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TAREA 6 DE DICIEMBRE 2022

PRINCIPALES CARACTERISTICAS CULTURALES,


SOCIALES Y ECONOMICAS DE LAS CULTURAS DEL
POSCLASICO

En las distintas áreas de Mesoamérica, las grandes capitales fueron


abandonadas y reemplazadas por nuevos grupos en los que se notaba un
marcado militarismo y, en muchas ocasiones, una nueva religión cuyo máximo
símbolo y caudillo era el personaje de Quetzalcóatl-Kukulkán. La transición no
se dio de igual manera ni al mismo tiempo a lo largo y ancho de Mesoamérica.

El surgimiento de una nueva ideología, identificada con los grupos toltecas o


suyuanos cambio las estructuras de poder. Vemos como las hazañas bélicas, el
militarismo y el sacrificio humano legitimaban el poder político. Lo tolteca se
convirtió en la máxima expresión de la cultura y del arte y las clases gobernantes
buscaron establecer alianzas dinásticas que los vincularan al linaje de
Quetzalcóatl.

Por otra parte, la llegada de grupos Chichimecas, identificados como grupos


cazadores y guerreros, género que algunos pueblos buscaran en los caudillos
de dichos grupos la fuente de su legitimidad, muchas veces incorporando
elementos toltecas a su cultura.

Las ciudades forjaron alianzas entre ellas, siendo el modelo de una triple alianza
el más destacado, lo cual ocurrió entre purépechas, nahuas y mayas. Estas
alianzas buscaron incorporar a sus vecinos, ya fuera por alianza o por guerra.
Los Estados poderosos sometían a los demás y mantenían un estado casi
permanente de guerra contra quienes se les oponían, justificando el ambiente
bélico por medio de la religión, que demandaba victimas sacrifícales para
alimentar a los dioses.

A grandes rasgos, la sociedad estaba organizada en una clase noble, ocupada


de los cargos administrativos, y la clase popular, conformada por agricultores y
artesanos. Sin embargo, la sociedad también se organizaba en grupos
corporativos conocidos en Náhuatl como calpulli, cuyos integrantes compartían
una historia, un ancestro, un dios patrono y una especialidad económica en
común. Estos grupos poseían comunalmente la tierra, impartían su propia
justicia y cooperaban en el pago de tributos, las obras públicas, en la guerra y en
la protección de sus miembros. También, en casos de necesidad, podían migrar
en conjunto para fundar un nuevo pueblo o incorporarse a uno ya establecido.
La clase gobernante debía negociar o someter los intereses de los calpullis para
imponer el control del Estado sobre ellos.

El surgimiento de los nuevos estados propicio el intercambio comercial entre las


distintas regiones y genero la aparición de una poderosa clase de comerciantes,
quienes estaban establecidos en las distintas ciudades. Estos comerciantes
podían servir de espías a sus gobiernos, al tiempo que abastecían de viene de
lujo a la nobleza. El comercio abarcaba grandes distancias que conectaban a
toda Mesoamérica y a sus distintos nichos ecológicos, ya fuera por tierra o por
navegación de cabotaje (Tipo de navegación que se realiza siguiendo la línea de
la costa, en embarcaciones más pequeñas a las que surcan alta mar) a través
de mares y ríos. Se organizaban grandes expediciones en las que los
comerciantes contrataban u obligaban a sus cargadores a transportar los bienes
en largos recorridos a través de cerros.

La imposición del tributo se convirtió en una de las principales fuentes de riqueza


para los Estados más poderosos, al someter, por medio de la guerra o
amenazas a los pueblos más débiles para forzarlos a entregar los recursos de
su región. La mayoría de las veces, los vencidos podían conservar a sus propios
gobernantes, pero en tanto mayor resistencia opusieran a los invasores, mayor
la influencia que aquellos impondrían, desde poner a un gobernante a modo o a
un miembro del estado conquistador al mando, hasta el caso extremo de
aniquilar a la población.

La religión conservo a muchas de sus deidades, manteniendo como los


principales a los dioses relacionados con la tierra, el agua y la agricultura; el
culto a Tláloc y el culto al cerro y a las cuevas prosiguieron. Sin embargo,
nuevas deidades de carácter étnico se incorporaron, como Huitzilopochtli,
Curicaueri o Tohil, quienes prometían a sus pueblos la victoria por sobre los
demás.

El culto religioso era dirigido por el Estado; los sacerdotes lo organizaban de


acuerdo con los calendarios, principalmente el anual de 265 dias y el ritual de
260 dias. Cada veinte días se celebraba una fiesta particular en honor a un dios
o dioses en particular. Para realizar exitosamente estas festividades, en las
grandes ciudades se establecieron escuelas como el telpochcalli (casa de
jóvenes), el Calmecac o el cuicacacalli, que preparaban a la población en los
cantos, bailes, música y rituales adecuados. Tambien los calpullis tenían sus
fiestas locales y desempeñaban un papel preponderante en las celebraciones
estatales, ya fuera por ser su dios patrono el festejado, o por la especialidad que
tuvieran.
Tula, centro arqueológico localizado en el actual estado de Hidalgo, fue capital
de los toltecas y sitio de legitimidad del poder de los mexicas y otros pueblos.

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