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Daniel Peñuela Ocampo

Andrés Felipe Triana González

La violencia policial y la inacción ciudadana.

Ha habido un comportamiento sistemático, violento, agresivo y militar por parte de los


policías durante la mayoría de protestas y manifestaciones ciudadanas y cuando nos
referimos a estos eventos no definimos ciudad, ni país, ni partidos políticos, ni siquiera nos
atrevemos a definir desde cuándo ha sido así porque de cierta manera podemos
encontrarnos que, incluso en la antigua Grecia, los soldados y guardias ya cumplían las
mismas funciones por exactamente las mismas razones políticas y económicas. El tema de
la brutalidad policial ha sido algo que siempre ha estado, pero hoy nos centraremos en
analizar en clave ética la violencia o abuso de poder por parte de los ciudadanos que hacen
parte de las fuerzas de orden público con una breve reflexión acerca de cómo la inacción
ciudadana promueve este fenómeno.

Para empezar, podemos decir que uno de los mayores problemas es que la policía
históricamente ha tenido un enfoque muy bélico, violento y con una doctrina militar donde
prácticamente les lavan el cerebro a los militares, miembros de la policía y ESMAD con el
concepto del enemigo interno. Resulta que en el pasado y debido a nuestra historia plagada
de guerrillas, donde la guerra incluso tocaba las grandes urbes, se requería una policía
preparada y capacitada para hacer frente a todo ello. Este modelo de formación ha perdido
validez con el tiempo pues el contexto del país y la guerra ha cambiado y esta formación
sigue intacta, no es una policía capacitada en DDHH o enfocada a dar una atención al
público, sino que se ha convertido en todo lo contrario, entes de control que solo piden
requerimientos y para nada son faros de liderazgo, seguridad o gestores de convivencia.

Decía Kant que todos los individuos podíamos llegar a saber qué es lo bueno y lo malo
desde el uso de la razón, pero resulta que estas normas a veces son usadas como pretexto
por parte de la policía para su actuar violento y poder decir que están obedeciendo a ley y lo
que se debe hacer bajo un marco netamente legal más no moral ni ético. No obstante, bajo
el concepto de la universalidad de la razón podría ser acertado considerar que muchos
policías son plenamente conscientes de su actuar indebido como servidores públicos sin
embargo lo ignoran ya sea por miedo al castigo o la destitución, represalias, conveniencia,
o por desensibilización.

¿Qué sería lo menos malo para nosotros los ciudadanos y lo menos malo para los policías?

Es claramente visible que la institución tiene unas fallas estructurales que necesitan ser
resueltas, primero debería sacarse la institución del Fuero Penal Militar ya que gracias a
estos tribunales militares se promueve la impunidad por parte de los miembros de la fuerza
pública que incurren en violaciones, asesinatos y abusos en general. Otro punto a tener en
cuenta es el instruir a los servidores públicos en DDHH y capacitarlos para brindar un
servicio de policía más cívico.

Podemos decir que lo ideal sería reconstruir la institución desde sus cimientos lo cual
implicaría expulsar a muchos miembros actuales, reformas estructurales de misión visión y
función de los policías en la vida cotidiana y un largo etc. Ello tomaría demasiado tiempo y
recursos, lo mejor que podemos hacer es empezar por garantizar que la policía no cometerá
más actos violentos contra la ciudadanía sacándolos del fuero y brindando una formación
más integral.

Lawrence Kohlberg (1927-1987) un famoso psicólogo estadounidense definió que los seres
humanos poseemos un juicio moral y este es un proceso mental que nos ayuda a reflexionar
sobre los propios valores morales y ordenarlos en nuestra mente de una manera jerárquica
ya que basó su concepto del desarrollo moral de Piaget. Según este autor hay tres grandes
niveles del desarrollo moral:

Nivel preconvencional: Está presente en la primera infancia hasta los 9 años, es la forma
más primitiva de juicio moral donde las acciones van encaminadas a satisfacer las propias
necesidades y deseos o escapar y evitar el castigo, dolor o insatisfacción. Es
preconvencional porque el infante no entiende comprende el significado y funciones de la
norma social.

Nivel de consciencia moral o convencional: presente en adolescentes y adultos, este nivel


las acciones van encaminadas en parte de acuerdo a sus intereses individuales, pero también
contemplan y dan importancia a las convenciones sociales e ideas de lo que es bueno o
malo, debido o indebido. El juicio moral del individuo es condicionado por las normas
sociales.

Nivel postconvencional: Las personas tienen principios morales propios los cuales surgen a
partir de la reflexión y apropiación de los valores colectivos y libertades individuales. lo
legal y lo moral está claramente separado e identificado, y gracias a su reflexión o libertad
actúan de acuerdo a la justicia y los derechos humanos.

Bajo lo anterior podemos deducir que la mayoría de los policías actúan bajo niveles del
desarrollo moral muy básicos, sin reflexión de su actuar y contemplando la ley como faro
de lo que está bien o mal (no hay separación de la legalidad y la moralidad). Muchos
agentes ni siquiera piensan o se detienen a reflexionar sobre sus acciones (banalidad del
mal).

Desde una perspectiva aristotélica el policía debería fortalecer su carácter para cumplir el
rol que realmente debería ocupar en la sociedad, pero esto es difícil ya que la misma
institución está llena de las personas menos adecuadas y no son los “héroes” que deberían
ser (hablar del rol del policía en la sociedad). Esta falta de autoconciencia y libertad para
actuar conforme a sus propias convicciones hace que muchos miembros de la fuerza
pública sucumban ante las pasiones, la corrupción, sus necesidades, o miedos incluso e
incluso creencias, lo cual es doblemente grave pues son servidores públicos que manejan el
monopolio de las armas y se supone que son los que nos deberían cuidar.

Por último, hay indiferencia e inacción por parte de la ciudadanía ya sea por miedo, poca
credibilidad de las personas hacia las instituciones, la perdida de legitimidad de las mismas
y porque la inacción o desinterés sobre el tema es pan de cada día. Recordemos que toda
inacción va en detrimento de la víctima y ayuda al victimario.

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