Está en la página 1de 17

Título: “Si quieres tenerlo todo, esfuérzate”

Autora: Clara Pérez


2 personajes
1.- Alexander: Hombre acomplejado y que se queja de su vida.
2.- Miguel: Hombre triunfador que le da una lección.
Ambientación: Esquina de una plaza.
Introducción: Alexander está sentado en la acera de una plaza, matando el
tiempo sin hacer nada provechoso cuando Miguel pasa frente a él.
Alexander (en tono burlón): ¡Mira quién viene ahí! El riquito del barrio.
Miguel (tratando de seguir su camino): Hola Alexander. ¿Cómo estás?
Alexander (tomándolo del brazo): Pero, ya va ¿ahora hablas con la chusma?
Miguel (zafando el brazo): ¿Cuál chusma? A mí la gente de este barrio no me
parece chusma, aquí crecí y me crié, además aquí sigue viviendo mi mamá.
Alexander (irónico): Si pero como ahora eres un ingeniero y vives en un lugar de
ricos, tienes auto y una esposa bonita, los del barrio debemos parecerte inferiores.
Miguel  (mirando incómodo): Para mí todo el mundo es igual, unos que se
esforzaron más y otros menos, pero lo material no decide cuánto vales.
Alexander: Tu lo que tuviste fue suerte.
Miguel (riendo con ironía): ¿Suerte? ¿Tú piensas que la suerte te hubiese dado a
ti todo lo que dices ahora yo tengo?
Alexander (encogiéndose de hombros): Claro amigo, si yo hubiese tenido la
suerte de encontrarme un trabajo como el tuyo, que me pagaran así de bien,
también hubiese salido de este barrio.
Miguel (sin dejar de sonreír de manera irónica): ¿Y cómo lo ibas a conseguir?
Porque para tener este trabajo que tengo, yo tuve que estudiar mucho, hacerme
una carrera y trabajar desde bien jovencito para poder ayudar a mi mamá a
pagarme los estudios y para poder tener mis cosas ¿tu hiciste eso mismo?
Alexander: No, yo no pude estudiar, no tenía recursos
Miguel: Yo tampoco tenía dinero, pero tenía ganas de salir adelante, y el poco
tiempo que tenía libre lo use para trabajar y ganar dinero para poder estudiar ¿tu
recuerdas lo que hacías mientras yo trabajaba en lo que fuera para estudiar?
Alexander: Bueno yo si salía con los amigos, me iba a fiestas, tomaba…
Miguel: ¿Y los fines de semana que te ibas a la playa a gastar más de lo que
producías y le quitabas dinero a tu mamá para irte de fiesta? ¿Sabes qué hacía
yo ? Me desvelaba estudiando para mis exámenes. Así que no creas que la suerte
te va a dar las cosas que otros se esforzaron por tener. La gente trabaja por lo que
quiere, lucha por lo que espera sea su vida.
Alexander: O sea ¿no tuviste suerte?
Miguel (algo molesto): No, no tuve suerte, tuve empeño, y tú todavía estás a
tiempo, deja de querer lo que otros tienen con su esfuerzo y esfuérzate por lo que
tú quieres, párate de esa acera y sal a trabajar, trabaja día y noche, ahorra y
ponte una meta. La suerte la haces tú mismo y para tener lo que tienen otros,
tienes que esforzarte lo que se esfuerzan ellos. Tú no eres chusma, eres un
conformista.
Miguel comienza a caminar dejando a Alexander sin saber que responder.
Alexander (viendo a miguel alejarse y hablando alto): Está bien pues, yo no
tengo nada por vago, tú tienes razón amigo.
FIN
Título: “Todo lo que haces se devuelve”
Autor: Iván
2 personajes:
Hombre
Policía
ESCENARIO
Sala de interrogatorio policial de colores blanco y azul oscuro completamente cerrada con sólo
una puerta de entrada y salida.
ACTO ÚNICO
(Dos hombres se sientan frente a frente en las sillas con una mesa marrón
de por medio)
POLICÍA: Ahora dígame, ¿Quién fue?
HOMBRE: (Indiferente)  ¿De qué cosa?
POLICÍA: ¡Vamos! No se haga el tonto conmigo, señor.
HOMBRE: (Distraído en las luces del techo)  Realmente no sé por qué me
trajo nuevamente a esta aburrida sala. ¡Mírela! Es monótona.
POLICÍA: ¿Usted cree que tengo todo el tiempo del mundo?
HOMBRE: Pues supongo que sí. Por algo está aquí preguntándome sobre
este caso. (Mira fijamente a los ojos del POLICÍA)  ¿Será que le influye
demasiado, señor?
POLICÍA: ¿Qué sabe usted?
HOMBRE: Lo mismo que usted. Que el dueño de la FUCEM fue asesinado
en un oscuro bosque a las afueras de la ciudad.
POLICÍA: ¡Busco pistas, señor! ¡Pistas! ¿Puede ser un poco más específico
de en qué lugar ocurrió tal hecho?
HOMBRE: (Con su dedo índice apunta hacia su pecho)  ¿Yo? ¿Yo tengo que
decirle en dónde queda el lugar? (Recalca con ironía)
POLICÍA: (Preocupado con su mirada hacia la esquina superior de la sala
en donde se encuentra una cámara de seguridad finge responder con
afirmación)  ¡Sí! ¡Usted!
HOMRBE: (Con su rostro sonriente)  No se preocupe de quién lo está
viendo, definitivamente puede decir lo que se le plazca en éste lugar.
POLICÍA: ¿Tan lejos ha llegado la Organización? ¿Tan así?
HOMBRE: (Pone sus dos manos sobre la mesa)  ¿Así cómo?
POLICÍA: De tener casi el control total de la Fundación.
HOMBRE: Es exactamente lo mismo que me he preguntado todos estos
años.
POLICÍA: (Apenado)  Es algo que había esperado hacer por años, ¿Me
entiendes? Nunca pude tener la fuerza suficiente para hacerla feliz.
HOMBRE: ¿No le parece que hemos tenido esta conversación un millón de
veces?
POLICÍA: Sí. Sólo que esperaba a que fueras sincero esta vez.
HOMBRE: ¿Quiere saber si fui yo? (Apoya su espalda nuevamente en la
silla)  No, no fui yo quien mandó a su hija lejos de aquí. Sí, tal vez éramos
enemigos, pero no alcancé a hacerlo yo mismo… y gracias a Dios que no
fue así.
POLICÍA: (Sorprendido)  ¿Y por qué ese «Gracias a Dios»?
HOMBRE: Después de todo era mi media hermana, ¿No? ¿O me cree
alguien sin corazón?
POLICÍA: Es eso lo que he estado tratando de averiguar con todas las
interrogaciones que le he hecho.
HOMBRE: ¿Sabe que vienen por mí, no es así?
POLICÍA: No soy estúpido como lo cree usted. He escuchado los ruidos de
afuera.
HOMBRE: ¡Yo fui! ¡Sí! (Grita)  ¡Yo fui! (Sentado mira hacia el techo girando
en 90° su cabeza mientras estira ambos brazos)
POLICÍA: ¿Y por qué no me lo dijo antes para disfrutarlo un poco más, o
para al menos pedirle los detalles?
HOMBRE: (Eufórico)  No fue fácil para mí. Era una presión constante. A
pesar de todas las cosas malas que hizo mi padre, creo que lo habría
perdonado más adelante. Pero las cosas suceden y no tienen vuelta atrás,
¿No lo sabe ya por experiencia?
(El POLICÍA resignado y con cara triste agacha su cabeza besando un
llavero que le recuerda a su amada y a su hija. Luego, ambos se levantan
de sus asientos, se dirigen lentamente hacia el otro y se abrazan sabiendo
del inminente secuestro del HOMBRE y de la inminente matanza del
POLICÍA por parte de la Organización Quasar)

Título de la obra: «El Principito»


Autora de la adaptación: Ana María Rozo
3 Personajes:
El principito
Aviador
Zorro
PRIMER ACTO
Fondo con cortinas azul oscuras. Hay un avión en reparación en el centro
del escenario. Aparece el aviador de aproximadamente 30 años de edad
con un uniforme de aviador viejo y gastado. Tiene mostacho y es delgado.
El principito es un niño de aproximadamente 8 años, con el cabello dorado
usando ropa de príncipe y una bufanda amarilla.

Escena 1

Aviador: (Preocupado) Aunque sé que no encajo con las personas del resto


del mundo, no era mi idea que mi avión se dañara en medio del desierto.
Suena el viento y el aviador siente el frío de la noche (sonido de noche en
el desierto)
Aviador:  (En su mano tiene el dibujo del elefante dentro de la
serpiente) Aquí solo en el desierto, sigo sin entender cómo el resto de
personas ven un sombrero. ¡Yo veo un elefante dentro de una serpiente!
(cogiéndose la cabeza y con voz de tristeza) no entiendo por qué ven un
sombrero.
Aparece el principito, detrás de el aviador.
Principito: ¿Me dibujas un cordero?
El aviador salta asustado y se voltea para ver al principito.
Principito: Me han dicho que los corderos comen árboles. Mi planeta se va
a acabar si no consigo un cordero.
Aviador:  (Dirigiéndose a su avión) Lo siento, en éste momento no tengo
tiempo para dibujar corderos.
Principito: (Haciendo movimientos de pataleta) Este planeta es igual que
los demás, personas que nunca tienen tiempo, a los adultos se les deben
explicar las cosas varias veces.
Aviador: (Se da la vuelta hacia el principito con cara de asombro) ¿A caso
conoces más planetas?
Principito: Si, conocí un rey sin poder, un ebrio que bebía para olvidar que
era un ebrio, un geógrafo que no conoce mas que su pequeño mundo, un
vanidoso que nadie mira y un avaro que roba las estrellas (baja la cabeza).
En ninguno de estos lugares me sentí bien. Solamente en la tierra he
conocido una sola cosa que vale la pena.
Aviador: (Intrigado) ¿Qué es lo único que vale la pena?
Principito: Un zorro.
Escena 2

En el mismo escenario con la cortina azul oscuro. Se encuentra un árbol


grande con una serpiente pequeña color oscuro. Al lado derecho un campo
de rosas rojas. El personaje del zorro tiene apariencia humana pero con
pelaje naranja y las orejas encima de su cabeza.

Principito: (Mirando hacia el campo de rosas) ¿No es mi rosa única y


especial? (Se pone de rodillas y agacha la cabeza)
Zorro: (Sentándose a al lado del principito) ¿Tienes una rosa para ti?
Cuéntame como es ella por favor amigo.
Principito: (Con voz de tristeza casi llorando) Ella es hermosa. Vive
conmigo en mi planeta. Ella también es vanidosa y orgullosa y quiere que
le preste atención solo a ella.   (Se levanta y señala el rosal) De qué sirve
que mi rosa sea hermosa si ella es igual a las demás. No es única cómo
pensé.
Zorro: (En la misma posición) Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial
es invisible a los ojos.
El principito lo mira y se sienta al lado de del zorro.
Principito: ¿Qué quieres decir con eso?
Zorro: Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.
Principito: (Levantándose) Ahora entiendo por qué es mi rosa tan
especial. Debo ir a estar con ella, también aprendí que las rosas no son
para siempre.
Zorro:  (Mirando hacia el campo de rosas) ¿Debemos separarnos ahora?
Eres el único amigo que he tenido y que tendré. Para mí tú serás el único
en el mundo. Para ti yo seré el único en el mundo.  ¿Recuerdas?
Principito: Cuando mires a las estrellas, por la noche, como yo vivo en
una de ellas, como yo río en una de ellas, será para ti como si rieran todas
las estrellas. ¡Tú y solo tú tendrás estrellas que saben reír!  (Camina y se
aleja)
ESCENA 3

Solo la cortina color azul.

Aviador:  (Dirigiéndose al publico) Sí, le dibuje el cordero al principito, pero


les pido un inmenso favor… si alguno de ustedes lo ve de nuevo, por favor
díganle que los corderos también comen flores.
FIN

Título: «El regalo de la abuela»


Autora: Silvina Carrasco
2 Personajes:
Luci: Es una joven de unos 21 años. Recientemente ha sido madre de una beba llamada Abby. Con
los años y la llegada de Abby, su visión de la vida ha cambiado.
Mónica: Es la madre de Luci.
ACTO ÚNICO
Personajes que intervienen en este acto: Luci y Mónica.
Escenario: El ambiente es ameno y más bien despejado; basta con un
sofá, una iluminación cálida y un oso de peluche tejido y rellenado de forma
muy artesanal (está viejo y ya un poco deforme).
Introducción: Luci recuerda a su abuela en el aniversario de su
fallecimiento.
Luci está sentada en su sofá, pensativa, con su oso en la mano.
(Entra Mónica sigilosa)
–Mónica: Hola hija, ¿cómo estás? ¿Abby duerme?
–Luci: Si, hace un rato se durmió.
–Mónica: Lo imaginé, por eso traté de no hacer ruido.
–Luci: ¿Le llevaste flores a la abuela?
–Mónica: Si, vengo de ahí. (Mira al osito que su hija tiene en la mano) ¿Tú
también estuviste pensando en ella?
–Luci: Si, ya han pasado siete años pero aún no me acostumbro a que no
esté con nosotras… y la extraño, hay tantas cosas que hoy me gustaría
compartir con ella.  (Pequeña pausa)  Estaba recordando el día en que me
regaló este oso.
–Mónica: Sí, lo recuerdo; estuvo días buscando la lana y la tela del color
perfecto y otros tantos días tejiendo y cosiendo. Quería que fuera un regalo
especial para tí.
–Luci: No lo sabía, sí recuerdo el día en que me lo dió. Era mi cumpleaños,
yo esperaba una muñeca que  hablaba y en su lugar apareció este osito
hecho a mano… Me apena reconocerlo, pero mi decepción fue grande.
–Mónica: (Risueña)  Casi tuve que obligarte a que le agradecieras el regalo
a tu abuela y cambiaras la cara.
–Luci: Es que en ese momento me sentí realmente desilusionada, pero es
increíble cómo cuándo creces, los gestos más pequeños se vuelven lo más
importante.
–Mónica: No tienes que sentirte mal, eras una niña de seis años, es lógico
que prefirieras otra cosa.
-Aún así tu abuela sentía que quería demostrarte su amor de esa manera:
haciéndote algo ella misma y no comprándote algo extravagante.

–Luci: Si me hubiera regalado la muñeca, yo habría jugado con ella un


tiempo y luego la habría tirado en un rincón o a la basura. En cambio este
oso me ha acompañado toda mi vida y es una de las cosas más valiosas
que tengo.
–Mónica: Bueno, pues; finalmente logró su objetivo: darte un regalo
especial.
–Luci: Era una abuela maravillosa. Ojalá Abby hubiera podido conocerla y
disfrutar de ella cómo lo hice yo.
–Mónica: La va a conocer a través de ti; cuando le cuentes los recuerdos
que tienes de ella: las cosas que te cocinaba, los lugares a los que te
llevaba de paseo, los juegos que jugaba contigo, los cuentos que te
contaba…
–Luci: Si, es cierto. Es que las personas que amamos mucho, nunca se van
del todo.
–Mónica: No. Se quedan en los recuerdos, en las cosas que nos enseñaron
y hasta en esos pequeños gestos, que cómo tú dices se vuelven lo más
importante.
–Luci: Sí, mi osito por ejemplo, que para mí representa todo lo bueno de
mi abuela.
–Mónica: Y que seguramente un día será de Abby.
–Luci: Si, un día se lo daré, junto con todos los demás recuerdos.
(Luci y Mónica se toman las manos con el osito presente.)
FIN
El extraño planeta de la gente con pies en la cabeza
Cuento en verso para dos personajes de Raúl Andrés Rodríguez Cota, con ilustración de Juan
Gómez.
Es un cuento que se puede representar con dos personajes, e incluso con algunos figurantes o
«extras» y que resalta el respeto a los demás a pesar de sus diferencias.

Un joven astronauta
cruzaba el espacio sideral,
y en un extraño planeta
aterrizó su nave espacial.

Pero él no imaginaba
lo que estaba a punto de encontrar,
pues en ese curioso mundo
cualquier cosa podía pasar.

Descendió de su gran nave


y miró a todas direcciones,
pues su misión era encontrar
nuevas civilizaciones.

A algunos extraterrestres
el joven quería conocer,
pero nunca se imaginó
lo raro que éstos podrían ser.

Explorando lejanas tierras,


después de mucho caminar,
por fin encontró a alguien
con el que podría platicar.

Un ser de lo más curioso,


bizarro y fantasioso,
que además de todo eso
era súper amistoso.

Esta criatura era


muy parecida a los humanos,
pero tenía algo en la cabeza
que la hacía diferenciarnos.

De los lados de su cráneo


salían dos enormes pies,
y el astronauta, al verlo, pensó:
«¡Esta criatura está al revés!».

El extraterrestre sólo veía


al humano fijamente,
porque, según le parecía,
algo en él estaba ausente.
«Te pareces mucho a mí,
aunque sin tanta belleza,
pues debes de saber
¡que no tienes pies en la cabeza!»

«Déjame ser tu guía


para que conozcas mi planeta,
haremos una visita,
sólo súbete a mi cometa».

Y abordando al artefacto,
los dos emprendieron el vuelo,
para ver el curioso mundo
desde lo alto del cielo.

Fue así que el astronauta


descubrió con gran sorpresa
que todos en esa tierra
tenían pies en la cabeza.

Sobre un gran estadio


los dos pasaron volando
y vieron que en una cancha
había gente jugando.

Abajo, varios atletas


una pelota perseguían,
pero llamaba la atención
que de cabeza todos corrían.

También vio que en una tienda


algunos compraban sombreros,
y notó que todos estos
tenían dos agujeros.

Así, al colocarlos
justo encima de sus cabezas,
por los agujeros, sin problema,
podían meter las dos piernas.
Además, se dio cuenta
que había muchas zapaterías,
que vendían calzado fino
para cabezas de varias medidas.

La gente se veía al espejo


para abrocharse las agujetas,
y al ponerse las calcetas
les llegaban a las orejas.

También iban al estilista


para cortarse el cabello,
y poder salir de ahí
viéndose más bellos.
Y con cada tijerazo
que les daba a sus melenas
el estilista cortaba las uñas
aprovechando que estaban cerca.

Después de conocer el mundo


llegó la hora de partir,
y los dos fueron al cohete
que estaba listo para salir.

El par de amigos galácticos


se despidió con un abrazo,
y el humano despegó el cohete
que salió como un balazo.

El astronauta cruzaba las estrellas


con su gran nave espacial,
feliz de haber conocido
a una raza tan especial.

Estaba más motivado


para seguir con su misión,
pues conocer otros mundos
era pura diversión.

El joven desde la ventana


decía adiós a su buen amigo,
sabiendo que, en ese sitio,
sería siempre bienvenido.
Así, él llegó a aprender
una valiosa lección:
“Sin importar nuestras diferencias
podemos tener conexión”.

No importan los tamaños,


si alguien es flaco o gordo,
si tiene piel de otros colores,
si tartamudea o es sordo.

Hay que llevarnos muy bien


aunque tengamos una diferencia,
como el joven astronauta
y la gente con pies en la cabeza.

Título: «Amor on line»


Autora: Clara Pérez
2 personajes:
Karina: Chica que se enamora a través de una página en internet de manera prudente.
Sofía: Chica imprudente.
ACTO I
Ambientación: Habitación de Karina, sentada frente a su computador.
Introducción: Dos chicas hablan en la habitación de una de ellas sobre su
experiencia en una página de internet donde se inscribieron para conocer
chicos, una de ellas es muy centrada y la otra muy relajada.
Sofía (Entrando a la habitación de Karina): ¡Hola! Ayer te mandé un
mensaje para que fueras a mi casa y no me respondiste.
Karina (concentrada en el monitor de su computador): Hola, disculpa,
cuando me escribiste estaba chateando con Francisco.
Sofía (con una sonrisa pícara en los labios): ¿Y quién es Francisco, no me
digas que ya conociste a alguien en la página?
Karina (Devolviendo la sonrisa y levantando la mirada hacia su amiga): Así
es y es un chico maravilloso, respetuoso, con muy buena conversación,
muy agradable, ¡Me encanta!
Sofía (acercándose a su amiga entusiasmada): ¿Y ya lo viste, como es, le
mandaste fotos, te  envió alguna?
Karina (riendo de buena gana): Cálmate Sofía, estas sobresaltada, hablas
como un loro, nada de fotos, solo estamos conociéndonos, no puedo
mandar información a alguien que no sé quién es.
Sofía (mirando a su amiga con cara de desaprobación): ¿Pero no dices que
te encanta? ¿Entonces? Yo conocí a un chico lindo, parece un galán de
telenovelas, ya nos intercambiamos fotos, números de teléfono y pronto
nos vamos a conocer.
Karina (asombrada): ¡Sofía estás loca! ¿Cómo le das tanta información a
alguien que no sabes si realmente es quien dice ser? No debiste hacer eso
amiga.
Sofía (molesta): Ay tu siempre con esa moral tan estricta. Relájate amiga,
son chicos y lo único que va a pasar es una historia de amor muy
emocionante
Sofía sale de la habitación de su amiga sin despedirse, y Karina se queda
pensativa pero luego vuelve a distraerse en su computador.
ACTO II
Ambientación: Patio de la casa de Sofía
Karina llega alarmada respondiendo al llamado de su amiga, Sofía se
encuentra sentada en el piso, llorando disimuladamente.

Karina (Asustada por el llanto de su amiga): ¡Sofía! ¿Qué pasa amiga?


¿Por qué lloras?
Sofía (poniéndose la mano en la boca para indicar a Karina que baje la voz
y hablando en un tono apenas audible): Ay amiga, es horrible, no sabes lo
que ha pasado. El chico que conocí por internet me dijo que quería verme,
estuvo preguntándome sobre mi casa, la ventana de mi cuarto, la entrada
al jardín, mi dirección, y yo pensé que realmente quería conocerme. Le
conté todo lo que preguntó y ayer debía venir en la tarde, nunca llegó, pero
anoche entraron por el jardín y forzaron una ventana, se llevaron cosas de
valor de mis padres y yo sospecho que él tiene que ver con eso. ¿Ahora
como se lo cuento a mi mamá y mi papá?
Karina  (boquiabierta): Odio decir esto, pero te lo dije Sofía, y ahora voy a
odiar lo que te voy a decir, pero no puedes callártelo, tienes que decírselo a
tus padres, cuéntale todo.
Sofía (negando con la cabeza): Me van a castigar, no puedo decírselo,
nunca más voy a encender esa computadora, es horrible lo que puede
pasar ahí.
Karina (acercándose a su amiga y tomando su mano): No es horrible
amiga, si se toma con precaución y responsabilidad. Yo sigo chateando con
el chico que conocí y todo va bien, no hablamos de cosas personales, cuido
mis datos y pasamos el tiempo muy bien, pueden pasar cosas buenas y
malas, todo depende de cómo manejes tú la información. Ya pasó, espero
que hayas aprendido la lección y ahora levántate del piso que debemos ir a
contarle a tus papás, asume la responsabilidad de lo que hiciste.
Sofía (Levantándose del piso): Tienes razón amiga, merezco el castigo por
imprudente, si aprendí la lección, no debo dar mi información personal a
nadie por internet, ni enviar fotos a desconocidos, vamos a hablar con mis
padres.
Karina toma del brazo a Sofía en señal de apoyo y juntas salen de escena
caminando a contar todo a los padres de Sofía.
FIN

Título: «Perdóname mamá»


Autora: Clara Pérez
3 personajes:
Carlos: hijo siempre ocupado
Mamá: Anciana, madre de Carlos, que vive sola  en una ciudad cercana.
Rosa: Esposa de Carlos.
Ambientación: dos salas, una de la casa de Carlos y la otra de la casa de su mamá.
Introducción: Carlos está sentado en el sofá de su sala, leyendo la prensa cuando suena el
teléfono.
ACTO ÚNICO
Rosa (levantándose a responder la llamada): ¡Aló! ¿Hola suegra cómo
está? Espere un segundo ya le paso a Carlos. Amor es tu mamá.
Carlos (con cara de fastidio y levantándose a responder la llamada): ¿Y
ahora que le pasará? Aló
Mamá (emocionada): Hijo amado, ¿cómo estás?
Carlos (respondiendo con tedio): Muy bien mamá ¿Cómo estás, te pasa
algo?
Mamá: No hijo, te llamé para saludarte y saber de ti, la última vez que
hablamos fue hace 20 días y pensé que te había pasado algo.
Carlos (con tono de molestia): Mamá, si algún día me pasa algo serás la
primera en enterarte, estoy bien pero muy ocupado, no he tenido tiempo
de llamarte, tengo que trabajar, ocuparme de las cosas de mi familia,
cuando tengo tiempo sabes que te llamo.
Mamá (algo triste): Lo sé hijo, no quería molestarte, te extraño, me siento
a veces muy sola y hablar contigo me hace bien.
Carlos (sin mejorar su forma de hablar): Tienes que entender que las
responsabilidades hay que cumplirlas mamá, no puedo dejar de trabajar
para hablar por teléfono, te mandé el dinero del mes, estas bien, estoy
bien, cuando tenga tiempo te llamo ¿Está bien?
Mamá (sintiéndose más triste y rechazada aun): Si hijo, está bien, disculpa
que te haya llamado, esperaré que seas tú quien me llame la próxima vez,
solo recuerda que te amo y te extraño y que a veces me mata la soledad,
te quiero mucho, dios te bendiga.
Carlos (aun en tono de fastidio): Amen mamá, yo también te quiero.
Carlos Tranca la llamada y se dirige al sofá nuevamente a seguir leyendo la
prensa, mientras Rosa lo mira desaprobatoriamente.
Carlos (extrañado): ¿A ti que te pasa?
Rosa (sentándose a su lado): Cuando mi mama estaba aún viva, yo
también muchas veces corté sus llamadas porque pensé que estaba muy
ocupada, el día que ya no estuvo más, me di cuenta cuantos momentos
hermosos perdí por mi egoísmo.
Carlos (molesto al darse cuenta que Rosa estaba haciendo un reproche):
¿De qué hablas? Yo no soy egoísta con mi madre, la mantengo, le doy lo
que necesita.
Rosa (aun reprochando): Todo menos tú atención y tú cariño ¿Carlos tú te
das cuenta las excusas que usas para no atenderla? Estas muy ocupado, tu
madre también lo estuvo toda la vida y aun así, te cuidó, prestó atención,
lavó y planchó tu ropa. Que estás trabajando, ella trabajo toda su vida y
siempre tuvo tiempo para ti. Que tienes que encargarte de tu familia, ella
se encargó de la suya siempre y a ti nunca te faltó el amor. Que la
mantienes, ella te dio una profesión, te mantuvo media vida y eso nunca la
hizo despreciarte.
Carlos soltando la prensa y levantándose del sofá, se dirige al teléfono
Mamá: Aló
Carlos (esta vez en tono más dulce): Hola mami, ya estoy desocupado,
cuéntame ¿cómo estás? He pensado que este fin de semana iremos a
visitarte ¿quieres que te lleve algo? ¿Sabes? Te amo.
Mamá (conmovida): lo único que quiero que me traigas es tu presencia,
aquí te estaré esperando hijo, yo también te amo.
Carlos (con la voz quebrada): ahí estaremos y ojala puedas perdonarme
mamá.
Carlos cierra la llamada y voltea a ver a Rosa quien sonríe feliz de ver su
cambio de actitud.
                                                              FIN

Título de la obra: «Mi Espejo»


Autora: María Gabriela Méndez
Tema: Obra de teatro pequeña, especialmente dirigida a estudiantes de Secundaria. Acerca de una
chica que se siente insegura con su cuerpo. Quiere estar más delgada y ser más hermosa, por lo
que tiene una conversación con su espejo.
Género: Comedia – Ficción
3 Personajes:
Narrador (Voz Masculina)
Sofía (Chica insegura)
Espejo (Debe ser una voz de un jovencito)
Nota: Entre paréntesis () se encuentran sugerencias de expresiones no verbales, (Acotaciones)
Ambiente
Una habitación de una chica moderna pero contiene básicamente una peinadora con una silla que
se pueda mover en el espacio, un espejo de cuerpo entero, muchas prendas de ropa y zapatos
regados por el lugar, y bastante maquillaje, secador de cabello, plancha, y otros accesorios de
mujer.
Narrador: – Sofía ha sido invitada a una fiesta de cumpleaños de una
amiga, debe arreglarse para salir y está bastante preocupada. En la fiesta
estará el chico que le ha gustado desde el primer día de Secundaria, nunca
ha logrado llamar su atención.
Sofía cree que es demasiado simple, y es por eso que no ha logrado captar
la atención del apuesto chico que tanto ha ocupado sus pensamientos.

Sofía está en problemas, el tiempo se agota, debe estar perfecta en solo


unas horas y no logra conseguir la combinación de vestuario, maquillaje y
peinado que le quiten su simplicidad y la hagan realmente atractiva para la
ocasión.

Acto Único
Sofía: (Entra en el cuarto bastante molesta consigo misma, tiene un conflicto, se
sienta con fuerza en una silla frente a su espejo) -No sé qué hacer, me molesta mi
cuerpo, mi estatura, mi cabello, mi ropa… toooooodo!!!! (pausa, mientras se mira con
inconformidad, luego se pone una chaqueta de jean y se mira al espejo, se recoge el
cabello, se lo vuelve a soltar, posa delante del espejo, trata de encontrar un ángulo
que le guste) – No voy a encontrar nada que me guste, no hay remedio: soy gorda
(Pausa: se pone la mano en la cintura una y otra vez como quien quisiera reducir
centímetros de diámetro de forma mágica e inmediata), -chiquita (Pausa: se para de
puntilla, intenta saltar, se prueba unos tacones, los observa en el espejo, se los quita y
los lanza con una leve violencia de molestia consigo misma. Luego se sienta en la silla
de nuevo y se recuesta haciendo un gesto de cansancio).
Narrador: – Sofía cree que nadie la escucha, ella está sola en la habitación, quién
pudiera estar escuchando sus fuertes críticas y su arranque de inseguridad e
inconformidad con su aspecto físico. Pero de pronto escucha una voz que pareciera
salir de la nada.
Sofía: Un fantasma!!!???? Un espíritu!!!??? Qué voz pudiera ser esta?
Espejo: – Por qué eres tan dura contigo misma, viéndolo bien, y vaya! que he visto
desfilar gente por aquí. Y no eres lo peor que he visto… (Pausa), -Perdón, quise decir
que no estás tan mal como dices.
Sofía: (Se asusta al escuchar esta voz pero tiene curiosidad de saber de dónde viene,
por lo que comienza buscar en toda la habitación) – Quién habla?, Sea quien sea debe
salir de una vez? (Toma el secador para usarlo como arma y vuelve a buscar en la
habitación) – A ver, basta de escondites, quién está donde quiera que esté? (Quiere
parecer segura, dispuesta a enfrentar a quien sea pero a la vez la delata un aspecto y
una voz de algo de pánico, no tanto, pero sí, está un poco asustada)
Espejo: – Soy yo chica, deja el show de policía asustado, soy el espejo, ¿la gente cree
que uno va a estar aquí calándose sus peores fachas, o cuando están en sus
«mejores» momentos, aquí, hablando frente a mí sin yo poder contestar ni una vez?
pues me cansé, ahora me vas a tener que oír. (Esto debe sonar con un ligero fastidio
pero con seguridad. El espejo es un personaje masculino, un poco irónico en su forma
de hablar)
(Sofía voltea a ver el espejo y pone el secador a un lado)

Sofía: – Ah eres tú, ya, está bien. (Pausa: se sienta en su silla frente al espejo y se
relaja y mira hacia el suelo un poco desarreglada en su forma de sentarse, pero de
pronto vuelve a mirar el espejo con rapidez) -Ya va, de cuando a acá los espejos
hablan, aquí hay algo muy extraño. (Dirigiéndose al espejo le dice) – Desde cuándo
hablas, y por qué no lo habías hecho hasta ahora… Yo te he hecho tantas preguntas, tú
jamás me respondes. He necesitado tantas veces tú opinión, por qué no has estado
cuando te he necesitado?
Espejo: – Demasiadas preguntas para ser la primera vez que hablamos, no te
parece?.
Sofía: – No me parece, tantas preguntas que te he hecho sin respuesta, siempre sin
respuesta, y te he perdonado porque creía que no hablabas pero hablas!!!
Espejo: – Pero no me cambies de tema, te decía que eres hasta bonita chica, deberías
ponerte cualquier cosa, creo que casi todo lo que te has puesto te queda bien. Ah
bueno, No… Jamás te pongas de nuevo esos pantalones de pepitas negras… Quémalo
por favor, me aturde solo ver que te lo estás poniendo. (Pausa) Pero… en líneas
generales creo que estás muy bien.
Sofía: – No estoy de acuerdo. Estoy gorda (y se vuelve a tomar la cintura).
Espejo: – No, no lo estás… Creo que el vestido rojo te queda muy bien.
Sofía: – Y mi cabello?.. Es un desastre, está seco y sin brillo (se intenta hacer
peinados y se lo vuelve a soltar).
Espejo: – A mí me gusta tu cabello, hasta antes de que te lo quemes con esos
aparatos que tanto te gustan.
Sofía: – Pues no, no tengo ni tamaño… No te has dado cuenta de que uso estos
tacones (toma unos tacones del suelo y los vuelve a tirar), – y estos (toma otros del
suelo y los vuelve a poner en su lugar), – y estos (toma otros que están tirados en el
suelo a sus espaldas, los ve y los vuelve a colocar en su lugar), -aunque son
incomodísimos, pero intento verme como Carla, Jessica, María Joaquina. Ellas sí que
son altas, esbeltas, y siempre saben qué ponerse.
Espejo: – Ah no, chica! tú lo que eres es tremenda envidiosa. Ya me estás cansando.
Sofía: – es que es así, tengo que dejar de comer y hacer ejercicios hasta morir. (se
acuesta en el suelo a mirar el techo, con expresión de pensamiento)
Espejo: – Sabes qué? Pues sí, si lo que quieres es escuchar tus defectos te ayudaré.
Creo que ciertamente necesitas entrar al GYM porque tu trasero es, (pausa) –
digamos, (pausa) – siiiiimple.
Sofía: (Se sienta con molestia y lo mira) – Qué? Tampoco así, a mí me gusta mi
trasero (Y se mira en el espejo con agrado)
Espejo: – Y viéndolo bien, creo que necesitas unas extensiones de cabello porque
siempre lo usas corto y eso no está de moda.
Sofía: -Ay no, a mí me luce el cabello así. (Y se peina con agrado)
Espejo: – Y… Creo que unos implantes de senos serían digamos que… necesarios,
porque tú eres como una nadadora: Nada por delante y nada por detrás.
Sofía: (se pone la mano en la cintura y se molesta) – Pues no chico, si supieras que
me han observado en las calles y me han dicho que son lindos. Ay espejito, tú como
que necesitas anteojos. Ya me estás cansando con tus críticas. Deberías enmudecerte
otra vez.
Espejo: – Y ni se te ocurra ponerte el vestido azul, ese que hace que se te vean las
piernas como una garza, porque las garzas y tú, (pausa), – perdón, creo que le ganas
a las garzas con esas piernas flacas.
Sofía: (Se mira las piernas sorprendida y comienza a mirarlas en el espejo con agrado
y empatía) – Yo amo mis piernas, y ahora que lo dices, ya encontré que me pondré
esta noche. El vestido azul… y (Pausa: lo busca entre toda la ropa regada) – Y… Ya sé
los zapatos que combinan con este vestido. (Busca entre todos sus zapatos y consigue
los que le gustan)… – Bueno, mi cabello, lo llevaré suelto, creo que me está gustando
como se ve – (refunfuña) – y que largo, este espejo no tiene buen gusto, la verdad.
(corre a la peinadora y vuelve al espejo) – Me pondré estos sarcillos. Y listo. (Se sale
de escena a cambiarse de ropa)
Narrador: – Parece que Sofía le halló sentido a su figura, ya no le parecía que era tan
gorda, tan simple, ni tan chiquita, como le creía antes de su conversación con el
espejo. Sofía tuvo un encuentro con su realidad, creo que todo lo que veía como
defectos comenzaron a ser virtudes para ella.
Sofía: (Entra en escena pero no habla, solo trae su vestido azul, sus tacones, se
sienta en la peinadora y comienza a maquillarse, mientras el narrador sigue hablando)
Narrador: – curiosamente, nuestro querido espejo no volvió a hablar con Sofía, y ella
no lo extraña, quizá fueron sus pensamientos quienes hablaron todo el tiempo. No lo
sé, pero quien quiera que haya sido ha logrado un verdadero cambio en ella.
Sofía: (Termina de maquillarse, busca un perfume en la peinadora, se pone un poco
frente al espejo, luego busca su cartera y regresa al espejo) – ¿Con que sin trasero,
con senos pequeños y piernas de garza?. Pues mira espejo, avísame cuando alguien
pase por aquí y me supere. (Sonríe con picardía y sale de escena, segura de sí misma
y rumbo a la fiesta)
Narrador: – Creo que muchos necesitamos a un personaje como «El Espejo» en
nuestras vidas, que nos permita ver lo que tenemos ante nuestros ojos acerca de
nosotros mismos. Lo prototipos sociales nos engañan respeto al hecho de que la
singularidad y originalidad en la que fuimos elaborados nos hace todo lo atractivos que
queramos ver y reconocer con nuestra propia percepción.

También podría gustarte