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INSTITUTO UNIVERSITARIO JUAN VUCETICH

(IUV)

ESTADO, SOCIEDAD Y POLITICAS PUBLICAS EN


SEGURIDAD

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CLASE 8

INTRODUCCIÓN
Estimadas y estimados estudiantes, en esta clase se intentará indagar sobre “qué es
la policía”, más allá de definiciones normativistas o de entenderla como a una simple
institución de orden social. Para ello, y tal como impone el programa de la materia,
resulta imprescindible abordar los dos principales modelos policiales, es decir, el
Modelo Policial Anglosajón y el Modelo Policial Francés.

Para finalizar, se dará una breve introducción y análisis sobre 3 modelos de


policiamiento: policiamiento de puntos calientes (HSP), policiamiento comunitario
(COP) y de policiamiento orientado a problemas (POP). Finalizando se analizará
cómo estos modelos funcionan en términos operativos y de planificación, concluyendo
la clase con la consigna de una actividad a desarrollar.

MODELO POLICIAL ANGLOSAJÓN Y MODELO POLICIAL FRANCÉS

De la lectura del material propuesto, cuyos autores son Gonzalo Jar Couselo, y Manuel
Fernández, tendremos una noción más acabada acerca del rol de la policía en la
sociedad moderna y el papel de la policía en un sistema democrático.

Además, analizaremos los dos modelos clásicos sobre los cuales se estructuraron
todas las policías del mundo: el modelo anglosajón, también denominado “policía del
pueblo” y el modelo continental, también denominado “policía de príncipe”.

Si bien parece ser difícil alcanzar de una vez y para siempre una definición unívoca
acerca de lo que significa la policía, existe un gran consenso acerca del papel que la
misma tiene en nuestra sociedad.

En efecto, todos estamos de acuerdo que el servicio de policía es una actividad que,
de una u otra manera, afecta a todos los ciudadanos en algún momento de su vida,

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ya que es la institución que tiene el Estado para asegurar la tranquilidad del conjunto
de los ciudadanos.

A su vez, no se trata de pensar que la policía solo debe garantizar la tranquilidad, en


este caso de los bonaerenses, sino de determinar los límites de la libertad de las
personas.

Lo que resulta paradójico es que pese a la importancia de la seguridad y la


responsabilidad que tiene la policía, es muy poco lo que se ha estudiado y escrito
sobre la misma. No solo se ha investigado poco sobre la misma, sino que además son
muy pocos los que se dedican a estudiar estos temas.

Cuando uno analiza la agenda de los problemas de los argentinos en general y de los
bonaerenses en particular, se da cuenta que lo más importante es la economía, y en
segundo lugar la seguridad. Y si bien la marcha de la economía siempre fue una
preocupación, no fue así con la seguridad, que ganó espacio como tema de agenda
en los últimos 20 años.

En momentos en que la economía funciona un poco mejor, la seguridad pasa a ser la


principal preocupación de todos. Estos datos han sido relevados en distintos informes
de acceso público de reconocidos organismos internacionales como el Banco
Interamericano de Desarrollo, Latinobarómetro o de universidades como San
Andrés).

Ahora bien, vale preguntarse ¿Por qué se ha abandonado el estudio de la policía y la


seguridad pese al lugar que ocupan en nuestras vidas? Según Bayley, tres serían las
razones de tal abandono:

1. La primera, no haber considerado a la Policía como actor decisivo en los


eventos históricos más trascendentales de nuestra historia, al estimar los
científicos sociales que se estaba ante actividades profesionales rutinarias de
escaso prestigio, a diferencia de la imagen heroica con que se representaba a
los militares; en ese sentido, el mismo Bayley justifica esa situación tanto en el
sistema de reclutamiento de los policías entre las clases más bajas de la

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sociedad como en el uso de la violencia en conflictos internos, lo que le confiere
un carácter más bien sórdido y poco honorable.
2. La segunda razón tiene que ver con una larga tradición de secreto o clausura
en las actuaciones policiales. Al respecto, Lapierre (1973: 18) afirma que «la
Policía está más dispuesta a recoger informaciones sobre otros grupos que a
darlas sobre ella misma»—, considerada como una imprescindible necesidad
funcional,
3. La tercera razón tiene que ver con los juicios y reacciones que la misma policía
genera ante la comunidad científica. Respecto a esta última cuestión hay que
decir que los mismos suelen ser contradictorios, al estar condicionados tanto
por sentimientos de afecto, más o menos sinceros o interesados, como por
prejuicios ideológicos o partidistas, lo que provoca enfoques ya sean
apologéticos o descalificadores, lo que, en uno y otro caso, impide la necesaria
neutralidad que debe exigirse a todo análisis que se precie de riguroso.

A la tres razones de Bayley, podríamos agregar dos más:

4. Una cuarta, y es que las ciencias sociales estuvieron muy concentradas


durante décadas en analizar y pensar el fenómeno de la democracia, la
transición democrática y el sistema de partidos en nuestro país y en
Latinoamérica. Así, trataron con menor fuerza el estudio de temas muy
delicados para nuestro país como la pobreza, el desempleo y la misma
seguridad.
5. Finalmente, la quinta razón tiene que ver con el carácter estatocéntrico de la
policía y de la mayoría de las universidades y centros de investigación en
Argentina y la región. Es decir, desde el momento que la misma policía y la
universidad responden a la misma autoridad – y fuente de financiamiento-
muchas veces existe cierta incomodidad y malestar en el análisis crítico de la
policía, tanto para políticos, funcionarios y académicos como para los mismos
policías.

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A continuación procederemos a trabajar sobre los orígenes, organización y funciones
de la institución policial.

Lo primero que tenemos para decir es que la organización y funciones de la Policía


están 100% vinculadas a las características, historia y evolución de su comunidad.
Muchas veces, los intentos de reforma policial al importar acríticamente modelos que
“triunfaron” en otras latitudes o pese a estar imbuidos de grandes y buenas ideas,
terminan fracasando por esta causa.

Es más, con los cambios de época o de gobierno, también cambian las instituciones
policiales. Tanto las reformas fallidas o incompletas, como los cambios de gobierno
suelen provocar grandes tensiones en la institución policial (la policía como objeto de
estudio de la institución policial, polis pensandose, la idea de reflexividad).

En segundo lugar, lo que podemos ver es que si bien los orígenes de la policía son
bastante recientes, sus funciones no lo son. Así, los primeros Cuerpos policiales eran
instituciones sin estabilidad temporal, escasamente profesionalizados y confundidos
frecuentemente con los típicamente militares, hasta el punto que con frecuencia era
lo mismo hablar de policía o militares. Esto recién cambia a fines del Siglo XIX y
principios del Siglo XX. Recordemos que en la clase pasada ya vimos que la policía,
tal como la conocíamos hoy, era una institución forjada a imagen y semejanza del
Estado Moderno, del Estado surgido a fines de 1800 y principios de 1900, marcado
por la aparición de la sociedad de masas y los partidos políticos como los conocemos
hoy en día.

No solo se confundían a militares con policías, sino que, nos dice Jar Couselo, “la
consecuencia inevitable era que, en última instancia, acaba imponiéndose siempre la
idea militar de eliminación física del enemigo sobre la moderna idea policial de
prevención del delito y captura del delincuente”. Además, esta confusión dejaba en un
segundo plano las labores de investigación o asistencia a la comunidad, tareas clave
de la Policía.

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Esto cambia a partir de la Revolución, cuando se pone fin al despotismo y la ley pasa
a ser la garantía de los derechos del ciudadano. En el artículo 12 de la Declaración de
Derechos del Hombre y del Ciudadano se establece que: «La garantía de los derechos
del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza pública. Esta fuerza se instituye,
por tanto, para beneficio de todos y no para la utilidad de aquellos que la tienen a su
cargo.”

Ahora bien, esta fuerza pública no tuvo las mismas características en los distintos
países de Europa: en Francia fue de una manera y en Inglaterra de otra. Mencionamos
a estos dos países porque marcaron una guía para todos los demás. Veamos en qué
consiste cada modelo.

El modelo Francés es un modelo centralizado, militarizado y alejado de la


sociedad, tiene un menor nivel de apoyos y legitimidad y hace un mayor empleo de
la fuerza física,

El modelo Inglés es más descentralizado, civil y próximo al ciudadano, y se le atribuye


un mayor nivel de apoyos y legitimidad y menor recurso a la coacción.

El modelo Francés o continental, también conocida como Policía de Estado o del


Príncipe (Gobernante), es creada por Joseph Fouché (1816), que era Ministro de
Policía de Napoleón: pensaba a la policía como el instrumento para aumentar y
asegurar la efectividad de cada medida de gobierno.

El modelo continental europeo se caracterizaba por estructuras organizativas


militarizadas, despliegue en forma de tela de araña a lo ancho de todo el territorio y
una fuerte centralización con un sistema de información a nivel nacional y distante de
la sociedad a la que tenía que controlar. Hay una lógica de control social y de
rendición de cuentas hacia el gobierno. El éxito o la medida de la eficiencia de este
modelo está en mostrar el combate de la policía al crimen o al desorden.

El modelo anglosajón establece una tajante separación entre Ejército y Policía y


vinculación al poder local. En 1829, Robert Peel funda el Cuerpo de Policía Civil
(Policía Metropolitana de Londres), que consagra el apartamiento definitivo de la

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fuerza militar en el orden interno; además, se trataba de huir del modelo francés, al
considerar que, desde la época de Fouché, la Policía en ese país venía jugando un
papel político determinante. La misión principal de esta policía era prevenir el crimen
y el desorden, y rendir cuentas

Ante los buenos resultados de la administración policial instaurada por Sir Robert Peel,
se hace extensiva a todo el país a través de la Ley de Corporaciones Municipales
(1835) y, posteriormente, con la Ley de Policía de los Condados (1839), en las que se
exige mantener una fuerza policial retribuida, con agentes sin armas (sólo una porra)
y principalmente en funciones de prevención. Este modelo muestra su éxito o
eficiencia cuando no hay crimen o desorden.

En América Latina, Argentina y sus provincias se optó por seguir el modelo francés de
policías de Estado, tanto durante los momentos de regímenes autoritarios como
democráticos.

En efecto, la policía siempre fue pensada como un organismo al servicio de los


gobiernos estatales de turno más que de las comunidades, en el marco de una
concepción de la seguridad asentada en el deber de protección del Estado y no de los
derechos y libertades ciudadanas.

Esto tuvo lugar a partir de un doble proceso institucional: durante los regímenes
autoritarios, se dio un férreo control militar de las policías para el control y
disciplinamiento represivo interno. Durante los períodos democráticos, se delegaba en
las policías el manejo exclusivo de los asuntos de la seguridad pública.

¿Qué consecuencias trajo esto? Podemos mencionar al menos tres, a saber:

1. El desgobierno político sobre los asuntos de la seguridad pública y policiales.


Esto se traduce en primer lugar en la ausencia de un marco legal y
organizacional adecuado para el diseño y formulación de políticas o programas
de seguridad pública y para la gestión, administración y mando operativo-civil
sobre la seguridad y, específicamente, sobre la institución policial. En segundo,
en la falta de una burocracia compuesta por funcionarios y agentes

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gubernamentales especializados en los asuntos de la seguridad pública y en
las cuestiones policiales; y en tercer lugar en una carencia de instancias u
órganos de consulta o asesoramiento gubernamental en la materia.

2. el autogobierno policial de la seguridad pública y del sistema policial mismo.

3. la exclusión comunitaria de los asuntos de la seguridad pública.

Este modelo continental comienza a transformarse a partir de los años 80 con el


proceso de democratización en Argentina, y luego continuó cambiando a la luz de dos
grandes fenómenos de los 90: el crecimiento del crimen y la violencia en nuestro país,
la reforma del Estado y la desconfianza en la policía por hechos de corrupción y abuso
de la fuerza. Este proceso luego se acelera en los 2000 con la moda de los modelos
comunitarios y “científicos”.

¿Qué se busca con estas transformaciones? Pasar de un modelo “continental”


o tradicional a uno denominado “Democrático” o de “policía democrática”.

¿En qué consiste este modelo de policía democrática? Sería un modelo que tenga:

1. Representatividad de la diversidad social a la que se sirve

2. Responder a las necesidades y expectativas del ciudadano, no del gobierno

3. Rendición de cuentas a la autoridad política, la Justicia, y la comunidad

4. Especialización y diferenciación de la seguridad respecto de la defensa

5. Uso de la fuerza de acuerdo a estándares internacionales. Reglas ONU

6. Sindicalización policial

7. Conformación y jerarquización del sistema de control interno de la corrupción y


el abuso policial

8. Incorporación de la mujer en lugares de dirección y planificación

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9. Incorporar a los lineamientos y contenidos curriculares de la formación y
capacitación policial y a los manuales de instrucción básica la normativa de
derechos humanos aplicables a la labor policial.

MODELOS POLICIALES

En las décadas de 1970 y 1980, las agencias policiales anglosajonas enfrentaban una
importante crisis. Fueron años de crecientes niveles de criminalidad, episodios
violentos perpetrados por fuerzas de seguridad en protestas sociales e insatisfacción
social con las instituciones a cargo de la seguridad habían puesto de manifiesto las
limitaciones de los abordajes policiales tradicionales. Las agencias policiales de la
época adherían al llamado “modelo policial estándar”, caracterizado por el patrullaje
motorizado aleatorio, respuesta rápida a emergencias, arrestos e investigaciones
policiales reactivas. Tras varias décadas de vigencia, una serie de investigaciones
exhibió la incapacidad de este modelo para reducir los crecientes niveles de
criminalidad y violencia, poniendo de manifiesto la necesidad de un cambio. Fue así
que diferentes agencias policiales comenzaron a explorar formas alternativas de
policiamiento que modificaron sustancialmente los modos de abordar la seguridad.

Las innovaciones comenzaron en países del norte, pero pocos años después se
extendieron a varias partes del mundo, incluyendo países latinoamericanos. Estos
nuevos modos de policiamiento fueron acompañados de un creciente interés
académico por conocer el impacto de estas intervenciones. Disciplinas como la
sociología, la economía, la antropología y, por supuesto, la criminología, orientaron
significativos esfuerzos por acompañar estas transformaciones con producción de
conocimiento.

A continuación, conoceremos tres de los abordajes policiales surgidos en este


contexto de cambios: el trabajo policial en puntos calientes, la policía comunitaria y la
policía orientada a problemas.

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PATRULLAJE EN PUNTOS CALIENTES

Uno de los hallazgos criminológicos más importantes de las últimas décadas es la


identificación de patrones de concentración del delito. En términos generales, existen
cuatro dimensiones a través de las cuales el delito se concentra:

1. Concentración espacial en lugares. Estos lugares reciben el nombre de “puntos


calientes del delito”, y son áreas (en especial en entornos urbanos) en las que el
delito ocurre con mucha mayor frecuencia que en otras.

2. Concentración temporal. El delito también ocurre con mayor frecuencia en


algunos momentos que en otros. Estas concentraciones pueden expresarse en
horas (de 17:00 a 21:00), días (solo los domingos), estaciones (más delitos en
verano que en el resto de estaciones), o incluso en años (años en los que ocurren
eventos importantes, como las elecciones, por ejemplo).

3. Concentración sobre víctimas. También llamada “victimización repetida”, es la


concentración de delitos sobre la misma víctima u objetivo en un período de tiempo
determinado. Por ejemplo, los cadetes y repartidores suelen ser víctimas repetidas
de delitos, y lo mismo ocurre con algunas casas o tiendas que tienen mala
vigilancia.

4. Concentración en infractores. Individuos que cometen múltiples delitos.


Algunos infractores se especializan en un tipo de delito, mientras que otros
cometen varios tipos distintos. En todos los casos, es el mismo infractor el autor
de varios crímenes.

En esta sección profundizaremos sobre el primer tipo de concentración del delito: la


concentración espacial en puntos calientes. Asimismo, analizaremos el efecto de la
intervención policial sobre estos lugares.

¿QUE ES UN PUNTO CALIENTE?

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Conceptualmente, puede decirse que un punto caliente es una unidad geográfica que
registra una cantidad de delitos mayor al promedio de los registrados en unidades
similares, y donde los individuos tienen un riesgo de victimización mayor al riesgo
promedio. Este concepto sugiere también la existencia de puntos fríos, lugares o áreas
con menor cantidad de delitos en relación al promedio de delitos que registran
unidades similares, o de puntos más calientes que otros.

La noción de punto caliente puede resultar problemática. En términos geográficos, un


punto caliente no se define de forma uniforme, y si bien suele tratarse de una unidad
geográfica de tamaño relativamente pequeño, esta puede adoptar diferentes formas.
El permanente desarrollo de herramientas informáticas de mapeo permite a los
analistas combinar mapas y fuentes de datos de diferente manera, lo que hace posible
identificar puntos de distinto tamaño y naturaleza, tales como cuadras, segmentos de
calles o esquinas, hasta grupos de cuadras o regiones calientes. La definición
operativa de los puntos, por lo tanto, depende de los objetivos que motivaron su
identificación, y varía entre agencias policiales y estudios criminológicos. Sin embargo,
la evidencia sugiere que una de las definiciones más utilizadas, y que arroja resultados
de mayor efectividad, es la de segmentos calientes. Un segmento se define como el
tramo entre un punto establecido sobre una calle, y otro punto establecido sobre la
misma u otra calle aledaña. Su extensión varía, y en general puede ir desde los 50
hasta los 200 metros.

Existe otra dimensión asociada a la noción de puntos calientes. No solo se refiere a


ellos en sentido geográfico sino también temporal. Es decir, el delito no solo se
concentra en lugares, sino también en ciertas franjas horarias. Tener en cuenta la
dimensión temporal es esencial para ejecutar con éxito una estrategia policial basada
en puntos calientes. El patrullaje disuasivo, por ejemplo, no produciría resultados
positivos si se ejecutase en horas donde normalmente no se cometen delitos. Por lo
tanto, antes de aplicar una estrategia basada en puntos calientes es necesario
ejecutar un análisis exhaustivo que tome en cuenta la dimensión temporal, para
concentrar los esfuerzos en los momentos en los que la ocurrencia delictiva aumenta.

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CRÍTICAS Y EVIDENCIA CONTRA EL DESPLAZAMIENTO DEL
DELITO

La teoría de puntos calientes fue puesta a prueba en distintos países, alcanzando


resultados exitosos en cuanto a la reducción de la criminalidad. Sin embargo, también
ha sido sujeta a críticas. Uno de los cuestionamientos más importantes argumenta
que las estrategias policiales orientadas a puntos calientes producen un
desplazamiento del delito. Es decir, si el patrullaje disuasivo se orientase en estos
puntos, los infractores encontrarán rápidamente nuevas oportunidades de cometer
delitos en las zonas aledañas, donde el patrullaje policial es menor. Como resultado,
los delitos se reducirían únicamente en las zonas donde se concentra el patrullaje y
no a nivel global, ya que se incrementaría en otras áreas. En otras palabras, los puntos
calientes se desplazarían hacia zonas aledañas.

No obstante, la evidencia disponible demuestra lo contrario. Los resultados de


rigurosos ensayos experimentales aleatorios llevados a cabo en diferentes lugares y
contextos apuntan hacia la misma dirección: las estrategias policiales orientadas por
puntos calientes no solo reducen el delito en ellos sino también en sus zonas
circundantes. Esto se explica por el efecto del fenómeno que se conoce como “difusión
de beneficios”, cuya implicancia es que el trabajo policial no solo produce un efecto
preventivo y disuasivo en el lugar específico donde se ejecuta, sino también en sus
áreas aledañas. El resultado es una disminución significativa de la criminalidad en el
punto caliente y en el área geográfica que lo rodea.

POLICÍA COMUNITARIA

La policía comunitaria surge hacia finales de la década de 1980, cuando un amplio


grupo de intervenciones agrupadas bajo este rótulo se habían consolidado como
prácticas habituales de agencias policiales de Estados Unidos y Europa. En América

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Latina, frente a crecientes niveles de violencia social y policial y en un contexto de
crisis de legitimidad de las fuerzas policiales, la policía comunitaria permeó
rápidamente como tópico común de las reformas policiales emprendidas durante los
años noventa.

El diagnóstico que movía a estas intervenciones era el siguiente: para reconstituir los
lazos entre policía y comunidad había que acercar la primera a la segunda. Fue así
como diversos programas inspirados en esta premisa permearon entre agencias
policiales, conformando el movimiento de policía comunitaria que dominó la escena
policial, al menos hasta fines de los noventa. Pero la diversidad de estas
intervenciones constituía un arma de doble filo. Si bien estos programas compartían,
con cierta vaguedad, el principio de acercar la policía a las comunidades –lo cual
revestía de coherencia al movimiento–, al mismo tiempo las características disímiles
que presentaban las intervenciones conspiraban contra su coherencia interna.
Programas de vigilancia vecinal, patrullaje policial a pie, a caballo o en bicicleta,
instalación de kioscos y subestaciones policiales, alianzas con comunidades LGTBI+,
programas de prevención de violencia intrafamiliar, campañas mediáticas para
mejorar la imagen de la policía, entre otras, engrosaban una lista extensa y
heterogénea de intervenciones. Sus diferencias eran visibles, pero sus elementos en
común no eran tan sencillos de advertir.

Sin embargo, la diversidad de estas intervenciones no es un obstáculo para definir la


policía comunitaria. Quizá la definición más aceptada es la propuesta por la Oficina
de Servicios Policiales Orientados a la Comunidad del Departamento de Justicia de
los Estados Unidos (COPS, por su sigla en inglés): “La policía comunitaria es una
filosofía que promueve estrategias organizacionales que apoyen el uso sistemático de
alianzas y técnicas de resolución de problemas, que aborden proactivamente las
condiciones inmediatas que incrementan la inseguridad pública, como el delito, el
desorden público y la sensación de inseguridad” (COPS Office, 2009).

Como señala Tudela (2010), este enfoque refleja nuevos principios de actuación, tales
como:

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● “Que la comunidad posee más información y dispone de mayores capacidades
de diagnóstico sobre los reales problemas que le aquejan. En efecto, la
comunidad conoce de primera mano los factores que están generando
inseguridad en la población, ya que es ésta quien la vivencia cotidianamente.
Ella es el mejor sensor de la realidad local y el mejor instrumento para
identificar las posibles soluciones frente a la delincuencia, principalmente
porque la actividad criminal se focaliza espacialmente;
● Que el involucramiento de la comunidad introduce y asigna importancia a la
dimensión subjetiva de la seguridad, mejorando el sentimiento colectivo
de vivir en un ambiente seguro o menos expuesto a situaciones de
violencia delictiva, asignando igualmente un papel relevante a la calidad
del servicio policial (relación servidor/cliente), más allá de su derecho a evaluar
el servicio policial y a expresar su satisfacción o insatisfacción con el
servicio policial entregado; y
● Que la comunidad puede hacer un valioso aporte a través de acciones
preventivas de carácter social (capital social y política pública, prevención
social y comunitaria), construyendo vínculos de confianza y solidaridad,
así como ayudando en la reparación a través de prestar apoyo a las víctimas.”
(Tudela, 2010: 24-25).

La idea central detrás de la policía comunitaria es que la comunidad debe jugar un


papel más activo y coordinado en mejorar la seguridad. La comunidad, así, se
entiende como un co-productor de la seguridad, que colabora activamente con la
policía. En este esquema, la responsabilidad central de la policía es abrir canales de
participación ciudadana en asuntos de seguridad a través de alianzas, foros de
participación, entrevistas con la sociedad civil, etcétera. Esta premisa no es tan
novedosa. De hecho, la colaboración con la comunidad es una idea tradicional de las
agencias policiales. Pero en la policía comunitaria esta idea alcanza un rango rector.
La policía aumenta considerablemente los canales de participación ciudadana en la
seguridad, y traduce esta idea a acciones estratégicas y tácticas que rigen la mayoría
de sus actividades. Las principales actividades de este tipo son: a) prevenir

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comunitariamente el delito (a través de programas de vecinos en alerta, por ejemplo);
b) reorientar el patrullaje para que no responda exclusivamente a emergencias; c)
aumentar las vías de rendición de cuentas a la comunidad; y d) descentralizar el
comando y la toma de decisiones.

La popularidad de la policía comunitaria la convirtió en un lugar común entre agencias


policiales. Sin embargo, su expansión no debe leerse como un reflejo de su
efectividad. De hecho, la evidencia sobre el impacto de este tipo de intervenciones no
es del todo concluyente. Primero, porque la heterogeneidad de intervenciones que se
agrupan bajo la etiqueta de “policía comunitaria” limita la posibilidad de obtener
evidencia científica uniforme y conjunta. En segundo lugar, la escala de
implementación también ha variado considerablemente. La policía comunitaria ha
funcionado en ocasiones como una unidad especializada, en otras como una
estrategia organizacional ambiciosa, e incluso ha estado asociada a un único policía
a cargo de su implementación. La variación en la escala de implementación produce
impactos diferenciales difíciles de homologar entre sí. Tercero, la policía comunitaria
tiene, o puede tener, efectos múltiples. Por ejemplo, puede impactar sobre el delito,
sobre el miedo al delito, sobre las relaciones entre policía y comunidad, en el uso de
la fuerza policial, etcétera. El efecto de la policía comunitaria sobre múltiples
dimensiones, impide reducir el debate sobre su efectividad a una respuesta “sí o no”
ante la pregunta “¿Funciona la policía comunitaria?”. En cuarto lugar, el uso de
metodologías rigurosas de evaluación ha sido marginal, por lo que los hallazgos sobre
la policía comunitaria no suelen alcanzar niveles deseables de credibilidad científica.
Finalmente, las evaluaciones existentes no dan cuenta de otras variables que han
incidido sobre la policía y la sociedad en general en los últimos años, como el uso de
tecnología, el crecimiento de la tasa de prisionización, o las variaciones en las tasas
de criminalidad.

A pesar de ello, puede señalarse que la policía comunitaria se ha asociado a mejoras


en las actitudes del público hacia la policía y de la policía al público, y mejoras en la
percepción de la inseguridad. En cuanto a sus efectos sobre la criminalidad, la

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evidencia no es concluyente, aunque algunos componentes específicos en ocasiones
asociados a la policía comunitaria, como el patrullaje en puntos calientes y la policía
orientada a problemas cuentan con evidencia sólida a su favor.

Frente a la evidencia inconsistente a su favor, y a la heterogeneidad de enfoques


(muchas veces conflictivos) que rodearon a la policía comunitaria, en los últimos veinte
años se ha intentado dotar los abordajes policiales de tipo comunitario con mayor
especificidad. El indicador más claro de estos esfuerzos es el intento de integrar la
resolución de problemas al trabajo policial preventivo. En este sentido, el modelo con
mayor impacto y aceptación en agencias policiales de buena parte del globo ha sido
la Policía Orientada a Problemas (POP).

POLICÍA ORIENTADA A PROBLEMAS

La Policía Orientada a Problemas (POP) es una de las intervenciones policiales que


cuenta con mayor volumen de evidencia empírica que respalda su efectividad para
reducir el delito. Esta evidencia proviene de diferentes partes del mundo, y ha
impulsado a diversas agencias policiales a apostar por esta iniciativa para abordar los
problemas de criminalidad.

Surgió en 1979 como una alternativa a los abordajes policiales tradicionales,


caracterizado por respuestas policiales puramente reactivas frente al delito, patrullaje
aleatorio y no estructurado, un énfasis en el esclarecimiento del delito, y la
organización del trabajo de forma casi exclusiva a partir de llamadas de emergencia
(911). Hacia los años 1970, la criminología y la experiencia de algunos departamentos
policiales había identificado serios problemas asociados a este modelo, abriendo la
puerta a ensayar nuevos modelos y estrategias policiales, entre los cuales destacaba
la POP.

En términos concretos, la POP es un modelo policial que se focaliza en la resolución


de los problemas que producen criminalidad y violencia en las comunidades, a través

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de un análisis criminal focalizado realizado por los policías, el diseño e implementación
de respuestas en conjunto con la comunidad y otros organismos públicos y privados
y el monitoreo del impacto de estas respuestas.

ELEMENTOS CLAVE DE LA POP

Un elemento fundamental en la POP es la noción de problema. En la POP, un


problema puede definirse como un grupo de incidentes que ocurren en una
comunidad, que presentan similitudes entre sí, y que preocupan tanto a la comunidad
como a la policía. Los problemas pueden adoptar distintas características, porque
tienen particularidades específicas. Así, podemos definirlos a partir de un tipo de
ofensa (robos en paradas de ómnibus), a partir de las personas involucradas
(adolescentes del liceo 45), a partir de dónde ocurre el problema (delitos en el cruce
de dos calles), a partir de cuándo ocurre el problema (hurtos a vehículos ocurridos
entre las 21:00 y las 23:00), etc.

El problema, en la POP, pasa a constituir la unidad básica del trabajo policial, en lugar
de un delito, un caso, llamadas, o incidentes aislados. En este sentido, es importante
que la policía dedique tiempo a analizar problemas de forma rutinaria y sistemática,
antes de intentar solucionarlos. Este análisis implica observar cómo se manifiesta este
problema, sea mediante la lectura de partes policiales asociados a él, realizando
entrevistas y cuestionarios en el barrio, tomando fotografías y realizando
observaciones en los lugares y horarios donde se manifiesta el problema para
identificar qué elementos lo propician, etcétera. Este análisis debe ser profundo, lo
cual no implica que sea complicado llevarlo a cabo. De esta manera, los problemas
pueden definirse de forma precisa y adecuada (en lugar de “robos a celulares”, por
ejemplo, a “robos de celulares ocurridos en el cruce de las calles X e Y, a adolescentes
estudiantes del Colegio Z, a la hora de salida del turno de la tarde realizadas por
grupos de dos o tres infractores utilizando armas blancas”).

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Como señala Tudela (2010), “lo novedoso de este modelo es que promueve una
metodología policial para actuar contra los delitos, el desorden y el miedo en una
comunidad. En este sentido, el modelo SARA (siglas en inglés de las cuatro etapas
que sigue este modelo de solución de problemas: scanning, analysis, response y
assessment), traducido al español con la sigla BASE (Búsqueda, Análisis, Solución y
Evaluación), promueve una actuación en la cual la policía identifica los problemas en
la comunidad en un trabajo conjunto con ella, analiza las dinámicas de estos
problemas de manera sistemática, diseña una respuesta adecuada al problema
definido y analizado y, de ese modo, evalúa el efecto de la respuesta al problema
identificado.

POLICÍA COMUNITARIA Y POP

Desde su introducción en 1979, la POP ha sido llevada a cabo por departamentos de


policía de diferentes países, aunque de distintas formas. Como resultado de dicha
aplicación diferencial, la POP es frecuentemente confundida con la policía comunitaria
u otros modelos policiales. Como señala un investigador (Scott, 2000), es frecuente
escuchar a policías quejarse en sesiones de capacitación: “Hemos estado haciendo
eso [POP o policía comunitaria] durante años; simplemente lo llamábamos de otra
manera” (Scott, 2000, p. 36). Aunque la POP y la policía comunitaria comparten
muchas características, no son idénticas. Mientras que la POP pone el énfasis en
problemas que la policía debe abordar, la segunda se centra principalmente en
involucrar a los ciudadanos en el trabajo policial. En la POP, la colaboración entre
ciudadanos y policía depende de las características del problema abordado, mientras
que en la policía comunitaria la colaboración se define en un sentido amplio (Scott,
2000). Ésta y otras comparaciones entre ambos modelos se resumen en la Tabla 2.

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Tabla 2

Selección de Comparaciones entre los Principios de la Policía


Orientada a Problemas y los de la Policía Comunitaria

Principio Policía Orientada a Policía Comunitaria


Problemas

Énfasis principal Problemas significativos Involucrar a la comunidad


dentro del marco de la en el trabajo policial
misión de la policía

¿Cuándo colaboran Determinado problema a Siempre o casi siempre


policía y comunidad? problema

Énfasis en el análisis de Mayor prioridad asignada a Promovido, pero menos


problemas análisis elaborados importante que la
colaboración con la
comunidad

Preferencia por el tipo de Marcada preferencia por Preferencia por las


respuestas alternativas a tácticas respuestas colaborativas
policiales tradicionales y con la comunidad
reactivas

Rol de la policía Promovido siempre y Entendido como un rol


organizando y cuando esté dentro del fundamental de la policía
movilizando a la contexto del problema
comunidad específico abordado

Importancia de la Preferible, aunque no Esencial


descentralización esencial
geográfica de la policía y
designación de policías
para trabajar con una
comunidad específica

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Grado en el que la policía Promoción de la Énfasis en compartir la
comparte la toma de participación ciudadana, toma de decisiones con la
decisiones con la aunque la última palabra comunidad
comunidad está en la órbita policial

Énfasis en las habilidades Énfasis en habilidades Énfasis en habilidades de


de los policías intelectuales y analíticas relacionamiento
interpersonal

Visión del rol o misión de Promueve un amplio, Promueve un rol expansivo


la policía aunque no ilimitado, rol de de la policía para alcanzar
la policía, subraya las metas sociales ambiciosas
capacidades limitadas de la
policía y evita crear
expectativas desmedidas
sobre el trabajo policial

Nota. Tomado de “Problem-oriented policing: Reflections on the first 20 years” de M.


Scott, 2000, Washington, DC: US Department of Justice, Office of Community
Oriented Policing Services, p. 99.

ACTIVIDAD

Suponga que es designado/a para dirigir una comisaría donde los robos, el homicidio,
la violencia de género y el microtráfico de drogas vienen en ascenso. Las respuestas
policiales tradicionales no han logrado abordar adecuadamente estos problemas, la
población está preocupada y desconfía de la policía por los altos índices de violencia

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policial registrados en los últimos años en la zona. Existe un interés estratégico de las
autoridades políticas por resolver esta situación con ideas innovadoras.

Como encargado/a de la unidad, lo/la invitan a participar de una reunión con las
autoridades de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y personal del Ministerio de
Seguridad para explorar caminos innovadores para abordar estos problemas. Sus
jefes le piden que seleccione un modelo para implementar en su unidad entre los tres
desarrollados en esta clase (trabajo policial en puntos calientes, policía orientada a
problemas, policía comunitaria) y que elabore un breve informe justificando su
elección.

1) ¿Cuál de los 3 modelos elegiría? ¿Qué rasgos del modelo le parecieron


prometedores/interesantes para abordar una situación como la que enfrenta su
unidad? En otras palabras: ¿Por qué eligió este modelo y no otro?

2) ¿Qué problemas/obstáculos/resistencias institucionales cree que puede enfrentar


el modelo durante su implementación?

A partir de la lectura de los materiales de la clase (la guía de clase + la bibliografía


complementaria), les proponemos desarrollar un breve informe de entre 300 y 400
palabras para entregarle a sus jefes.

Para la presente actividad les pedimos que suban al recurso de tarea generado un
archivo de texto de entre 300 y 400 palabras en un formato de word o .pdf. No es
necesario realizar una carátula. Especificar apellido, nombre y DNI del Estudiante al
principio del trabajo.

IMPORTANTE: Cumplir con las siguientes especificaciones de escritura: Letra Arial


12, justificado, interlineado 1,5. No es necesario realizar una carátula. Especificar
apellido, nombre y DNI del Estudiante al principio del trabajo.

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

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● JAR COUSELO, Gonzalo (1999); "El papel de la policía en la sociedad
democrática", en Revista REIS, pp. 85/99, Madrid.
● FERNANDEZ, Manuel M, (1992); “Policía, profesión y organización: Hacia un
modelo integral de la policía en España”, en Revista REIS, pp. 52/92, Madrid.
● SAIN, Marcelo (2010), El Leviatán Azul Siglo XXI Editores., Buenos Aires
● TUDELA POBLETE, Patricio (2010) “Reforma policial, COP y POP:
Perspectivas latinoamericanas de aplicación y paradigmas de gestión policial
dirigida a la comunidad”, Presentación en el “Primer Congreso Internacional de
Criminología: Una mirada hacia los fenómenos emergentes” realizado en
Santiago de Chile, los días 2 y 3 de diciembre de 2010. Santiago de Chile.
● VÁZQUEZ, Maira, (2015) “La policía, los modelos policiales y las modalidades
de policiamiento”; en Políticas públicas y seguridad ciudadana, en pp. 189-205.
Eudeba, Buenos. Aires.

LEGISLACIÓN

● LEYES 3.589, 11.922, 13.298, 13.634, 14.442.

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