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1
Alejandro Llano, La vida lograda (Barcelona, 2002)
“Ser líder significa tener influencia sobre otras personas. El líder ejercerá más o
menos influencia dependiendo del grado de autoridad que haya adquirido. El líder que
saber ejercer autoridad tendrá más influencia. Por el contrario, si sólo por medio del
ejercicio del poder consigue mover al personal a su cargo a realizar una tarea, esto irá
en detrimento de la empresa.
Pensemos en una persona que haya tenido sobre nosotros autoridad, es decir,
en una persona con influencia positiva sobre nuestra vida. Pensemos en alguien con
quien estaríamos dispuestos a hacer cualquier cosa. Puede ser el cónyuge, el padre, la
madre, el abuelo, la abuela, el entrenador, un jefe, un profesor, un médico, un amigo,
una amiga, un líder político, religioso, etc.
Al enumerar una lista de cualidades de esa persona podemos explicar pro qué
hemos elegido a esa persona en concreto y no a otra. ¿Por qué ella y no otra despertó
nuestra preferencia o interés?
Cuando hayamos llegado a siete distinciones, quizás estén bajo una de estas a
la que ha llegado James Hunter2:
Honradez, ser digno de confianza. Ejemplaridad. Estar pendiente de los demás. Estar
comprometido. Ser atento, atención. Exigir responsabilidad a las personas. Tratar con
respeto a los demás. Animar. Tener actitud positiva, entusiasta. Apreciar a las
personas.”
Pp. 49-51
2
James C. Hunter, La Paradoja. Un relato sobre la verdadera esencia del Liderazgo (Barcelona, 1999),
pp45-46.
“La autoridad,…, es la capacidad que tiene una persona para apelar eficazmente
a motivos trascendentes de otras personas. La autoridad se basa en la libre aceptación
sin que medie coacción de ningún tipo sobre los subordinados. De hecho sólo la
autoridad hace que alguien sea obedecido en sentido estricto. Porque, en rigor,
obedecer significa querer lo otra persona quiere y porque esa persona lo quiere.
“Si un líder goza de gran autoridad, no necesitará ejercer el poder para que sus
mandatos sean obedecidos.
“En nuestra vida nos encontramos con personas que nos llaman la atención por
tener un algo más que a nosotros todavía nos falta. Son personas que han sabido
perfeccionarse asumiendo profundamente valores como la lealtad, honestidad,
solidaridad, tolerancia, igualdad, justicia, sinceridad, laboriosidad…Todos ellos gozan
de una personalidad de la que nos podemos fiar, pero sólo si esas personas han sabido
familiarizarse con esos valores. No basta con incorporarlos únicamente por ser valores
políticamente correctos. He de saber convertir esos valores en carne de mi carne,
encarnarlos.”
Pp. 53-54
Quien tiene poder, desde que recibe el cargo debe tratar de conquistar la
autoridad moral (deontológica). Un poder que solo se ejerce como autoridad formal
merece ser obedecido porque es autoridad, pero nunca podrá cumplimentar su meta,
nunca será fecunda. Será una autoridad obedecida a desgana, por obligación nunca
voluntariamente. La autoridad moral sólo puede ganarse por el servicio desinteresado
a los demás; de esa forma se adquiere el derecho a ser obedecido con buena voluntad
y a recibir la cooperación y la adhesión de los subordinados.
La autoridad legítima se debe ganar; no se adquiere con un título, con una placa
con el nombre o gracias a un privilegio especial.
Sin embargo, las dos autoridades son independientes entre si. El que uno tenga
la autoridad epistemológica no significa que también posea en ese campo una
autoridad deontológica. Un médico principiante puede en ocasiones diagnosticar
mejor una enfermedad que el jefe de su unidad clínica. Por lo tanto, no deja de ser un
reto para un líder gozar, no solo de autoridad epistemológica, sino también de
autoridad deontológica.
Puede suceder que yo sepa muy bien que alguien es mucho más competente
que yo en un determinado campo; pero tengo la sospecha de que a menudo me
engaña; por lo tanto, no confío en él. ¿Puede decirse entonces, pese a todo, que es
para mí una autoridad? Por lo general a un mentiroso difícilmente podremos llamarle
autoridad. En el concepto de autoridad va incluida, en consecuencia, la confianza.
3
Joseph Bochenski, ¿Qué es autoridad? (Barcelona, 1989), pp.61-65
Figuras históricas como la de Adolf Hitler han suscitado durante décadas han suscitado
durante décadas un intenso debate sobre si realmente han actuado como líderes.
Quienes defienden a personajes como el dictador nazi aluden a su capacidad de
movilizar a la gente, a su oratoria y a sus dotes visionarias.
4
Robert K. Geenlcaf, The Servant as Leader, Servant Leadership: A Journey into de Nature of Legitimate
Power and Greatness (New Jersey, 2002), pp. 23-24