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Democracia y Derechos Humanos amenazados: Políticas migratorias nacionales e

políticas globales en Brasil, de Lula a Bolsonaro (2002-2019)i

Bela Feldman-Bianco (UNICAMP)

Desde la década de 1990, la intensificación de las migraciones hacia el Norte

Global, en un período de reconfiguración del capitalismo global y expansión de las políticas

económicas neoliberales, ha sido acompañada por cambios en las formas de gestionar la

movilidad humana. Junto con el proceso de regionalización de la política migratoria vinculada

al establecimiento de un régimen global para controlar las migraciones internacionales, las

políticas de regulación tecnocrática de los flujos migratorios han creado nuevas formas de

organizar y clasificar los flujos migratorios, también adoptados por los países

latinoamericanos, través de los cuales organizaciones internacionales han ayudado a acercar el

tema migratorio al campo criminal (Domenech 2015; Dias 2018) En este artículo, analizo las

relaciones y tensiones entre la formulación de una nueva ley de migración centrada en los

derechos humanos en Brasil y las políticas globales que intentan combinar la protección de las

personas migrantes y la protección fronteriza, en un contexto de procesos cambiantes de la

economía política y la política en los escenarios global, regional y brasileño

La criminalización de la migración

El año 2013 se hizo famoso en Brasil por las grandes manifestaciones que
estallaron en el país, cuando la población salió a las calles para exigir servicios públicos de
calidad y el fin de la corrupción1. Aunque menos publicitado, 2013 también se destacó por la
intensa participación de los líderes transmigrantes y de entidades que actúan junto a migrantes
y refugiados en la formulación de políticas públicas. A nivel local, en mayo de 2013, después
de años de luchas, fue finalmente instituida la Coordinación de Políticas para Migrantes
(CPMig), por la alcaldía de São Paulo, en medio de la llegada de contingentes de haitianos.
1
Ver https://acervo.oglobo.globo.com/fatos-historicos/o-brasil-foi-as-ruas-em-junho-de-2013-
12500090
Esta coordinación fue una victoria porque se convirtió en una política de gobierno para la
población migrante en 2016. A nivel nacional, recurrentes demandas de entidades y
movimientos sociales en favor de la sustitución del Estatuto del Extranjero creado en 1980
aún durante la dictadura (1964-1985), por una nueva ley de migración focalizando migrantes
como sujetos de derechos, parecían finalmente surgir como posibilidad concreta. Mientras el
Proyecto de Ley, conocido como "proyecto Lula", continuaba archivado en el Congreso
Nacional, el Senado tramitaba un nuevo anteproyecto de ley de inmigración: el Proyecto de
Ley del Senado nº 288/2013. También el Ministerio de Justicia había designado una Comisión
de Expertos para la formulación de una propuesta más amplia, que se titulaba "Anteproyecto
de Ley de Migraciones y Promoción de los Derechos de los Migrantes en Brasil" Como parte
de esa propuesta, la Secretaría Nacional de Justicia creó, en el marco de la organización de
la 1ª Conferencia Nacional de Migración y Refugio (COMIGRAR), el Comité de
Seguimiento por la Sociedad Civil sobre las Acciones de Migración y Refugio (CASC)
Migrante), de la cual formé parte representando a la Asociación Brasileña de Antropología
(ABA).
Esta I COMIGRAR, celebrada a mediados de 2014, fue planeada como un
amplio debate público capaz de ofrecer subsidios para la creación de políticas públicas para
migrantes y refugiados. Pero mientras el proceso de su organización se constituyó en
manifestación de democracia participativa, la inserción de una Feria Nacional de
Enfrentamiento al Tráfico de Personas y Experiencias de Políticas Migratorias en su
programación oficial, sin siquiera discusiones previas con los miembros del CASC- Migrante,
fue por lo menos, paradójico. Si la formulación del Anteproyecto de Ley de Migraciones y
Promoción de los Derechos de los Migrantes respondió a las demandas de los movimientos
sociales, la inclusión de cuestiones relacionadas con el tráfico de personas reflejó la
alineación de Brasil a las políticas globales de combate al tráfico de drogas, al crimen
organizado y al terrorismo internacional que pasaron a vigorizar con mayor vehemencia
después del 11 de septiembre de 2001.
A pesar de reconocer la relevancia de esa problemática, que fue, además, objeto
de varios talleres en el marco de esa I COMIGRAR, el Comité Migraciones y
Desplazamientos de la ABA, coordinado por mí, consideró que la asociación con una
organización que lidera los esfuerzos transnacionales de combatir el tráfico de drogas, la
delincuencia organizada y el terrorismo internacional tenía el potencial de criminalizar la
cuestión migratoria. Como nuestra evaluación fue hecha con base en investigaciones,
decidimos manifestarnos contra el mantenimiento de esta Feria, cuya concepción, a nuestro
entender, traía a la superficie
...) una contradicción entre el proyecto democrático participativo de COMIGRAR,
basado en consultas previas y foco en los derechos humanos, y la pauta anti-tráfico
de personas producida por agencias multilaterales y utilizada, especialmente por
gobiernos del hemisferio norte, como instrumento de la contención de la movilidad
humana, el libre ejercicio de la prostitución y, en última instancia, de
criminalización de la inmigración2
Para aclarar y desarrollar mejor esta proposición y las discontinuidades
posteriores, sostengo que las confluencias y tensiones entre la migración y la criminalidad, al
igual que entre los derechos humanos, el humanitarismo y la securitización, se han
convertido en una parte sistémica del diseño de un régimen global del control de las
migraciones en una coyuntura de un capitalismo altamente destructivo, basado en la
acumulación por desposesión (Harvey 2004), que ha ampliado las desigualdades sociales y
creado contingentes de desposeídos (Sassen 2014). Así, mientras predominan las ideologías y
la retórica basada en los "derechos humanos" y el humanitarismo, se producen categorías
sociales y políticas de gobernanza tecnocrática de la securitización, criminalización y
deshumanización de la pobreza. Con la intensificación de los desplazamientos sociales y
ecológicos, expulsiones, brutalidad y precariedad de la vida humana, el control del
movimiento de migrantes transnacionales, refugiados y refugiados se ha convertido en una
prioridad de las agendas públicas de las agencias multilaterales y los gobiernos nacionales.
Del mismo modo, el desplazamiento interno, ya sea con respecto a la eliminación de
territorios o personas consideradas al margen del estado, se ha convertido en el foco de las
políticas públicas locales que reflejan las agendas multilaterales (Feldman-Bianco 2015,
2018).

En este escenario, me enfrenté con el desafío de examinar, desde una perspectiva


global de migración y desplazamientos3, la relación y las tensiones entre, por un lado, las
2
Esa petición está disponible en http://www.portal.abant.org.br/images/Noticias/28_Peti%C3%A7%C3%A3o_Comit
%C3%AA_Migra%C3%A7%C3%B5es_e_Deslocamentos-ABA_sobre_a_I_Comigrar.pdf

3
A través de ese paradigma, nuestros estudios han indicado que las políticas de gobernanza actuales criminalizan
protagonistas específicos, ya sean inmigrantes indocumentados, solicitantes de refugio, trabajadores sexuales en el
mercado laboral internacional, o residentes de favelas y periferias urbanas Esta lógica de exclusión social, anclada en
una racionalidad tecnocrática y en la producción de categorías sociales, cuyos componentes jurídicos y morales
también implican interseccionalidades de raza, género, clase, descarta personas, lugares y bienes considerados
innecesarios o amenazantes, negando, en el caso de las personas, el derecho a ser humano. Por lo tanto, crea
contingentes de los desposeídos ((Feldman-Bianco 2015, 2018).
políticas globales que equiparan la migración indocumentada con el narcotráfico, el crimen
organizado y el terrorismo internacional, y, por otro, las políticas de migración y control de
fronteras en Brasil, desde la era de Lula (2002-2010) hasta los primeros diez meses del
actual gobierno de Bolsonaro que empezó en enero de 2019. Por lo tanto, comienzo este
análisis cuando, paralelo a las demandas de migrantes transnacionales de Brasil y en Brasil
por una nueva ley de migración basada en derechos humanos, el gobierno de Lula accedió al
régimen global de control de las migraciones como parte de sus acciones y estrategias para la
transformación del país en un importante protagonista en el escenario mundial.

Entre los Derechos humanos y el régimen global del control de las migraciones

Identifiqué entonces la adopción de diferentes políticas y escalas. Así, mientras


en la escala nacional el gobierno Lula (2002-2010) atendía las demandas de los movimientos
sociales, encaminando un anteproyecto de ley de inmigración conocido como el Proyecto
Lula, concediendo amnistía a los inmigrantes en 2009, y reconociendo los derechos de los así
llamados brasileños en el exterior, invirtió, al nivel continental en UNASUR, reuniendo
países cuyos dirigentes tendían más a la izquierda. Al mismo tiempo, la ratificación del
Protocolo de Palermo (Decreto nº 5.017, de 2004), la resultante aprobación de la Política
Nacional de Enfrentamiento al Tráfico de Personas y la suscripción al Convenio Internacional
para la Supresión de la Financiación del Terrorismo (Decreto nº 5.640, (2005), alineaba a
Brasil a las políticas globales de combate al tráfico de drogas, al crimen organizado y al
terrorismo internacional y, por lo tanto, al régimen global de control de las migraciones.
En el Gobierno de Dilma Rousseff (2011- 31 / 08/2016), las políticas de
migración y fronteras, coordinadas en el ámbito de la Secretaría Nacional de Justicia, también
mostraban diferentes procedimientos escalares. Por un lado, las iniciativas de formulación de
un nuevo Anteproyecto de Ley de Migraciones y Promoción de los Derechos de los Migrantes
en Brasil (Ordenanza nº 2.162/2013), tenían como referencia las políticas migratorias de
Argentina y Uruguay, consideradas ejemplares. Al mismo tiempo, la I COMIGRAR propició
amplia participación social de los migrantes y de los agentes que actúan juntos o estudian
migración y refugio. Por otro lado, ese gobierno parece haber seguido más directamente que
el anterior las orientaciones de las organizaciones internacionales, como OIM, UNODC 4 e
ICPMD5, en lo que concierne a la (doble) protección a las personas migrantes y protección a
las fronteras. Se han realizado fuertes inversiones en la política de enfrentamiento al tráfico de

4
Agencia de las Naciones Unidas para las Migraciones
5
Centro Internacional para el Desarrollo de Políticas Migratorias
seres humanos y en la Estrategia Nacional de Fronteras (ENAFRON), interviniendo políticas
de seguridad contra oponentes internos y políticas de defensa nacional contra enemigos
externos en torno a la lucha contra las drogas, al crimen organizado transnacional, al tráfico
de personas y al terrorismo que amenazan los espacios urbanos. Este énfasis en la
securitización, moldeada en la agenda y formato de las políticas globales, contiene, como
argumenta Hirata (2015) el potencial de colisionar con la economía y el sistema de
intercambios locales. En el "desarrollismo" gubernamental en vigor en la época, el interés
recae predominantemente en los grandes proyectos de hidroeléctricas y en el agro negocio sin
llevar en consideración los conocimientos tradicionales y sistemas de intercambios locales.
Recuerden cómo se gestionó la construcción de la Hidroeléctrica de Belo Monte y sus efectos
nocivos en la organización social de las poblaciones tradicionales de su entorno (Pacheco de
Oliveira e Cohn 2014).
Las tensiones entre derechos humanos y políticas de securitización también
fueron parte integral del proceso de formulación de la nueva ley de migración que dio origen
al decreto nº 9.199 de 2017. La versión de la ley aprobada en el Congreso Nacional fue
esencialmente resultado de negociaciones entre movimientos sociales de / y / o que actúan
junto a migrantes y refugiados y gobierno, incluida la policía federal. Así, a pesar del enfoque
en migrantes como sujetos de derechos, el 40% de sus artículos se referían a la vieja noción
de seguridad nacional del Estatuto del Extranjero. Sin embargo, las polarizaciones entre los
que estaban a favor y los que estaban en contra de la aprobación de la nueva ley intensificaban
después de la deposición de Rousseff de la presidencia de la República y de las victorias del
Brexit en Inglaterra y de Trump en los EEUU.
Es importante tener en cuenta que ya existía en mayo de 2016, aún durante el
Gobierno de Rousseff, resistencias a la Nueva Ley, por ejemplo, por parte de la Federación
Nacional de Policías Federales. Esa federación decidió procesar una profesora universitaria
italiana involucrada en actividades sindicales, con base en el Estatuto del Extranjero, aunque
estuviera en contradicción con la Constituyente de 1988. En la época, eso parecía un episodio
aislado, pero retrospectivamente constituye un indicio de las fuertes polarizaciones, cuando,
ya en el gobierno de Michel Temer, la nueva ley estaba para ser votada en el Senado Federal.
Junto con una petición en línea activada por robotización contra la nueva ley “por abandonar
la perspectiva de seguridad nacional del Estatuto del Extranjero”, movilizaciones en las calles
de São Paulo demandaban el veto integral del texto, debido al peligro de la islamización del
Brasil y del terrorismo. Estas polarizaciones trajeron a la superficie una yuxtaposición de la
defensa del Estatuto del Extranjero combinada con el temor a las "nuevas amenazas",
representadas por la actual ecuación entre migración indocumentada, tráfico y terrorismo.
.
La securitización y la criminalización de los migrantes

Las políticas del gobierno neoliberal de Temer mezclando el tradicional autoritarismo de las
élites brasileñas, antiguas nociones de seguridad nacional y el temor a las nuevas amenazas,
reflejaron el giro hacia la derecha que estaba ocurriendo en el continente sudamericano y que
fue amplificada con la victoria de Bolsonaro. Así, las movilizaciones en torno a la sanción
presidencial de la nueva ley intensificarán las polarizaciones en curso. Por un lado, el
Ministerio de Relaciones Exteriores, junto con los movimientos sociales formados por
inmigrantes, refugiados, Iglesia, academia y ONG, se posicionaron firmemente en pro de una
sanción presidencial sin vetos. Por otro lado, el Ministerio de Defensa, Gabinete de Seguridad
Nacional y la Policía Federal ejercieron presión en favor de vetos de artículos que,
supuestamente, constituían una amenaza para el control de las fronteras, la soberanía nacional
y la seguridad de los nacionales
Aunque la nueva ley continuó manteniendo un foco en los derechos humanos, la
sanción presidencial con 18 vetos acentuó la securitización y la criminalización de los
migrantes que continuarán siendo vistos como amenaza o problema. Entre los vetos, se
destacarán la amnistía para migrantes, la revocación de las expulsiones decretadas antes del 5
de octubre de 1988, la obligatoriedad de permanencia de migrantes ya residentes que hayan
cometido delito en el país, la libre circulación de indígenas y poblaciones tradicionales entre
fronteras. A pesar de presiones de representantes de las organizaciones que actúan junto a los
migrantes y refugiados, incluso a través de una carta firmada por más de cien entidades por la
aprobación de la nueva ley sin vetos, la única consulta presencial dirigida a la sociedad civil
fue realizada por el foro de participación social del Consejo Nacional de Inmigración (CNIg).
Como bien sintetizaron Acosta, Espinoza y Brumat (2016), el resultante decreto
de reglamentación de la ley contradice la Constitución de 1988 al hacer posible la detención
de migrantes en situación indocumentada, mientras esperan expulsión. Además de delegar
extensos poderes a la Policía Federal en asuntos referentes a la admisión, residencia y
expulsión de no nacionales, el decreto no especificaba las condiciones para la concesión de
residencia humanitaria a los no nacionales, dejando esa decisión para ser hecha conjuntamente
por los Ministerios de Justicia, Trabajo y Relaciones Internacionales en otra fase. Dada esta
situación, aunque representantes de la sociedad civil continuaran subrayando los avances
representados por el cambio de paradigma de la nueva ley para un foco en los derechos
humanos, llamando al mismo tiempo la atención a los "retrocesos" que pautaron el proceso de
reglamentación. De hecho, el decreto de ley, resultante de ese proceso regulatorio, apoyó e
incluso subrayó la seguridad nacional y la judicialización de la migración, acarreando grandes
desafíos a los que luchan por los derechos humanos de los migrantes.
Además de dar continuidad a las políticas de securitización de fronteras de la
gestión Rousseff, el gobierno de Temer federalizó y militarizó la escala local a través de la
intervención en la ciudad de Río de Janeiro en lo que se refiere a la "guerra a las drogas" y, a
nivel estatal en el caso de Roraima, en lo que concierne a la inmigración venezolana ya la
protección de fronteras. En el proceso, amplió la inserción de Brasil en el combate global al
tráfico de drogas, tráfico de seres humanos y terrorismo y, por lo tanto, en el régimen global
de control de las migraciones. Más allá de aprobar una reforma laboral siguiendo la agenda
neoliberal, al alejarse de los movimientos sociales y restringir la participación social, hizo
recordar el aforismo de Sergio Buarque de Holanda (1936) de que en Brasil "la democracia no
pasa de un gran malentendido". No por casualidad, ese gobierno representaba el (viejo)
nacionalismo y los intereses de la antigua y nueva derecha con sus demandas por políticas de
securitización y militarización del país e, incluso, por el retorno del Estatuto de los
Extranjeros. Pero, sorprendentemente, mientras el Consejo Nacional de Inmigración, con su
composición tripartita, logró elidir durante vente años (1996-2016) el anacronismo del
Estatuto del Extranjero a través de la formulación, coordinación y orientación de la política de
migración por medio de normativas basadas en decretos y resoluciones específicas,
involucrando la solución de casos omisos, con la regulación de la Nueva Ley, hubo una
militarización de la política migratoria.
En el caso de la intervención federal en Río de Janeiro, los asesinatos en marzo
de 2018 de Marielle Franco, concejal del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y defensora
de los derechos de los negros, de los habitantes de barrios marginales y homosexuales, y de su
chofer, Anderson Pedro Gomes, expusieran la existente polarización entre derechos humanos
y políticas de securitización y militarización de la pobreza racializada. Esas muertes, definidas
como "ejecuciones", apuntaran hacia una dirección, trillada por Colombia y México, de
avance de las milicias y paramilitares. Al mismo tiempo, la conmoción ante esta violencia
institucionalizada y las continuas manifestaciones de repudio a esa violencia, tanto a nivel
local como nacional e internacional, impulsan la lucha por la dignidad humana.
La supresión de los derechos humanos de la política migratoria

Si hubo bajo la presidencia de Temer una ocupación militar en Río de Janeiro y también en
Roraima, desde el comienzo del gobierno Bolsonaro enfrentamos a nivel nacional una
escalada militarizada y policial de la violencia estatal, el avance de las milicias y la
intensificación de la violencia estructural contra las mujeres, LGBTI, indígenas, negros,
residentes de las periferias urbanas, inmigrantes racializados y otras poblaciones vulnerables.
Sobre todo, en Brasil hoy, vivimos a diario con los intentos presidenciales de erosionar las
garantías constitucionales y, en última instancia, desmantelar esa malentendida democracia.
Al igual que otros candidatos tiranos, Jair Bolsonaro, un admirador fanático de la dictadura y
la tortura, forma parte de una red transnacional de nacionalistas de extrema derecha, bajo la
órbita de Steve Bannon y encabezada por Donald Trump y, en su caso, también recibiendo
una fuerte influencia del astrologo y filósofo brasilero Olavo de Carvalho. Como Levitsky e
Ziblat (2018) destacan, aunque eses gobiernos de extrema derecha llegaron al poder por la
ruta electoral, paradójicamente usan las mismas instituciones de la democracia, gradual, sutil
e incluso legalmente, para matarla.
Jair Bolsonaro fue elegido presidente del Brasil con un discurso de odio y
anticorrupción, entrelazado con la defensa de los valores morales tradicionales, enderezado
especialmente contra Lula y el Partido de los Trabajadores, en una coyuntura de recesión
económica, arresto de Lula e intensa polarización derecha-izquierda. Aunque sin presentar
un programa gubernamental, su plataforma combina la continuidad de una política económica
neoliberal de reducción de derechos, ahora basada en el modelo chileno de los tiempos de
Pinochet (1973-1990), con un paquete anticorrupción y contra el crimen, que conlleva el
peligro de transformar el país en un estado policial. Con el apoyo de las élites económicas,
militares y de las encimeras armamentistas, ruralistas y evangélicas, su gobierno favorece
drásticamente el avance de un capitalismo altamente destruidor en perjuicio del medio
ambiente, instituciones democráticas, ciencia, educación, tecnología, y de los derechos
humanos. Su modo de legislar mediante decretos y medidas provisionales es cuestionada
como "una forma de socavar la democracia desde dentro, mostrando poco aprecio por las
reglas del juego democrático"6. No por casualidad, la mayoría de esas gestiones ha sido
refutadas judicialmente por violar la Constitución de 1988, incluidas sus principales promesas
de campaña, como el relajamiento de la regulación sobre posesión de armas y el paquete
6
“Governar por decretos é minar a democracia, Pacto por la Democracia, 31/05/2019
https://www.redebrasilatual.com.br/politica/2019/05/decretos-presidenciais-democracia/
contra el crimen defendido por su Ministro de Justicia Sergio Moro 7. Por lo tanto, se
convierten en un campo de disputas a nivel institucional, ya sea dentro del alcance del
Congreso Nacional, Senado Federal, Fiscalía Federal, Corte Suprema o Defensor Público,
entre otros. La defensa de la constitucionalidad tiende a ser inducida por la presión de los
movimientos sociales. Pero incluso cuando se suspenden sus decretos y medidas
provisionales, la retórica de Bolsonaro y su uso de las redes sociales y de las Fake News
funcionan como una licencia para legitimar la securitización y la violencia, como la otorgada
a la policía para matar que ha resultado en un mayor número de muertes en las periferias
urbanas. Hay igualmente una relación entre sus campañas por la posesión de armas y aquella
en contra de una supuesta ideología de género y el aumento del feminicidio, así como entre
los incendios causados en la Amazonia y el énfasis en la deforestación, criminalización y
eliminación de las populaciones indígenas y el desarrollo capitalista de la región. Esas
acciones y estrategias, practicadas por un gobierno de las redes sociales, están promoviendo
reveses sociales y una escalada de la violencia involucrando, así, la reducción de los derechos
sociales e el exterminio de los desposeídos y de los que desafían los valores morales
tradicionales, entre los cuales homosexuales, lesbianas y transgénero, como parte de los
continuos intentos de destrucción del Estado de derecho.
La decisión del gobierno de Bolsonaro de disociar a Brasil del Pacto Mundial de
Migración Ordenada, Segura y Regular, es parte de este escenario 8. Representa su alineación
con el nacionalismo exacerbado y las políticas draconianas de Trump y otros aliados de
extrema derecha. Si bien los movimientos sociales señalaron la imposibilidad de proteger
simultáneamente los derechos humanos y las fronteras territoriales, la salida de Brasil de este
Pacto significó la supresión de los derechos humanos de la política migratoria a favor de la
escalada de la securitización y criminalización de los inmigrantes, incluyendo los refugiados
y, por lo tanto, el creciente control y vigilancia sobre quién puede cruzar las fronteras
nacionales y permanecer en Brasil.
Los intentos del Ministro Sergio Moro de introducir cambios en la nueva Ley de
Migración se subscriben a esta política de securitización y criminalización de la cuestión
migratoria, convirtiéndola en un campo de disputa a escala nacional. Así, la inserción de
cuatro adiciones diseñadas para endurecer las reglas sobre el ingreso de personas al país, al

7
El ex juez que dirigió la extensa investigación sobre corrupción y lavado de dinero y condenó al presidente Lula
8
Fellet, João, Bolsonaro confirma saída de pacto de migração da ONU https://www.bbc.com/portuguese/brasil-
46802258
través de una enmienda al Proyecto de Ley 1928/2019, fue rechazada por los movimientos
sociales en defesa de los inmigrantes por herir

“los principios que guiaron el debate actual sobre la ley de migración, restableciendo
la intención de ampliar el control de la migración, observando la inmigración desde
la perspectiva de criminalización de las personas en movilidad”9

Igualmente, su Ordenanza 666 de 25 de julio de 2019, instituyendo “el impedimento de


entrada, repatriación y deportación de persona peligrosa o que ha cometido un acto contrario
al principios y objetivos establecidos en la Constitución” fue repudiado vehementemente,
incluso por el Comité Migraciones y Desplazamientos de la ABA, por representar un ataque
al Estado democrático. Esa legislación, que también fue cuestionada en el entorno legal y
sujeta a acción en la Corte Suprema Federal10, fue derogada por una nueva instrucción del
Ministerio de Justicia, la Ordenanza 770/2019 de 11 de octubre de 2019. Sin embargo, una
nota pública firmada por 33 entidades de la sociedad civil manifestó que La derogación de la
Ordenanza 666 es un retiro bienvenido, pero aun así no es suficiente. La ordenanza 770
sigue siendo una afrenta a la Ley de Migración, ya que
(a)demás de llegar tarde, el retiro también es insuficiente y permanece en una lógica
inadecuado para un estado de derecho democrático. Inadecuado ya que está más allá
de la lógica constitucional el intento de enmendar lo que dice la Ley de Migración
(Ley N ° 13.445 / 17), que es el resultado de un profundo debate nacional, por una
mera ordenanza, que va más allá de las pautas legales cuando debería, solo y
únicamente, estipular el flujo de procedimientos11

Mientras continúan las movilizaciones contra la Ordenanza 770, la sociedad civil


obtuvo una pequeña victoria con la terminación del proyecto de ley 1928/2019 en el Congreso
Nacional. Según el blog MigraMundo, el autor de la versión original que se refería
únicamente a la intención de simplificar la emisión de visas para jóvenes inmigrantes
9
http://www.portal.abant.org.br/?s=nota+do+comit%C3%A9+Migra
%C3%A7%C3%B5es+e+Deslocamentos

10
https://www1.folha.uol.com.br/mundo/2019/07/organizacoes-de-defesa-de-imigrantes-criticam-
portaria-de-moro-e-dizem-que-norma-contraria-lei.shtml

11
https://igarape.org.br/nota-publica-a-revogacao-da-portaria-666-e-um-recuo-bem-vindo-mas-ainda-
insuficiente-a-portaria-770-permanece-sendo-uma-afronta-a-lei-de-migracao/
interesados en trabajar y estudiar en Brasil, decidió cerrarlo, señalando que el gobierno lo
usaría para imponer acciones en su interés sin el debido debate público.12

Las acciones del gobierno de Bolsonaro también penalizan a los refugiados. Dado
el giro a la derecha de la geopolítica del continente, el refugio otorgado en 2003, a tres
paraguayos acusados de secuestro (político), por temor a la persecución, fue revocado a
solicitud del Presidente de Paraguay13. Este retiro ya está induciendo amenazas contra los
refugiados de otros países y continentes, trayendo, al menos un caso en el que sigo, la
imposibilidad de proseguir viviendo en Brasil. Asimismo, por razones geopolíticas, Bolsonaro
mantuvo y continuó la militarización de la política migratoria del gobierno de Temer
enderezada a los inmigrantes venezolanos que continúan llegando a Roraima. Percibidos
como refugiados políticos de Venezuela por el gobierno brasileño y el ACNUR, los
desplazados de un país gobernado por un “enemigo” pueden requerir refugio o residencia
provisional pero no la visa humanitaria a la que, según la nueva Ley de Migración, tendrían
derecho. Colocados en viviendas temporales que se asemejan a campamentos de refugiados,
eses desplazados son sujetos a políticas de internalización, discriminación y xenofobia14.
Del mismo modo, los brasileños que viven en situación indocumentada en el
exterior están siendo objeto de discriminación y arbitrariedad, aunque, bajo la nueva Ley de
Migración, sea un deber constitucional del Estado brasileño protegerlos en tránsito en el
extranjero de cualquier forma de violencia estatal en el país anfitrión 15. Pero en desacuerdo
flagrante con esta legislación, los informes de prensa indican que el actual gobierno está
facilitando la deportación de brasileños de los Estados Unidos. Preocupado por esta noticia,
ABA, a través de su Comité de Migración y Desplazamientos, envió una solicitud de
aclaración al Ministerio de Relaciones Exteriores, teniendo en cuenta que
la supuesta cooperación entre los estados nacionales va en contra de los
principios básicos de la circulación internacional de personas, que debe hacerse

12
https://www.migramundo.com/projeto-que-distorcia-lei-de-migracao-tem-tramitacao-encerrada-no-senado/

13
https://g1.globo.com/politica/noticia/2019/07/23/governo-brasileiro-cancela-refugio-concedido-a-
tres-paraguaios-acusados-de-sequestro.ghtml

14
https://www.conectas.org/wp/wp-content/uploads/2018/02/Nota-Publica_Repu%CC%81dio-a%CC
%80-xenofobia-em-RR_9fev2018_final.pdf

15
https://www1.folha.uol.com.br/mundo/2019/03/bolsonaro-diz-que-maioria-de-imigrantes-nao-tem-
boas-intencoes-e-que-apoia-muro-de-trump.shtml
a través de rutinas administrativas que respeten el derecho de defensa de las
personas en tránsito. En segundo lugar, la supuesta facilitación de la deportación
por parte de los Estados Unidos, a cargo de la autoridad brasileña, viola el
principio de protección del Estado brasileño a sus ciudadanos en el extranjero, lo
que lleva a casos de deportación sumaria sin el debido proceso. (Por lo tanto)
esta decisión del gobierno brasileño, si confirmada, además de señalar una
sumisión indeseable a los intereses de Estados Unidos, revelaría una intención
sin precedentes de dañar y criminalizar a los ciudadanos que, ante la crisis
económica y el alto desempleo en Brasil, han estado buscando alternativas de
vida e trabajo en otros países. 16.

Hasta el momento no ha habido respuesta del Ministerio de Relaciones Exteriores


a esta petición. Mientras tanto, en una coyuntura de recesión económica, con 12,5 millones de
desempleados, aumento del trabajo informal, reforma laboral y de la reciente aprobación de
una reforma de pensiones basada en la experiencia chilena de reducción de derechos, la salida
de los brasileños al extranjero solo tiende a multiplicar. Si quienes pueden invertir en el
extranjero consiguen adquirir fácilmente visas y derechos, las personas en situación
indocumentada ni siquiera pueden contar con la protección del gobierno brasileño. Por cierto,
aquellos que viven sin papeles en los Estados Unidos, por el contrario, deben mantenerse
alejados de los consulados y embajadas de Brasil para evitar la deportación.
La actual coyuntura socioeconómica brasileña, marcada por la recesión
económica, la flexibilización y la precariedad del trabajo, la consiguiente reducción de
derechos y protección social, el progresivo aumento de la securitización y criminalización de
la pobreza y el alargamiento de los contingentes de desposeídos incluida su extirpación,
expone un capitalismo devastador que se asemeja a la era colonial en términos de explotación,
violencia y deshumanización. Por lo tanto, plantea no solo preguntas sobre quién tiene
derecho a los derechos sino también sobre quién tiene derecho a ser humano, non son
restrictos al Brasil.

Capitalismo global vs migraciones forzadas


16
www.portal.abant.org.br/2019/08/13/aba-encaminha-oficio-ao-ministerio-das-relacoes-exteriores-
atraves-de-seu-comite-migracoes-e-deslocamentos-com-profunda-apreensao-a-noticia-intitulada-
governo-bolsonaro-facilita-a-deportaca/
Estos procesos de expulsión, despojo, securitización y criminalización, no son
exclusivas de Brasil. Son el resultado de políticas y prácticas que condujeron a una mayor
concentración de ingresos, poder y desigualdades sociales a través de la acumulación por
desposesión. Se nutren de los movimientos temporales y espaciales del capitalismo global en
la apertura de mercados y las consecuentes crisis causadas por la sobreacumulación de capital,
que afectan la vida de las personas, generando migraciones y refugio debido a las guerras,
impactos de proyectos de desarrollo en el campo y en la ciudad, debido a la especulación
inmobiliaria, entre otros desplazamientos que están siendo criminalizados.
Este análisis desde Brasil y desde el punto de vista de las migraciones y los
desplazamientos, permite desplegar las políticas nacionales y globales que estimulan los
avanzos de ese capitalismo desmedido. En conjunto, estas políticas han llevado a la reducción
gradual de los derechos humanos y la protección social y al mismo tiempo, a la intensificación
de la securitización y criminalización, incluida la violencia estatal, con respecto a las
populaciones vulnerables, ya sean migrantes, refugiados, pueblos indígenas, residentes de las
periferias urbanas o los LGBTi.
Por lo tanto, los gobiernos de desarrollo de Lula y (especialmente) Dilma
Rousseff implementaron políticas de inclusión y protección social al mismo tiempo que
invirtieron en agro negocios y grandes proyectos hidroeléctricos y urbanísticos que resultaron
en desplazamientos y cambios en los modos de vida de las poblaciones tradicionales y
periferias urbanas. Además, si bien respaldaron proyectos de ley basados en migrantes como
sujetos de derechos, suscribieron políticas globales. El derrocamiento de Dilma Rousseff y el
ascenso al poder de la derecha permitieron el regreso de las políticas económicas neoliberales
de privatización y la reducción de la protección social y de los derechos de los trabajadores. la
desfiguración de la nueva ley de migración y la militarización tanto de la periferia urbana en la
lucha contra drogas (en el caso de Río de Janeiro), así como de la cuestión migratoria en lo
que respecta a los inmigrantes venezolanos en Roraima en el contexto de cambios geopolíticos
en el continente sudamericano.
La elección de Bolsonaro y sus intentos de destruir la democracia son el pináculo
de los procesos que liberan el avance del capitalismo a través de políticas económicas
neoliberales ortodoxas y la constitución de un Estado policial. En este sentido, su lema
gobernante Brasil sobre todo también puede significar Capitalismo sobre todo, sin derechos
humanos y sin protección social. En consecuencia, sus diversos decretos y medidas
provisionales tienen objetivos específicos: la facilitación de la explotación, la violencia y la
deshumanización, incluyendo, si es necesario, la disposición de las poblaciones vulnerables,
como en la época colonial. De esa perspectiva, los incendios causados en la Amazonía, la
criminalización de los indígenas y la negativa a demarcar sus tierras se vuelven más
comprensibles con la reciente solicitud del presidente del Instituto Brasileño de Turismo
(EMBRATUR) que quiere que el organismo responsable de proteger los derechos indígenas
en el país (FUNAI) ponga fin al proceso de demarcación de una reserva, que se encuentra en
el sur de la Bahia y que pertenece al pueblo Tupinambá de Olivenza, para permitir la
construcción por empresa privada de un hotel de lujo en el sitio 17. Del mismo modo, aunque
los inmigrantes que tienen capital y desean invertir en Brasil son bienvenidos, las personas en
situación indocumentada son criminalizadas con medidas de deportación sumaria.
Ciertamente, la forma en que este gobierno legisla está siendo desafiada, con
numerosas de sus acciones detenidas debido a su inconstitucionalidad y la presión de los
movimientos sociales temáticos, ya sea en defensa del medio ambiente, los problemas
indígenas, la migración, la educación, la ciencia y la tecnología, el.género, etc. Pero
independientemente de si Bolsonaro logra o no terminar su mandato, desafortunadamente las
marcas de sus intentos de destrucción permanecerán.

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Esta es una versión sintetizada y actualizada de mi artículo O Brasil frente ao regime global de controle das migrações: Direitos
humanos, securitização e violências (2018)

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