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Pablo Martín
Facultad De Filosofía Y Letras- UNC
Introducción:
La justicia es una de las virtudes morales que junto con la prudencia son
imprescindibles para el correcto desarrollo de la comunidad política, sin esta virtud la
comunidad caería en una interminable sucesión de actos injustos que quebraría el orden
social y no permitiría que los hombres se desarrollaran plenamente y llegaran a su
plenitud.
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A ella, en efecto, la escogemos siempre por sí misma, y jamás por
otra cosa; en tanto que el honor, el placer, la intelección y toda otra
perfección cualquiera, son cosas que, aunque es verdad que las escogemos
por sí mismas –si ninguna ventaja resultase elegiríamos, no obstante, cada
una de ellas-, lo cierto es que las deseamos en vista de la felicidad,
suponiendo que por medio de ellas seremos felices. Nadie, en cambio,
escoge la felicidad por causa de aquellas cosas, ni, en general, de otra
ninguna 2
Es evidente que una ciudad solo puede ser feliz por sí misma si está
bien gobernada, siempre que sea posible que una ciudad se administre por
sí misma sirviéndose de leyes buenas, y en ese caso la organización de su
régimen político no estará orientada hacia la guerra ni hacia la dominación
de los enemigos…3
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un hábito selectivo, consistente en un término medio para nosotros, determinada por la
razón y tal como la determinaría el hombre prudente4. El término medio, es un
concepto oscuro para nuestra sociedad posmoderna ya que generalmente se lo entiende
como un vocablo que hace alusión a la mediocridad o la opción más fácil. Sin embargo,
es lo más alejado de lo que pensó Aristóteles, ya que el término medio se refiere a la
máxima perfección que un sujeto puede alcanzar entre dos extremos viciosos, el defecto
y el exceso.
El acto justo sólo se da si existe voluntad y libertad por parte del hombre, sin
estos requisitos no puede existir acto justo.
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El hombre es justo cuando practica la justicia por deliberación, y
practica la justicia sólo cuando obra voluntariamente.7
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mantenga y no tributemos, v.gr., a Puccini iguales o mayores honores que a
Mozart, la justicia quedará salvada; si, por el contrario, damos a Puccini
un homenaje que puede ser cuantificado con un 7, y a Mozart un homenaje
cuantificado con un 9, estaremos frente a una injusticia, ya que no se ha
salvado la proporción debida entre sus méritos y homenajes.9
Por esta razón, todas las veces que los hombres disputan ente sí,
recurren al juez. Ir al juez es ir a la justicia, pues el juez ideal es, por
decirlo así, la justicia animada. Las partes buscan en el juez como un medio
entre ellas; y de aquí que en algunos lugares se llame a los jueces
mediadores, como dando a entender que cuando alcanzan el medio
alcanzan la justica. Lo justo es, pues, un medio, puesto que el juez lo es.10
La equidad siendo mejor que lo justo es justa, pero no que la justicia absoluta;
esto se debe a que la ley está prescripta con carácter universal mientras que los
problemas del hombre son particulares, por lo tanto, la equidad hace que el legislador
pueda “aplicar” correctamente en cada caso particular la ley universal,11 pero la equidad
no sólo se limita a una correcta aplicación de la ley sino que va más allá de esta, el
pero no según la ley, sino que es un enderezamiento de lo justo legal. La causa de esto
está en que toda ley es en general, pero tocante a ciertos casos no es posible
promulgar correctamente una disposición en genera. En los casos, pues, en que de
necesidad se ha de hablar en general, por más que no sea posible hacerlo
correctamente, la ley toma en consideración lo que más ordinariamente acaece, sin
desconocer por ello la posibilidad de error. Y no por ello es menos recta, porque el
error no está en la ley ni en el legislador, sino en la naturaleza del hecho concreto,
porque tal es, directamente, la materia de las cosas prácticas.
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hombre equitativo es capaz de perdonar una ofensa cuando sabe que quien la cometió
no obró con mala intención sino por error.
La amistad es algo natural al hombre sin amigos nadie escogería vivir, aunque
tuviese todos los bienes restantes13, por lo tanto, la amistad verdadera permite que las
relaciones entre los hombres se afiancen en la paz y la concordia.
La amistad por utilidad está centrada en el provecho que puede sacar una
persona de otra sin tener en cuenta el bien del amigo, en la amistad por placer se
manifiestan los afectos para obtener un bien placentero. En la primera, según
Aristóteles, se desarrolla en los viejos que necesitan de los demás y en aquellos que
buscan obtener alguna ventaja por medio de otro, en el segundo caso este tipo de
amistad se desarrolla en aquellos jóvenes que buscan calmar sus pasiones
desenfrenadas; pero en todos estos casos la amistad es falsa y permanece mientras se
mantiene el objeto de utilidad o de placer, cuando este se esfuma desaparece la
“amistad”.
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Semejantes amistades fácilmente se desatan con sólo que tales
amigos no permanezcan los mismos que eran; y así dejan de quererlos
desde que no son ya agradables o útiles. La utilidad, en efecto, no es
constante, sino que según los tiempos múdase en otra distinta. Caducando,
pues, el motivo por qué eran amigos, disuélvese también la amistad, ya que
no era amistad sino por aquel motivo.14
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justos tienen además necesidad de la amistad. La más alta forma de justicia
parece ser una forma amistosa.
Mas no sólo es la amistad algo necesario, sino algo hermoso…17
Una comunidad política que aspira al bien común debe brindar a todos sus
miembros las posibilidades para desarrollarse plenamente, pero podemos preguntarnos
¿qué es el bien común? El bien común es una ordenación de los fines particulares a un
bien general, permitiendo por este bien general que todos los miembros de la
comunidad puedan desarrollarse y alcanzar su perfección. Santo Tomás de Aquino
afirma que no es recta la razón de quien quiere un bien particular si no lo refiere al
bien común como a fin, porque incluso el apetito natural de una parte se ordena al bien
común del todo18.
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La ley debe ser sancionada para garantizar el bien común, si la ley sancionada
no tiene este fin, se transforma en un obstáculo e impedimento para alcanzar el bien de
todos, y por lo tanto, es legítimo ajustarla o eliminarla.
Aristóteles considera que cuando las leyes han sido hechas en vistas al bien
común, estas deben gobernar; esto se debe a que la ley está libre de las pasiones y
apetitos que pueden influir en la voluntad del hombre. La ley es imparcial, está libre de
apetitos y busca el bien de todos.
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tienden a desfavorecer a un persona concreta, en el segundo caso, tienen como objeto el
bien de la comunidad22, pero la injusticia no sólo perjudica a los sujetos concretos sino
que destruye la concordia de la sociedad.
Conclusión
Tanto Aristóteles como Santo Tomás consideran que la justicia es una virtud
que no nace de generación espontánea, esta se adquiere por medio del hábito y la
enseñanza de la misma, por lo tanto, la educación y las leyes deberán tener como
principal objetivo formar hombres virtuosos capaces de buscar la justicia en todas sus
relaciones.
Es por ello que las leyes de la polis deben tener como finalidad
promover entre todos los hombres la práctica de la virtud, que es aquello en
que consiste la buena vida social y la felicidad que es su resultado. Dicho
de otro modo, sin virtud de justicia no es posible la existencia de una
sociedad justa; es factible que se den actos aislados de justicia, “por
accidente”, pero nunca se alcanzará la plenitud de una sociedad en la que
las relaciones e interacciones entre los hombres sean promotoras y
resguardadoras de la perfección humana; es cierto que las leyes y las
22 Ibid. pág. 70. Para quienes, se define de dos modos, pues o bien es para la
comunidad o bien para uno de los miembros de ésta lo que hay que hacer o no
hacer. Por eso también, en lo justo y lo injusto, se puede cometer injusticia o hacer
justicia, pues o se comete contra uno determinado o contra la comunidad, porque el
que comete adulterio o hiere, comete injusticia contra uno de los ciudadanos
definidos, y el que no milita, contra la comunidad.
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instituciones justas crean el clima o ambiente social favorable para la
realización de conductas justas; pero ellas son sólo circunstancias
favorables o condiciones necesarias, pero nunca suficientes para esta fin; lo
único que origina positivamente y determina las conductas justas es la
presencia en los ciudadanos de la virtud de justicia. 23
Bibliografía
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