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Somos como el girasol, antes de conocerlo estábamos apagados, nuestra mirada estaba

puesta en el suelo, pero en el momento que lo conocimos, que lo vimos salir, nuestra
mirada se fijó en El, en su luz y ahora lo seguimos a dónde va, porque si El nos volvemos a
apagar. Nuestra vitalidad no viene de nosotros mismos, viene del Rey, de su gloria
proyectada en nosotros!

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