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Sergio Silva G., sS.

ce
Profesor de la Facultad de Teología, U.e.

LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA. EL PENSAMIEN-


TO DEL MAGISTERIO DESDE PIO XII HASTA PABLO VI.

NA actitud crítica ante la técnica moderna ha empezado a abrirse paso

U sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, provocada en gran


medida por la toma de conciencia de la responsabilidad ética de los cien-
tíficos, de alguna manera conscientes de su parte de culpa en el empleo
destructivo de la energía atómica. Más tarde, la crítica de la sociedad
industrial y de sus valores hedonistas ha llevado el problema al nivel de las políticas
de desarrollo económico y científico-tecnológico de los Estados, mostrando el as-
pecto colectivo de la responsabilidad.
Por último, la evidencia de los desequilibrios ecológicos producidos por lo
explotación depredatoria de !a naturaleza hecha posible por el desarrollo de tec-
nologías cada vez más complejas y poderosas, ha reforzado esta corriente crítica
y ha hecho ver que hay algo equivocado no sólo en los individuos que desanollan
y usan la tecnología ni en las políticas de desarrollo de los Estados, sino quizá tam-
bién en la misma tecnología moderna y en la ciencia que le sirve de base.
El Magisterio de los Papas y de la Iglesia Universal no ha dedicado todavía
mucha atención 01 fenómeno de la técnica moderna y su influencia en la cultufO.
Sin embargo, sobre todo en el contexto de la Doctrina Social de la Iglesia, ha de-
sarrollado algunas ídeas al respecto, que vale la pena recoger sistemáticamentp.
con el objeto de contribuir a una toma de conciencia eclesia·1de la gravedad del
problema.
Los resultados que presento en este artículo son el fruto de una revisión de
los escritos magísteriales desde Pío XII hasta hoy, hecha en el marco de un curso
sobre fe y cultura técnica desarrollado en la 'Facultad de Teología de la Universidad
Católica en el 29 semestre de 1979. La búsqueda de los textos no es exhaustiva.
Me he limitado, por una parte -por las razones que indicaba al empezar-, a los
Papas desde el tiempo de ·10 Segunda Guerra Mundial; por otra parte, la selección
de los textos ·10 he hecho sobre la base de algunas colec60nes de dOClJmentosde
Doctrina Social, que señalaré en el momento oportuno. (Hay una investigación en
curso destinada a completar esta 1\I revisión, haciéndola exhaustiva para los mis-
288 SERGIO SILVA G., SS. CC.

mos Pontífices estudiados aquí). En la exposición que sigue me limito a presentar


el pensamiento de los Papas y del Concilio Vaticano 1I en orden crOilOlógico, arla-
diendo en algunos lugares muy breves observaciones críticas.

1. PIO XII (1939.1958)

1 ,1 , Los textos estudiados

Los textos analizados han sido tomados del volumen 111de la colección Doc-
trina Pontificia, "Documentos sociales", editada por BAC, Madrid 2 1964. Ahí apare-
cen in extenso los siguientes escritos y alocuciones de Pío XII y sus colaboradores
inmediatos:

- Radiomensaje "Oggi", sobre el 59 aniversario del comienzo de la guerra,


19 de Setiembre de 1944 (citado Oggi)
- "Nous vous adressons", alocución al Congreso de Estudios Sociales, 3 de
junio de 1950 (citada NVA).
- Radiomensaje de Navidad de 1952, "Leva te capita vestra", 24 de diciem-
bre de 1952 (citado LCV)
- Radiomensaje de Navidad de 1953, "11popolo", 24 de diciembre de 1953
(citado IP)
- Radiomensaje de Navidad de 1955, "Co!cuore aperto", 24 de diciembre
de 1955 (citado CCA)
- "Selon les meilleurs", Carta del Secretario de Estado, Mons. Dell'Acqua, a
nombre del Papa, a la 43<;%Semana Social de Francia sobre el tema:
Las exigencias humanas de la expansión económica, 10 de julio de 1956
(citada SLM)

En las notas de la edición usada aparecen también algunos pasajes -a veces


bastante largos- de otras cartas y alocuciones de Pío XII, que también he tenido en
cuenta:

- Carta a la Presidenta de la Federación de Mujeres Católicas de Alemania,


17 de julio de 1952 (citada MCA)
- "Ci mancano", alocución, 19 de mayo de 1953 (citada CM)
- "Coloro i qua le", alocución, 14 de mayo de 1953 (citada CIQ)
- Alocución al Primer Congreso de Relaciones Humanas, 4 de febrero de
1956 (citada CRH)
- "La nostra casa", alocución, 18 de junio de 1956 (citada LNC)
- Alocución ala Unión Cristiana de Dirigentes de Empresas, 7 de marzo de
1957 (citada DE)
- Alocución a la Acción Católica Obrera Italiana, ACLI, 7 de junio de 1957
(citada ACL\)
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 289

- Alocución al Comité Europeo de Cooperación entre las industrias de má-


quinas industriales, 23 de octubre de 1957 (citada CEC)
- Radiomensaje de Navidad de 1957, 22 de diciembre de 1957 (citado RN)

1.2. El juicio del fenómeno técnico

Pío XII se refiere al fenómeno técnico tal como se da en la producción de


bienes; se trata, pues, de un fenómeno en primer término económico:

"La máquina moderna permi'te un modo de producción que sustituye y agi-


ganta la energía humana de trabajo, que se libera totalmente de la
aportación de ,las fuerzas orgánicas y asegura un máximo de potencial
extensivo e intensivo y, al mismo tiempo, de precisión" (IP 6).

Pero no limita 0,1 fenómeno técnico a la sola esfera de la máquina y la pro-


ducción, sino que lo inserta en el campo más amplio del poder conquistador que el
nombre moderno ha ido alcanzando: este hombre moderno,

"Casi convencido de su poder incontrastable, dado a medir su propia


estatura por la potencia de sus instrumentos, de sus organizaciones, de
sus armas; por la precisión de sus cálculos, por la distancia a que pueden
llegar su pa'labra, su mirada, su influencia; este hombre que habla con
orgullo de una edad de bienestar fácil, cual si estuviera al alcance de
la mano; que, como seguro de si mismo y de su porvenir, lo osa todo,
impulsado con incontenible ardimiento a arrebatarle a la naturaleza
hasta su último secreto, a plegar a su voluntad todas las fuerzas, deseoso
de imponerle su propia presencia física hasta a los mismos espacios in-
terplanetarios" (CCA 4).

El fenómeno técnico penetra toda la vida del hombre, también su cultura; por
eso, nuestra época puede ser llamada "era técnica e industrial" (CCA 15).
Hacia el fin de su pontificado, se detiene Pío XII varias veces en un nuevo
fenómeno, originado por un cambio en la técnica: "ahora, cuando ya en ,el mundo
comienza a alborear una 29 revolución industrial" (SLM 3). Lo describe así:

"En nuestros días, el :poder de las técnicas, cuya irrefragable progresión


sería utópico querer limitar, corre parejas con el crecimiento demográfico
y con la aspiración de los pueblos a un meioramiento que obliga a las
naciones por el camino dela expansión económica, con todos los esfuerzos
de inversión, de maquinismo, de reorganiza:ión y de adaptación del te-
rritorio que ella lleva consigo" (SLM 4).

1.2.1. Aspectos positivos

El juicio de Pío XII ante el complejo fenómeno técnico es matizado. En


cuanto empresa de conquista y de dominio de la naturaleza, la técnica es buena
y admirable:
290 SERGIO SILVA G., SS. CC,

La humanidad de hoy "ha sabido construir la admirable y compleja má·


quina del mundo moderno, sojuzgando a su servicio ingentes fuerzas de
la naturaleza" (LCV 6),

Más aún, es cumplimiento del mandato original de Dios al hombre;

Las conquistas de la técnica son "obro yo por El mismo mandada, y aho-


ra felizmente realizada, aunque no terminada. 'Poblad la tierra y some-
tedio', dijo Dios al consignarle la creación en herencia provisional. iQué
largo y áspero camino desde entonces hosta los tiempos presentes, en los
cuales los hombres pueden, en cierto modo, decir que han cumplido el
divino mandato!" (IP 51.

Por eso,

"es claro que toda investigación y descubrimiento de las fuerzas de la


naturaleza, efectuadas parla técnica, se resuelven en investigación y des-
cubrimiento de la grandeza, de la sClbiduría, de la armonía de Dios. Con-
siderada de este modo la técnica, ¿quién podría desaprobarla y conde-
narla?" (IP 61.

Pío XII enumera algunos beneficios concretos y particulares de la técnica mo-


derna que justifican que sea bien acogida por la humanidad:

"El pueblo ha acogido, con justo derecho, favorablemente el progreso


técnico, puesto que aligera el peso de la fatiga y aumenta la produc-
tividad" (IP 12); "las modernas conquistas, ciertamente admirables, de
la evolución científica y técnica, podrán, sin duda, dar al hombre un
vasto dominio sobre los fuerzas de la naturaleza, sobre las enfermeda-
des y hasta sobre el principio y el fin de la vida humana" (CCA 19,;
"Comprobamos con satisfacción que la técnica pura ha puesto de relieve
la importancia de las relaciones humanas en el trabajo, durante tanto
tiempo menospreciada" (CRH, citado en p. 1047 de la mencionada co-
lección BAC),

De aquí, la actitud de la Iglesia ante el progreso técnico:

"La Iglesia ama y favorece los progresos humanos" ¡IP. 51. "Si el creci-
miento es el signo de la salud económica de un pueblo, ¿sería razonable
y, sobre todo, seria cristiano afrontar el porvenir retrocediendo? La Igle-
sia, por el contrario, invita a los creyentes a que en los sorprendentes
progresos de la ciencia reconozcan la realización del plan de Dios, que
ha confiado al hombre el descubrimiento yla explotación de las riquezas
del universo: '¡Llenad la tierra y sometedla!'" rSLM 41.

1,2,2. La tentación del espíritu técnico

Aunque Jundamenta'lmente buena en cuanto don de Dios destinado a llevar


al hombre hacia El, la técnica, sin embargo, esconde una peligrosa tentación: la de
'-A TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 291
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suplantar a Dios en la conciencia de los hombres de hoy. Pío Xli invita a "los hom-
bres de ,las tinieblas",

"antes de toda otra cosa, a reconocer la causa de hoy día que los hace
ciegos e insensibles a lo divino: la excesiva, a veces la exclusiva estima-
ción del llamado 'progreso técnico', Soñado éste primeramente como un
mito omnipotente y dispensador de felicidad, llevado luego, a través de
toda industria, hasta las más atrevidas conquistas, se ha impuesto a las
conciencias comunes como fin último del hombre y de la vida, ponién-
dose, por consiguiente, en el lugar del idea'¡ religioso y espiritual" (IP 4"
"Ante el sorprendente desarrollo de la técnica, y más frecuentemente
por sugestiones recibidas, el trabajador se siente absoluto dueño y señor
de su existencia, capaz sencillamente de perseguir todos los fines, de
realizar todos los sueños" ICCA 351,

La sociedad productora se le presenta así, como única y viva realidad, como


potencia que todo lo sostiene: se le convierte en sucedáneo de la religión (ibidemi.
Esta idolatría de la técnica es causa, ala vez que efecto, de lo que en un
momento Pío XII llama el "espíritu técnico". A él dirige toda su crítica negativa,
dejando a la técnica misma libre de estas acusaciones,

porque ella se convierte "por cil-cunstancias, de hecho en un grClve peli-


gro espiritual. Parece comunicar al hombre moder,10, postrado ante sus
altares, un sentido de autosuficiencia y de orgullo de sus aspiraciones de
conocimiento y de poderío sin límites" IIP 71,

Este espíritu técnico es una equivocada concepción de la vida y el mundo,

que consiste en "considerar como el más Cilio valor humano y de la vidCl


sacar el mayor provecho de las fuerzas y de los elementos de ia natu-
raleza; en fijarse como finalidad, con preferencia a todas las otras acti-
vidades humanas, l-os métodos técnicamente posibles de producción me-
cánica y en ver en éstos la perfección de la cultura y de la felicidad
terrena" ¡iP 7),

Pero no es la técnica misma sino el espíritu técnico el que hace al hombre


ciego para los va,lores y las verdades religiosos:

"No es que la técnica en sí exija la negocian de los valores religiosos


en virtud de la lóqica -que, como hemos dicho, lleva más bien a su
descubrimiento-, sino que es el 'espíritu técnico' el que pone al hombre
en unCl situación desfavorable para investigar, ver y aceptar las verda-
des y los bienes sobrenaturales" :IP lO\'

Este espíritu técnico parece ser propio del mundo moderno: son "los falsos y
estrechos puntos de vista del mundo y de ,la vida, acentuados por los hombres mo-
dernos" (CCA 6) ·Ios que impiden reconocer la infinita distancia entre la obra del
292 SERGIO SlLVA G., SS. CC.

hombre y la de Dios (CCA 5); los hombres modernos, a semejanza de los constructores
de la torre de Babel, sueñan con la divinización del hombre (CCA 7) y no se dan
cuenta, en su autosuficiencia, de la necesidad de la oración:

"El abandono (... ) de la plegaria en la llamada era industrial es el sín-


toma más significativo de la pretendida autosuficiencia de que se gloría
el hombre moderno. Son demasiados los que hoy no oran parla seguri-
dad, considerando superada por la técnica la petición que el Señor puso
en los labios de los hombres: 'El pan nuestro de cada día dánosle hoy'"
(CCA 18).

Al caer en la idolatría de la técnica, el hombre pierde inevitablemente el con-


trol del progreso técnico. Habiendo sojuzgado a su servicio tan grandes fuerzas
naturales, la humanidad de hoy

se muestra "incapaz de dominar su marcha, como si el timón se le fuera


de las manos y, por consiguiente, corriera peligro de ser por aquéllas
derribada y aplastada" (LCV 6).

En definitiva, esta idolatría y este espíritu técnico no son más que formas
particulares del materialismo (IP 13, 15).

"Ciertamente que al hombre nacido y educado en un clima de tecnicismo


riguroso le habrá de faltar una parte, y no la menos importante, de su
todo, como si se hubiese atrofiado debido a condiciones contrarias a su
naturG'1 desarrollo (... ) así, la civilización 'progresista', a saber, único-
mente materialista, proscribiendo ciertos valores y elementos necesarios
en la vida de las familias y de los pueblos, acaba por privar al hombre
de la forma genuina de pensar, de juzgar y de obrar (... ). Cuando el
progreso técnico aprisiona al hombre dentro de sus espirales, segregándolo
del resto del universo, especialmente de: espiritual e interior, le comunic(l
sus propios caracteres, de los que los más notorios sonia superficialidad
y la inestabilidad; (... el hombre) se deja llevar, sin darse cuenta, a re-
ducir las aplicaciones de la facultad plenamente espiritual de leer en el
interior de las cosas, es decir, de la inteligencia, y a llegar a ser cada
día menos apto para madurar ·Ias verdaderas ideas que constituyen lo
sustancia de ,la vida. De igual manora, las aplicaciones multiformes de
la energía ex'terna, mmavillosamente aumentada, tienden cada día más
a encerrar la vida humana en un sistema mecánico que lo 'hace todo por
sí mismo y con sus propios recursos, mermando asilos estímulos que an-
tes forzaban al hombre a desarrollar la energía propia y personal" (RN,
pp. 1062-3, de la edición BAC).

1.3. Causas y consecuencias del materialismo técnico

La causa de este materialismo (y de las consecuencias que trae consigo) la


ve Pío XII fundamentalmente en que la técnica -y ,la ciencia en que se apoya-
privilegian unilateralmente el método cuantitativo de conocimiento.
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 293
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El espíritu técnico "no reconoce ni estima como realidad más que lo qua
puede expresarse en relaciones numéricas y en cálculos utilitarios (. .. 1.
Es evidente que quien se cierra en el método técnico como único instru-
mento de investigación de la verdad tiene que renunciar a penetrar, por
ejemplo, las realidades profundas de la vida orgánica y más aún las de
la vida espiritual, las realidades vivientes del individuo y de la sociedacl
humana, ya que no pueden reducirse o relaciones cuantitativos" (I'P 101

Lo decisivo es que a este método cuantitativo se le escapa por definición la


vida (CCA 191, sobre todo la humana, que es histórica y social:

"Un método cuantitativo, por muy perfeccionado que sea, no puede ni


debe dominar la realidad social e histórica de la vida humana" (CCA 22 i.

Pero el método cuantitativo no se ha confinado en el campo de la ciencia y


de lo técnica, sino que ha invadido toda la sociedad moderna, dando origen a uno
sociedad organizada mecánica y cuantitativamente, que contradice al ser vivo y
sobre todo a los derechos del hombre en cuanto autor de vida; de aquí los SU'fri-
mientas de conciencia de la sociedad actual (LCY 29-30).
Acompañan a este método cuantitativo otros dos factores causales: el hecho
de que la tendencia al aumento indefinido de la productividad no encuentre en sí
misma un principio de regulación:

"'La productividad no es un fin en sí misma', recordaba recientemente el


Padre Santo; mas tampoco encuentra el!a en sí misma el principia de su
propio regulación" :SLM 6\;

y lo que Pío XII califica de "superstición" de nuestro tiempo tan racionalista, es decir,

"la equivocada creencia que lleva a fundar la salvación en el siempre cre-


ciente proceso de producción social", creencia equivocada, "pero también
la más peligrosa, puesto que parece considerar imposibles las crisis econó-
micas, que llevan siempre consigo el peligro de una vuelta a la dictadura"
:CCA 241.

Superstición que es también compartida por el comunismo (CCA 25).


La Ilista de las consecuencias de este materialismo técnico de hoyes larga.
Pío XII insiste en la pérdida de la interioridad del hombre.

"Parece que todo se ha coaligado para hacer difícil, incluso imposible,


al hombre y al cristiano, salvaguardar la dignidad de su persona. La
técnica, los métodos de anuncio y propaganda, de la radio y del film,
no dejan apenas reposo a los sentidos ,e impiden también todo acceso
a un recogimiento interior. Se crea un tipo de hombre que no soporta
permanecer solo, aunque no 5ea más que una hora, consigo mismo y
con su Dios" (MCA, citado en p. 1045 de ed. BAC cit.). "Los hombres
poseídos del 'espíritu técnico' difícilmente encuentran la calma, la sere-
294 SERGIO SILVA G., SS. ce.

nidad y la interioridad requeridas para poder reconocer el camino qUg


lleva al Hijo de Dios hecho hombre" !IP 101.

Se trata de una despersonalización del hombre, origen del estado de angus·


tia del mundo moderno, que ocurre "alH donde el demonio de la organización invade
y tiraniza el espíritu humano" (LCY 18). Contribuye a esta pérdida de la interioridad
el agotamiento al que se somete al trabajador i1P 12; eCA 221.
En esta misma línea están los problemas de la familia y de la ¡uvel1tud.

Si penetra el espíritu técnico, "la familia no será ya obra del amor y re·
fugio de las almas, sino desolador depósito según las circunstancias, o de
mano de obra para (la) producción, o de consumidores de los bienes ma-
teriales producidos" IP 14; ver CeA 221.

Por su parte, las necesidades de movilidad de la mano de obra para un


aprovechamiento más "racional" de los recursos humanos puede desarraigar a las
familias ISLM 10).
La juventud está expuesta al peligro de ser formada en el espíritu técnico,

cuando se trata de hacer "a los jóvenes más aptos para seguir el progre-
sivo avance de la ciencia y para sel'vil' a sus aplicaciones en el terreno
de la economía" SLM 10).

Otra consecuencia negativa es la pérdida del sentido del trabajo (lP 12) Y
del tiempo libre:

el espíritu técnico considera el "tiempo libre como fin en sí mismo, en vez


de mirarlo y utilizarlo como justo descanso y recuperación, ligado esen-
cialmente al ritmo de una vida ordenada, en que reposo y fatiga alternan
en un único tejido y se integran en una sola armonía" \iP 12). "Si el
descanso es sano después del esfuerzo, si la diversión puede favorecer
la vida del espíritu y las relaciones humanas, la ociosidad es, por el con-
trario, fermento de disgregación social; y no puede permitirse que la
expansión económica arrastre ala humanidad fuera de la justa y recta
medida de su existencia" \SLM h

En esta última cita se percibe el temor de que el proceso de automatización


deje a muchos trabajadores en la ociosidad (SLM 9). En particular, sufre el sentido
cristiano del día domingo, que en la producción moderna pasa a ser considerado
como un día cualquiera (IP 12).
El tecnicismo lleva 0,1 gigantismo, tanto a nivel de las empresas industriales
,LeY 151, como a nivel del Estado, que se vuelve gigantesca máquina administrativa
y pierde su carácter primordial de comunidad moral de los ciudadnos (LCY 18).
Pío XII lamenta también el desperdicio de recursos materiales y humanos, par-
rlculormente el peligro del agotamiento de las fuentes de energía, que acompañan
a la tecnificación de la sociedad.
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 295

"Renunciamos a exponer más extensamente cómo este sistema, inspirado


exclusivamente en puntos de vista técnicos, ocasiona, contra do que se
espera, un desperdicio de recursos materiales, no menos que de las prin-
cipales fuentes de energía -entre las cuales hay que incluir, indudable-
mente, al hombre mismo- y cómo, consiguientemente, tiene que revelar-
se ala larga como una carga dispendiosa para la economía global"
¡IP 13; ver CCA 22 y NVA 14.

También se detiene en los dos problemas, dependientes el uno del otro, del
abandono del campo y del crecimiento desmesurado de la ciudad, dor.de los traba-
jadores viven aglomerados (CCA n).En la gran ciudad se produce la masificación
-lo que nos lleva de nuevo al problema de la despersonalización.

"La vída en las grandes ciudades determina, de una manera siempre


más indiscreta, la forma de la existencia humana: el individuo es conti-
nuamente reabsorbido por la masa" (MCA, citado en p. 1046 de la ed.
BAC cil.i.

El desarrollo industrial se ha hecho a costas de la economía y la población


rurales INVA 14); ahora se intenta industrializar también la agricultura (MCA, citacio
en pp. 1045-1046 de la citada edición de BAO.
Por último, Pío XII señala los riesgos propios de los países subdesarrollados
y de Europa ante este mundo técnico. Los países subdesarrollados, "alcanzados tar-
díamente y de improviso por el rápido proceso técnico", se hallan más expuestos
q uelos europeos,

"ya que la evolución importada, por no deslizarse de una manera con-


tinua, sino a saltos, no encuentra diques poderosos de resistencia, de
corrección y de adaptación, ni madurez en los individuos ni en la cultu-
ra tradicional" !IP 17,.

Sin embargo, el riesgo de Europa no es menor: yace en una errada concep-


ción de la paz.

"Pensamos particularmente en los que enlulclan la cuestión de la paz


como de carácter técnico y miran la vida de los individuos y de las
naciones bajo el aspecto técnico-económico" (IP 18).

1.4. Los problemas de la "automación"

Al final de su vida -en los textos de 1956 y 1957-, Pío XII se enfrenta COIl

el nuevo problema de la automatización de la producción, característica sobresalien-


te de "la 2<;I revolución industrial", cuyos albores él constata. Su juicio es todavía
matizado. En referencia directa a la automatización dice:

"Por todo ello, no resta sino dar gracias a Dios, pues ha concedido al
hombre que pueda llevar a cabo tales obras" 15LM 41.
296 SERGIO SILVA G.• SS. CG.

y añade:

"Mas, ¿será lícito parella entregarse can confianza ciega a esas pers-
pectivas del progreso técnico y de expansión económica?" (SlM 5).

Este proceso de automatización, en efecto, puede traer grandes ma,les, como


la cesantía generalizada de la clase obrera y graves daños a la economía nacional
por una acelerada competencia con las demás naciones. Para evitarlos, Pío XII señala
a los empresarios cristianos la importancia de preocuparse por ,la calidad personal de
los trabajadores (DE, citado en p. 1059 de la citada edición de BAC). Cree el Papa
que es posible evitarlos; en apoyo a su postura recurre a la historia de la 1c;r revolu-
ción industrial:

"la misma transformación del sistema productivo artesano de principios


del siglo XIX en el sistema mecánico industrial, aunque pareció al principio
que iba a reducir los valores personales de los traba¡adores al nivel de
simples espectadores de las máquinas, demostró después una creciente exi-
gencia de calidad en los técnicos y en los maestros de taller. Aun mayo:
será tal exigencia en los procesos automáticos, no sólo durante el pe-
ríodo de la transformación, sino también después para el mantenimiento
y el funcionamiento de nuevas máquinas. Se prevé más bien que la era
de la automación reforzará siempre más la preeminencia de los va-
lores intelectuales de la clase productora: ciencia, inventiva, organiza-
ción, previsión" (DE, ibidem; ver también lNC, citado en pp. 1061-1062
de la citada edición de BAC).

En una alocución a los obreros de ,la Acción Católica, el tono es aún más opti-
mista. Sin comprometerse enteramente, señala que algunos piensan que la automati-
zación de la producción inaugura un período nuevo de la humanidad, en que el
puesto central es de las ciencias naturales, de las que provienen la mecanización, la
racionalización y la automatiza·ción de los procesos productivos que, en conjunto,
constituyen la "automación". Así, las ciencias naturales hacen posible un "mundo
completamente 'hecho por el hombre'" (ACLI, citado en p. 1060 de la citada edi-
ción BAC).
Al describir la automación la pone en vinculación intrínseca con el uso de :0
energía alómica, que no le merece ningún reparo:

"De esta forma se hacen inútiles no sólo los músculos, sino también los
nervios y el cerebro del hombre en el proceso de la producción; se I:e-
ga, por último, a imaginar o fantasear una fábrica sin hombres. Si se
tiene en cuenta que el descubrimiento de la energía atómica es superior
y más importante, sería, sin embargo, inaplicable sin 1C1 automación,
pues solamente ésta conferiría al proceso de trabajo una seguridad y
precisión que el directo trabajo humano no puede obtener, pero que es
precisamente indispensable en el empleo de la energía atómica. Todo
esto es cierto e inspira, sobre todo 01 cristiano, una admiración reconoce-
dora de la grandeza de Dios Creador y de sus obras" (¡'.Cll, citado en
p. 1061 de la citada edición BA(.
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 297

Dirigiéndose a los empnssarios de las industrias de máquinas industriales, re-


chaza la posibilidad de que el hombre de hoy caiga en la esclavitud y en la deca-
dencia moral como fruto de la tentación a una vida fácil y de placeres, hecha posible
por el progreso técnico:

"Nos, por e[ contrario, os aseguramos que las necesidades más profun-


das del alma encontrarán su satisfacción en el mayor tiempo 'libre y en
los servicios que procuran las máquinas modernas. Habréis así, señores,
contribuido a las necesidades del mundo presente y explanado el cami-
no para un ordenamiento que podrá disponer en ventaja de la mayoría
de las riquezas comunes de lo humanidad" (CEC, citado en p. 1061 de
la citada edición de BAO.

1.5. la respuesta de la fe cristiana

Frente a los males del espíritu técnico y a los problemas de la sociedad mo-
derna tecnificada, Pío XII esboza algunas líneas de solución.
Podemos empezar señalando las falsas soluciones que él descarta. Ante el pro-
blema de la paz, Pío XII está en contra de los que estiman

"que el secreto de la solución está en dar a todos los pueblos la pros-


peridad material mediante el constante incremento de la productividad
del trabajo y del tenor de vida, igual que, como hace 100 años, otra
fórmula semejante inspiraba la más absoluta confianza de los estadis-
tas: la paz eterna con el comercio libre" (IP 18; ver CCA 2Ü1.

En esta postura, Pío XII ve

"un atentado a la esencia de las relaciones natul'Oles del hombre con


sus propios semejantes, con el trabajo y con la sociedad. En este exce-
sivamente artificial sistema, la seguridad del hombre por su vida se ha-
lla peligrosamente separada de 'las disposiciones y de los energías para
el ordenamiento de la comunidad, inherentes ala misma verdadera na-
turaleza humana, y son las únicas que hacen posible una unión solidaria
de los hombres" (CCA 21 \.

Rechaza Pío XII la idea de construir la vida social a la manera de una gigan-
tesca máquina industrial (LCV 12-17), mostrando que hay en esta postura una inso-
luble contradicción, porque ta,1 organización social reposaría sobre un crecimient')
continuo de la productividad, lo que llevaría a una catástrofe y sobre todo a una
cesantía masiva parla automación (LeV 21-23).
Si no es solución la aplicación de una fórmula rígida y fría, tampoco [o es e[
creer que bastan las fuerzas espontáneas del instinto vital; esto es

"contrario a los designios de Dios, que (Osel Señor del orden"lCV 12',.
298 SERGIO SILVA G., SS. CC.

En otro nivel, rechaza también Pío XII el entregar toda la vida económica a
la regulación por el mecanismo del mercado (DE, citado en p, 1059 de la edición
BA(t, o a la regulación por el Estado, lo que acabaría con la responsabilidad personal
¡DE, p. 1060, ibidemJ.
La solución se va a lograr cuando el hombre moderno reconozca sus límites:

"la ley de la limitación es propia de la vida sobre la tierra" (CCA 32;


ver ahí también 18 y 191.

Este reconocimiento de los límites es fruto -a la vez que de alguna manera


también causa- de una recta ordenación de los valores. En esto insiste Pío XII. El
progreso técníco debe estar subordinado al hombre y a Dios.
A Dios:

"Como en la Creación 'en el principio era el Verbo', y no las cosas con


sus leyes, no su potencia y abundancia, así, en la ejecución de la miste-
riosa empresa confiada por el Creador a la humanidad, debe ponerse
al principio el mismo Verbo, su verdad, su caridad y su gracia; y sólo
después la ciencia y la técnica" ¡IP 24; ver CCA 5; LCV 7), Porque "el
haber ganado el hombre en la presente era técnica e industria'l un ad-
mirable poder sobre las cosas orgánicas e inorgánicas del mundo, no
constituye un título de emancipación del deber de satisfacer a Cristo,
Rey de la historia, ni disminuye la necesidad que el hombre tiene de ser
sostenido por El" ICCA 15 1•

Así, ni la fuerza creadora del trabajo ni ninguna otra realidad económica o


técnica puede ser sustento del hombre; pero integrada con los va.!ores de la reden-
ción tiene un alto valor moral, porque contribuye a producir la propia santificación
(CCA 361.
Todavía otra cita:

"Un orden verdaderamente humano aquí abajo no puede ser perfecto


ni perfectible si no se dirige al más allá" (CIQ, ci'tado en p. 1042 de
la citada edición de BAC,.

Al hombre:

"Ni siquiera el progreso técnico, como hecho social, debe prevalecer al


bien general, sino, por el contrario, estar ordenado y subordinado a és-
te" 'OGGI 311.

La obra de los técnicos de la producción y la organización,

"sólo cuando está ligada a los verdaderos valores humanos y se enca-


mina a mejorarlos y reforzarlos, podrá contribuir notablemente a resol·
ver los graves y extensos problemas que angustian la tierra" lCV 61.
L•••. TECNIC •••. y SU INFLUENCI •••. EN L•••. CULTURA 299

"Todo diseño o programa debe estar inspirado por el principio de que


el hombre, como suieto, custodio y promotor de los valores humanos,
está por encima de las cosas, incluso por encima de las aplicaciones del
progreso técnico, y que es necesario sobre todo preservar de una mal-
sana 'despersonalización' las formas fundamentales del orden social \... 1
Y utilizarlas para crear y desarrollar las relaciones humanas" LCV 24!.

En la economía social el "acuciante deber" es

"acomodar la producción al consumo cuerdamente ajustado a las nece-


sidades y a la dignidad del hombre" (NVA 151.

Esta subordina·ción del progreso técnico al hombre se traduce en que la


técnica está al servicio de la economía y no al revés (DE, citado en p. 1059 de la edi-
ción de BACI, al servicio de la vida social en general:

"el desarrollo está siempre determinado por lo totalidad del hombre en


medio de la sociedad y, por consiguiente, por la multiplicidad de facto-
res ligados a su unidad, y solamente en este cuadro es también eficaz
el factor técnico. Este no puede, a la larga, prevalecer ni contra el sen-
tido de la economía ni contra el de la vida social en general" (ACLI, ci-
tado en p. 1061 de ,la edición BAC citadal.

Esta recta ordenación de los valores no es construcción autónoma del hombre,


sino el reconocimiento del orden natura 1, creado por Dios, que el hombre puede co-
nocer por su razón y su experiencia.

"Dios mantiene firme todo el vigor de aquellas leyes generales que go-
biernan el mundo y la naturaleza del hombre, ounque debilitada por
los vicios contraídos" . LCV 9.

En este orden natural ce la sociedad, Pio XII señala tres elementos:

- la base es la familia y una propiedad privada al alcance y tamaño fami-


liar, es decir, pequeña ICCA 17; LCV lól. Rechaza Pío XII a este propósito
el argumento tecnicista que dice que inevitablemente la propiedad industrial
debe crecer hacia organizaciones gigantescas IOGGI 3]); por el contrario,

hay que hacer valer "los criterios naturales de una organización de la


producción en el espacio y en el tiempo y de un consumo racional" (CM,
citado en p. 1012 de la edición citoda de BACI;

- luego están los cuerpos intermedios en que los individuos se asocian libre-
mente, sean cuerpos profesionales o entidades locales (CCA 171;
- por &Itimo está el Estado (CCA 17), concebido primordialmente como una
comunidad moral de los ciudadanos más que como una organización ad-
ministrativa (LCV 18). Por eso,
300 SERGIO SILVA G., SS. ce.

"nadie puede pretender de él obligaciones y cargas a las que él mismo


no esté dispuesto a contribuir" (RN, citado en p. 1060 de la edición
BAC).

Las reformas de la economía y la sociedad dependen exteriormente de las ins·


tituciones, pero directamente

hay un "nexo necesOíio e íntimo con la cvalidad personal del hombre,


con su fuerza moral y la buena voluntad de asumir responsabilidad (....
No está entre los recursos del Estado crear hombres semejantes; éstos
deben surgir de entre el pueblo" ¡;bidGm:'

Pío XII muestl"O,por último, la fuerza ordenadora de la fe para la vida social.


Los cristianos tienen la obligación de hacer actual y presente esta fuerza en cada
coyuntura histórica. Las palabras de Pio XII son fuertes:

"Si alguna vez los hombres descuidaran este su deber, dejando inerte,
en lo que está de su parte, la fuerza ordenadora de la fe en la vida
pública, cometerían una traición al Hombre-Dios, visiblemente aparecido
entre nosotros en la cuna de Belén" (CCA 28). "Guardaos de los que
desprecian ese servicio cristiano al mundo, contraponiéndole un llamado
'puro', 'espiritual' crist·ianismo. Estos no han comprendido esta divina en-
señanza, comenzando por su fundamento: Cristo, verdadero Dios, pero
también verdadero hombre" (CCA 30'.

1.6. Reflexiones críticas

Es interesante constatar que en su crítica al "espíritu técnico" y a las conse-


cuencias negativas del materialismo técnico, Pío XII ha adelantado muchos de los
argumentos que recién en los años 70 -a partir de ,la crisis del petróleo y de lo
conciencia cada vez más agudo de los desequilibrios ecológicos- se han hecho cami-
no en la opinión pública mundial. Me refiero sobre todo a su crítica al gigantismo, 01
despilfarro de los recursos, a lo que en términos de E. F. SCHUMACHER habría que
llamar el envenenamiento mutuo de lo ciudad y el campo, y a los riesgos de les
países subdesarrollados si entran en ell desarrollo económico y científico-tecnológico
sin ninguna cautela (ver el final de 1.3.).
Hay que subrayar que Pío XII no separa su crítica de estos aspectos del desa-
.-rollo moderno de la que hace a su influencia destructora en la persona y la familia.
Tanto lo exterior como lo interior son realidades humanas que interesan a la Iglesia
yola fe. La prioridad la tiene el mundo interior, porque ahí se juegan las grandes
decisiones.
La actitud de Pío XII ante la 2a revolución índustrial y ante el proceso de
automación en la producción merece, mirada desde hoy, algún reparo. Ya he seña-
lado al pasar 1.4.\ que el Popa no parece reconocer aún los peligros del uso de la
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 301

energía atómica. Más delicado aún es cierto tono -que podríamos llamar vol unta-
rista- que se refleja en sus afirmaciones optimistas. Como si bastara con un acto de
voluntad para acabar con los riesgos que entrañan los procesos sociales y económi-
cos. Pero quizás esta postura está condicionada, en alguna medida, por el deseo de
Pío XII de descalificar las críticas que se hicieron entonces al ingreso de Italia en ei
M8rcado Común Europeo (cuyo tratado se firmó el 25 de marzo de 1957).

En cuanto a las líneas de solución que esboza Pío XII, prima sn ellas la idea
de un orden, que no es construido por el hombre, sino dado -en la naturaleza del
hombre y la sociedad- por Dios. Sin dudar de la verdad que esta afirmación contie-
ne, cabe, sin embargo, preguntarse si no se desvirtúa así la tensión -que es consti-
lutiva del hombre- entre orden y libertad creadora. En todo caso, le acentuación
del orden lleva inevitablemente a mirar hacia el pasado para descubrir en él una
ordenación social que se haya acercado al orden natural; probablemente juega este
papel la economía tradicional de base rural, de pequeños propietarios capaces de
asociarse cooperativa mente y de artesanos libres en la ciudad, asociados también
en gremios profesionales. La concentración de la mirada en la idea del orden hace
también más ·difícil la perspectiva del futuro aún no realizado, y tiende a hacer ver
como contrarias al orden natural las enormes perturbaciones que la 1<;1 revolución
industrial ha traído consigo. No es totalmente éste el caso del pensamiento de Pío XII,
corno lo muestran su actitud ante la automación y la interpretación que hace de los
beneficios de la 1<;1 revolución industrial.

Por último, habría que medir el alcance de las afirmaciones de Pío XII acerca
de la bondad del progreso técnico (cuando es al mismo tiempo progreso humano) y
acerca de la bondad intrínseca de la capacidad técnica del hombre (1.2.1.). Para
hacerlo, habría que situar estas afirmaciones en su contexto, es decir, en su relación
con las afirmaciones del Magisterio anterior y con las opiniones de los teólogos de la
1 <;1 mitad de este siglo. Quizá aparecería con fuerza un acento nuevo, de admiración
por algunos aspectos del mundo moderno. Sin embargo, globalmente, Pío XII aún
parece mirar al hombre moderno corno a un hijo que ha abandonado la casa paterna.

2. JUAN XXIII (1958-1963)

2.1. los textos estudiados

los textos analizados aquí están tomados del mismo volumen de la BAC ya
citado en el párrafo anterior (1.1.). He añadido además la Encíclica Pacem in Terris,
en la versión que publicó Ediciones Paulinas de Santiago de Chile en el 29 volumen
de "'Enciclicas Sociales", en 1975, pp. 121-202. He incorporado en el análisis los pa-
sajes de tres Cartas de la Secretaría de Estado de Juan XXIII, que aparecen citados
en las notas de la edición de la BAC. Se trata, pues, del siguiente corpus:
302 SERGIO SILVA G., SS. CC.
---_._---_._-------------_ _----_._ .. _----_ _--

- "Mater et Magistra", Encíclica en el 709 aniversario de "Rerum Novarum",


15 de mayo de 1961 (citada MM).
- "Pacem in Terris", Encíclica sobre la paz mundial, 11 de abril de 1963 (ci.
toda PT).
- Carta de la Secretaría de Estado a la 32'" Semana Social Italiana sobre
el tiempo libre, 11 de septiembre de 1959 (citada TL).
- Carta de la Secretaría de Estado 0·1 Presidente de las Semanas Sociales del
Canadá, 27 de julio de 1961 (citada SSC).
- Carta de 110 Secretaría de Estado a la 21'7 Semana Social de España, 9 de
julio de 1962 (citada SSE),

2.2. Un acento nuevo

Si comparamos el pensamiento de Juan XXIII con el de Pío XII salta inmedia-


tamente a la vista una diferencia: el acento de su Doctrina Social está puesto en
un hecho nuevo, que es fruto precisamente del desarrollo científico-técnico de la hu-
manidad moderna, Se trata de la "socialización", entendida como la creciente inter-
dependencia económica, social, política y cultural entre los hombres de todos los
grupos y países (MM 59-60; PT 101, 102 Y 130). En palabras de Juan XXIii!:

"Uno de ·los aspectos típicos que caracteriza a nuestra época es la so-


cialización, entendida como un progresivo multiplicarse de las relaciones
de convivencia, con diversas formas de vida y de actividad asociada, y
la instauración de instituciones jurídicas de derecho privado o público"
(MM 59).

Esta socialización es según Juan XXIII efecto a la vez que causa de la cre-
ciente intervención del Estado en la vida de la sociedad; pero es también fruto y
expresión de la tendencia natural del hombre a asociarse (MM 60).
Al definir así la socialización, Juan XXIII asume el ·concepto tal como se ha ela-
borado en algunas ramas de las cíencias sociales. Distinto es el contenido que se le
da en otras, que llaman socialización al proceso por el cual el individuo humano es
incorporado en su grupo social; proceso que consiste fundamentalmente en la asi-
milación de la cultura de ese grupo y que se da desde siempre y en todo grupo
humano. Señalo esto para evitar posibles confusiones.
Este fenómeno nuevo que es la socialización tal como la describe Juan XXIII
ocupa su atención porque ha traído consigo una nueva dimensión de "la cuestión
social". Para León XIII esta cuestión social era el problema de ·Ias relaciones entre
patrones y obreros al interior de cada empresa industrial. Por ·10 socialización,
la cuestión social adquiere -sin perder la anterior- una dimensión internacional,
porque afecta alas relaciones entre los países desarrollados y los subdesarrollados
(MM 157-184), Una de las causas de esta nueva dimensión de la cuestión social es
el desarrollo de la ciencia y de ·10 técnica:
LA TECNICA y SU INflUENCIA EN LA CULTURA 303

"Los progresos de las ciencias y de las técnPcasen todos los sectores de


la ,convivencia multiplican y densifican las relaciones entre las comuni-
dades políticas y hacen así que su interdependencia sea cada vez más
profunda y vital" (MM 200).

2.3. La eva'(uación del progreso científico-técnico

No es sólo socialización -ta:! como queda definida- lo que muestra la in-


fluencia del progreso de la ciencia y la técnica; toda la cultura actual está fuerte-
mente marcada por ese progreso, "que ha influido en las costumbres humanas" (PT
130). Así,

"la actual civilización se distingue sobre todo por la ciencia y los inven-
tos técnicos" (PT 148).

En "Motel' et Magistra" describe Juan XXIII los avances científico-técnicos de


los últimos 20 años, es decir, desde ,la última conmemoración importante de "Rerum
Novarum" (ocurrida en el Radiomensaje de Pentecostés de 1941, 19 de junio, de Pío
XII). Se trata de la energía atómica, de la química sintética, de la automatización
de los procesos industriales de producción, de la modernización de la agricultura,
de 'los inventos en materia de comunicación y transportes y de la conquista del es-
pacio (MM 47).

Este progreso es para Juan XXIII fundamentalmente positivo, por dos razones:
- En primer lugar, porque muestra la grandeza del hombre y, detrás de esa
grandeza, la del Dios creador:

"El progreso de las ciencias y los inventos de la técnica nos manifiestan


el maravilloso orden que reina en los seres vivos y en ,las fuerzas de la
naturaleza, al mismo tiempo la grandeza del hombre que descubre
este orden y crea los medios aptos para adueñarse de esas fuerzas y
reducirlas a su servicio" (PT 2).
"Pero los progresos científicos y los inventos técnicos nos muestran sobre
todo ,la grandeza infinita de Dios, Creador del universo y del hombre"
(PT 3).

- y en segundo lugar, porque este progreso científico-técnico permite re-


solver una serie de problemas de la vida del hombre, permite mejorar el nivel de
vida, no sólo mediante el aumento cuantitativo de la producción y de la productividad
(SSE, citado en la p. 1197, de la edición BAC), sino también mediante el crecimiento
cualitativo que estos desarrollos exigen de los obreros (MM 94).
Sin embargo, el progreso científico-técnico plantea también situaciones nue-
vas y difíciles. Entre estos problemas puntuales, Juan XXIII señala la depresión de la
agricultura en su relación con la industria y los servicios, por la menor productividad
y eficiencia que muestra la agricultura (tvM 123 a 126; SSE); los problemas del tiem-
304 SERGIO SILVA G., SS. CC.

po libre, productos de ·10 automatización de los procesos de producción (TL); los


nuevos "problemas humanos de dimensiones mundiales" provocados por los pro-
gresos científico-técnicos (N\tv\ 209); el peligro de contaminación ambiental que traen
consigo los experimentos atómicos:

"aunque el poderío atmz de los actuales medios militares logre hoy dI-
suadir a los hombres de emprender la guerra, siempre se puede temer
que los experimentos atómicos hechos con fines bélicos, si no se interrum-
pen, traigan consecuencias nefastas para cualquier tipo de vida en nues-
tro planeta" (PT 111);

por último, la posibilidad de usar las gigantescas fuerzas de la técnica para bien
o para mal. A este propósito, Juan XXIII recuerda

"la trágica experiencia de que gigantescas fuerzas puestas al servici::J


de la técnica pueden utilizarse tanto para fines constructivos como para
la destrucción" (1vVVI210).

Más allá de estos problemas puntuales, Juan XXIII reconoce que el progreso
científico-técnico trae un problema de fondo.

"Es también cosa manifiesta -dice- que en las naciones de antigua tra-
dición cristiana, las instituciones civiles florecen actualmente con el pro-
greso científico y técnico y abundan en medios aptos para la realización
de cualquier proyecto, pero COn frecuencia en ellas se han enrarecido la
motivación e inspiración cristianas" (PT 151).

Al enrarecerse la inspiración cristiana empieza a pregonarse como único


sentido y razón de la vida este mismo progreso científico-técnico con el bienestar
materia·1 y el desarrollo económico que trae aparejados (Mtv\ 176).
De aquí al hedonismo yola "pobreza espiritual" (es un sentido contradictorio
con el de las Bienaventuranzas) no hay más que un paso:

"Por desgracia, de la debilitación del sentimiento religioso se derivan,


como de fuente principal, ese espíritu hedonístico y ese estridente con-
traste entre progreso técnico y pobreza espiritual de nuestra época, que
podrían cambiar el tiempo libre en grave pe1ligro de daños morales"
(TL, citado en p. 1159 de la edición de BAC).

Se llega incluso a afirmar que el hombre ya no necesita a Dios:

"Se ha afirmado que en la era de los triunfos de la ciencia y de la técnica


los hombres pueden construir su civilización prescindiendo de Dios"
(MM 209).
"El error más radical de la época moderna es el de considerar la exigen-
cia religiosa del espíritu humano como expresión del sentimiento o de
\0 fantasía (... )" (MM 214).
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 305

"El aspecto mós siniestramente típico de la época moderna consiste er¡


la absurda tentativa de querer reconstruir un orden tempora'l sólido y
fecundo prescindiendo de Dios, único fundamento con el que puede sos-
tenerse, y de querer ensalzar la grandeza del hombre secando la fuente
de donde brota aquella grandeza, y de la que se alimenta, es decir, re-
primiendo y, si posible fuera, extinguiendo sus ansias de Dios" (tv'M 217L

Una de las raíces de este problema de fondo la expresa Juan XXIII cuando
dice que

un error en el que se incurre con bastante frecuencia estó en el hecho


de que m:.Jchospier:san que las relaciones entre los hombres y sus res-
pectivas comunidades políticas se pueden regular con las mismas leyes
que rigen las fuerzas y 'los seres irracionales que constituyen el univer-
so (. .. )" (PT 6).

En parte, esto estó condicionado por el deslumbramiento que ,los conocimientos


de las ciencias prócticas y sus métodos han causado en muchos espíritus contemporó-
neos. Contra ellos, Juan XXIII afirma que

"los conocimientos matemótico-eientíficos descubren pero no captan, ni


menos todavía expresan, los aspectos mós profundos de la realidad"
(MM 210).

Así retoma la crítica que ya había hecho Pío XII (ver mós arriba, 1.3.).

Una consecuencia que destaca Juan XXIII de esta especie de ceguera para
la realidad profunda es lo que ocurre con el trabajo humano, apreciado como
mercancía en lugar de ser reconocido como lo que es, una expresión de la persona,
de naturaleza a la vez individuoj y social. Esto es, según Juan XXllt lo que quiso
de:ir León XIII en "Rerum Novarum" (/IAl'v\ 18 Y 33).

Sin embargo, en la misma evolución actual de la civilización aparecen ras-


gos que muestran a las claras el error de esta exclusión de Dios. Dice Juan XXIII:

"Entretanto el sentimiento de progresiva insatisfacción que se difunde


entre los seres humanos de las comunidades nacionales de alto nivel de
vida, deshace la ilusión del soñado paraíso en la tierra. Al mismo tiem-
po, los seres humanos van tomando conciencia cada vez mós clara de
los derechos inviolables y universales de la persona, y se hace en los
mismos mós viva la aspiración de estrechar relaciones mós justas y mós
humanas. Son todos estos motivos los que contribuyen a quejos hombres
se den mós cuenta de sus limitaciones, y a que reflorezca en ellos el
anhelo de los valores del espíritu" (MM 211).

Se trata, pues, de una saludable toma de conciencia de los límites del poder
que la ciencia y la técni:a han puesto en las manos del hombre moderno.
306 SERGIO SILVA G" SS, ce,

2.4. Perspectivas de futuro

Para superar el problema de fondo que ha detectado, Juan XXIII propone


la integración de los valores del progreso científico-técnico en los supremos valor")s
del espíritu; sólo esta integración subordinada permitirá

"que el progreso científico-técnico conserve su carácter esencialmente


instrumental respecto de la civilización" (MM 210; ver PT 150).

Esta tarea deben asumirla sobre todo los cristianos, que deben integrar en
su fe una capacitación científico-técnica y profesional que les permita entrar eficaz-
mente en las instituciones de la vida social, tanto nacional como internacional (PT
147-148).
Integración no significa desconocimiento de las leyes propias de la producción
de bienes; por el contrario,

los hombres "han de traba¡ar con gran diligencia, primero en cumplir,


en la producción de las cosas terrenas, las leyes propias de cada cosa
y observar ,las normas que convienen a cada caso; luego en conformar
sus propias acciones con los preceptos morales, procediendo como quien
ejercita su derecho o cumple su deber. Más aún, la razón pide que les
hombres, obedeciendo a los providenciales designios de Dios relativos a
nuestra salvación y sin descuidarla propia conciencia, actúen en la vida
armonizando plenamente su ciencia, su técnica y su profesión con los
bienes superiores del espíritu" (PT 150).

Se trata, pues, de la integración de tres niveles diferentes de valores: los de


la economía (o de cualquier otro sistema social), de la moral y del espíritu. Juan XXIII
insiste en la necesidad de esta integración subordinada. Cuando toca explícitamente
el tema de la producción aparece el valor de la dignidad del obrero:

"Los procesos productivos deben determinarse de una manera racional.


De otro modo desperdician energía humana y medios de producción, Es-
to constituye una infracción de las leyes de la economía; pero también
va contra el orden moral, pues no es lícito malgastar inútilmente las ri-
quezas, Sin embargo, ,los índices de productividad y producción no pue-
den ser tomados como criterios supremos en la organización de los pro-
cesos productivos; dichos índices han de intentarse de acuerdo con las
exigencias del orden moral, salvaguardando la dignidad humana de to-
dos cuantos en la producción intervienen" (SSC, citado en p. 1181 de la
citada edición de BAC),

Detrás de este orden jerárquico de valores, fundándolo, está Dios, "princi-


pio y fin del hombre y del mundo" (MM 209), autor de las leyes que regulan las
relaciones entre los hombres, que son de otro género que las leyes de la naturaleza
irracional, y que
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 307

"hay que buscarlas donde Dios las ha dejado escritas, esto es, en la
naturaleza del hombre" (PT 6; ver también PT 37 y 38).

El otro gran problema que ocupa a Juan XXIII -la dimensión mundial que
ha adquirido la cuestión social- se resolverá, según él, mediante una colaboración
científico-técnica-financiera entre los países desarrollados y los subdesarrollados, que
permita el desarrollo económico moderno. No basta una ayuda de emergencia; se
requiere la cooperación científica, técnica y financiera de los países desarrollados a
los subdesarrollados,

"encaminada a que sus ciudadanos adquieran aptitud, formación profe-


sional, competencia científica y técnica; y a poner a su disposición los
capitales indispensables para iniciar y acelerar el desarrollo económico
con criterio y métodos modernos" (MM 163).

En "Pacem in Terris", después de constatar los desequilibrios entre la pobla-


ción, la tierra y los capitales en algunos países subdesarrollados, Juan XXIII afirma:

"se necesita por eso que haya cooperación internacional para procurar
una más intensa comunicación de capitales, de recursos y de las personas
mismas" (PT 101).

El Papa está consciente de que este esfuerzo implica una nueva expansión de
la economía mundial, que no parece merecerle ningún reparo:

"la cooperación científico-técnico-económica entre las comunidades políti-


cas económicamente desarrolladas y las que apenas están enla fase inicial
o en vía de desarrollo, exige una expansión aún mayor que la actual"
(MM 165).

Sin embargo, la cooperación para ,lograr este desarrol·lo debe evitar repetir
los errores del pasado: no basta can producir más, hay que promover un reparto
equitativo de las riquezas logradas con el desarrollo económico (MM 168).

Otras cautelas que señala Juan XXIII son el respeto de la cultura de los pue-
blos a los que se ayuda (MM 169-170; PT 123-125) y de la jerarquía de los valores,
de modo que ·10 ciencia, la técnica yla economía estén instrumentalmente subordi-
nadas a los valores del espíritu:

"Los progresos científico-técnicos, el desarrollo economlCO, las mejoras 8,1


las condiciones de vida, son ciertamente elementos positivos de una ci-
vilización. Pero debemos recordar que no son ni pueden ser considerados
como valores supremos, sino que todos esos elementos en comparación con
los valores supremos revisten un carácter esencialmente instrumental" (MM
175).
308 SERGIO SILVA G., SS. CC.

Por último, los países desarrollados deben emprender esta colaboración con
un espíritu desinteresado, de modo que no sea la ocasión de un neocolonialismo o
un neoimperialismo (MM 171-174).
En cuanto a los problemas sociales de dimensión nacional, Juan XXIII propone
ia industrialización y ,la modernización de la agricultura, para acabar con sus defi-
ciencias de productividad y eficiencia con respecto a la industria (MM 141) Y la crea-
ción de pequeñas y medianas empresas industriales y agrícolas, y la participación
de los trabajadores en las grandes (MM 84-90).

2.5. Reflexiones críticas

Una mirada crítica sobre el pensamiento de Juan XXIII -tal como queda es-
bozado aquí- permite constatar que, en relación con Pío XII, hay una más decidida
aceptación del mundo moderno, al menos en lo que toca ala economía y al progreso
científico-técnico. Prueba de ello es el llamado a la modernización tanto de la agri-
cultura como, en general, de los países subdesarrollados.
Mirada desde hoy, dos décadas más tarde, se echa de menos en esta valoíO-
ción de lo moderno una mayor lucidez crítica, que perciba ciertos problemas intrín-
secos de la economía, la te'cnología y la sociedad modernas. Quizá esta falta de
criticidad nos 'hace sentir hoy en muchas de las recomendaciones de Juan XXlliI un
tono moralista o voluntarista. Dicho de otro modo, se percibe una carencia; los tex-
tos analizados no señalan las mediaciones concretas que harán posible, por ejemplo,
subordinar los valores de la ciencia, la técnica y el desarrollo económico a los va-
lores supremos del espíritu, o que evitarán la falta de respeto a las culturas tradi-
cionales en un proceso de desarrollo económico modernizador como el propuesto.
Quizá lo que ocurre es lo siguiente: se parte de la base -tal como lo afir-
maba explícitamente Pío XII- que la técnica y la ciencia modernas son íntrínseca-
mente buenas; si su aplicación produce algunos evidentes males (que incluso pueden
llegar a ser tan trágicos como la posible destrucción de la humanidad), el problema
no está en la ciencia ni en la técnica sino en el hombre que las usa. De ahí, conse-
cuentemente, un llamado moral a la responsabilidad del hombre.
Los sucesos de estas últimas décadas están, sin embargo, obligando a sacar
a luz esta postura y a revisarla. Hay que preguntarse, en efecto, si acaso la ciencia
y la técnica no tienen en sí mismas algo que hace difícil, si no imposible, el que sean
usadas ,en forma puramente instrumental, como pide su esencia. Los pensadores de la
Escuela de Franefort -sobre todo ADORNO y HORKHEIMER- señalaron hace ya me-
dio siglo que hay en la ciencia y en la técnica modernas un principio de domina-
ción de la naturaleza, que forma parte de su esencia misma, más al,lá de la búsque-
da de :10 verdad. Esto ha sido elaborado no hace mucho por el filósofo alemán
Jürgen HABERMAS, que 'ha mostrado en las ciencias modernas de lo naturaleza lo
que él llama un "interés" (en sentido no subjetivo sino objetivo; es decir, un interés
integrado en los procedimientos y en ,los conceptos mismos de la ciencia) técnico de
LA TECNICA y Su INFLUENCIA EN LA CULTURA 309

dominio de la naturaleza. Hoce apenas dos años, un estudio del filósofo de la Uni-
versidad Católica de Lovaina, Jean LADRIERE,en que recoge los debates de una Jor-
nada organizada por la UN,ESCOen 1974 para tratar el tema ciencia, ética y estético,
ha añadido otro elemento importante que fundamenta la pregunta que estoy plan·
teando: ha mostrado la tendencia que tienen la ciencia y la tecnologia modernas a
constituir, íntimamente trabadas, un sistema de creciente autonomía con respecto tanto
a la sociedad como a los valores éticos y culturales en general. Es quizá esta ten-
dencia la que hace inoperantes los llamados puramente morales a un buen uso de
la técnica. Habría, por el contrario, que llamar a transformarla radicalmente, para
hacer por fin realidad esa proclamada esencia instrumental suya. Lo que planteo
una tarea ardua y de muy largo plazo, pero probablemente decisiva para el futuro
de la humanidad.

3. LA CONSTITUCION GAUDI'UM ET SPES DEL CONCILIO VATICANO 11*

3.1. En la huella de Juan XXIII

Esta Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno retoma el


pensamiento de Juan XXIII que acabamos de exponer y lo prolonga.
La actitud ante el mundo moderno es la misma de Juan XXII:, una actitud
dialogal, abierta alas desarrollos positivos del mundo, dispuesta a reconocer su le-
gitima autonomía; una actitud que busca detectar en el mismo mundo los interro-
galltes que llevan a plantearse el problema de la fe.
La Constitución GS empieza .haciendo un breve diagnóstico del mundo moder-
no (números 4 a 10). Al igual que en Juan XXIII, la atención se centra en las conquis-
tas y en los problemas del progreso científico-técnico.

"El género humano se halla hoy en un período nuevo de su historia, carac-


terizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se ex-
tienden al univel'so entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su
dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus ¡uicios
y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su
comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes con-
vive" (GS 4L
"La turbación actual de los espíritus y la transformación de las condi-
ciones de vida estón vinculadas a una revolución global más amplia, que
da creciente importancia, en la fOI'mación del pensamiento, a las ciencias
matemáticas y naturales y a las que tratan del propio hombre; y, en 61
orden práctico, a la técnica y a las ciencias de ella derivadas. El espíritu
científico modifica profundamente el ambiente cultural y las maneras de

• El texto que he empleado es el de la 3~ edición de la BAC: Constituciones. Decretos. Declaraciones.


Legislación posconciliar. Maddd, Editorial Católica, 1966. La Constitución Gaudium el Spes (que CIIO
como GS). ocupa las páginas 259 a 410.
310 SERGIO SILVA G., SS. CC.

pensar. La técnica con sus avance está transformando la faz de la tierra


e intenta ya la conquista de los espacios interplanetarios" (GS 5).

Los cambios sociales características de hoy ·Ios ve el Concilio bajo los térmi-
nos de industrialización, urbanización, comunicación social masiva, fenómenos mi-
gratorios. Todos ellos dependen del desarrollo científico-técnico:

"Esta evolución se manifiesta sobl'e todo en las naciones que se benefician


ya de los progresos económicos y técnicos; pero también actúa en los
pueblos en vías de desarrollo, que aspiran a obtener para sí las venta-
jas de la industrialización y de la urbanización" lGS 6'1.

Por obra del progreso científico-técni·co está el hombre hoy en condiciones


oe dirigir su destino:

"Entre tanto, se afianza la conVICClonde que el género humano puede


y debe no sólo perfeccionar su dominio sobre las cosas creadas, sino
que le corresponde además establecer un orden político, económico y
social que esté más al servicio del hombre y permita a cada uno y o
cada grupo afirmar y cultivar su propia dignidad" (GS 9).

Pero no todo lo que el hombre ha creado es positivo: ha dado también ori-


gen a grandes desequilibrios, tanto al interior de cada persona como en las familias
y entre clases, razas y países (GS 8; ver también 63). Por eso, el Concilio afirma que

"el hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente
las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o salvarle"
(GS 9).

Al igual que en los Popas anteriores, el Concilio también señalo el peligro


de ateísmo que acecha al mundo moderno. Pero no se trata de algo inevitable, como
si el ateísmo fuera propio de la civilización moderna:

"La misma civilización actual, no en sí misma, pero sí por su sobrecarga


de apego a la tierra, puede dificultar en grado notable el acceso del
hombre a Dios" (GS 19).

- Este peligro de ateísmú encuentra de hecho un apoyo fuerte en el progreso


científico-técnico. Para el ateísmo sistemático, en efecto,

"la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo,


el único artífice y creador de su propia historia (... l. El sentido de poder
que el progreso técni·co actual da al hombre puede favorecer esta doc-
trina" (GS 20).

- Sin embargo, este poder acrecentado del hombre no sólo no se opone CI

Dios, sino que es el cumplimiento de su designio:


LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 311

"Una cosa hay cierta poro los creyentes: la actividad humana individual
y colectiva o el conjunto ingente de esfuerzos realizados por el hombre
a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, consi-
derado en sí mismo, responde a la voluntad de Dios. Creado el hombre
a imagen de Dios, recibió el mandato de gobernar el mundo en justicia
y santidad, sometiendo a silo tierra y cuanto en ella se contiene, y de
orientar a Dios la propia persona y el universo entero, reconociendo a
Dios como Creador de todo, de modo que con el sometimiento de todas
las cosas al hombre sea admirable el nombre de Dios en el mundo"
(GS 34).
"Los cristianos, leios de pensar que las conquistas logradas por el ham-
b¡'e se oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretende
rivalizar con el Creador, están, por el contrario, persuadidos de que las
victorias del hombre son signo de la grandeza de Dios y consecuencia
de su inefable designio" :GS 34,.

- No hay en la mente de los Padres conciliares ningún automatismo. No cual-


quier acrecentamiento del poder del hombre entra en la línea del mandato de Dios.
Un aspecto sobre el que el Concilio llama la atención es el problema de la guerra.
De suyo destructora del orden de los valores superiores, el desarrollo científico-téc-
l'1ico la ha hecho aún rnás cruel:

"Es más, al emplear en la guerra armas científicas de todo género, su


crueldad intrínseca amenaza llevar a los que luchan a tal barbarie, que
supere enormemente la de los tiempos pasados" (GS 79).
"El horror y la maldad de la guerra se acrecientan inmensamente COil
el incremento de las armas científicas. Con tales armas, las operaciones
bélicas pueden producir destrucciones enormes e indiscriminadas, lascua-
les, por tanto, sobrepasan excesivamente los límites de la legítima de-
fensa" (GS 80).
"El riesgo característico de la guerra contemporánea está en que da
ocasión a los que poseen las recientes armas científicas para cometer
tales delitos y con cierta inexorable conexión puede empujarlas volun-
tades humanas a determinaciones verdaderamente horribles" (GS 80).
"Tales delitos" refiere a la destrucción de ciudades enteras o deexten-
sos regiones.

- La condición para que el poder científico-técnico esté de acuerdo al man-


dato del Creador es la misma que señalaron Juan XXIII y Pío XII: que los valores del
progreso científi·co-técnico se subordinen ala búsqueda de la justicia y la fraternidad,
que son los valores superiores del hombre.

"La actividad humana, así como procede del hombre, así también se
ordena al hombre. Pues éste con su acción no sólo transforma las cosas
y la sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cul-
tiva sus facultades, se supera y se trasciende. Tal superación, rectamente
entendida, es más importante que las riquezas exteriores que puedan
acumularse. El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene.
312 SERGIO SILVA G., SS. CC.

Asimismo, cuanto llevan a cabo los hombres para lograr más justicia,
mayor fraternidad y un mós humano planteamiento en los problemas
socia'les, vale más que los progresos técnicos. Pues dichos progresos pue-
den ofrecer, como si dijéramos, el material para la promoción humana,
pero por sí solos no pueden llevarla a cabo. Por tanto, esta es la nor'ma
de la actividad hClmana: que, de acuerdo con los designios y voluntad
divinos, sea conforme al auténtico bien del género humano y permita a!
hombre, como individuo y como miembro de la sociedad, cultivar y rea-
lizar íntegramente su plena vocación" (GS 351.

Dicho de otro modo, esta condición es que se reconozca en los hechos que
el hombre es y debe ser el centro al cual todo tienda. Y e'l hombre debe saberse subor-
dinado a Dios. Reaparece, osi, el triple orden -natural, moral y sobrenatural- que ya
veíamos en Pío XII (ver 1.5.).

"Hoy más que nunca, para hacer frente al aumento de pobladón y res-
ponder a las aspiraciones más amplias del género humano, se tiende
con razón a un aumento en la producción agrícola e industrial y en la
prestación de los servicios. Por ello, hay que favorecer el progreso téc-
nico, el espíritu de innovación, e·1afán por crear Y ampliar nuevas em-
presas, la adaptación de los métodos productivos, el esfuerzo sostenido
de cuantos participan en la producción; en una palabra, todo cuanto
puede contribuir a dicho progreso. La finalidad fundamental de esta
producción no es el mero incremento de los productos, ni el beneficio, ni
el poder, sino el servicio ·del hombre, del hombre integral, teniendo en
cuenta sus necesidades materiales y sus exigencias intelectuales, morales,
espirituales y religiosas; de todo hombre, decimos, de todo grupo de
hombres, sin distinción de raza o continente. De esta forma, la actividad
económica debe eiercerse siguiendo sus métodos y leyes propias, dentro
del ámbito del orden moral, para que se cumplan así los designios de
Dios sobre el hombre" (GS 641.

A propósito de ·10 necesaria cooperación para superar el subdesarrollo, dicen


los Padres:

"Los pueblos que están en vías de desarrollo entiendan bien que han
de buscar expresa y firmemente, como fin propio del progreso, la pleno
perfección humana de sus ciudadanos. (... ). En muchas ocasiones urge
la necesidad de revisar las estructuras económicas y sociales; pero ha)'
que prevenirse frente a soluciones técnicas poco ponderados y sobre to-
do aquellas que ofrecen al hombre ventaias materiales, pel'O se oponen
ala naturaleza y al perfeccionamiento espiritual del hombre. Pues 'no
sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios' (Mt 4,4)" (GS 861.

El Concilio añade que, de no lograrse esta integración subordinada de los


valores del progreso científico-técnico en los valores superiores de la fe, se producirá
un divorcio entre la fe y la vida diaria que, a iuicio de los Padres,
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 313

",debe ser considerado como uno de los más graves en'ores de nuestra
época" (GS 43),

Este divorcio puede darse en los dos sentidos:

"Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aqul CIU-
dad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden des-
cuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un
motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas, según
la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de
quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente a
los asuntos temporales, como si éstos fuesen ajenos del todo a la vida
religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de
culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones mowles" (GS 43).

De aquí el llamado del Concilio:

"Siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejerció e,1artesanado, alégrense


los cristianos de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo
una síntesis vital del esfuerzo humano, familiar, profesional, científico o
técnico, con los valores religiosos, bajo cuya altísima jerarquía todo coo-
rpera ala gloria de Dios" (GS 43).

Tiene también conciencia el Concilio de que esta subordinación no es fácil,


porque está presente el pecado. Al mezclarse el bien con el mal, el hombre y el grupo
buscan el interés propio, excluyendo el de los demás:

"Lo que hace que el mundo no sea ya ámbito de una auténtica frater-
nidad, mientras el poder acrecido de la humanidad está amenazando
con destruir al propio género humano" !.GS 37).

Otro elemento del pensamiento de Juan XXIII que integra el Concilio es el


diagnóstico de ,la socialización actual, una de cuyas causas es el progreso técnico:

"Entre los principales aspectos del mundo actual hay que señalar la
multiplicación de las relaciones mutuas entre los hombres. Contribuye
sobremanera a este desarrollo el moderno progreso técnico" (GS 23).

Inmediatamente a continuación de esta frase, los Padres conciliares añaden


un pero, en el que insisten en la recién señalada condición de subordinación a los
valores del espíritu:

"Sin embargo, la perfección ,del coloquio fraterno no está en ese pro-


greso, sino más hondamente en la comunidad que entre las personas se
establece, la cual exige el mutuo respeto de su plena dignidad espiritual.
La Revelación cirstiana presta gran ayuda para fomentar esta comunión
interpersonal y al mismo tiempo nos lleva a una más profunda compren-
sión de las leyes que regulan la vida social, y que el Creador grabó en
la naturaleza espiritual y moral del hombre" (GS 23).
314 SERGIO SILVA G. SS. CC.

Al fenómeno de la socialización se alude también en un párrafo en que los


Padres plantean el sentido de la actividad humana en el mundo:

"Siempre se ha esforzado el hombre con su trabajo y con su ingenio en


perfeccionar su vida; pero en nuestros días, gracias a la ciencia y la
técnica, ha logrado dilatar y sigue dilatando el campo de su dominio
sobre casi toda la naturaleza, y, con ayuda sobre todo del aumento
experimentado por los diversos medios de intercambio entre las nacio-
nes, la familia humana se va sintiendo y haciendo una única comunidad
en el mundo. De lo que resulta que gran número de bienes que antes
el hombre esperaba alcanzar sobre todo de las fuerzas superiores, hoy
los obtiene por sí mismo" (GS 33).

Lo mismo ocurre cuando, más adelante, se aborda el tema de la vida económi-


co-social:

"La economía moderna, como los restantes sectores de ·10 vida social, se
caracteriza por una creciente dominación del hombre sobre la naturale-
za, por la multiplicación e intensificación de las relaciones sociales y por
la interdependencia entre ciudadanos, asociaciones y pueblos, así como
también por la cada vez más frecuente intervención del poder político.
Por otra parte, el progreso en las técnicas de la producción y en la
organización del comercio y de los servicios ha convertido ala econo-
mía en instrumento capaz de satisfacer mejor las nueves necesidades
acrecentadas de la familia humana" (GS 63).

En todos estos textos aparecen estrechamente vinculados tres elementos carac-


terísticos del mundo moderno: el progreso científico-técnico, la socialización y la acre-
centada capacidad creadora del hombre.

3.2. El aporte propio de Gaudium et Spes: la preocupación por la cultura

Si se trata de comprender meior el fenómeno técnico, creo qt.:e lo más valioso


que aporta GS es su análisis de la cultura humana. Aunque los mismos Padres no
pretendieron hacer una interpretación acabada de la técnica en el marco de la cul·
tura, sin embargo, el capítulo sobre la cultura (el 29 de la 2'" parte, dedicada a
"algunos problemas más urgentes") da luces que permiten enfocar mejor lo que está
en juego en el fenómeno de la técnica actual.

En la introducción del capítulo sobre la cultura se muestra que, en el hombre,


naturaleza y cultura están en íntima conexión, ya que el hombre só\-; por la culturo
aocede a la plenitud de ·10 naturaleza humana. El hombre es ese peculiar ser natural
cuya naturaleza consiste en tener que acabarse o terminarse mediante la creación de
cultura, mediante el cultivo del mundo en que nace.
Escuchemos cómo definen los Padres la cultura:
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 315

"Con la palabra 'cultura' se indica, en sentido general, todo aquello con


lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espiri-
tuales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su cono-
cimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia
como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres
e instituciones; finalmente, a través del tiempo, expresa, comunica y con-
serva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para
que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano"
(GS 53).

Reconocen luego los Padres el carácter histórico y social de la cultura, del


que se sigue que hay pluralidad de culturas (GS 53). Importante reconocimiento que
libera definitivamente -al menos en derecho- de aque·lla concepción imperialista se-
gún la cual la cultura humana es la occidental, a la que todos los pueblos deben
acceder algún día.
- En su diagnóstico de la situación actual de la cultura muestran los Padres
el gran cambio en el estilo de vida y en la "civ¡'¡ización", que es producto de tres
factores principales: las ciencias, la técnica y los medios de comunicación social. Se
ha originado así, sobre ,la base de los procesos de industrialización y urbanización,
una "cultura de masas", con forma,s más universales (GS 54).
- Un 29 elemento de este diagnóstico es que crece la conciencia de que es
el hombre mismo el que crea la cultura, 10 que aumenta su responsabilidad en la
conducción de ,la historia(GS 55).
- Por último, señalan los Padres los graves problemas que este cambio cultu-
ral ha traído consigo, todos ellos muy vinculados con el progreso de la ciencia y de
la técnica:

- el respeto de las culturas tradicionales se halla dificultado por la capa-


cidad expansiva de ·10 cultura nacida del enorme progreso de la ciencia
y de la técnica, que obstaculiza el cultivo del espíritu y el aprecio de la
sabiduría tradicional;
- la dispersión de las disciplinas científicas dificulta la formación de una
necesaria síntesis, y tiende a erosionar en el hombre las facu·ltades de la
contemplación y de la admiración, que son las que llevan a la sabiduría;
-la cultura de los especialistas, que se va haciendo cada vez más inacce-
sible y compleja, hace difícil que todos los hombres participen de los bie-
nesculturales del mundo;
- la legítima autonomía que reclama la cultura puede llevar a un humanis-
mo meramente terrestre, incluso contrario a la religión (GS 56).

Un último aporte importante de GS se halla en su análisis de la relación entre


ia fe y la cultura. La creación de cultura aparece como obediencia al plan de Dios,
que encargó al hombre someter ,la tierra; los Padres -siguiendo alas Papas anterio-
res- citan aquí el primer relato de la Creación (Gn 1,28). Al mismo tiempo, en esta
316 SERGIO SILVA G., SS. ce.

creación de cultura el hambre se perfecciona a sí mismo y cumple con el mandato


de Cristo de servir a sus hermanos.
Sin embargo, los Padres señalan el peligro de fenomenismo y agnosticismo que
acecha al hombre moderno que toma conciencia de su capacidad de crear cultura.
Este peligro se ve favorecido por el método científico-técnico, que no puede "penetrar
hasta las íntimas esencias de las cosas" (GS 57), cuando se lo considera, sin razón,
como "la regla suprema para hallar toda la verdad" (ibídem). Esto puede llevar 01
hombre a creer que se basta a sí mismo yana buscar ya nado más alto.
Pero,

"estas lamentables consecuencias no son efectos necesarios de la cultura


contemporánea ni deben hacernos caer en la tentación de no reconocer
los valores positivos de ésta. Entre tales valores se cuentan: el estudio de
las ciencias yla exacta fidelidad a la verdad en las investigaciones cier:-
tíficas,la necesidad de trabajar conjuntamente en equipos técnicos, el
sentido de la solidaridad internacional, la conciencia cada vez más in-
tensa de la responsabilidad de los peritos para la ayuda y la protección
de los hombres, la voluntad de lograr condiciones de vida más acepta-
bles para todos, singularmente para los que padecen privación de res-
ponsabilidad o indigencia ,cultural. Todo lo cual puede aportar alguna
preparación para recibir el mensaje del Evangelio, la cual puede ser in-
formada con la caridad divina por Aquel que vino a salvar el mundo"
(GS 57),

3.3. Reflexiones críticas

Ya he señalado lo que me parece el aporte más rico de GS a la comprensión


del fenómeno técnico: su análisis de la cultura.
Pablo VI desarrollará este punto de partida hasta llegar, en conjunto con los
Padres del Sínodo de 1974, a expresar la necesidad de evangelizarla cultura y las
culturas del hombre.
Sólo quisiera señalar aquí, además, la afirmación de GS acerca de la capaci-
dad del hombre moderno de dirigir su destino. Hay aquí un nuevo problema moral d2
Incalculable alcance. El hombre corre el riesgo de no asumir la pesada responsabili-
dad que significa dirigirla historia, dejando que ésta tome el rumbo que el "Iib~"
juego" de ,las tendencias más fuertes le impongan. Dicho de otro modo, si antes el
hombre estuvo sometido a la naturaleza, que le imponía marcos rígidos al interior
de los cuales podía desarrollar su creatividad y ejercer su responsabilidad, ahoro
podría quedar preso no de la naturaleza -que, en definitiva, de alguna manera es
madre y protectora, en cuanto es creada por Dios-, sino de su propia creación tec·
ilológica. ¿No apunta en esta dirección la constatación de Jean Ladriere, a la que
aludía poco antes (ver 2.5.), acerca de la creciente autonomía del sistema científico-
tecnológico en la sociedad moderna, sistema que sólo admite ya como finalidad su
propio crecimiento? Paradójicamente -si esto es cierto-, la obra cumbre del hombre
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 317

moderno, el progreso científico y técnico, terminaría por traicionar el principio funda-


mental de la modernidad: la emancipación del hombre de la necesidad y del someti-
miento a la heteronomía, es decir, al dictado de una ley externa, ajena a su voluntad
autónoma.

4. PABLO VI (1963-1978)

4.1. Los textos analizados

He tomado sólo tres grandes escritos de Pablo VI; los dos primeros de la edi-
ción de "Encíclicas Sociales", volumen 11, de Ediciones Paulinas de Santiago de Chile,
1975, pp. 203-323; el 3'?, de la edición publicada en Santiago de Chile por Ediciones
Mundo en 1976, que reproduce la traducción publicada por Typis Polyglottis Vaticanis.

- "Papulorum Progressio", Encíclica sobre el desarrollo de los pueblos, 26 de


marzo de 1967 (citada PP)
- "Octogesima Adveniens", Carta Apostólica al Cardenal Mauricio Roy en el
80'? aniversario de la Encíclica "Rerum Novarum", 14 de mayo de 1971 (ci-
tada OA)
- "Evangelii Nuntiandi", Exhortación Apostólica en que Pablo VI recoge los
trabajos del Sínodo de Obispos de 1974, 8 de diciembre de 1975 (citada
EN),

4.2. La evaluación del fenómeno técnico

Pablo VI expresa su convicción de que la humanidad está viviendo una pro-


funda transformación cultural, en la que el fenómeno de la técnica moderna -indiso-
lublemente ligada a la ciencia- juega un papel decisivo:

"El progreso científico y técnico continúa transformando el marco del


hombre, sus modos de conocimiento, de trabajo, de consumo y de rela-
ciones" (OA 22).

Hablando de los problemas sociales y económicos, el Papa afirma que vivimos


en una "civilización nueva":

"Es necesario situar los problemas planteados por la economía moderna


~condiciones humanas de producción, equidad en los intercambios de
bienes y ,en la distribución de las riquezas, significado de las crecientes
necesidades de consumo, participación en las responsabilidades- dentro
de un contexto más amplio de civilización nueva" (OA 7).

Destaca el Papa en particular la influencia de los medios de comunicación


social, que sabemos son fruto del desarrollo cientlfico-técnico:
318 SERGIO SILVA G .. SS. CC.

"Más aún, con la televisión es un modo original de conocimiento y una


nueva civilización la que está naciendo: la de la imagen" ':OA 20).

Se puede, pues, afirma~ que el nuestro es

un "mundo dominado por les cambios científicos y técnicos" (OA 38.

Como sus predecesores, Pablo VI reconoce en esta capacidad técnica de la


humanidad un bien. Lo afirma incluso a propósito de la obra de los colonizadores,
tan criticada hoy:

"Pero, aún reconociendo los errores de un cierto tipo de colonialismo y


de sus consecuencias, es necesario al mismo tiempo rendir homenaje a
las cualidades y a las realizaciones ·de los colonizadores que, en tantas
regiones abandonadas, han aportado su ciencia y su técnica, dejando
preciosos frutos de su presencia" IPP 7!.

Esta bondad no se reduce sólo a la capacidad técnica en sí, sino que alcanza
también al proceso de industrialización que ha hecho posible:

"Necesaria para el crecimiento económico y para el progreso humano,


la industrialización es, al mismo tiempo, señal y factor del desarrollo. El
hombre, mediante la tenaz aplicación de su inteligencia y de su trabajo,
arranca poco a poco sus secretos a la natura·leza y hace un mejor uso
de sus riquezas. Al mismo tiempo que disciplina sus costumbres, se desa-
rrolla en él el gusto por la investigación y la invención, la aceptación
del riesgo calculado, la audacia en las empresas, la iniciativa generosa
y el sentido de responsabilidad" (PP 25).
"Basada en la búsqueda tecnológica y en la transformación de la natu-
raleza, la industrialización prosigue siempre su camino, dando prueba de
una incesante creatividad" (OA 91.

Pablo VI se esfuerza por separar este proceso de industrialización de su acom-


pañante occidental, el capitalismo liberal, para evitar una errada apreciación de él:

"( ... ) sería injusto que se atribuyera a la industrialización misma les


males que son debidos al nefasto sistema que la acompaña. Por el con-
trario, es justo reconocer la aportociónirreemplazable de la organización
del trabajo y del proceso industrial a la obra del desarrollo" :PP 26.

Esta valoración positiva de la técnica se basa en último término en la fe.


Pablo VI recurre a la misma fundamentación de sus predecesores:

"'Llenad la tierra y sometedla': la Biblia, desde sus pr¡meras paginas,


nos enseiia que la creación entera es para el hombre, quien tiene que
aplicar su esfuerzo inteligente para valorizarla y, mediante su trabajo,
perfeccionarla, por decirlo así, poniéndola C1 su servicio"PP 22.
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 319

Pablo VI añade, sin embargo, una consideración positivo sobre el trabajo


humano, que hace posible la técnico y es potenciado por ello:

"El trabajo ha sido querido y bendecido por Dios. Creado a imagen


suya, 'el hombre debe cooperar con el Creador en la perfección de la
creación y marcar a su vez la tierra con el carácter espiritual que él
mismo ha recibido' I,Carta a la Semana Social de Lyon)" \pP 27).
"Pero el trabajo de los hombres, mucho mós para el cristiano, tiene to-
davía la misión de colaborar en la creación del mundo sobrenatural no
terminado, hasta que lleguemos todos juntos a constituir aquel hombre
perfecto de que habla San Pablo, 'que realiza la plenitud de Cristo' (Ef
4,13)" \pP 28).

Pero Pablo VI no desconoce la radical ambigüedad del trabajo:

"El trabajo, sin duela ambivalente, porque promete el dinero, la alegría


y el poder, invita a los unos al egoísmo y a los otros a la revuelta, desa-
rrolla también la conciencia profesional, el sentido del deber y la cari-
dad para con el prójimo" :PP 281.

Es evidente, sin embargo, que esta nueva civilización marcada por la técnica
ha traído inmensos problemas. Pablo VI habla, paresa, a menudo de la ambigüedad
e ambivalencia del progreso y de las dos manifestaciones más salientes de la civili-
zación técnica, que son la industrialización yla urbanización.
La ambigüedad del proceso de industrialización se percibe no sólo porque de
hecho se ha acompañado en Occidente por ese "nefasto" sistema capitalista (ver más
arriba la cita de PP 26), sino también ,por tres aspectos intrínsecos: la deshumaniza-
ción del trabajo, la explotación irracional de los recursos y la creación de las empre-
sas multinacionales.
- Refiriéndose al trabajo industrial, dice Pablo VI:

": El trabajo, I más científico y mejor organizado, tiene el peligro de des-


humanizar a quien lo realiza, convertido en siervo suyo, porque el tra-
bajo no es humano si no permanece inteligente y libre" (PP 28).

Las consecuencias deshumanizadoras del trabajo industria I van todavía más


allá, por la adaptación constante que exige de los trabajadores, la movilidad de la
mano de obra y el consiguiente desarraigo, y la cesantía que suele provocar rOA 9;
EN 561.
De aquí, la aparición de "nuevos pobres":

"En el cambio industrial, que reclama una rápida y constante adapta-


ción, los que van a ser los más dañados van a ser más numerosos y me-
nos favorecidos para hacer oír su voz. La atención de la Iglesia se dirige
hacia estos nuevos 'pobres' -los minusválidos, los inadaptados, ancianos,
marginados de diverso origen- para conocerlos, ayudarlos, defender su
320 SERGIO SILVA G., SS. CC.

puesto y su dignidad en una sociedad endurecida por la competencia y


el atractivo del éxito" (OA 15).

- La explotación depredatoria de la naturaleza acarrea el peligro de un


desequilibrio tal que haga peligrar la misma vida de la humanidad. La advertencia
de Pablo VI es fuerte:

"C .. ) se hace sentir otra transformación, consecuencia tan dramático


como inesperada de la actividad humana. Bruscamente eJ hombre ad-
quiere conciencia de ello: debido a una explotación inconsiderada de
la naturaleza, corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de
esta degradación. No sólo el ambiente físico constituye una amenaza
permanente: poluciones y desechos, nuevas enfermedades, poder destruc-
tor absoluto; es el cuadro humano lo que el hombre no domina ya,
creando de este modo pame·1 mañana un ambiente que podría resul-
tarje intolerable" (OA 21).

- La creación de empresas multinacionales no es, en el pensamiento de Pa-


blo VI, una casualidad o algo que pudo ser o no ser. Por el contrario, surgen como
una necesidad de la transformación de los métodos de produCCión industrial. Lo que
preocupa de ellas es que concentran un enorme poder, sin control alguno:

"Bajo el impulso de los nuevos sistemas de producción se vienen abajo


las fronteras nacionales y se ve aparecer nuevas potencias económicas,
las empresas multinadonales, que por la concentración y la flexibilidad
de sus medios, pueden llevar a cabo estrategias autónomas, en gran
parte independientes de los poderes politicos nacionales y por consiguien-
te sin control bajo el punto de vista del bien común. Al extender sus
actividades, estos organismos priva,dos pueden conducir a una nueva for-
ma abusiva de dominación económica en el campo social, cultural e
incluso político. La concentración excesiva de los medios y de los pode-
res, que denunciaba ya Pío XI en el 40" aniversario de la Rerum Nova-
rum, adquiere un nuevo aspecto concreto" (OA 44).

En último término, el peligro que ve aquí Pablo VI es que el hombre se vuelva


esclavo de los objetos que ha creado con este proceso de industrializ-Jción:

"Se puede uno preguntar entonces, con todo derecho, si a pesar de todas
sus conquistas el hombre no está volviendo contra sí misma los frutos de
su actividad. Después de haberse asegurado un dominio necesario sobre
la naturaleza, ¿no se está convirtiendo ahora en esclavo de los objetos
que fabrica?" (OA 9).

En cuanto a la ambigüedad del proceso de urbanización, dice Pablo VI:

"En el seno de la sociedad industrial, la urbanización trastorna los mo-


dos de vida y las estructuras habituales de la existencia: la familia, lo
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 321

vecindad, el marco mismo de la comunidad cristiana. El hombre prueba


una nueva soledad, no ya decora a una natura'leza hostil que le ha cos-
tado siglos dominar, sino en medio de una muchedumbre anónima que
le rodea y donde él se siente como extraño. Etapa sin duda irreversible
en el desarrollo de las sociedades humanas, la urbanización plantea al
hombre difíciles problemas" (OA 10).

Se trata, en suma, de que

"las metrópolis urbanas contemporáneas ( ... ) favorecen a la vez la


vida de masa y el anonimato" (EN 58).

Pablo VI descubre que esta ambivalencia de la ciudad se ha·lla ya en el jui-


cio que la Escritura da de eHa,

"En la Biblia, la ciudad es frecuentemente, en efecto, el lugar del pecado


y del orgullo, orgullo de un hombre que se siente suficientemente seguro
para construir su vida sin Dios y también para afirmar su poder contra
El. Pero existe también Jerusalén, la ciudad santa, el lugar del encuentro
con Dios, la promesa de la ciudad que viene de lo alto" (OA 12).

La influencia ambiva·[ente de la técnica se hace sentir también en las relaciones


entre países.
- Pablo VI señala, sobre todo, el peligro de que la civilización científico-técnica
destruya las culturas tradicionales. Este peligro se refuerza por la tentación de los
pueblos pobres de imitar el desarrollo económico y el materialismo de los pueblos
ricos (pP 10). Oigamos al Papa:

"Los pueblos pobres jamás estarán suficientemente en guardia contra esta


tentación, que les viene de los pueblos ricos. Estos presentan, con dema-
siada frecuencia, con el e¡emplo de sus éxitos en una civilización técnica
y cultural, el modelo de una actividad aplicada principalmente a la con-
quista de la prosperidad material" (PP 41).

El acento lo pone Pablo VI en los valores espirituales de las culturas tradicio-


nales, que corren el riesgo de desaparecer:

"Es doloroso pensarlo: numerosos jóvenes, venidos a países más avanza-


dos para recibir la ciencia, la competencia y la cultura que los harán
más aptos para servir a su patria, adquieren ciertamente una formación
más cualificada, pero pierden demasiado a menudo la estima de unos
valores espirituales que muchas veces se encuentran, como precioso pa-
trimonio, en aquellas civilizaciones que los han visto crecer" GPP68).

Este problema se entrelaza con el choque gen,eracional en los países subdesC'-


rrollados, pues los viejos se aferran a lo tradicional, mientras que los jóvenes estón
ávidos de lo nuevo:
322 SERGIO SILVA G., SS. CC.

"El conflicto de las generaciones se agrava así como Ull trágico dilema:
o COnservar instituciones y creencias ancestrales y renunciar al progreso;
o abrirse alas técnicas y civilizaciones, que vienen de fuera, pero recha-
zando con las tradiciones del pasado toda su riqueza humana" IPP 10).

- Desciende también Pablo VI a un problema más preciso entre los países: la


distorsión creciente de los términos del intercambio comercial entre los países desarro-
llados, que venden productos muy elaborados, y los subdesarrollados, que suelen
vender materias primas. Esta distorsión también es consecuencia del progreso técnico:

"Gracias al progreso técnico, los primeros les decir, los productos ela-
borados de las naciones altamente industrializadas) aumentan rápido·
mente de valor y encuentran suficiente mercado. Por el contrario, los pro-
ductos primarios que provienen de los países subdesarrollados, sufre:l
amplias y bruscas variaciones de precio, muy lejos de esa plusvalía pro-
gresiva" (PP 57).

- Conectada con esta distorsión está también la ambición de poder de las


naciones, que ,les impide poner el progreso bajo el va·lor superior, que es la búsqueda
de la justicia. Buena parte de este poder que se ambiciono es el que da la técnica:

"La ambición de numerosas naciones, en la competición que las opone y


las arrastra, es la de llegar al poder tecnológico, económico, militar.
Ella se opone entonces a la creación de estructuras en las cuales el ritmo
del progreso sería regulado en función de una justicia mayor, en vez de
acentuar las diferencias y de crear un clima de desconfianza y de lucha
que compromete continuamente la paz" lOA 451.

4.3. Una crítica a la ambigüedad de fondo

Pablo VI no sólo constata las ambigüedades de la sociedad industrial, marca-


da por los cambios científico-técnicos; saca a luz también sus ambigüedades de fondo,
que se sitúan en el nivel propiamente cuhural de las representaciones y valores y de
las ideologías.
El Papa descubre la ambigüedad de la noción de progreso y de todas las
;deologías progresistas, sean liberales o socialistas.
- Después de constatar que el progreso es

"una noclon fundamental que sigue a la base de las sociedades mo-


dernas, al mismo tiempo como móvil, como medida y como objeto"
íOA 4li.

y que

"desde el siglo XIX, las sociedades occidentales y muchas otras en con-


tacto con ellas han puesto su esperanza en un progreso, renovado sin
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA ~23

cesar, ilimitado. Este progreso se les presentaba como el esfuerzo eJe


liberación del hombre de cara a las necesidades de la naturaleza y de
las presiones sociales; era la condición y la medida de la libertad hu-
mana" (OA 41 i,

Pablo VI afil'ma que

"viene hoy una duda sobre su valor y sobre su origen. ¿Qué significa
esta búsqueda inexorable de un progreso que se esfuma cada vez que
uno cree haberlo conquistado? Ni) dominado, el progreso deja insatis-
fecho" (OA 41!.

Se detiene, en particular, en las ideologías mOl'xista y liberal 10/, 261 ¡'


afirma la ambigüedad de toda ideología social ~OA 27) y el peligro de adherir a
una ideología que no reposa en la verdad (OA 28).
- Pablo VI se detiene también en el liberalismo filosófico, cuyo error básico
denuncia:

"Esta corriente se afirma, sea en nombre de la eficacia económica, sea


para defender al individuo contra el dominio cada vez más invadente
de las organizaciones, sea contra las tendencias teta·litarias de los po-
deres políticos ., .1. En su raíz misma el liberalismo filosófico es una
afirmación e¡'rónea de la autonomía del individuo en su actividad,
sus motivaciones, el ejercicio de su libertad" lOA 35).

Aunque no los vincula explícitamente, su denuncia del liberalismo filosófico


óe hace en términos muy semejantes a la condenación del secularismo, visto como
un ateísmo militante que amenaza hoy a ·10 fe (EN 54) Y que nada tiene que ver
con la legítima secularización o afirmación válida de la relativa autonomía de las
leyes de la creación:

"Hay que constatar en el corazón mismo de este mundo contemporáneo


un fenómeno que constituye como su marca más característica: el secu-
¡arismo 1 ••• l. Dicho secularismo, para reconocer el poder del hombre,
acaba por sobrepasar a Dios e incluso por renegar de El ( ... ). En unión
con este se-cularismo ateo, se nos propone todos los días, bajo las formas
más distintas, una civilización del consumo, el hedonismo erigido en va-
lor supremo, una voluntad de poder y de dominio, de discriminaciones
de todo género: constituyen otras tantas inclinaciones inhumanas de
este 'humanismo'" (EN 55).

Junto a la denuncia de las ideologías progresistas, Pablo VI pone en guar-


dia contra la que le parece 'la más peligrosa de todas las ideologías, la ideología
positivista científico-técnica.
- Peligrosa, porque se nutre de la crítica a las ideologías y pretende pre-
sentarse como científica y na ideológica. El "retroceso de las ideologías" del que
se suele hablar hoy puede favorecer la trascendencia cristiana; pero
324 SERGIO SILVA G., SS, CC.

"puede ser también un deslizamiento más acentuado hacia un nuevo po-


sitivismo:,la técnica universalizada como forma dominante de actividad,
como modo invasor deexi~tir, como lenguaje mismo, sin que la cuestión
de su sentido sea realmente planteada" (OA 29).

- Peligrosa, sobre todo, porque encierra al hombre en sus propias redes:

"En este mundo dominado por los cambios científicos y técnicos que
corren el riesgo de arrastrarlo hacia un nuevo positivismo, se presenta
otra duda, más esencial. Después de haber dominado racionalmente la
naturaleza, he aquí que el hombre se halla como encerrado dentro de
su propia racionalidad; se convierte él a su vez en objeto de ciencia"
(OA 38).

El peligro les aquí doble: reducir el hombre a lo que las ciencias dicen de él
(OA 38) Y elaborar modelos de sociedad "científicos" que luego se imponen:

"Pues si todos se ponen de acuerdo para construir una sociedad nueva


al servicio de los hombres, es necesario saber todavía de qué hombre
se trata" (OA 39).

Este segundo aspecto del peligro es la "tecnocracia" (OA 47):

"No basta aumentar la riqueza común para que sea repartida equitati-
vamente. No basta promover Id técnica para que la tierra sea humana-
mente más habitable ( ... ). La tecnocracia del mañana puede engen-
drar males no menos temibles que los del liberalismo de ayer. Economía
y técnica no tienen sentido si no es por el hombre a quien deben servir"
(PP 34).

- Por este camino, Pablo VI llega hasta la crítica de las ciencias:

"En verdad, cada disciplina 'Científica no podrá comprender, en su parti-


cularidad, más que un aspecto parciol, aunque verdadero, del hombre;
la totalidad y el sentido se le escapan" (OA 40).

4.4. El apremiante llamado a construir un futuro nuevo

Pablo VI tiene conciencia que el problema que plantea es tremendamente


serio.
- Serio cuando se lo mira a fondo, en esa raíz atea del mundo moderno:

"Ciertamente, el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero 'al fin
y 0,1 cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre.
El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano'" (PP 42; la cita es
de Henri de Lubac, Le drame del/humanisme athée).
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 325

frente a este riesgo, Pablo VI piensa que

"el mundo se encuentra en un lamentable vacío de ideas" (PP 85).

- Serio también en sus aspectos más visibles, los problemas sociales que pro-
voca el progreso científico-técnico:

"Jamás en cualquier otra época había sido tan explícito el llamamiento


a la imaginación social. Es necesario consagrar a ella esfuerzos de in-
vención y de capitales tan importantes como los invertidos en armamen-
tos o para las conquistas tecnológicas. Si el hombre se deja desbordar
y no prevé a tiempo la emergencia de los nuevos problemas sociales,
éstos se harán demasiado graves como para que se pueda esperar una
solución pacífica" :OA 19.

Estos problemas no pueden, por lo demás, ser resueltos bruscamente, sino que
hay -que proceder con mucho tino:

"Una reforma agraria improvisada puede frustrar su finalidad. Una in-


dustrialización brusca puede dislocar las estructuras, que todavía son
necesarias, y engendrar miserias sociales que serían un retroceso para
la humanidad" :PP 29'.

- Serio, por último, por los deterioros ecológicos y humanos que el progreso
'Provoca; de ellos recién se empieza a tomar conciencia. De ahí el llamado apre-
miante de Pablo VI:

"Hacia estas nociones nuevas es hacia donde tiene que volverse el cris-
tianismo, para hacerse responsable, en unión con los demás hombres,
de un destino en realidad ya común" lOA 21).

- Frente a la seriedad del problema, Pablo VI renuncia decididamente a


"pronunciar una pa,labra única", a "promover una solución con valor universal".
Porque, afirma,

"incumbe alas comunidades cristianas analizar con objetividad la situa-


ción propia de su país, esclarecerla mediante la luz de la palabra inal-
terable del Evangelio, deducir principios de reflexión, normas de juicio y
directrices de acción según las enseñanzas sociales de la Iglesia tal
como han sido elaboradas a lo largo de la historia y especialmente en
esta era industrial" (OA 4).

Entre estas normas de juicio Pablo VI señala una que puede cortar de raíz el
ateísmo moderno:

"Lejos de ser la norma última de los valores, el hombre no se realiza


a sí mismo si no es superándose. Según la tan acertada expresión de
Pascal: 'El hombre supera infinitamente al hombre'" (PP 42).
326 SERGIO SILVA G., SS. CC.

Si Pablo VI renuncia a dar soluciones globales, no renuncia, sin embargo,


a ofrecer lo que constituye la co·laboración propia de la Iglesia a las culturas: una
imagen del hombre, que se establece no en lucha con las ciencias humanos, sino
en diálogo con ellas:

"Como pal'O las ciencias naturales, la Iglesia tiene confianza en esta


investigación e invita a los cristianos a tomar parte activa en ella. Ani-
mados por la misma exigencia científica y por el deseo de conocer mejor
al hombre, pero al mismo tiempo iluminados por su fe, los cristianos en-
tregados a las ciencias humanas entablarán un diálogo que se prevé
fru·ctuoso entre la Iqlesia y este nuevo campo de descubrimientos" (OA
401.

- Frente a las ideología~ del progreso, Pablo VI afirma:

"Para un cristiano, el progreso encuentl'O necesariamente el misterio es-


catológico de la muerte: la muerte de Cristo y su resurrección, el impulso
del Espíl'itu del Señor ayudan al hombre a situm su libertad creadora
y agradecida, en la verdad de todo progreso y en la sola esperanzo
que no decepciona jamás" rOA 41).

Junto con señalar límites, Pablo VI ¡'eivindica el valor de la utopía. Aunque


'oconoce que

"la apelación a la utopía es COIl frecuencia un cómodo pretexto para


quien desea rehuir las tareas cOncretas refugiándose en un mundo ima-
ginario" lOA 37"

sin embargo, afirma

"Pero, hay que reconocerlo, esta forma de crítica de la sociedad exis-


tente provoca con frecuencia la imaginación, prospectiva a la vez, parr¡
percibir en el presente ·10 posiblemente ignorado que es encuentra ins-
crito en él y para orientar hacia un futuro nuevo; ella sostiene así la
dinámica social PO!' la confianza que da a las fuerzas inventivas del
espíritu y del corazón humano y, si no se rehúsa ninguna apertura, puede
también encontrar nuevamente el llamamiento cristiano" (OA 37).

- Y, a pesar de todas las ambigüedades que seña·la, el Papa invita a los laicos
con insistencia a meterse en el mundo, para trasformarlo:

"El campo propio de su actividad evangelizadora es el mundo vasto y


complejo de la política, de lo social, de 10 economía, y también de la
cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los
medios de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a
la evangelización, como el amor, la familia, la educación de los niños y
de los jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, ete." (EN 701.

Se trata, en definitiva, de un llamado a evange,lizar esta cultura científico-


técnica, es decir,
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 327

"transformar con ia fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valo-
res determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las
fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que estén
en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación"
(EN 19).
"Lo que importa es evangelizar -no de una manera decorativa, coma COIl
un barniz superficial, sino de manera vita.[, en profundidad y hasta sus
mismas raíces- la cultura y ,las culturas del hombre en el sentido rico y
amplio que tienen sus términos en la Gaudium et Spes, tomando siempre
como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las rela-
ciones de las personas entre sí y con Dios" ;,EN 20'1.

Detrás de estas afirmaciones hay una doble certeza: que la fe está destinada
a impregnar toda la vida, personal y social, del hombre:

"La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpe-


lación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el
Evangelio y la vida concreta, personal y social, del hombre" ,EN 29i;

y que el Espíritu de Dios actúa en la historia, también en los desarrollos de esta


nueva cultura científico-técnica, con todas sus ambigüedades:

"En el corazón del mundo permanece el misterio del hombre que se des-
cubre hijo de Dios en el curso de un proceso histórico y sicológico, don-
de luchan y se alternan presiones y libertad, gravedad del pecado y
soplo del Espíritu" (OA 37.1.

Pablo VI no se contenta con un llamado generlco a construir lo que en otr'Js


ocasiones llamó la "Civilizaciór. del Amor"; también entra con algún detalle en la
búsqueda de soluciones a los problemas que plantea el progreso científico-técnico.
- El desarrollo debe ser integral. La fórmula con que lo expresa no ha per-
dido actualidad:

"El desarrollo no se reduce al simple crecimiento economlco. Para ser


auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a
todo el hombre" (PP 14\.

- En consecuencia, la meta del desarrollo ha de ser no el tener más (que es


lo que puede lograr la técnica), sino el ser más, sólo alcanzable con ayuda de la
reflexión:

"Si para 1,levar a cabo el desarrollo se necesitan técnicos cada vez en


mayor número, para este mismo desarrollo se exige más todavía pensa-
dores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual
permita al hombre moderno hallarse a sí mismo, asumiendo los valores
superiores del ornar, d:c lo omistod, de la oración y de la contempla-
ción" (PP 20).
328 SERGIO SILVA G., SS. Cc..

Asoma aquí el tema de la integración subordinada de los valores del progre-


so científico-técnico en los valores 'del espíritu que 'hemos visto en los Popas anterio-
res. En este contexto, Pablo VI hace Una interpretación social de la palabra de Jesús
"¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?" (Mt 16,26), di-
tiendo que "vale también para los pueblos" (PP 40).
- Esto significa, más concretamente, que no hay que temer cuestionar los ac-
tuales modelos de desarrollo económico de los países ricos:

"Se ha de tener también la valentía (, .. ) de poner en interrogante los


modelos de crecimiento de las naciones ricas" (OA 43);

hay que llegar incluso a cuestionar el modelo de sociedad moderna:

"Muchos llegan también a plantearse el problema del modelo mismo de


sociedad" rOA 45; y en el resto del párrafo Pablo VI parece ser también
parte de estos "muchos").

- Pablo VI insta a establecer entre los países ricos y los pobres relaciones de
solidaridad, de verdadera colaboración y de justicia en las relaciones comerciales (PP
48, 56, 59). A propósito de ·10 justicia, trae la siguiente afirmación. apoyada en
León XIII:

"La enseñanza de León XIII en la Rerum Novarum consel'va su validez.


el consentimiento de las partes, si están ,en situaciones demasiado des-
iguales, no basta para garantizarla justicia del contrato; y la regla
del libre consentimiento queda subordinada a las exigencias del derecho
natural" (PP 59).

- Todo esto supone, en último término, una transformación personal (EN 41),
que debe llegar hasta la disminución del nivel de vida personal. A los hombres de
Estado les dice Pablo VI:

"A vosotros os incumbe movilizar vuestras comunidades en una so,lidari-


dad mundial más eficaz y, ante todo, hacerles aceptar las necesarias
disminuciones de su lujo y de sus dispendios para promover el desarrollo
y salvarla paz" (PP 84L

- Supone, también, un proyecto político. La actividad económica, con todo lo


necesaria que es, no constituye toda la vida de la sociedad y corre el riesgo de ab-
sorber demasiadas energías.

"Por eso, el paso de la economía a la política se demuestra necesa-


rio" (OA 46).

Pero tampoco debe absolutizarse lo político. La acción política, en efecto, se


apoya en un proyecto de sociedad, que no puede ser impuesto por grupos ° partidos,
ni por el Estado, sino que debe brotar del consenso en torno a las
LA TECNICA y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA 329

"convicciones últimas sobre la naturaleza, el origen y el fin del hombre


y de la sociedad" (OA 25).

Dado el peligro actual de tecnocracia, este proyecto político ~a de ser deci-


didamente democrático y partidpativo:

"Para hacer frente a una tecnocracia creciente, hay que inventar formas
de democracia moderna, no solamente dando a cada hombre la posi-
bilidad de informarse y de expresar su opinión, sino de compromet,erse
en una responsabilidad común" (OA 47).

4.5. Reflexiones críticas

Pablo VI ataca de frente el problema al que aludía en mis reflexiones a pro-


pósito de GS (ver 3.3.): el de la autonomía del hombre. Hemos visto que, en la línea
de Pascal, afirma una superación del principio de ,la autonomía; pero esta superación
no es su negación, sino la afirmación del movimiento mismo que funda la autonomí(]:
la grandeza del hombre. El hombre está hecho para ser más que sí mismo, para no
dejarse encerrar en nada creado ni producido por sus manos, porque está hecho
para Dios.
Vinculado a esta afirmación está el acento que pone Pablo VI a la vez en la
capacidad del hombre moderno de crear su historia y en la dificultad que experi-
menta hoy para controlar y regular los procesos, sobre todo científico-tecnológicos y
sociales, que ha puesto en marcha y que pueden ,llevarlo a la autodestrucción. La so-
lución no la ve Pablo VI en la negación de esta capacidad creadora, sino, por el
contrario, en su afirmación total: el hombre tiene que permanecer dueño de su obra,
no puede someterse ciegamente a ella.
Desde aquí se iluminan y se ven en su coherencia otras dos afirmaciones de
Pablo VI: la primada que asigna a los valores culturales yola interioridad del hom-
bre en el proceso de desarrol,lc -porque sólo un hombre más plenamente humano
logrará ,controlar y poner al servicio de la justicia sus grandes potencialidades-; y
su crítica a la ideología positivista, porque no se plantea el problema del sentido
del progreso científico-tecnológico, sino que se entrega confiadamente a él. Plantearse
el problema del sentido de la tecnica supone trascender sus ,límites, ponerse en un
punto de vista englobante y por lo tanto exterior ala técnica misma, desde el cual
se hagan perceptibles su dirección, sus aportes y sus límites. Esta es la condición pre-
via para su dominio, para su posible subordinación a ,los valores superiores.
Desde aquí también se hace comprensible el llamado -realizado, en verdad,
tímidamente- a cuestionar el crecimiento moderno de la economía, incluso la misma
sociedad moderna, frutos del progreso científico-técnico no suficientemente subordi-
nado por el hombre a los valores superiores. Llamado que parece estar siendo asu-
mido vigorosamente por Juan Pablo 11.

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