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Profesor de la Facultad de Teología, U.e.
Los textos analizados han sido tomados del volumen 111de la colección Doc-
trina Pontificia, "Documentos sociales", editada por BAC, Madrid 2 1964. Ahí apare-
cen in extenso los siguientes escritos y alocuciones de Pío XII y sus colaboradores
inmediatos:
El fenómeno técnico penetra toda la vida del hombre, también su cultura; por
eso, nuestra época puede ser llamada "era técnica e industrial" (CCA 15).
Hacia el fin de su pontificado, se detiene Pío XII varias veces en un nuevo
fenómeno, originado por un cambio en la técnica: "ahora, cuando ya en ,el mundo
comienza a alborear una 29 revolución industrial" (SLM 3). Lo describe así:
Por eso,
"La Iglesia ama y favorece los progresos humanos" ¡IP. 51. "Si el creci-
miento es el signo de la salud económica de un pueblo, ¿sería razonable
y, sobre todo, seria cristiano afrontar el porvenir retrocediendo? La Igle-
sia, por el contrario, invita a los creyentes a que en los sorprendentes
progresos de la ciencia reconozcan la realización del plan de Dios, que
ha confiado al hombre el descubrimiento yla explotación de las riquezas
del universo: '¡Llenad la tierra y sometedla!'" rSLM 41.
suplantar a Dios en la conciencia de los hombres de hoy. Pío Xli invita a "los hom-
bres de ,las tinieblas",
"antes de toda otra cosa, a reconocer la causa de hoy día que los hace
ciegos e insensibles a lo divino: la excesiva, a veces la exclusiva estima-
ción del llamado 'progreso técnico', Soñado éste primeramente como un
mito omnipotente y dispensador de felicidad, llevado luego, a través de
toda industria, hasta las más atrevidas conquistas, se ha impuesto a las
conciencias comunes como fin último del hombre y de la vida, ponién-
dose, por consiguiente, en el lugar del idea'¡ religioso y espiritual" (IP 4"
"Ante el sorprendente desarrollo de la técnica, y más frecuentemente
por sugestiones recibidas, el trabajador se siente absoluto dueño y señor
de su existencia, capaz sencillamente de perseguir todos los fines, de
realizar todos los sueños" ICCA 351,
Este espíritu técnico parece ser propio del mundo moderno: son "los falsos y
estrechos puntos de vista del mundo y de ,la vida, acentuados por los hombres mo-
dernos" (CCA 6) ·Ios que impiden reconocer la infinita distancia entre la obra del
292 SERGIO SlLVA G., SS. CC.
hombre y la de Dios (CCA 5); los hombres modernos, a semejanza de los constructores
de la torre de Babel, sueñan con la divinización del hombre (CCA 7) y no se dan
cuenta, en su autosuficiencia, de la necesidad de la oración:
En definitiva, esta idolatría y este espíritu técnico no son más que formas
particulares del materialismo (IP 13, 15).
El espíritu técnico "no reconoce ni estima como realidad más que lo qua
puede expresarse en relaciones numéricas y en cálculos utilitarios (. .. 1.
Es evidente que quien se cierra en el método técnico como único instru-
mento de investigación de la verdad tiene que renunciar a penetrar, por
ejemplo, las realidades profundas de la vida orgánica y más aún las de
la vida espiritual, las realidades vivientes del individuo y de la sociedacl
humana, ya que no pueden reducirse o relaciones cuantitativos" (I'P 101
y lo que Pío XII califica de "superstición" de nuestro tiempo tan racionalista, es decir,
Si penetra el espíritu técnico, "la familia no será ya obra del amor y re·
fugio de las almas, sino desolador depósito según las circunstancias, o de
mano de obra para (la) producción, o de consumidores de los bienes ma-
teriales producidos" IP 14; ver CeA 221.
cuando se trata de hacer "a los jóvenes más aptos para seguir el progre-
sivo avance de la ciencia y para sel'vil' a sus aplicaciones en el terreno
de la economía" SLM 10).
Otra consecuencia negativa es la pérdida del sentido del trabajo (lP 12) Y
del tiempo libre:
También se detiene en los dos problemas, dependientes el uno del otro, del
abandono del campo y del crecimiento desmesurado de la ciudad, dor.de los traba-
jadores viven aglomerados (CCA n).En la gran ciudad se produce la masificación
-lo que nos lleva de nuevo al problema de la despersonalización.
Al final de su vida -en los textos de 1956 y 1957-, Pío XII se enfrenta COIl
"Por todo ello, no resta sino dar gracias a Dios, pues ha concedido al
hombre que pueda llevar a cabo tales obras" 15LM 41.
296 SERGIO SILVA G.• SS. CG.
y añade:
"Mas, ¿será lícito parella entregarse can confianza ciega a esas pers-
pectivas del progreso técnico y de expansión económica?" (SlM 5).
En una alocución a los obreros de ,la Acción Católica, el tono es aún más opti-
mista. Sin comprometerse enteramente, señala que algunos piensan que la automati-
zación de la producción inaugura un período nuevo de la humanidad, en que el
puesto central es de las ciencias naturales, de las que provienen la mecanización, la
racionalización y la automatiza·ción de los procesos productivos que, en conjunto,
constituyen la "automación". Así, las ciencias naturales hacen posible un "mundo
completamente 'hecho por el hombre'" (ACLI, citado en p. 1060 de la citada edi-
ción BAC).
Al describir la automación la pone en vinculación intrínseca con el uso de :0
energía alómica, que no le merece ningún reparo:
"De esta forma se hacen inútiles no sólo los músculos, sino también los
nervios y el cerebro del hombre en el proceso de la producción; se I:e-
ga, por último, a imaginar o fantasear una fábrica sin hombres. Si se
tiene en cuenta que el descubrimiento de la energía atómica es superior
y más importante, sería, sin embargo, inaplicable sin 1C1 automación,
pues solamente ésta conferiría al proceso de trabajo una seguridad y
precisión que el directo trabajo humano no puede obtener, pero que es
precisamente indispensable en el empleo de la energía atómica. Todo
esto es cierto e inspira, sobre todo 01 cristiano, una admiración reconoce-
dora de la grandeza de Dios Creador y de sus obras" (¡'.Cll, citado en
p. 1061 de la citada edición BA(.
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 297
Frente a los males del espíritu técnico y a los problemas de la sociedad mo-
derna tecnificada, Pío XII esboza algunas líneas de solución.
Podemos empezar señalando las falsas soluciones que él descarta. Ante el pro-
blema de la paz, Pío XII está en contra de los que estiman
Rechaza Pío XII la idea de construir la vida social a la manera de una gigan-
tesca máquina industrial (LCV 12-17), mostrando que hay en esta postura una inso-
luble contradicción, porque ta,1 organización social reposaría sobre un crecimient')
continuo de la productividad, lo que llevaría a una catástrofe y sobre todo a una
cesantía masiva parla automación (LeV 21-23).
Si no es solución la aplicación de una fórmula rígida y fría, tampoco [o es e[
creer que bastan las fuerzas espontáneas del instinto vital; esto es
"contrario a los designios de Dios, que (Osel Señor del orden"lCV 12',.
298 SERGIO SILVA G., SS. CC.
En otro nivel, rechaza también Pío XII el entregar toda la vida económica a
la regulación por el mecanismo del mercado (DE, citado en p, 1059 de la edición
BA(t, o a la regulación por el Estado, lo que acabaría con la responsabilidad personal
¡DE, p. 1060, ibidemJ.
La solución se va a lograr cuando el hombre moderno reconozca sus límites:
Al hombre:
"Dios mantiene firme todo el vigor de aquellas leyes generales que go-
biernan el mundo y la naturaleza del hombre, ounque debilitada por
los vicios contraídos" . LCV 9.
- luego están los cuerpos intermedios en que los individuos se asocian libre-
mente, sean cuerpos profesionales o entidades locales (CCA 171;
- por &Itimo está el Estado (CCA 17), concebido primordialmente como una
comunidad moral de los ciudadanos más que como una organización ad-
ministrativa (LCV 18). Por eso,
300 SERGIO SILVA G., SS. ce.
"Si alguna vez los hombres descuidaran este su deber, dejando inerte,
en lo que está de su parte, la fuerza ordenadora de la fe en la vida
pública, cometerían una traición al Hombre-Dios, visiblemente aparecido
entre nosotros en la cuna de Belén" (CCA 28). "Guardaos de los que
desprecian ese servicio cristiano al mundo, contraponiéndole un llamado
'puro', 'espiritual' crist·ianismo. Estos no han comprendido esta divina en-
señanza, comenzando por su fundamento: Cristo, verdadero Dios, pero
también verdadero hombre" (CCA 30'.
energía atómica. Más delicado aún es cierto tono -que podríamos llamar vol unta-
rista- que se refleja en sus afirmaciones optimistas. Como si bastara con un acto de
voluntad para acabar con los riesgos que entrañan los procesos sociales y económi-
cos. Pero quizás esta postura está condicionada, en alguna medida, por el deseo de
Pío XII de descalificar las críticas que se hicieron entonces al ingreso de Italia en ei
M8rcado Común Europeo (cuyo tratado se firmó el 25 de marzo de 1957).
En cuanto a las líneas de solución que esboza Pío XII, prima sn ellas la idea
de un orden, que no es construido por el hombre, sino dado -en la naturaleza del
hombre y la sociedad- por Dios. Sin dudar de la verdad que esta afirmación contie-
ne, cabe, sin embargo, preguntarse si no se desvirtúa así la tensión -que es consti-
lutiva del hombre- entre orden y libertad creadora. En todo caso, le acentuación
del orden lleva inevitablemente a mirar hacia el pasado para descubrir en él una
ordenación social que se haya acercado al orden natural; probablemente juega este
papel la economía tradicional de base rural, de pequeños propietarios capaces de
asociarse cooperativa mente y de artesanos libres en la ciudad, asociados también
en gremios profesionales. La concentración de la mirada en la idea del orden hace
también más ·difícil la perspectiva del futuro aún no realizado, y tiende a hacer ver
como contrarias al orden natural las enormes perturbaciones que la 1<;1 revolución
industrial ha traído consigo. No es totalmente éste el caso del pensamiento de Pío XII,
corno lo muestran su actitud ante la automación y la interpretación que hace de los
beneficios de la 1<;1 revolución industrial.
Por último, habría que medir el alcance de las afirmaciones de Pío XII acerca
de la bondad del progreso técnico (cuando es al mismo tiempo progreso humano) y
acerca de la bondad intrínseca de la capacidad técnica del hombre (1.2.1.). Para
hacerlo, habría que situar estas afirmaciones en su contexto, es decir, en su relación
con las afirmaciones del Magisterio anterior y con las opiniones de los teólogos de la
1 <;1 mitad de este siglo. Quizá aparecería con fuerza un acento nuevo, de admiración
por algunos aspectos del mundo moderno. Sin embargo, globalmente, Pío XII aún
parece mirar al hombre moderno corno a un hijo que ha abandonado la casa paterna.
los textos analizados aquí están tomados del mismo volumen de la BAC ya
citado en el párrafo anterior (1.1.). He añadido además la Encíclica Pacem in Terris,
en la versión que publicó Ediciones Paulinas de Santiago de Chile en el 29 volumen
de "'Enciclicas Sociales", en 1975, pp. 121-202. He incorporado en el análisis los pa-
sajes de tres Cartas de la Secretaría de Estado de Juan XXIII, que aparecen citados
en las notas de la edición de la BAC. Se trata, pues, del siguiente corpus:
302 SERGIO SILVA G., SS. CC.
---_._---_._-------------_ _----_._ .. _----_ _--
Esta socialización es según Juan XXIII efecto a la vez que causa de la cre-
ciente intervención del Estado en la vida de la sociedad; pero es también fruto y
expresión de la tendencia natural del hombre a asociarse (MM 60).
Al definir así la socialización, Juan XXIII asume el ·concepto tal como se ha ela-
borado en algunas ramas de las cíencias sociales. Distinto es el contenido que se le
da en otras, que llaman socialización al proceso por el cual el individuo humano es
incorporado en su grupo social; proceso que consiste fundamentalmente en la asi-
milación de la cultura de ese grupo y que se da desde siempre y en todo grupo
humano. Señalo esto para evitar posibles confusiones.
Este fenómeno nuevo que es la socialización tal como la describe Juan XXIII
ocupa su atención porque ha traído consigo una nueva dimensión de "la cuestión
social". Para León XIII esta cuestión social era el problema de ·Ias relaciones entre
patrones y obreros al interior de cada empresa industrial. Por ·10 socialización,
la cuestión social adquiere -sin perder la anterior- una dimensión internacional,
porque afecta alas relaciones entre los países desarrollados y los subdesarrollados
(MM 157-184), Una de las causas de esta nueva dimensión de la cuestión social es
el desarrollo de la ciencia y de ·10 técnica:
LA TECNICA y SU INflUENCIA EN LA CULTURA 303
"la actual civilización se distingue sobre todo por la ciencia y los inven-
tos técnicos" (PT 148).
Este progreso es para Juan XXIII fundamentalmente positivo, por dos razones:
- En primer lugar, porque muestra la grandeza del hombre y, detrás de esa
grandeza, la del Dios creador:
"aunque el poderío atmz de los actuales medios militares logre hoy dI-
suadir a los hombres de emprender la guerra, siempre se puede temer
que los experimentos atómicos hechos con fines bélicos, si no se interrum-
pen, traigan consecuencias nefastas para cualquier tipo de vida en nues-
tro planeta" (PT 111);
por último, la posibilidad de usar las gigantescas fuerzas de la técnica para bien
o para mal. A este propósito, Juan XXIII recuerda
Más allá de estos problemas puntuales, Juan XXIII reconoce que el progreso
científico-técnico trae un problema de fondo.
"Es también cosa manifiesta -dice- que en las naciones de antigua tra-
dición cristiana, las instituciones civiles florecen actualmente con el pro-
greso científico y técnico y abundan en medios aptos para la realización
de cualquier proyecto, pero COn frecuencia en ellas se han enrarecido la
motivación e inspiración cristianas" (PT 151).
Una de las raíces de este problema de fondo la expresa Juan XXIII cuando
dice que
Así retoma la crítica que ya había hecho Pío XII (ver mós arriba, 1.3.).
Una consecuencia que destaca Juan XXIII de esta especie de ceguera para
la realidad profunda es lo que ocurre con el trabajo humano, apreciado como
mercancía en lugar de ser reconocido como lo que es, una expresión de la persona,
de naturaleza a la vez individuoj y social. Esto es, según Juan XXllt lo que quiso
de:ir León XIII en "Rerum Novarum" (/IAl'v\ 18 Y 33).
Se trata, pues, de una saludable toma de conciencia de los límites del poder
que la ciencia y la técni:a han puesto en las manos del hombre moderno.
306 SERGIO SILVA G" SS, ce,
Esta tarea deben asumirla sobre todo los cristianos, que deben integrar en
su fe una capacitación científico-técnica y profesional que les permita entrar eficaz-
mente en las instituciones de la vida social, tanto nacional como internacional (PT
147-148).
Integración no significa desconocimiento de las leyes propias de la producción
de bienes; por el contrario,
"hay que buscarlas donde Dios las ha dejado escritas, esto es, en la
naturaleza del hombre" (PT 6; ver también PT 37 y 38).
El otro gran problema que ocupa a Juan XXIII -la dimensión mundial que
ha adquirido la cuestión social- se resolverá, según él, mediante una colaboración
científico-técnica-financiera entre los países desarrollados y los subdesarrollados, que
permita el desarrollo económico moderno. No basta una ayuda de emergencia; se
requiere la cooperación científica, técnica y financiera de los países desarrollados a
los subdesarrollados,
"se necesita por eso que haya cooperación internacional para procurar
una más intensa comunicación de capitales, de recursos y de las personas
mismas" (PT 101).
El Papa está consciente de que este esfuerzo implica una nueva expansión de
la economía mundial, que no parece merecerle ningún reparo:
Sin embargo, la cooperación para ,lograr este desarrol·lo debe evitar repetir
los errores del pasado: no basta can producir más, hay que promover un reparto
equitativo de las riquezas logradas con el desarrollo económico (MM 168).
Otras cautelas que señala Juan XXIII son el respeto de la cultura de los pue-
blos a los que se ayuda (MM 169-170; PT 123-125) y de la jerarquía de los valores,
de modo que ·10 ciencia, la técnica yla economía estén instrumentalmente subordi-
nadas a los valores del espíritu:
Por último, los países desarrollados deben emprender esta colaboración con
un espíritu desinteresado, de modo que no sea la ocasión de un neocolonialismo o
un neoimperialismo (MM 171-174).
En cuanto a los problemas sociales de dimensión nacional, Juan XXIII propone
ia industrialización y ,la modernización de la agricultura, para acabar con sus defi-
ciencias de productividad y eficiencia con respecto a la industria (MM 141) Y la crea-
ción de pequeñas y medianas empresas industriales y agrícolas, y la participación
de los trabajadores en las grandes (MM 84-90).
Una mirada crítica sobre el pensamiento de Juan XXIII -tal como queda es-
bozado aquí- permite constatar que, en relación con Pío XII, hay una más decidida
aceptación del mundo moderno, al menos en lo que toca ala economía y al progreso
científico-técnico. Prueba de ello es el llamado a la modernización tanto de la agri-
cultura como, en general, de los países subdesarrollados.
Mirada desde hoy, dos décadas más tarde, se echa de menos en esta valoíO-
ción de lo moderno una mayor lucidez crítica, que perciba ciertos problemas intrín-
secos de la economía, la te'cnología y la sociedad modernas. Quizá esta falta de
criticidad nos 'hace sentir hoy en muchas de las recomendaciones de Juan XXlliI un
tono moralista o voluntarista. Dicho de otro modo, se percibe una carencia; los tex-
tos analizados no señalan las mediaciones concretas que harán posible, por ejemplo,
subordinar los valores de la ciencia, la técnica y el desarrollo económico a los va-
lores supremos del espíritu, o que evitarán la falta de respeto a las culturas tradi-
cionales en un proceso de desarrollo económico modernizador como el propuesto.
Quizá lo que ocurre es lo siguiente: se parte de la base -tal como lo afir-
maba explícitamente Pío XII- que la técnica y la ciencia modernas son íntrínseca-
mente buenas; si su aplicación produce algunos evidentes males (que incluso pueden
llegar a ser tan trágicos como la posible destrucción de la humanidad), el problema
no está en la ciencia ni en la técnica sino en el hombre que las usa. De ahí, conse-
cuentemente, un llamado moral a la responsabilidad del hombre.
Los sucesos de estas últimas décadas están, sin embargo, obligando a sacar
a luz esta postura y a revisarla. Hay que preguntarse, en efecto, si acaso la ciencia
y la técnica no tienen en sí mismas algo que hace difícil, si no imposible, el que sean
usadas ,en forma puramente instrumental, como pide su esencia. Los pensadores de la
Escuela de Franefort -sobre todo ADORNO y HORKHEIMER- señalaron hace ya me-
dio siglo que hay en la ciencia y en la técnica modernas un principio de domina-
ción de la naturaleza, que forma parte de su esencia misma, más al,lá de la búsque-
da de :10 verdad. Esto ha sido elaborado no hace mucho por el filósofo alemán
Jürgen HABERMAS, que 'ha mostrado en las ciencias modernas de lo naturaleza lo
que él llama un "interés" (en sentido no subjetivo sino objetivo; es decir, un interés
integrado en los procedimientos y en ,los conceptos mismos de la ciencia) técnico de
LA TECNICA y Su INFLUENCIA EN LA CULTURA 309
dominio de la naturaleza. Hoce apenas dos años, un estudio del filósofo de la Uni-
versidad Católica de Lovaina, Jean LADRIERE,en que recoge los debates de una Jor-
nada organizada por la UN,ESCOen 1974 para tratar el tema ciencia, ética y estético,
ha añadido otro elemento importante que fundamenta la pregunta que estoy plan·
teando: ha mostrado la tendencia que tienen la ciencia y la tecnologia modernas a
constituir, íntimamente trabadas, un sistema de creciente autonomía con respecto tanto
a la sociedad como a los valores éticos y culturales en general. Es quizá esta ten-
dencia la que hace inoperantes los llamados puramente morales a un buen uso de
la técnica. Habría, por el contrario, que llamar a transformarla radicalmente, para
hacer por fin realidad esa proclamada esencia instrumental suya. Lo que planteo
una tarea ardua y de muy largo plazo, pero probablemente decisiva para el futuro
de la humanidad.
Los cambios sociales características de hoy ·Ios ve el Concilio bajo los térmi-
nos de industrialización, urbanización, comunicación social masiva, fenómenos mi-
gratorios. Todos ellos dependen del desarrollo científico-técnico:
"el hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente
las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o salvarle"
(GS 9).
"Una cosa hay cierta poro los creyentes: la actividad humana individual
y colectiva o el conjunto ingente de esfuerzos realizados por el hombre
a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, consi-
derado en sí mismo, responde a la voluntad de Dios. Creado el hombre
a imagen de Dios, recibió el mandato de gobernar el mundo en justicia
y santidad, sometiendo a silo tierra y cuanto en ella se contiene, y de
orientar a Dios la propia persona y el universo entero, reconociendo a
Dios como Creador de todo, de modo que con el sometimiento de todas
las cosas al hombre sea admirable el nombre de Dios en el mundo"
(GS 34).
"Los cristianos, leios de pensar que las conquistas logradas por el ham-
b¡'e se oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretende
rivalizar con el Creador, están, por el contrario, persuadidos de que las
victorias del hombre son signo de la grandeza de Dios y consecuencia
de su inefable designio" :GS 34,.
"La actividad humana, así como procede del hombre, así también se
ordena al hombre. Pues éste con su acción no sólo transforma las cosas
y la sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cul-
tiva sus facultades, se supera y se trasciende. Tal superación, rectamente
entendida, es más importante que las riquezas exteriores que puedan
acumularse. El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene.
312 SERGIO SILVA G., SS. CC.
Asimismo, cuanto llevan a cabo los hombres para lograr más justicia,
mayor fraternidad y un mós humano planteamiento en los problemas
socia'les, vale más que los progresos técnicos. Pues dichos progresos pue-
den ofrecer, como si dijéramos, el material para la promoción humana,
pero por sí solos no pueden llevarla a cabo. Por tanto, esta es la nor'ma
de la actividad hClmana: que, de acuerdo con los designios y voluntad
divinos, sea conforme al auténtico bien del género humano y permita a!
hombre, como individuo y como miembro de la sociedad, cultivar y rea-
lizar íntegramente su plena vocación" (GS 351.
Dicho de otro modo, esta condición es que se reconozca en los hechos que
el hombre es y debe ser el centro al cual todo tienda. Y e'l hombre debe saberse subor-
dinado a Dios. Reaparece, osi, el triple orden -natural, moral y sobrenatural- que ya
veíamos en Pío XII (ver 1.5.).
"Hoy más que nunca, para hacer frente al aumento de pobladón y res-
ponder a las aspiraciones más amplias del género humano, se tiende
con razón a un aumento en la producción agrícola e industrial y en la
prestación de los servicios. Por ello, hay que favorecer el progreso téc-
nico, el espíritu de innovación, e·1afán por crear Y ampliar nuevas em-
presas, la adaptación de los métodos productivos, el esfuerzo sostenido
de cuantos participan en la producción; en una palabra, todo cuanto
puede contribuir a dicho progreso. La finalidad fundamental de esta
producción no es el mero incremento de los productos, ni el beneficio, ni
el poder, sino el servicio ·del hombre, del hombre integral, teniendo en
cuenta sus necesidades materiales y sus exigencias intelectuales, morales,
espirituales y religiosas; de todo hombre, decimos, de todo grupo de
hombres, sin distinción de raza o continente. De esta forma, la actividad
económica debe eiercerse siguiendo sus métodos y leyes propias, dentro
del ámbito del orden moral, para que se cumplan así los designios de
Dios sobre el hombre" (GS 641.
"Los pueblos que están en vías de desarrollo entiendan bien que han
de buscar expresa y firmemente, como fin propio del progreso, la pleno
perfección humana de sus ciudadanos. (... ). En muchas ocasiones urge
la necesidad de revisar las estructuras económicas y sociales; pero ha)'
que prevenirse frente a soluciones técnicas poco ponderados y sobre to-
do aquellas que ofrecen al hombre ventaias materiales, pel'O se oponen
ala naturaleza y al perfeccionamiento espiritual del hombre. Pues 'no
sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios' (Mt 4,4)" (GS 861.
",debe ser considerado como uno de los más graves en'ores de nuestra
época" (GS 43),
"Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aqul CIU-
dad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden des-
cuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un
motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas, según
la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de
quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente a
los asuntos temporales, como si éstos fuesen ajenos del todo a la vida
religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de
culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones mowles" (GS 43).
"Lo que hace que el mundo no sea ya ámbito de una auténtica frater-
nidad, mientras el poder acrecido de la humanidad está amenazando
con destruir al propio género humano" !.GS 37).
"Entre los principales aspectos del mundo actual hay que señalar la
multiplicación de las relaciones mutuas entre los hombres. Contribuye
sobremanera a este desarrollo el moderno progreso técnico" (GS 23).
"La economía moderna, como los restantes sectores de ·10 vida social, se
caracteriza por una creciente dominación del hombre sobre la naturale-
za, por la multiplicación e intensificación de las relaciones sociales y por
la interdependencia entre ciudadanos, asociaciones y pueblos, así como
también por la cada vez más frecuente intervención del poder político.
Por otra parte, el progreso en las técnicas de la producción y en la
organización del comercio y de los servicios ha convertido ala econo-
mía en instrumento capaz de satisfacer mejor las nueves necesidades
acrecentadas de la familia humana" (GS 63).
4. PABLO VI (1963-1978)
He tomado sólo tres grandes escritos de Pablo VI; los dos primeros de la edi-
ción de "Encíclicas Sociales", volumen 11, de Ediciones Paulinas de Santiago de Chile,
1975, pp. 203-323; el 3'?, de la edición publicada en Santiago de Chile por Ediciones
Mundo en 1976, que reproduce la traducción publicada por Typis Polyglottis Vaticanis.
Esta bondad no se reduce sólo a la capacidad técnica en sí, sino que alcanza
también al proceso de industrialización que ha hecho posible:
Es evidente, sin embargo, que esta nueva civilización marcada por la técnica
ha traído inmensos problemas. Pablo VI habla, paresa, a menudo de la ambigüedad
e ambivalencia del progreso y de las dos manifestaciones más salientes de la civili-
zación técnica, que son la industrialización yla urbanización.
La ambigüedad del proceso de industrialización se percibe no sólo porque de
hecho se ha acompañado en Occidente por ese "nefasto" sistema capitalista (ver más
arriba la cita de PP 26), sino también ,por tres aspectos intrínsecos: la deshumaniza-
ción del trabajo, la explotación irracional de los recursos y la creación de las empre-
sas multinacionales.
- Refiriéndose al trabajo industrial, dice Pablo VI:
"Se puede uno preguntar entonces, con todo derecho, si a pesar de todas
sus conquistas el hombre no está volviendo contra sí misma los frutos de
su actividad. Después de haberse asegurado un dominio necesario sobre
la naturaleza, ¿no se está convirtiendo ahora en esclavo de los objetos
que fabrica?" (OA 9).
"El conflicto de las generaciones se agrava así como Ull trágico dilema:
o COnservar instituciones y creencias ancestrales y renunciar al progreso;
o abrirse alas técnicas y civilizaciones, que vienen de fuera, pero recha-
zando con las tradiciones del pasado toda su riqueza humana" IPP 10).
"Gracias al progreso técnico, los primeros les decir, los productos ela-
borados de las naciones altamente industrializadas) aumentan rápido·
mente de valor y encuentran suficiente mercado. Por el contrario, los pro-
ductos primarios que provienen de los países subdesarrollados, sufre:l
amplias y bruscas variaciones de precio, muy lejos de esa plusvalía pro-
gresiva" (PP 57).
y que
"viene hoy una duda sobre su valor y sobre su origen. ¿Qué significa
esta búsqueda inexorable de un progreso que se esfuma cada vez que
uno cree haberlo conquistado? Ni) dominado, el progreso deja insatis-
fecho" (OA 41!.
"En este mundo dominado por los cambios científicos y técnicos que
corren el riesgo de arrastrarlo hacia un nuevo positivismo, se presenta
otra duda, más esencial. Después de haber dominado racionalmente la
naturaleza, he aquí que el hombre se halla como encerrado dentro de
su propia racionalidad; se convierte él a su vez en objeto de ciencia"
(OA 38).
El peligro les aquí doble: reducir el hombre a lo que las ciencias dicen de él
(OA 38) Y elaborar modelos de sociedad "científicos" que luego se imponen:
"No basta aumentar la riqueza común para que sea repartida equitati-
vamente. No basta promover Id técnica para que la tierra sea humana-
mente más habitable ( ... ). La tecnocracia del mañana puede engen-
drar males no menos temibles que los del liberalismo de ayer. Economía
y técnica no tienen sentido si no es por el hombre a quien deben servir"
(PP 34).
"Ciertamente, el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero 'al fin
y 0,1 cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre.
El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano'" (PP 42; la cita es
de Henri de Lubac, Le drame del/humanisme athée).
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 325
- Serio también en sus aspectos más visibles, los problemas sociales que pro-
voca el progreso científico-técnico:
Estos problemas no pueden, por lo demás, ser resueltos bruscamente, sino que
hay -que proceder con mucho tino:
- Serio, por último, por los deterioros ecológicos y humanos que el progreso
'Provoca; de ellos recién se empieza a tomar conciencia. De ahí el llamado apre-
miante de Pablo VI:
"Hacia estas nociones nuevas es hacia donde tiene que volverse el cris-
tianismo, para hacerse responsable, en unión con los demás hombres,
de un destino en realidad ya común" lOA 21).
Entre estas normas de juicio Pablo VI señala una que puede cortar de raíz el
ateísmo moderno:
- Y, a pesar de todas las ambigüedades que seña·la, el Papa invita a los laicos
con insistencia a meterse en el mundo, para trasformarlo:
"transformar con ia fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valo-
res determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las
fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que estén
en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación"
(EN 19).
"Lo que importa es evangelizar -no de una manera decorativa, coma COIl
un barniz superficial, sino de manera vita.[, en profundidad y hasta sus
mismas raíces- la cultura y ,las culturas del hombre en el sentido rico y
amplio que tienen sus términos en la Gaudium et Spes, tomando siempre
como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las rela-
ciones de las personas entre sí y con Dios" ;,EN 20'1.
Detrás de estas afirmaciones hay una doble certeza: que la fe está destinada
a impregnar toda la vida, personal y social, del hombre:
"En el corazón del mundo permanece el misterio del hombre que se des-
cubre hijo de Dios en el curso de un proceso histórico y sicológico, don-
de luchan y se alternan presiones y libertad, gravedad del pecado y
soplo del Espíritu" (OA 37.1.
- Pablo VI insta a establecer entre los países ricos y los pobres relaciones de
solidaridad, de verdadera colaboración y de justicia en las relaciones comerciales (PP
48, 56, 59). A propósito de ·10 justicia, trae la siguiente afirmación. apoyada en
León XIII:
- Todo esto supone, en último término, una transformación personal (EN 41),
que debe llegar hasta la disminución del nivel de vida personal. A los hombres de
Estado les dice Pablo VI:
"Para hacer frente a una tecnocracia creciente, hay que inventar formas
de democracia moderna, no solamente dando a cada hombre la posi-
bilidad de informarse y de expresar su opinión, sino de compromet,erse
en una responsabilidad común" (OA 47).