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ACUERDO PERON-ARAMBURU

Ricardo Rojo, abogado; defensor, desde 1948, de perseguidos políticos y gremiales. Vivió los exilios
lógicos de aquellos que se comprometieron en la Argentina. Viajó por todo el mundo en ese carácter. En 1955,
en México, sus caminos y los del Che se bifurcan. Ricardo insiste en la política y Guevara en la lucha armada;
uno se define como político y el otro como combatiente. Fue un hombre de unidad nacional, diálogo amplio,
apegado a la ley y las instituciones. No sucumbió a la tentación de las armas, no se convirtió al marxismo ni a la
violencia foquista. Prefirió el camino largo y tortuoso hacia la democracia. Colaboró en el Pacto Perón-
Frondizi; sumándose al proyecto de este último. En l963, durante el interinato de Guido es puesto a disposición
del Poder Ejecutivo. En la dictadura de Onganía queda detenido en Caseros y opta por salir del país. En 1969 se
exila en Paris y retoma la relación iniciada con Perón en 1960. En setiembre de 1969 llega Aramburu a Paris,
quien advierte el agotamiento de la Revolución Argentina; también percibe que no se puede gobernar con la
proscripción del peronismo. Se entrevista con Ricardo Rojo y le propone que hable con Perón para que apoye la
salida de la dictadura y una tregua. Rojo le escribe a Perón y este le contesta aceptando la propuesta de su
antiguo rival. El acuerdo se frustra por el asesinato de Aramburu.
En el medio está el bombardeo de la plaza, la profanación del cadáver de Evita, los fusilados del ´56. Que
puso Perón en la mesa de negociaciones?
PERON Y LONARDI EN CHILE
Apenas llevaba unas pocas semanas como agregado militar de Argentina en Chile cuando, el 2 de abril de
1938, el mayor Eduardo Lonardi fue detenido, junto a otras personas, en un departamento del centro de
Santiago bajo una grave acusación: espionaje. Pese a tener inmunidad diplomática, declaró ante el fiscal militar
y desde su primera frase incriminó a su antecesor. “Por órdenes del señor Juan Domingo Perón realicé esta
operación.
El mayor Perón llegó a Chile en 1936, como agregado militar, y mientras destacaba como un personaje
simpático y sociable en los círculos diplomáticos y oficiales de la época, al punto de ser invitado a las
ceremonias del Presidente Arturo Alessandri Palma, recibió el encargo de una arriesgada misión de espionaje:
debía conseguir el documento militar chileno más secreto y anhelado por las Fuerzas Armadas argentinas, como
era el plan de ataque contra el vecino país en caso de una hipotética guerra.
Con ese objetivo, Perón contactó a un ex militar chileno que, a cambio de una cuantiosa suma, debía buscar a
alguien en el Ejército chileno que le consiguiera el documento para fotografiarlo y devolverlo. Así tomó
contacto con un teniente activo que simula colaborar en la operación, aunque en forma paralela informa de esos
movimientos a la jefatura del Ejército. Dejan que el plan de Perón prospere y que se negocie dinero, mientras se
preparan unos documentos falsos sobre el supuesto operativo de ataque.
Sin embargo, en enero de 1938, desde Buenos Aires mandan a llamar a Perón. Llegó entonces a Chile
Eduardo Lonardi, y en los meses que coincidieron en Santiago le explica cómo va la operación de espionaje.
Perón le asegura que, llegado el momento, sólo tendrá que abrir sus manos y recibir los documentos. Incluso,
cuando su antecesor ya ha dejado la capital chilena, Lonardi -quien poco sabía de inteligencia- se comunica con
Argentina y recibe la orden de proseguir el plan. De esta manera, el 2 de abril, en el momento que los
conspiradores caen en la trampa que les había tendido el Ejército chileno y son detenidos cuando se disponían a
fotografiar los falsos documentos en una oficina del pasaje Matte, el cerebro de esa operación, Juan Domingo
Perón, estaba a salvo en Buenos Aires.
Humillado, Lonardi fue deportado y desde entonces responsabilizó de ese episodio a Perón. Quizás con algo
de “sangre en el ojo”, en 1951 el entonces general Lonardi participó en un fallido intento de golpe contra Perón,
por lo que fue pasado a retiro, y en 1955, cuando el gobernante sí fue depuesto, Lonardi fue designado al frente
del régimen militar. Siempre adujo que Perón pidió el traslado cuando sabía que los chilenos estaban sobre la
pista.
PERON Y MUSSOLINI
Cuando viaja a Europa, en la década del ´30; al regreso vive hablando de sus reuniones con Mussolini; eso le
creó un aura especial entre los camaradas de armas; cuando en realidad estuvo solo una vez reunido con el
Conde Ciano. Era una persona muy simpática y entradora; una vez que le dieron la oportunidad, la aprovechó;
intelectualmente estaba varios escalones arriba del resto. Al notar la ascendencia que tenía entre la gente, se lo
dejó seguir; de esa forma la revolución no caía tan mal.
COMPRA DE LOS FERROCARRILES
En julio de 1946 los Estados Unidos concedieron un préstamo a Gran Bretaña de 3.750 millones de dólares
con la condición de que los ingleses pagaran sus deudas a los países americanos por suministros de guerra.
Gran Bretaña ofreció entonces al gobierno argentino venderle la red ferroviaria a cambio del saldo de libras
esterlinas acumulado en cinco años de exportaciones.
Para Gran Bretaña la explotación de ese servicio ya había cumplido un muy valioso ciclo y representaba un
interés apenas superior al dos por ciento, con la agravante de que los dividendos se iban achicando cada vez
más. El material rodante y de tracción que estaba en funcionamiento no servía a aquellas compañías ferroviarias
para restaurar su economía y la única manera de evitar la pendiente consistía en adoptar tres medidas difíciles
de aplicar: rebajar los salarios, reducir el personal y aumentar las tarifas. La venta de la red parecía entonces la
única carta posible, salvo que se encontraran nuevas formas de explotación combinadas con el Estado
argentino.
Así surgió la idea de constituir una sociedad mixta, la que se concretó el 17 de setiembre de 1946. De ese
modo, los ingleses no se desprendían de tan importante elemento de dominio comercial y obtenían la ayuda
necesaria para seguir adelante, pues el Estado argentino incorporaba al capital de la nueva empresa mixta 500
millones de pesos en 5 años, para ser aplicados a la modernización de los ferrocarriles, y aseguraba al capital
británico un rendimiento mínimo del 4 por ciento, garantizándole una ganancia líquida de 80 millones de pesos
anuales. Los empresarios ingleses habían salvado también un difícil obstáculo: el 1 de enero de 1947 caducaba
el artículo 8 de la Ley Mitre, que otorgaba a las compañías ferroviarias la exención de todo impuesto nacional,
provincial o municipal. El acuerdo anglo-argentino prorrogaba esa cláusula indefinidamente. La sociedad mixta
resultó la mejor vía para conformar a ambos países.
Sin embargo, quedaba un disconforme: Estados Unidos. “No hemos puesto condiciones a nuestro préstamo
para cumplir con una formalidad sino para que las cumplan”, le enrostra-ron al canciller del Exchequer, Hugh
Dalton, apenas pisó el Departamento de Estado, en octubre de 1946. Ocurría que el convenio anglo-argentino
establecía que las libras acreditadas en el Banco de Inglaterra solo podían atizarse en el área de la esterlina,
restringiendo el mercado argentino para las exportaciones norteamericanas. Se violaba así la condición
impuesta por los Estados Unidos a Gran Bretaña al conceder su préstamo, que obligaba a los ingleses a liberar
las libras acumuladas a favor de los países americanos, para que éstos pudieran convertirlas a voluntad en
cualquier otra moneda y para usarlas en operaciones en cuenta corriente.
El propósito norteamericano era sanear las finanzas y la economía de todo el hemisferio - según explica
Julio Irazusta - “para tener en las naciones vecinas mejores clientes que los fieles abastecedores de Inglaterra,
siempre agobiados bajo el peso de hipotecas a elevado interés y sin compensación en los créditos impagos, que
no redituaban nada”.
No era un objetivo altruista, sino una mera jugada de ajedrez en la competencia de mercados, pero que
beneficiaba indirectamente a la Argentina. Sólo había que aprovechar la circunstancia (de tener que sustituir ese
acuerdo por otro que gustara a los norteame-ricanos) para exigir a Gran Bretaña que el fondo de libras
acumuladas fuera convertido en cualquier otra moneda que permitiera a la Argentina comprar lo que necesitaba,
y en el mercado que le resultaba más favorable. Claro que esto no ocurrió porque los ingleses se preocuparon de
evitarlo, redoblando sus persuasivos esfuerzos para convencer al gobierno argentino de que la mejor manera de
saldar la deuda era comprar con ese dinero las compañías ferroviarias.
Hasta último momento, menos de un mes antes de concretarse la operación, Miguel Miranda desmintió los
rumores sobre la nacionalización: “La versión es absurda; jamás soñamos con hacer tal cosa”, declaró el 18 de
enero de 1947 a un corresponsal de la agencia noticiosa británica Reuter. Veinticinco días después, en el Salón
Blanco de la Casa de Gobierno, se formalizaba la compra de los ferrocarriles y el propio Miranda explicaba las
bondades de la operación en un exhaustivo discurso. Entre las justificaciones que había ofrecido pocos días
antes de la operación, cuando la compra ya estaba decidida, figuraba ésta: “Los ferrocarriles nos interesaban,
pero no íbamos a gritarlo a los cuatro vientos para que los ingleses subieran el precio. Había que demostrar
poco interés, porque ellos eran los que querían vender”. Miranda, que en setiembre de 1946 habla calculado esa
operación en mil millones, a fines de enero de 1947 (una semana después de desmentir los rumores de
nacionalización) duplicaba la cifra alegando “razones sentimentales y deudas de gratitud para con Inglaterra”.:
A esos dos mil millones se agregarían luego 700 millones más, por los siguientes conceptos:
1) El Estado se hizo cargo de las deudas con las Cajas de Jubilaciones, de los aguinaldos, de los aumentos
retroactivos adeudados al personal y de todos los juicios iniciados contra las empresas por la Nación,
provincias, municipalidades o entidades oficiales hasta junio de 1946.
2) Se concedió a las empresas el derecho a quedarse con todo el dinero en efectivo, valores y créditos, de que
dispusieran hasta junio de 1946 y se las eximió de pagar todos los gastos hasta esa fecha.
3) El Estado tomó a su cargo todos los gastos motivados por la compra (escrituras, contadores, etcétera) y
facilitó a las empresas, gratuitamente, el local, los muebles y útiles que debieron dejar en el país para finiquitar
la operación de venta.
Durante el período en que se delegó en manos de las empresas la administración por cuenta del Estado hubo
que pagar abultadas sumas, lo que hizo acercar el precio definitivo a tres mil millones de pesos. Tres veces más
de la cotización primitiva. La edición clandes-tina de La Vanguardia, que circulaba entre la oposición, convirtió
las cifras en dólares e hizo la siguiente comparación: “Italia pagó 325 millones de dólares como monto total de
reparaciones de guerra y nosotros hemos pagado 375 millones de dólares de más solo por razones
sentimentales”.
Tres años después, en la Cámara de Diputados, Arturo Frondizi iba a exigir que se expli-cara “por qué se
pagó a los ingleses en libras esterlinas y no en pesos moneda nacional, lo que resultó gravoso para la economía
del país”.
Sea como fuere, lo cierto es que el país tenía ahora en sus manos un instrumento de gran poder económico,
social y político. La nacionalización de los ferrocarriles fue el paso más espectacular que dio el gobierno
peronista en materia de servicios públicos. Y también el más discutido. Salvo escasas excepciones, la oposición
manifestó su repulsa por toda esa política, a pesar de que en muchas de sus plataformas electorales siempre se
proponían drásticas medidas contra los monopolios extranjeros. La explotación de los servicios públicos fue
pasando a manos del Estado hasta eliminar totalmente la ingerencia de las empresas extranjeras, con una sola
excepción: la Compañía Argentina de-Electricidad (CADE).
LA TRIPLE A
-En una reunión oficial, Perón se acercó a Bidegain, le dijo: “lo que hace falta es un somaten”.
-Que es eso?
-Cuerpo de gente armada que no pertenece al ejército; que se reúne a toque de campana para perseguir a los
criminales o defenderse del enemigo.
-Piensa que lo van a hacer?
-No tenga la menor duda; los muchachos que tomaron el palco de Ezeiza tienen unas ganas de salir a cazar.
-Es una locura.
-Hace unos dos años, el Teniente General Lanusse mantuvo este dialogo con el General Cáceres, en ese
momento jefe de policía:
“No habrá llegado la hora de formar grupos reducidos para la lucha clandestina contra el terrorismo. Ir al
terreno que ellos nos plantean?”.
“Mi general, si eso se hace, al día siguiente no controlo esa gente. No lo aconsejo”.
“Haga de cuenta que no dije nada. Délo por olvidado”.
El acta de fundación de las AA es del 1º de octubre; Perón se reúne con Raúl Lastiri; el ministro del Interior
Benito Llambí; el de Bienestar Social, Jose López Rega; el senador del PJ Humberto Martiarena; los
gobernadores y Vice Gobernadores. Alli les informa de la implantación en todo el territorio nacional de una
estructura especial encargada de defender al gobierno y al movimiento y repeler por la fuerza cualquier acción
en su contra.
Les informa que tendrán la amplia libertad para elegir los colaboradores y que el primer objetivo son los
militantes de la ultra izquierda que llegan al peronismo en función de copamiento.
En el primer punto del documento reservado se define al enemigo: El asesinato de nuestro compañero José
Ignacio Rucci y la forma alevosa de su realización marca el punto mas alto de una escalada de agresiones
contra el Movimiento Nacional Peronista que han venido cumpliendo los grupos marxistas, terroristas y
subversivos en forma sistemática y que importa una verdadera guerra desencadenada contra nuestra
organización y nuestros diri-gentes.
Mas adelante no se habla solo de defensa, sino de atacar al enemigo en todos sus frentes y con la mayor
decisión. El ejecutor es López Rega, pero las decisiones la tomaba Perón. Lo que pasa a partir de su muerte es
otra cosa, antes era así.
Las AAA no tienen la envergadura que parece. Hay un grupo operativo cuyos jefes son integrantes o ex
integrantes de la Policía Federal; hay otros grupos, como “Los Centuriones”, comandados por el comisario
Villar o el cordobés “Comando Libertadores de América”. Hay patotas sindicales, los civiles de la
Concentración Nacional Universitaria o el Comando de Organización. Es decir, las AAA es un inmenso
paraguas que cubre todos los grupos represivos que mientras operen contra la izquierda revolucionaria, no hay
problemas.
No existe una mesa reguladora. En lo que se refiere a lo que parte de López Rega, sí; el resto es anárquico;
pero los muchachos tienen bien identificado el enemigo. En las instrucciones que dio Perón el trato es de
enemigo; se repite siete veces.
REUNIONES DE PERON Y EL CHE
Fueron dos, siempre en Madrid; la primera en abril de 1964; Guevara ingresó a Puerta de Hierro vestido
de monje capuchino. Esta reunión trató el tema de administrar, por parte de Perón varios millones de dólares del
fondo de Liberación creado por el Che para apoyar los movimientos revolucionarios de América Latina. En
función de ello, Perón habilitó a Gallego Soto y Villalón para triangular embarques de maíz a la isla y tabaco
cubano a Europa.
La segunda, en octubre 1966; Guevara iba camino a Bolivia. Le cuenta a Perón su plan de insurgencia del
Alto Perú. Perón se mostró sorprendido; al principio no le creyó, o hizo que no le creía. Esto va en serio, dijo el
Che y le dio los detalles de la operación.
Le negó ayuda poniendo énfasis en el asma de Guevara y lo contraproducente del clima de la selva. Le
dijo con tono grave: “Disculpe, comandante, que sea franco con usted, pero en Bolivia no va a sobrevivir; es
contra natura, suspenda ese plan; busque otras variantes; no se suicide”.
Vino a pedirle ayuda, para algo con lo que no estaba de acuerdo; Guevara se fue con las promesas de
Perón de ayudarlo cuando la lucha se entablara en la Argentina y que no se oponía a quienes, por voluntad
propia quieran participar del foco boliviano. Al despedirse, le comenta a su secretario: “Pobre Guevara, lo van a
dejar solo”.
Poco tiempo después al ver una foto de John William Cooke vestido de guerrillero cubano comentó: “Este
hombre ha dejado de ser peronista”.
LOS MONTOS SE VAN DE LA PLAZA
El primero de mayo, en un acto multitudinario conmemorando el día del trabajo, en Plaza de Mayo, los
sectores de izquierda, fundamentalmente Montoneros y ERP reclaman a Perón la presencia de “gorilas en el
gobierno popular”. El viejo líder los enfrenta; según algunos los echa, otros aducen que abandonaron la plaza.
Se producen incidentes; quedando bien en claro que la ruptura era definitiva.
El día siete, es asesinado el sacerdote Carlos Mujica, para algunos la aparición pública de las AAA.
El gobierno confirma la continuidad de Gelbard en el Ministerio de Economía; se firma entre empresarios
y la CGT un compromiso de congelamiento de precios y salarios por un año, el cual en pocos meses demostró
su inutilidad, impulsando la inflación.
No los echaron, fueron a que los echen, que no es lo mismo.
Que pasa General, que está lleno de gorilas el gobierno popular.
Según Perón, los ingenuos ahora son imberbes. Se constituye bajo el gobierno de Perón que es intocable,
van a operar por izquierda y contra la izquierda, manejadas por un advenedizo paracaidista que no es
responsable de sus actos. Lo peor de todo es que estos van a bajar zurdos con nombre y apellido, del otro lado
la respuesta serán bombas que matan a cualquiera o asesinatos contra jueces, quien se encuentre cerca puede
recibir una bala perdida.
Lopez Rega calza como anillo al dedo; es el personaje ideal; un irresponsable total; con cuatro fanáticos
que estén convencidos que todo aquel que esboce una idea de izquierda está poseído por el demonio, hago un
zafarrancho. Del otro lado junta otros cuatro convencidos que todo el que lleve uniforme o sotana es el
responsable de sus desgracias y está la mesa servida. En el caso de López Rega, los que le dan aire tienen la
misma culpa.
En los árboles de la plaza había carteles contra Isabel y López Rega. Perón comienza a hablar de la
organización del movimiento y de sus apreciaciones años atrás, “a pesar de esos estúpidos que gritan”. La
respuesta no se hace esperar “Que pasa, general, que está lleno de gorilas el gobierno popular” y “se va acabar
la burocracia sindical”. Perón les dice que “durante veinte años las organizaciones sindicales se han mantenido
inconmovibles y hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener mas mérito que los que lucharon durante
veinte años”. Vuelven a reclamar por los gorilas en el gobierno.
La ruptura es total.
Sigue Perón diciendo “Que este día del trabajador sea para rendir homenaje a esas organizaciones y a esos
dirigentes sabios y prudentes que han mantenido sus fuerzas orgánicas y han visto caer sus dirigentes
asesinados, sin que todavía haya sonado el escarmiento”. La respuesta fue inmediata, “Rucci, traidor, saludos a
Vandor”.
Seguidamente, Perón recuerda las reivindicaciones logradas por el movimiento obrero, “ahora, después de
veinte años, hay algunos que todavía no están conformes con todo lo que hemos hecho”. La respuesta fue “Si
este no es el pueblo, el pueblo donde está; conformes, general, conformes los gorilas, el pueblo va a luchar”. En
ese momento comienzan a retirarse las columnas de Montoneros y de la Juventud Peronista. Perón sigue
hablando de la clase trabajadora y el movimiento obrero; es interrumpido “Aserrín, aserrán, es el pueblo que se
va”.
Se retiraron, no los echó.
Perón sigue hablando; termina su párrafo con un lapidario “estos infiltrados que trabajan de adentro y que
traidoramente son mas peligrosos que los que trabajan desde afuera, sin contar que la mayoría de ellos son
mercenarios al servicio del dinero extran-jero”. Responden los mismos cánticos hasta el final del discurso que
es interrumpido varias veces. Finalmente, la mitad de la plaza quedó vacía, se producen algunos distar-bios; ya
fuera de la plaza el último cántico es “Que boludos, votamos una muerta, una puta y un cornudo”.
Perón tuvo que ver la plaza semi vacía. Allí se dio cuenta que todo había cambiado; nada será igual en la
Argentina; se acabó la prenda de paz. El asesinato de Rucci, el copamiento de Azul y la plaza del 1º de mayo,
son demasiadas cosas para la salud de Perón. Su plan fracasó con él a la cabeza.
EL COPAMIENTO DE AZUL
El 19 de enero, el país se conmociona ante el copamiento del Regimiento 10 de caballería blindada de la
ciudad de Azul, la muerte de su jefe, Coronel Camilo Gay, su esposa y un soldado. También es secuestrado el
Teniente Coronel Ibarzábal quien fallece luego de un largo cautiverio y torturas.
Perón habla al país, repudiando el hecho, pidiendo la renuncia del Gobernador Bidegain; efectúa una aguda
crítica al terrorismo, por primera vez y de sus labios se escucha que hay que aniquilar la subversión.
Mucha hipocresía en el discurso de Perón. Por un lado, salta cuando tocan un cuartel, permanentemente
secuestran empresarios y no reacciona del mismo modo. Por el otro, el justicialismo es un movimiento ultra
verticalista; no sabía quienes integraban las listas para las elecciones. Es mas responsable que ninguno. Es fácil
mirar para otro lado.
Aducen que los hechos lo sobrepasaron. Estaba todo contemplado; hizo la concesión, ahora tiene los
resultados; no hace un mea culpa. El 26 de mayo son liberados 2.000 subversivos indultados por Cámpora,
salen antes que se promulgase la ley. En la cámara baja, el Diputado Sandler dice “He visto salir los presos de
las cárceles, nadie estaba dispuesto a perdonar nada; los liberados se abrazaban en un reencuentro de lucha”. Se
modifica el artículo 80 del Código Penal para que en el futuro todo asesinato de un juez, un fiscal, miembro de
las fuerzas armadas o de seguridad no sean condenados a prisión perpetua.
El juez en lo penal Jorge Quiroga es amenazado; el juez Munilla Lacassa salva milagrosamente su vida en
un atentado; eso provocó el exilio del resto. Hay mas de cien asesinados entre militares y fuerzas de seguridad.
De todo esto no se hace cargo Perón. Es fácil echarle toda la culpa a Cámpora, jugó con fuego, pero el no se
quema.
Perón se la ve venir; pero en el discurso no asume ninguna responsabilidad.

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