferrovial Agaroman
(Darsait)
Fuente: elaboración propia según datos de las páginas web de las propias compañías.
Otros países
Captación, depuración y distribución de agua
ACS ha implantado plantas en Australia (en Melbourne) y en Bangladesh (Mirpur); Ac-
ciona Agua en Australia (en Perth), en Canadá (New Brunswick), en Manila y en Gabón
(Ntoum); Sacyr en Australia; Ferrovial en Etiopía (en Bolosso Sore y Soddo Zuria) y en
la India (Hogenakkai) y FCC-Aqualia en Kosovo (en Prizren).
Desalinización
ACS ha desarrollado su actividad, a través de su filial Hochtief, en Australia (en el
Estado de Victoria); OHL en Estados Unidos (en Massachusetts en Río Taunton y
en Nueva York); Acciona Agua en Australia (Adelaida) y en Estados Unidos (Carlsbad-
California) y Sacyr en Australia (en Perth).
La expansión internacional de las empresas españolas 395
Tabla 25.4. Expansión de las empresas españolas en actividades del ciclo integral del agua
en otros países, 2009-2016.
Captación, Recogida
depuración y tratamiento
País Regadíos Desaladoras
y distribución de aguas
de agua residuales
ACS-CIMIC
(Melbourne)
Acciona Agua
(Perth)
Sacyr-Valoriza Agua
Grupo ACS
(Werribee-Victoria)
Australia ACS-Hochtief
(Estado de Victoria)
Acciona Agua
(Adelaida)
ACS-Hochtief / CIMIC
(Kununurra)
Sacyr-Valoriza Agua
(Perth)
ACS-
Bangladesh Cobra / TEDAGUA
(Mirpur)
Acciona
(New Brunswick)
Canadá
Acciona Agua
(New Brunswick)
FCC-Aqualia
China
(Bengbu-Anhui)
Ferrovial Agroman
Etiopía (Bolosso Sore
y Soddo Zuria)
OHL-Judlau
Cbntracting
(Nueva York)
ACS-Pulice
(California)
EE. UU.
Ferrovial-Cadagua
(Texas)
Acciona Agua
(Carlsbad-California)
Acciona Agua
(Continúa)
396 Libro blanco de la economía del agua
Captación, Recogida
depuración y tratamiento
País Regadíos Desaladoras
y distribución de aguas
de agua residuales
Acciona Agua
Filipinas
(Manila)
Acciona Agua
Gabón
(Ntoum)
FCC-Aqualia
Kosovo
(Prizren)
Ferrovial-Cadagua
India
(Hogenakkai)
Acciona Agua
Turquía
(Kutahya-Aksheir)
Fuente: elaboración propia según datos de las páginas web de las propias compañías.
Durante este periodo de los años 2000, las inversiones de las empresas españo-
las en actividades del ciclo integral del agua superaron las cifras del anterior en am-
bos sectores de servicios del agua. Al igual que en la etapa precedente, se concen-
traron en un 96 % en «captación, depuración y distribución de agua» y el 4 % restante
en «recogida y tratamiento de aguas residuales». En el primero de los sectores, el
47 % de las inversiones se orientaron hacia los países de la Unión Europea-28, el 42
% hacia los países de América Latina, el 3 % a países de Oriente Medio y el 8 % res-
tante hacia Australia, Estados Unidos y Canadá y otros países. En el segundo de los
sectores, el 76 % de las inversiones se dirigieron a Latinoamérica, el 6 % a la Unión
Europea-28 y el resto hacia otros países. También en este periodo las inversiones
brutas en actividades del ciclo del agua fueron muy similares a las netas.
4. Bibliografía
Arahuetes A. Las inversiones directas españolas en América Latina en el periodo
2001-2010. En Anuario Iberoamericano 2011, Malamud, C, Steinberg F. Tejedor C.
(Eds.). Real Instituto Elcano, 2011.
Esperamos haber sido capaces de transmitir que el sector del agua comienza a
adentrarse, con retraso, en el mundo de la transformación digital. Eso ha de ser com-
patible, sin embargo, con el reconocimiento de que los desafíos no son ya tecnológi-
cos en su mayor parte. Cualquier crisis de agua es una crisis de gobernanza y es ahí
donde reside el verdadero desafío. Es posible tener sólidas instituciones, gestores
a escala de cuenca con una larga tradición en la planificación hidrológica, liderazgo
tecnológico en la producción de recursos no convencionales (reutilización de aguas
regeneradas y desalación), operadores altamente tecnificados capaces de ofrecer
buenos niveles de servicio… Es posible tener todo eso y fracasar. Si la regulación no
es tan sólida como para alinear intereses individuales y colectivos, si la cooperación
entre actores está limitada por planteamientos ideológicos, si la coordinación de
políticas sectoriales no es un hecho, si los incentivos están mal definidos, si no se
contemplan los costes de transacción de las reformas, si se gestionan crisis en lugar
de riesgos, si los precios miran hacia atrás (para la recuperación de costes financie-
ros) en lugar de hacia delante (para incentivar el uso eficiente de agua y garantizar
la seguridad hídrica), si no se evalúa de modo adecuado la incertidumbre (esencial
al cambio climático), si no se toma al ciudadano en serio para ofrecerle información
veraz y relevante, si se debilita la integridad de los diferentes actores, si se infravalo-
ran los costes de la transición de un modelo a otro, si se yerra en la secuencia de las
reformas, si vence el sectarismo, si se omiten parte de las soluciones o los costes
de algunas de las mismas… se habrá fracasado.
Y lo cierto es que nos gusta analizar el agua no tanto como un factor limitante,
que lo es, para nuestro desarrollo económico y social, sino como una gran oportuni-
dad para fortalecer la cohesión social; para reforzar el desarrollo metropolitano (como
ha ocurrido en las dos grandes áreas metropolitanas de España con modelos de
gestión bien diferentes); para concretar acciones de investigación, desarrollo tecno-
lógico e innovación; para conservar la diversidad biológica; para avanzar en economía
circular (transformando un problema –el volumen de aguas residuales– en un insumo
productivo y una fuente no convencional de agua); para transformar de verdad el mo-
delo productivo; para (re)conectar las ciudades al territorio; para abordar el imperativo
de la adaptación al cambio climático…
Cabe la posibilidad (por improbable que sea) de que haya llegado hasta esta pá-
gina sin tener demasiado interés en la economía del agua. Sin embargo, puede que
llegase a este libro como resultado de su interés en el desempeño macroeconómico,
Epílogo 401
Professor Finn E. Kydland is linked to the Copenhagen Consensus Centre, a think tank
dedicated to researching and proposing solutions to the world’s greatest challenges
and advising policy-makers and philanthropists. Water supply and sanitation are
among the centre’s primary concerns.
A sustainable economic growth framework has highly important implications for
the water sector. This also entails reflecting on what factors are critical when growth
patterns experience periods of stagnation.
As par t of the effor t to ensure sustained economic growth, decisions made
within the private sector – whether technological or otherwise, but requiring
considerable capital investment and affording sustained growth to an economy –
need to have a stable legal framework. The investments involved are costly with
long-term returns.
From a theoretical perspective, political decisions need to be time consistent
and, as such, immune to shor t-term temptations to change the course of the
original project and strategy. This risk is present even in countries with firmly-
established political credentials, since the effects of long-term policies take years
to unfold.
Thinking in the long-term is what makes nations more prosperous, i.e., reaching
higher levels of income per capita as well as reducing unemployment and poverty.
The degree to which this may be achieved depends on staying the course towards
productivity growth and clearing the way for this growth to be smooth and stable.
Currently, however, the economic cycle in many parts of the world is experiencing
an unprecedented level of uncertainty compared to past decades. The chief reason is
the lack of clarity in economic policymaking. The political context is key to explaining
the considerable differences in behaviour between countries.
Certain policy elements are crucial: one is the independence of central banks so
that they can implement long-term decisions without being subjected to constant
short-term political pressure. An example of how government decisions regarding their
banking systems condition the economic growth of a country and its businesses is
Chile and Mexico. In 1982, against a similar background of very high interest rates
and very low international prices for their key resources (copper and crude oil), the
two countries chose different approaches to deal with the lack of liquidity of their
banks. In the case of Chile, the government decided to take over control and to
intervene in the banking system, closing down insolvent banks. Three or four years
later it re-privatised them and reopened the market. Mexico likewise nationalised the
Foro I 407
banking system, but was reluctant to re-privatise it until the 1990s. Both countries
took drastic, albeit different decisions in the short term, which had an important
impact on long-term growth, with Chile performing significantly better.
One particularly important aspect, besides monetary questions, is tax policy,
including decisions about spending, debt policy, the scope of trade restrictions
and the regulatory environment in general. To make well informed decisions for the
promotion of growth (in areas such as innovation, investment in new production
capacities, choosing new markets, etc.), it is critical to have a stable (predictable)
long-term regulatory environment.
An analysis of the economic development of the EU countries shows that Spain,
Italy and Portugal have experienced relatively sluggish growth in recent years. One of
the biggest problems is the staggering slump in productivity growth. A closer look at the
factors used to measure the performance of different economic sectors suggest that
rather than monitoring the growth of per capita income, emphasis should be placed
on underlying problems. More specifically, the causes behind the lack of productivity
need to be analysed and set right where possible.
Kydland’s real business cycle analysis shows that the stability and predictability
of economic policy is indispensable for wealth, thus calling for a long-term
approach.
Foro I 409
¿Por qué el agua es importante? ¿Por qué los economistas se interesan por ella?
El agua está estratégicamente vinculada a cuestiones que van desde el desarrollo
urbano y la planificación territorial hasta el desarrollo económico en sí, pasando por
el desarrollo rural, la generación de energía (en un vínculo biunívoco), la seguridad
alimentaria, la capacidad de adaptación al cambio climático, la generación de em-
pleo, etc. El agua es, en sí, un factor limitante y una oportunidad para el desarrollo,
especialmente en países sometidos a un creciente estrés hídrico, entendido como la
diferencia entre la disponibilidad de recursos renovables a largo plazo y la demanda
presente y futura del recurso.
El debate sobre el agua (recurso) y sobre los servicios urbanos de agua se puede
estructurar en torno a tres ejes:
La gestión del agua es igualmente un terreno en que las discusiones y los com-
promisos de orden secundario tienden a eclipsar los desafíos genuinos. Hay cierta
tendencia incluso a ignorar algunos desafíos no menores pero, cuando se debate en
torno al agua en general o el ciclo urbano del agua en particular, hay cierto énfasis
en cuestiones críticas pero, en todo caso, instrumentales: la recuperación de costes,
la reposición de activos, los ahorros a nivel minorista (mejora de la eficiencia ligada a
cambios en el comportamiento de los consumidores), e incluso el modelo de gestión
en sí. Esa discusión sobre los medios tiende a eclipsar la reflexión sobre los fines
(«las grandes virtudes»). El objetivo debería ser la seguridad hídrica para reducir la vul-
nerabilidad ante la escasez y el riesgo de sequía, favorecer la adaptación al cambio
climático, etc. Incluso la financiación, un tema mayor, es instrumental.
Algunos ejemplos de reformas ambiciosas en el gobierno del agua se explican,
precisamente, a partir de sequías intensas (casi cinco años en la sequía actual en
California o 14 años en la más grave padecida por Australia hace ya un tiempo). En
España los desafíos no solo están asociados a la gestión de la escasez y las se-
quías: también se producen episodios de inundaciones. La discusión en torno a estas
(y a las necesidades de restauración fluvial) es también especialmente elocuente.
y cómo se fijan los marcos legales e institucionales para el éxito de las políticas
(cuando en realidad son elementos tanto o más importantes que el contenido mismo
de las políticas). El discurso de la OCDE ha ido incorporando la importancia de la
implementación de las políticas públicas, empezando en el año 2011 con un análi-
sis de brechas de gobernanza del agua y dándole seguimiento con el desarrollo de
herramientas y estándares sobre la base de las mejores prácticas, así como orga-
nizando diálogos de políticas de agua en países que lo soliciten y proporcionando
recomendaciones de políticas específicas que ayuden a superar los retos a los que
se enfrentan estos países. En definitiva, se han obtenido conocimiento y análisis
comparados sobre qué es lo que funciona, y qué no, y por qué las políticas no logran
implementarse correctamente.
Esta reflexión culminó en el año 2015 con la adopción de los Principios de Gober-
nanza del Agua a nivel ministerial por todos los países miembros de la OCDE así como
por siete no miembros y más de 140 grupos representativos de partes interesadas
(autoridades locales o regionales, ONGs, reguladores, bancos de desarrollo, presta-
dores de servicios, organismos de cuenca, actores privados, etc.). Los Principios de
la OCDE constituyen una herramienta para guiar la toma de decisiones y fortalecer la
eficacia, eficiencia, confianza y compromiso de la gobernanza del agua. Dichos Princi-
pios constituyen hoy en día un denominador común para todos los países de la OCDE
y tienen por objetivo ir abordando desafíos cruciales en el sector, entre ellos, que no
se pueden dar por sentado los actuales niveles de prestación de servicio y seguridad
hídrica. Muchos países miembros tienen problemas de inversión en mantenimiento y
renovación de infraestructuras y también de calidad de las aguas (en particular los
países de la UE que no han logrado cumplir con la Directiva marco del agua). Asimis-
mo, existen desafíos relacionados con la crisis hídrica, como la mayor frecuencia de
sequías e inundaciones, entre otros. En definitiva, son muchos los riesgos que hay
que considerar y los temas de implementación de políticas sobre los que pensar.
En cuanto a la aplicación de los Principios, no hay una secuencia establecida para
ello, ya que son sistémicos, están interrelacionados y cada país prioriza su aplicación
con arreglo a su propia realidad. Los Principios nacen con la vocación de ayudar a
los gobiernos nacionales y subnacionales en el diseño e implementación de mejores
políticas del agua para una vida mejor y reconocen que es necesaria la cooperación
con una amplia gama de actores dentro y fuera del sector del agua.
Por resaltar algunos de estos Principios, uno tiene que ver con la asignación clara
de roles y responsabilidades en el sector, pues se observa que en algunos países
se produce una gran confusión sobre quién hace qué. Por ejemplo, se dan casos
donde las comisiones nacionales del agua regulan parte del sector y, además, son
prestadores del servicio y también lo financian. Otro principio importante es el de la
coordinación intersectorial y la coherencia entre las políticas para evitar impactos
contraproducentes entre distintos sectores afectados por el agua. Esto último es
recurrente, por ejemplo, cuando no existe coordinación interministerial eficaz. El prin-
Foro I 415
En Chile, el sector del agua ha sido tratado como una política o una cuestión «de
Estado». Este nivel de compromiso por parte del Estado chileno tiene como resultado
que el país presente altos niveles de cobertura en agua potable y saneamiento y tam-
bién en depuración de las aguas servidas en el área urbana (cerca del 100 %) y un
mayor atraso en el medio rural (según los indicadores del 2015). De los 17 millones
de habitantes del país, 15 de ellos viven en áreas urbanas y los dos restantes en el
medio rural. El modelo seguido en las áreas urbanas y las rurales es diferente: en
el ámbito rural se ha aplicado uno de inversión pública con reconocimiento a la parti-
cipación y gestión de las comunidades locales, mientras que en el urbano operan los
prestadores de servicio privados con un regulador estatal.
Los factores determinantes de los resultados obtenidos en el país son principal-
mente: 1) la agrupación regional de servicios con economías de escala y con 100 %
de medición (cada región forma un servicio para luego constituirse en una empresa
sociedad anónima); 2) un marco regulatorio estable y común para todos los operado-
res, sean públicos, privados, mixtos o municipales; 3) un sistema tarifario estable,
eficiente y autofinanciado, pues por medio de la tarifa se recuperan todos los costes,
incluso los de la inversión a través de una cuota de reposición; 4) un sistema de
subsidios focalizado a la demanda ya que el 15 % de la población recibe un subsidio
directo del Estado (lo que representa del orden de 100 millones de dólares al año,
mientras que las empresas recaudan casi 1.600, por tanto, el subsidio refleja un 5 %
de la recaudación por tarifas de todo el sector); 5) un sistema que aplica incentivos
al consumo racional del consumidor (el pago del usuario está directamente ligado a
su consumo) y a la eficiencia en la operación del operador (cabe la recuperación de
los costes eficientes y no de los reales ni de los correspondientes a sobreinversio-
nes para cuyo control se diseña una empresa modelo que se revisa cada cinco años,
oportunidad en que se fijan las nuevas tarifas); 6) el control y fiscalización de la inver-
siones comprometidas y de la calidad del servicio entregado (con fuertes sanciones
en el caso de incumplimientos), y 7) alianzas público-privadas para las inversiones en
tratamiento de aguas residuales.
En Chile la privatización del servicio de agua tuvo como principales objetivos: ase-
gurar la financiación de la infraestructura para la depuración de las aguas residuales;
eliminar las restricciones propias de la empresa estatal y tener así mayor autonomía;
transformar el rol del Estado desde el empresarial a uno de regulador, y destinar el
presupuesto público a financiar programas sociales y no obras de infraestructura
sanitaria.
Foro I 417
es incorrecto) que se están produciendo a escala global cabe destacar que la recu-
peración de la gestión pública implica unos costes que deberán ser asumidos con
presupuesto público.
El desapego que existe a las fórmulas de gestión indirecta se explica por la au-
sencia de verdadero control del servicio por parte de las administraciones locales
que han venido incurriendo en dejación de sus funciones de vigilancia por distintas
razones (por ejemplo, por confianza absoluta en el concesionario o por su utilización
para determinados favores como adelantar el canon, servir como agencias de em-
pleo, etc.) y también por la falta de conocimiento de la administración local (existe
420 Libro blanco de la economía del agua
una necesidad clara de formación y no hay técnicos suficientes con un nivel de cono-
cimientos exhaustivo del régimen de gestión tributaria, presupuestaria y técnica de
los concesionarios como para que realmente puedan tomar las riendas del gobierno
del servicio). Sin formación no es posible controlar al concesionario, ni siquiera en el
caso del modelo de colaboración público-privada (que sería el ideal), para establecer
una relación en equilibrio de condiciones.
* The book is based on conversations with psychologist and 2002 Nobel Laureate in Economics, Daniel
Kahneman. The basis of psychology is that humans are machines that are prone to error (weaknesses);
in contrast, the basic, fundamental notion of economics is equilibrium, meaning that if there is a profit
to be made, someone will take up that opportunity for reap it off. Therefore, if there are unusual profits to
be made from our weaknesses, investors or business people that see such an opportunity will choose
that option.
Foro II 425
* El libro está basado en conversaciones con el psicólogo y Premio Nobel de Economía 2002, Daniel
Kahneman. La base de la psicología es que los seres humanos son máquinas propensas al error
(debilidades) mientras que, por el contrario, la idea básica y fundamental de la economía es el equilibrio
(lo que significa que si hay un beneficio, alguien se lo apropiará para obtener una ganancia). Por tanto,
ante la existencia de una oportunidad de obtener una ganancia anormal derivada de nuestras debilidades,
lo normal es que inversores o empresarios elijan esa opción.
426 Libro blanco de la economía del agua
relating to global warming, for instance. In the US, despite the evidence, the average
citizen gives low priority to climate change, largely because the story behind the
problem does not appeal the wider public. On a list of ten topics, terrorism is at
the top of the list, followed by the economy in second place, and global warming is
at the bottom, in the last place. This again leads us to the idea that our decisions
are not only determined by rational economics, but also by underlying motivations or
stories which we use to justify our choices.
The sustainability of water resources, concerning climate change, can be divided
into two interlocking but separate issues. The first is the existence of global warming
itself; the second, once its existence has been proven, is how best to mitigate its
effects and adapt to it. The necessity of curbing our emissions to reduce global
warming is the first “inconvenient truth”. The second “inconvenient truth” is that we
do not have a sufficiently compelling story that motivates people to go beyond good
intentions. We still tell ourselves that we can afford to wait, that we still have time to
tackle the problem.
In short, having the right story to support water usage and global warming is as
necessary as innovation, pricing and the institutional setup that will allow us to deal
with these challenges.
As a result, economies will achieve what we call a phishing equilibrium. This is an
equilibrium in which, more often than normal, an advantage is taken of wrong deci-
sions (resulting from mistakes or weaknesses that are part of the stories underlying
decision-making), and this is a new variable that should be taken into account by
economics.
Foro II 427
nos relatamos con relación al «agua», donde, tanto con el recurso como con el ciclo
urbano del agua, abundan los mitos y los relatos no contrastados con la evidencia.
Es preciso separar lo que tiene que ver con la gestión de los recursos hídricos
de los servicios asociados al agua. En cuanto a la gestión del ciclo urbano del agua
en España, este en apariencia funciona perfectamente, es decir, el servicio tiene
cobertura universal, su calidad es más que razonable y la capacidad de pago no es
un problema mayor. Sin embargo, la realidad es que existen importantes retos que
resultan «invisibles». Es el caso, por ejemplo, del envejecimiento de las infraestructu-
ras y la gestión de los activos (desde 2007 la inversión en mantenimiento ha venido
decreciendo en un 12 % anual, hasta 2010, y se ha desplomado prácticamente
desde entonces; en cuanto a inversión nueva, el descenso es de casi el doble en por-
centaje). La preocupación con respecto al abastecimiento del recurso no es mayor,
pero la situación de las redes de alcantarillado y el tratamiento de aguas residuales,
por ejemplo, donde se están incumpliendo las directivas europeas permanentemente,
deberían llevar a la reflexión.
Existe un desafío real y notable en la conexión del ciclo urbano del agua con el
recurso en sí mismo (problemas de la gestión del agua en alta) lo que remite a la
idea de «seguridad hídrica», que podría verse comprometida en las próximas déca-
das. Es necesario abandonar una mirada de corto plazo y meramente instrumental
para abordar los grandes retos, y el de la seguridad hídrica lo es. Hay aspectos es-
tructurales en relación con la capacidad productiva de España o sus características
bioclimáticas (por ejemplo, en el sector turismo, en la agricultura, etc.) que aportan
connotaciones específicas. Las plantas de desalación como solución a algunos pro-
blemas propios de nuestro país son un caso elocuente: existe una gran potencia
instalada que no está siendo usada plenamente; es decir, se movilizaron recursos e
incentivos económicos y sociales para tomar dichas decisiones de inversión y finan-
ciación pero no se garantizan los incentivos para ponerlas en funcionamiento (solo
una quinta parte está en uso). El país, por otro lado, dedica recursos para construir
infraestructuras pero no para garantizar la conservación del recurso natural que les
da sentido.
En el marco de estos desafíos sobre el tema del agua, el enfoque ha de estar
dirigido «al modelo de gestión» bien entendido y no a su simplificación (la titularidad
jurídica del operador) ya que centrarse solo en este último aspecto polariza el debate
a tal punto que lo vuelve estéril e irrelevante. La discusión sustantiva es cómo gene-
rar modelos de gestión no excluyentes de los actores o partes interesadas, y discutir
en torno a cuáles han de ser los principios reguladores de la necesaria cooperación
entre la sociedad civil, el sector público y el privado, alineando legítimos intereses
individuales con objetivos sociales, económicos y ambientales (decididos colectiva-
mente). Esto es trascendental para la discusión sobre la necesidad de un eventual
regulador nacional, tema que debería dirigirse a tratar y ordenar los principios regu-
ladores básicos y generales más que sobre la existencia de un ente regulador del
Foro II 429
que casi ningún país reconocía el acceso mejorado a ambos como un derecho fun-
damental. De la concepción del agua como bien público se deduce que no es una
mercancía, lo que no implica que deba ser gratuito, y que se tiene que incluir el deber
de solidaridad para que sea posible una redistribución correcta y justa.
En el debate entre lo público y lo privado hay prejuicios que se deberían evitar.
Uno de ellos es el que dice que el agua, por ser un bien público, debe de ser gestio-
nada por empresas públicas y que no es correcto que lo hagan empresas privadas.
Otro prejuicio se refiere a que la empresa privada es siempre más eficiente que la
pública. Respecto a ambos temas, los estudios existentes no son concluyentes sobre
la mayor idoneidad de la gestión pública o de la privada para realizar con eficiencia
y equidad la redistribución de los bienes básicos. En este sentido queda un camino
por recorrer para validar las metodologías y poder obtener datos fiables.
Se requiere un esfuerzo por no demonizar los argumentos y debatir sobre lo sus-
tantivo. El planteamiento en relación con la gestión del agua como bien básico ha
de ser el de la colaboración entre lo público y lo privado y, en todo caso, el sector
público debe garantizar el acceso de todos y todos por igual a los servicios públicos
básicos (quizá sea su única responsabilidad); el cómo hacerlo (público o privado)
dependerá de elementos que se deben estudiar y valorar caso a caso, o rectificar
según los resultados; se necesita una buena regulación y una entidad reguladora in-
dependiente, de evaluación y control (la «virtud» del controlador). Es preciso cambiar
las mentalidades, ideologías y prejuicios, para lo cual no bastan las leyes. Tiene que
haber voluntad de actuar de acuerdo con la ley y de hacer las cosas bien.
Los «relatos» son relevantes porque apelan no solo a la razón, sino también a los
sentimientos y esa apelación al sentimiento es, de hecho, necesaria para movilizar
cambios. Los grandes temas no se incentivan suficientemente, por ello un discurso
que ponga por delante los graves riesgos de no actuar en determinada causa y el
consecuente miedo a las consecuencias puede dar elementos para que un relato
movilice. Igualmente son importantes tanto la psicología como el conocimiento más
profundo de las motivaciones de los comportamientos humanos. Una idea de Rawls
que parte de otra de Hobbes es que el hombre es egoísta por naturaleza pues busca
su propio interés. Rawls lo matiza diciendo que, aunque la racionalidad es egoísta, el
ser humano tiene la capacidad de «ser razonable» (además de racional) cooperando
con un bien común para una sociedad más justa. Lo racional apela a las repercusio-
nes individuales de nuestras decisiones, lo razonable a su compromiso con objetivos
colectivos. Lo que Rawls no nos dice es cómo conseguirlo.
Los agentes políticos y sociales tienen gran responsabilidad moral para conse-
guir un equilibrio más generalizado entre el bien público y el bien privado de modo
que no tengamos que plantearnos si es mejor la gestión pública o la privada pues
ambas pueden ser buenas si las guía la justicia y la eficiencia como condición para
la equidad.
Ponencias
Foro de la Economía del Agua (III)
Madrid, 24 noviembre 2016
440 Libro blanco de la economía del agua
In the context of sustainable development, human rights, and climate change, and
given the relationship that exists between each of these factors, water management
has undergone considerable advances from a historical perspective and by focusing
on the goals pursued in these areas. As a consequence, today, almost two hundred
countries with very diverse cultures and historical contexts are working together to
further their common goals.
We have seen a change in the perception of sustainability and the debate surrounding
it. In 2015, the challenge of ensuring sustainable development was overcome and the
issue of climate change raised thirty years earlier in the Sustainability and Climate
Change report was addressed. In 2000, the United Nations approved the Millennium
Development Goals (MDGs). At the time, it was not possible to include sustainable
development and the environment in the MDGs in an explicit way: the world was not
yet ready. This was achieved in 2015, however, with the adoption of the Sustainable
Development Goals (SDGs) and the 2030 Agenda, Goal 6 of which aims to “Ensure
availability and sustainable management of water and sanitation for all”. In 2015,
the World Economic Forum highlighted the water crisis as the biggest threat facing the
planet. The Climate Change Conference of Parties in Paris the following year (COP21)
would not have been possible had it not been for these previous efforts. The United
Nations and the World Bank jointly convened a new High-Level Panel on Water to
mobilise effective action to accelerate the implementation of SDG 6 and related goals,
which we could say are virtually all of them.
Considerable progress has been made and greater levels of prosperity achieved
since my participation, together with the Norwegian delegation, in the UN Water
Conference in Mar del Plata in 1977 and the invitation of the then Secretary-General
of the UN, Javier Pérez de Cuellar, to chair the World Commission on Environment
and Development in 1983. In this role, I gave new impetus to the initiative by
taking a holistic approach to environmental issues and linking them to development
processes that contribute to environmental conservation. This allowed the concept
of sustainable development to be defined and put into context, and enabled the
provision of radical and advanced recommendations, such as the holding of an
Earth Summit, which took place in Rio de Janeiro in 1992. Despite this progress,
however, the gap between the rich and the poor has grown wider, which is why the
Foro III 441
new SDGs are critical for the eradication of poverty by 2030 and for tackling issues
such as the water crisis.
The World Commission on Environment and Development saw the global scientific
and academic community work together to add a new dimension to collaboration
between countries, who were confronting their shared responsibilities to future
generations for the first time. The report “Our Common Future” (1987) advocated
environmentally sustainable growth, and sparked major debate in relation to what
exactly was meant by growth. For example, shortly before this, the Club of Rome put
forward the idea of “zero growth”; however, the real question was what type of growth
we were aiming for, the quality of that growth and how it would benefit the poorest
communities while reducing environmental impact. “Poverty”, as Indira Gandhi had
said, “is the worst form of pollution”.
Just five years later, in Rio de Janeiro, the United Nations Framework Convention
on Climate Change and the Convention on Biological Diversity, among others, were
adopted. Many countries have refused to accept the commitment to combat climate
change, especially those responsible for the majority of greenhouse gas emission.
The reality of climate change is having a serious impact on the poorest countries and
reducing many people’s prospects of development, which is likely to become a source
of social instability. However, the current debate does not only focus on understanding
who is responsible for climate change, but, moreover, on responsibilities in supporting
adaptation – not just mitigation – measures. This is the best way to tackle poverty,
public health challenges and safety for everyone.
The world population will continue to grow until reaching nine billion by 2040, and
the demand for resources will increase exponentially, including a 30% hike in the
demand for water. Therefore, in our shared future, apart from building and obtaining
the necessary knowledge and evidence, we will have to measure and know the cost
Foro III 443
sentido, los nuevos ODS son críticos para erradicar la pobreza en el 2030 y afrontar
temas como la crisis del agua.
En la Comisión sobre el Medio Ambiente y Desarrollo se trabajó con la comunidad
científica y académica mundial en una nueva dimensión de colaboración entre los
países, confrontando por vez primera las responsabilidades compartidas respecto
a las generaciones futuras. El Informe «Nuestro Futuro Común» (1987) proponía un
crecimiento sostenible medioambientalmente, lo cual generó grandes debates en tor-
no al crecimiento como tal. Por ejemplo, el Club de Roma lanzó, poco tiempo antes,
la idea de «crecimiento cero» pero lo que en realidad se cuestionaba era el tipo de
crecimiento deseado, la calidad de este y cómo podría beneficiar a los más pobres, al
tiempo que se reducía el impacto ambiental. En este sentido, ya Indira Gandhi había
afirmado que la pobreza es la mayor fuente de contaminación.
Tan solo cinco años después, en Río de Janeiro, hubo acuerdo sobre la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o el Convenio sobre la Di-
versidad Biológica, entre otros temas relevantes. Muchos países han manifestado su
oposición a comprometerse con la lucha contra el cambio climático, sobre todo aque-
llos responsables de las mayores emisiones. La realidad del cambio climático está
impactando severamente en los países más pobres y reduciendo las posibilidades de
desarrollo de muchas personas, algo que inequívocamente puede ser una fuente de
inestabilidad social. Ahora bien, el debate actual no reside solo en entender quiénes
son los responsables históricos; hoy hay que hablar de las responsabilidades actuales
en el apoyo a medidas de adaptación y no solo de mitigación. Esta es la mejor forma
de afrontar la pobreza, los desafíos de salud pública y la seguridad para todos.
Como miembro de «The Elders», una iniciativa creada por Nelson Mandela y forma-
da por un grupo de conocidos líderes globales, defensores de la paz y de los derechos
humanos, he trabajado de forma tenaz por los objetivos de desarrollo sostenible y la
Cumbre de París. Desde la convicción de que todos estos temas están interconec-
tados y tienen impactos mutuos, considero que la carencia de un sistema sanitario
universal constituye otro peligro global, de ahí la importancia de establecer cobertu-
ras universales, acceso a sistemas sanitarios de calidad y medicinas para todos. En
este contexto es necesario centrar los esfuerzos en garantizar los derechos de las mu-
jeres y de las niñas, grupos a los que aún se da mínima prioridad en muchos países.
Hemos asistido a importantes progresos en el ámbito del desarrollo humano que,
sin embargo, no son sostenibles si las mejoras conllevan disparidad en los ingresos
y en los patrones de consumo. La desigualdad debe estar en el centro de la agenda:
esta es una barrera para el desarrollo humano, así como una condición para erradicar
la pobreza.
La población mundial seguirá creciendo hasta alcanzar los 9.000 millones en
2040, incrementándose exponencialmente la demanda de recursos, algo que incluye
un 30 % más de agua. Por ello, en el futuro compartido, además de construir y obte-
ner las evidencias y conocimientos necesarios hay que medir y conocer el coste de
444 Libro blanco de la economía del agua
of the issues that matter and report them in a transparent way. Guaranteeing funding
for sustainable development is another critical factor.
The call to action on water can be illustrated, for example, by its impact on the
economy. The World Bank has pointed out that water scarcity today, and even more
so in the future, will come at a cost, and that could be slower economic growth in
some regions and countries. This again points to the need for sustainable use of this
resource and the provision of funding, for example, for water infrastructures. Many say
that limited public funds should be used as strategic incentives for private initiatives. In
any event, it is important to address the matter of public and private funding, maximise
the productivity of the different water sources, invest in infrastructure to create jobs
and better living conditions, recognise the vital role women play in achieving SDGs as
well as in business, given that companies with higher levels of gender equality perform
better. Patriarchal societies will lose this battle.
There is an urgent need to change policies that incentivise the use of fossil fuels in
many parts of the world. Subsidies can cost up to 500 billion dollars and this money
could be used instead for clean technologies and social programmes to support the
disadvantaged. This demonstrates the importance of governance and political action.
The separation between the public and private is becoming less important because
societies have realised the interdependence as well as the fact that we all have to take
overall responsibility for the matter. In addition, advances in science have given us a
better understanding of the risks, as technology has helped to magnify the image of
a global world.
Foro III 445
económico sostenible. En este sentido, fue muy positivo que el agua tuviera por prime-
ra vez un reconocimiento formal en las negociaciones oficiales de la 22.ª Conferencia
de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22), celebrada el mes de noviem-
bre de 2016 en Marrakech, donde se le dedicó a este tema un día entero. En confe-
rencias previas nos encontrábamos con una desconexión entre los actores del clima y
los del agua, sin embargo esto se ha superado en este sentido en la referida COP. A
lo anterior se unen otras iniciativas y avances tales como el reconocimiento del dere-
cho humano al agua (y saneamiento), el Panel de Alto Nivel sobre el Agua y la nueva
Resolución sobre el agua que está actualmente bajo negociación en Naciones Unidas.
Entre los desafíos que hay que abordar a esta escala cabe resaltar la necesidad
de contar con datos desagregados para poder medir y apoyar la implementación de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los Objetivos son ambiciosos y las
estadísticas tienen que estar a la altura. En este sentido, hay que empujar un poco
más la frontera y ser capaces de evaluar el desempeño de los mismos marcos e
instituciones del agua más allá de los indicadores de gestión del agua que tenemos.
Esto implica medir la gobernanza y su contribución, siendo ella un medio para un
fin, a los resultados de las políticas. Otro aspecto crítico es el de la conexión de los
Objetivos entre sí al requerir el agua de un enfoque multisectorial. Cada ODS tiene
una institución valedora o un ministerio líder y el agua bajo esta arquitectura sectorial
de los objetivos queda un poco huérfana. El agua requiere de interdependencia entre
Objetivos por lo que habrá que pensar también dentro de los países en cómo superar
los silos y transformar posibles contradicciones o tensiones entre agua, energía,
agricultura y desarrollo territorial en complementariedades.
Lograr los ODS es una responsabilidad compartida entre todos los gobiernos, en
cooperación con la sociedad civil y los actores privados. Esto es necesario no solo
para catalizar recursos financieros (por ejemplo, para combatir el cambio climático),
sino también para involucrar a nuevos actores, distintos de los tradicionales, que to-
man decisiones que tienen un impacto sobre el sector o que pueden contribuir a las
soluciones de las crisis del agua.
A nivel nacional resultan preocupantes las proyecciones sobre el incremento de
la demanda de agua (aumento de un 50 % entre hoy y el 2050), en particular de las
poblaciones situadas en zonas de estrés hídrico y encontrándose el punto álgido en
los países emergentes. Sin embargo, todos los países (por ello los ODS son universa-
les) tendrán que manejar cuatro tipos de riesgos relativos al agua: exceso, escasez,
contaminación y, por último, no poder mantener la cobertura universal por falta de
inversiones. Hoy en día existen países de la OCDE que sufren sequías, inundaciones,
pérdidas de agua en las redes y protestas civiles y, en este sentido, el mensaje re-
levante es que no se debe tomar el nivel actual de seguridad hídrica y de prestación
de servicios como garantizado y sustentable.
Lo que se observa además como tendencia es que muchas de las decisiones y
reformas que no tienen que ver con el agua tienen un impacto sobre la misma: es lo
que ocurre con las de ordenación del territorio o las de consolidación fiscal. Existen,
Foro III 447
En Europa también se está llegando tarde (incluso décadas) a algunos temas, y los
desafíos que existen en relación con la seguridad hídrica son muy concretos: menos
agua de la necesaria (estrés hídrico), más agua de la deseada (inundaciones), de-
terioro de calidad de las aguas o situaciones en las que los ecosistemas acuáticos
se han degradado hasta un punto en el que no pueden prestar los servicios ambien-
tales necesarios o garantizar determinado nivel de conservación de la diversidad
biológica.
450 Libro blanco de la economía del agua
Por último, existe también un desafío fundamental que tiene que ver con la articu-
lación de mecanismos de participación del ciudadano en estos debates. Los temas
importantes de la agenda del agua se están tratando en foros como este y tienen
muy poco que ver con lo que está ocupando permanentemente los medios de comuni-
cación. Hay que subir el perfil de las discusiones sobre el agua y contar al ciudadano
lo que sabemos, para hablar de remunicipalizaciones, privatizaciones o de cualquier
tipo de modelo de gestión y, por tanto, hacer el ejercicio de ser transparentes y rendir
cuentas ante el ciudadano.
Por otra parte, para identificar los desafíos que enfrenta América Latina es impor-
tante considerar una serie de factores externos que inciden fuertemente en ellos. En
primer lugar se encuentra toda la problemática referida al uso y aprovechamiento de
los recursos naturales, lo cual, siendo un reto, es a su vez una oportunidad para el
desarrollo económico y para su conexión al mercado mundial de la región (por ejem-
plo, la contribución creciente de la agricultura al mercado mundial de alimentos y el
hecho de que un tercio de la inversión minera en el mundo se hace en Latinoamérica).
En segundo lugar, otro factor externo es el crecimiento demográfico y la evolución ha-
cia una región de clase media, lo que conlleva fuertes implicaciones en la demanda
del recurso y en los patrones de consumo. En tercer lugar cabe resaltar el proceso de
urbanización y expansión de las ciudades: en la actualidad el 80 % de la población
es urbana (este aspecto tiene un impacto notable en la gestión del agua). Por último,
no podemos obviar que el cambio climático impacta relevantemente ya que se espera
que disminuyan las precipitaciones en un 60 % del territorio y, ya en la actualidad,
entre otras alteraciones se está produciendo un retroceso de los glaciares, una ele-
vación de la cota de nieve así como un cambio en el régimen hidrológico de los ríos.
452 Libro blanco de la economía del agua
Todos los factores señalados se relacionan con la seguridad hídrica, lo cual nos
lleva a distinguir tres áreas críticas de impacto en las ciudades de la región: en primer
lugar el acceso a niveles adecuados de agua potable y saneamiento; en segundo, la
protección de la calidad de las aguas de las fuentes y, por último, la protección de
la población frente a inundaciones.
En cuanto al acceso, aunque se han producido avances considerables (hoy la
cobertura es casi del 95 %) existen déficits: 30 millones de habitantes no tienen ac-
ceso a servicios de agua potable de fuentes mejoradas y 120 millones en sectores
urbanos no tienen saneamiento (situación que es más grave en el medio rural). Estos
indicadores, además, pueden ser engañosos pues si se aplican estándares de cali-
dad más altos al servicio de abastecimiento, las cifras empeoran considerablemente,
por ejemplo, la cobertura puede bajar al 75 %.
Emergen, además, nuevos desafíos relacionados con el cambio climático y con
la degradación de muchas cuencas (existen cuatro capitales de la región donde los
glaciares, que son importantes fuentes del recurso, ya están en retroceso). Las
sequías están provocando impactos sobre el abastecimiento de agua a la población
en Bolivia y São Paulo, y en Chile ya ha habido problemas sustantivos de abasteci-
miento. También surge el tema de la competencia por los recursos hídricos pues hay
necesidades adicionales en sectores que ya sufren escasez. A esto se agregan las
posibilidades de las tecnologías modernas que, mejorando la eficiencia en la gestión,
repercuten eventualmente en la ampliación de la superficie agrícola (lo cual genera
problemas en otros ámbitos): por ejemplo, la extensión de la agricultura en Chile ha
conducido a que el uso de los pozos subterráneos se multiplicara por siete en un
periodo de diez años sin la regulación adecuada.
En cuanto a la protección de la calidad de las aguas de las fuentes, cabe resaltar
que en América Latina al menos el 30 % de las aguas servidas no son tratadas (pre-
sentan, en concreto, una alta concentración de nitratos), que existen depósitos aban-
donados del sector minero que en la actualidad contaminan y que el incremento del
riego en zonas áridas motiva que, en países como Perú, un tercio de la zona costera
sufra de problemas de desalinización.
Con respecto a la tercera de las áreas críticas (protección contra inundaciones)
es importante mencionar que la región presenta una geografía de contrastes con
problemas variados, tales como tormentas, aluviones y deslizamientos de tierras que
repercuten, entre otras cuestiones, sobre el PIB de las economías locales y regiona-
les. Estos problemas se concentran en algunos años, por ejemplo, el desastre del
volcán Nevado del Ruiz provocó un impacto en el PIB cercano al 20 %.
Las causas están relacionadas con déficits en la gestión del crecimiento urba-
no y otros factores (como es el caso de la competencia por los recursos públicos
o de la baja prioridad asignada a los drenajes). Además se observa un agrava-
miento de situaciones existentes producido por el cambio climático y por procesos
Foro III 453
Las posibilidades de aplicar el big data y el Internet de las cosas (IoT) a la obtención
de mayor información de impactos de diferentes fenómenos sobre el territorio existen
también en el ámbito del agua, lo que, sin duda, contribuye a tomar decisiones de
gestión.
Partiendo de la realidad de que hoy en día prácticamente todo el entorno está
«sensorizado» (el teléfono móvil, las interacciones en Internet, el uso de las tarjetas
de crédito, etc., incluso las redes de agua pueden ser sensores inteligentes) circula
una enorme cantidad de datos que nos da información sobre lo que ocurre en cada
sitio (incluso una fuga de agua) y que debemos saber usar. Los sistemas geoespacia-
les permiten entender la información, usar el vector de la localización y mezclar datos
454 Libro blanco de la economía del agua
La cuarta revolución industrial de la Industria 4.0 («la factoría inteligente») fue centro
del debate del World Economic Forum de Davos de enero de 2016. Industria 4.0 es la
aplicación industrial de los sistemas ciber-físicos, productos y servicios inteligentes,
Internet de las cosas (IoT), la hiperconectividad y el big data. El término fue acuñado
por Alemania y sus industrias y, particularmente, por la Academia de Ciencia e Inge-
niería (ACATECH), que en el año 2013 elaboró un informe sobre el tema. En España,
la Fundación COTEC para la Innovación publicó un informe sobre la cuarta revolución
industrial, Industria 4.0 en el año 2015, donde se pone de manifiesto que la fabri-
cación inteligente requiere de infraestructuras, marco jurídico, inversión y formación
profesional (tanto para los empleados de empresas como para los jóvenes universi-
tarios), en digitalización y TIC, ya que el 90 % de los productos industriales utilizan
este tipo de tecnología.
Hoy todo gira en torno a recolectar datos de sus muchas fuentes, visualizarlos
y analizarlos para la toma de decisiones empresariales. El Big Data se refiere a la re-
colección, almacenamiento, procesamiento, análisis, distribución, visualización, man-
tenimiento y actualización de grandes volúmenes de datos cuyo manejo y compren-
sión permite tomar decisiones eficientes para la empresa. Ocupa un lugar prioritario
en la agenda de inversiones tecnológicas de las compañías para los próximos años.
Además de big data, cloud computing e IoT como núcleo central, existen otros
pilares tecnológicos: inteligencia artificial y robótica colaborativa (algoritmos de
aprendizaje automático y profundo), analítica de datos (analytics), fabricación aditiva
(impresión 3D) y realidad virtual y aumentada. Entre las innovaciones y tendencias
que salen al mercado se encuentran las tecnologías para finanzas y banca digital
(Fintech y BlockChain), la publicidad programática (basada en big data y algoritmos),
las tecnologías «wearables», los pagos móviles, drones y la economía de algoritmos
(venta de algoritmos en vez de aplicaciones). Igualmente, cabe resaltar también los
sistemas cognitivos (como el caso del IBM Watson, que logra interaccionar de una
manera similar a como lo hacen las personas –la Caixa tiene un desarrollo para to-
mar decisiones financieras–) y los Bots/Chatbots, (asistentes virtuales que cualquier
456 Libro blanco de la economía del agua
persona o empresa pueden tener, tales como Siri de Apple, Alexa de Amazon, Google
Assistant o Cortana de Microsoft).
Estas tecnologías impulsan las ciudades inteligentes (smart cities), pioneras en
cuestiones tales como desarrollo, sostenibilidad y eficiencia energética, en eficiencia
en el uso del agua y nexo agua-energía, movilidad y transporte, atención ciudadana
y seguridad o competitividad y economía, entre otras cosas, que mejoran y cambian
la forma de vivir y trabajar de sus ciudadanos. La UIT-T, Agencia de Naciones Unidas
para la Gestión de las Telecomunicaciones, tiene dos grandes grupos de trabajo: el
de ciudades inteligentes y el de gestión inteligente del agua.
Por tanto, las TIC y otras tecnologías citadas desempeñan un papel fundamental
en la gestión inteligente del agua al aumentar la eficiencia de la distribución y asig-
nación del agua y que, en definitiva, cohesionan la gestión del recurso en todos sus
aspectos. En este sentido cabe mencionar tres estudios en el sector del agua: el
de contadores inteligentes de consumo de agua del Canal de Isabel II Gestión, el de
Burgos-Acciona Smart Water 4 Europe y, por último, el de iWater en Barcelona. Re-
sulta imperativo proteger infraestructuras críticas, entre ellas las de este sector, y la
exigencia de políticas y estrategias de ciberseguridad. Resulta también necesario
vincular la seguridad hídrica y la ciberseguridad (que es uno de los retos y oportuni-
dades de la Industria 4.0 como queda reflejado en el Informe Water Security and the
Global Water Agenda. A UN-Water Analytical Brief).
Ponencias
Foro de la Economía del Agua (IV)
Barcelona, 5 de abril de 2017
458 Libro blanco de la economía del agua
El agua es un elemento esencial para nuestra sociedad que concentra desafíos cru-
ciales para este siglo xxi y tiene un alcance estratégico global en el ámbito del Estado
español y también en Catalunya.
La reflexión y el debate sereno, riguroso y documentado sobre el agua encuentra
en el espacio académico un hábitat absolutamente idóneo donde tener lugar y los
responsables políticos también tienen la obligación de hacer un seguimiento de las
reflexiones que se producen al más alto nivel en torno al agua para desde ellas con-
ducir el mejor futuro que sea posible para nuestro país. Tenemos que ser capaces
de garantizar la seguridad del abastecimiento en los mayores niveles de calidad y de
precio tanto para el consumo humano como para el desarrollo económico, en condi-
ciones de universalidad –nadie puede quedar excluido– y también preservando los
principios de la sostenibilidad.
El agua constituye un punto crucial en la Agenda Global del siglo xxi. Es un desafío
de enorme magnitud económica, política y social así como un reto colectivo. El agua
es un recurso esencial para la vida, la salud, el desarrollo y el progreso global, inclu-
so para la erradicación de conflictos y el mantenimiento de la paz. Sin embargo, el
derecho humano al agua y saneamiento, reconocido por las Naciones Unidas, dista
aún mucho de haber conquistado su plena vigencia en muchas partes del mundo
tanto en su vertiente de acceso al agua como en lo concerniente al saneamiento.
Más del 80 % de todas las aguas residuales de nuestros hogares, ciudades, industria
y agricultura vuelven a la naturaleza sin tratamiento y sin ser reutilizadas, con toda
la contaminación que ello implica; además el cambio climático está produciendo ya
inundaciones y sequías, y este no conoce fronteras.
En Catalunya y en la mayor parte de Europa los problemas son otros, distintos
a los del tercer mundo y a los de los países en vías de desarrollo, pero no por ser
diferentes dejan de tener también un alcance absolutamente estratégico. Cataluña
ha sido capaz de lograr en los dos últimos siglos un altísimo nivel de suministro y ca-
lidad del agua que ha acompañado y hecho posible un extraordinario crecimiento hu-
mano y un gran desarrollo industrial, de servicios y turístico. En condiciones difíciles
de todo orden –presiones migratorias importantes y de crecimiento de la población
y urbanización masiva, sequías, inundaciones, boom turístico, avatares históricos de
todo tipo y las complicadas condiciones orográficas y de captación–, la gestión del
agua en Catalunya, y muy especialmente del Área Metropolitana de Barcelona, ha
logrado estándares de calidad reconocidos internacionalmente.
Foro IV 459
There is a need for sustainable and inclusive water management policies to enable
economic, social and environmental development, in much the same way as there is a
need to face the challenges of sustainability and to search for integrated solutions to
many existing problems: poverty, inequality, water scarcity, energy and food, among
others.
There is a link between consumption, inequality and pover ty. For 2012, the
ecological footprint of humanity in terms of consumption of natural resources was
50% above the sustainable capacity of the planet, and at this rate, by 2030, two
Ear ths would be required to live sustainably. Sustainability requirements were
already identified seventy years ago by the United Nations. The Kyoto Protocol, the
Millennium Development Goals and Agenda 2030, among others, are examples of
progress, although none have brought about major achievements.
Climate change, which will have a more severe effect on poor countries despite
their having the least to do with creating the problem, and which will cause serious
climate-related disasters and multiple crises, demands integral and integrated
solutions: the theory, tools and methods to make development more sustainable are
available, and managing these problems individually is not an option.
To manage these problems in an integral and integrated way, two filters may
be applied: adaptation, which entails adjusting to the impacts of climate change;
and mitigation, which involves reducing greenhouse gas emissions. Ideally, climate
change policies should be integrated with a sustainable development strategy and a
joint approach used so as to reduce global impacts and protect the most vulnerable.
However, the decisions that have been made and weak funding to date show that not
enough is being done to protect future generations: while there are good commitments
and clear objectives, their implementation is highly deficient.
On a global level, the existence of pluralistic and egalitarian societies is desirable.
Moral and ethical values need to be applied to decisions and market forces.
Otherwise, we will be faced with a chaotic world where the gap between rich and
poor will be flagrant and reminiscent of George Orwell’s novel 1984, i.e., an elitist
world with extreme poverty and inequality, among other outcomes.
As a consequence of the structure of production and consumer goods, the
economic and social bubbles of recent years, environmental externalities and costly
financial bail-outs compared with global contributions to development, the world is
faced with serious injustices that will fall on future generations. To advance sustainably
and transform this future risk, we need to adopt a practical approach based on
sustainable political frameworks. Sustainable Economics or Sustainomics proposes
Foro IV 461
La gestión de una política sostenible e inclusiva del agua es necesaria para el de-
sarrollo económico, social y ambiental, al igual que lo es enfrentar los retos de la
sostenibilidad y la necesidad de buscar soluciones integrales a los muchos desafíos
existentes: pobreza, desigualdad, escasez de agua, energía y alimentos, entre otros.
Existe un nexo entre consumo, desigualdad y pobreza. La huella ecológica de la
humanidad muestra un uso de recursos naturales en 2012 por encima del 50 % de
la capacidad sostenible del planeta y a este ritmo, en el año 2030, serían indispen-
sables dos planetas Tierra para vivir de forma sostenible. Las necesidades de soste-
nibilidad ya se identificaron hace 70 años por Naciones Unidas. El Protocolo de Kioto,
los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la Agenda 2030, entre otros, son avances
pero todos ellos sin grandes logros.
El cambio climático, que afectará más a los países pobres, aunque hayan tenido
menos que ver con el nacimiento del problema, y que provocará desastres climatoló-
gicos graves y crisis múltiples, exige soluciones integrales e integradas: se dispone
del conocimiento, las herramientas y los métodos para hacer que el desarrollo sea
más sostenible y no cabe la gestión de estos problemas de forma individual.
Para la gestión de estas cuestiones de forma integral e integrada se pueden apli-
car dos filtros: la adaptación (que implica el ajuste a los impactos del cambio climáti-
co) y la mitigación (que supone reducir las emisiones de gases de efecto invernadero).
Lo ideal es la integración de las políticas de cambio climático con el desarrollo soste-
nible y abordar conjuntamente los problemas con el objetivo de reducir los impactos
globales y proteger a los más vulnerables. Sin embargo, las decisiones que se están
adoptando y la escasa financiación hasta el momento, demuestran que no se está
haciendo lo suficiente para proteger a las generaciones futuras: si bien hay buenos
compromisos y objetivos claros, su implementación es muy deficiente.
A nivel global lo deseable es la existencia de sociedades pluralistas e igualitarias.
Es necesario aplicar valores morales y éticos a las decisiones y a las fuerzas de los
mercados; de lo contrario nos enfrentaremos a un mundo caótico en el que la sepa-
ración de ricos y pobres será flagrante y que se parecerá al de la novela 1984 de
George Orwell, es decir, un mundo elitista, de extrema pobreza y desigualdad, entre
otras consecuencias.
Producto de la estructura de los bienes de producción y de consumo, las burbujas
económicas y sociales de los últimos años, las externalidades ambientales y los
elevados rescates financieros comparados con las aportaciones globales al desarro-
llo, vivimos graves injusticias que recaerán en las generaciones futuras. Para avan-
zar sosteniblemente y transformar este riesgo futuro debemos adoptar un enfoque
462 Libro blanco de la economía del agua
aumentos en la eficiencia en el uso del agua, incluso en casos como el de los ciuda-
danos de Barcelona que tras la sequía de 2008 se convirtieron en los más eficientes
de España. A pesar de los hábitos de consumo sostenible, el ciudadano debe saber
también que no se están acometiendo las inversiones necesarias para atender al en-
vejecimiento de las infraestructuras (el 40 % de la red de agua y alcantarillado tiene
más de 40 años) y que esto genera problemas de pérdidas físicas de la red (incluso
del 20 % o 30 % aunque no en Madrid o en el Área Metropolitana de Barcelona). El
ciudadano debe tomar conciencia de esto pues también asume el riesgo vía tarifa
o impuestos. En Barcelona un tercio de la factura corresponde al coste real de provi-
sión del servicio, pero el resto son tributos e impuestos indirectos de otras adminis-
traciones; esta factura no solo ha sido decidida por la empresa que la propone, sino
que ha sido aprobada por un consejo en el Área Metropolitana de Barcelona junto con
otras muchas instituciones que están interviniendo.
Los derechos humanos no se cumplen por el mero hecho de enunciarlos. La rea-
lidad de Cataluña o España es que la cobertura está garantizada por ley. La ciudad
de Barcelona con poco más de 1,6 millones de habitantes recibe 12 millones de
visitantes anuales y 2,6 millones de turistas de cruceros, lo cual exige un modelo
de desarrollo que debe ser trasladado al ciudadano. Cataluña, donde el calentamien-
to global es superior a la media mundial, está ubicada en una cuenca mediterránea
caracterizada por grandes sequías combinadas con importantes riadas, entre otros
elementos, todo lo cual lleva a pensar en lo siguiente: por una parte, que los turistas
que llegan en crucero producen impactos que requieren esfuerzos constantes y, por
otra que, pese a haber pasado en los últimos años de 100 estaciones depuradoras
de aguas residuales a más de 500, las demandas de nuevas inversiones continúan,
pues aparecen nuevos requisitos a los que dar cumplimiento.
Respecto al detalle del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
existen muchos aspectos sobre los que debemos estar vigilantes, y para ello es nece-
sario distinguir entre lo que es el derecho y lo que son objetivos deseables de política
pública. El sentido de lo público significa que, poniendo al ciudadano como centro,
debemos observar los desafíos de política pública que tienen que ver con el manteni-
miento de los niveles de bienestar y, a partir de ahí, organizar el sistema de gestión.
En definitiva, resulta necesario visibilizar cuáles deben ser los objetivos de polí-
tica pública (que difieren de los objetivos intermedios que comprenden cuestiones
instrumentales –técnicas, financieras, etc.–), también trasladar al ciudadano que la
gestión del agua conlleva el manejo de los riesgos (los cuales deben ser asumidos en
una parte por él además de, por el sector financiero, el privado y los organismos mul-
tilaterales, entre otros actores implicados) y, por último, hacer entender que todos,
como parte de un modelo inclusivo, «somos» necesarios para avanzar en la gestión
del recurso y los servicios.
468 Libro blanco de la economía del agua
Los aprendizajes que provienen de los trabajos sobre la independencia de los regula-
dores y el federalismo regulatorio en los sectores de telecomunicaciones y energía
son igualmente extrapolables al sector del agua. Los ejemplos internacionales, como
el caso inglés y el portugués, también muestran lecciones interesantes para adaptar
y aplicar según la dotación institucional de cada país y su realidad.
En relación con el federalismo regulatorio se han aprendido algunas enseñanzas:
que la homogeneidad general no es eficiente, pero sí lo es que los costes guíen la
formación de precios según el coste social marginal a largo plazo (que varía según
los lugares), que distintas unidades sirven para experimentar (laboratorio de la demo-
cracia), pues ofrecen la posibilidad de intentar variadas experiencias y aprender de
ellas y, por último, que en distintas jurisdicciones las condiciones políticas pueden
ser diferentes (podría ser más sencillo regular a nivel estatal que a nivel local según
los casos).
Sobre la independencia de los reguladores se sabe que es una de las formas
de aliviar el problema del compromiso en la regulación. El regulador puede, al ser
independiente, apartarse de la coyuntura política de cada momento y desarrollar
una visión de largo plazo, o también fijar precios que den confianza a los inversores
y que a la vez corrijan el problema del monopolio natural (que las empresas no fijen
un precio que maximizaría necesariamente sus beneficios). Por último, favorece el
reclutamiento de expertos en estos sectores complejos.
Sin embargo, el regulador independiente tiene también varias limitaciones: de
coordinación con el resto del gobierno y de respeto de los objetivos de política pública
general definidos por los gobiernos (nacionales, locales e incluso internacionales), de
manejo y de habilidades políticas cuando este se enfrente a decisiones difíciles que
ha de explicar a la opinión pública (no bastando para ello, por tanto, su competencia
técnica).
Surgen, además, dilemas en ambas dimensiones. Por ejemplo, a nivel superior,
en instancias de poder supranacional, como la UE, es muy difícil que haya un regula-
dor independiente. A nivel inferior, y ya tomando como ejemplo España, nuestra dota-
ción institucional se caracteriza por la descentralización territorial y competencial, por
tener miles de municipios en incluso áreas metropolitanas (como Madrid y Barcelona)
lo que da lugar a problemas a la hora de configurar un único regulador independien-
te. Se requiere de consensos políticos para que un regulador asuma competencias
Foro IV 469
The situation of water supply and sewerage services varies considerably from
country to country, ranging from dreadful and unfair in some, to very good in others.
The United Nations has set Sustainable Development Goals which could be met if
countries are capable of managing multiple variables, such as sound public policies,
a clear picture of long-term strategy, a good legal framework, a strong institutional
framework and define the goals that need to be achieved to provide quality coverage
to the population. This involves having a sound pricing policy, research and operational
efficiency. Capacity building is also important in the water sector, as is the promotion
of competition while protecting and engaging end users. If all of these components
can be managed at the same time with a holistic approach, it will be possible to pave
the way to success.
Regulation is yet another component, albeit a very significant one because it is
linked to and controls all the other variables. Around twenty-five years ago, Portugal
took a new approach to public policy that enabled it to achieve the following results:
the percentage of the population with a public water supply increased from 80% to
approximately 95%; compliance with the EU Directive rose from 50% to 90%, and
treatment of wastewater soared from 30% to 80%.
Nevertheless, there are still challenges ahead: increased investment in wastewater
treatment and freshwater policies overall, pricing, economic sustainability and
improved procedures to deal with sectors afflicted by poverty and to tackle challenges
such as climate change.
In Por tugal, the Central Government understood the need to overhaul the
regulation of the sector. Consolidating the role of the regulator was a difficult and
lengthy process, and its competencies were fragile until 2003. What is more, it was
not until 2009 that it obtained formal independence, when all local public and private
services were regulated, achieving full independence in 2014.
Each country needs to think about the best solution for them depending on their
culture and context, among other factors. Portugal decided to adopt a somewhat
different model, with one regulator responsible for all public services, a single
regulatory structure for all public services in relation to compliance with contracts,
pricing and water quality for consumption, etc.
Foro IV 471
The process was a long one, but the situation is now stable and the regulator
is independent: organically independent of political circumstances, functionally
independent of technical issues (price setting and water quality criteria) and
financially independent. Relations between politicians and water experts have always
been productive and dialogue has been ongoing, but their roles are distinct.
To summarise, any country that has a water problem should develop very sound
policies, and regulation is an essential component that must stem from organic,
functional and financial independence.
The regulation of water and sewerage services in the United Kingdom, unlike in
other countries, is carried out by three different regulatory bodies: that of England
and Wales, with 33 million water customers in England and a further half a million
in Wales; that of Scotland, where there are more than 5,000 customers, and Northern
Ireland where the utility regulator is also responsible for regulating the electricity and
gas industries.
In the UK there are eight water and sewerage companies that overlap geographical-
ly. In the past there were more than a thousand municipal companies but the industry
was consolidated between the 1950s and ‘80s, resulting in thirty large utility compa-
nies. The industry was also privatised and is subject to regular reviews to ensure the
appropriate regulation of monopolies.
Water has attributes of public good that yields positive externalities, but it is
also a product and, as such, needs to be regulated. It is part of a broader regulatory
framework involving environmental agencies, international standards, and there
are two government watchdogs: the Departments of Environment and Rural Affairs
and Agriculture which provide overarching policy guidance, although the regulator
maintains economic independence.
The government provides strategic policy statements, but the regulator is an
independent economic regulator with own statutory duties and decision-making
Foro IV 473
autonomy. In England, where there is a strong competition culture, the business retail
market for water was opened for non-residential customers and new developments,
but this did not occur in Wales, which is considerably more reluctant about the use of
competition and where water prices continue to be regulated.
The duties of the regulator are very clear: treat water users as customers,
ensure that they get the lowest bill, take account of the resilience of the networks
based on current standards and growing demand, ensure security of supply,
financial independence of utilities to ensure the delivery of an adequate service and
impose administrative penalties when necessary. When performing these duties,
environmental protection is also taken into account, and affects the price charged
in the water bill. While economic efficiency is the guiding principle, a healthy debate
is ongoing with environmental agencies which, despite having different interests,
enables water resource management plans to be agreed.
Difficult issues have to be contended with, such as the handling of political
sensitivities and the instructions of the different governments; economic efficiency
that can lead to job losses and have a huge impact on local communities; and
management of social issues such as identifying the most vulnerable consumers
and how to protect them.
And one of the lessons learned in the process is that the opening of a new market
can sometimes be to the detriment of the most vulnerable customers because they
have the least ability to make informed choices and that while, in practice, some
solutions at the microeconomic scale end may seem simple, they are more difficult to
implement at the macro level, which is one of the challenges the regulator is dealing
with at the moment.
The age of water infrastructure, which generally exceeds fifty years, together with
exponential global population growth (projected to increase to almost 10 billion people
by 2050) constitutes a major challenge. Population growth will almost exclusively
be in cities (by that date there will be 2.5 billion people living in cities), which will
Foro IV 475
impact the need for services. This situation brings us back to the 17 Sustainable
Development Goals that cover a number of issues including poverty, health, water,
energy, sustainable cities and so on. There is no hierarchy between these goals; the
resolution adopted by the UN states that the goals are indivisible and that trade-offs
cannot be made; we need to address all the goals together.
Urban areas are and will be the economic hubs of the world into which we are
moving; where two-thirds of the population will be living. They will be a sor t of
convergence point for the different services. The figures that U.S. exper ts are
working with for the replacement or upgrade of existing infrastructure are mind-
boggling; they are, moreover, based on current trends and do not take new
challenges into account, which entails that the number is underestimated. The real
problem in Europe for renewal of ageing infrastructure is that, in the past, the
funding came mainly from public budgets, but this is not likely to continue in the
current fiscal climate. And this is also going to be a major issue for developing
countries. Therefore, the challenge for economists is to see how this kind of
resources will be made available.
The infrastructure issue is just the tip of the iceberg, however. There are other
challenges as well, such as the move towards a circular economy. We have to move
towards an economy that turns waste into a resource and where there are appropriate
incentives for the development of these complex processes. It should also promote
job creation and activate the public at more local levels; on the latter, in particular,
mayors would play a crucial role in providing infrastructure and services in urban
areas where industrial symbiosis will also occur.
Furthermore, demographic changes, economic growth and climate change will
present additional challenges for the sector. Cities tend to be located in areas that are
vulnerable to this kind of development: 1.6 billion people will be at risk from floods in
2050, as will assets. This figure will continue to rise unless measures are taken to
counter the threats.
There are numerous cases of inter ventions in nature that produce major
impacts, such as land use change and reestablishment of wetlands and floodplain
to improve flood protection and agricultural production. Many of these initiatives
will not be financed through private capital because they are not profitable and
this is where basin organisations can play a role through provisions to finance this
measure.
Foro IV 477
urbano (2.500 millones de personas viviendo en las ciudades para esa fecha) lo
cual tendrá un impacto en las necesidades de servicios. Este escenario nos trae de
vuelta a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que tienen que ver con una serie
de cuestiones como la pobreza, la sanidad, el agua, la energía y las ciudades soste-
nibles, entre otros. No existe una jerarquía entre estos objetivos, sino que, como la
resolución adoptada por Naciones Unidas establece, son objetivos indivisibles y no
intercambiables entre sí en función de preferencias; todos ellos deben ser abordados
en su conjunto.
Las áreas urbanas son y serán los centros económicos del mundo hacia el que
avanzamos: dos tercios de la población estarán viviendo en ellas y serán el punto de
unión de los distintos servicios. Las cifras que expertos en EE. UU. manejan para aco-
meter la mejora de las infraestructuras son enormes aun calculándolas en función de
las tendencias actuales y no estimando los retos futuros (lo que las elevaría incluso
más). En Europa también se han realizado estimaciones, aunque el problema real es
que hasta ahora la financiación provenía principalmente de los presupuestos públicos
y esto no va a continuar siendo así dado el clima económico actual. También la finan-
ciación en los países en desarrollo será inquietante. Un desafío para los economistas
es pensar cómo lograr la disponibilidad de tales cantidades de dinero.
Si bien la punta del iceberg es la cuestión de las infraestructuras, hay otros retos
como el de la economía circular. Es necesario avanzar hacia a una economía que
convierta flujos de residuos en flujos de recursos y que tenga los incentivos adecua-
dos para desarrollar estos procesos complejos, impulsar la generación de empleo
y manejar las interacciones de la zona urbana con sus entornos, en los cuales los
alcaldes y alcaldesas tienen y tendrán un papel crucial respecto a la dotación de in-
fraestructuras y servicios en zonas urbanas, donde además se producirán simbiosis
industriales.
Existen también otros desafíos relacionados con el cambio demográfico, el cre-
cimiento económico y el cambio climático que añaden complejidad e impactan en el
sector. Igualmente muchas ciudades están localizadas en posiciones vulnerables:
1.600 millones de personas estarán en riesgo por inundaciones en 2050. Los exper-
tos también manejan datos sobre el valor de los bienes en riesgo por razones aná-
logas. Las cifras seguirán creciendo si no se toman medidas para contrarrestarlas.
Se dan, además, casos de intervenciones necesarias en la naturaleza y que ge-
neran impactos relevantes como, por ejemplo, los cambios de uso del suelo o el
restablecimiento de humedales o de llanuras aluviales que afectan a la producción
agrícola. Muchas de estas acciones no son financiables por el sector privado al no
ser rentables, por lo que deberían ser los organismos de cuenca, a través de sus
provisiones, quienes se ocuparan de ello.
478 Libro blanco de la economía del agua
Integrating urban water services with other services and with the basin raises a
number of considerations, starting with the need to make people aware that “water
does not come from the tap”. Water services have developed so much that important
issues such as the management of water security, i.e., a sustainable supply
of urban water in the appropriate quantity and quality, would be overlooked if we
do not look carefully at the source (i.e., the basin). The problem is that there are
several competing interests such as water for domestic supply, irrigation, agriculture,
aquaculture, ecological protection of river systems and so on.
Water has become a very important industry that has climbed to the top of the
political agenda. Indeed, there are several agendas: there is a regional agenda, a
state agenda, a local agenda, national agenda and a global agenda, and they may
have different dynamics. It is important that those agendas do not conflict with one
another and are harmonised as far as possible.
There are several dimensions to be considered in the context of water resources:
there is a technical type of approach or horizontal dimension that relates to spatial
dimensions such as land uses that impact water availability, quantity and quality, as
well as urban versus rural, mountainous areas, and flood risk management. There
is also a vertical agenda dimension relating to issues such as saline intrusion due
to over-exploitation of aquifers and so on. And, above all, there is the institutional
(governance) dimension that concerns competing uses for water, how to organise
water authorities and engage users in the interaction with those authorities, how
to balance water economics and compliance with the rights to access to water and
sanitation. Furthermore, in the case of water services, other types of dimensions also
emerge, such as who operates the service and how these are connected to upper
levels of national, regional and local powers, etc., and matters such as bulk versus
retail water supply, among others.
With regard to the appropriate scale for integration, economies of scale are
normally used, but these present a number of challenges: for example, if the scale
becomes too large, you lose efficiency because it is too difficult to manage and,
moreover, if you merge water services with many different types of services, you
compromise specialisation and lose the spirit of the service.
The OECD Principles on Water Governance provide for three overarching goals:
effectiveness, efficiency and trust and engagement. These three goals take shape into
Foro IV 479
Con relación a la integración de los servicios urbanos de agua con otros servicios y
con la cuenca se plantean distintas observaciones empezando por la necesidad de
visibilizar que el agua «no viene del grifo». Los servicios de agua se han desarrollado
tanto que han quedado en la sombra temas fundamentales como la gestión de acuí-
feros y, en este sentido, no hay seguridad hídrica, es decir, un suministro seguro en
cantidad y calidad, si no se estudian las fuentes cuidadosamente. Otra consideración
que tiene que ver con la integración es la competencia entre los usos del agua pues,
además del consumo humano, están la irrigación, la acuicultura y la protección eco-
lógica de los sistemas fluviales, entre otros.
El agua, sin duda, se ha convertido en una industria muy relevante que ha logrado
elevar su posición en las agendas políticas muchas veces con dinámicas distintas,
bien sea a nivel mundial, europeo, nacional, regional o local. Todas ellas deben ser
armonizadas y no enfrentadas entre sí.
Desde un punto de vista técnico encontramos distintas dimensiones en la inte-
gración de los recursos hídricos: una dimensión (o agenda) horizontal que afecta a la
disponibilidad de agua en cantidad y calidad y que tiene que ver con la ordenación del
territorio, y que también se refiere a la distinción entre lo urbano y lo rural, las zonas
montañosas o la gestión de las inundaciones. Otra dimensión vertical alude a temas
tales como la intrusión salina y la excesiva explotación de acuíferos, entre otros. Hay
además, y sobre todo, una dimensión institucional (de gobernanza) que se orienta a
la regulación relativa a los distintos usos del agua y a cómo organizar las autorida-
des responsables sobre el recurso e implicar a los usuarios y a cómo equilibrar la
economía del agua y coordinarla con el cumplimiento de los derechos al agua y al
saneamiento. Cuando hablamos de los servicios hídricos, también aparecen ámbitos
análogos: por ejemplo, quién los opera y cómo se relacionan con los distintos niveles
de gobierno (nacionales, regionales y locales) o el tema del suministro al por mayor
o minorista, entre otros.
Respecto a la escala adecuada para la integración, se suele trabajar sobre la base
del concepto de economías de escala y alcance, lo cual plantea algunos problemas: por
ejemplo, cuando la escala es demasiado grande se puede perder eficiencia por las difi-
cultades de gestión y también puede peligrar la especialización (el espíritu del servicio).
Los Principios de Gobernanza del Agua según el Programa de Gobernanza del
Agua de la OCDE son: la eficacia, la eficiencia y la confianza, y la participación. Estos
480 Libro blanco de la economía del agua
several specific principles, such as the definition of clear roles and responsibilities,
appropriate scale for service delivery within these systems where there is a balance
between integration (efficiency) and subsidiarity (close to the population), a coherent
policy for integrating urban water services into the broader picture of water resources
and water-use priorities, and a democratic public authority (not autocratic) working in
close cooperation with stakeholders and municipalities. Regulatory frameworks are
also extremely important, as is funding, which is a critical problem, given that the
sector cannot solely be subject to market rules, but needs to be overseen by a public
authority.
With regard to stakeholder engagement, water users need to be aware of the
bigger picture. For example, during the drought in Portugal in 2005, the country’s
reservoirs were very low, and water had to be used very efficiently in critical sectors
such as tourism. Committees were set up with stakeholders for each reservoir;
discussions took place daily to decide what course of action to take and what
solutions to implement.
To summarise, the integration of services should not be to the detriment of
specialisation, nor should it dilute duties. Water must be integrated at higher levels
of governance and water services should be seen as one of the uses of water
resources; water authorities need to be democratic and transparent and have the
power to enforce their decisions, as well as to engage with stakeholders.
The digital economy of the 21st century, based on knowledge and digitalisation,
entails major challenges and impacts on society and most sectors of the economy.
The world has seen innovations both large and small (for example, Uber or geo-
localisation among many others) that are causing significant changes in the economy,
organisations, public policy and governance, and which need to be approached
from the angle of the common good. The list of associated economic and societal
challenges is long.
One challenge is how to manage the monopolies of new companies such as Google,
Apple or Microsoft: they channel very diverse relations between sides of a market
Foro IV 481
(buyers, sellers, gamers, people interested in renting their apartments, tourists, etc.),
and they create business opportunities and new openings for numerous products and
services on a global level and with huge volumes of associated information. They
invest hugely in technology and operate, in principle, in very concentrated and
dynamic markets (for example, Uber, which now operates as an alternative to taxis
but is already looking for new market niches). They try, as far as possible, to prevent
other actors from entering their markets, they handle a large volume of sensitive
information (privacy) and impose de facto standards for their terms and conditions
of exchange.
Privacy is another challenge and a matter related to the common good. In the
context of the digital economy one must think about the balance between the benefits
of companies having enormous quantities of data at their disposal and the
protection of privacy. The incentives to protect information are imperfect (promises of
non-resale of data which are not honoured, the right to digital oblivion which is difficult
to put into practice, etc.).
With regards to the labour market, the digital economy destroys unskilled jobs, but
also skilled ones. Fortunately, any technological revolution also creates jobs. While
being a complex task, it is necessary to adapt to the new reality. Salaried employment
will not disappear, but it will diminish in favour of self-employment and, as a result,
managing one’s personal reputation and the increased ease of connecting directly
with clients thanks to technology will become important. In France, for example, there
is an ongoing debate about whether an Uber driver is an employee or independent
contractor. Uber claims that they are independent contractors, but really they are
both, since their relation with the company combines elements of both salaried
employees and independent workers. These scenarios demonstrate that there is a
need to equip ourselves with both simpler and more flexible provisions on labour,
social protection and taxes, so as to fit and adjust to these new production models.
The digital economy will affect solidarity as a result of some economic sectors
such as the insurance industry taking advantage of available information. It will also
create inequality, because the distribution of the wealth it generates is not equitable.
An example is the impact on tax revenue due to the big players of this economy
being located in certain countries (USA, Israel), but not in continental Europe (good
engineers go abroad). Protectionism will not aid, but rather reduce competitiveness,
and denying the reality of technological change is not the solution either. There is a
lot left to be done from a public policy perspective.
There is a need for major investments in education and on-the-job training as
well as at universities and schools. Since lifelong jobs are a thing of the past and
job changes happen faster and faster nowadays, a system will need to be devised
to protect workers as opposed to protecting jobs. France spends 32 billion euros
every year on retraining measures, albeit with very mixed and possibly even useless
results.
Foro IV 483
Where climate policy is concerned, economists have had little success in this
area. In France, they have tried to intervene, but with very limited influence. The
Paris COP21 abandoned the idea of carbon pricing in favour of promises backed by
light commitments. There has been progress on renewable energies (solar and wind),
and there have also been favourable reactions regarding collateral damages caused
by CO2-equivalent emissions. Imposing high taxes on emissions can have some
effect, as in the case of petrol; however, almost all agreements signed have granted
pollution permits to those who have polluted the most, which means, in practice, that
not being virtuous is a bargaining chip in the negotiations. These variables explain
the level of pessimism about the issue. Not enough is being done. Countries must
be responsible, either through taxes or via emission rights trading or other cap and
trade mechanisms (which establish a maximum quantity of emissions and allow
swapping rights of use and exploitation). But at the end of each year they should be
held accountable for emissions, because the important thing is to know the quantity
of emissions from a country, and not which companies emit how much. The Paris
Agreement was considered a success; however, the countries are not really fulfilling
their commitments. The political decision to apply carbon pricing is needed. The most
adequate formulas and mechanisms for its implementation will then be worked out.
Governments could levy taxes on their businesses for polluting emissions; however,
in practice this only happens on a very low scale or not at all.
Finally, in this context it is necessary to understand the implications of policies
such as corporate social responsibility, as well as related concepts like “delegated
philanthropy” which occurs when businesses perform philanthropic actions “on our
behalf”, for example, when we pay a little extra for fair trade coffee.
To summarise, all the issues and challenges highlighted show that economists
still have a great deal of work to do to achieve a sustainable society.
Foro IV 485
En relación con la política del clima, los economistas han tenido poco éxito en esta
materia. En Francia se está interviniendo pero con muy poca influencia. La COP21 de
París abandona la idea de los precios de carbono para basarse en promesas con poco
compromiso. Se ha avanzado en energías renovables (solar y eólica) y también se han
producido reacciones favorables respecto a los daños colaterales producidos por las
emisiones de CO2 equivalente. Fijar impuestos elevados a las emisiones puede producir
algún efecto, como ocurre con la gasolina. Sin embargo, casi cualquier acuerdo firmado
ha otorgado permisos de contaminación a quienes más han contaminado lo que signi-
fica que, en la práctica, no ser virtuoso es una moneda de cambio para la negociación.
Estas variables explican el pesimismo sobre el asunto. No se hace lo suficiente. Los
países deben ser responsables, bien vía impuestos o bien comerciando con derechos
de emisión u otros mecanismos cap and trade (fijar una cantidad máxima de emisiones
y admitir los intercambios de derechos de uso y aprovechamiento), pero al final del
año deberían responder por las emisiones porque lo importante es conocer cuánto ha
emitido un país y no quiénes y cuánto emiten las empresas en ese país. El acuerdo de
París se consideró un éxito, sin embargo, los países realmente no están asumiendo sus
compromisos. Es necesario tomar la decisión política de aplicar un precio a las emisio-
nes de carbono, tras lo cual se trabajará en las fórmulas o mecanismos más adecuados
para ello. Los gobiernos podrían imponer a sus empresas impuestos por las emisiones
contaminantes pero en la práctica lo hacen a muy pequeña escala o no lo hacen.
Finalmente, resulta imprescindible en este contexto entender las implicaciones de
políticas como las de responsabilidad social corporativa y de conceptos relacionados
como el de «filantropía delegada» que tiene lugar cuando las empresas realizan ac-
ciones filantrópicas «por nosotros», por ejemplo, cuando pagamos un poco más por
un café de comercio justo.
En definitiva, todos los retos y desafíos reseñados muestran que los economistas
tienen mucho trabajo por hacer para alcanzar una sociedad sostenible.
Las estadísticas mundiales en tiempo real nos muestran distintos indicadores relevan-
tes relativos a la población mundial (que en la actualidad asciende a casi 7.500 millo-
nes de personas) tales como nacimientos, fallecimientos, datos sobre alimentación y
medio ambiente y también relacionados con el agua (consumos, muertes causadas
486 Libro blanco de la economía del agua
por déficit de agua, personas sin acceso a agua potable, etc.). Estos datos deberían
darnos una medida de hasta qué punto podemos influir en las decisiones que afectan
al planeta.
La esperanza de vida es también un dato destacable (80 años en la actualidad),
junto con la población que vive en las ciudades (el 50 %) y la tendencia creciente
de creación de mega-ciudades por encima de los 80 millones de personas, converti-
das en conglomerados de influencia (hoy el más grande es Tokio-Nagoya-Osaka). En
2030 la población habrá aumentado otros 1.000 millones, la esperanza de vida habrá
pasado de 80 a 90 años, la proporción de población mundial en ciudades pasará del
50 % al 65 %, y se habrá generado un fenómeno: habrá 50 mega-ciudades, princi-
palmente en Asia. Por tanto, la población mundial va a concentrarse cada vez más
en las metrópolis, que se verán sometidas a una gran presión para reorganizarse. En
2050, llegaremos a ser 10.000 millones de personas, con una esperanza de vida de
120 años. El 80 % vivirá en grandes núcleos urbanos y las mega-ciudades empezarán
a convertirse en giga-ciudades. Todo lo anterior entendido en un contexto de recursos
naturales muy limitados.
¿Cómo se van a reorganizar estas mega-ciudades? En la actualidad muchas de
ellas son estados en sí mismas, con un PIB mayor que el de algunas naciones,
con autonomía y capacidad de negociación elevada, capaces de marcar incluso
las agendas de los estados. ¿Cuáles son las verdaderas presiones que van a su-
frir? El espacio se tiene que reorganizar, así como la movilidad, la gestión de los
recursos energéticos y también el agua (uno de los bienes fundamentales para
la vida).
Los grandes retos del futuro son las «4C»: competir (capacidad de superación y
mejora), convivir (necesidades emocionales), compartir (disponibilidad de recursos)
y conectividad (la demanda es tan potente hoy que nos ha llevado a un mundo en el
que la oferta es global).
Así, se supera el concepto de estado-nación para «organizarnos» como «redes».
Por ejemplo, la red de tecnología (que hoy está gobernada por EE. UU., Francia e
Israel), la red transnacional financiera (liderada por Londres, Nueva York y Singapur)
o la red del arte (movida por Nueva York, Madrid, Londres, París y San Petersburgo).
Todo esto muestra que la necesidad de gestionar y cuidar el limitado recurso del
agua resulta evidente.
Foro IV 487
Nos encontramos ante una etapa de desafíos urbanos globales pues por primera
vez el planeta es urbano. En el año 2050 tendremos un planeta predominantemente
marcado por la presencia humana en ciudades (66 % de la población mundial será
urbana) si bien esto es desigual pues las grandes ciudades van a seguir creciendo
y las pequeñas ciudades disminuirán. Hay un dato que pasa desapercibido y es que
las ciudades medias van a constituir la forma mayoritaria de vida urbana. Las megaló-
polis estarán en Asia pero no serán relevantes en Europa o en gran parte de América
Latina: el 45 % de la población urbana vivirá en ciudades de menos de 500.000 habi-
tantes. También se va a vivir un fenómeno de metropolización, es decir, de ocupación
extensa del territorio con el consiguiente impacto sobre los recursos.
Las ciudades medias seguirán creciendo a escala global. Estas no han cometido
los errores de las megalópolis o grandes conurbaciones y todavía hoy tienen la po-
sibilidad de lograr un modelo urbano mejor que el actual. Esto depende de nosotros
mismos.
En los años cincuenta las grandes ciudades eran un fenómeno de países desarro-
llados (Norteamérica, Europa y Japón), en los setenta se extiende a Asia y Latinoa-
mérica y en los noventa no se produce un mayor crecimiento en los países desarrolla-
dos, sino que siguen extendiéndose en Asia y Latinoamérica, y se produce una gran
tragedia para el desarrollo urbanístico: regiones enteras del planeta se organizan
urbanamente con el modelo de la «favela» o el slum lo que lastra las generaciones
futuras (por ejemplo, en América Latina casi el 30 % de la población vive en condicio-
nes que no alcanzan los estándares aplicables). En el año 2014 se ha concentrado
el proceso de urbanización en Asia principalmente; América Latina, que se vive como
joven, es desde este punto de vista un país viejo, su estándar de población urbana
es del 80 % (similar al de Europa y EE. UU. e inferior al de Asia). En cuanto al nivel
de urbanización, Asia es la América Latina de hace 30 años, aunque le va a ocupar la
mitad de tiempo. En 2030 el modelo en América Latina no va a variar grandemente,
aunque sí lo va a hacer en África y Asia donde los problemas estructurales, y del
agua en particular, son candentes.
Algunas conclusiones relevantes que se extraen de este análisis son que las
ciudades del tercer mundo crecen enormemente, que los países de mayor renta han
perdido la primacía en población urbana y que Asia se convierte en el continente con
mayor población urbana.
Tradicionalmente las urbanizaciones se plantearon como una hiperconcentración
de densidad o bien como una difuminación de la urbanización en el campo. Ambas
488 Libro blanco de la economía del agua
Este episodio fue clave para apostar decididamente por incrementar «la garantía
de agua» a través de tres líneas de actuación: una apuesta más decidida por la desa-
linización, tecnología que siempre puede aportar agua de forma continuada a pesar
de su intenso consumo de energía; la recuperación de captaciones en desuso (po-
zos, fundamentalmente), y la mejora de los tratamientos de potabilización. En total
122 hm3, un aumento del 30 % de la garantía en el Área Metropolitana de Barcelona,
cifra que debería incrementarse más si nos orientamos, como deberíamos, hacia la
reutilización.
El reto al que nos enfrentamos es encontrar los mecanismos y consensos ne-
cesarios para mantener e incluso mejorar esta trayectoria en un contexto cada vez
más complejo con factores de presión tales como el incremento de la población,
la creciente demanda del recurso para el desarrollo económico y el cambio climáti-
co, que en el entorno Mediterráneo tiene perspectivas especialmente preocupantes.
Todos los científicos coinciden en señalar que cada día se debe contar menos con
el agua de lluvia y de los ríos, cada vez será un recurso más escaso. En este senti-
do, en un contexto de economía circular, el agua nueva representa no únicamente el
incremento de la disponibilidad y la mejora ambiental de los ríos (a más cantidad de
agua, más calidad), sino que también se debe lograr el cierre del ciclo de la sostenibi-
lidad en la gestión del agua. Se han hecho progresos meritorios pero no son suficien-
tes. En los últimos dos años se ha incrementado la reutilización de agua en un 15 %,
un dato positivo pero alejado del potencial que se podría alcanzar. Ser sostenibles y
avanzar, tal y como reclama la Directiva del Agua, hacia un modelo más equilibrado,
de más proximidad, más smart y orientado a cerrar el circuito del agua para caminar
hacia la economía circular, exige no renunciar al gran potencial del agua regenerada,
especialmente en un contexto de cambio climático y de urgencia por reducir la huella
de carbono. Un ejemplo de estos avances recientes está en la depuradora de Vila-se-
ca y Salou que ha conseguido que las industrias del Camp de Tarragona dejen de uti-
lizar agua potable proveniente del Ebro a través del Consorcio de Aguas de Tarragona.
Este es el camino en el que se debe avanzar en los próximos años.
Este inmenso desafío exige un esfuerzo enorme, humano, político, tecnológico
y financiero, un esfuerzo del conjunto de la sociedad catalana para avanzar hacia
la gestión de un recurso tan esencial y escaso. Y en este desafío tenemos la tran-
quilidad de contar con el renovado liderazgo de la Agencia Catalana del Agua (ACA)
que también cuenta con una mayor capacidad financiera, fundamental para lograr el
cometido. En este sentido, el Plan de Gestión en Catalunya prevé, con el liderazgo
de la ACA y también con el concurso e implicación de otros actores, una inversión
de cerca de 900 millones de euros para nuevas infraestructuras y tecnologías, entre
otras prioridades.
Esta tarea constituye un reto de tal magnitud que requiere la plena cooperación
de todos los sectores, públicos y privados, y con un grado de compromiso y parti-
cipación social que movilice nuestras mejores capacidades. La óptima gestión del
494 Libro blanco de la economía del agua
agua es una tarea colectiva que debe brindar a la sociedad toda la confianza en la
seguridad, la calidad de la gestión del agua y su sostenibilidad futura.
En relación con la capacidad de resiliencia antes referida, la corresponsabilidad
ciudadana y el gran esfuerzo ciudadano en el ahorro del consumo de agua en Ca-
talunya han jugado un papel muy significativo. En este contexto de alto nivel de
eficiencia en el ámbito del consumo doméstico, destacan dos cifras: consumo de
110 litros por persona y día de media en el Área Metropolitana de Barcelona y de 103
en Barcelona ciudad. Consumos realmente smart, eficientes, basados en un cambio
de actitud ciudadana que es necesario reconocer.
En definitiva, y siendo el agua un bien esencial, público por su propia naturaleza,
hay que cumplir con principios inexcusables como es el de contar con una regulación
exigente y rigurosa, que tenga vocación de estabilidad en el largo plazo y que permita
una gestión absolutamente transparente, así como un mayor y mejor control público
de todo el ciclo del agua. Una regulación que sea reflejo del factor que debería se-
guir condicionando la gestión del agua en Catalunya en los próximos años: la plena
corresponsabilidad –entre el sector público, actores privados y la ciudadanía– de un
recurso cada vez más escaso.
plo, una estructura tarifaria armonizada o unos estándares de calidad del servicio
adecuados.
GWOPA observa que uno de los déficits más importantes a nivel internacional
es la falta de capacidad técnica, organizativa e institucional, incluyendo la falta de
capacitación de los trabajadores de algunos de los operadores. Desde GWOPA se pro-
mueven los hermanamientos sin ánimo de lucro entre operadores (Water Operators’
Partnerships – WOPs) como estrategia para que pongan en común sus experiencias
y buenas prácticas con el objetivo de ayudar a aquellos con menor capacidad a apro-
vechar estos recursos, sobre todo teniendo en cuenta que a la competencia de agua
potable que tienen muchos operadores ahora se agrega la de saneamiento.
Señala la existencia de un déficit democrático, la sociedad está desinformada con
respecto a la realidad tanto del recurso hídrico como de los criterios de acceso a los
servicios de agua y saneamiento.
En relación con el debate actual sobre el ámbito de prestación del servicio más
adecuado, entiende que lo importante es proteger un modelo de gestión que res-
ponda a la realidad geográfica, demográfica y política, lo que requiere una visión de
altura y distancia. Y considera necesario dar voz a los ciudadanos para que haya un
reflejo de sus preocupaciones en las decisiones políticas sin que ello implique politi-
zar las cuestiones sobre el agua.
LIBRO BLANCO LIBRO BLANCO
Comité Académico del Foro de la El Foro de la Economía del Agua nace en 2016
Economía del Agua como resultado del planteamiento de un gran reto:
DE LA ECONOMÍA
promover un espacio independiente, transparente
DE LA ECONOMÍA DEL
Jose Carlos Díez, Director del Foro de la
modo documentado, riguroso y beneficiándose de
Economía del Agua
DEL AGUA la perspectiva internacional, un tema, la gestión del
Alfredo Arahuetes, Decano de la Facultad agua y sus servicios, crucial para el futuro de nuestro
de Ciencias Económicas y Empresariales de país y de la humanidad. Y hacerlo abarcando toda su
ICADE y experto en economía mundial complejidad y el conjunto de las interacciones que
lo caracterizan, tomando distancia de la coyuntura
Estanislao Arana, Catedrático de Derecho El Libro Blanco de la Economía del Agua acredita la enorme complejidad de uno de los política o partidista, de los prejuicios ideológicos
Administrativo de la Universidad de Granada principales temas de este siglo, la gestión del agua, en un mundo marcado por la creciente y, en definitiva, de la contienda circunstancial que
versa sobre el ciclo urbano del agua, no pocas veces
urbanización y en un contexto de extrema gravedad representado por las consecuencias y
Santiago Carbó, Profesor de Economía en simplista, reduccionista, maniquea.
la necesidad de adaptación al cambio climático. A nivel mundial y también regional, nacional
Bangor Business School (Reino Unido) y subnacional, hemos de garantizar la seguridad del abastecimiento, en los mejores niveles El Foro de la Economía del Agua, que se ha
Gonzalo Delacámara, Director Académico de calidad y de precio, tanto para el consumo humano como para el desarrollo económico y constituido en un espacio de generación e
social. Debemos hacerlo en condiciones de universalidad y de sostenibilidad. Este inmenso intercambio de conocimiento, criterios y creación del
del Foro de la Economía del Agua
mayor consenso posible en torno a temas cruciales
desafío nos exige un esfuerzo ingente, humano, político, tecnológico, financiero y de gestión, TERCERA EDICIÓN de la gestión del ciclo integral de agua en el ámbito
Carlos Mario Gómez, Director del un esfuerzo integral que toda sociedad debe asumir para avanzar en una gestión avanzada de urbano, ha reunido desde su constitución a los más
Departamento de Economía de la UAH un recurso esencial y crecientemente escaso. prestigiosos expertos internacionales para reflexionar
en torno al agua, uno de los grandes retos de
Juan Manuel Lombardo, Profesor de la UNIR, La tarea constituye un reto de tal magnitud que requiere profundizar en la cooperación Gonzalo Delacámara, Director académico del Foro de la Economía del Agua (coordinador) trascendencia crítica para nuestro porvenir, desde
Director General de la Fundación I+D del
de todos los sectores, en la sociedad civil, en los sectores público y privado, en medios diferentes vertientes, siempre parte prioritaria de la
Software Libre Jose Carlos Díez, Director del Foro de la Economía del Agua agenda política mundial y un elemento central de
académicos, científicos y tecnológicos, y con un grado de compromiso y participación social
que movilice las mejores capacidades y promueva amplios consensos en pro del interés Francisco Lombardo, Secretario del Comité Académico del Foro de la Economía del Agua nuestras vidas.
Francesc Trillas, Profesor del Departamento de
Economía Aplicada de la Universitat Autònoma general. La gestión del agua y los servicios del ciclo urbano es una tarea colectiva que debe (coordinador) En estas reflexiones, expuestas en las sucesivas
de Barcelona brindar a la sociedad toda la confianza en que la equidad, la eficiencia y la sostenibilidad ediciones del Foro de la Economía del Agua –y que
estén garantizadas. Fernando Galván, Carlos M. Gómez, Lucie Pia Pluschke, Jorge Ducci, José A. Carrera, se recogen en este libro, concretamente en el “Libro
Francisco Lombardo, Secretario del Comité Víctor Arroyo, Samuel Fernández, Aziza Akhmouch, Antonio Cañamás, Catarina de Albuquerque, de Actas”– han participado cuatro premios Nobel,
Académico del Foro de la Economía del Agua El Libro Blanco de la Economía del Agua recoge las reflexiones de los más reconocidos Alice Bouman-Dentener, Josefina Maestu, Fernando Morcillo, Manuel Pulido-Velazquez, los profesores Finn E. Kydland, George Akerlof y
expertos internacionales abordando el debate sobre el agua en torno a seis bloques temáticos. Patricia Marcos-Garcia, Jaime Martínez-Valderrama, Fernando Magdaleno, Santiago Carbó, Jean Tirole, premios Nobel de Economía, y Mohan
Paulina Soto, Vicesecretaria del Comité Alberto del Villar, Carlos D. Pérez, Francesc Trillas, Magaly Espinosa, Jaime Melo Baptista, Munashinge, premio Nobel de la Paz; la que fuera
Académico del Foro de la Economía del Agua Estanislao Arana, Juan Manuel Lombardo, Luis Joyanes, Francisco Lombardo González, Enviada Especial de Naciones Unidas para el Cambio
Incluye además esta edición las ponencias presentadas en las sucesivas jornadas de debate
Alfredo Arahuetes Climático y primera ministra noruega, Gro Harlem
del Foro de la Economía del Agua –que se recogen en el “Libro de Actas de los Foros de la Brundtland; el Relator Especial sobre los Derechos
Economía del Agua”– en las que han participado cuatro premios Nobel –los profesores Finn Humanos al Agua y al Saneamiento; expertos en
E. Kydland, George Akerlof y Jean Tirole, premios Nobel de Economía, y Mohan Munashinge, LIBRO DE ACTAS DE LOS FOROS DE LA ECONOMÍA DEL AGUA agua de organismos multilaterales como la OCDE,
premio Nobel de la Paz–, la que fuera Enviada Especial de Naciones Unidas para el Cambio Finn E. Kydland, Jose Luis Machinea, Eulalio Ávila, George Akerlof, Gonzalo de Castro, Victoria Camps, la Comisión Europea, la CAF Banco de Desarrollo
Climático y primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, además de expertos en agua Gro Harlem Brundtland, Ángel Simón, Humberto Peña, Miguel Arias, Lluís Salvadó, Mohan Munasinghe, de América Latina, CEPAL, UNESCO o GWOPA;
responsables con experiencia en la gestión del
de organismos internacionales, responsables con experiencia en la gestión del agua del Alena Kozakova, Jaime Melo Baptista, Peter Gammeltoft, Francisco Nunes Correia, Luis Vidal,
agua de Inglaterra y Gales, Chile, California (EE.
sector público y del sector privado, académicos, arquitectos y urbanistas, tecnólogos e José María Ezquiaga, Jean Tirole, Josep Puxeu, Albert Castellanos, Blanca Jiménez Cisneros,
UU.), Portugal; gestores del sector público y del
incluso autoridades en materia de ética y moral. Jose Luis Martín Bordes, W. Michael Hanemann, Joaquim Oliveira, José Carrera, Paula Kehoe,
sector privado, académicos, arquitectos y urbanistas,
Ian Barker, Juan Costa, Paulina Soto tecnólogos e incluso autoridades en materia de ética y
moral, como Victoria Camps.
TERCERA
EDICIÓN Todos ellos han dejado muestras de su indiscutible
prestigio internacional y su solvencia intelectual,
lo que constituye un privilegio del que estamos
profundamente agradecidos. Su participación y sus
contribuciones a este libro prueban la dimensión
estratégica de la gestión del agua para el siglo XXI.