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CONSTITUCIÓN –

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El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, como se encuentra
establecido en el Art. 1 de la Constitución, por lo tanto siendo la Constitución norma
suprema conforme su Art. 424, en atención a que las normas y los actos del poder público
deben mantener conformidad con las disposiciones constitucionales, corresponde su
aplicación en el orden jerárquico establecido en su Art. 425, por lo tanto, el juzgador debe
tener en cuenta de entre los principios de la administración de justicia, los contenidos en
la Carta Magna. El numeral primero del Art. 3 de nuestra Constitución de la República del
Ecuador, dispone de manera categórica que: “Son deberes primordiales del Estado
“Garantizar sin discriminación alguna el efectivo goce de los derechos establecidos en la
Constitución y en los instrumentos internacionales…”, de lo cual se colige que la prioridad
fundamental de un Estado social y democrático de Derecho como se define a nuestro país
en la Constitución, es garantizar en forma eficaz y permanente los derechos y garantías
constitucionales de los ciudadanos. Constitución de la República, Art. 11, numeral 3. Los
derechos y garantías establecidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales
de derechos humanos serán de directa e inmediata aplicación por y ante cualquier
servidora o servidor público, administrativo o judicial, de oficio o a petición de parte. Para
el ejercicio de los derechos y las garantías constitucionales no se exigirán condiciones o
requisitos que no estén establecidos en la Constitución o la ley. Los derechos serán
plenamente justiciables. No podrá alegarse falta de norma jurídica para justificar su
violación o desconocimiento, para desechar la acción por esos hechos ni para negar su
reconocimiento. El Art. 33 de la Constitución de la República del Ecuador establece: El
trabajo es un derecho y un deber social, y un derecho económico, fuente de realización
personal y base de la economía. El Estado garantizará a las personas trabajadoras el
pleno respeto a su dignidad, una vida decorosa, remuneraciones y retribuciones justas y
el desempeño de un trabajo saludable y libremente escogido o aceptado. El Art. 82
Ibídem, establece que el derecho a la seguridad jurídica se fundamenta en el respeto a la
Constitución y en la existencia de normas jurídicas previas, claras, públicas y aplicadas
por las autoridades competentes. El tratadista Antonio Fernández Galiano, en su obra
"Introducción a la Filosofía del Derecho", expresa a este respecto lo siguiente:
Específicamente, la seguridad jurídica se refiere a las situaciones concretas de los
particulares dentro del orden del Derecho. Este debe proporcionar seguridad al individuo
en el sentido de que en todo momento sepa con entera claridad hasta dónde llega su
esfera de actuación jurídica y donde empieza la de los demás; que conozca con plena
certeza a lo que le compromete una declaración de voluntad y, en general, las
consecuencias de cualquier acto que él o los otros realicen en la órbita del Derecho; que
pueda prever con absoluta certidumbre los resultados de la aplicación de una norma; en
fin, que en todo instante pueda contemplar, deslindados con perfecta nitidez, los derechos
propios y los ajenos. Por su puesto que los descrito es un ideal utópico para cuya
efectividad se requeriría un ordenamiento de una perfección técnica incompatible con la
fabilidad de toda obra humana; es evidente que en todo Derecho existen imperfecciones,
imprevisiones del legislado, lagunas y contradicciones, pero también hay normas que no
realiza con plenitud los debidos ideales de justicia y no por eso debe condenarse el
ordenamiento en su conjunto como incapaz de realizar aquel valor...". El Art. 169 Ibídem,
prescribe que el sistema procesal es un medio para la realización de la justicia. Las
normas procesales consagrarán los principios de simplificación, uniformidad, eficacia,
inmediación, celeridad y economía procesal, y harán efectivas las garantías del debido
proceso. No se sacrificara la justicia por la sola omisión de formalidades. El Artículo 172
del mismo texto Constitucional expresa: Las Juezas y Jueces administraran justicia con
sujeción a la Constitución, a los instrumentos internacionales de derechos humanos y a la
ley. Las servidoras y servidores judiciales, que incluyen a juezas y jueces, y los otros
operadores de justicia, aplicaran el principio de la debida diligencia en los procesos de
administración de justicia. De conformidad a lo que determinan los numerales 2 y 3 del
Art. 326 de la Constitución de la República, establecen: El derecho al trabajo se sustenta
en los siguientes principios: 2. Los derechos laborales son irrenunciables e intangibles.
Será nula toda estipulación en contrario. 3. En caso de duda sobre el alcance de las
disposiciones legales, reglamentarias o contractuales en materia laboral, estas se
aplicarán en el sentido más favorable a las personas trabajadoras. El Art. 424 de la
Constitución de la República, establece: La Constitución es la norma suprema y prevalece
sobre cualquier otra del ordenamiento jurídico. Las normas y los actos del poder público
deberán mantener conformidad con las disposiciones constitucionales; en caso contrario
carecerán de eficacia jurídica. La Constitución y los tratados internacionales de derechos
humanos ratificados por el Estado que reconozcan derechos más favorables a los
contenidos en la Constitución, prevalecerán sobre cualquier otra norma jurídica o acto del
poder público. El Art. 425 de la Constitución de la República, establece: El orden
jerárquico de aplicación de las normas será el siguiente: La Constitución; los tratados y
convenios internacionales; las leyes orgánicas; las leyes ordinarias; las normas regionales
y las ordenanzas distritales; los decretos y reglamentos; las ordenanzas; los acuerdos y
las resoluciones; y los demás actos y decisiones de los poderes públicos. En caso de
conflicto entre normas de distinta jerarquía, la Corte Constitucional, las juezas y jueces,
autoridades administrativas y servidoras y servidores públicos, lo resolverán mediante la
aplicación de la norma jerárquica superior. La jerarquía normativa considerará, en lo que
corresponda, el principio de competencia, en especial la titularidad de las competencias
exclusivas de los gobiernos autónomos descentralizados. El Art. 426 de la Constitución de
la República, establece: Todas las personas, autoridades e instituciones están sujetas a la
Constitución. Las juezas y jueces, autoridades administrativas y servidoras y servidores
públicos, aplicarán directamente las normas constitucionales y las previstas en los
instrumentos internacionales de derechos humanos siempre que sean más favorables a
las establecidas en la Constitución, aunque las partes no las invoquen expresamente. Los
derechos consagrados en la Constitución y los instrumentos internacionales de derechos
humanos serán de inmediato cumplimiento y aplicación. No podrá alegarse falta de ley o
desconocimiento de las normas para justificar la vulneración de los derechos y garantías
establecidos en la Constitución, para desechar la acción interpuesta en su defensa, ni
para negar el reconocimiento de tales derechos. El Art. 427 de la Constitución de la
República, establece: Las normas constitucionales se interpretarán por el tenor literal que
más se ajuste a la Constitución en su integralidad. En caso de duda, se interpretarán en el
sentido que más favorezca a la plena vigencia de los derechos y que mejor respete la
voluntad del constituyente, y de acuerdo con los principios generales de la interpretación
constitucional.

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