Salgar – Atlántico 19/10/2022

De, Manuel Castillo

Para, un amigo seminarista

Cordial saludo,
En Cristo Jesús, José Y María de Paz y Bien.

“Yo el Señor, te he llamado”

He titulado esta carta así por el sentido profundo que contiene y porque en la Sangradas
Escrituras desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento lo encontramos como una promesa
que Dios hace con los que Él, llama y los aparta del mundo para que sean un Cristo aquí en la
tierra.

Querido hermanos y amigo seminarista, tú eres ya, esa imagen viva de Jesús, desde el
momento tan especial en donde escuchaste su llamado, y día a día, luchas contra todo por
parecerte más a Él, buscando ser un santo seminarista y en el futuro un santo sacerdote, sin
darte cuenta que con tu forma de ser y actuar nos muestras a Jesús entregado,
incondicionalmente, amoroso y siempre al servicio de los demás.

El Señor conoce lo que elige, y sabe los que necesitas, no te desanimes porque Dios
permanece a tu lado día y noche sin cesar. Tú has elegido estar con Él y nadie te podrá quitar
eso, lo has dejado todo por Él, y lo has encontrado a Él, que ha sido el máximo tesoro, alegría
y decisión que has tomado en tu vida hasta el punto de perderla por El, por eso te eligió, y en
El has encontrado ya una nueva vida que buscabas por otra parte. Por eso mi más grande
agradecimiento y respeto por haberle dicho un “SI” incondicional a Nuestro Señor Jesús,
estoy seguro que serás un símbolo de valentía y de entrega total a Cristo para todos esos
jóvenes que están inquietos vocacionalmente y para tu familia un regalado y una acaricia del
AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS, ANIMO, Dios cuida de tu familia. Ya que su amor
infinito y su eterna misericordia es la razón de tu vocación. Estoy seguro que estas revestido
por la por la gracia del espíritu santo y del amor de Dios.

Cristo llama y pone la mirada en quien Él quiere, de esto somos testigos, siempre elige lo que
para el mundo no puede ser lógico. Como dijo un amigo "Jesucristo no vale la pena, vale la
vida". 

Que Dios te guarde en su corazón y así en Jesús te proclame sacerdote, y que la Virgen te
envuelva en su manto y te lleve seguro cómo discípulo de Jesús.

Rezo por ti cada día.