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Ingeniería y Ciencia de Materiales Metálicos 1

Capítulo 3: FASES DE LOS MATERIALES


METÁLICOS

1. INTRODUCCIÓN

Salvo en casos muy concretos, los metales puros no tienen aplicación industrial. En
su lugar, las aleaciones que forman presentan la combinación de propiedades que se re-
quiere. La palabra aleación implica una distribución macroscópicamente homogénea de
dos o más especies de las que al menos una es un metal, por lo que se esperaría que los
metales estuvieran formados por celdillas iguales constituidas por átomos de diferente
naturaleza, y, sin embargo, esto no siempre es así. Es frecuente encontrar aleaciones for-
madas por cristales distintos que forman un material homogéneo a escala macroscópica.

Por tanto, una aleación puede estar formada por cristales de átomos distintos o de
átomos idénticos. Es conveniente recordar que una aleación está formada por átomos de
dos o más elementos, de los que al menos uno de ellos es un metal.

Una fase es cada una de las partes físicamente homogéneas y diferenciables de un


sistema cuyas propiedades son esencialmente iguales. La clasificación de las fases que
pueden formar parte de una aleación es la que se recoge en el diagrama siguiente:

Aunque este capítulo se centra en el estudio de las aleaciones binarias, gran parte de
él es aplicable a las aleaciones de más de dos elementos. Dentro de las fases formadas por
cristales de átomos distintos el carácter metálico, en general, es menor según se desciende
en la clasificación.
2 Capítulo 3: Fases de los materiales
metálicos

Figura 1.1 Clasificación de las fases que forman parte de los materiales metálicos

2. SOLUCIONES SÓLIDAS

Dos metales miscibles forman una solución de ellos en estado sólido. Dentro de estas
fases, se distinguen dos tipos: sustitucionales e intersticiales –según la disposición del
soluto–, y dentro de las sustitucionales se diferencian algunas que son capaces de orde-
narse de manera difusiva. Las soluciones sólidas se denominan con letras griegas, y, en el
caso de existir ordenación, se distinguen la fase ordenada y la desordenada porque una
de ellas aparece con apóstrofo –β’ es la fase ordenada que corresponde a β, desordenada–
.

2.1. Soluciones sólidas de sustitución desordenadas

Cuando los átomos de un elemento B se introducen en la red cristalina de un ele-


mento A sin cambiar bruscamente su red cristalina ni sus propiedades, se habla de una
solución sólida de sustitución de B en A extrema, primaria o terminal. En cambio, si la
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solución sólida no se establece a partir de un elemento puro, se habla de soluciones sólidas


intermedias o secundarias. Se llama extensión o rango de una solución sólida al intervalo
de contenidos en soluto que puede contener.

Además, se llaman desordenadas a las soluciones sólidas en las que los átomos de
soluto ocupan aleatoriamente las posiciones de la red del disolvente. La formación de las
soluciones sólidas de sustitución desordenadas se puede estudiar de forma cualitativa
mediante los cuatro factores de Hume-Rothery –o de afinidad de disolución–:

2.1.1 Radio atómico

La sustitución de un átomo en una red por otro induce una deformación en la red.
La solubilidad completa está restringida a átomos cuya diferencia entre los radios del sol-
vente y del soluto es inferior a 15 %. Por tanto, sólo son esperables soluciones sólidas de
gran extensión para radios atómicos muy semejantes –como el cobre y el níquel, solubles
en todas las proporciones, que dan lugar a una única solución sólida continua–.

El radio atómico no es constante para cada elemento, sino que depende del índice
de coordinación de la red. El radio disminuye al disminuir el número de coordinación,
puesto que el átomo interacciona menos con los de su entorno, y por tanto está más ex-
pandido, de acuerdo con la ecuación de Pauling, que excede el alcance de este libro. Este
radio corregido según el índice de coordinación del elemento en la red se conoce como
radio atómico de Goldschmidt.

2.1.2 Electronegatividad

La afinidad de disolución es opuesta a la afinidad electroquímica. Si dos elementos


están muy alejados en la serie electroquímica, tenderán a formar un compuesto químico
y no una solución sólida, independientemente del radio de los átomos. El carácter elec-
tropositivo de un elemento es mayor cuanto más a la izquierda y abajo se encuentre en el
sistema periódico –el carácter electronegativo, por tanto, es mayor al desplazarse hacia la
derecha y arriba–. Esto justifica que elementos como el selenio y teluro no formen solu-
ciones sólidas con los metales alcalinos y alcalinotérreos, pero sí seleniuros y telururos,
mientras que con elementos de transición forman soluciones sólidas, aunque de solubili-
dad restringida.
4 Capítulo 3: Fases de los materiales
metálicos

2.1.3 Factor electrónico (valencia)

Los electrones de valencia de disolvente y soluto influyen en la estabilidad de una


solución sólida. El factor de concentración electrónica –o factor electrónico– se define
como el cociente entre el número de electrones de valencia y el número de átomos de la
solución. Una solución sólida formada por un 80 %A atómico, monovalente, y un 20 %B,
trivalente, tendrá un factor electrónico:

0.8 ⋅ 1 + 0.2 ⋅ 3
F.E. = = 1.4
0.8 + 0.2

Igual que un soluto induce una distorsión en la red del disolvente, produce igual-
mente una distorsión en la concentración electrónica. Esta distorsión puede cuantificarse
ponderando el aporte de electrones de los dos metales a la red de la solución sólida. Por
ejemplo, una solución sólida formada por un metal trivalente (B) que se disuelve en otro
bivalente (A), y que aumenta su concentración electrónica un 25 % al saturarse admitirá
un contenido de soluto (x, en porcentaje atómico) de:

(100 − vA · x) + vB · x = 125 ⇒ 100 − 2x + 3x = 125 ⇒ x = 25 %át B

Para disolventes monovalentes, la concentración electrónica a temperatura am-


biente puede llegar a aumentar un 40 %, independientemente de la valencia del soluto.
Por tanto, las solubilidades máximas teóricas (x, en porcentaje atómico) de metales de
valencia v en un disolvente monovalente vendrán dadas por:

40
(100 − x) + v · x = 140 ⇒ x =
v−1

Los datos experimentales muestran que el enriquecimiento de la nube electrónica


es más fácil que su empobrecimiento: la extensión de las soluciones es mayor si el disol-
vente tiene menor valencia que el soluto.
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2.1.4 Estructura cristalina

Que dos elementos presenten la misma red cristalina es otro factor favorable para la
solubilidad. Metales con redes iguales –isomorfos– muestran solubilidades extensas en-
tre sí, mayores que las de elementos con sistemas de cristalización diferentes –hetero-
morfos–.

2.2. Soluciones sólidas de sustitución ordenadas

Algunas soluciones sólidas de sustitución pueden presentar los átomos ordenados


de forma que ocupan posiciones concretas de la celdilla. En estos casos se habla de solu-
ciones sólidas de sustitución ordenadas, superredes o superestructuras. El proceso de or-
denación tiene lugar siempre partiendo de una solución sólida de sustitución desorde-
nada, en la que los átomos de dos elementos cuyos radios atómicos difieren en torno a un
15 % se ordenan por difusión para minimizar la deformación de la red debida a las impu-
rezas sustitucionales.

La naturaleza difusiva de este proceso de ordenación hace que ocurra durante un


enfriamiento lento –o una permanencia isoterma–. Como la temperatura es, en último
término, vibración atómica, es un factor que desestabiliza las soluciones sólidas de susti-
tución ordenadas. Esto justifica que la ordenación se produzca por enfriamiento lento, y
que enfriamientos rápidos den lugar a soluciones sólidas desordenadas a temperatura
ambiente.

Sólo se forman soluciones sólidas de sustitución ordenadas para porcentajes de so-


luto que corresponden a proporciones próximas a una dada de disolvente y soluto en la
celdilla. Esto implica que, a pesar de ser soluciones sólidas –cuya composición no está
determinada–, se les asocia una fórmula estequiométrica según los átomos por celdilla de
cada elemento.

Existen muchos ejemplos de soluciones sólidas, extremas o intermedias, que sufren


reacciones de ordenación –Cu3Au, CuAu, CuAu3, Fe3Al, FeAl, CuZn, AuCd, AlNi, Ni3Fe,
Co3Al, AlTi, NiPt, etc.–. De todos ellos, el sistema Cu-Au es el más ilustrativo. El cobre y
el oro cristalizan en el sistema CCC/FCC, y sus diámetros atómicos son 0.255 y 0.288 nm,
respectivamente –difieren en 12.9 %–. Estas aleaciones presentan tres soluciones sólidas
ordenadas, que corresponden a las fórmulas Cu3Au, CuAu y CuAu3, cuyas celdillas se re-
presentan en la Figura 2.1.
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Cu3Au CuAu CuAu3

Cu Au

Figura 2.1 Celdillas de las soluciones sólidas de sustitución ordenadas del sistema Cu-Au

Las estructuras de las soluciones sólidas ordenadas –y de los compuestos definidos–


similares a la CuAu se conocen como estratificadas, por estar formadas por planos alter-
nos de un solo elemento. Esto implica que la celdilla no es cúbica, sino tetragonal –par-
tiendo de una cúbica, se expande o contrae en la dirección perpendicular a los planos
estratificados–, lo que se traduce en una mayor dureza que la de la cúbica Cu3Au, por
ejemplo. En general, todas las soluciones sólidas ordenadas presentan mayor dureza y
resistencia mecánica que las correspondientes desordenadas, debido a que las dislocacio-
nes requieren una gran energía para desplazarse por una zona ordenada, puesto que su
paso la desordena y por tanto aumenta la energía del cristal.

La ordenación no sólo modifica las propiedades mecánicas, sino también las mag-
néticas o eléctricas. Las soluciones FeAl y Fe3Al son ferromagnéticas en estado ordenado
y paramagnéticas en caso contrario. La resistividad eléctrica es siempre mayor para las
soluciones desordenadas que para las ordenadas.

2.3. Soluciones sólidas de inserción

Las soluciones sólidas de inserción –o intersticiales– se forman al situarse los áto-


mos de soluto en los intersticios de la red del disolvente. Debido al pequeño tamaño de
estos intersticios, los solutos sólo pueden ser átomos de diámetro muy pequeño –H, C, B,
N, y O, principalmente–, pero que, aun así, suelen ser mayores que el tamaño del inters-
ticio, por lo que deforman la red (Figura 2.2). El número de soluciones de inserción es
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pequeño, pero las del sistema hierro-carbono son de gran importancia industrial, puesto
que constituyen los aceros y las fundiciones.

El hierro presenta cuatro alótropos –formas de cristalizar en función de la tempera-


tura–, que se estudiarán más adelante. En el sistema hierro-carbono, la inserción de áto-
mos de carbono en los intersticios mayores del hierro gamma –Feγ, con red FCC– da lugar
a la austenita, que contiene un máximo de 2.11 %C en peso a 1148 ℃.

Figura 2.2 Cara de una celdilla FCC como la que presenta la austenita sin inserción de carbono (iz-
quierda), y con los cuatro intersticios ocupados por carbono (derecha).

La inserción de carbono en los intersticios menores del hierro alfa –Feα–, del hierro
beta –Feβ–, o del hierro delta –Feδ– da lugar a la ferrita –siempre con estructura BCC.
Dado el pequeño tamaño de los intersticios del sistema BCC, la ferrita alfa sólo admite
0.0218 %C en peso a 727 ℃, y prácticamente nada a temperatura ambiente. La ferrita
delta presenta la misma red que la alfa, y puede llegar a contener 0.09 %C a 1495 ℃. El
hecho de que el carbono se inserte en los intersticios menores en lugar de en los mayores
se justificó en el del tema 1 –la deformación de la red es menor, a pesar de que el inters-
ticio es más pequeño–.

Existe otra solución sólida de inserción en el sistema hierro-carbono: la martensita,


que es metaestable –concepto que se explicará más adelante–. Se trata de una solución
sólida sobresaturada de carbono en la ferrita, cuya celdilla se representa en la Figura 2.3.
Debido a esta sobresaturación, la celdilla pasa de ser cúbica a ser tetragonal. El carbono
puede ocupar las posiciones del centro de las cuatro aristas de la altura y el centro de las
dos caras basales de la red tetragonal, y admite hasta un 2 %C en peso. Las altas dureza y
resistencia mecánica de esta fase son debidas a la deformación de la red alcanzada –que
se debe, a su vez, a la sobresaturación de carbono–.
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Figura 2.3 Celdilla de la martensita

Como se vio al describir los defecto de los metales reales, el efecto endurecedor de
las impurezas intersticiales es mayor que el de las sustitucionales. Por ello, el aumento de
resistencia mecánica y de dureza de las soluciones sólidas de inserción es superior al de
las de sustitución, a pesar de ser mucho menor el porcentaje de soluto que admiten.

Por último, en metales reales, las soluciones sólidas no son puramente de sustitu-
ción o de inserción, sino que en un determinado disolvente se encuentran múltiples so-
lutos sustitucionales e intersticiales. Por ejemplo, en los aceros, la ferrita –solución sólida
de inserción– admite en sustitución átomos de manganeso.

3. COMPUESTOS DEFINIDOS DE VALENCIA ANORMAL

En los materiales metálicos es frecuente la aparición de fases que son similares a los
compuestos químicos iónicos y covalentes –responden a fórmulas estequiométricas, aun-
que su composición varíe ligeramente alrededor de ellas–, pero con algunas característi-
cas propias del enlace metálico. Estas fases se conocen como compuestos definidos de
valencia anormal.

Los compuestos químicos de valencia anormal son heterodésmicos, es decir, com-


parten enlaces metálicos y enlaces iónicos o covalentes. A veces, estas fases se clasifican
como compuestos intermetálicos, pero existen compuestos químicos de valencia anormal
formados por al menos un elemento no metálico –los compuestos intersticiales–. Es pre-
ferible entonces utilizar esta denominación –compuesto intermetálico– para los com-
puestos químicos de valencia normal formados por elementos metálicos.
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3.1. Compuestos electrónicos (de Hume-Rothery)

Los compuestos electrónicos –también llamados fases electrónicas o compuestos de


Hume-Rothery– son soluciones sólidas intermedias de pequeña extensión, con una com-
posición definida por la fórmula del compuesto, es decir, pueden entenderse como un
compuesto químico AxBy que admiten una ligera variación en la cantidad de soluto que
disuelven.

En este tipo de compuestos, los elementos de transición presentan valencia cero por
tener subniveles incompletos en la penúltima órbita, por lo que en lugar de ceder electro-
nes a la nube electrónica completan la órbita insaturada. Las valencias que corresponden
a los metales en los compuestos electrónicos son las siguientes:

Valencia 0 Fe, Co, Ni, Ru, Rh, Pd, Os, Ir, Pt


Valencia 1 Cu, Ag, Au
Valencia 2 Be, Mg, Zn, Cd, Hg
Valencia 3 Ga, Al, In
Valencia 4 Si, Ge, Sn, Pb
Valencia 5 P, As, Sb, Bi

Todos los compuestos electrónicos tienen en común que su factor electrónico es


igual a 21/14, 21/13 o 21/12.

Con un factor electrónico de 21/14 –que se puede expresar como 3/2– pueden en-
contrarse cuatro tipos de redes: la red del CsCl –basada en la cúbica simple–, una cúbica
simple con un átomo en el centro de cada cara (Cu3Al), una red cúbica compleja con 20
átomos por celdilla (fases β-Mn), o una red hexagonal compacta.

Con un factor electrónico de 21/13 la celdilla es cúbica compleja: el Cu5Zn8 tiene una
celdilla cúbica –basada en el sistema CCC/FCC– con 52 átomos por celdilla, y la red del
Cu31Sn8 es cúbica con 416 átomos por celdilla.

Cuando el factor es 21/12 la celdilla es del tipo hexagonal compacta.


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El sistema cobre-zinc –que da lugar a los latones– presenta muchos compuestos


electrónicos y soluciones sólidas de sustitución, según su porcentaje atómico de zinc:

• Solución sólida extrema α, con solubilidad entre 0 y 38 %Zn, que cristaliza en el


sistema CCC/FCC.

• Solución sólida intermedia β, equivalente a un compuesto electrónico con factor


electrónico 21/14, con fórmula CuZn, y solubilidad entre 36 y 55 %Zn. La fase β
tipo CC/BCC desordenada se ordena a 454 ℃ en una fase β’ ordenada, con red de
CsCl.

• Solución sólida intermedia γ, equivalente a un compuesto electrónico con factor


electrónico 21/13, con fórmula Cu5Zn8, y solubilidad entre 57 y 70 %Zn, que cris-
taliza en un sistema cúbico complejo con 52 átomos por celdilla.

• Solución sólida intermedia δ, estable sólo entre 558 y 700 ℃, con solubilidad entre
73 y 76 %Zn.
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• Solución sólida intermedia ε, equivalente a un compuesto electrónico con factor


electrónico 21/12, con fórmula CuZn3, y solubilidad entre 78 y 86 %Zn, que crista-
liza en el sistema hexagonal compacto HC/HCP.

• Solución sólida extrema η, con solubilidad entre 0 y 3 %Cu, que cristaliza en el


sistema hexagonal compacto HC/HCP.

Por analogía con el sistema cobre-zinc, los compuestos electrónicos con factor elec-
trónico 21/14 se conocen como fases β, los de 21/13 se conocen como fases γ, y los de 21/12
se conocen como fases ε.

Cuanto más compleja es la red, más dura y frágil es la fase que se forma, porque la
distancia que ha de desplazarse un átomo hasta la siguiente posición atómica equivalente
es mucho mayor.

3.2. Fases de Laves

Otras fases intermedias –que son también compuestos definidos de valencia anor-
mal– se forman siguiendo el mismo criterio de tamaño que cumplen las soluciones sólidas
de sustitución. Este tipo de compuestos, llamados fases de Laves, tienen como fórmula
general AB2 y los radios de los elementos que las forman cumplen la relación rA/rB = [1.1,
1.4].

Las fases de Laves pueden tener tres tipos de redes, todas complejas:

• Red cúbica con 24 átomos por celdilla: MgCu2, AgBe2, BiAu2…

• Red hexagonal con 12 átomos por celdilla: MgZn2, CaMg2, TaFe2, KNa2…

• Red hexagonal con 24 átomos por celdilla: MgNi2, NbZn2, ScFe2…

Las fases de Laves tienen características más cercanas a los compuestos químicos
que a las soluciones sólidas: son duras, resistentes y frágiles.
12 Capítulo 3: Fases de los materiales
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3.3. Fases de Zintl

La reacción de metales alcalinos o alcalinotérreos con algunos metales da lugar a


fases β que cristalizan en redes como las CsCl, NaTl (basada en la del diamante), o BiF3
(basada en la CCC/FCC). Los enlaces químicos tienen una elevada componente iónica.

3.4. Compuestos intersticiales (de Hägg)

Los compuestos intersticiales –o compuestos de Hägg– están formados por metales


de transición y elementos no metálicos de radio pequeño –hidrógeno, boro, carbono, oxí-
geno o nitrógeno–. Responden a fórmulas estequiométricas sencillas cuando la relación
entre el radio del elemento no metálico (X) y del metal (M) es menor que 0.59, mientras
que son complejas en caso contrario.

Del sistema CCC/FCC se derivan compuestos intersticiales de fórmula MX, con cel-
dilla tipo NaCl cuando se ocupan todos los intersticios mayores –ZrN, TiN, VN, CrN…–,
o tipo zinc-blenda (ZnS) cuando se ocupan la mitad de los menores –TiH, ZrC, TiC, TaC,
VC…–. Cuando se ocupan todos los intersticios menores se obtienen compuestos del tipo
MX2, cuya red tipo es la de la fluorita (CaF2) –TiH2–. En la Figura 3.1 se representan estos
tres tipos de redes.
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(a) (b) (c)

Figura 3.1 Red tipo NaCl (a), red tipo fluorita (b) y red tipo cinc-blenda (c)

Del sistema HC/HCP se derivan compuestos con fórmula M2X –Fe2N, Cr2N, Nb2N,
Ta2N, V2N, W2C, Mo2C, Ta2C, V2C, Nb2C…– que sólo tienen ocupados la cuarta parte de
los intersticios menores.

No suelen cristalizar en el sistema CC/BCC, aunque existen algunas excepciones,


como el TaH, basado en esta red.

Otros carburos pueden cristalizar con celdillas más complejas, como la cementita
(Fe3C), cuya celdilla es ortorrómbica y de gran importancia en los aceros, o la alúmina. El
Cr23C6 tiene una red cúbica compleja basada en el sistema CCC/FCC con 116 átomos por
celdilla, el Cr7C3 es de red hexagonal, y el Cr3C2 tiene una celdilla romboédrica con 40
átomos. Estos carburos pueden disolver otros metales para formar carburos isomorfos
mixtos, como (Cr, Fe, W, Mn)23C6, o (FeW)3C.

Por último, existen carburos dobles, en los que dos átomos de carbono entran en un
único intersticio, deformando las redes cúbicas en tetragonales –CaC2, SrC2, BaC2, LaC2,
CeC2, PrC2, NdC2…–.

En general, los compuestos intersticiales formados por metales de transición pre-


sentan características metálicas, aunque son de alto punto de fusión y dureza. Sin em-
bargo, los formados por metales alcalinos y alcalinotérreos no presentan propiedades me-
tálicas, y son conductores y transparentes.
14 Capítulo 3: Fases de los materiales
metálicos

4. COMPUESTOS DEFINIDOS DE VALENCIA NORMAL

4.1. Compuestos intermetálicos y compuestos iónicos

Las fases intermetálicas están formadas por dos metales, y suelen presentar estruc-
turas cristalográficas –y fórmulas estequiométricas– sencillas. Presentan también enla-
ces heterodésmicos, y algunas propiedades metálicas, como su brillo o su conductividad
eléctrica y térmica. Por otra parte, muchos de los óxidos metálicos, por ejemplo, son com-
puestos iónicos de valencia normal. Los iones se unen mediante atracción electrostática.

Los compuestos cuya fórmula es MX siguen las redes de la blenda (α-ZnS), del clo-
ruro de sodio (NaCl), del cloruro de cesio (CsCl), de la wurtzita (β-ZnS), del arseniuro de
níquel (NiAs), o del nitruro de boro (BN).

Los compuestos con fórmula MX2 cristalizan según las redes de la fluorita (CaF2),
del rutilo (TiO2), de la cristobalita (SiO2), o del dióxido de carbono sólido (CO2).

5. TRANSFORMACIONES DE FASE EN ESTADO SÓLIDO

Las fases que aparecen en los materiales metálicos pueden transformarse en estado
sólido mediante dos tipos de transformaciones: las transformaciones difusivas –basadas
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en la difusión, explicada anteriormente–, y las transformaciones desplazativas –sin difu-


sión, y basadas en movimientos cooperativos de átomos que se desplazan distancias del
orden del parámetro de red de manera instantánea–.

5.1. Transformaciones difusivas

Las transformaciones difusivas son los procesos de transformación que sufre una
fase mediante difusión, es decir, mediante un transporte neto de masa. La mayoría de las
transformaciones de fase en estado sólido que tienen lugar en las aleaciones metálicas son
de este tipo, como son las transformaciones alotrópicas, las reacciones invariantes, la pre-
cipitación de una fase por variación de solubilidad, las reacciones de ordenación, etc.

Estas transformaciones constan de dos etapas llamadas nucleación y crecimiento.


La nucleación comienza con la formación de embriones constituidos por muy pocos áto-
mos de la nueva fase. Si el tamaño de estos embriones es suficiente, se obtiene un núcleo
estable, pero si no se alcanza este tamaño el embrión se redisuelve en la fase original.
Cuando la formación de núcleos no tiene lugar en ninguna zona preferente del volumen
de la fase original se denomina nucleación homogénea.

La velocidad de nucleación homogénea –es decir, el número de núcleos estables for-


mados por unidad de tiempo y unidad de volumen– depende de la energía de formación
de núcleos, ΔGn :

4
ΔGn = 4 · π · r 2 · ΔGs − · π · r 3 · ΔGv
3

Esta energía de formación de núcleos depende, a su vez, de la variación de energía


libre por unidad de superficie en la interfase, ΔGs , y de la variación de energía libre por
unidad de volumen en la transformación, ΔGv . El máximo de ΔGn responde a un valor
crítico del radio, dado por:

ΔGs
(ΔGn )′ = 8 · π · r · ΔGs − 4 · π · r 2 · ΔGv = 0 ⇒ 2 · ΔGs − r · ΔGv = 0 ⇒ rc = 2
ΔGv
16 Capítulo 3: Fases de los materiales
metálicos

ΔG
Es decir, si se cumple que r > 2 ΔG s , los núcleos crecerán por difusión, mientras que,
v

para radios menores, hay redisolución de esos embriones. Los núcleos con tamaño supe-
rior al crítico pasan a la etapa de crecimiento, que está limitada sólo por la difusión, es
decir, por la velocidad a la que lleguen nuevos átomos.

Si en la discusión anterior se supone que la temperatura a la que se encuentra el


sistema es aquella a la cual la fase original y la fase transformada presentan la misma
energía libre–es decir la temperatura de equilibrio de fases o temperatura termodinámica
de transformación– el segundo término de la ecuación XX sería nulo y por tanto el cambio
de fase no produciría una disminución de energía, es decir no podría existir cambio de
fase.

Por esta razón, suponiendo que la fase original sea estable por encima de la tempe-
ratura de equilibrio, es necesario producir un subenfriamiento en el sistema, es decir re-
ducir la temperatura por debajo de la de equilibrio, para que la energía de la nueva fase
sea inferior a la de la fase original y la transformación pueda tener lugar.

El subenfriamiento influye fuertemente en el proceso de nucleación puesto que el


radio crítico y la energía necesaria para formar un núcleo son inversamente proporciona-
les al subenfriamiento y al cuadrado del subenfriamiento respectivamente. Esto implica
que, cuanto mayor sea el subenfriamiento, mayor será la velocidad de nucleación, por lo
que se consiguen estructuras más finas.

El subenfriamiento en las transformaciones difusivas presenta un límite, ya que


para la etapa de crecimiento es necesaria una cierta temperatura mínima que permita que
exista un flujo difusivo que haga crecer a los núcleos. Por ello, subenfriamientos muy ele-
vados de algunos materiales metálicos pueden dar lugar a estructuras distintas de las del
equilibrio a temperatura ambiente. Estas estructuras se conocen como metaestables.

La presencia de zonas con exceso de energía en los metales reales, principalmente


bordes de grano o partículas insolubles en el interior de los granos también tiene un efecto
muy significativo sobre la etapa de nucleación. En concreto en estas zonas el radio crítico
y la energía de formación de núcleos son muy inferiores. Esto da lugar a la llamada nu-
cleación heterogénea que puede tener lugar incluso a temperatura próxima a la tempera-
tura termodinámica de transformación.
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En la mayoría de los casos la etapa de nucleación de las transformaciones difusivas


tiene lugar de forma heterogénea en los bordes de grano. Únicamente en transformacio-
nes con mucho subenfriamiento la nucleación homogénea es significativa.

La cinética de las transformaciones difusivas se representa en la Figura 5.1. En el eje


de abscisas se representa el logaritmo decimal del tiempo y en el de ordenadas el porcen-
taje de transformación. Inicialmente, no se observa transformación durante un tiempo de
retardo o de incubación –τ. Durante este tiempo –que corresponde a la etapa de nuclea-
ción–, los núcleos se forman, pero son tan pequeños que representan una fracción des-
preciable de fase transformada. Cuando se alcanza el tiempo de retardo, los núcleos al-
canzan el tamaño crítico y la transformación de fase comienza a observarse –etapa de
crecimiento–. Esta etapa puede subdividirse en tres, según la velocidad de crecimiento.
En la primera (1), la velocidad de transformación es lenta, porque los núcleos tienen un
tamaño muy pequeño y cuentan con poca superficie accesible para la llegada de nuevos
átomos que les permita crecer. Cuando el núcleo tiene mayor tamaño, es más fácil que los
átomos se adhieran a él, y la velocidad aumenta (2). La transformación avanza hasta que
no quedan átomos de la fase original –o quedan muy pocos– que puedan llegar, por lo
que la velocidad decrece de nuevo (3), hasta completarse la transformación.

Figura 5.1 Curva de cinética de transformaciones difusivas

Dado que tanto la etapa de nucleación–radio crítico y energía para formar los nú-
cleos– como la de crecimiento–flujo difusivo– dependen fuertemente de la temperatura,
para una determinada transformación de fase difusiva, existe una curva de cinética de
transformación para cada temperatura. Del mismo modo, en cada transformación difu-
siva existe una temperatura para la cual la velocidad total de transformacion es máxima.
18 Capítulo 3: Fases de los materiales
metálicos

5.2. Transformaciones desplazativas o martensíticas

Las transformaciones desplazativas o martensíticas no se producen mediante pro-


cesos difusivos, sino que se producen por un movimiento cooperativo de átomos que se
desplazan distancias del orden del parámetro de red. Se trata de una transformación si-
milar a la formación de una macla, pero en la que, además, los átomos desplazados y
reorientados, dan lugar a una fase nueva. Ocurren, en general, de forma instantánea –a
la velocidad del sonido en el material–, por lo que la composición de las fases inicial y
final tienen que coincidir.

El caso más representativo de estas transformaciones –aunque presenta singulari-


dades importantes– es el de la transformación martensítica de los aceros, que da también
nombre a este tipo de transformaciones.

El porcentaje de transformación martensítica es independiente del tiempo, y única-


mente depende de la temperatura –del subenfriamiento– al que se someta al material. Al
aplicar un subenfriamiento a un material, se observa una temperatura límite, Ms, a partir
de la cual tiene lugar la transformación, y otra, Mf, a partir de la cual hay un 100 % de
transformación. Entre ambas temperaturas de inicio y final existen temperaturas para
cada porcentaje de transformación: M10, M20, M40, etc.

En la mayoría de los casos, las transformaciones desplazativas son reversibles. Estas


transformaciones consisten en un movimiento coordinado de átomos con cambio de es-
tructura durante el enfriamiento. Al calentar, se observa que el giro y el cambio se revier-
ten, y se llega de nuevo a la situación original.

En el caso particular de los aceros, la transformación martensítica presenta dos


diferencias principales respecto al caso general. No es reversible –una vez ocurre, no se
puede revertir la transformación, y sólo se puede llegar a una situación similar a la de
inicio descomponiendo mediante transformaciones difusivas la fase que se creó mediante
transformación desplazativa–, y sí depende en cierta manera del tiempo, ya que la trans-
formación requiere unas tensiones internas que se atenúan por mantenimiento a alta
temperatura –motivo por el cual se conocen como transformaciones atérmicas, en oposi-
ción a isotérmicas–.
Ingeniería y Ciencia de Materiales Metálicos 19

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